De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

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Universität zu Köln Romanisches Seminar De seseos, desafricaciones y ensordecimientos: un análisis histórico-comparativo del desarrollo de las sibilantes iberorrománicas Schriftliche Hausarbeit im Rahmen der Magisterprüfung an der Philosophischen Fakultät der Universität zu Köln vorgelegt von: Carlos Gabriel Klein Schindler Matr.-Nr.: 3910385 Telefon: 0221 2805696 Mobil: 0177 2890755 E-Mail: [email protected] Köln, 12. September 2011 Gutachter: Prof. Dr. Martin Becker

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Universität zu KölnRomanisches Seminar

De seseos, desafricaciones y ensordecimientos:un análisis histórico-comparativo del desarrollo

de las sibilantes iberorrománicas

Schriftliche Hausarbeit im Rahmen der Magisterprüfung

an der Philosophischen Fakultät der Universität zu Köln

vorgelegt von: Carlos Gabriel Klein SchindlerMatr.-Nr.: 3910385Telefon: 0221 2805696Mobil: 0177 2890755E-Mail: [email protected]öln, 12. September 2011

Gutachter: Prof. Dr. Martin Becker

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Índice

0. Introducción 03

1. Los sistemas de sibilantes de las lenguas iberorrománicas 06

1.1. El gallego 06

1.1.1. El sistema de sibilantes gallego: hoy y ayer 06

1.1.2. La desafricación de las dentales gallegas 07

1.1.3. El ensordecimiento y el seseo gallegos 08

1.2. El portugués 10

1.2.1. La variación dialectal portuguesa 10

1.2.2. La desafricación y el seseo centro-meridional 11

Excurso: cambio y variación lingüísticos 13

1.2.3. La desafricación y el seseo centro-meridional (continuación) 15

1.2.4. Las sibilantes en el norte portugués: distinción y seseo

ápicoalveolar 16

1.3. El castellano 17

1.3.1. Las sibilantes del español moderno 17

1.3.2. El ensordecimiento castellano 18

1.3.3. El cambio fonológico de las dentales 20

1.3.3.1. La desafricación 20

1.3.3.2. La interdentalización 20

1.3.3.3. Seseo y ceceo andaluces 21

1.3.4. El cambio fonético de las palatales 23

1.4. El catalán 24

1.4.1. El sistema de sibilantes del catalán 24

1.4.2. El desarrollo de las dentales y alveolares en catalán 24

1.4.3. El ensordecimiento del valenciano apitxat 26

2. Las sibilantes iberorrománicas: desarrollos en común y divergencias 26

2.1. El sistema de sibilantes iberorrománico común 26

2.2. La desafricación y sus consecuencias: distinción o seseo 27

2.3. El ensordecimiento 29

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2.4. Grados de reducción de los sistemas de sibilantes modernos 29

(vid. Tabla 1)

2.5. Un intento de cronología comparada 30

2.5.1. Cronología de desafricaciones, seseos e interdentalizaciones

(vid. Tabla 2) 32

2.5.2. Cronología de los ensordecimientos (vid. Tabla 3) 33

3. Modelos explicativos de los cambios de las sibilantes iberorrománicas 34

3.1. La economía lingüística 35

3.2. La koineización, las redes sociales y la nivelación dialectal 37

3.3. El cambio lingüístico: ¿economía o contacto entre hablantes? 40

3.4. Motivos del ensordecimiento 41

3.4.1. La génesis del ensordecimiento 41

3.4.2. La expansión del ensordecimiento, Madrid y el habla culta 45

3.4.3. El ensordecimiento en las zonas reconquistadas y repobladas 46

3.5. Motivos de la desafricación y los desarrollos subsiguientes 49

3.5.1. La desafricación 49

3.5.2. La conservación de la distinción entre alveolares y dentales 50

3.5.3. Los seseos 52

3.5.4. La distribución geográfica de seseos y distinciones 56

4. Resumen 64

5. Bibliografía 69

6. Anexo 75

6.1. Lista de los símbolos fonéticos utilizados en este trabajo 75

6.2. Tablas 76

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0. Introducción

“Y para que entendays si va poco en ello, pongamos exemplo: Cima

con C. sinifica cumbre, y con S. al contrario, quiere dezir hondura.

Coser con S. se haze con aguja: Cozer, con Z. lo haze el fuego: vez

con Z. es vegada, a lo antiguo: ves con S. segunda persona de veo.

Mirad aora si habla y escriue como barbaro, el que no sabe diferen-

ciallas con la lengua, y con la pluma”

– Juan de Baraona y de Padilla (1577)

Analizar el desarrollo histórico de los sistemas de sibilantes de las lenguas iberorrománi-

cas significa contemplar un panorama variopinto de cambios lingüísticos compartidos e

individuales que no siempre coinciden con las fronteras lingüísticas ni se encuentran di-

fundidos de forma homogénea dentro de las áreas demarcadas por ellas. Hoy día, la dife-

rencia de los sistemas de sibilantes conforma uno de los elementos principales de varia-

ción entre los sistemas fonológicos de lenguas y dialectos iberorrománicos.

El nacimiento de los sistemas de sibilantes modernos ocurre en el período de la Baja

Edad Media y la temprana Edad Moderna, más o menos entre los siglos XIII y XVII.

Durante este lapso de tiempo, en todas las lenguas iberorrománicas sucede una gama de

importantes cambios fonéticos y fonológicos que analizaremos en este trabajo desde un

punto de vista comparativo.

Mucho se ha dicho acerca de los sistemas de sibilantes de la Iberorromania, pero pocas

veces se ha intentado una vista en conjunto. Generalmente, los análisis abarcan el desa-

rrollo de una lengua o variedad en específico y no recurren a los desarrollos de las len-

guas vecinas (o sólo de paso). La mirada comparativa, sin embargo, pone de manifiesto

una interesante mezcla de paralelismos y caminos individuales que pueden enriquecer el

conocimiento que se tiene de la historia de las lenguas iberorrománicas. En el transcurso

de este trabajo demostraremos que la historia de las sibilantes iberorrománicas está mar-

cada por gran cantidad de desarrollos en común que hacen que los mismos fenómenos –

si bien en combinaciones diferentes – se encuentren en todas las lenguas de la Península,

y discutiremos diferentes enfoques que explican las diferencias y características comu-

nes.

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Nos enfocaremos en las cuatro lenguas iberorrománicas: gallego, portugués, castellano y

catalán, y sus variedades dialectales. Lamentablemente, no podemos tratar en detalle los

dialectos primarios del grupo asturleonés y del aragonés, incluyendo los dialectos meri-

dionales que surgen del contacto de estas variedades con el castellano (extremeño, mur-

ciano). Como todos ellos en los desarrollos relevantes coinciden en gran medida con el

castellano, nos limitaremos a aducir los datos más importantes, siempre y cuando sean

útiles para aclarar ciertos puntos.

El título, “De seseos, desafricaciones y ensordecimientos: un análisis histórico-compara-

tivo del desarrollo de las sibilantes iberorrománicas”, hace referencia a una serie de

cambios lingüísticos que afectan – en diferente medida – a los sistemas de sibilantes de

las lenguas iberorrománicas y de los cuales en cada variedad iberorrománica se ha lleva-

do a cabo por lo menos uno. Se conoce como ensordecimiento un proceso en el cual to-

das las sibilantes sonoras de una variedad confluyen con las sordas. El término de la

desafricación se refiere al cambio de lo que originalmente serían africadas predorsoden-

tales hacia una articulación fricativa. Bajo el concepto de seseo entendemos el fenómeno

de la fusión de estas fricativas predorsodentales con las fricativas ápicoalveolares que

ocurre en muchas variedades de todas las lenguas de la península, con una gran gama de

realizaciones alveolares y dentales, incluyendo aquella conocida como “ceceo”. A las

variedades seseantes se les oponen, en toda la Península Ibérica, variedades que han

conservado la distinción de las fricativas, aunque no sin algunos cambios fonéticos y ar-

ticulatorios. Las formas plurales, “seseos, desafricaciones y ensordecimientos”, expresan

la tesis general de que se trata de una serie de rasgos que surgen independientemente en

diferentes variedades de la Península, y que por eso no se trata de un fenómeno, sino de

muchos que nacen paralelamente y que tienen el mismo resultado.

Esto implica la pregunta de si hay pautas o mecanismos iguales detrás de estos fenóme-

nos. O dicho de otra manera, ¿pueden hallarse explicaciones para la aparición de unos

mismos cambios lingüísticos en diferentes lenguas y variedades? La respuesta a esta

pregunta conformará la mayor parte de este trabajo.

“De seseos, desafricaciones y ensordecimientos” se divide fundamentalmente en tres

partes. En la primera parte presentaremos, uno por uno, los sistemas de sibilantes de las

lenguas iberorrománicas (gallego, portugués, castellano y catalán, en este orden) y su

desarrollo histórico. Esto incluye una breve descripción de la situación actual y la varia-

ción dialectal, pero se concentrará sobre todo en el resumen del estado de arte de la in-

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vestigación del desarrollo histórico de desafricaciones, ensordecimientos y seseos en las

diferentes áreas lingüísticas de la Península que llevaron a la formación de los sistemas

de sibilantes modernos. En el transcurso de la descripción del portugués nos detendre-

mos por un instante para dar paso a un excurso sobre la relación entre el cambio lingüís-

tico y la variación lingüística. Esta relación es de importancia para la comprensión de

los datos, en parte muy contradictorios, de los que disponemos para interpretar los desa-

rrollos históricos, no sólo del portugués del que nos valemos como ejemplo, sino de to-

das las lenguas y de todos los cambios lingüísticos.

La segunda parte consiste en una comparación de las informaciones obtenidas en la pri-

mera parte. Analizaremos cómo, partiendo de un primitivo sistema común, las lenguas

iberorrománicas se ven afectadas en diferente medida por los cambios lingüísticos men-

cionados y se perfilan los sistemas de sibilantes modernos, en parte coincidentes, en par-

te divergentes.

A continuación trataremos de establecer cronologías comparadas de los fenómenos en

cuestión. Veremos que esto, en algunos aspectos, sólo se logra aproximadamente, pero

que también, en otros aspectos, la comparación cronológica puede otorgarnos informa-

ciones útiles respecto a su génesis y sobre todo respecto a la pregunta si los fenómenos

surgen con independencia en varias lenguas de la Iberorromania o si se desarrollan en

una lengua o variedad en específico y de ahí se extienden a las demás lenguas o varieda-

des.

En la tercera parte presentaremos un conjunto de modelos fonológicos y sociolingüísti-

cos y comprobaremos si nos permiten explicar las causas y la divulgación de los cam-

bios de las sibilantes. Donde parezca oportuno incluiremos otros enfoques o modelos

que complementen o contrasten nuestro análisis.

Los seseos, desafricaciones y ensordecimientos son fenómenos de simplificación lin-

güística. La inclinación de las lenguas hacia la reducción frente a la necesidad comuni-

cativa de mantener distintas las unidades de la lengua ha sido descrita por A. Martinet en

su concepto de la economía lingüística que vamos a utilizar para analizar la manera en

que las condiciones específicas del sistema fonológico podrían ser responsables para el

desarrollo de los sistemas de sibilantes.

Por otro lado, es preciso presentar los mecanismos de difusión social de las innovacio-

nes lingüísticas, ya que éstos nos dan indicios de cómo los cambios de las sibilantes pu-

dieron triunfar en ciertas variedades o regiones. Para esto recurriremos a un complejo de

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enfoques sociolingüísticos dedicados al contacto dialectal (en concreto, a los procesos

de koineización), la nivelación dialectal y la influencia de las redes sociales en el cambio

lingüístico. Los cambios lingüísticos analizados aquí están inextricablemente ligados a

los peculiares desarrollos sociales de la Península Ibérica de la Baja Edad Media y la

temprana Edad Moderna, por lo que es preciso relacionarlos con las específicas conste-

laciones socio-históricas en que se gestan. Ambos modelos, el fonológico y el sociolin-

güístico, nos serán útiles para comprobar si más allá de los desarrollos individuales de

cada una de las lenguas existen pautas de validez general para explicar el panorama de

los sistemas de sibilantes iberorrománicos en su totalidad, con sus rasgos comunes y sus

divergencias.

1. Los sistemas de sibilantes de las lenguas iberorrománicas

1.1. El gallego

1.1.1. El sistema de sibilantes gallego: hoy y ayer

El actual territorio de habla gallega no es homogéneo en cuanto a la realización de las si-

bilantes. Se divide, a grandes rasgos, en dos zonas: una zona oriental que distingue /sM / de

/θ/, y una franja occidental seseante paralela a la costa atlántica que hace uso de un solo

fonema cuyo punto de articulación puede manifestarse según la zona como ápicoalveo-

lar /sM /, predorsodental /s[ / y posdental o interdental /θ/ (Fernández Rei 1991: 189f.). Las

delimitaciones no son puramente diatópicas, pues existe cierta variación diastrática y

hasta diafásica en las regiones no distinguidoras (ibíd.: 196). Todas las variedades del

gallego conocen el fonema palatal /ʃ/.

La distinción se realiza en la mayor parte del territorio gallego y es considerada como

norma lingüística, mientras que el seseo es tachado de rasgo dialectal y perteneciente a

los bajos estratos sociales (Maia 1986: 450). El gallego moderno desconoce las sibilan-

tes sonoras, con excepción de unas pequeñas áreas en la zona fronteriza con Portugal cu-

yas hablas mantienen un sistema de sibilantes arcaizante que conserva el rasgo de sono-

ridad y la distinción entre alveolares y dentales de posible articulación interdental o pos-

dental (en ocasiones también realizada como predorsodental) (Fernández Rei 1991:

56f.).

Esta heterogeneidad contemporánea es consecuencia del desarrollo histórico del galle-

go-portugués que a partir del siglo XIII sufrió ciertos cambios lingüísticos en el noroeste

de la península que lo alejarian de las variedades habladas al sur del Miño.

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En lo que respecta al sistema de sibilantes, el gallego-portugués a inicios del siglo XIII

dispondría de un inventario de seis fonemas, sordos y sonoros: las fricativas ápicoalveo-

lares /sM / : /zM /, las africadas predorsodentales /ts[ / : /dz[ / y las palatales /ʃ/ : /ʒ/. El fonema

palatal sonoro, originalmente africado /dʒ/, ya desde temprano habría comenzado a des-

africarse, por lo que aún se realizaría con variantes alofónicas tanto fricativas como afri-

cadas (Maia 1986: 468).

Desde los primeros escritos en gallego existen normas mayoritarias y usos predominan-

tes para la representación gráfica de estos fonemas, pero también abundantes transgre-

siones de las mismas. Falta, sobre todo, una distinción inequívoca entre sordas y sono-

ras. En cuanto a los sonidos ápicoalveolares, <s-> y <-ss-> son las variantes más utiliza-

das para representar el fonema sordo y <-s-> la más frecuente para el sonoro que sólo

ocurre en posición intervocálica (ibíd.: 459-68). La representación de las africadas den-

tales también se muestra irregular y con múltiples variantes grafemáticas. Se utilizan so-

bre todo las grafías <c, ç> y <z> que hacia fines del siglo XIII llegan a fijarse como las

variantes regularmente empleadas para el fonema sordo y el sonoro, respectivamente

(ibíd.: 439-445, 452-454). Con respecto a las palatales podemos constatar una represen-

tación constante de /ʃ/ mediante <x>, mientras que su correlato sonoro muestra una gran

inestabilidad en las grafías correspondientes, siendo las más importantes <i, j, y, g>

(ibíd.: 469f.).

Lo que dificulta la reconstrucción de los desarrollos históricos del gallego es el hecho de

que, al contrario del portugués y del castellano, no existan descripciones de la lengua he-

chas por gramáticos u ortógrafos o cualquier otro tipo de dato metalingüístico para el pe-

ríodo que nos interesa (Costas González 1999: 433). Esto está relacionado sobre todo

con la baja valoración del gallego, tachado de rústico e inculto, frente a la prestigiosa

lengua castellana que ya desde la Baja Edad Media se instaló como lengua culta y ofi-

cial de las élites aristocráticas y eclesiásticas (cf. Mariño Paz 1998: 193f.)

1.1.2. La desafricación de las dentales gallegas

En los albores de la producción literaria en lengua gallego-portuguesa aún se percibe

una distinción general y constante entre las grafías de las sibilantes ápicoalveolares y las

predorsodentales. A partir del siglo XIII, sin embargo, comienzan a darse confusiones

entre las grafías <c, ç> o <z> y <s>; confusiones que, según afirma Clarinda Maia, “não

podem ser interpretadas senão como o reflexo de algumas alterações em curso no siste-

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ma consonântico” (Maia 1986: 446). Vemos aquí las primeras pruebas de un proceso de

desafricación de los fonemas predorsodentales /ts[ / y /dz[ /, es decir, la pérdida del mo-

mento oclusivo y la subsiguiente conversión de aquellas sibilantes en fricativas. Esto

significa un mayor cambio dentro del sistema de sibilantes del gallego que se convierte,

transitoriamente, en un sistema de tres pares de fricativas (ápicoalveolares, predorsoden-

tales y fricativas palatales) (Lorenzo 1987: 464).

Las confusiones gráficas, documentadas en toda la provincia de Galicia, demuestran que

a raíz de la desafricación habían surgido dificultades de distinguir entre las nuevas frica-

tivas predorsodentales y las viejas fricativas ápicoalveolares. En la Galicia occidental,

estas confusiones luego llevarían a la confluencia de viejas y nuevas fricativas, sea a fa-

vor de la articulación ápicoalveolar o de la articulación dental, que debió generalizarse

en los siglos XV y XVI (Maia 1986: 506). Ramón Lorenzo explica por qué las primeras

confusiones aún no han de interpretarse como manifestación de la igualación, sino de la

desafricación y de la consiguiente dificultad de distinguir y representar correctamente

las fricativas ápicoalveolares y las predorsodentales: “Se […] atopamos grafías do tipo

faser, etc., isto só indica que a africada pasou a fricativa, pero non que o novo sonido

fricativo predorsal se impuxo ó s ápico-alveolar. O único que se fai é botar man do gra-

fema que representa un s, coincidindo entón a representación gráfica deste novo s coa do

xa anteriormente existente apical” (Lorenzo 1987: 464). La igualación de ápicoalveola-

res y predorsodentales en el occidente llegaría tiempo después, mientras que en la mayor

parte de Galicia se mantendría la distinción, conservando la ápicoalveolar y transfor-

mando la predorsodental en interdental, tal y como lo muestra la distribución moderna

(ibíd.: 464f.).

1.1.3. El ensordecimiento y el seseo gallegos

Paralelamente a los primeros indicios de la desafricación tuvieron que gestarse los ini-

cios del ensordecimiento de las sibilantes gallegas, ya que desde entonces se perciben

confusiones entre las grafías de sordas y sonoras (Maia 1986: 467f.). Una vez iniciados

estos dos procesos, la desafricación y el ensordecimiento, el sistema de sibilantes del ga-

llego muy pronto llega a reajustarse, conteniendo únicamente los tres fonemas sordos

/sM /, /s[ / y /ʃ/ (Lorenzo 1995: 233).

A raíz de este sistema, el gallego toma diversos rumbos que varían según la zona, pues

el occidente se encamina hacia la confusión de ápicoalveolares y predorsodentales con

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diferentes resultados, llegando al sistema moderno occidental/atlántico de dos sibilantes,

mientras que en la parte oriental la fricativa predorsodental va adelantando su punto de

articulación hasta interdentalizarse y conformar el sistema moderno de tres miembros.

