6666670 Goethe Wolfgrang Werther

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Johann Wolfgang von Goethe WERTHER Facultad de Ciencias Sociales - Programa de Informática ® 1999 Diagramación y versión pdf: Oscar E. Aguilera F. Digitalización y corrección de textos: Carolina Huenucoy

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  • -1-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

    Universidad de Chile - Facultad de Ciencias Sociales - Programa de Informtica - 1999

    Johann Wolfgang von Goethe

    WERTHER

    Facultad de Ciencias Sociales - Programa de Informtica 1999Diagramacin y versin pdf: Oscar E. Aguilera F.

    Digitalizacin y correccin de textos: Carolina Huenucoy

  • -2-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    Texto preparado para la serie El Autor de la Semana, agosto 1999 yColeccin de Libros Electrnicos de la Facultad de Ciencias Sociales

    Diagramacin y versin PDF: Oscar E. Aguilera F.Digitalizacin y correccin de textos: Carolina Huenucoy

    1999 Programa de Informtica, Facultad de Ciencias Sociales,Universidad de Chile

    Traduccin Jos Valor, 1966 E.D.A.F., Madrid, 1966

    Este libro electrnico es un aporte a la difusin de la literatura mundial,no puede comercializarse. Se presenta aqu con fines educativos, sin

    valor comercial.

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    Johann Wolfgang von Goethe28 de agosto de 1749 - 22 de marzo de 1832

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    Johann Wolfgang von Goethe

    WERTHER

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    HE recogido con afn todo lo que he podido encontrarreferente a la historia del desdichado Werther, y aqu oslo ofrezco, seguro de que me lo agradeceris. Es imposibleque no tengis admiracin y amor para su genio y carcter,lgrimas para su triste fin.

    Y t, pobre alma que sufres el mismo tormento ojalsaques consuelo de sus amarguras, y llegue este librito aser tu amigo si, por capricho de la suerte o por tu propiaculpa, no encontraste otro mejor!

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    LIBRO I

    4 DE MAYO DE 1771

    CUNTO me alegro de mi viaje! Ay, amigo mo, lo esel corazn del hombre! Alejarme de ti, a quien tanto quiero;dejarte, siendo inseparable, y sentirme dichoso! S queme lo perdonas. No parece que el destino me haba puestoen contacto con los dems amigos, con el exclusivo finde atormentarme? Pobre Leonor! Y, sin embargo, no esculpa ma, Poda yo evitar que se desarrollase una pasinen su desdichado espritu, mientras me embelesaba conlas gracias hechiceras de su hermana? As y todo, notengo nada que echarme en cara? No he nutrido esapasin? Ms an: no me he divertido frecuentemente conla sencillez e inocencia de su lenguaje, que muchas vecesnos haca rer, aunque nada tena de risible? No he?..Oh! Qu es el hombre, y por qu se atreve a quejarse?Quiero corregirme, amigo mo; quiero corregirme, y tedoy palabra de hacerlo; quiero no volver a preocuparmecon los dolores pasajeros que la suerte nos ofrece sincesar; quiero vivir de lo presente, y que lo pasado seapara m pasado por completo. Confieso que tienes razncuando dices que aqu abajo habra menos amarguras silos hombres (Dios sabr por qu los ha hecho como son)no se dedicasen con tanto ahnco a recordar doloresantiguos, en vez de soportar con entereza los presentes.

    Di a mi madre que no dejar de la mano su asunto, y quele dar noticias de l lo ms pronto que pueda. He visto ami ta: lejos de encontrar en ella a la perversa mujer queah me hablaron, te aseguro que tiene excesiva viveza yexcelente corazn. Me he hecho eco de las quejas de mimadre por la parte de herencia que le retiene, me haexplicado su conducta y los motivos que la justifican;tambin me ha dicho bajo qu condiciones est dispuestaa entregarnos an ms de lo que pedimos. Basta de estopor hoy, di a mi madre que todo se arreglar. He visto unavez ms, amigo mo, en este negocio insignificante que

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    las equivocaciones de la negligencia causan en el mundoms dao que la astucia y la maldad; bien es cierto questas abundan menos.

    Por lo dems, aqu me encuentro perfectamente. Lasoledad de este paraso terrenal es un precioso blsamopara mi alma, y esta estacin juvenil consuela por completomi corazn, que con frecuencia se estremece de pena.Cada rbol, cada planta es un ramillete de flores, y sienteuno deseos de convertirse en abeja, para revolotear enesta atmsfera embalsamada, sacando de ella el necesarioalimento.

    La ciudad propiamente dicha es desagradable; pero ensus cercanas brilla la naturaleza con todo su esplendor.Por eso el difunto conde de M... hizo plantar su jardn enuna de estas colinas, que se cruzan en variado y encantadorpanorama, formando los valles ms deliciosos. El jardnes sencillo, y se observa desde la entrada que el plan, msque engendro de sabio jardinero, es combinacin de unalma sensible, deseosa de gozar de s misma. Muchaslgrimas he consagrado ya a la memoria del conde en lasruinas de un pabelloncito, que era su retiro predilecto yque tambin es el mo. En breve ser yo el dueo deljardn: en slo dos das me he sabido granjear la buenavoluntad del jardinero y te aseguro que no llegar aarrepentirse de ello.

    10 DE MAYO

    Reina en mi espritu una alegra admirable, muy parecidaa las dulces alboradas de la primavera, de que gozo aqucon delicia. Estoy solo, y me felicito de vivir en este pas,el ms a propsito para almas como la ma, soy tandichoso, mi querido amigo, me sojuzga de tal modo laidea de reposar, que no me ocupo de mi arte. Ahora nosabra dibujar, ni siquiera hacer una lnea con el lpiz; y,sin embargo, jams he sido mejor pintor Cuando el vallese vela en torno mo con un encaje de vapores; cuando el

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    sol de medioda centellea sobre la impenetrable sombrade mi bosque sin conseguir otra cosa que filtrar entre lashojas algunos rayos que penetran hasta el fondo del san-tuario, cuando recostado sobre la crecida hierba, cercade la cascada, mi vista, ms prxima a la tierra, descubremultitud de menudas y diversas plantas; cuando sientoms cerca de mi corazn los rumores de vida de esepequeo mundo que palpita en los tallos de las hojas, yveo las formas innumerables e infinitas de los gusanillos yde los insectos; cuando siento, en fin, la presencia delTodopoderoso, que nos ha creado a su imagen, y el soplodel amor sin limites que nos sostiene y nos mece en elseno de una eterna alegra; amigo mo, si los primerosfulgores del alba me acarician, y el cielo y el mundo queme rodean se reflejan en mi espritu como la imagen deuna mujer adorada, entonces suspiro y exclamo: Si yopudiera expresar todo lo que siento! Si todo lo que dentrode m se agita con tanto calor, con tanta exuberancia devida, pudiera yo extenderlo sobre el papel, convirtiendoste en espejo de mi alma, como mi alma es espejo deDios! Amigo... Pero me abismo y me anonada lasublimidad de tan magnficas imgenes,.

    12 DE MAYO

    No s si vagan por este pas algunos genios burlones, osi slo existe dentro de m la vvida y celestial visin queda apariencias de paraso a todo lo que me rodea. Cercade la ciudad hay una fuente, donde estoy encantado, comoMelusina con sus hermanas. Siguiendo la rampa de unapequea colina se llega a la entrada de una gruta; bajandodespus unos veinte escalones se ve brotar entre las rocasun agua cristalina. El pequeo muro que sirve de cinturna la gruta, los corpulentos rboles que le dan sombra, lafrescura del lugar, todo atrae y todo causa una sensacinindefinible.

    Ningn da paso menos de una hora en este sitio, al quelas muchachas de la ciudad acuden por agua: ejercicio

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    inocente y necesario que en otro tiempo desempeabanlas mismas hijas de los reyes. Sentado aqu, pienso confrecuencia en las costumbres particulares, veo a loshombres de antao hacer sus conocimientos y buscar susmujeres en la fuente; sueo con los genios benficos,moradores de los arroyos y manantiales. El que no sientalo que yo siento no sabe lo que en un da de verano es lasaludable frescura de un riachuelo despus de una jornadapenosa.

    13 DE MAYO

    Me preguntas si debes enviarme mis logros? Por Dios,hombre, no me abrumes con ese aumento de equipaje!No quiero que me guen, que me exciten, que me espoleen:aqu me basta mi corazn. Slo echaba de menos un cantoque me arrullase, y he encontrado en mi Homero ms delo que buscaba. Cuntas veces templo con sus versos elhervor de mi sangre! Porque t no conoces nada msdesigual, ni ms variable que mi corazn. Amigo mo:necesitar decrtelo, a ti que has sufrido ms de una vezvindome pasar de la tristeza a la alegra ms alborotadora,y de una dulce melancola a la pasin ms violenta? Tratoa este pobre corazn como a un nio enfermo, le concedocuanto me pide. No se lo cuentes a nadie, que no faltaraquien dijese que con ello cometo un crimen.

    15 DE MAYO

    Ya me conoce y me quiere la gente humilde de estoslugares: sobre todo los nios. Cuando al principio meacercaba a ella, le diriga amistosamente tal o cual pregunta,haba quien, recelando que quera divertirme a su costa,me volva la espalda sin pizca de urbanidad. No medesanimaba esto, pero me haca pensar con insistencia enuna cosa que antes de ahora he observado, y es que losque ocupan cierta posicin social se mantienen siempreimpasibles a cierta distancia de las clases inferiores del

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    pueblo, como si temieran mancharse con su contacto,habiendo tambin calaveras y bufones que fingen acercarsea esta pobre gente, cuando su verdadero objeto es hacerlesentir con ms fuerza el peso de la voluntad.

    Bien s que no somos iguales ni podemos serlo; pero,en mi opinin, el que cree preciso vivir alejado de lo quese llama pueblo para que ste le respete, es tan despreciablecomo el mandria que se oculta de sus enemigos por temorde que le venzan.

    Hace poco estuve en la fuente y encontr en ella a unacriadita, que, habiendo colocado su cntaro al pie de laescalinata, buscaba con la vista a alguna de sus compaeraspara que le ayudase o colocrselo sobre la cabeza. Baj,y fijando en ella mi mirada le dije: Quieres que te ayude,hija ma? Oh seor!..., balbuci, ponindose rojacomo una amapola. Bah!, fuera escrpulos... La ayuda salir del apuro, me dio las gracias y se fue.

    17 DE MAYO

    He hecho conocimientos de todos gneros, aunque sinformar sociedad con nadie. Algn atractivo, que no medoy cuenta, debo de tener para muchas personas queespontneamente se me acercan con deseos de intimar;por mi parte, siento el separarme de ellas cuando slo unbreve rato seguimos el mismo camino. Si me preguntascmo es la gente de este pas, te dir: Como la de todos.La raza humana es igual en todas partes. La inmensamayora emplea casi todo su tiempo en trabajar para vivir,y le abruma de tal modo la poca libertad de que goza, quepone de su parte cuanto puede para perderla. Oh destinode los mortales!