En este contexto es importante mencionar la “posible tendencia progresiva ó avance do

subsistema ʃ/θ/sM / en dirección leste-oeste” a lo largo de las centurias, a costa de la exten-

sión del territorio seseante en occidente (Mariño Paz 1998: 272).

A causa de la falta de datos proporcionados por gramáticos y ortógrafos contemporáneos

u otros comentarios metalingüísticos es sumamente difícil determinar con alguna certeza

cuándo se consumaron los procesos de desafricación, seseo/interdentalización y ensor-

decimiento en las diferentes variedades gallegas. Si bien la desafricación se demuestra

muy generalizada en el siglo XIII, divergen las opiniones entre suponer ya desde enton-

ces el inicio del seseo que se generalizaría en los siglos XV-XVI (Maia 1986: 506) o

proclamar una coexistencia duradera de ápicoalveolares y predorsodentales y una igua-

lación “relativamente moderna” en occidente (Lorenzo 1987: 465). En cuanto a la inter-

dentalización de la predorsodental en el sistema oriental afirma Mariño Paz que “non es-

tamos en condicións de establecela nin sequera aproximativamente” (Mariño Paz 1998:

272), aunque sí es posible establecer como término ante quem (con seguridad muy tar-

dío) el siglo XVIII, del cual nos llegan indicios de la división establecida en una zona

seseante y otra distinguidora en Galicia (Fernández Rei 1991: 197).

En cuanto al ensordecimiento, ni Maia ni Lorenzo le otorgan una datación clara, afir-

mando que “ao longo da história da língua galega generalizou-se practicamente em todo

o território” (Maia 1986: 506) o, implicando una duración más bien corta, que, al consu-

marse la desafricación y entrar en vigor el ensordecimiento, “axiña ['pronto'; cursivas

nuestras] comeza a funcionar un sistema de tres membros” (Lorenzo 1987: 464). Costas

González (1999: 437) supone una generalización muy amplia del fenómeno en toda Ga-

licia desde el siglo XIV.

La problemática de establecer una cronología exacta o nombrar con claridad los detalles

del desarrollo y la difusión de cada uno de los fenómenos no sólo radica en la dificultad

de interpretar los escasos datos, sino también en la naturaleza heterogénea de la lengua

en sí (de todas las lenguas) que se refleja en los documentos conservados. La heteroge-

neidad del gallego no es una característica exclusiva de la actualidad, pues con seguri-

dad los procesos fonológicos que constatamos no se habrán dado en todas partes en el

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mismo momento y con la misma velocidad e intensidad. Para el período analizado nos

consta la permanencia de variedades gallegas conservadoras y cultas que mantienen,

aunque a lo mejor sólo por escrito, el sistema de seis sibilantes, mientras en los escritos

menos cuidadosos empieza a transparentarse cada vez más “un deterioro total das oposi-

cións fonolóxicas” (Lorenzo 1995: 236). Es preciso entender la situación del gallego

medieval como una coexistencia de varios subsistemas, es decir, de una gama de varie-

dades que presentan estados lingüísticos más conservadores u otros más innovadores:“Estamos ante un proceso en marcha, que non ten unhas fronteiras claras no tempo ou no es-

pacio. Podería haber diferencias rexionais, unhas zonas algo máis avanzadas e outras máis

conservadoras, e a pronuncia podería depender do medio en que se desenvolvese o falante,

posto que é de admitir que o mesmo falante adoptase solucións diferentes de acordo coa situa-

ción en que se atopase.” (ibíd.: 236)

Lo que vemos es la estrecha relación entre el cambio lingüístico y la variación lingüísti-

ca, una cuestión de importancia fundamental para la comprensión de la lengua como una

entidad no homogénea cuyos cambios no son unidimensionales. Vamos a volver sobre

este aspecto más detalladamente en el análisis del portugués que ofrece unos datos

contradictorios que sólo se explican teniendo en cuenta la variación interna de la lengua.

1.2. El portugués

1.2.1. La variación dialectal portuguesa

La lengua portuguesa mantiene el rasgo de sonoridad y conserva las dos fricativas pala-

tales /ʃ/ y /ʒ/ en todas sus variedades. El territorio lusófono se divide en tres zonas dia-

lectales según la realización de las sibilantes ápicoalveolares y/o predorsodentales.

La mayor parte del país – la zona centro-meridional, incluyendo la metrópoli capitalina

de Lisboa – se caracteriza por un seseo predorsodental, es decir, el uso exclusivo de los

fonemas /s[ / y /z[ /. Este seseo se considera perteneciente a la norma del portugués están-

dar (Teyssier 1984: 51). El dominio del portugués septentional es marcado por la pre-

sencia de /sM / y /zM / ápicoalveolares (fenómeno popularmente conocido por “s beirão”) y

se divide en dos áreas: existe, por un lado, el grupo dialectal de las regiones de Alto Mi-

nho y Trás-os-Montes cuyo inventario fonemático tradicionalmente distinguía los fone-

mas ápicoalveolares correspondientes a los grafemas <s-, -ss-, -s> (sorda) y <-s-> (sono-

ra) de los fonemas predorsodentales /s[ / y /z[ / que equivalen a los grafemas <ç, ce,i> y <z>

(Cintra 1971: 109f.), aunque esto hoy por hoy sea el caso más que nada entre los “falan-

tes mais velhos, da camada popular e, por vezes, média, das zonas mais tenazmente con-

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servadoras” (Maia 1986: 504). Por otro lado, existe el grupo de los dialectos de Baixo-

Minho, Douro y Beira Alta que tienen en común el seseo ápicoalveolar y que descono-

cen, por lo general, los fonemas predorsodentales (Cintra 1971: 109f.) Sin embargo, hay

que mencionar la existencia de algunas zonas de seseo predorsodental al norte del Due-

ro, sobre todo en la zona de mayor grado de urbanización en la costa atlántica o próxima

a ella, es decir, la “zona que abrange os núcleos urbanos de Braga, Porto, Póvoa de Var-

zim, Vila do Conde, Ponte de Lima e Valongo” (Maia 1986: 505). Cabe añadir, además,

que las últimas décadas han visto una expansión de esta solución predorsodental frente a

la ápicoalveolar original (Castro 2006: 189).

La historia de la lengua portuguesa está fuertemente vinculada con la del gallego y de su

ancestro común, el gallego-portugués, del cual empieza a distanciarse luego de indepen-

dizarse Portugal en el siglo XII, estableciéndose como polo normativo el centro-sur, so-

bre todo el centro administrativo y cultural de la poblada capital de Lisboa (Teyssier

1984: 21f.). Partiendo del sistema de sibilantes gallego-portugués, el portugués empren-

de un camino propio, diferente a los desarrollos al norte del Miño.

1.2.2. La desafricación y el seseo centro-meridional

Igual que aconteció en el caso del gallego, en un determinado momento empiezan a des-

africarse las sibilantes predorsodentales /ts[ / y /dz[ /, abriendo paso a hesitaciones y confu-

siones en ambas direcciones entre las fricativas ápicoalveolares y predorsodentales por

su cercanía articulatoria. El resultado es, en el sur (y por consiguiente, en la norma lin-

güística), la generalización de las predorsodentales, mientras que en el noroeste la igua-

lación sucede en favor de las ápicoalveolares. Las regiones interiores transmontanas y

alto-miñotas, aisladas y alejadas de la influencia normativa del sur, mantienen la distin-

ción de los dos pares fricativos hasta el día de hoy (Castro 2006: 189).

Si bien esta interpretación del desarrollo histórico de las sibilantes en el ámbito portu-

gués goza de general aceptación, la cronología y la datación de estos acontecimientos

son objeto de discusión. Paul Teyssier afirma que “por volta de 1500, as duas africadas /ts3 / e /dz3 / tinham perdido o seu elemento oclusivo inicial,

mas a oposição entre os dois pares de fonemas continuava a manter-se […] A existência

dessas quatro unidades distintivas no português do início do século XVI não sofre dúvida […]

Em fins do século XVI o português comum reduziu a dois os quatro fonemas, e essa redução

fez-se em favor das predorsodentais.” (Teyssier 1984: 49-51)

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Para esta datación tardía se basa en los gramáticos quinientistas cuyos comentarios pare-

cen indicar la confusión de predorsodentales y ápicoalveolares a lo largo de ese siglo: en

la primera mitad del siglo, las primeras gramáticas de la lengua portuguesa redactadas

por Fernão de Oliveira (1536) y João de Barros (1540) no hacen referencia alguna al fe-

nómeno (Maia 1986: 447f., n. 2) e incluso encontramos en la obra de Fernão de Oliveira

una descripción de los fonemas sibilantes que distingue bastante nítidamente entre api-

coalveolares y dentales (Castro 2006: 188f.). Ya hacia fines del siglo, sin embargo, los

ortógrafos Duarte Nunes de Leão y Pêro de Magalhães de Gândavo (ambos en 1574) la-

mentan el fenómeno de la confusión (quejándose, principalmente, de la confusión orto-

gráfica) entre c, ç, s y z que ocurre entre “a mais da gente, &naõ soo a vulgar” (D. Nu-

nes de Leão), según Gândavo, debido a “não saberem muitos a differença que ha de

hũas ás outras na pronunciação” (Maia 1986: 448, n. 2).

De esos datos podría deducirse, como insinúa Teyssier, que la confusión de predorso-

dentales y ápicoalveolares se haya consumado entre 1536 y 1574. No obstante, Clarinda

de Azevedo Maia se opone a esta idea, alegando que le parece “escassíssimo o distan-

ciamento cronológico […] para que, durante esse lapso de tempo, se tivesse desenvolvi-

do e generalizado essa mudança linguística” que, como vimos en Duarte Nunes de Leão,

atañía a todo tipo de hablantes (Maia 2003: 786). Ella, más que en los gramáticos, basa

su juicio en el estudio de los documentos medievales escritos en lengua portuguesa que

muestran un panorama diferente. Ya a partir de la segunda mitad del siglo XIII, los do-

cumentos del mediodía portugués presentan confusiones en ambas direcciones entre <c,

ç> y <s-, -ss-> y entre <-s-> y <-z-> que, aunque aún más bien escasas, indican que ya

estaba en marcha el proceso de desafricación y posterior igualación de los dos pares de

sibilantes y que estamos, pues, ante los “testemunhos soltos de um fenómeno então inci-

piente” (ibíd.: 787). Estas confusiones incrementan considerablemente hacia los siglos

XV y XVI, dando cuenta de un fenómeno seseante ya muy generalizado (ibíd.: 788).

Ahora bien, si este proceso de transformación aparentemente “estava em incubação”

(Maia 1986: 457) desde temprano y se demuestra ya muy propagado en el siglo XV,

¿cómo se explica la discrepancia entre los datos documentales y la información propor-

cionada a través de los gramáticos?

Estamos ante una problemática que, si bien la analizaremos en el contexto del portugués

como caso ejemplar de las contradicciones entre los datos lingüísticos (los documentos)

y los datos metalingüísticos (las obras de gramáticos y ortógrafos u otros testimonios

12

Page 14: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

contemporáneos), no deja de ser fundamental para la contemplación de todo tipo de

cambio lingüístico y su difusión. De hecho, la historia del castellano (vid. cap. 1.3) pre-

senta las mismas discrepancias temporales entre los comentarios de gramáticos u otro

tipo de testimonios metalingüísticos y las conclusiones que se sacan de las faltas o con-

fusiones gráficas en los documentos. La explicación de estas contradicciones ha de bus-

carse en la ya mencionada heterogeneidad de las lenguas que en vez de presentarse

como uniformes, muestran un conjunto de variaciones de diferentes dimensiones en todo

momento de su historia. Consideramos oportuno abrir aquí un paréntesis para el siguien-

te excurso que arrojará luz a la relación entre la variación y el cambio lingüísticos.

Excurso: cambio y variación lingüísticos“Não pode hoje continuar a estabelecer-se uma cronologia linear e unidimensional, que se li-

mite a um mero registo no tempo de mudanças já ocorridas, à semelhança do que se practica-

va na gramática histórica de feição neogramática, onde apenas havia lugar para substituções

de formas no tempo: aí, o estabelecimento da cronologia de um fenómeno histórico identifica-

va-se com a fixação do limite final do fenómeno antigo que foi abandonado na língua escrita.

Por outras palavras, tratava-se de identificar a primeira abonação de um fenómeno de ino-

vação ou a última de um fenómeno substituído por outro e que, portanto, desaparece, pelo me-

nos da língua escrita.” (Maia 2003: 788)

A consecuencia de la investigación de los principios y mecanismos del cambio lingüísti-

co, no se puede sostener ya la idea simplista de que existe “el” momento en que una len-

gua abandona un rasgo (fonético, fonológico, morfológico...) peculiar para adoptar, en

seguida, uno nuevo. Hoy, más bien, se ha llegado a reconocer que es imposible entender

y analizar el cambio lingüístico sin tener en cuenta la variación sociolingüística de la

lengua en cuestión (Penny 2004: 594). La lengua no es una entidad homogénea que va-

ría linear y sucesivamente a través del tiempo; al contrario, existe variación (socio-)lin-

güística en cada momento dado: “nos diferentes momentos do seu fluir histórico, a lín-

gua, cada língua, apresenta uma configuração complexa, ou «arquitectura», resultante da

presença e da co-ocorrência de diferentes variedades internas, a cada uma das quais co-

rresponde a sua estrutura” (Maia 2003: 790).

El famoso concepto coseriano de la “arquitectura” de la lengua se refiere a que las len-

guas no son uniformes o unidimensionales, sino que están compuestas de muchas varie-

dades. Dentro de la lengua histórica existen tres niveles de variación: la variación diató-

pica se refiere a la variación espacial, es decir geográfica y regional (dialectos), la varia-

13

Page 15: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

ción diastrática es toda variación entre diferentes estratos o ámbitos sociales, culturales

etc. (sociolectos) y la variación diafásica abarca los diferentes registros estilísticos a los

que se recurre según la intención o situación comunicativa. La arquitectura de una len-

gua histórica es un conjunto de variedades diatópicas, diastráticas y diafásicas que en

cada momento se configura con una específica variación sincrónica (Coseriu 1969:

148f.). El cambio lingüístico, por ende, no es sino el reemplazo de un estado de varia-

ción por otro (Penny 2000: 3f.), causando una específica variación a través del tiempo

(variación diacrónica). En cuanto al surgimiento de un nuevo rasgo fonológico, morfo-

lógico etc., esto implica que no tiene que darse en todos los ámbitos sociales o todo el

dominio lingüístico de una vez, como tampoco al surgir este rasgo nuevo van a eliminar-

se todas las variantes que existían anteriormente. Pueden coexistir variantes innovado-

ras, viejas e incluso arcaicas en una misma comunidad de habla y un mismo lapso de

tiempo.

Para la investigación lingüística histórica es fundamentalmente importante el hecho de

que no todas las variedades gocen de la misma valoración. Siempre habrá algunas más

prestigiosas y normativas (y por ende, más inclinadas a conservar el status quo) frente a

otras de menos estimación social y apego a la norma, y, por consiguiente, más innova-

doras. Esto es de mucha relevancia para la problemática que estamos analizando, pues

los gramáticos de la época – pertenecientes a la élite intelectual, letrados e instruidos en

retórica y gramática clásicas – suelen reflejar en sus obras únicamente las variedades

más prestigiosas, más cultas y normativas. Las descripciones de la lengua que dan los

gramáticos se guían por el habla de las clases más altas.

Las hablas populares, en cambio, se consideran ordinarias y defectivas, y por ende, no

suelen entrar en las descripciones. El menosprecio hacia el habla vulgar se ve claramen-

te reflejado en Juan de Baraona y de Padilla quien, en un libro sobre la educación de los

hijos de la nobleza, afirma que la lengua castellana, como todas las demás, está “diuidi-

da en dos, enla del vulgo, y enla de la gente principal, y de juicio.” Al niño de tres años,

afirma, “deue su madre quitallo del Ama, porque no aprenda alguna costumbre seruil (...) deue mos-

tralle enlos dos años siguientes con toda diligencia el lenguaje de su ciudad: limando, perfe-

cionando, y haziendo ciuiles las pocas palabras que toscamente le enseñaria su ama, de suerte

que sea limpio, dulce, y muy apartado del que vsa el vulgo.” (cit. en Kiddle 1977: 333)

Por eso es que las características de muchas variedades no suelen ser objeto de estudio

en las gramáticas, y que aunque en algunas variedades existan desde hace tiempo, los 14

Page 16: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

cambios lingüísticos recién se revelan cuando penetran en las variedades normativas.

Los gramáticos “por oficio” tienen ideales puristas, normativos y conservadores con res-

pecto a la lengua, por eso apenas llaman la atención sobre una innovación lingüística

cuando ésta ya se encuentra muy difundida entre los estratos cultos. Generalmente, más

que descripciones suelen ser críticas al estilo de Duarte Nunes de Leão (vid. cap. 1.2.2.)

quien alude al fenómeno como una aberración, muy común hasta entre la gente educada,

que hay que evitar. Sin embargo, el interés de los gramáticos suele centrarse más bien en

la escritura y la conservación de la norma escrita que en prescribir una pronunciación

normativa. Esto incluso lleva a que algunos gramáticos aboguen por el cumplimiento de

una norma escrita prestigiosa cuando en el habla ya debía ser general el abandono de

esta norma, pues se nota claramente que ya ni ellos mismos son capaces de darle una ex-

plicación más allá de la etimología y las reglas ortográficas establecidas (cf. Maia 2003:

789-791; Catalán 1982: 100-129).

1.2.3. La desafricación y el seseo centro-meridional (continuación)

Así posiblemente pueda explicarse la discrepancia entre la información que dan los gra-

máticos y el resultado del análisis de los documentos conservados. Por lo que se deduce

de las múltiples confusiones gráficas que encontramos en los documentos, no resta duda

de que desde muy temprano la confusión, consecuencia de la desafricación de las pre-

dorsodentales, toma sus inicios en el sur portugués y se extiende geográfica y social-

mente. Ya hacia el siglo XV, las variedades orales sureñas presentarían un grado de neu-

tralización de predorsodentales y ápicoalveolares muy avanzado, esto es, un seseo am-

pliamente difundido (Maia 2003: 791).

Una posible explicación de por qué las primeras obras de gramática omitan una descrip-

ción del fenómeno que sólo 38 años después las obras ortográficas calificarían de muy

común entre gran parte de los hablantes yace en la diferencia de perspectiva entre ellas.

Mientras las obras gramaticales enfocan desde una perspectiva más bien descriptiva la

variedad del “portugués ejemplar” (normativo y conservador, por ende aún distinguidor)

y no hacen mención de las variedades no ejemplares, los ortógrafos critican desde un

punto de vista claramente normativo el uso de los hablantes y con eso, las variantes que

se desvían de la norma escrita (ibíd.). De las reacciones de los ortógrafos se deduce que

aun siendo un fenómeno masivo, el seseo todavía no gozaba de plena aceptación hacia

finales del siglo XVI. Este ascenso normativo se llevaría a cabo posteriormente (ibíd.).

15

Page 17: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

1.2.4. Las sibilantes en el norte portugués: distinción y seseo ápicoalveolar

En el nordeste se mantuvo el sistema viejo de seis fonemas fricativos, en algunas regio-

nes conservado hasta el día de hoy, pero con una pronunciación más grave y palatal de

las ápicoalveolares y una pronunciación más anterior y sibilante de las dentales que en el

resto del país (cf. Galmés de Fuentes 1962: 107-109). En otras regiones norteñas se esta-

bleció el seseo, ápicoalveolar o, menos frecuente, predorsodental, con las mismas pecu-

liaridades articulatorias. Debido a la escasez de documentos conservados de aquella re-

gión resulta sumamente difícil y controvertido determinar si el seseo apical norteño tuvo

sus orígenes al mismo tiempo que el seseo predorsodental del sur y es, por ende, un fe-

nómeno antiguo que se desarrolló paralelamente, o si se trata de un fenómeno más re-

ciente, consecuencia de la penetración de la norma seseante sureña que se imita o adop-

ta, pero haciendo uso, mayoritariamente, de la s norteña (Maia 1986: 505). Los docu-

mentos existentes no parecen revelar mucho al respecto, se encuentran algunos, pero

muy pocos casos de confusiones gráficas (cf. Castro 2006: 190) en los documentos del

norte portugués que por lo general mantienen firme la distinción gráfica de los dos pares

(ibíd.: 451).

Álvaro Galmés de Fuentes arguye en pro de la larga supervivencia de los cuatro fone-

mas sibilantes y la confusión relativamente reciente por influencia e imitación de la

prestigiosa norma literaria (muy posterior al seseo sureño), citando en este contexto va-

rios comentarios de filólogos de finales del siglo XIX y principios del siglo XX que in-

dican que el proceso de confusión estaba todavía en marcha (Galmés de Fuentes 1962:

109f.). Por supuesto, esto no significa que la confusión no pudo haberse iniciado mucho

antes o haberse consumado en otros lugares y/o ámbitos sociales.

Según Galmés de Fuentes, el resultado autóctono y más antiguo de la confusión norteña

fue la articulación ápicoalveolar, típica de las poblaciones de menor importancia que se

mostraron “no tan atentos a la pronunciación oficial” (ibíd.: 110), mientras que en cam-

bio los núcleos urbanos posteriormente desarrollaron una articulación predorsodental,

imitando la pronunciación capitalina (ibíd.: 108-110) que hoy por hoy se está extendien-

do cada vez más en el norte. En cambio, Lindley Cintra se muestra escéptico ante la idea

de que el seseo predorsodental norteño se deba a la influencia de la pronunciación nor-

mal sureña, indicando un desarrollo independiente de estas variantes predorsodentales

(cf. Maia 1986: 505f., n. 6).

16

Page 18: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

1.3. El castellano

1.3.1. Las sibilantes del español moderno

El dominio lingüístico castellano se divide en dos áreas de diferentes sistemas de sibi-

lantes: el centro-norte conoce y distingue los tres fonemas /x/ : /sM / : /θ/, pertenecientes a

la pronunciación estándar del español moderno, mientras que en la norma tradicional de

la mayor parte de Andalucía se conocen sólo dos fonemas, /h/ : /s[ / predorsodental con-

vexa o coronal plana, de articulación seseante, o /θ/, interdental o mayormente posden-

tal, de timbre ceceante (Ariza Viguera 1990: 166). El uso de estas dos variantes, conoci-

das como seseo y ceceo, depende de factores sobre todo diatópicos (interior frente a re-

giones costeras), pero también en gran medida diastráticos (habla culta, urbana frente al

habla popular y rural) e inclusive, diafásicos: en todas las zonas donde predomina el ce-

ceo, puede darse el seseo (mientras, en cambio, no hay ceceo en las zonas seseantes), y

los propios hablantes ceceantes pueden recurrir a una articulación seseante en situacio-

nes formales (Alvar 1982: 134f.; Zamora Vicente 1985: 287-309).

Las sibilantes del español carecen del rasgo de sonoridad, sea la variedad que fuere, sal-

vo algunos islotes ínfimos a los dos extremos del ámbito de habla castellana (cf. Alarcos

Llorach 1988: 53; Ariza 1994: 224f.; Lapesa 2008: 316 y n. 12) que muestran hasta la

modernidad la oposición de sibilantes sordas y sonoras, aunque su condición como ar-

caismo dialectal o como innovación fonológica ha sido objeto de debates (Pascual 1988:

126, n. 3).

A partir del siglo XIII, la fijación de la norma alfonsí establece un uso ortográfico guia-

do por el habla y bastante reglamentado que nos permite reconstruir el sistema de sibi-

lantes del castellano bajomedieval, o al menos de su más prestigiosa y modélica varie-

dad cortesana (Cano Aguilar 2004: 834).

Las grafías utilizadas por el castellano medieval para la representación de las sibilantes

son: <s-, -ss-, -s> : <-s->, <ce,i, ç> : <z> y <x> : <g, j, i>. Estas grafías representaban, en

el mismo orden, los fonemas /sM / : /zM /, /ts[ / : /dz[ / y /ʃ/ : /ʒ/, caracterizados por la oposición

de sordez : sonoridad. Se suele resaltar el carácter originalmente africado (/dʒ/) de la pa-

latal sonora que poco a poco y desde época temprana fue perdiendo su rasgo oclusivo,

volviéndose fricativa (Lapesa 2008: 180f.), aunque probablemente durante la Edad Me-

dia coexistieran variantes alofónicas tanto fricativas como africadas (Cano Aguilar

2004: 838).

17

Page 19: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

1.3.2. El ensordecimiento castellano

La oposición de sordez : sonoridad, sin embargo, se daba sobre todo en posición intervo-

cálica, ya que solamente allí los tres pares de sibilantes podían formar pares mínimos.

En posición final, la oposición de cada uno de los tres pares se neutralizaba en sibilante

sorda (/sM /, /(t)s[ / posiblemente fricativa y /ʃ/), y en posición inicial sólo existía oposición

entre las palatales, mientras que las alveolares y dentales se neutralizaban en sibilante

sorda (Fradejas Rueda 2000: 153f., Lapesa 2008: 180f., Penny 2004: 599).

Esta norma probablemente seguiría intacta en ciertos dialectos y sociolectos hasta el si-

glo XVI y es la consagrada desde las primeras gramáticas de la lengua española hacia fi-

nales del siglo XV y principios del XVI, pero se encuentran testimonios de una simplifi-

cación del sistema en otras variedades más rurales e incultas ya en los siglos anteriores.

Desde inicios del siglo XIV – según otras fuentes, ya desde principios del XIII (cf. Pen-

sado 1993: 200) – observamos trueques entre las grafías representantes de sordas y so-

noras, indicio de que algunos escribanos ya no eran capaces de distinguir los respectivos

fonemas entre los cuales, aparentemente, estaba llevándose a cabo un proceso de neutra-

lización en sorda. Geográficamente, este ensordecimiento empieza a gestarse en las zo-

nas más septentrionales del ámbito castellanohablante, posiblemente aún antes del siglo

XIV (Penny 2004: 603f.). Los dominios asturleonés y aragonés, colindantes al oeste y

este, también ofrecen documentos, ya de los siglos XII y XIII, que atestiguan la existen-

cia de fenómenos de ensordecimiento en aquellas zonas (Pascual 1988: 127f.). A partir

de la segunda mitad del siglo XIV y sobre todo a partir del siglo XV, la pérdida de sono-

ridad se manifiesta muy difundida en el septentrión peninsular (Ariza 1994: 224f., 233),

aunque hemos de suponer cierta variación, no solamente regional sino también social,

siendo el ensordecimiento aún un rasgo lingüístico de las clases menos cultas (Martínez

Pasamar 1995-1996: 460f., nn. 7 y 10). A su vez, el centro-sur peninsular, encabezado

por la influyente capital de Toledo, mantenía la norma conservadora de tres pares de si-

bilantes opuestos por los rasgos sordo : sonoro (Cano Aguilar 2004: 836).

Partiendo de su área inicial norteña, el ensordecimiento empieza a expandir geográfica-

mente, difundiéndose hacia el sur, y socialmente, ascendiendo a las clases más altas y

cultas a lo largo del siglo XVI. Todavía en ese siglo encontramos pruebas de la coexis-

tencia de variedades conservadoras y variedades innovadoras. Bástenos, a manera de

ejemplo, citar la famosa frase de Fray Juan de Córdoba, válida para 1540, en la que afir-

18

Page 20: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

ma que “los de Castilla la Vieja dizen hacer y en Toledo hazer, y dizen xugar y en Tole-

do jugar” (cit. en Cano Aguilar 2004: 836). Afirma Diego Catalán que “durante la primera mitad del siglo XVI, frente al español cortesano de la Toledo imperial,

teóricamente aceptado como norma por toda España, se hallaba ya arraigado un uso dialectal

castellano-viejo, seguido por todos los hablantes de la meseta norte, desde Benavente a Bur-

gos, y por los castellano-hablantes del País Vasco.” (Catalán 1982: 128)

En el siglo XVI, la innovación castellana invade Madrid, sede de la Corte desde la déca-

da de 1560, hasta alcanzar las esferas más altas de la sociedad, afectando las variedades

lingüísticas más cultas y prestigiosas. A partir de la década de los setenta, los gramáticos

empiezan a acusar la confluencia de sordas y sonoras, describiéndola como un fenó-

meno ya muy divulgado en todas las clases sociales, hasta entre la gente más educada

(ibíd.: 127f.).

Hemos de suponer, sin embargo, que este nuevo consonantismo ya había penetrado

tiempo atrás en las regiones centro-meridionales, como demuestran algunos ejemplos de

Castilla la Nueva e incluso de Andalucía aducidos por Lapesa (2008: 315). Desde Ma-

drid, la generalización del ensordecimiento se extiende por la mitad meridional del do-

minio castellano, manifestándose pronto en Toledo (primera mención del fenómeno en

Toledo en 1577, cf. Kiddle 1977: 330) y Sevilla, donde el fenómeno hubo de triunfar en

la década de 1580 (Catalán 1982: 123). Así, la pérdida de las sibilantes sonoras encuen-

tra amplia y rápida difusión por todas las zonas de habla castellana, extinguiendo la vie-

ja distinción (con la posible excepción de los mencionados islotes aislados donde perdu-

ró), de manera que “podemos estar seguros de que a principios del siglo XVII nadie (sal-

vo los rústicos de algunas regiones) era ya capaz de hacer la distinción correctamente en

el habla” (ibíd.: 128). Aunque algunos gramáticos todavía en las primeras décadas del

siglo XVII siguen insistiendo en la necesidad de distinguir (en la escritura) las grafías

que antes representaban sordas y sonoras, es evidente que esta insistencia se debe más

bien al apego a “prejuicios etimológicos y ortográficos” (ibíd.: 114) y la imitación de las

usanzas de sus prestigiosos predecesores que a un verdadero conocimiento de la antigua

oposición. Ya a partir del primer cuarto de siglo se instala “la fusión como la única nor-

ma del español hablado” (ibíd.: 117), restando únicamente fonemas sordos en la lengua

castellana.

19

Page 21: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

1.3.3. El cambio fonológico de las dentales

1.3.3.1. La desafricación

Junto al ensordecimiento que afecta a todas las sibilantes sonoras, sucede una serie de

otros cambios que atañen principalmente a las sibilantes del orden dental. Es posible que

esas dos dentales conservaran su articulación africada hasta el siglo XVI en las varieda-

des más altas. Sin embargo, vemos que en diferentes momentos y en diferentes regiones

a lo largo del dominio castellano, en los sociolectos menos cultos las africadas predorso-

dentales pierden su rasgo oclusivo convirtiéndose en fricativas /s[ / y /z[ /, de carácter acús-

tico muy similar al de las viejas ápicoalveolares (Penny 2004: 603). Los primeros indi-

cios de este fenómeno, confusiones ocasionales entre <c, ç> : <s-, -ss-> y <z> : <-s->, se

dan en la Andalucía occidental a principios del siglo XIV (Ariza 1994: 229). Indepen-

diente del primer brote andaluz, la desafricación empieza a gestarse en otras zonas caste-

llanas (y también en los dominios asturleonés y aragonés). Desde el mismo siglo XIV se

detectan trueques gráficos fuera de Andalucía, indicando una creciente incertidumbre en

todas partes acerca del carácter de las fricativas sibilantes (o de las grafías correspon-

dientes a ellas) (ibíd.: 229f.). Hemos de suponer, pues, un período de coexistencia (y, a

veces, confusión) de las antiguas fricativas ápicoalveolares con las nuevas predorsoden-

tales de timbre seseante en algunas variedades por todo el territorio castellano hasta el

siglo XVI (Cano Aguilar 2004: 847). Las diferentes reacciones lingüísticas ante esta co-

existencia y la resultante incertidumbre en adelante distinguirían las variedades centro-

septentrionales de las sureñas.

1.3.3.2. La interdentalización

El centro y norte (incluidas las zonas leonesas y aragonesas) conservan la distinción de

las dos órdenes, adelantando el punto de articulación de la predorsodental /s[ /, ya ensor-

decida, o posiblemente de los dos fonemas /s[ / y /z[ /, en aquellas variedades que aún man-

tuvieran la distinción, hasta interdentalizarla en /θ/ o /θ/ : /ð/, respectivamente (Ariza Vi-

guera 1990: 165f., Alarcos Llorach 1988: 55). Resulta sumamente complejo establecer

la cronología de la interdentalización de las predorsodentales, ya que este cambio articu-

latorio es de naturaleza meramente fonética (pues las oposiciones fonológicas siguen in-

tactas) y por lo tanto, no se ve reflejado regularmente en la escritura (Alarcos Llorach

1988: 54f., Cano Aguilar 2004: 842f.).

20

Page 22: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

Hay trueques e indicios gráficos que apuntan hacia la interdentalización a finales del si-

glo XV (Penny 2004: 605) (lo cual significaría que para aquel entonces los primeros

brotes interdentales pudieron coexistir tanto con las variantes fricativas como con las an-

tiguas variantes africadas de las predorsodentales), y es posible que las descripciones de

las grafías <c, ç, z> hechas por algunos gramáticos de la segunda mitad del siglo XVI

hagan referencia a un sonido interdental o parecido (Lapesa 2008: 317). El que las pri-

meras comparaciones con la <th> inglesa no surjan hasta el siglo XVIII, probablemente

o se debe al carácter aún más bien posdental del sonido castellano, parecido a la posden-

tal andaluza moderna (Penny 2004: 605), o a la fe de los gramáticos británicos en las

descripciones viejas que les impide “identificar debidamente la nueva articulación” (La-

pesa 2008: 317). Lapesa sostiene que la interdentalización se consumaría en del primer

tercio del siglo XVII (ibíd.).

1.3.3.3. Seseo y ceceo andaluces

Lo que en el centro-norte del dominio castellano se presentó, durante algún período,

como confusión ocasional, llegó a generalizarse en la mayor parte de Andalucía: la dis-

tinción entre fricativas ápicoalveolares y predorsodentales se perdió a favor de las denta-

les, y una vez ensordecidas éstas, quedaría sólo un fonema dental sordo, de articulación

predorsodental o interdental/posdental, equivalentes a lo que hoy se conoce como seseo

y ceceo. Igual que los cambios ya vistos, éste se genera en los estratos más bien humil-

des y no arraiga en el habla de las clases más altas sino hasta muy tarde (Penny 2004:

606).

La igualación se manifiesta a través de las confusiones gráficas entre <c, ç> : <s-, -ss->

y <z> : <-s->, representantes de los fonemas predorsodentales y ápicoalveolares (sordas

y sonoras, pues el ensordecimiento aún no afectaría a las zonas andaluzas). No cabe

duda de que la cuna de este fenómeno es el Reino de Sevilla, y sobre todo la metrópoli

capitalina, desde donde se irradia a gran parte de Andalucía. No obstante, resulta difícil

determinar el momento en que las confusiones gráficas dejan de ser el eco de la desafri-

cación consumada y de la consiguiente incertidumbre debida a la similitud acústica entre

fricativas viejas y fricativas nuevas, para manifestar que en el habla del escribano ya no

existe tal oposición, pues los fonemas han confluido en /s[ / o /z[ /.

Algunos investigadores (P. Lloyd, J. A. Frago Gracia) afirman que en ciertos sectores

sociales sevillanos la confluencia entró en vigor tan pronto se desafricaran las predorso-

21

Page 23: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

dentales, es decir, que las ápicoalveolares se erradicaron de algunas variedades andalu-

zas ya en el siglo XIV. La mayoría de los científicos, sin embargo, sostiene que la igua-

lación se ve representada en las masivas confusiones grafemáticas a favor de las predor-

sodentales que se dan a partir de mediados del siglo XV en Sevilla y alrededores, pues

éstas, en vez de manifestar la vacilación ante los dos pares de fricativas, ya reproduci-

rían su fusión en uno (Penny 2004: 606). Hacia 1500 se trataría de un fenómeno ya bien

establecido, teniendo en cuenta la amplia cantidad de datos procedentes de todos los

segmentos sociales hasta los más elevados (Cano Aguilar 2004: 843f.).

Lo que originalmente se presenta como un rasgo lingüístico localmente limitado a la

Andalucía occidental (Sevilla, Costa Atlántica: Cádiz, Huelva), pronto se expande, al-

canzando el interior de Sevilla y Cádiz, Córdoba y Antequera, pero sin incorporar la ma-

yor parte de Jaén, estrechamente vinculada con Toledo. Después de la caída del Reino

Nazarí, llega a las zonas reconquistadas con los repobladores sevillanos, gaditanos y

cordobeses que se asientan en Málaga, sur y oeste de Granada y sudoeste de Almería.

En todas estas zonas, las ápicoalveolares desaparecen a favor de la articulación dental,

frente a otras zonas conservadoras cuyos repobladores procedían de lugares distinguido-

res (Jaén, La Mancha, Murcia). Los primeros datos de la confusión granadina son anti-

guos, pues se detectan a partir de 1495 en escritos y Actas capitulares (Cano Aguilar

2004: 846).

Sin embargo, no hay testimonios explícitos o comentarios de gramáticos con respecto al

fenómeno andaluz en general antes del último cuarto del siglo XVI. Indican, para ese

entonces, el claro predominio de la fusión frente a una minoría que aún conservaba la

distinción (cf. el testimonio de Arias Montano, cit. en Lapesa 2008: 318). Por ese perío-

do también triunfa el ensordecimiento en las hablas andaluzas, por lo que hacia fines del

siglo XVI de los cuatro fonemas originales quedaría, en toda la zona, solamente uno, fri-

cativo dental sordo. Mientras tanto, bien podían coexistir variedades que mantenían la

dental sonora frente a la sorda junto a otras que desde antes habían perdido esta oposi-

ción (Cano Aguilar 2004: 847f.). Ya a partir de 1600, las denuncias de la pronunciación

andaluza se generalizan, indicando el triunfo de este nuevo fenómeno bautizado zezear,

zezeo, zecear o ceceo (ibíd.: 845).

Aunque los testimonios de la época señalan a Sevilla como centro de la indistinción, “no

es seguro que fuera Sevilla el único foco irradiador y difusor” (ibíd.: 846) o si la misma

22

Page 24: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

simplificación se lleva a cabo simultáneamente en varios lugares, aun siendo Sevilla, sin

duda, el foco más importante e influyente para la generalización del fenómeno (ibíd.).

Probablemente, una vez consumada la neutralización de ápicoalveolares y predorsoden-

tales existiría una articulación inestable de dos posibles realizaciones: timbre seseante

(predorsdental) o ceceante (posdental) que llegaría a estabilizarse según diferentes ten-

dencias regionales y sociales. Eso lo demuestra el panorama moderno que distingue en-

tre seseo con /s[ / en las zonas urbanas e interiores de Andalucía y ceceo con /θ/ en las zo-

nas rurales y costeñas, fenómenos que, históricamente, provienen del mismo fonema

dental /ts[ / (Alvar 1982: 136-138). Hay algunos datos que parecen indicar, por otro lado,

la posterioridad del ceceo frente a la primigenia solución predorsodental (brotes de ce-

ceo en áreas seseantes, predominio del ceceo en las regiones más tardíamente reconquis-

tadas), lo cual implicaría un posterior adelantamiento articulatorio de /s[ / a /θ/ en ciertas

variedades (Alvar 1982: 137, 143; Cano Aguilar 2004: 847).