    Por lo dems, la gente es buena. Si algunas veces meentrego con ella a placeres que an quedan a los hombres,como son el charlar alegre, franca y cordialmente en tornoa una mesa bien servida, organizar una expedicin al

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    campo, un baile u otra diversin cualquiera, me encuentroen mi elemento, con tal que no se me ocurra entonces laidea de que hay en m otra porcin de facultades quedebo ocultar cuidadosamente, por ms que se enmohezcanno ejercitndolas. Ah!, esto desgarra el corazn, pero elhombre nace para morir sin que le hayan conocido. Ay!... Por qu no existe ya la amiga de mi juventud? Porqu la conoc? Me dir a m mismo: Insensato! Buscaslo que nadie encuentra en la tierra. Y, sin embargo, yo lohe encontrado; yo he posedo aquel corazn, aquella almasuperior, en cuya presencia me figuraba ser ms de lo quesoy, porque era cuanto yo poda ser. Qu fuerza de miespritu, Dios mo, estaba entonces paralizada? No podayo desplegar ante ella la maravillosa sensibilidad con quemi corazn abraza el universo? No era nuestro trato unacadena continua de los ms delicados sentimientos, delos mpetus ms vehementes, cuyos matices, hasta losms superficiales, brillaban con el esmalte del talento? Yahora..., ay! Tena algunos aos ms que yo, y ha llegadoantes al sepulcro. Jams olvidar su privilegiada razn ysu indulgencia ms que humana. Hace algunos dasencontrar a M. V., joven franco y expansivo, y de unafisonoma que revela felicidad. Ha acabado sus estudiosy, sin presumir de genio, est convencido de que no todosvalen lo que l. Mis observaciones atestiguan que eslaborioso; en resumen, sabe algo. Habiendo averiguadoque dibujo y poseo el griego (dos fenmenos en este pas),cultiva mi amistad alardeando frecuentemente de erudito,pasa revista desde Bateux hasta Wood, desde Piles hastaWinkelmann, y me ha asegurado que conoce la primeraparte de la teora de Sulzer y que tiene un manuscrito deHeine sobre el estudio del arte antiguo. Yo le dejo hablar.

    Tambin he hecho conocimiento con el juez, hombreexcelente y de un carcter abierto y leal. Dicen que esdelicioso verle rodeado de sus nueve hijos, y todo elmundo se hace lenguas de la hija mayor. Me ha ofrecidosu casa, y un da de stos le har mi primera visita. Porpermiso que le han concedido despus de la muerte de sumujer, vive en una casa de campo, del prncipe, a legua y

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    media de la ciudad. sta y la morada que en ella tenahaban llegado a serle insoportables. Por ltimo tambinhe encontrado aqu algunos entes en los cuales todo meparece fastidioso, y ms fastidioso que nada, susdemostraciones de afecto.

    Adis: esta carta te agradar; es historia desde el principiohasta el fin.

    22 DE MAYO

    Muchas veces se ha dicho que la vida es un sueo, y nopuedo desechar de m esta idea. Cuando considero losestrechos lmites en que estn encerradas las facultadesintelectuales del hombre; cuando veo que la meta denuestros esfuerzos estriba en satisfacer nuestrasnecesidades, que stas slo tienden a prolongar unaexistencia efmera; que toda nuestra tranquilidad sobreciertos puntos de nuestras investigaciones no es otra cosaque una resignacin meditabunda, y que nos entretene-mos en bosquejar deslumbradoras perspectivas y figurasabigarradas en los muros que nos aprisionan; todo esto,Guillermo, me hace enmudecer. Me reconcentro en mmismo y hallo un mundo dentro de m; pero un mundoms poblado de presentimientos y de deseos sin formular,que de realidades y de fuerzas vivas

    Cuantos se dedican a la enseanza convienen en que losnios no saben darse cuenta de su voluntad; pero, porms que para m sea una verdad inconcusa, no creernmuchos que los hombres como los nios, caminando atientas sobre la tierra, ignorando de dnde vienen y adndevan, son poco menos que autmatas y, exactamente comolos nios, se dejan gobernar con juguetes, confites yazotes.

    Te conceder desde luego (porque s que me lo puedesobjetar) que los ms felices son los que no se curan delpasado ni del porvenir, los que pasean, visten y desnudan

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    su mueca, y los que, dando cautelosas vueltas alrededordel armario donde la madre ha encerrado las golosinas,cuando logran atrapar el manjar apetecido, lo devoran ados carrillos y gritan: Ms! Estas criaturas sonenvidiables. Tambin lo son las que, encareciendo conttulos pomposos sus frvolas ocupaciones, o tal vez suspasiones, reclaman gratitud al gnero humano, como sipara su salud y su dicha hubieran llevado a cabo algunaempresa gigantesca. Feliz el que pueda vivir de estemodo! Sin embargo, el hombre humilde que comprendeadnde va todo a parar; el que observa con cunta facilidadconvierte cualquiera su huerto en un paraso, y con cuntotesn el infeliz que gime encorvado bajo el fardo de lamiseria prosigue casi exnime su camino, aspirando, comotodos, a ver un minuto ms la luz del sol, est tranquilo,crea un mundo, que saca de s mismo, y tambin es feliz,porque es hombre. Podr agitarse en una esfera muy limi-tada; pero siempre llevar en su corazn la dulce idea dela libertad y el convencimiento de que saldr de esta prisincuando quiera.

    26 DE MAYO

    Hace mucho tiempo que conoces mi modo de alojarme,mi costumbre de hacerme una cabaa en cualquier puntosolitario donde me instalo, sin ningn gnero decomodidades. Pues bien, aqu he encontrado un rinconcitoque me ha seducido.

    A una legua de la ciudad est la aldea de Wahlhelm (1).Su situacin al pie de una colina es muy agradable, ycuando, saliendo de la aldea, se sigue la vereda de unaloma, llega a descubrirse de cuatro aos de edad, que sehaba sentado en el todo el valle de una ojeada.

    (1) El lector har bien en no perder el tiempo buscando los lugares quese citen, porque ha sido necesario cambiar los verdaderos que seencontraban en el original. (Nota del autor.)

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    Una viejecita muy servicial y de muy buen humor vendeen un ventorrillo vino, cerveza y caf. Lo que ms meencanta son dos tilos que dan sombra con su amplioramaje a una plazoleta que hay delante de la iglesia, rodeadade casas rsticas, de cortijos y de chozas. Conozco pocosparajes tan ocultos y tranquilos. Hago que desde mi al-bergue me lleven a l mi mesita y mi silla. y tomo caf yleo a Homero. La primera vez que la casualidad mecondujo bajo los tilos, era una hermosa siesta y encontrdesierta la plaza: los aldeanos estaban en el campo. Slovi a un muchacho, como de cuatro aos de edad, que sehaba sentado en el suelo, estrechando contra su pecho aotro nio de seis meses. Le tena entre sus piernas,formando as una especie de asiento. A pesar de lavivacidad con que sus ojos miraban a todas partes,permaneca sentado y tranquilo. Este espectculo mecautiv. Sentme yo en un arado que haba enfrente ydibuj con sumo gusto este episodio fraternal. Aadiendolos setos cercanos, la puerta de una cabaa y algunospedazos de ruedas de carretas, todo con el desorden enque estaba; vi al cabo de una hora que haba hecho undibujo bien compuesto y lleno de inters, sin haber aadidonada de mi propia invencin. Esto me aferr a mi propsitode no atenerme en adelante ms que a la naturaleza. Sloella posee una riqueza inagotable; slo ella forma a losgrandes artistas. Mucho puede cacarearse en favor de lasreglas; casi lo mismo que en alabanza de la sociedad civil.Un hombre formado segn las reglas, jams producirnada absurdo y absolutamente malo, as como el que obrecon sujecin a las leyes y a la urbanidad nunca puede serun vecino insoportable ni un gran malvado; sin embargo,y dgase lo que se quiera, toda regla asfixia los verdaderossentimientos y destruye la verdadera expresin de lanaturaleza. No tantodirs t; la regla no hace ms queencerrarnos en justos lmites; es una podadera que cortalas ramas intiles Amigo mo, permite que te haga unacomparacin. Sucede en esto lo que en el amor. Un jovense enamora de una mujer, pasa todas las horas del da a

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    su lado, le prodiga sus caricias y sus bienes, y as le pruebasin cesar que ella es para l todo en el mundo. Llegaentonces un vecino, un empleado, que le dice: Caballerito,amar es de hombres; pero es preciso amar a lo hombre.Divide tu tiempo; dedica una parte de l al trabajo, y noconsagres a tu querida ms que los ratos de ocio; piensaen ti, y cuando tengas asegurado lo que necesites, no seryo quien te prohiba hacer con lo que te sobre algn regaloa tu amada; pero no con mucha frecuencia; el da de susanto por ejemplo, o el aniversario de su nacimiento...Si nuestro enamorado le escucha, llegar a ser un hombretil, y hasta yo aconsejar al prncipe que le d algnempleo; pero adis el amor!..., adis el arte!, si l esartista. Oh amigos mos! Por qu el torrente del geniose desborda tan de tarde en tarde? Por qu muy pocasveces hierven sus olas y hacen que vuestras almas seestremezcan de asombro? Queridos amigos: porquepueblan una y otra orilla algunos vecinos pacficos, quetienen lindos pabelloncitos, cuadrados de tulipanes yarriates de hierbajos que seran destruidos, cosa que sabenellos muy bien, por lo cual conjuran con diques y zanjasde desage el peligro que los amenaza.

    27 DE MAYO

    Ahora caigo en que entregado al xtasis, a lascomparaciones y la declamacin, he dado al olvido referirtehasta el fin lo que fue de los dos muchachos. Sumergidoen el idealismo artstico de que en desaliado estilo, tedaba razn mi carta de ayer permanec dos horas largassobre el arado. Una joven, con una cesta al brazo, vinopor la tarde a buscar a los pequeuelos, y grit desdelejos: Felipe, eres un buen chico. Me salud, le devolvel saludo, me levant, me acerqu a ella y le pregunt siera la madre de aquellas criaturas. Me contestafirmativamente, y despus de haber dado un bollo almayor, tom al otro en sus brazos y le bes con toda laternura de una madre. Haba encargado a Felipe quecuidase de su hermanitome dijo, y yo con el mayor

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    de mis hijos he estado en la ciudad a comprar pan blanco,azcar y un pucherotodo esto se vea en la cesta, cuyatapa se haba cado. Quiero dar esta noche una cena ami Juanste era el nombre del ms pequeo. El mayores un aturdido que me rompi ayer el puchero, pelendosecon Felipe por arrebaarlo. Le pregunt dnde estaba elmayor, y mientras me contestaba que corriendo en el pradodetrs de un par de patos, apareci dando brincos ytrayendo a Felipe una varita de avellano. Segu hablandoalgunos momentos con esta mujer, y supe que era hija delmaestro de escuela, que su marido estaba en Suiza enbusca de una herencia que le haba dejado un primo.Queran engaarledijoy no contestaban a sus cartas:por eso ha ido. Con tal que no le suceda nada malo!Hasta ahora no he recibido noticias suyas. Me separcon pena de esta mujer; di un kreutzer a los nios mayores,y otro a la madre para el ms pequeo, dicindole quecuando volviese a la ciudad le comprase en mi nombreuna tortita. Despus de esto nos separamos. Te juro, amigomo, que cuando no estoy en calma basta para apagarmis arrebatos la presencia de una criatura como sta, querecorre en un abandono feliz el crculo estrecho de suvida, sin pensar en el maana, y sin ver en la cada de lashojas de los rboles otra cosa que la proximidad delinvierno.