1.3.4. El cambio fonético de las palatales

El orden de las palatales castellanas experimenta un retroceso articulatorio en todo el te-

rritorio castellano, con diferentes resultados regionales: en la mayor parte del centro-

norte, las dos palatales originales /ʃ/ y /ʒ/ sufren un proceso de velarización que – ya

consumado el ensordecimiento – las convierte en un solo fonema velar fricativo /x/. En

aquellas regiones, en cambio, donde persistía la aspirada medieval procediente de F- la-

tina y algunos arabismos, la palatal se desplaza hasta la laringe para fundirse con el fo-

nema glotal existente /h/. Este es el caso del sur, no solamente de Andalucía, sino tam-

bién de Extremadura (Ariza 1994: 236) y, fuera del dominio castellano, del leonés orien-

tal (Alarcos Llorach 1988: 55). No obstante, desde el punto de vista fonológico no se

trata de fonemas diferentes, sino de dos variantes alofónicas de un mismo fonema (Cano

Aguilar 2004: 842).

Este cambio lingüístico posiblemente se haya iniciado hacia finales del siglo XV (ibíd.:

839), pero los primeros indicios gráficos claros aparecen en la primera mitad de la cen-

turia siguiente. El que estos indicios aparezcan en el mediodía ibérico no quiere decir

que la innovación sea de origen andaluz, sino que solamente en los lugares que conser-

vaban la aspirada, quiere decir, solamente donde la grafía <h> aún representaba una as-

piración, pudieron darse confusiones gráficas significativas (Ariza 1994: 231). Probable-

mente las antiguas palatales y las nuevas velares coexistirían durante el siglo XVI hasta

23

Page 25: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

generalizarse, en todas partes, el uso de la velar/glotal hacia finales del siglo XVI (Alar-

cos Llorach 1988: 56) o el primer tercio del siglo XVII (Ariza 1994: 236). La variante

sureña, todavía condenada como vulgarismo sevillano en 1631, a mediados del siglo se

describe como fenómeno perfectamente arraigado en Andalucía (Cano Aguilar 2004:

840f.).

1.4. El catalán

1.4.1 El sistema de sibilantes del catalán

El catalán presenta un sistema de sibilantes diferente, más diferenciado y complejo que

las demás lenguas románicas de la Península. Se destaca sobre todo por su riqueza en

sonidos palatales y africados, pues además de las fricativas ápicoalveolares /sM / y /zM / y las

palatales /ʒ/ y /ʃ/ existen las correspondientes africadas /tsM /, /dzM /, /dʒ/, /tʃ/. El valor fone-

mático de éstas, sin embargo, es controvertido, y existe mucha variación dialectal debida

a desarrollos históricos divergentes, distinguiéndose, por ejemplo, las variedades balea-

res o valencianas en varios aspectos del catalán normativo (Meisenburg 2009: 3024f.).

Los cambios fonológicos decisivos dentro del sistema consonántico empiezan a gestarse

desde época preliteraria, por lo que carecemos de comentarios de gramáticos acerca de

los fenómenos en juego. El sistema de sibilantes del catalán medieval tendría las si-

guientes unidades fonemáticas: /sM /, /zM /, /ts[ /, /dz[ /, /ʃ/ y /dʒ/ (que poco después se fricatiza-

ría en /ʒ/ y más tarde y sólo en algunos dialectos restituiría parcialmente el elemento

oclusivo; cf. Rasico 1989: 464) (Echenique Elizondo et al. 2005: 226f.; Rasico 1982:

166-168).

No es posible abarcar en el marco de este análisis el desarrollo histórico de todas y cada

una de las sibilantes catalanas, por lo que vamos a centrarnos en dos aspectos fundamen-

tales que complementan los datos aducidos hasta aquí: el seseo ápicoalveolar del catalán

y el desarrollo del valenciano apitxat.

1.4.2. El desarrollo de las dentales y alveolares en catalán

La mayor parte del ámbito catalán conserva la distinción entre las sordas /ts[ / (<c, ç>)

y /sM / (<s-, -ss->) hasta el siglo XIII. Pero luego de un proceso de desafricación de la den-

tal cuyos primeros indicios se manifiestan en Barcelona y alrededores a finales del siglo

X o principios del XI (Rasico 1982: 162), terminarían confundiéndose las dos sibilantes

en un único fonema ápicoalveolar /sM /. Joan Coromines ha demostrado como, a partir del

24

Page 26: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

siglo XIII, empezó a brotar la confusión gráfica de <c, ç> y <s-, -ss-> a lo largo de toda

la costa del dominio catalán para extenderse, poco a poco, tierra adentro, mientras la

zona que aún distinguía “es va anar empetitint, i la isoglossa de la distinció es desplaçà

més i més cap a l'oest” (Coromines 1976: 17, cursivas originales) hasta generalizarse en

casi todo el territorio el uso único de /sM /, hoy considerado perteneciente a la pronuncia-

ción estándar. Sólo dos zonas occidentales, colindantes con el ámbito lingüístico arago-

nés, guardan la distinción, Aiguaviva de Bergantes y partes de la Ribagorça. Allí, des-

pués de desafricarse, /ts[ / ha resultado en un sonido interdental /θ/ (ibíd.: 14f.).

En el área de la Cataluña Vieja, la indistinción llega a Lleida en el siglo XIV y se mues-

tra muy generalizada en la centuria siguiente, con la excepción de una zona norteña al

pie de los Pirineos, encabezada por la Seu d'Urgell. Ya poco después quedaría estableci-

da el área de la indistinción tal como se presenta hoy (ibíd.: 17).

En las zonas reconquistadas a lo largo del siglo XIII, la indistinción es evidente desde

los primeros momentos de la producción textual. En las Islas Baleares parece que triunfa

desde el inicio mismo de la repoblación, mientras que en Valencia la situación se de-

muestra algo heterogénea, pues coexisten fuentes que distinguen claramente con otras

que muestran indicios evidentes de neutralización. La capital y sus alrededores abando-

nan la distinción desde el comienzo, mientras que las zonas norteñas (el Maestrat, More-

lla) la mantienen hasta el siglo XV. En todo el reino, las fuentes distinguidoras disminu-

yen a lo largo del siglo XIV, y a más tardar desde la segunda mitad del siglo XV no hay

distinción segura en ninguna zona valenciana (ibíd.: 19-29, cf. también el Mapa II).

Un destino particular lo tuvo la africada sonora /dz[ / que, una vez fricativizada a /z[ /, no

confluyó en todos los casos con la ápicoalveolar /zM /, sino que se desarrolló con analogía

al resultado de -D- intervocálica, /ð/, lo que indica la confluencia con ésta desde época

temprana. Los resultados varían según su posición verbal: en posición pretónica se eli-

mina, en posición postónica se funde con la existente /zM / ápicoalveolar y en posición fi-

nal se convierte en /w/ semivocal (Nadal et al. 1983: 274-278).1

La desafricación de /dz[ / parece haberse iniciado más temprano que la de su correlato

sordo, pues hay confusiones en ambas direcciones entre <z> y <d> desde el siglo IX que

indican ya la dificultad de distinguir entre el resultado de -D- y /(d)z[ /. Los primeros indi-

cios de la caída de /ð/ pretónica (<-D- y /dz[ /) se hacen patentes desde la segunda mitad

del siglo X, y poco después (desde la primera mitad del siglo XI) se encuentra documen-

1 Algunos ejemplos son: RATIONE > raó, TRISTITIA > tristesa, PALATIU > palau.25

Page 27: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

tada la transformación de <-z> y <-d> finales en semivocal /w/, generalizándose los dos

fenómenos hacia fines del siglo XII (Rasico 1982: 164f.). El desarrollo de /ð/ postónica

es menos claro, pues se encuentran ejemplos de su pérdida desde el siglo XII en todas

las zonas del ámbito catalán (ibíd.: 158f.). Sin embargo, en el catalán oriental y la norma

literaria llega a triunfar la solución conservadora, fundiéndose /ð/ con /zM / ápicoalveolar.

Esta fusión debió de consumarse en el siglo XIII (Alarcos Llorach 1983: 101f.).

1.4.3. El ensordecimiento del valenciano apitxat

La zona central del antiguo Reino de Valencia, entre los ríos Palancia y Júcar, incluída

la capital como centro del fenómeno, ha experimentado el ensordecimiento, confluyendo

las sibilantes sonoras /dʒ/, /dzM /, /zM / con sus correlatos sordos /tʃ/, /tsM / y /sM /. Este fenó-

meno, denominado “apitxament”, hubo de iniciarse en el siglo XIV, es decir, poco des-

pués del fin de la Reconquista y en pleno proceso de repoblación, a la que contribuirían

tanto catalanes como aragoneses y castellanos. Hay fuentes que indican una amplia ge-

neralización del ensordecimiento hacia finales del siglo XV pero no es sino hasta finales

del siglo XVI o principios del XVII que el fenómeno alcanza la norma escrita, demos-

trando así su amplia difusión, no sólo geográfica sino también social, hasta las capas

más cultas y conservadoras (Rasico 1989: 457-467).

2. Las sibilantes iberorrománicas: desarrollos en común y divergencias

2.1. El sistema de sibilantes iberorrománico común

En el capítulo anterior hemos analizado el desarrollo histórico de los diferentes sistemas

de sibilantes iberorrománicos. Cada uno de estos sistemas manifiesta una variedad de

cambios que distinguen las lenguas modernas de sus antepasados medievales y contribu-

yen a perfilar las diferencias entre unas y otras lenguas. A la vez, hay una gama de desa-

rrollos comunes o parcialmente compartidos, por lo que podemos constatar que en cada

variedad de cada una de las lenguas iberorrománicas sin excepción ha ocurrido por lo

menos uno de los cambios fonológicos de desafricación, seseo o ensordecimiento.

Es notable que, a pesar de los desarrollos fonológicos individuales que durante la Edad

Media alejan a los romances ibéricos del latín y de los iberorromances vecinos, en cuan-

to a las sibilantes se haya establecido, grosso modo, un mismo resultado en todos ellos

en la Baja Edad Media: los cambios analizados en el capítulo anterior parten todos de un

mismo inventario de fonemas sibilantes que se establecería durante la Edad Media en las

26

Page 28: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

diferentes hablas romances, con posible variación en algún que otro aspecto etimológi-

co, pero principalmente caracterizado por desarrollos análogos de las mismas consonan-

tes (o los mismos grupos de consonantes) desde el latín vulgar.

Este primitivo sistema de sibilantes iberorrománico común consistía, como hemos visto,

en seis fonemas, sordos y sonoros (cf. Lorenzo 1987: 463):

fricativas ápicoalveolares /sM / : /zM /

africadas predorsodentales /ts[ / : /dz[ /

fricativas palatales /ʃ/ : /ʒ/ (< /dʒ/)

2.2 La desafricación y sus consecuencias: distinción o seseo

Hemos podido comprobar que en todas las lenguas que comparten este sistema de sibi-

lantes primitivo se da el fenómeno de la desafricación de las dentales, ocasionando la

coexistencia de dos pares de fricativas: uno ápicoalveolar y otro, predorsodental. Este

cambio no solamente se da en las lenguas iberorrománicas, sino en toda la Romania oc-

cidental (en gascón, occitano, francés...) (Penny 2004: 603; Rasico 1982: 141). No debe-

mos subestimar la importancia de este cambio de naturaleza principalmente fonética (y

no fonológica, pues el hecho de que la articulación sea africada o fricativa no altera el

inventario de fonemas y las oposiciones existentes), aunque muchas veces las obras de

historia lingüística desvían la atención hacia las profundas mudanzas fonológicas que

ocurrirían con posterioridad, describiendo la desafricación como un mero paso anterior,

como una condición que tuvo que cumplirse para que los otros cambios pudieran suce-

der. Esto, en sí, no es falso, pero la perspectiva le resta importancia al fenómeno en

cuestión.

La desafricación de las sibilantes dentales, valga la analogía, funciona como primera

pieza en una secuencia de dominó que al caerse desencadena la caída de las siguientes

piezas. Es decir, la desafricación inicia una serie de cambios que sola y únicamente pu-

dieron darse una vez cumplido el primer paso, y no tuvieron por qué haber acontecido si

la primera pieza no caía. Ramón Lorenzo afirma que es apenas después de la desafrica-

ción que los diferentes sistemas de sibilantes empiezan a cobrar su carácter particular

frente a los demás: “A partir do novo sistema sen africadas é cando se comeza a fazer

unha distinción entre as diferentes zonas” (Lorenzo 1987: 464). A consecuencia de la

desafricación, en todas las lenguas llegan a coexistir dos pares de sonidos muy parecidos

(aunque esto no ocurre de manera sincronizada en todas partes y variedades), y recién al

27

Page 29: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

darse esta constelación surge la posibilidad (¿necesidad?) de responder cada lengua a la

situación nueva mediante aquellos particulares cambios fonético-fonológicos que hemos

visto. La reacción de cada una de las lenguas ante la desafricación es lo que define los

rasgos individuales de su sistema de sibilantes. Vemos que las lenguas iberorrománicas

principalmente aplican dos estrategias frente a la pérdida de las africadas:

1) La conservación de dos parejas de fonemas distintivos (distinción): el sistema

mantiene los mismos puntos articulatorios del primitivo sistema común o se lle-

va a cabo un adelantamiento articulatorio en las dentales, convirtiéndolas en in-

terdentales pero conservando la distinción frente a las ápicoalveolares. El prime-

ro es el caso del portugués del nordeste, el segundo el del castellano centro-sep-

tentrional, las hablas asturleonesas y aragonesas colindantes, las hablas catalanas

fronterizas de la Ribagorça y Aiguaviva y el gallego oriental. Un caso particular

lo constituyen las variedades arcaicas gallegas en las que existen tanto variantes

interdentales y posdentales (de timbre ceceante) como predorsodentales (de tim-

bre seseante), aunque estas últimas parecen ocurrir más bien como variantes alo-

fónicas de las posdentales, predominando, por ende, el uso de las sibilantes mo-

dificadas en su punto articulatorio.

2) La neutralización de la oposición de dentales y alveolares y la consiguiente igua-

lación en una sola articulación, es decir, pues, el fenómeno del seseo que se da

con una amplia gama de articulaciones: El seseo puede ser dental, de articulación

predorsal o coronal, de timbre seseante, como es el caso del portugués centro-

meridional, el portugués norteño urbano, algunas variedades del gallego occiden-

tal, el andaluz urbano, del interior y culto/formal; asimismo lo detectamos con

articulación interdental o posdental de timbre ceceante (“ceceo”), en el andaluz

costeño, rural e inculto/informal y en algunas variedades gallegas occidentales.

Pero también observamos un seseo ápicoalveolar en catalán, en ciertas varieda-

des del gallego occidental y en el portugués norteño, sobre todo fuera de los nú-

cleos urbanos.

Vemos que esta última es la solución a la que se ha llegado con más frecuencia, dando

luz a una gran variedad de seseos – un fenómeno típico no sólo de la península ibérica,

sino de gran parte de la Romania en general. A esta solución general innovadora se le

28

Page 30: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

opone el “conservadurismo de tipo norteño peninsular” (Alarcos Llorach 1988: 51), más

excepcional, que sigue distinguiendo fonemas ápicoalveolares y dentales.

2.3. El ensordecimiento

Otra peculiaridad de tipo norteño, esta vez innovadora, es la pérdida de sonoridad, cam-

bio que afecta, además de los órdenes dentales y alveolares, a las fricativas palatales.

Esta innovación no alcanza a todas las lenguas iberorrománicas, pues se gesta en una

zona claramente delimitada geográficamente, y su posterior difusión está ligada a esta

demarcación espacial.

El ensordecimiento se encuentra en todas las variedades del viejo continuo dialectal ro-

mance del norte de la Península (con excepción de las de habla catalana) que nunca ex-

perimentó una conquista árabe profunda y duradera. De poniente a oriente, éstas son: el

gallego, las hablas asturleonesas, el castellano y el aragonés, junto con sus respectivas

prolongaciones hacia el sur, tal como surgieron en el marco de la Reconquista y la Re-

población. Esto significa que el ensordecimiento se encuentra expandido por todo el in-

terior de la Península, dejando inalteradas solamente las lenguas portuguesa y catalana

al oeste y este peninsulares, respectivamente, junto con algunos islotes conservadores en

territorio gallego y castellano. Constituye una excepción la existencia del fenómeno en

el valenciano apitxat, variedad catalana que queda fuera del continuo dialectal norteño

en una zona tardíamente reconquistada y repoblada.

A diferencia de la desafricación, el ensordecimiento parte de una zona específica de la

Península Ibérica. La cuestión es si se puede determinar un área limitada dentro de esta

zona como cuna del fenómeno o si se trata de un cambio que se da de la misma manera

en toda el área. Quizás una cronología comparada pueda contribuir a arrojar luz sobre

esta y otras preguntas pendientes.

2.4. Grados de reducción de los sistemas de sibilantes modernos (vid. Tabla 1)

La emersión de desafricaciones, seseos y ensordecimientos en las lenguas iberorrománi-

cas tiene como efecto la reducción del primitivo sistema de sibilantes común, con solu-

ciones individuales de cada lengua (vid. anexo: cap. 6.2., Tabla 1). Hay, pues, distintos

grados de reducción según los procesos que afectan a cada lengua: Las lenguas que sólo

experimentan la desafricación, pero no tienen seseo ni ensordecimiento, mantienen un

sistema de seis sibilantes (esto aplica únicamente para las variedades arcaicas portugue-

29

Page 31: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

sas y gallegas). Donde, además de la desafricación también se conoce el seseo, pero no

el ensordecimiento, llega a haber cuatro sibilantes. Éste es el caso de las diferentes va-

riedades portuguesas centro-meridionales y noroccidentales. Es particular la situación

del catalán que también experimentó desafricación y seseo, pero en algunas variedades

ha reintroducido una palatal africada y además dispone de africadas nuevas, resultado de

las apócopes y síncopas características de este idioma. Las lenguas que conocieron la

desafricación y el ensordecimiento, pero no llegaron a la indistinción de dentales y al-

veolares, mantienen tres fonemas, como el gallego oriental y el castellano. Por último,

las lenguas que después de la desafricación experimentaron tanto la fusión de dentales y

alveolares como el ensordecimiento, sólo conservan dos fonemas. Este es el caso de las

diferentes variedades del andaluz y del gallego occidental. El valenciano apitxat, igual

que el catalán en general, es un caso particular, por tener las africadas sordas /tsM / < /dzM / <

D'C y /tʃ/ < /dʒ/.

2.5. Un intento de cronología comparada

Creemos haber demostrado que el cambio lingüístico no es homogéneo ni unidimensio-

nal y que la variación tanto geográfica como social no permite establecer una cronología

linear de los sucesos. Lo que sí creemos posible es establecer una cronología comparada

que considere no solamente el triunfo de un fenómeno frente al abandono de otro, sino

también las fases de coexistencia de fenómenos conservadores e innovadores, aun co-

rriendo el riesgo de generalizar y siempre con la conciencia de estar representando de

manera muy simplificada una realidad heterogénea. Las Tablas 2 y 3 (vid. anexo: cap.