    Desde ese da voy frecuentemente a aquel paraje. Losmuchachos se han acostumbrado a verme; yo les doyazcar cuando tomo el caf, y por la tarde ellos partenconmigo su pan con manteca y su cuajada. Ningndomingo dejo de darles un kreutzer, y si no estoy en casacuando salen de la iglesia, lo reciben de mi pupilera, aquien dejo el encargo de hacerlo.

    Son cariosos; me cuentan toda especie de cuentos yme divierto, sobre todo, con sus pasiones y la cndidaexplosin de sus deseos, cuando se renen con otroschicos de la aldea. Mucho trabajo me ha costadoconvencer a la madre que no debe inquietarse con la ideade que sus hijos puedan, como ella dice, incomodar al

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    seor.

    30 DE MAYO

    Lo que te dije el otro da sobre la pintura es aplicable ala poesa: basta con conocer lo que es bello y atreverse aexpresarlo. En verdad, no se puede decir ms en menospalabras. He asistido hoy a una escena que, fielmentereferida, sera el mesor idilio del mundo; pero poesa,escenario, idilio..., qu falta hacen? Es preciso, cuandodebemos interesarnos en una manifestacin de la na-turaleza, que se halle artsticamente combinada?

    Si despus de este exordio esperas or algo grande ysublime, te llevas un gran chasco: es pura y simplementeuna joven aldeana que me ha inspirado esta irresistiblesimpata... Como de costumbre, referir mal, y, como decostumbre me encontrars, segn creo exagerado. Culpaes de Wahlheim, y siempre de Wahlheim el que sucedaas.

    Se haba formado una reunin bajo los tilos para tomarcaf. Esto no me haca gracia, e invent un pretexto paraecharme fuera.

    Sali un joven de una casa inmediata y se puso acomponer el arado donde yo haba dibujado poco antes.Me agrad su aspecto y le dirig la palabra preguntndolepor su manera de vivir. Pronto nos hicimos amigos, comosiempre sucede con esta clase de gente; en seguida hubointimidad entre los dos. Me cont que serva a una viudaque le trataba a maravilla. Por lo que de esto me dijo y porlos grandes elogios que hizo de ella, conoc al punto queel pobre diablo estaba enamorado. Deca que no era joven,que haba sufrido mucho con el primer marido y quetemblaba ante la idea de contraer segundas nupcias. Surelato haca verse de tal modo hasta qu extremo era a

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    sus ojos bella y encantadora, y con cunto afn deseabaque se dignase elegirle para borrar el recuerdo de las fal-tas de su primer marido, que yo debera repetrtelo palabrapor palabra, para darte cabal idea de la inclinacindesinteresada, del amor y de la fidelidad de este hombre.Necesitara el talento del mejor poeta para pintar, al mismotiempo, de una manera expresiva, la animacin de susgestos, la armona de su voz y el fuego celestial de susmiradas. No, no hay palabras que puedan reproducir laternura que rebosaba todo su ser y su lenguaje: cuanto yote dijera sera plido. Llamaba particularmente mi atencinverle temeroso de que yo pudiera formar injustospensamientos sobre sus relaciones o dudase de laintachable conducta de la viuda. El placer que experimentoyndole hablar de su figura y de su belleza, que, sintener el encanto de la juventud, le atraa irresistiblemente yle encadenaba, no puedo explicrmelo ms que con elcorazn. Nunca haba visto un deseo apremiante, unapasin ardiente, unidos a tanta pureza; s, puedo decirlo;nunca haba imaginado ni soado que existiese tal pureza.No hagas burla de m si te confieso que al recuerdo deesta inocencia y de este candor me abraso en oculto fuego,languidezco y me consumo. Ahora deseo encontrar prontoocasin de conocerla...; mejor dicho, y pensndolo bien,deseo evitarlo. Ms vale que la vea por los ojos de suamante: acaso los mos no la veran de la manera queahora la veo, y qu gano en privarme de esta hermosaimagen?

    16 DE JUNIO

    Por qu no te escribo? T me lo preguntas; t, que tecuentas entre nuestros sabios! Debes adivinar que meencuentro bien y que..., en una palabra, he hecho unaamistad que interesa a mi corazn. Yo he..., yo no s...

    Difcil me ser referirte de por s cmo he conocido a lams amable de las criaturas. Soy feliz y estoy contento;por lo tanto, ser mal historiador.

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    Un ngel! Bah! Todos dicen lo mismo de la que aman,no es verdad? Y, sin embargo, yo no podr decirte cunperfecta es y por qu es perfecta; en resumen, haesclavizado todo mi ser.

    Tanta inocencia con tanto talento! Tanta bondad contanta firmeza! Y el reposo del alma en medio de la vidareal, de la vida activa!

    Cuando digo de ella no es ms que una palabre ra insulsa,una helada abstraccin, que no puede darte ni remota ideade lo que es. Otra vez..., no quiero contrtelo en seguida.Si lo dejo, no lo har nunca, porque (dicho sea paranosotros), desde que he comenzado esta carta, tres veceshe tenido ya intencin de soltar la pluma, hacer ensillar micaballo y marcharme. Y, sin embargo, esta maana mehaba jurado a m mismo no ir; as y todo, a cada momentome asomo a la ventana para ver la altura a que se encuentrael sol.

    .......................................

    No he podido vencerme: he ido a hacerle una visita. Hemeya de vuelta, Guillermo, estoy cenando y escribindote.

    Si contino de este modo, no sabrs al fin ms que alprincipio. Escucha, pues: procurar sosegarme parapoderte hacer una detallada relacin de todo.

    Te dije ltimamente que haba hecho conocimiento conel juez S. y que me haba invitado a visitarle en su retiro, opor mejor decir, en su reinezuelo. No me acordaba deesta visita, y acaso no la hubiera hecho nunca si lacasualidad no me hubiese descubierto el tesoro escondidoen este paraje solitario.

    La gente joven haba dispuesto un baile en el campo, alque deba yo asistir. Tom por pareja a una seorita bellay de buen genio, pero de trato indiferente, y convinimos

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    en que yo ira con un coche a buscar a esta seorita y a suta, que la acompaaba, para conducirlas al sitio de lafiesta y convinimos, adems, en que al paso recogeramosa Carlota S. Vais a conocer a una joven muy guapa, medijo mi pareja, mientras atravesbamos la gran selva y nosacercbamos a la casa. Cuidado con enamorarse!,aadi la ta. Y por qu? pregunt yo. Porque yaest prometida a un joven que vale mucho y que, porhaber perdido a su padre, ha tenido necesidad de hacerun viaje para arreglar sus asuntos y solicitar un buenempleo. Escuch estos detalles con bastante indiferencia.

    Descenda el sol rpidamente hacia las montaas quelimitaban el horizonte, cuando el coche se detuvo en lapuerta del patio de la casa. Haca un calor sofocante, ylas seoras tenan miedo de que descargase una tempestad,que pareca formarse entre pardas y oscuras nubecillasque cercaban el horizonte. Disip los temores de miscompaeras, fingiendo tener profundos conocimientos deltiempo, a pesar de que tambin yo presenta que se nosiba a aguar la fiesta.

    Ya haba yo bajado del coche, cuando lleg una criada ala puerta del patio y nos dijo que hicisemos el favor deaguardar un momento, que la seorita Carlota no tardaraen salir. Atraves el patio y avanc con desenfado hacia lacasa; cuando hube subido la escalera y franque la puerta,contemplaron mis ojos el espectculo ms encantador quehe visto en mi vida. En la primera habitacin, seis nios,desde dos hasta once aos de edad saltaban alrededor deuna hermosa joven, de mediana estatura, vestida con unasencilla tnica blanca, adornada con lazos de color derosa en las mangas y en el pecho. Tena en la mano unpan moreno, del que a cada uno de los nios cortaba unpedazo proporcionado a su edad y a su apetito. Les repartalas rebanadas con la mayor gracia, y ellos, gritando, se loagradecan, despus de haber tenido un buen rato lasmanecitas levantadas, aun antes que el pan estuviesecortado. Por fin, provistos de su merienda, unos sealejaron saltando de contento; otro, de carcter menos

  • -21-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    juguetn, se fueron sosegadamente a la puerta del patiopara ver a los forasteros y el coche que deba llevarse aCarlota. Esta me dijo: Me perdonaris que haya causadola molestia de entrar y haber hecho esperar a esas seoras?Distrada en vestirme y en tomar las disposiciones que enla casa exige mi ausencia, me haba olvidado de dar sumerienda a los nios, que no quieren recibirla sino de mimano. Contest con un cumplido insignificante: mi almaestaba absorta en contemplar su talle, su rostro, su voz,sus menores movimientos. Apenas pude volver de misorpresa al verla entrar presurosa en otra habitacin paratomar los guantes y el abanico. Los nios, permaneciendoa cierta distancia, me miraban de reojo; yo me acerqu alms pequeo, cuya fisonoma era sumamente interesante.Se retiraba huyendo de m, cuando Carlota, que sala yapor la puerta, le dijo: Luis, da la mano a ese caballero,que es tu primo.

    Obedeci el nio sonriendo, y, aunque tena las naricesllenas de mocos, no pude resistir la tentacin de darlealgunos besos.

    Primo?dije a Carlota, ofrecindole la mano. Creisque yo merezca la dicha de ser pariente vuestro? Oh!exclam ella jovialmente; nuestro parentesco es muyantiguo, y yo sentira infinito que fueseis el peor de lafamilia.

    Al salir, encarg a Sofa, nia de once a doce aos y lamayor de las hermanas que quedaban en la casa, quecuidase bien de los nios y saludase a su padre cuandovolviese de paseo. Recomend a los pequeos queobedeciesen a Sofa como si fuese ella misma, lo quemuchos prometieron terminantemente; pero una traviesarubilla, que podra tener unos seis aos, se apresur adecir: Pero ella no eres t, Lota, y nosotros queremosmejor que seas t. Los dos hermanos mayores se habanencaramado en el coche, y, por mi intercesin, Carlota lespermiti acompaarnos hasta la selva, aunque hacindolesprometer que se mantendran firmes y que no se pelearan

  • -22-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    el uno con el otro.