6.2.) tratan de reproducir los cambios lingüísticos en las sibilantes iberorrománicas. Pue-

den contemplarse, en yuxtaposición, las cronologías del desarrollo de las dentales (des-

africaciones, seseos o interdentalizaciones) (Tabla 2) y las de los ensordecimientos (Ta-

bla 3).

Es importante señalar el carácter de esquema de estas tablas, pues más que representar

una datación perfectamente acertada, quieren dar una impresión del paralelismo de fenó-

menos, de inicios de procesos y de fases, en las que coexisten sistemas viejos y nuevos.

Muchos cambios fonéticos o fonológicos resultan difíciles de rastrear, pues las grafías

no dan cuenta de ellos (p. ej. en el caso de la interdentalización) o solamente de manera

indirecta y ambigua: las confusiones gráficas entre ápicoalveolares y dentales en un mo-

mento primero probablemente sólo sean indicio de la desafricación y la consiguiente in-

30

Page 32: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

certidumbre (Ariza 1994: 229f.; Lorenzo 1987: 464). Es importante tener en cuenta esta

ambigüedad gráfica, pues también explica la existencia de confusiones en zonas hoy no

seseantes (cf. Cano Aguilar 2004: 838). Por otro lado, las confusiones en algún momen-

to han de interpretarse ya como indicio de la fusión de los dos pares de sibilantes en uno,

es decir, como representación del seseo, y la dificultad radica en determinar a partir de

qué momento es posible hablar de un seseo en vez de suponer la dificultad de distinguir

dos pares fonemáticos aún existentes. Recién cuando se dan confusiones masivas en un

mismo texto y en cantidad de documentos de la misma época y región podemos consta-

tar con bastante certeza la amplia difusión de la indistinción.

La misma ambigüedad de las grafías se da en el caso del ensordecimiento. Resulta sobre

todo difícil determinar los inicios del fenómeno, pues en el ámbito de las ápicoalveola-

res y, en menor grado, de las predorsodentales, no existe una distribución gráfica clara

hasta la época de las reformas alfonsíes en ninguna de las lenguas iberorrománicas (cf.

Maia 1986: 440, 465).

Los cambios lingüísticos analizados, por lo que hemos visto, parten o se difunden sobre

todo entre sectores sociales bajos, de poco acceso a la educación, y tardan en verse refle-

jados en la lengua escrita. En el medioevo, las personas cultas que tienen acceso a la es-

critura suelen ser conservadoras y aferradas a las tradiciones y normas ortográficas; por

eso en los documentos escritos ortográficamente predomina una usanza que parece re-

presentar el viejo sistema de sibilantes común, todavía hasta épocas muy tardías. Hay

que considerar, pues, que solamente los yerros y vacilaciones nos permiten entrever las

realidades fonológicas que posiblemente ya existieran desde hace tiempo sin verse refle-

jadas en los textos – el hecho de que no se encuentren confusiones gráficas de dentales y

alveolares o de sordas y sonoras en un documento determinado no significa a fuerzas

que el fenómeno no exista al momento de redactarse el texto, sino que posiblemente la

norma ortográfica oculte su existencia. En cambio, los abundantes comentarios de los

gramáticos criticando el mal uso de la lengua desde la segunda mitad del siglo XVI indi-

can con bastante claridad una difusión ya muy amplia de los fenómenos.

Queda evidente que hay que manejar las dataciones con cautela. El inicio o el abandono

de una variante no pueden datarse con absoluta certeza y los valores aducidos en las ta-

blas 2 y 3 deben comprenderse como una orientación más que una fecha exacta. Lo que

sí podemos dar por cierto es la coexistencia de los fenómenos nuevos (seseo, interdenta-

31

Page 33: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

lización) con las variantes más conservadores. Asimismo, en las lenguas que experimen-

taron el ensordecimiento debieron coexistir unas variedades altas que distinguían sordas

y sonoras, frente a otras variedades más bajas que solamente conocían sibilantes sordas.

Por eso, si le agregáramos una tercera dimensión, la social, a la cronología comparada,

es de suponer que resultarían interesantes paralelas interregionales que mostrarían una

proporcionalidad entre el tiempo y el ascenso social de un fenómeno (y el abandono del

fenómeno antiguo), desde “abajo” para “arriba”.

No obstante estas reservas, una cronología comparada nos puede ser útil para reconstruir

desarrollos paralelos o divergentes.

2.5.1. Cronología de desafricaciones, seseos e interdentalizaciones (vid. Tabla 2)

Lamentablemente, no hay datos suficientes para establecer una cronología de los cam-

bios lingüísticos de la Galicia oriental (sobre todo, del proceso de interdentalización) o

de la Portugal septentrional y su seseo ápicoalveolar. En cuanto a las dentales catalanas,

parece conveniente que nos enfoquemos en el desarrollo del fonema sordo, ya que el de-

sarrollo del fonema sonoro, como hemos visto (cf. cap. 1.4.2.), se muestra altamente

irregular y heterogéneo.

Respecto a la desafricación, vemos que se lleva a cabo más o menos simultáneamente en

casi todas las lenguas (siglos XIII-XIV), con excepción del catalán costeño cuyo desa-

rrollo temprano parece alinearse con la aparición temprana de estos fenómenos en el

ámbito galorrománico (consumación hacia fines del XII o principios del XIII, cf. Rasico

1982: 141). La aparición paralela de estos fenómenos en muchos lugares dispersos sin

aparente conexión nos permite suponer que se trata de cambios autóctonos que se gene-

raron individualmente en cada lugar. En consecuencia, las diferentes estrategias (seseo,

interdentalización) que se aplican como reacción ante la desafricación, también habrán

de interpretarse como desarrollos autóctonos, surgidas de manera parecida en diferentes

puntos de la Península, como indica Clarinda Maia con respecto al seseo: “Desse modo,

parece dever admitir-se que surgiram em toda a Península diferentes focos de confusão

de sibilantes, mais o menos contemporâneos, ainda que independentes” (Maia 1986:

449). Es difícil determinar cuándo se generan el seseo y la interdentalización por prime-

ra vez y cuándo llegan a triunfar como única solución local en sus respectivos entornos,

pues como mencionamos arriba, bien pudo haber variedades que conservaban la oposi-

ción durante algún tiempo, mientras otras llegaron a la indistinción en poco tiempo, así

32

Page 34: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

como en las variedades que hoy aún mantienen la distinción, pudieron coexistir durante

un tiempo indeterminado las dentales inalteradas y las nuevas dentales adelantadas. El

seseo, por ser un fenómeno de confusión, se detecta más fácilmente que la interdentali-

zación que no tiene impacto inmediato en el uso de las grafías. Donde se da el seseo, ve-

mos que su difusión es amplia en el siglo XV, aunque los comentarios de los gramáticos

(donde los hay, es decir, en castellano y portugués) indican que la distinción seguía par-

cialmente en pie hacia finales del siglo XVI.

La datación de la interdentalización resulta tarea difícil, sobre todo para el gallego orien-

tal. En el castellano, los primeros indicios se dan desde finales del siglo XV (aunque

esto no excluye la posibilidad de que existieran articulaciones de timbre ceceante desde

mucho antes), pero faltan pruebas para establecer su desarrollo fuera de las áreas de ha-

bla castellana. En toda la Península, la interdentalización se da típicamente en las zonas

de influencia política y cultural castellana, y es por eso que la existencia de una inter-

dental en gallego (y otras lenguas) muchas veces se ha atribuido a la influencia lingüísti-

ca del castellano hegemónico (cf. Lorenzo 1993: 25f.).

Hoy por hoy, resulta claro que no hace falta buscar las razones de la interdentalización

fuera de la propia lengua gallega. Una influencia tan profunda y directa del castellano

resulta poco probable, teniendo en cuenta que hasta el siglo XIX, el conocimiento del

castellano se hallaba “reducido a círculos moi estrictos” (Mariño Paz 1998: 272). Si la

mayoría de los hablantes dominaba únicamente el gallego, es poco probable que hubiera

una influencia fonética del castellano, dado que hasta hoy el castellano hablado en Gali-

cia presenta claros rasgos de la fonética gallega (Lorenzo 1987: 466). Hay buenas razo-

nes de suponer una serie de soluciones autóctonas (interdentalizaciones en unas zonas,

seseos de articulaciones diferentes, en otras) a la misma problemática que se daba en to-

das partes de la Península: la existencia de sonidos muy cercanos en el sistema de sibi-

lantes.

2.5.2. Cronología de los ensordecimientos (vid. Tabla 3)

La comparación de los datos respecto al ensordecimiento confirma su origen norteño y

la expansión posterior al mediodía ibérico. Igual que la interdentalización, el ensordeci-

miento, por gestarse en zonas de hegemonía o gran influencia castellana, frecuentemente

ha sido atribuido a una supuesta castellanización. La aparición de muestras de ensorde-

cimiento en textos gallegos iguales de antiguos que las primeras fuentes castellanas, sin

33

Page 35: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

embargo, no deja ninguna duda de que el ensordecimiento gallego no sólo antecede a la

castellanización de Galicia (que además sólo alcanzó a un círculo muy reducido de per-

sonas) (Maia 1986: 472), sino que efectivamente tenemos que partir de una “serie de fo-

cos genéticamente independientes” (Pensado 1993: 201) que dan luz al fenómeno. El

caso del valenciano apitxat, en cambio, es diferente, pues vemos que se desarrolla con

bastante posterioridad, y aparentemente, poco después de reconquistarse Valencia. Pro-

bablemente, la aparición de este rasgo lingüístico en la región pueda explicarse en este

contexto de la Reconquista y Repoblación, como trataremos de explicar en el capítulo

siguiente. En el centro-sur español (es decir, en Andalucía, como vemos en Tabla 3,

pero también en Madrid y Toledo, como vimos en el cap. 1.3.2.), la generalización del

ensordecimiento parece haberse llevado a cabo con bastante velocidad. Vamos a demos-

trar en el próximo capítulo que probablemente haya que rectificar un tanto esta impre-

sión.

3. Modelos explicativos de los cambios de las sibilantes iberorrománicas

En este capítulo intentaremos analizar los motivos de las transformaciones de los siste-

mas de sibilantes iberorrománicos desde un punto de vista comparativo, poniendo énfa-

sis en dos modelos explicativos, sin dejar de añadir otros enfoques o aspectos que pue-

dan servir para alumbrar los procesos en cuestión. Antes de entrar en el análisis de cada

uno de los dos complejos de cambios de sibilantes – el ensordecimiento y la desafrica-

ción y sus consecuencias –, es preciso presentar de forma breve los dos modelos que va-

mos a utilizar.

El primer modelo hace hincapié en la estructura de la lengua, más precisamente, su sis-

tema fonológico, y busca explicar el cambio lingüístico dentro de los parámetros de esta

estructura. Se trata del enfoque funcionalista de André Martinet, revelado en su obra

“Economía de los cambios fonéticos”. El segundo modelo, en cambio, contempla la len-

gua como un fenómeno social y trata de explicar el cambio lingüístico como un proceso

motivado por el contacto entre hablantes. Se trata de un enfoque sociolingüístico basado

en las observaciones de Peter Trudgill (“Dialects in Contact”), ampliado por Ralph

Penny y Donald Tuten. Veremos si estos dos modelos ofrecen explicaciones alternativas

o contradictorias, o si incluso se complementan.

34

Page 36: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

3.1. La economía lingüística

En “Economía de los cambios fonéticos”, André Martinet plantea un conflicto básico

que domina la evolución de todas las lenguas. Se trata de la contradicción que existe

“entre las necesidades comunicativas y expresivas del hombre y su tendencia a reducir

al mínimo su actividad mental y física” (Martinet 1974: 133). Son éstos dos principios

competitivos: el afán, por un lado, de ampliar el inventario fonológico, morfológico, lé-

xico etc. para aumentar la expresividad y capacidad de especificación de la lengua,

contra la “inercia natural” (ibíd.), por otro lado, que procura reducir los inventarios de la

lengua a pocas unidades generales, de uso más amplio y frecuente. Esta inercia, siendo

naturaleza humana, es permanente, mientras las necesidades comunicativas y expresivas

de una comunidad de habla cambian; y por ende, el comportamiento lingüístico repre-

senta un permanente intento de equilibrar las dos tendencias, lo que se ha llamado “prin-

cipio del menor esfuerzo” o simplemente “economía” (ibíd.: 132f.). El conflicto perma-

nente entre los dos polos – comunicación e inercia – puede llevar a diferentes resultados

que abarcan tanto la reducción de las distinciones existentes por falta de utilidad como el

nacimiento de nuevas distinciones o simplemente el mantenimiento del status quo (ibíd.:

136).

El sistema fonológico procurará siempre la integración y diferenciación máximas de sus

fonemas. Bajo estos términos se entiende la agrupación de los fonemas en series2, órde-

nes3 y correlaciones4, por un lado, y la tendencia a mantenerlos “tan distantes de sus ve-

cinos como les sea posible sin dejar de ser fáciles de articular y de percibir” (ibíd.: 87),

por otro, para asegurar su estabilidad, esto significa, su “resistencia a la confusión de las

unidades distintivas” (ibíd.: 112): “Un sistema será tanto más estable, es decir, estará tanto mejor adaptado a su función [de pro-

curar la nítida distinción de sus unidades fonemáticas, n. del autor] y por tanto será tanto más

económico, cuanto menos susceptibles de desembocar en la confusión de los fonemas sean las

inevitables desviaciones articulatorias del habla.” (ibíd.: 140)

La mención de la inevitabilidad de las desviaciones articulatorias hace referencia al he-

cho de que siempre habrá variación en la pronunciación, aun tratándose del mismo indi-

viduo pronunciando una misma palabra: aunque la diferencia sea mínima y muchas ve-

2 El conjunto de fonemas que comparten el mismo modo de articulación, pero se distinguen por su punto de articulación, p. ej. la serie de las oclusivas /p/, /t/, /k/ (cf. Martinet 1974: 98).3 El conjunto de fonemas del mismo punto de articulación, distintos por su diferente modo de articulación, p. ej. el orden bilabial /p/, /b/, /m/ (cf. ibíd).4 El conjunto de dos series paralelas con cierta cantidad de oposiciones de fonemas pertenecientes al mis-mo orden, p. ej. la correlación de nasalidad en /p/, /t/, /k/ : /m/, /n/, /ŋ/ (cf. ibíd.: 99).

35

Page 37: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

ces imperceptible, no hay dos pronunciaciones idénticas; en ocasiones, la desviación ar-

ticulatoria puede llegar a ser considerable (ibíd.: 66).

El marco que alberga todas las pronunciaciones posibles de un fonema es lo que Marti-

net denomina su campo de dispersión, al cual le agrega el concepto del margen de segu-

ridad, una “especie de tierra de nadie” (ibíd.: 67) articulatoria que separa los campos de

dispersión de dos fonemas.

No toda articulación llega a dar en el punto óptimo (“centro de gravedad”) de este cam-

po de dispersión, y mientras no se vea afectada la comprensión, las desviaciones ligeras

más allá del campo de dispersión normal pueden llegar a establecer una extensión del

mismo. Cada desplazamiento del campo normal en alguna dirección que afecte el mar-

gen de seguridad hacia los vecinos, haciendo que éste crezca o disminuya, constituye un

cambio fonético (ibíd.: 68). La reducción del margen de seguridad entre dos fonemas (es

decir, el acercamiento de uno al otro) puede llevar al desplazamiento del segundo con el

fin de restituir el margen de seguridad y así mantener la distinción de la oposición fono-

lógica y reducir la posibilidad de malas interpretaciones (ibíd.: 83). Por otro lado, abun-

dan los casos en que un fonema no retrocede ante la invasión del margen de seguridad y

se llega a la confusión de los dos fonemas (ibíd.: 75). Esto, a primera vista, parece

contradecirse con la idea de que el sistema fonológico procura la estabilidad y no la con-

fusión de sus unidades. No es así: afirma el postulado básico funcionalista que “los cam-

bios fonéticos no se producen con independencia de las necesidades de la

comunicación” (ibíd.: 69f.). Lo que se procura conservar en el conflicto entre expresivi-

dad e inercia son las oposiciones fonológicas útiles. El concepto del rendimiento funcio-

nal determina cuáles son las oposiciones útiles y cuáles no.

Medir el rendimiento funcional de una oposición significa examinar su “importancia re-

lativa (...) en la satisfacción de las necesidades de la comunicación” (ibíd.: 76), es decir,

su capacidad distintiva: funcionalmente, rinde más una oposición fonemática que distin-

gue gran cantidad de unidades léxicas y/o morfológicas que otra cuya capacidad distinti-

va aplica sólo en algunos pocos casos. Por ende, una oposición de rendimiento alto se

mantendrá con firmeza, mientras que las oposiciones de bajo rendimiento con facilidad

cesarán ante el triunfo de la economía lingüística (ibíd.: 76-78). Hay que tener en cuen-

ta, sin embargo, que se trata de una condición necesaria, pero no de un automatismo: no

toda pareja de fonemas contiguos y de bajo rendimiento necesariamente va a confluir,

36

Page 38: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

como demuestran muchos ejemplos de su conservación en multitud de lenguas (ibíd.:

82).

3.2. La koineización, las redes sociales y la nivelación dialectal

Cuando se hace hincapié en la dimensión sociolingüística del cambio fonológico, suele

resaltarse la peculiar situación social de la Península Ibérica en la Baja Edad Media y la

temprana Edad Moderna, marcada por los procesos de Reconquista y Repoblación y las

exploraciones y conquistas ultramarinas, iniciadas hacia fines del medioevo. En el mar-

co de estos acontecimientos se dan migraciones masivas del norte al sur y, por consi-

guiente, encuentros entre gentes de orígenes muy diversos, sobre todo de la Península

misma, pero también de otras partes. La mayoría de quienes entran en contacto en los

lugares donde se establecen asentamientos nuevos hablan variedades romances diferen-

tes, pero en gran medida mutuamente inteligibles. Nacen así situaciones de contacto dia-

lectal que llevan a procesos niveladores y al surgimiento de variedades meridionales de

todas las lenguas de la Península que difieren, algunas considerablemente, de sus contra-

partes septentrionales (cf. Penny 2000: 67, 114-131).

Un modelo que ha sido utilizado para explicar estos procesos de contacto dialectal es el

de la koineización, basado en un modelo desarrollado por Peter Trudgill en “Dialects in

Contact” (1986), pero ampliado por Ralph Penny (2000) y Donald Tuten (2003) quienes

lo aplican específicamente al caso del castellano. Como se encuentran desarrollos simi-

lares tanto en la historia social como en la historia lingüística a lo largo de toda la Penín-

sula, parece interesante analizar la aplicabilidad del modelo para todas las lenguas ibero-

rrománicas.

En las palabras de Peter Trudgill, los procesos que caracterizan las situaciones de mez-

cla dialectal y la consiguiente koineización se pueden resumir de este modo: “In a dialect mixture situation, large numbers of variants will abound, and, through the pro-

cess of accomodation in face-to-face interaction, interdialect phenomena will begin to occur.

As time passes (…) the variants present in the mixture begin to be subject to reduction. (…) The

reduction of variants (…) takes place via the process of koinéization. This comprises the pro-

cess of levelling, which involves the loss of marked and/or minority variants; and the process

of simplification, by means of which even minority forms may be the ones to survive if they are

linguistically simpler, in the technical sense, and through which even forms and distinctions

present in all the contributory dialects may be lost.” (Trudgill 1986: 126)

37

Page 39: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

El efecto principal del contacto entre dialectos mutuamente inteligibles es la acomoda-

ción a corto plazo (short-term accomodation) entre los hablantes, un comportamiento

característico de toda situación comunicativa. El concepto se refiere al hecho de que

cada hablante en su discurso siempre se adaptará, algunas veces más, algunas veces me-

nos, al habla de la persona o del grupo de personas con quienes se lleva a cabo la con-

versación (Penny 2000: 39). En situaciones de contacto duradero, esta acomodación es-

pontánea puede fijarse como un ajuste a largo plazo (long-term accomodation) (Tuten

2003: 30). El contacto a largo plazo entre los hablantes de diferentes variedades proba-

blemente en un principio dará luz a una mezcla dialectal caótica en la que compiten las

diferentes variantes de los dialectos originales y soluciones nuevas, antes inexistentes,

que surgen como formas de interdialecto (Tuten 2003: 36f.). Con el paso del tiempo, se

reducirá el grado de variación y surgirá un dialecto nuevo, diferente a todas las varieda-

des que inicialmente contribuyeron a la mezcla (Penny 2000: 41). Los mecanismos más

importantes en este proceso de koineización son la nivelación (levelling) y la simplifica-

ción (simplification).

La nivelación se refiere a la reducción de las variantes marcadas de la mezcla (esto pue-

de afectar no sólo a las variantes de los dialectos iniciales, sino también a las formas in-

terdialectales). Generalmente, la probabilidad de supervivencia de una variante incre-

menta mientras más común sea su uso: “those features that are used by the maximum

number of speakers are those that are generally selected” (Tuten 2003: 42). Sin embar-

go, también se dan casos en los que sobreviven formas minoritarias en la koiné (ibíd.:

41-43).

Un proceso alternativo de la reducción de variantes es la simplificación que puede resu-

mirse como “the reduction in inventories of units and rules within the most systematic

components of the language (phonology, morphology, and syntax)” (ibíd.: 46). Esta re-

ducción parece ser producto de la adquisición imperfecta de la lengua: “The reduction in

inventories of units and rules is clearly the result of imperfect language learning. It is fa-

vored by discrepacies between contributing dialects, which lower frequency and consis-

tency of input, but the simplified forms themselves, generated through overextension of

dominant patterns, must arise in learner language” (ibíd.). La simplificación, por ende,

se encuentra dentro del marco de la nivelación, pero agrega nuevas variantes simplifica-

das surgidas entre los primeros nativos del nuevo dialecto (ibíd.: 46f.).

38

Page 40: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

La koineización es un proceso que se da en situaciones de afluencia social y lingüística

extraordinarias, y parece consumarse dentro de pocas generaciones, por lo que se trataría

de un cambio lingüístico considerablemente rápido (ibíd.: 229). La afluencia de gran

cantidad de personas de procedencia diferente implica rápidas transformaciones de la es-

tructura social. Las redes sociales y el efecto que tienen en el comportamiento lingüísti-

co de una comunidad son de importancia fundamental para la comprensión del cambio

lingüístico, no solamente en casos de koineización.

La teoría de las redes sociales, aplicada a la lingüística por Lesley y James Milroy y Wi-

lliam Labov, entre otros, representa las constelaciones sociales mediante la metáfora de

una red en la que los individuos forman nodos que están conectados entre sí por uno o

varios enlaces (de familia, trabajo, vecindario, círculo de amigos etc.). Una relación que

consiste en un solo enlace entre dos individuos es considerada un lazo débil (weak tie),

frente al lazo fuerte (strong tie) que caracteriza las relaciones de individuos que compar-

ten muchos enlaces (Penny 2000: 64). Existen, pues, redes sociales de tejido denso (clo-

se-knit social networks), caracterizadas por el predominio de lazos fuertes, y redes socia-

les de tejido flojo (loose-knit social networks) en las que predominan los lazos débiles.

Las redes sociales densas funcionan como instancias que refuerzan valores tradicionales

y normativos, impidiendo todo tipo de cambio (Tuten 2003: 51). Consecuentemente, po-

demos afirmar “(...) that smaller societies characterized by closeknit social networks, overall stability, and

isolation, are more capable of promoting the learning of a language variety with minimal

change, and that over time speakers of such varieties are more likely to retain and add complex

features. Conversely, (usually larger) societies characterized by more looseknit social networks

and high levels of contact are more likely to tend toward simplification, hybridization, and

higher rates of change.” (ibíd.: 48)(

Todo tipo de innovación, también el cambio lingüístico, se propaga a través de los lazos

débiles (ibíd.: 51). Este aspecto es de importancia fundamental, pues la migración y la

afluencia de personas de distintos orígenes dan inicio al surgimiento de nuevas redes so-

ciales de tejido flojo que recién con el paso del tiempo se estabilizarán. Así, se explica la

predisposición al cambio lingüístico y a la koineización de estas comunidades: “(...) migration leads to the dominance of weak ties in a community, and dominance of weak

ties fosters linguistic change. Societies on the move are likely to experience more linguistic

change, even substantially more change, than those which remain rooted for long periods of

time in the same place.” (Penny 2000: 65)

39

Page 41: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

Hay que distinguir con claridad entre los conceptos de koineización y nivelación dialec-

tal (dialect leveling). Ésta se refiere a un fenómeno de contacto entre comunidades dia-

lectales estables, proceso que lleva a una semejanza mayor entre las dos por compartir

ciertos rasgos, pero no a la mezcla dialectal característica de la koineización (Tuten

2003: 79f.).

A diferencia de la koineización, típica de los pueblos nuevos (o de lugares establecidos

que experimentan una expansión dramática por inmigración masiva, cf. Penny 2000:

42), la nivelación dialectal ocurre entre pueblos viejos, establecidos y estables, sobre

todo “when communication networks over entire regions become dominated by weak

ties” (ibíd.: 80). Según Tuten, el fenómeno puede considerarse como una forma atenua-

da de koineización, pero divergente en algunos aspectos, pues no lleva a la formación de

un dialecto claramente distinto y definido, sino hacia la propagación general de algunos

rasgos y el abandono de dialectos periféricos, y no siempre incluye procesos de simplifi-

cación. Otra característica típica es que la nivelación dialectal no lleva a un cambio

abrupto dentro de pocas generaciones, sino más bien a uno paulatino y gradual (ibíd.).

No es fácil hacer una distinción nítida de los dos fenómenos, ya que la koineización mis-

ma puede ir acompañada de procesos de nivelación dialectal cuando se da en áreas ex-

tensas: “When koineization occurs simultaneously (or nearly so) in many places over a

wide geographical region, it must be supposed that dialect leveling between each koinei-

zing center (towns and cities, with surrounding areas) also occurs” (ibíd.).

3.3. El cambio lingüístico: ¿economía o contacto entre hablantes?

Al inicio del capítulo 3 nos planteamos la pregunta si la relación entre los dos enfoques

que presentaríamos era exclusiva o complementaria. Vemos que efectivamente no se tra-

ta de dos modelos contradictorios, sino de dos modelos que tienen en cuenta dos dife-

rentes dimensiones del cambio lingüístico. Bajo el término de “cambio lingüístico”, ex-

plica Ralph Penny, “(...) se suelen entender dos cosas bastante distintas. Por una parte, se hace referencia al moti -

vo del cambio, intentando identificar el origen de cada modificación lingüística. En este senti-

do, el cambio es producto de la actividad lingüística de un solo individuo, y es por eso abrup-

to: puede aparecer de un día a otro. Por otra parte se concibe el cambio como resultado de un

proceso social: la aceptación de una innovación por parte de cierta comunidad. En este segun-

do sentido, el cambio lingüístico tiene que ser gradual: se propaga de un individuo a otro.”

(Penny 2004: 593)

40

Page 42: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

Vemos, pues, que no estamos frente a dos modelos explicativos en competencia, sino a

dos enfoques complementarios que asumen las perspectivas diferentes que implica el

concepto del cambio lingüístico: la idea funcionalista de la economía lingüística hace

hincapié en las causas del cambio fonético y fonológico que radican en el sistema y, por

ende, son características generales que atañen igualmente a cada individuo, pues las re-

glas de la fonética y de la fonología son válidas para cada hablante. Las teorías de la koi-

neización, las redes sociales y la nivelación dialectal, en cambio, describen mecanismos

de la difusión social de innovaciones lingüísticas. Entonces, mientras la economía lin-

güística pone de manifiesto por qué cierto cambio es probable en el hablante individual

y puede darse en diferentes individuos de la misma manera, el conjunto de las teorías so-

ciolingüísticas arroja luz a la cuestión cómo ciertas tendencias lingüísticas llegan a im-

plantarse en toda una comunidad lingüística. Veamos cómo estos dos enfoques pueden

contribuir a explicar la historia del desarrollo de las sibilantes en las lenguas iberorromá-

nicas.

3.4. Motivos del ensordecimiento

Muchos han sido los intentos de explicar la pérdida de sonoridad, un fenómeno que lla-

ma la atención sobre todo cuando aparece en posición intervocálica, pues en este contex-

to es más probable observar la sonorización de consonantes sordas por asimilación que

una pérdida de sonoridad entre dos unidades sonoras (Alarcos Llorach 1988: 51f.). Ade-

más del surgimiento del fenómeno en el norte de la Península que constituye el primer

paso de la historia del ensordecimiento, es preciso analizar dos pasos más: la entrada del

fenómeno al habla culta de Madrid, y con eso el cambio de norma, como segundo paso,

y su expansión a las zonas meridionales reconquistadas (Andalucía, Valencia), como

tercero.

3.4.1. La génesis del ensordecimiento

La aparente excepcionalidad del fenómeno y la falta de información sobre la historia lin-

güística de las lenguas iberorrománicas más allá del castellano, por mucho tiempo lleva-

ron a los investigadores a considerar el ensordecimiento como un fenómeno surgido en

el castellano por influencia externa y su aparición en otras lenguas como el resultado del

masivo influjo castellanizante desde fines de la Edad Media. El propio Martinet, cuyas

teorías fonológicas valen perfectamente para explicar el surgimiento del fenómeno des-

41

Page 43: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

de una perspectiva interna (como veremos más abajo), recurrió a una explicación adstra-

tística para aquella característica que consideraba única en el ámbito romance (cf. Marti-

net 1974: 423f.).

Martinet (ibíd.: 421-461) y cantidad de otros investigadores creyeron ver el motivo del

ensordecimiento en el contacto intensivo entre el castellano y el euskera antiguo cuyo

sistema fonológico, igual que el castellano, carecía de sibilantes sonoras. Mientras un in-

tenso contacto no sólo lingüístico, sino cultural en general entre castellanos y vascos es

innegable (cf. Lantolf 1979: 298-300), hoy por hoy resulta poco factible atribuir precisa-

mente el ensordecimiento a este contacto. Ya hemos visto que el fenómeno se gesta

igual de temprano en gallego (y otras lenguas contiguas) que en castellano, y no hay ma-

nera de hacer valer alguna influencia vascuence en el ensordecimiento gallego.

Aunque ya Dámaso Alonso reconoció la existencia de un continuo de variedades con

ensordecimiento “propio” (y no de adstrato) en toda la franja septentrional de la Penín-

sula, tampoco no supo encontrar explicación alguna que no recurriera al influjo de otra

lengua, pues veía la razón del ensordecimiento en la existencia de “un substrato común,

de efecto retardado” – teoría de poca probabilidad, considerando que no hubo lengua in-

dígena que se extendiera por un territorio tan amplio previo a la latinización, ni parece

lógico que un sustrato desarrollara su impacto mil años después de la conquista romana

(cf. Costas González 1999: 436).

Las investigaciones más recientes no dejan ninguna duda de que el fenómeno del ensor-

decimiento no es tan único ni excepcional como en un principio pareciera. Ya hemos de-

jado claro que la existencia del ensordecimiento en varias lenguas iberorrománicas no se

explica sino como la consecuencia de un surgimiento más o menos contemporáneo e in-

dependiente en diferentes focos. Carmen Pensado, además, ilustra como se dan fenóme-

nos de ensordecimiento en puntos muy dispersos a lo largo de toda la Romania sin cone-

xión ni geográfica ni temporal, por ejemplo en el sur de Italia, Cerdeña y el Bajo-Lan-

guedoc, y hasta en fenómenos tan recientes como la pérdida de sonoridad de las palata-

les fricativas en el habla de Buenos Aires (Pensado 1993: 203-210). Si evidentemente no

es tan extraordinario que una sibilante sonora ensordezca, tampoco no hace falta buscar

explicaciones extraordinarias fuera de la lengua en que esto ocurre.

Este punto de vista “interno” es el que asumen quienes parten de enfoques que ven la

causa del ensordecimiento en diferentes procesos fonéticos que llevan a la pérdida de

sonoridad. Sin duda, la explicación que más atención ha recibido es la de Amado Alon-

42

Page 44: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

so. Él parte de la idea de un ablandamiento articulatorio general (que incluye también la

fricativización de las oclusivas y africadas sonoras), por cuya culpa la corriente de aire

que produce el “rehilamiento” (vibración causada por la fricción en el punto de articula-

ción que se añade a la vibración de las cuerdas vocales) se vuelve insuficiente. Para con-

servar esta fricción, la glotis habría aumentado su abertura, asegurando así el paso del

aire a costa de la vibración de las cuerdas vocales, lo que implica la pérdida de la sonori-

dad (ibíd.: 210-212).

Mientras desde este punto de vista, el ensordecimiento se presenta como parte de un fe-

nómeno general de lenición, Carmen Pensado lo interpreta más bien como un proceso de

reforzamiento articulatorio opuesto a la lenición de las oclusivas sonoras. Afirma que el

ensordecimiento corresponde a la “Ley de Compensación” de Rousselot, según la cual

“el debilitamiento de las vibraciones laríngeas es fenómeno concomitante del refuerzo

de la articulación lingual y del volumen de aire requerido para mantener el

rehilamiento” (ibíd.: 214). Esto se explica partiendo de una característica contradictoria

de las fricativas sonoras: el ruido intenso de fricación y la sonoridad son incompatibles.

Una sonoridad intensa sólo es posible a costa de la amplitud del ruido de la fricación, y

viceversa, una fricación fuerte implica la reducción o pérdida de la sonoridad (ibíd.). En

términos fonéticos, “la amplitud de la sonoridad desciende de forma considerable duran-

te el período de máxima amplitud de ruido” (ibíd.), es decir que técnicamente las fricati-

vas sonoras son sordas, durante gran parte de su articulación (ibíd.: 214-216). Incremen-

tar la fuerza articulatoria implica reducir las vibraciones de las cuerdas vocales (o sea, la

sonoridad), por lo que resulta que “la tendencia al ensordecimiento será mayor cuanto

mayor sea el ruido de fricción o rehilamiento” (ibíd.: 217). Esto es de particular impor-

tancia para las sibilantes que presentan un ruido de fricción considerablemente más alto

que las demás fricativas, lo cual las convierte en “las fricativas con mayor tendencia a

ensordecerse” (ibíd.: 219).

Pensado concluye de estos datos que hubo de ocurrir un aumento de tensión en las sibi-

lantes sonoras (es decir, un reforzamiento articulatorio) que ocurre paralelamente al de-

bilitamiento de las oclusivas sonoras en aproximantes, “de modo que parece tratarse de

una polarización de las características intrínsecas de las fricativas sonoras sibilantes y no

sibilantes. A menudo sucede que los cambios por reforzamiento se insertan dentro de

polarizaciones” (ibíd.: 223f.).

43

Page 45: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

Aunque el análisis de C. Pensado aduce unos datos sumamente interesantes y esclarece-

dores, no consideramos imprescindible recurrir a una argumentación basada en procesos

fonéticos para explicar el ensordecimiento. La teoría de la economía lingüística constitu-

ye una manera sencilla, pero no por eso menos convincente, de explicar la pérdida de

sonoridad de las sibilantes desde una perspectiva “interna”, considerando la estructura

del sistema fonológico y sus oposiciones. Sin embargo, las informaciones proporciona-

das por Pensado forman un punto de partida para entrar al análisis fonológico.

Hemos visto que las sibilantes por su carácter rehilante (es decir, por la mayor fuerza ar-

ticulatoria) ensordecerán con más facilidad que las demás fricativas sonoras. De hecho,

parece que el conflicto entre sonoridad y fricación yace en la naturaleza de estos soni-

dos, por lo que la sonoridad es todo menos un rasgo estable de las sibilantes. Teniendo

en cuenta el principio del menor esfuerzo, vale la pena destacar que la articulación de las

sibilantes sonoras requiere más esfuerzo físico que la de sus correlatos sordos, pues la

primera combina la fricción en el punto de articulación con la vibración de las cuerdas

vocales, mientras que las sordas solamente producen el ruido de la fricción. No parece

equivocado asumir que las circunstancias favorecieron una simplificación del sistema.

El rendimiento funcional de la correlación de sonoridad, además, no era lo suficiente-

mente alto para impedir que esta simplificación se llevara a cabo en varias lenguas ibe-

rorrománicas. Las sonoras dentales y alveolares se daban únicamente en posición inter-

vocálica (salvo algunos, pocos, cultismos con dental sonora en posición inicial). En el

caso de las palatales podemos destacar que aunque había distinción tanto en posición

inicial como intervocálica, la palatal sorda era muy escasa en posición inicial, lo que im-

plica un rendimiento muy bajo de la oposición en esta posición. En posición final (don-

de las palatales sólo se daban de manera muy esporádica), las oposiciones se neutraliza-

ban a favor de las sordas. El rendimiento funcional de la correlación de sonoridad, por

ende, se limitaba a la posición intervocálica, y afirma Ariza que la distinción “sólo era

auténticamente significativa, diferenciadora, en unas cuantas palabras” (Ariza Viguera

1990: 163) como espesso/espeso, deçir/dezir, fixo/fijo, osso/oso etc. (Alarcos Llorach

1988: 52; Ariza Viguera 1990: 163), ejemplos del castellano, pero similares o iguales en

las demás lenguas. Si las características fonéticas de las sibilantes fomentaban la simpli-

ficación del sistema y la oposición entre sordas y sonoras apenas servía para distinguir

unas pocas palabras, no ha de sorprender que se llevara a cabo la fusión de sordas y so-

44

Page 46: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

noras, quedando como único resultado los fonemas cuya articulación significaba menos

esfuerzo. Por ende, si quisiéramos dar una respuesta sencilla a la pregunta “¿por qué se

ensordecieron las sibilantes del castellano, gallego, asturleonés etc.?” podríamos contes-

tar simple y llanamente, “porque nada se lo impedía”: en el sistema fonológico, las sibi-

lantes sonoras no eran lo suficientemente relevantes para oponer resistencia a esta reduc-

ción económica.

3.4.2. La expansión del ensordecimiento, Madrid y el habla culta

En sus orígenes, el ensordecimiento está limitado geográficamente a los diferentes focos

del norte peninsular, desde donde empieza a extenderse lentamente. El hecho de que hoy

veamos una zona continua y homogénea (en el sentido de que comparte la misma carac-

terística fonológica) parece indicar procesos de nivelación dialectal, es decir, la difusión

regional de este peculiar rasgo simplificador por toda la zona, partiendo de los diferentes

focos iniciales. Inicialmente se trataría de una innovación lingüística opuesta a la norma

distinguidora, sobre todo representada por la capital castellana de Toledo. Esto es signi-

ficativo porque la mayor parte del interior peninsular centro-meridional se encontraba

bajo el dominio político, cultural y lingüístico de la Corona de Castilla. Por ende, mien-

tras en el norte el fenómeno se expandía paulatinamente, el centro-sur peninsular seguía

distinguiendo acorde a la norma toledana. Entre Portugal y Galicia, las fronteras lingüís-

ticas, políticas y culturales ya serían demasiado firmes para que la innovación gallega

lograse adentrarse en territorio portugués donde las innovaciones generalmente se pro-

pagaban desde el prestigioso centro-sur (cf. Teyssier 1984: 34-40).