    Apenas nos habamos colocado nuestros asientos;apenas las damas haban cambiado el saludo y las lisonjasde costumbre sobre los trajes, especialmente sobre lossombrerillos, y pasado revista a las personas que debanasistir al baile, cuando Carlota hizo para el coche y manda sus hermanos apearse. Estos quisieron besarle de nuevola mano: el mayor lo hizo con toda la ternura de un adoles-cente; el ms pequeo, con tanta viveza como ato-londramiento. Les encarg una vez ms que saludasen asus otros hermanos, y continuamos nuestra marcha.

    La ta de mi pareja pregunt a Carlota si haba concluidoel libro que ltimamente le haba prestado. Nodijoella, no me gusta, y os lo devolver pronto; tampoco elanterior me hizo mucha gracia. Manifest curiosidad porsaber de qu libros se trataba, y qued sorprendido alcontestar Carlota que (2). Encontraba en cuanto deca untalento nada comn; cada palabra aada nuevos encantos,nuevos fulgores de inteligencia a su rostro, y observ quese explicaba con tanto ms gusto cuanto que vea en muna persona que la comprenda.

    Cuando yo era ms niame dijomi lectura favoritaeran las novelas. Dios sabe cunto placer experimentabayo cuando poda sentarme el domingo en algn rinconcillopara participar con todo mi corazn de la dicha o de ladesgracia de alguna miss Jenni. No quiere esto decir queeste gnero de literatura haya perdido a mis ojos todossus encantos; pero, como ahora son contadas las vecesque puedo leer, cuando lo hago deseo que la obra estperfectamente dentro de mi gusto. El autor que prefieroes aquel en quien hallo el mundo que me rodea, el quecuenta las cosas como las veo en torno mo, el que consus descripciones, me atrae y me interesa tanto como mipropia vida domstica, que indudablemente no es unparaso, pero s una fuente de dicha inefable para m.(2) Me veo obligado a descartar aqu un pasaje para no herir lasusceptibilidad de algunos autores, a pesar de que realmente stos debenhacer poco caso de los juicios de una seorita y de un joven tanimpresionable como Werther. (Nota del autor.)

  • -23-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    Procur ocultar la emocin que me causaban estaspalabras, pero no lo consegu por mucho tiempo, puescuando la o hablar, incidentalmente, del vicario deWakefield, de... (3), no pudiendo contenerme, le dijecuanto se me ocurri en aquel instante, y slo despus deun rato, al dirigir Calota la palabra a nuestras compaeras,ca en la cuenta de que stas haban permanecido comodos marmolillos, sin tomar parte en la conversacin. Lata me mir ms de una vez con un aire de burla, del queno hice el menor caso.

    Hablamos entonces del baile. Si bailar es un defectodijo Carlota, confieso ingenuamente que no concibootro de ms atractivos. Cuando alguna cosa me desvelacon exceso y me acerco a mi clavicmbalo, aunque estdesafinado, me basta con mal tocar una contradanza paradarlo todo al olvido. Con cunto embeleso mientrasella hablaba, fijaba yo mi vista en los ojos negros! Cmoenardecan mi alma la animacin de sus labios y la fres-cura risuea de sus mejillas! Cuntas veces, absorto enlos magnficos pensamientos que expona dej de prestaratencin a las palabras con que se explicaba! T, que meconoces a fondo puedes formar una idea exacta de todoesto. En fin, cuando el coche par delante de la casa delbaile yo ech pie a tierra completamente abstrado. Lahora del crepsculo, el laberinto de sueos en que vagabami imaginacin, todo contribuy a que apenas hiciese altoen los torrentes de armona que llegaban hasta nosotrosdesde la sala iluminada.

    El seor Audran y un tal... (quin puede retener en lamemoria todos los nombres?), que eran las parejas de lata y de Carlota, nos recibieron en la puerta y se

    (3) Tambin suprimo aqu los nombres de algunos escritorescontemporneos alemanes, aunque, si llegan a ver estas cartas, lo sen-tirn aquellos a quienes alcanza parte de las alabanzas de Carlota: esindudable que nadie necesita conocer las preferencias de nuestra joven.(Nota del autor.)

  • -24-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    apoderaron de sus damas, yo los segu con la ma.

    Comenzamos por bailar varias veces el minu. Saquuna por una todas las seoras y pude observar que lasque valan menos eran las que hacan ms dengues antesde decidirse a ponerse a bailar Carlota y su caballerocomenzaron una contradanza inglesa: puedes figurarte elplacer que experiment cuando le toc hacer la figuraconmigo. Es preciso verla bailar! Lo hace con todo sucorazn, con toda su alma; todo su cuerpo est en unaperfecta armona, y se abandona de tal modo con tantanaturalidad, que parece que para ella el baile lo resumetodo, que no tiene otra idea ni otro sentimiento y que,mientras baila, lo dems se desvanece ante sus ojos.

    Le ped la segunda contradanza y me ofreci la tercera,asegurndome que tendra mucho gusto en bailar laalemanda. Aqu es costumbreaadi cada cual bailela alemanda con su pareja, pero mi caballero valsa mal yme agradecer que le releve de esta obligacin. Vuestracompaera tampoco la sabe ni se cuida de ello, y heobservado, durante la danza inglesa, que bailis a maravilla.Por lo tanto, si queris bailar conmigo la alemanda, id apedirme a mi caballero mientras yo hablo a vuestra dama.Despus le di la mano, y se convino en que, mientrasnosotros bailbamos juntos, su caballero acompaara ami pareja.

    Se comenz, nos entretuvimos un rato en hacer diferentespasos y figuras. Qu gracia, qu agilidad en susmovimientos! Cuando llegamos al vals y las parejas, comolas esferas celestes, empezaron a girar unas alrededor deotras, hubo un momento de confusin, porque soncontados los que valsan bien. Tuvimos la prudencia de

  • -25-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    dejar pasar el primer mpetu de los dems; pero cuandolos menos hbiles se retiraron, nos lanzamos de nuevo ydejamos bien puesto nuestro pabelln, y seguidos de otrapareja, que eran Audran y su compaera. Jams he sidoms ligero; yo era ya un hombre. Tener en mis brazos a lacriatura ms amable, volar con ella como una exhalacin,desapareciendo de mi vista todo lo que rodeaba, y...,Guillermo, te lo dir ingenuamente: me hice el juramentode que mujer que yo amase, y sobre la cual tuviera algnderecho, no valsara jams con otro que conmigo; Jams,aunque me costase la vida. Me comprendes?

    Dimos algunas vueltas por la sala para tomar aliento;despus ella se sent y le present, para que refrescase,unos limones que yo haba separado cuando se haca elponche, los nicos que quedaban. Observ que agradecami atencin; pero se hallaba al lado una dama indiscreta, aquien ella ofreca pedacitos por pura cortesa, y cada unoque tomaba era un pual que me atravesaba el corazn.En la tercera contradanza inglesa nos toc ser la segundapareja. Cuando concluamos de hacer la cadena y yo (Diossabe con cunta voluptuosidad!) me adhera al brazo deCarlota, fijo en sus ojos, que brillaban con la cndidaexpresin del placer ms puro y espontneo, nos hallamosdelante de una seora que, aunque ya se iba alejando delo mas florido de su juventud, me haba llamado la atencinpor cierto aire de amabilidad que hermoseaba su semblante.Mir a Carlota sonriendo, hizo como que la amenazaba, ypronunci al paso dos veces el nombre de Alberto, conun tonillo misterioso.

    Puedo dije a Carlotasin cometer una imprudenciapreguntaros quin es Alberto? Iba a responderme; perotuvimos que separarnos para ha cer la gran cadena, ycuando llegamos a cruzar uno al lado del otro, me parecique estaba pensativa.

    Por qu os lo he de ocultar?me dijo al darme lamano para hacer una figura. Alberto es un joven muyapreciable al cual estoy prometida.

  • -26-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    Aunque esto no era nuevo para m, porque lo habasabido en el coche, me caus tanta sorpresa como si loignorase, y es que no me haba ocupado de tal noticiacon relacin a Carlota, que en tan breves instantes lleg aserme tan querida. En una palabra, me turb, medesconcert y embroll de tal modo la figura, que, sin lapresencia de nimo de Carlota y la oportunidad con queenmendaba mis torpezas, no se hubiera podido continuarla contradanza. An duraba el baile cuando los relmpa-gos que desde mucho antes esclarecan el horizonte, yque yo achacaba sin cesar a rfagas de calor se hicieronms intensos, y el ruido del trueno apagaba el de la msica.Tres seoras, seguidas de sus caballeros, abandonaron lacontradanza, se generaliz el desorden y enmudecieronlos instrumentos. Cuando repentino pavor o accidenteimprevisto nos sorprende en medio de los placeres,producen en nosotros, y es natural, una impresin mshonda que de ordinario ya sea por el contraste que sedestaca vigorosamente, ya porque, una vez abiertosnuestros sentidos a las emociones, adquieren unasensibilidad exquisita. A esta causa debo atribuir los gestosextraos que vi hacer entonces a muchas seoras. La msprudente corri a sentarse en un rincn, tapndose losodos y volviendo la espalda hacia la ventana; otra searrodill delante de ella y escondi la cabeza en su regazo;una tercera se meti entre las dos ventanas y abrazaba asus hermanitas, vertiendo torrentes de lgrimas. Algunasqueran volverse a sus casas; otras, que estaban msamilanadas, ni siquiera tenan nimo para reprimir la audaciade los astutos jvenes, que se ocupaban afanosos en robarde los labios de las bellas afligidas las temidas plegariasque dirigan al cielo. Algunos hombres haban salido afumarse tranquilamente una pipa, y los dems de la reuninacogieron con jbilo la feliz idea que tuvo la duea de lacasa de trasladarnos a otra pieza donde las ventanas tenanpostigos y colgaduras. Carlota, apenas entramos en lanueva habitacin, hizo poner las sillas en corro y propusoun juego. Vi que varios caballeros, enderezndose comopara indicar que estaban prontos, se relaman de gusto,

  • -27-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    soando ya en las sentencias de las prendas. Jugamos acontar dijo ella. Pestadme atencin. Yo ir pasandopor toda la rueda, siempre de derecha a izquierda yvosotros al mismo tiempo contaris desde uno hasta mil,diciendo a mi paso cada cual el nmero que le toque.Debe contarse muy de prisa, y el que titubee o seequivoque recibir un bofetn. Nada ms divertido.Carlota, con el brazo extendido, ech a andar dentro delcorro. Uno!, dijo el primero. Dos!, el segundo.Tres!, el que estaba al lado, y as sucesivamente. Ellafue poco a poco acelerando sus pasos, aquello ya no eraandar: volaba. Uno se equivocaba. Plaf!, bofetn; el quele sigue lanza una carcajada. Plaf!, nuevo bofetn y Carlotacorriendo cada vez ms. A m me alcanzaron dos sopapos,y con inefable placer cre haber notado que me los aplicabams fuerte que a los otros. El juego concluy en mediode una risa y una algazara general antes que la cuentahubiese llegado al nmero mil. Las personas que tenanms intimidad formaron conversacin aparte; la tempes-tad haba cesado, y yo segu a Carlota, que se volvi a lasala. En el camino me dijo: Los bofetones han hechoque se olviden de la tempestad y de todo. Nada pudecontestarle. Yo eraprosiguiuna de las msmiedosas; pero aparentando valor para animar a los dems,llegu a tenerlo de veras. Nos acercamos a la ventana; seoan truenos lejanos y el ruido apacible de una abundantelluvia que caa sobre los campos. Una atmsfera tibia nosacaricia con oleadas de los ms suaves perfumes.

    Carlota haba apoyado los codos en el marco de laventana y miraba hacia la campia, luego levant los ojosal cielo; despus los fij en m y vi que los tena cuajadosde lgrimas; por fin, puso su mano sobre la ma y exclam:Oh Klopstock! (4).

    Abismado en un torrente de emociones que esta solapalabra despert en mi espritu, record al instante la odasublime que ocupaba a la sazn el pensamiento de Carlota.No pude resistir: me inclin sobre su mano, se la llen debesos y de lgrimas de placer, y volvieron mis ojos a(4) Federico Gottlieb Klopstok poeta sajn que naci en 1724 ymuri en 1803. (Nota del traductor.)

  • -28-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    encontrarse con los suyos. Oh insigne poeta! Esta solamirada, que debas haber visto, basta para tu apoteosis.Ojal no vuelva yo a or pronunciar tu nombre tan frecuen-temente pronunciado!

    19 DE JUNIO

    En qu punto de mi relato qued el otro da? No lorecuerdo. y slo puedo decirte que eran las dos de lamadrugada cuando me acost, y que, si en vez deescribirte, hubiera podido hablarte, alcaso te hubiera hechopasar toda la noche en claro.

    Nada te he dicho an de lo que sucedi a nuestro regresodel baile, ni hoy tengo disponible el tiempo que necesitarapara hacerlo.

    El da amaneci deslumbrador. Algunas gotas de aguacaan de las hojas de los rboles, y la campia haca galade vivificante humedad. Nuestras compaeras de viajecomenzaron a dar cabezadas y Carlota me dijo que, si yoquera hacer otro tanto, no lo dejase por ella.

    Mientras vea esos ojos abiertosle contest, fijando enella mi miradano hay peligro de que yo me duerma.

    Uno y otro hemos llegado despiertos a su casa. La criadale abri la puerta sin hacer ruido, y habindole preguntadoCarlota por su madre y hermanitos, asegur que todosseguan bien y durmiendo a pierna suelta. Despedme deella, pidindole permiso para volver a verla el mismo da.Me lo concedi, fui, desde entonces bien pueden el sol,la luna y las estrellas recorrer sosegadamente sus rbitas,sin que yo sepa si es de da o de noche, porque todo eluniverso ha desaparecido ante mis ojos.

    21 DE JUNIO

  • -29-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    Paso unos das tan felices como los que Dios reserva asus elegidos, y sucdeme lo que me suceda, no podrdecir que no he saboreado los placeres ms puros de lavida. Me he establecido enteramente en mi retiro deWahlheim que ya conoces, all no me separa ms quemedia legua de distancia de la casa de Carlota; all estoysiempre contento, y gozo cuanto el hombre puede gozaren la tierra.

    Cuando eleg a Wahlheim por lmite de mis excursiones,cmo hubiera yo podido figurarme que estuviese tancerca del cielo? Cuntas veces, prolongando mis largospaseos, he visto ms all del ro, ora desde la cima de lamontaa, ora desde lo hondo del valle, esa casa de campoque hoy es el centro de todos mis deseos!

    He hecho, mi querido Guillermo, mil reflexiones sobreel afn con que el hombre trata de extenderse fuera de smismo, de hacer nuevos descubrimientos y de correr sinobjetivo fijo; despus he meditado sobre la ocultainclinacin que le nace buscarse lmites y seguir el caminotrillado, sin cuidarse de lo que hay a derecha o izquierda.Cuando yo vine aqu y contempl desde la colina estehermoso valle, me atrajo hacia l un encanto inconcebible...All abajo, el bosquecillo... Ah, si t pudieras descansara su sombra! All arriba, la cumbre de la montaa. Ah, sit pudieras contemplar desde ella este soberbio paisaje!Y estas cordilleras de colinas, y estos valles solitarios...Oh, quin pudiera perderse en su seno!... Yo iba y venasin encontrar jams lo que buscaba. Con lo que estdistante de nosotros sucede lo que con el porvenir. Unhorizonte inmenso y oscuro se extiende delante de nuestroespritu; en l, a la par que nuestras miradas, se sumergennuestros sentimientos, y, ay!, ardemos en deseos deentregarle por completo nuestro ser, soando saborear entoda su plenitud las delicias de una sensacin grande,sublime, sin igual. Pero cuando hemos corrido para llegar,cuando el all se ha convertido en aqu, vemos que todoes como era antes; permanecemos en nuestra miseria,

  • -30-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    encerrados en el mismo crculo, y el alma suspira por laventura que acaba de escaprsele una y otra vez.

    Por eso el hombre ms inquieto y vagabundo vuelve alfin los ojos hacia su patria, y halla en su lugar, en losbrazos de su esposa, en medio de sus hijos, entregado alos cuidados que se impone para el bien de tan queridosseres, la dicha que en vano ha buscado por toda la tierra.

    Cuando al despuntar el da me pongo en camino para ira mi nido de Wahlheim, y en el jardn de la casa donde mehospedo cojo yo mismo los guisantes, y me siento paraquitarles las vainas al mismo tiempo que leo a Homero;cuando tomo un puchero en la cocina, corto la manteca,pongo mis legumbres al fuego y me coloco cerca paramenearlas de vez en cuando, entonces comprendoperfectamente que los orgullosos amantes de Penlopepuedan matar, descuartizar y asar por s mismos los bueyesy los cerdos. No hay nada que me llene de ideas mspacficas y verdaderas que estos rasgos de costumbrespatriarcales, y, gracias al cielo, puedo emplearlos, sin quesea afectacin, en mi mtodo de vida.

    Cun feliz me considero con que mi corazn sea capazde sentir el inocente y sencillo regocijo del hombre quesirve en su mesa la col que l mismo ha cultivado, y que,adems del placer de comerla, tiene otro mayor recordandoen aquel instante los hermosos das que ha pasadocultivndola, la alegre maana en que la plant, las serenastardes en que la reg, y el gozo con que la vea medrar deda en da.

    29 DE JUNIO

    El mdico de la ciudad estuvo anteayer en casa del Juezy me hall, entre los hermanos de Carlota, echado en elsuelo, donde unos gateaban sobre m, otros me pellizcabany yo les haca cosquillas, formando todos juntos un ruidoespantoso. El doctor, sabio maniqu que mientras se

  • -31-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    arregla los puos y una chorrera que vale por dos, juzgmi faena indigna de un hombre de seso; lo conoc en susemblante. Sin turbarme ni mucho menos, le dej mascullarestupendos discursos, ocupndome, entre tanto, enlevantar los castillejos de naipes de los nios que stoshaban echado por tierra; l se apresur a decir en la ciudadque los hijos del juez estaban muy mal criados, y queWerther acaba de echarlos a perder.

    S, querido Guillermo, no hay nada en el mundo queinterese a mi corazn tanto como los nios. Cuando losobservo y descubro en estos diablillos los grmenes detodas las virtudes, de todas las facultades que algn dales sern necesarias; cuando veo en su terquedad laconstancia y la entereza futuras en su travieso desenfadoel buen humor y la indiferencia con que ms adelantesortearn los peligros de la vida..., todo esto tan puro tanentero...., entonces repito siempre, las admirables palabrasdel gran maestro de los hombres: Si no os hacissemejantes a uno de ellos! Y, sin embargo, amigo mo,nosotros tratamos como a esclavos a estas criaturas, queson nuestros iguales, y que debamos tomar por modelos.No les concedemos voluntad propia; pero la tenemosnosotros? Cul es, pues, nuestra prerrogativa? Acasoconsiste en la mayor edad e inteligencia? Oh Dios eterno!Desde tu cielo ves nios viejos, nios jvenes, y nadams. Hace mucho tiempo que tu Hijo nos hizo saber culesson los que T prefieres. Pero los hombres creen en l yno le escuchansta es tambin una aeja costumbreyhacen a sus hijos como ellos son y...

    Adis, Guillermo: no quiero desatinar ms sobre estamateria.

    1 DE JULIO

    Mi corazn, que sufre ms que el que se consume en ellecho del dolor, comprende lo til que debe de ser Carlotapara un enfermo. sta va a pasar ahora algunos das en la

  • -32-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    ciudad, cuidando a una excelente seora, que, al decir delos mdicos, est cerca de su fin, y desea llegar al amargotrance en brazos de mi amiga. La semana pasada hicimosuna visita al cura de ***, aldehuela situada en la montaa,a una legua de aqu, Carlota llevaba consigo a la mayor desus hermanas, cuando entramos en el patio de la casa, alque daban sombra dos grandes nogales; el buen ancianoestaba sentado en un escao, delante de la puerta. Parecireanimarse a la vista de Carlota; olvid su nudoso bastn,y se arriesg a salir a recibirla. Carlota corri hacia l leoblig a sentarse, hacindolo ella a su lado: le dio milrecuerdos de parte de su padre y bes al hijo del cura,que es un mequetrefe muy mimado y muy sucio. Si t lahubieses visto cmo entretena al pobre viejo, cmo alzabala voz para hacerla penetrar en sus odos casi embotados;cmo le hablaba de jvenes robustos que haban muertode repente, y de la excelencia de las aguas de Carlsbad,aprobando la intencin que tena el cura de ir a tomarlasel verano del ao siguiente; cmo le manifestaba que tenamejor semblante y un aire ms animado que la ltima vezque se haban visto... Mientras tanto, yo ofrec misrespetos a la mujer del sacerdote. Este se haba puestoms contento que unas pascuas, y no pudiendo yo resistirel deseo de alabar los hermosos nogales que nos dabanagradabilsima sombra, emprendi, no sin algn trabajo,la tarea de contarnos su historia.

    No sabemosdijoquin ha plantado el ms viejo;unos dicen que fue tal cura, otros, que tal otro. El msjoven tendr cincuenta aos cuando llegue octubre: es dela edad de mi mujer. Su padre, que me precedi en estecurato, lo plant una maana, y ella vino al mundo la nochedel mismo da. No podr deciros cunto quera l esterbol; pero os dir que no lo quiero yo menos. Siendo unpobre estudiante, vine aqu por primera vez hace veintisieteaos; la que hoy es mi mujer estaba haciendo media debajodel nogal, sentada sobre una viga.