El paso decisivo hacia la aceptación general del ensordecimiento y su ascenso al habla

culta y la norma lingüística en todo el dominio castellano están ligados a ciertos fenóme-

nos demográficos y sociopolíticos del siglo XVI en el marco del establecimiento de Ma-

drid como nueva capital. La instalación de la Corte en Madrid en 1561 supone un cam-

bio drástico en lo que antes fuera una villa pequeña: una considerable inmigración, sobre

todo de origen norteño, causa un crecimiento demográfico vertiginoso que hace que en

medio siglo la población madrileña iguale – y a continuación, rebase – a la población to-

ledana (Lapesa 2008: 316).

Varios investigadores (Cano Aguilar 2004, Penny 2000) han resaltado que esta inmigra-

ción de diferentes partes del norte peninsular produjo una mezcla demográfica y lingüís-

tica típica de los escenarios de koineización. Hemos de suponer que la gran mayoría de

45

Page 47: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

los inmigrantes utilizaba ya el sistema de sibilantes reducido, de tres unidades sordas,

frente a la población vieja y otros inmigrantes que aún distinguían entre sordas y sono-

ras. En esta situación conflictiva entre dos sistemas competitivos se favorecería la gene-

ralización del ensordecimiento por representar la forma mayoritaria, mientras que las si-

bilantes sonoras constituían variantes marcadas que quedarían eliminadas durante la ni-

velación. Todos los hablantes compartían el uso de sibilantes sordas, mientras que sólo

una parte de ellos aún conocía las sibilantes sonoras; y teniendo en cuenta el menor es-

fuerzo y la mayor economía que significaba el abandono de las sibilantes sonoras, resul-

ta claro por qué triunfó la simplificación hacia un sistema de sólo tres sibilantes sordas

(Penny 2000: 42-44; Cano Aguilar: 836f.).

De esta manera, el fenómeno originalmente norteño y de prestigio bajo penetra en el ha-

bla de todos los estratos sociales de la nueva capital: es de suponer que la inmigración

masiva causara la desintegración de las viejas redes sociales densas y el surgimiento de

nuevas redes menos densas, a la vez que la nueva infraestructura ofrecía cierta permea-

bilidad social y posibilidades de ascenso para los inmigrantes, pues vemos que en lo si-

guiente muchos cargos en el nuevo ámbito cortesano y burocrático serían ocupados por

castellanos (cf. Cano Aguilar 2004: 837). Así se explica cómo el ensordecimiento pudie-

ra establecerse con tanta rapidez en todos los estratos capitalinos, hasta en las hablas

cultas y prestigiosas, y, en lo consiguiente, convertirse en norma de carácter modélico

para el resto del territorio castellano que pronto abandonaría la vieja norma toledana.

3.4.3. El ensordecimiento en las zonas reconquistadas y repobladas

Se suele afirmar que, una vez instalado el ensordecimiento como pronunciación norma-

tiva, desde Madrid “se expandió por Toledo, Extremadura, Murcia, Andalucía y Améri-

ca” (Lapesa 2008: 316), implicando un cambio fonológico debido al cambio de la norma

de Madrid. Sin embargo, el lapso de tiempo en que supuestamente ocurrió este cambio –

entre 1561, año del establecimiento de la Corte en Madrid, y el siglo XVII, cuando se

abandonó definitivamente la oposición de sordas y sonoras – parece muy corto para que

se expandiera el fenómeno por un territorio tan amplio y de manera tan general, siendo

este mismo lapso apenas suficiente tiempo para lograr que el castellanismo se estable-

ciera en los estratos más altos de un solo lugar, la nueva capital. Rafael Cano Aguilar

llama la atención sobre esta discrepancia temporal y procura explicarla como una discre-

pancia entre el cambio de la norma ortográfica, impulsado por el ascenso normativo del

46

Page 48: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

ensordecimiento en Madrid, y la igualación fonológica en sí, posiblemente ya amplia-

mente generalizada desde antes: “En todo caso, lo que Madrid propagaría no sería la nueva pronunciación por el resto del

mundo de habla castellana (sería poco probable una propagación tan rápida y tan general en

un ámbito lingüístico tan extenso); esta ya sería general hacía tiempo. Lo que Madrid consa-

gró fue el olvido de querer buscar razones de pronunciación en la diferencia de letras: gramá-

ticos y escritores las seguirán manteniendo (más o menos), pero ello ya no tendrá ninguna re-

levancia de otro tipo.” (Cano Aguilar 2004: 837)

Sin duda, la consecuencia más impactante de la situación de koiné en Madrid es que el

ensordecimiento llega a difundirse en los estratos más altos y, por consiguiente, estable-

cerse como uso normativo. Sin embargo, la susodicha afirmación de Cano implica que,

más allá de la norma y de las variedades cultas, el ensordecimiento debió existir en el

centro y sur peninsulares desde tiempo atrás, tal como indican los hallazgos de Castilla

la Nueva y Andalucía aducidos por Lapesa (vid. cap. 1.3.2.).

Si queremos dar crédito a la idea de que la fusión era “general hacía tiempo” tenemos

que plantearnos desde cuándo, y cuáles son las implicaciones para la reconstrucción del

desarrollo histórico del fenómeno: ¿acaso la difusión geográfica del ensordecimiento en

dirección al sur por nivelación dialectal estaba mucho más avanzada de lo que general-

mente se cree? O, de no ser así, si el norte peninsular formaba la “main source of surplus

population” (Penny 2000: 43), ¿las corrientes migratorias venidas del norte llevarían su

pronunciación no solamente a Madrid, sino a otras partes, aún más al sur, por ejemplo a

Andalucía, donde la reanudación de la Reconquista y la Repoblación desde el siglo XV

causaron fuertes inmigraciones y una gran movilidad demográfica? Los procesos de koi-

neización que se generaron en esta situación (cf. también cap. 3.5.4.) podrían haber sido

el vehículo por el cual el ensordecimiento entra en el castellano meridional. Con seguri-

dad, entre la mezcla prekoiné de los dialectos que entraron en contacto, se encontraba

presente el reducido sistema de sibilantes septentrional importado por los inmigrantes

norteños, y no es difícil asumir que esta solución simplificadora triunfaría entre todas las

opciones igual que en Madrid. Tengamos en cuenta que el ensordecimiento llega a gene-

ralizarse en Andalucía a lo largo del siglo XVI, período de enorme afluencia de migran-

tes de todos lados de la Península, muchos de ellos, norteños. Si bien menos probable,

cabe dentro de las explicaciones posibles suponer incluso un desarrollo independiente y

autóctono del fenómeno, pues obviamente lo que se dijo acerca de la economía y el ren-

dimiento funcional es válido tanto para el norte como para el sur.

47

Page 49: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

Podemos afirmar sin duda que la indistinción se escuchaba aquí y allá en las diferentes

zonas repobladas, en el habla de los inmigrantes del norte. Esto, sin embargo, no nos da

ninguna información sobre si ya había triunfado como un fenómeno del habla local. No

hay pruebas de un ensordecimiento tan temprano en el sur. En la escritura predominaba

la norma distinguidora de Toledo, aunque esto no descarta la posibilidad de que partes

de la población iletrada ya hubieran dejado de distinguir sordas y sonoras. Pero todo

esto ya es mera especulación.

Menos dudas e incertidumbres ofrece la explicación del ensordecimiento en el ámbito

valenciano. El ensordecimiento del apitxat parece surgir como consecuencia directa de

la inmigración repobladora a Valencia. Como hemos visto, además de la migración cata-

lana de diversa procedencia, los repobladores de origen aragonés y castellano consti-

tuían un elemento de suma relevancia en las corrientes migratorias, y tenemos que asu-

mir que la fuerte presencia de estos dos grupos afectaría al habla local.

El asentamiento masivo de aragoneses y castellanos significa la llegada de una pobla-

ción cuyas hablas ya no distinguían entre sordas y sonoras. La tendencia a la indistin-

ción parece haber existido en Valencia desde los inicios de la repoblación en el siglo

XIV, pero es de peculiar importancia el auge económico y demográfico del siglo XV:

entre 1418 y 1483, la población crece de 40.000 a 75.000 habitantes, debido en gran me-

dida a la inmigración aragonesa y castellana. Esto trae consigo consecuencias funda-

mentales para la situación lingüística: la diversidad etnolingüística se funde en una so-

ciedad relativamente homogénea, de habla catalana, pero la gran presencia de no-ha-

blantes de catalán marcó la variedad local. Sanchis Guarner muestra como en la actuali-

dad los hispanohablantes nativos que aprenden el catalán por oído “[acomodan] la pro-

sodia de esta lengua a la de la suya moderna y pronuncian tʃ, sM , y b o β castellanas en lu-

gar de dʒ, zM y v del catalan” (cit. en Rasico 1989: 470), pronunciación igual a la del api-

txat (ibíd.: 466-471).

Es muy probable que estemos frente a un proceso de koineización, muy parecido al caso

madrileño. La gran presencia de la indistinción, característica de aragoneses y castella-

nos, junto con el menor esfuerzo que ésta significaba, triunfaría frente a las sibilantes so-

noras, marcadas por existir sólo en una parte de los hablantes. Estas variantes marcadas

se eliminarían en el proceso de nivelación, y la simplificación del sistema fonológico

llegó a implantarse en el valenciano apitxat con analogía al aragonés y castellano. El he-

48

Page 50: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

cho de que el ensordecimiento valenciano se muestre ampliamente generalizado desde

fines del siglo XV, es decir, inmediatamente después del boom demográfico, parece

comprobar esta teoría.

3.5. Motivos de la desafricación y los desarrollos subsiguientes

3.5.1. La desafricación

Como hemos visto, los procesos de desafricación forman parte de un desarrollo común a

toda la Romania occidental, en el cual la Galorromania (incluido el catalán, fuertemente

vinculado con ella) parece ser un poco más progresista que la Iberorromania. Los fenó-

menos surgen paralela e independientemente por las mismas circunstancias fonético-fo-

nológicas, siendo la desafricación el último paso de un cambio consonántico común que

había iniciado ya en el latín vulgar con la palatalización de -TY-, -CY-, Ce,i- etc., com-

partido por todos los romances occidentales.

De hecho, la simplificación de africadas en fricativas no sólo es común a los romances

occidentales, sino que “ejemplifica una tendencia universal” (Penny 2004: 603), un fe-

nómeno de lenición (Cano 2004: 838) que suele ocurrir en muchas lenguas de la misma

manera. La explicación de un fenómeno tan ubicuo se ha de buscar en las reglas univer-

sales de la economía lingüística, ya que éstas aplican a todas las lenguas. El “desgaste

fonético” de la africada en fricativa representa una simplificación articulatoria, pues re-

duce un sonido interrupto, con obstrucción completa del flujo de aire, a uno continuo, ya

sin elemento oclusivo. Respecto al inventario fonemático de las lenguas iberorrománi-

cas, no hubo restricciones sistémicas a esta simplificación: Como no había fricativas ho-

mórganas, es decir, no existía oposición entre fricativas y africadas dentales, no había

ningún fonema que obstruyera el paso de africada a fricativa, y la simplificación articu-

latoria desde el punto de vista fonológico no alteraba las oposiciones existentes. Ade-

más, Ariza advierte que la fricativización significaba una mejor integración de esta pare-

ja de fonemas en el sistema fonológico, ya que, al contrario de las demás órdenes, en el

orden dental no había sonidos fricativos sordos sino sólo sonidos interruptos (la oclusiva

sorda /t/ y las africadas /ts[ / y /dz[ /) y la oclusiva/aproximante /d~ð/ (Ariza Viguera 1990:

164).

Una vez consumada la simplificación de las africadas, empero, el margen de seguridad

entre las viejas fricativas ápicoalveolares y las nuevas fricativas dentales resultó muy pe-

queño, ocasionando frecuentes confusiones, por quedar muy cercanos los campos de

49

Page 51: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

dispersión de cada uno de los fonemas (Iribarren-Argaiz 2008: 366). El sistema de sibi-

lantes iberorrománico común estaba quedando inestable, y, como hemos visto, los inten-

tos de volver a estabilizarlo dividieron la Península: en unas zonas, la confusión se vuel-

ve “categórica” (Penny 2004: 605), y en otras, la distinción se mantiene.

3.5.2. La conservación de la distinción entre alveolares y dentales

El portugués nororiental, el gallego oriental, el habla gallega arcaica, el asturleonés, el

castellano, el aragonés y los dialectos catalanes fronterizos conservan la distinción, pero

ninguna de estas lenguas ha podido mantenerla sin una modificación más o menos gran-

de de las alveolares y/o dentales.

El portugués del nordeste es la variedad que ha logrado mantener con menos modifica-

ción los respectivos puntos de articulación palatal, alveolar y dental. Esta conservación,

sin embargo, no fue posible sin la “exageración articulatoria de cada uno de los dos tipos

de s de forma que las predorsales se han hecho más sibilantes que sus correspondientes

lisboetas o del resto de la Romania, y las ápicoalveolares han exagerado, con relación a

la [sM ] castellana, su timbre grave y palatal” (Galmés de Fuentes 1962: 107). Es decir, aun

manteniendo los puntos de articulación alveolar y dental, en el portugués nororiental se

han modificado sus respectivos campos de dispersión, adelantando levemente el “centro

de gravedad” de la dental (pero sin llegar a un timbre ceceante) y retrotrayendo él de la

alveolar hacia una pronunciación considerablemente más palatal. Así, aun manteniendo

los puntos de articulación, aumenta el margen de seguridad entre los fonemas ápicoal-

veolares y dentales y resulta posible mantener la oposición.

Todas las demás lenguas se empeñan en aumentar el margen de seguridad entre las al-

veolares y dentales “mediante un ligero cambio en la posición de la lengua” (Penny

2004: 605) en la pronunciación de las dentales, adelantando su campo de dispersión y

alejándolo del campo de dispersión de las ápicoalveolares, tal como lo prevé la teoría de

la diferenciación máxima de Martinet. El resultado es que las fricativas dentales, origi-

nalmente de timbre seseante, adquieren una articulación ceceante, sea ésta posdental

(como en algunas variedades gallegas arcaicas) o interdental (como en la mayoría de las

lenguas), ya claramente distinta de la ápicoalveolar. Posiblemente haya que interpretar

este adelantamiento como un proceso gradual y paulatino (Cano Aguilar 2004: 843) en

el que unas variedades del gallego arcaico se conformarían con desplazar el campo de

dispersión de la dental hasta la zona posdental (o más bien, extenderlo, pues en estas va-

50

Page 52: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

riedades, como vimos, el campo de dispersión incluye tanto articulaciones predorsoden-

tales como posdentales), mientras que en las demás lenguas la dinámica de la diferencia-

ción máxima continuaría a adelantar el campo de dispersión hasta llegar a la articulación

interdental.

Al menos en castellano, el margen de seguridad entre las ápicoalveolares y las

palatales /ʃ/ y /ʒ/ debió de ser muy pequeño también, como demuestran las confusiones

ocasionales que se encuentran en textos tanto de la Edad Media como del siglo XVI

(Fradejas Rueda 2000: 158). Esto nos permite explicar la velarización de /ʃ/ (ya ensorde-

cida) en /x/ como un proceso análogo al desarrollo de las dentales: muy probablemente

se tratara de un desplazamiento del campo de dispersión de la antigua palatal, esta vez

en forma de un retroceso a la zona velar, con el fin de salvaguardar la distinción median-

te la ampliación del margen de seguridad. La velarización además implicaba una mejor

integración del fonema, pues no había fricativa sorda en el orden de las velares que com-

plementara la oclusiva sorda /k/ y la oclusiva/aproximante sonora /g~ɣ/, y la /ʃ/ en su re-

troceso ocuparía esta casilla vacía (Ariza Viguera 1990: 166f.; Cano Aguilar 2004: 842).

Parece posible que la velarización también fuera gradual. Las descripciones de los gra-

máticos del siglo XVI hacen suponer la existencia de un sonido mediopalatal /ç/, como

el que hoy aún persiste en algunas variedades hispanoamericanas (Cano Aguilar 2004:

840), mientras que en la península la dinámica de la diferenciación máxima seguiría des-

plazando el fonema hasta el orden velar. En las variedades meridionales, como hemos

visto, la palatal retrocede incluso hasta la laringe, aparentemente por la atracción del fo-

nema /h/ existente, pues no había ninguna oposición de rendimiento funcional que dis-

tinguiera /x/ de /h/, y resultaba más económico hacer uso de un fonema ya existente pero

de poca frecuencia que introducir una oposición nueva.

La motivación del retroceso de la palatal en las variedades andaluzas no resulta muy cla-

ra, ya que en Andalucía la confusión de las alveolares y las dentales en un solo fonema

dental seseante o ceceante muy probablemente se inició antes que la velarización. Si ya

no quedaba fonema ápicoalveolar, no había motivación fonológica para la palatal de

desplazar su campo de dispersión, pues el margen de seguridad entre palatales y dentales

es más que suficiente, como demuestra la perfecta coexistencia de estos dos fonemas en

las variedades seseantes del gallego. Tampoco no había una casilla vacía en el orden ve-

lar que había que llenar para estabilizar el sistema (ibíd.: 842). Si suponemos que el fe-

nómeno surge independientemente en Andalucía, tenemos que buscar otras explicacio-

51

Page 53: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

nes. Según Cano Aguilar, “podría tratarse de una nueva manifestación del 'ablandamien-

to', o debilitamiento, articulatorio” (ibíd.) que hace que se pierda la fricación palatal y

quede únicamente la aspiración glotal. Por otro lado, es posible imaginar que, a pesar de

la tendencia de las ápicoalveolares a confundirse desde tiempo atrás, estos fonemas aún

estaban lo suficientemente presentes entre algunas variedades del andaluz para darle el

impulso a la palatal a alejarse de la zona “conflictiva” donde las alveolares y las dentales

se confundían y, parcialmente, ya se habían fusionado. Por último, cabe mencionar la

posibilidad de que el fenómeno de la velarización surgiera primero en las zonas centro-

-septentrionales (como dijimos, en esas áreas no nos consta la fecha de su inicio y no

podemos determinar dónde se originó primero), puesto que allí sí había una motivación

fonológica del retroceso de la palatal. En este caso, el fenómeno andaluz habría de inter-

pretarse como una adopción o imitación del nuevo fenómeno venido del norte, sólo que

ésta, tanto en Andalucía como en Extremadura, se llevó a cabo haciendo uso del fonema

que ya se conocía: la /h/, de articulación muy parecida pero no igual a la velar del cen-

tro-norte.

3.5.3. Los seseos

La confusión de las dentales y alveolares en un solo fonema, de articulación ápicoalveo-

lar, predorsodental, posdental o interdental, que triunfó en el oeste, sur y este de la Pe-

nínsula corresponde claramente al “principio del menor esfuerzo”. El rendimiento fun-

cional de la oposición de dentales y alveolares es considerablemente mayor que el de la

correlación de sonoridad, pues al reducir los cuatro fonemas en dos, uno sordo y uno so-

noro, en portugués y en catalán, o en uno sordo, en andaluz y gallego occidental, surgie-

ron numerosas homonimias que siguen existiendo en estas lenguas hasta el día de hoy.