    Habindole preguntado Carlota por su hija, dijo que habaido con el seor Schmidt al llano a ver a los trabajadores;

  • -33-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    luego continu su discurso, refirindonos cmo le habantomado cario en aquella casa, cmo lleg a ser vicariode su antecesor y cmo, por ltimo, lo haba reemplazado.Apenas dio punto a su relato, cuando vimos llegar por eljardn a su hija, acompaada del seor Schmidt. Salud aCarlota con la mayor cordialidad, y debo confesar queme fue muy simptica. Es una morenita vivaracha y esbelta,capaz de hacer pasar a cualquiera en el campo unadeliciosa temporada. Su novio (pues el seor Schmidt sepresent desde luego como tal) es un joven de buenaspecto, pero taciturno; en vano le incit varias vecesCarlota a que tomase parte en nuestra conversacin. Loque ms me enfad fue que cre notar en su tono queaquella tenacidad con que se opona a comunicarse, noera hija de la falta de talento, sino del capricho y el malhumor. Por desgracia, tuve bien pronto ocasin paraconvencerme de ello; pues mientras Federica paseaba ycharlaba con mi amiga, e incidentalmente conmigo, la caradel seor Schmidt, que era de suyo algo morena tom untinte sombro, tan pronunciado, que Carlota se vio en elcaso de llamarme la atencin y hacerme comprender queno deba mostrarme tan galante con aquella joven. Nohay nada que me disguste tanto como ver a los hombresmartirizarse unos a otros, sobre todo cuando en la flor dela edad, pudiendo abrirse fcilmente los corazones a todoslos deleites del contento, pierden por tonteras aquellosdas hermosos, sin percatarse hasta muy tarde de quesemejante prodigalidad no tiene reparacin posible. Estaidea me atormentaba, y cuando al anochecer volvimos alpresbiterio y nos sentamos a una mesa, donde nos sirvieronlacticinios, aprovechando la circunstancia de estarhablando sobre los placeres y penas de la vida, tron contodas mis fuerzas contra el mal humor.

    Los hombresdijenos quejamos con frecuencia deque son muchos ms los das malos que los buenos, yme parece que casi nunca nos quejamos con razn. Sinuestro corazn estuviera siempre dispuesto para gozarde los bienes que Dios nos dispensa cada da, tendramosbastante fuerza para soportar los males cuando se

  • -34-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    presentan.

    El buen o mal humor no obedece a nuestra voluntadexclam la mujer del cura. Cuntas cosas hay quedependen del cuerpo! ... Todo nos fastidia cuando noestamos bien.

    Manifest que pensaba lo mismo, y aad:

    Consideremos ese fastidio como una enfermedad, yveamos si hay manera de curarla.

    Eso es hablar razonablementedijo Carlotay por miparte, creo que podemos hacer mucho: hablo porexperiencia. Cuando alguna cosa me mortifica y comienzoa ponerme triste, corro a mi jardn, me paseo tarareandoalgunas contradanzas, y se acab la pena.

    Eso quera yo decirrepuse al instante. Sucede conel mal humor lo que con la pereza. Hay una especie depereza a la cual propende nuestro cuerpo, lo que no impideque trabajemos con ardor y encontremos un verdaderoplacer en la actividad, si conseguimos una vez hacernossuperiores a esa propensin.

    Federica estaba muy contenta: su novio me replic queno siempre es el hombre dueo de s mismo, y sobretodo, que no hay remedio conocido para manejar lossentimientos.

    Aqu se tratarespondde una sensacin des-agradable, que ninguno querra experimentar, y malpodemos conocer la extensin de nuestras fuerzas si nolas ponemos a prueba. Todo el que est enfermo consultacon los mdicos, y nunca rechaza el tratamiento mspenoso ni las medicinas ms amargas, si cree recobrar lasalud que desea.

    Adivirtiendo que el buen anciano aplicaba el odo paraparticipar en la conversacin, levant la voz, y le dirig(5) Hoy tenemos sobre este tema un excelente sermn de Lavater,que forma parte de los que ha basado en el libro de Jons. (Nota delautor.)

  • -35-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    estas palabras:

    Se predica contra muchos vicios; pero no s que nadiehaya predicado contra el mal humor. (5).

    Esto toca a los prrocos de las ciudadesdijo el padrede Federica; los aldeanos no tienen ni noticia de talachaque. Sin embargo, no vendra mal alguna que otravez un sermoncito: a lo mejor, seria una leccin para eljuez y para nuestras mujeres.

    Todos nos remos de este final; l mismo hizo lo propio,y tanto que rompi a toser, con lo cual qued interrumpidala conversacin por algunos minutos. Despus tom lapalabra el seor Schmidt, y me dijo:

    Habis dado el nombre de vicio al mal humor, y meparece que eso es exagerar.

    De ningn modorepliqu, cmo he de calificaruna cosa que daa a nuestro prjimo y a nosotros mismos?No basta con que no podamos hacernos felices los unosa los otros? Es tambin preciso que acabremos al placerque cada uno puede procurarse an a s propio? Citadmeun atrabiliario que sepa disimular su mal humor ysoportarlo slo para no turbar la alegra de los que lerodean. no es ms bien un despecho oculto, hijo de nues-tra pequeez, un descontento de nosotros mismos locavanidad? Vemos gente feliz que no nos debe su felicidad,y esto nos es insoportable.

    Carlota me mir, rindose de la vehemencia conque yohablaba y una lgrima que sorprend en los ojos deFederica me anim a continuar:

  • -36-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    Mal hayandijeaquellos que utilizan el imperio quetienen sobre un corazn, para arrancarle las alegrasinocentes que brotan en l! Todos los dones, todos losagasajos posibles, no bastan para pagar un instante deplacer espontneo que suele convertir en amargura laenvidiosa suspicacia de nuestro verdugo.

    Mi corazn estaba lleno de pasin en este momento, milrecuerdos acudieron a mi alma, y el llanto se agolp enmis ojos.

    Continu: Por qu no hemos de decirnos cada da:todo lo que puedes hacer por tus amigos es respetar susplaceres y aumentarlos tomando parte en ellos? Puedesacaso ofrecerles una gota de blsamo consolador, cuandosus almas se hallan atormentadas por una pasin que aflige,despedazadas por el dolor?... Y cuando la ltima, la msespantosa enfermedad sorprenda a quien hayas ator-mentado en sus horas de dicha cuando en el lecho, en elms triste abatimiento levante al cielo sus apagados ojos,y el sudor de la muerte se apodere de su frente lvida, yt, de pie junto a la cama como un condenado, veas quenada puedes con todo tu poder y sientas filtrarse laangustia hasta el fondo de tu alma, pensando que lo darastodo por depositar en el seno del moribundo un tomo dealivio, una chispa de valor!...

    Estas palabras me hicieron recordar de una ma neravigorosa un suceso parecido que yo haba presenciado.Me alej del grupo, llevndome el pauelo a los ojos, yslo volv en m cuando la voz de Carlota me grit:

    Vmonos!

    Cmo me ha regaado durante el camino, por dedicar atodo un entusiasmo vehemente! ... Dice que esto me matarsi no consigo dominarme. Oh, no, ngel mo! Yo quierovivir para ti.

  • -37-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    6 DE JULIO

    Carlota est siempre al lado de su moribunda amiga, ysiempre es la misma; siempre esta criatura afable ybenfica, cuya mirada, dondequiera que se fija, dulcificael dolor y hace felices a las personas. Ayer tarde fue apasearse con Mariana y la pequea Amelia. Yo lo saba,me reun con ellas y caminamos juntos. Despus de haberandado como una legua y media, volvimos hacia la ciudad,y llegamos a la fuente, que ya me gustaba mucho y queahora me gusta mil veces ms.

    Sentse Carlota sobre el pequeo muro, los demsestbamos de pie delante de ella. Mir alrededor, y meacord del tiempo en que mi corazn estaba solitario.Fuente querida!me dije a m mismo; cunto tiempohace que no he gozado de tu frescura, y cuntas veces,pasando de prisa junto a ti ni siquiera te he mirado! Bajlos ojos y vi que suba la pequea Amelia con un vaso deagua, cuidando de no verterlo.

    Mir a Carlota y comprend todo lo que ella es para m.En esto, lleg Amelia con su vaso; Mariana quisoquitrselo.

    No!exclam la nia con la ms dulce expresin,No! Lota, t has de beber antes que nadie.

    La verdad, la bondad con que aquella mueca pronunciestas palabras, me arrebataron hasta el punto de que, paraexpresar mis sentimientos, no supe hacer otra cosa quetomarla en mis brazos y besarla con tanta efusin, queempez a gritar y a llorar.

    Eso no est bien hecho, me dijo Carlota.

    Quedme confuso.

    Ven, Ameliaprosigui, cogindola de la mano yhacindole bajar los escalones. Lvate en seguida en

  • -38-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    esa agua fresca, y no te suceder nada. Fij mi atencinen la nia, que afanosa se frotaba las mejillas con susmanos mojadas, convencida de que la fuente milagrosa lalimpiara de toda mancha, quitndole la afrenta de habersido tocada por una barba impura. Carlota le deca:Basta ya! Y ella continuaba frotndose con nuevo bro,como si mientras ms lo hiciese, fuera mejor. Guillermo,te aseguro que no he asistido a ninguna ceremonia conms respeto... Y cuando Carlota subi, de buena ganame hubiera prosternado a sus pies, como ante los de unprofeta redentor de los pecados de un pueblo. No puderesistirme al deseo de contar por la noche lo sucedido,con toda la alegra de mi corazn, a uno que yo creasensible, porque tiene agudeza. Cmo me equivocaba!Censur la conducta de Carlota, dijo que no se debahacer creer nada a los nios; que estos abusos eran origende errores y supersticiones sin nmero, que hay necesidadde evitar desde muy temprano... Entonces record queocho das antes haba hecho este charlatn bautizar a unnio, por lo cual, oyndole como el que oye llover, segusiendo fiel con todo mi corazn a esta verdad: precisoobrar con los nios como obra con nosotros el Seor,que nunca nos hace ms felices que cuando nos dejaembriagarnos con una ilusin agradable.

    8 DE JULIO

    Qu nios somos! Con qu vehemencia suspiramospor una mirada! Habamos ido a pie a Wahlheim, lasseoras salieron en coche, y durante nuestro paseo crever en los ojos negros de Carlota... Soy un loco:perdname. Sera preciso que vieras estos ojos. Abreviar,porque el sueo cierra los mos.

    Las seoras subieron en el coche, y al lado es tbamosel joven W., Selstadt, Audran y yo. Charlaban por laportezuela con estos jvenes aturdidos que son, por cierto,locos y superficiales. Yo buscaba los ojos de Carlota.Ay!, sus miradas vagaban ya a un lado, ya a otro, sin

  • -39-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    dirigirse a m, que slo de ella me ocupaba. Mi corazn ledijo adis mil veces; pero ella no me vea. Pas el coche,y una lgrima humedeci mis prpados. Lo segu con lavista. Carlota sac la cabeza por la portezuela y se volvia mirar.... Ah!..., era a m? Amigo mo, floto en estaincertidumbre; esto me consuela. Acaso volvi para verme;acaso... Buenas noches. Oh, qu nio soy!

    10 DE JULIO

    Quisiera que vieses la cara estpida que pongo cuandola gente habla de Carlota, y, sobre todo cuando mepreguntan si me gusta. Gustarme! Odio de muerte estapalabra. Qu hombre habr a quien no le guste, a quienno le robe el pensamiento, todo el corazn?... Gustar! Elotro da me preguntaron si Ossian me gustaba.

    11 DE JULIO

    La seora M.... est muy mala. Ruego a Dios por suvida, porque sufro viendo que Carlota sufre. No la veosino alguna vez en casa de una de sus amigas donde hoyme ha contado una historia singular. El seor M... es unviejo avaro, perverso y repugnante, que ha tenidoatormentada y muy sujeta a su mujer toda la vida; ella, sinembargo, ha sabido sacar fruto de su situacin. Habindoladesahuciado el mdico hace algunos das, mand a llamara su marido, y, en presencia de Carlota, le habl en estostrminos: Debo confesarte una cosa que, despus de mimuerte, podra ser motivo de inquietud y pesares. Hastahoy he gobernado la casa con todo el orden y economaposible; pero debo pedirte perdn porque te he engaadodurante treinta aos. Desde nuestro casamiento fijaste unacantidad muy pequea para los gastos de comida y de-ms de la casa. Cuando sta ha prosperado, y nuestrosnegocios han levantado el vuelo, no he podido lograr queaumentes la suma destinada para cada semana; t sabes

  • -40-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    que en el tiempo de nuestros mayores gastos me obligabasa atender a todo con un florn diario. He obedecido sinreplicar, y cada semana he tomado del cofre del dinero loindispensable para cubrir mis atenciones, segura de quejams se sospechara que una mujer robase a su marido.Nada he malgastado, y sin hacer esta confesin hubieraentrado tranquila en la eternidad; pero s que la que mesuceda en el gobierno de la casa no podr manejarse conlo poco que t das, y no quiero que llegues a echarle encara que tu mujer se contentaba con ello.

    He hablado con Carlota sobre la increble ceguera quehace que un hombre no sospeche manejo alguno en unamujer que con siete florines cubre de domingo a domingotodos los gastos cuando se ve que stos pasan del doble.Sin embargo, conozco gente que hubiera recibido en sucasa, sin asombrarse, la inagotable cntara de aceite delprofeta.

    13 DE JULIO

    No, no me engao: leo en sus ojos negros el verdaderointers que le inspiran mi persona y mi suerte. Conozco, yen esto debo creer en mi corazn, que ella... Oh! Podry me atrever a expresar en estas palabras la dicha quesiento? Conozco que me ama.

    Soy amado!... Si vieras cmo me ofreci ahora; sivieras..., te lo dir, porque t sabrs comprenderme: sivieras lo mucho ms que valgo a mis propios ojos desdeque soy dueo de su amor! Somos realmente el uno delotro por sentimiento o slo por vanidad? No conozcohombre alguno capaz de robarme el corazn de Carlota,y, a pesar de ello cuando sta habla de su futuro esposo,con todo el calor, con todo el amor posible, me hallocomo el desgraciado a quien despojan de todos sus ttu-los y honores, y le obligan a entregar su espada.

  • -41-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    16 DE JULIO

    Ah qu sensacin tan grata inunda todas mis venascuando por casualidad mis dedos tocan los suyos, onuestros pies se tropiezan debajo de la mesa! Los apartocomo de un fuego, y una fuerza secreta me acerca denuevo a pesar mo. El vrtigo se apodera de todos missentidos, y su inocencia su alma cndida, no le permitensiquiera imaginar cunto me hacen sufrir estainsignificantes familiaridades. Si pone su mano sobre lama cuando hablamos, y si en el calor de la conversacinse aproxima tanto a m que su divino aliento se confundecon el mo, creo morir herido por el rayo, Guillermo yeste cielo, esta confianza, si llego a atreverme... T meentiendes. No, mi corazn no est tan corrompido. Esdbil, demasiado dbil... Pero, en esto, no haycorrupcin?

    Carlota es sagrada para m. Todos los deseos sedesvanecen en su presencia. Nunca s lo que experimentocuando estoy a su lado: creo que mi alma se dilata portodos mis nervios.

    Hay una sonata que ella ejecuta en el clavicmbalo conla expresin de un ngel: tiene tal sencillez y tal encanto!Es su msica favorita y le basta tocar su primera notapara alejar mi zozobra cuidados y aflicciones.

    No me parece inverosmil nada de lo que se cuenta sobrela antigua magia de la msica Cmo me esclaviza estecanto sencillo! Y cmo sabe ella ejecutarlo en aquellosinstantes en que yo sepultara contento una bala en micabeza! Entonces, disipndose la turbacin y las tinieblasde mi alma, respiro con ms libertad.

    18 DE JULIO

    Guillermo, sin el amor, qu sera el mundo para nuestrocorazn? Lo que una linterna mgica sin luz. Apenas se

  • -42-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    introduce la lamparilla, cuando las imgenes ms variadasaparecen en el lienzo difano. Y aunque el amor no seaotra cosa que fantasmas pasajeros, esto basta para labrarnuestra dicha cuando, detenindonos a contemplarloscomo nios alegres, nos extasiamos con tan maravillosasilusiones. Hoy no he podido ir a casa de Carlota; unavisita inevitable lo ha impedido.

    Qu hacer? He enviado a mi criado, sin ms objeto queel de tener cerca de mi a alguno que la haya visto hoy.Con cunta impaciencia le he esperado! Con qu alegrahe vuelto a verle! Le hubiera besado, a no ser el colmo dela locura.

    Cuentan que la piedra de Bolonia, cuando se pone al solabsorbe los rayos y puede luego alumbrar parte de lanoche: en este caso se hallaba mi criado para m. La ideade que los ojos de Carlota se haban fijado en su cara, ensus mejillas, en los botones de su casaca y en el cuello desu abrigo, haca todo esto tan sagrado y tan preciosopara m, que en aquel momento no hubiera yo dado a misirviente por mil escudos. Su presencia me llenaba degozo. Dios te libre de rerte! Guillermo, se puede llamarilusiones a lo que nos hace felices?

    19 DE JULIO

    La ver!, exclamo con jbilo por la maana cuando, aldespertarme lleno de alegra, dirijo mis miradas hacia elnaciente sol; la ver!, y no tengo otro deseo en todo elda. Lo dems desaparece ante esta esperanza.

    20 DE JULIO

    Vuestra idea de que me vaya con el embajador de... noes an la ma. No me gusta depender de nadie, y, adems,sabemos que ese hombre es spero en su trato. Dicesque mi madre se alegrar de verme ocupado. Deja que me

  • -43-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    ra. No tengo ya bastante que hacer? Y, en el fondo, noes lo mismo que yo cuente guisantes que lentejas? Todaslas cosas de este mundo vienen a parar en bagatelas, y elque por complacer a los dems, contra su gusto y sinnecesidad, se fatiga corriendo tras la fortuna, los honoresu otra cosa cualquiera, es siempre un loco.

    24 DE JULIO

    Dado el inters que manifiestas en que no descuide eldibujo, casi preferira callarme a decirte que desde hacemucho tiempo apenas me he ocupado de tal cosa.

    Jams he sido tan feliz; jams me ha impresionado lanaturaleza tan profundamente: hasta una piedrecilla, un tallode hierba..., y, sin embargo, no s cmo expresarme. Miimaginacin est tan dbil! Todo vaga y oscila ante m detal modo, que ni siquiera puedo captar un contorno. Apesar de ello, me figuro que, si tuviese barro o cera,modelara perfectamente cuanto concibo. Si esto dura,me entretendr con barro comn, aunque no haga msque bolitas.

    Tres veces he comenzado el retrato de Carlota, y las tresme ha salido mal. Esto me es tanto ms sensible cuantoque hace poco tiempo tena yo gran facilidad para sacarel parecido. ltimamente he hecho su retrato de perfil;preciso ser que me contente con l.

    25 DE JULIO

    Si, Carlota, yo cuidar de todo y lo arreglar todo; sloos pido que me deis ms encargos y con ms frecuencia.Tambin tengo que haceros una splica: no usis lasalvadera cuando me escribis. He besado con efusin la

  • -44-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    carta de hoy, y todava rechina la arenilla entre misdientes.

    26 DE JULIO

    Ms de una vez me he propuesto no verla tan a menudo,pero quin podra cumplirlo? Todos los das me vencela tentacin, y todos tambin me digo a m mismosolemnemente: Maana no ir; pero, cuando maanase vuelve hoy, hallo un nuevo y poderoso motivo que meconduce a su casa antes de haberme dado cuenta de ello.Ya porque me ha preguntado por la noche si nos veremosal da siguiente, y sera una grosera no ir; ya porque meha hecho algn encargo y quiero yo mismo decirle elresultado; ya porque, estando la maana deliciosa, mevoy a Wahlheim, desde donde slo falta media legua parallegar a su casa, y su atmsfera me atrae..., zas!, me plantoall de un brinco. Saba mi abuela un cuento de una montaade imn: los bajeles que se acercaban demasiado perdande pronto todo el herraje; los clavos volaban hacia lamontaa, y los pobres marineros perecan entre las tablas,que se iban sumergiendo unas tras otras.

    30 DE JULIO

    Alberto ha llegado y yo me marchar. Aunque l fuese elmejor y ms noble de los hombres, y yo me reconocierainferior bajo todos conceptos, me sera insoportable quea mi vista poseyese tantas perfecciones. Poseer! ... Basta,Guillermo; el novio est aqu. Es joven bueno y honradoa quien nadie puede dejar de querer. Felizmente, yo no hepresenciado la llegada: me hubiera desgarrado el corazn.Es tan generoso, que ni una sola vez se ha atrevido an aabrazar a Carlota en mi presencia. Dios se lo pague! Larespeta tanto, que debo quererle. Se muestra muyafectuoso conmigo, y supongo que esto es ms obra deCarlota que efecto de su propia inclinacin; las mujeresson muy maosas en este punto y estn en lo firme; cuando

  • -45-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    pueden hacer que dos adoradores vivan en buena inteligencia, lo que sucede pocas veces lo hacen, y elprovecho, indudablemente, es para ellas.

    Sin embargo, no puedo rehusar mi estimacin a Alberto.Su exterior tranquilo forma marcadsimo contraste conmi carcter turbulento, que en vano deseara ocultar. Tieneuna sensibilidad exquisita y no desconoce el tesoro queposee con Carlota. Parece poco dado al mal humor, que,como sabes es el vicio que ms detesto.

    Me juzga hombre de talento, y mi amistad con Carlota,unida al vivo inters que pone en todas sus cosas, da msvalor a su triunfo y la quiere cada vez ms. No me meteren averiguar si suele atormentarla a solas con tal o cualchispazo de celos; pero confieso que si yo estuviese ensu lugar, no dejara de sentirlos

    Sea lo que quiera, la alegra que yo experimentaba allado de Carlota se ha desvanecido. Dir que esto es locurao ceguera? Pero qu importa el nombre? La cosa nopuede ser ms clara. No s hoy nada que no supiera antesde la llegada de Alberto; no ignoraba que no deba formarninguna pretensin respecto a Carlota y tampoco la habaformado..., quiero decir que nicamente senta lo que esinevitable sentir al contemplar tantos hechizos, y as ytodo, no s qu me pasa al ver que el otro llega y se alzacon la dama.

    Estoy que bramo, y mandar a paseo a todo el que digaque debo resignarme, y que esto no poda suceder deotro modo... Vayan al diablo los razonadores! Vago porlos bosques, y cuando llego a casa de Carlota y veo aAlberto sentado junto a ella entre el follaje del jardinillo, ytengo precisin de detenerme, me vuelvo loco de atar yhago mil necedades. En nombre del cielome ha dichohoy Carlota, os ruego que no repitis la escena deanoche: estis espantoso cuando os ponis tan contento.Te dir, para entre nosotros, que acecho todos los instantesen que l interviene; de un salto me meto entonces en su

  • -46-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    casa, y me vuelvo loco de alegra siempre que ella estsola.

    8 DE AGOSTO

    Te ruego, querido Guillermo, que te persuadas de queno pensaba en ti cuando calificaba de insoportables a losque recomiendan resignacin, siempre que sucede lo quees lgico que suceda. Verdaderamente, no se me ocurraentonces que t fueses del mismo parecer. Tienes raznen el fondo; pero escucha una palabra, amigo mo. En elmundo se sale pocas veces de un apuro con un dilema.Los sentimientos y las acciones tienen tantos matices comogradaciones hay entre una nariz aguilea y otra chata.

    No creo que te enojes si, admitiendo tu argumento entodas sus partes, procuro salvarme entre dos supuestos.O tienes alguna esperanza respecto a Carlotamedices o no tienes ninguna. En el primer caso, trata derealizarla, esfurzate para ver cumplidos tus deseos; en elsegundo caso, rmate de valor y haz por librarte de unapasin funesta que te aniquilar. Amigo mo, esto estmuy bien.... y se dice pronto.

    Puedes exigir al desdichado cuya vida se extingue pocoa poco por irresistible influjo de una enfermedad lenta,puedes exigir, digo, que en un instante ponga fin a susdolores con una pualada? El mal que debilita sus fuerzas,no le quita al mismo tiempo el valor necesario para librarsede l? Es verdad que puedes contestarme con una com-paracin anloga. Habr quien no prefiera cortarse unbrazo a arriesgarse a perder la vida por indecisin ycobarda? No lo s; y como no hemos de entablar unalucha de comparaciones, hago punto. S. Guillermo, tengoalgunas veces momentos de un valor sbito y vehemente,y cuando esto sucede, me bastara saber adnde he deir..., para irme sin vacilar.

    Por la tarde. Me he encontrado hoy con mi diario entrelas manos, del que apenas me ocupo hace tiempo, y noto

  • -47-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    con estupefaccin el modo que he tenido de avanzar asabiendas paso a paso, en este asunto, conducindomecomo un muchacho, a pesar de haber visto siempre conclaridad mi situacin. Hoy mismo la veo tan clara como laluz, y, sin embargo, no hay un solo sntoma de alivio.

    10 DE AGOSTO

    Si yo no fuese uno loco, podra pasarme la vida msfeliz y sosegada. Pocas veces se renen para alegrar uncorazn circunstancias tan favorables como las que merodean. Esto afirma mi creencia de que nuestra felicidaddepende de nosotros mismos. Formar parte de esta amablefamilia ser querido de los padres como un hijo, de losnios como un padre, y de Carlota... y de este excelenteAlberto que no turba mi dicha con celos ni mal humor,que me profesa verdadera amistad y que ve en m a lapersona que ms estima en el mundo despus de Carlota...Guillermo, es un placer ornos cuando vamos de paseo yhablamos de ella; nunca se ha imaginado nada tan dichosocomo nuestra situacin, y, sin embargo, las lgrimasalgunas veces humedecen mis ojos.

    Cuando me habla de la virtuosa madre de Carlota, y merefiere que poco antes de morir dej al cuidado de ella lacasa y los nios, y al de l a Carlota; que desde entoncesla joven ha revelado dotes inusitadas; que se ha vueltouna verdadera madre para la direccin de los asuntosdomsticos, que todos los momentos de su vida estnesmaltados por la ternura y el trabajo, sin que jams hayansufrido alteracin su buen humor y su alegra... Yo caminojunto a l, cogiendo las flores que encuentro al paso, conlas cuales hago un bonito ramillete y lo arrojo al cercanoro, siguindolo con la mirada mientras se aleja sobre lasondas mansamente. No s si te he dicho que Albertopermanecer en esta ciudad, y que espera de la corte,donde es muy querido, un buen empleo. Conozco pocaspersonas que le igualen en el orden y el apego a losnegocios.

  • -48-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    12 DE AGOSTO

    Alberto es indudablemente, el mejor de los hombres quecobija el cielo. Ayer me pas con l un lance peregrino.Haba ido a su casa a despedirme, porque se me antojdar un paseo a caballo por las montaas, desde donde teescribo ahora. Yendo y viniendo por su cuarto, vi suspistolas. Prstamelas para el viaje, le dije. Con muchogustorespondi, si quieres tomarte el trabajo decargarlas, aqu slo estn como un mueble de adorno.Tom una; l continu: Desde el chasco que me haocurrido por mi exceso de precaucin, no quiero cuentascon esas armas. Tuve curiosidad de saber esta historia,y l dijo: Habiendo ido a pasar tres meses en el campocon un amigo, llev un par de pistolas; estabandescargadas, yo dorma tranquilo. Una tarde lluviosa, enque no tena nada que hacer, se me ocurri la idea, no spor qu, de que podan sorprendernos, hacer falta laspistolas, y... t sabes lo que son apreciaciones. Di misarmas al criado para que las limpiase y las cargara. Jugandoste con las criadas, quiso asustarlas, y al tirar del gatillo,la chimenea, Dios sabe cmo, dio fuego, y despidiendola baqueta que estaba en el can, hiri en un dedo a unapobre muchacha. Sobre consolarla tuve que pagar la cura,y desde entonces dejo siempre las pistolas vacas. Dequ sirve la previsin, querido amigo? El peligro no sedeja ver por completo. Sin embargo... Ya sabes cuntoquiero a este hombre; me encocoran sus sin embargo.Qu regla general no tiene excepciones? Este Alberto estan meticuloso, que, cuando cree haber dicho una cosaatrevida absoluta, casi un axioma no cesa de limitar,modificar, quitar y poner hasta que desaparece cuanto hadicho. No fue en esta ocasin infiel a su sistema; yo acabpor no escucharle, mecindome en un mar de sueos,con sbito movimiento, apoy el can de una pistolasobre mi frente, ms arriba del ojo derecho. Aparta esodijo Alberto, echando mano a la pistola. Qu quiereshacer? No est cargada, contest. Y qu importa?

  • -49-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    Qu quieres hacer? repiti con impaciencia. Nocomprendo que haya quien pueda levantarse la tapa delos sesos. Slo pensarlo me horroriza. Oh hombres!exclam no sabris hablar de nada sin decir: esto esuna locura, eso es razonable, tal cosa es buena, tal otra esmala! Qu significan todos estos juicios? Para emitirlos,habis profundizado los resortes secretos de una accin? Sabis distinguir con seguridad las causas que laproducen y que lgicamente deban producirla? Si talocurriese, no juzgarais con tanta ligereza. T meconcedersdijo Albertoque ciertas acciones sernsiempre crmenes sea el que quiera el motivo que lasproduzca. Concedidorespond yo, encogindome dehombros Sin embargo, advierte, amigo mo que ni esoes verdad en absoluto. Indudablemente, el robo es uncrimen; pero si un hombre est a punto de morir de hambre,y con l su familia, y ese hombre por salvarla, se atreve arobar, merece compasin o merece castigo? Quin seatrevera a tirar la primera piedra contra el marido que enel arrebato de una clera justa mata a su infiel esposa y alinfame seductor? Quin quede acusar a la sensibledoncella que en un momento de voluptuoso delirio seabandona a las irresistibles delicias del amor? Hastanuestras leyes, que son pedantes e insensibles, se dejanconmover y detienen la espada de la justicia. Eso esdistintorespondi Alberto, el que sigue los impulsosde una pasin pierde la facultad de reflexionar, y se lemira como a un ebrio o un demente. Oh hombres dejuicio!exclam sonrindome. Pasin! Embriaguez!Demencia! Todo esto es letra muerta para vosotros,impasibles moralistas! Condenis al borracho y detestisal loco con la frialdad del que sacrifica, y dais a Dios,como el fariseo, porque no sois ni locos ni borrachos.Ms de una vez he estado ebrio, ms de una vez me hanpuesto mis pasiones al borde de la locura, y no lo siento,porque he aprendido que siempre se ha dado el nombrede beodo o insensato a todos los hombres extraordinariosque han hecho algo grande, algo que pareca imposible.Hasta en la vida privada es insoportable ver que de quienpiensa dar cima a cualquier accin noble generosa,

  • -50-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    inesperada, se dice con frecuencia: Est borracho! Estloco! Vergenza para vosotros los que sois sobrios,vergenza para vosotros los que sois sabios!

    Siempre extravagante!dijo Alberto. Todo loexageras, y esta vez llevas la humorada hasta el extremode comparar con grandes acciones el suicidio, que es delo que se trata, y que slo debe mirarse como una debilidaddel hombre; porque, indudablemente es ms fcil morirque soportar sin tregua una vida llena de amarguras.

    Estuve a punto de cortar la conversacin: no hay nadaque me ponga ms fuera de m que razonar con quienslo responde trivialidades, cuando yo hablo con todomi corazn. Sin embargo, me contuve porque no era laprimera vez que le oa decir vulgaridades y que me sacabade mis casillas. Le repliqu con alguna viveza: A esollamas debilidad? Te suplico que no te dejes seducir porlas apariencias. Te atreveras a llamar dbil a un puebloque gime bajo el insoportable yugo de un tirano, si al finestalla y rompe sus cadenas? Un hombre que al ver conespanto arder su casa, siente que se multiplican susfuerzas, y carga fcilmente con un peso que sin la excitacinapenas podra levantar del suelo, un hombre que, furiosode verse insultado, acomete a sus contrarios y los vence:a estos dos hombres, se los puede llamar dbiles?Creme, amigo mo: si los esfuerzos son la medida de lafuerza, por qu un esfuerzo supremo ha de ser otracosa?

    Alberto me mir, y dijo: No te enojes; pero esosejemplos que citas no tienen aqu verdadera aplicacin.Puede serle contest; no es la primera vez quecalifican mi lgica de palabrera. Veamos si podemosrepresentarnos de otro modo lo que debe experimentar elhombre que se resuelve a deshacerse del peso, tan ligeropara otros, de la vida, porque no raciocinaremos biensobre ello mientras nos andemos por las ramas. Lanaturaleza prosegutiene sus lmites; puede soportar,hasta cierto punto, la alegra, la pena, el dolor; si pasa

  • -51-Johann Wolfgang von Goethe: Werther

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    ms all, sucumbe. No se trata, pues, de saber si unhombre es dbil o fuerte, sino de si puede soportar laextensin de su desgracia, sea moral, sea fsica; y meparece tan