Sin embargo, parece que la pérdida de precisión comunicativa fue compensada por la re-

ducción del esfuerzo, por lo que llegó a triunfar la solución más económica: la simplifi-

cación del sistema inestable.

No es tarea fácil explicar por qué en algunas lenguas la confusión ocurre a favor de las

ápicoalveolares, y en otras a favor de las dentales, sean predorsodentales, posdentales o

interdentales. Galmés de Fuentes ve la razón de la preferencia por las dentales en el es-

pañol meridional en la ya mencionada similitud acústica entre las ápicoalveolares y las

palatales. El uso de las dentales se generalizaría por ofrecer ellas una mayor distinción

frente a las palatales, es decir, un margen de seguridad más grande entre los dos fone-

52

Page 54: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

mas: con la eliminación de las ápicoalveolares “se obtenía un nuevo sistema de oposi-

ciones más claras y tajantes” (Galmés de Fuentes 1962: 85) que obedece, además, al

principio de la diferenciación máxima. Si bien esto resulta muy lógico y además aplica

perfectamente para el portugués centro-meridional y parte de las variedades gallegas se-

seantes, ¿cómo se explica que en algunas variedades andaluzas y gallegas esas dentales

adquieran una articulación ceceante? A falta de un fonema ápicoalveolar, ya fusionado

con el fonema dental, en realidad no había motivo para adelantar la articulación con el

fin de crear un margen de seguridad más amplio.

Existe la posibilidad de que los dos fenómenos (surgimiento del seseo y del ceceo) sean

contemporáneos y desde el inicio se distribuyan según los mismos parámetros regiona-

les, sociales y circunstanciales que hoy vemos. No olvidemos lo que se dijo para el an-

daluz: que no pocos hablantes ceceantes en circunstancias formales tienden a usar el se-

seo, lo que demuestra que efectivamente se trata de dos variantes articulatorias de un

mismo fonema. M. Alvar (describiendo el caso del andaluz) supone que desde el co-

mienzo hubo una articulación inicialmente inestable, y que después llegarían a fijarse las

dos realizaciones que hoy vemos: “La articulación de la s predorsal se realiza con el ápice apoyado en los incisivos inferiores y

con dos estrechamientos del predorso de la lengua, uno, contra los alvéolos, y otro contra los

incisivos superiores; según predomine la resonancia de uno u otro estrechamiento, la realiza-

ción se acercará a [s] (predominio de la constricción alveolar) o [ce] (predominio de la cons-

tricción dentosuperior).” (Alvar 1982: 137)

Se trata, en este caso, de una explicación enteramente fonética: el campo de dispersión

del fonema dental abarca tanto la articulación seseante como la ceceante; la diferencia

entre seseo y ceceo, según esta teoría, principalmente consiste en el establecimiento de

dos diferentes “centros de gravedad” dentro del mismo campo de dispersión.

Desde un punto de vista fonológico, es posible pensar que hasta en las tierras que hoy ya

no distinguen, en algún momento hubiera hablantes que mantenían la distinción median-

te el mismo adelantamiento de las dentales que supusimos para las zonas hoy distingui-

doras – ya quedó patente que no todos los hablantes abandonarían la distinción al mismo

tiempo. La nueva articulación ceceante, en vez de ayudar a conservar la distinción, final-

mente sólo llegaría a constituir una fusión alternativa (quizás a través de un proceso de

koineización, cf. también cap. 3.5.4.), como indica Cano Aguilar: “Ni siquiera la apari-

ción de la interdental salvó la distinción, pues ésta acabó uniéndose al variopinto con-

junto de realizaciones fonéticas del único fonema en que confluyeron dentales y alveola-

53

Page 55: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

res” (Cano Aguilar 2004: 843). Esto, sin embargo, es sólo una hipótesis para la cual no

tenemos ninguna prueba documental.

Por otro lado, existen algunos datos del andaluz (vid. cap. 1.3.3.3) que indican que el ce-

ceo es posterior al seseo. Si esto fuera así, tendríamos que partir de una dinámica que

causó primero a la ápicoalveolar a fundirse con la predorsodental y luego a esta predor-

sodental a adelantarse aún más. Si la igualación a favor de las predorsodentales responde

al principio de la diferenciación máxima por establecer un fonema anterior a máxima

distancia de la palatal, la posdentalización o interdentalización podrían interpretarse

como un reforzamiento de esta diferenciación máxima con el fin de resaltar aún más el

carácter dental del fonema. En otras palabras, la dinámica iniciada al fusionarse las ápi-

coalveolares con las dentales no se detiene en el punto de articulación de las predorso-

dentales sino que se extiende el campo de dispersión y se reubica el “centro de grave-

dad” a la zona posdental o interdental. Esta “exageración” articulatoria, sin embargo, ya

no es compartida por todas las variedades.

Si bien en la mayoría de las lenguas iberorrománicas el seseo resulta ser de articulación

dental, lo que se explica con la preferencia por el mayor margen de seguridad que ésta

otorgaba, ¿cómo se explica la existencia de seseos ápicoalveolares en el portugués nor-

teño, en catalán y en una zona del gallego?

Según Galmés de Fuentes, en el caso del catalán la preferencia por las ápicoalveolares

se explica con la temprana desaparición de la predorsodental sonora en la mayoría de los

contextos intervocálicos y finales después de su fusión con /ð/. Los fonemas predorso-

dentales se hallaban, pues, en condiciones de inferioridad y con una distribución defecti-

va frente a las ápicoalveolares, mejor integradas, que se conservaban sordas y sonoras

en todos los contextos (Galmés de Fuentes 1962: 115).

El seseo ápicoalveolar portugués, según Galmés de Fuentes, se dio con posterioridad al

fenómeno sureño, en una zona que durante mucho tiempo habría conservado la distin-

ción entre ápicoalveolares y predorsodentales con las mismas características que vemos

hoy en el portugués nororiental, incluida la articulación más palatal de /sM / y /zM /. Sin em-

bargo, la explicación de Galmés de Fuentes, según la cual la pérdida de las dentales se

daría porque “resultaba cómoda la simplificación del sistema de sibilantes eliminando la

pareja de articulación dental más divergente de las cuasi-prepalatales y de las prepalata-

les fricativas” (ibíd.: 112) no convence, pues constituye una contradicción al principio

54

Page 56: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

de la diferenciación máxima y no resulta precisamente “cómodo” mantener una oposi-

ción de tan escaso margen de seguridad, aun si el rendimiento funcional de esta oposi-

ción, y por tanto, las posibles confusiones entre los dos, fueran mínimos. Aunque la me-

nor frecuencia de las palatales fricativas (por no desafricarse /tʃ/ en el norte) y, por con-

secuencia, el menor rendimiento funcional de la oposición entre ápicoalveolares y pala-

tales en el norte que en el sur, argumento aducido por Galmés de Fuentes (ibíd.: 107-

112), pueden explicar por qué en el norte no era preciso aumentar el margen de seguri-

dad y llevar a cabo la fusión a favor de las predorsodentales, como lo hizo el sur, no se

explica por qué razón se prefirió la variante ápicoalveolar.

Ninguna de estas explicaciones parece poder aplicarse al seseo apical gallego. Resulta

sumamente interesante que en Galicia se dé la coexistencia de todos y cada uno de los ti-

pos de seseo que vemos repartidos por el resto de la Península: el seseo ápicoalveolar, el

seseo predorsodental (de timbre seseante) y el seseo posdental o interdental (=ceceo), en

un mismo ámbito pequeño, sin aparente explicación de la preferencia por una u otra va-

riante.

Parece, en cierta medida, depender de la arbitrariedad histórica de las lenguas cuál va-

riante triunfa en un determinado ámbito y momento. Todos los seseos son la manifesta-

ción de un mismo fenómeno: la reducción de las dentales y alveolares a una sola articu-

lación. Puede haber motivaciones fonológicas de una u otra preferencia, pero no somos

capaces de reconocer criterios o pautas generales de la aparición de unas u otras varian-

tes.

Es muy llamativo el caso del catalán donde la predorsodental sonora en un principio

guardó la distinción mediante el adelantamiento hacia /ð/ (mecanismo idéntico al de la

interdentalización del castellano, gallego oriental, asturleonés y aragonés), mientras que

más tarde la predorsodental sorda y los pocos casos restantes de /ð/, claramente minori-

tarias, confluyeron con sus contrapartes ápicoalveolares (mecanismo idéntico a todas las

variantes de seseo). Esto demuestra que las sordas y las sonoras no siempre tienen que

desarrollarse con sincronía (aunque generalmente lo hagan) y que en cierto momento

dado, las dos estrategias – distanciamiento o fusión – pueden ser viables.

En resumen, hemos visto dos soluciones, el mantenimiento de la distinción mediante el

aumento del margen de seguridad y la fusión de dos articulaciones en una, a una misma

problemática que surgió como consecuencia de la desafricación. El mantenimiento de la

distinción es la solución más estable que garantiza un máximo de expresividad y preci-

55

Page 57: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

sión comunicativas, mientras que la otra solución es la más cómoda, pero a costa de la

claridad y con ciertas restricciones comunicativas. Parecen aplicar a nuestro caso las pa-

labras de Martinet acerca de la diferenciación dialectal en general: “a consecuencia de la

evolución anterior, se planteó un problema para el cual hallaron dos variedades dialecta-

les nacientes dos soluciones igualmente satisfactorias desde el punto de vista de la eco-

nomía de la lengua” (Martinet 1974: 271). Pero, si desde el punto de vista de la econo-

mía lingüística las dos soluciones eran satisfactorias, ¿por qué en unas zonas peninsula-

res triunfa la solución simplificadora, y en otras la solución conservadora? Veamos si

los modelos sociolingüísticos ayudan a arrojar luz sobre esta cuestión.

3.5.4. La distribución geográfica de seseos y distinciones“La pérdida de las antiguas dualidades s-z, ss-c se ha cumplido preferentemente en las tierras

de castellano transplantado (Andalucía y Ultramar) y más especialmente en las que ha sido

llevado y arraigado por pobladores regionalmente heterogéneos (…). Este hecho tiene signifi-

cación a la luz de lo que llamo y ya se ha llamado nivelación lingüística (…) en busca de la

formación de un medio de expresión común y homogéneo.” (A. Alonso, cit. en Iribarren-Argaiz

2008: 371)

Ya Amado Alonso enfatizó en la importancia del contacto dialectal y la nivelación entre

los hablantes de diferentes variedades en la génesis del seseo andaluz. Aun siéndole des-

conocido el modelo, en el apartado citado describe un típico escenario de koineización

que las investigaciones más recientes (Cano Aguilar 2004: 845f.; Penny 2000: 118-120;

Tuten 2003: 245-256, 263f.) han comprobado. Según ellas, el desarrollo de las varieda-

des meridionales del castellano y sus peculiaridades se deben inmediatamente a la con-

fluencia de gentes de orígenes diversos en el marco de los procesos de Reconquista y

Repoblación y, posteriormente, la expansión ultramarina.

Tuten afirma que en Andalucía la mayor afluencia demográfica se dio en dos olas prin-

cipales, la primera en los siglos XIII-XIV con la Reconquista y Repoblación del valle

del Guadalquivir, Sevilla, Cádiz y el resto de la Andalucía occidental, y la segunda, que

es la que nos interesa aquí, en los siglos XV y XVI con la Reconquista y Repoblación

del Reino de Granada y el comienzo de la expansión atlántica (Tuten 2003: 224). Aun-

que Tuten sugiere que el seseo andaluz surge a raíz de los “massive demographic move-

ments which followed the fall of Granada and the discovery of America in 1492” (ibíd.:

263) y, por ende, se desarrolla paralelamente en Andalucía y América por una especie

de “herencia de tendencias comunes” (ibíd.: 264), los datos que hemos visto parecen in-

56

Page 58: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

dicar el surgimiento ya en el siglo XV, antes de la caída de Granada. Esto corresponde a

la masiva inmigración que vivió Andalucía, no recién a partir de 1492, sino ya desde la

reanudación de la Reconquista y Repoblación, causando un crecimiento demográfico

enorme, sobre todo en la metrópoli de Sevilla, a lo largo del siglo XV (cf. Valdeón Ba-

ruque et al. 1996: 92-94). Esta masiva afluencia de hablantes de dialectos diferentes

pudo ocasionar procesos de koineización, sobre todo en Sevilla, pero posiblemente con

simultaneidad en otros focos, mediante los cuales el seseo se establecería como un ele-

mento típico (entre otros) del castellano andaluz.

Hemos de asumir que en algún momento después de la desafricación, la incertidumbre y

las confusiones en ambas direcciones entre ápicoalveolares y predorsodentales consti-

tuían un fenómeno relativamente difundido en todos los ámbitos. Posiblemente incluso

existían fenómenos de indistinción en algunas partes, como suponen A. Alonso (en las

sibilantes sonoras en el Reino de Toledo; cf. Cano Aguilar 2004: 845), R. Penny (en al-

gunos grupos de hablantes; 2000: 119) y D. Tuten (en algunas posiciones verbales don-

de la neutralización fue más temprana y más general que en otras; 2003: 264).

En el encuentro de los hablantes de diferentes variedades se produce una mezcla prekoi-

né en la que desordenadamente coexisten las variantes más diversas de confusiones en-

tre los dos sonidos o indistinciones, situación que puede dar paso a formas de interdia-

lecto que reducen o incluso eliminan la distinción de ápicoalveolares y predorsodentales,

frente a otras variedades que siguen distinguiendo. Durante el proceso de creación del

dialecto nuevo entre las primeras generaciones de nativos, ocurre la reducción de la di-

versidad de formas mediante la simplificación del inventario fonemático, posiblemente

por la transmisión y adquisición imperfectas: “the type of merger represented by seseo is

exactly the kind of simplification or reduction of phoneme inventory that one expects to

find in a case of koineization” (Tuten 2003: 246).

Al respecto de la simplificación se dijo que pueden sobrevivir formas minoritarias si re-

sultan más sencillas, e incluso perderse formas y distinciones presentes en todos los dia-

lectos contribuyentes. Eso explica por qué se pierde la distinción a pesar de que todas o

la mayor parte de las variantes contribuyentes aún la mantenían (aunque inestable). Las

variantes diferentes (también de inmigrantes posteriores) se eliminarían por procesos de

nivelación. Si se postula que ceceo y seseo son coetáneos, podría suponerse que ya des-

de la mezcla prekoiné algunos hablantes (autóctonos o inmigrantes) habían aportado va-

57

Page 59: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

riantes posdentales o interdentales que luego en algunas regiones o capas se establece-

rían como resultado de la reducción (cf. lo dicho en el cap. 3.5.3.).

En el origen del seseo predorsodental portugués, producto meridional igual que el anda-

luz, podrían haber funcionado mecanismos idénticos, como sugiere R. Penny (2000:

116). El portugués sureño, como el andaluz, está marcado por fenómenos innovadores y

simplificadores que podrían derivar de procesos de koineización, atribuidos frecuente-

mente al contacto entre inmigrantes de diversos lugares del norte y la población de habla

mozárabe (cf. Castro 2006: 151). Habría que explicar, empero, por qué el seseo portu-

gués recién a partir del siglo XV se manifiesta con mucha frecuencia en documentos de

origen meridional, habiéndose cumplido la Reconquista del Algarve dos siglos antes (cf.

Teyssier 1984: 21f.) – como la koineización suele ser un proceso relativamente rápido,

uno esperaría ver indicios de ella no mucho después de la época en que se dio el contac-

to dialectal. Por otro lado, sabemos que la ausencia de indicios gráficos no necesaria-

mente implica la ausencia del fenómeno en el habla.

Según Penny (2000: 118), la capital de Lisboa se ubicaba lo suficientemente cercana a

las áreas meridionales donde hubieron de generarse esta y otras innovaciones, para per-

mitir que las innovaciones alcanzaran el habla capitalina y con eso la norma lingüística,

al contrario del seseo andaluz cuyo alcance quedó limitado al área andaluza, sobre todo

la de influencia sevillana, por quedar lejos de las “trend-setting cities” (ibíd.) del centro

peninsular.

Vemos que los procesos de Reconquista y Repoblación meridionales y los resultantes

contactos dialectales en las nuevas comunidades (donde predominan redes sociales de

poca densidad) pueden provocar situaciones de koineización en las que surge, entre

otras innovaciones, el seseo. Esto implica un origen meridional de los seseos y su paula-

tina expansión hacia el norte, tal como vimos en el caso del andaluz y del portugués.

El valenciano es otra variedad meridional caracterizada por ciertos síntomas de koinei-

zación, y efectivamente vemos que en Valencia, desde el inicio de la Repoblación – lle-

vada a cabo por gentes de diversos orígenes, sobre todo aragoneses, catalanes occidenta-

les y catalanes orientales – se establece el seseo. Pero, si bien en teoría la confluencia de

gente de diversas procedencias y la consiguiente koineización pudieron causar el seseo,

vemos que en realidad su propagación no es del sur al norte como en andaluz y portu-

58

Page 60: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

gués: en el siglo XIII, el seseo surge simultáneamente en la costa valenciana y la costa

oriental de Cataluña, reconquistada y repoblada siglos atrás. Asimismo, tampoco el se-

seo gallego que surge en una zona donde nunca hubo una invasión árabe duradera puede

explicarse con una teoría basada en la mezcla dialectal originada por la Reconquista y la

Repoblación. Además, ni las variedades gallegas occidentales ni el catalán, aparte del

seseo, muestran las características típicas de una koineización, al contrario de las varie-

dades meridionales.

Por supuesto, iguales resultados no tienen por qué tener iguales causas. Como demuestra

la comparación con el resto de la Romania, la fusión entre ápicoalveolares y predorso-

dentales es una solución generalmente accesible y muy viable, por lo que bien pudieron

varios factores diferentes llevar al mismo resultado. Sin embargo, ¿existe, acaso, un me-

canismo subyacente que haya llevado a que algunas regiones tendencialmente prefieran

una solución, y otras regiones la otra? Aunque parece arriesgado afirmar esto, si cree-

mos ver una tendencia: el seseo se da con exclusividad en áreas costeras y su hinterland,

mientras que en todo el interior se conserva la distinción. Echemos un vistazo más dete-

nido.

En Galicia, la franja occidental en la costa atlántica es seseante y todo el oriente distin-

guidor. En Portugal, la distinción está conformada por las remotas regiones interiores de

Alto Minho5 y Trás-os-Montes, mientras que el resto del país, siempre con relativa cer-

canía al mar, sesea. En España, la costa meridional y su hinterland andaluz sesean, igual

que todo el dominio catalán, desde el norte de Cataluña hasta Valencia, excepto algunas

zonas pequeñas al interior. El análisis de Coromines muestra con claridad la paulatina

expansión del seseo catalán desde la costa hacia el interior. En cambio, en todo el área

interior de la Península, las variedades castellanas, asturleonesas y aragonesas mantie-

nen la distinción.

No estamos tratando, por supuesto, de plantear una teoría de la preferencia del seseo por

la playa y de la distinción por la montaña. Pero creemos que la dicotomía de costa e in-

terior implica una dimensión sociolingüística que determinará la tendencia a encontrar

cierta índole de redes sociales, es decir la predisposición de las diferentes zonas a acep-

tar o contrarrestar una innovación lingüística. En otras palabras, creemos posible que

5 Aunque la región de Alto Minho también tiene costa atlántica, la zona de la distinción en ninguna parte alcanza las regiones costeñas, cf. Teyssier 1984: 48.

59

Page 61: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

exista – tendencialmente – una correlación entre el tipo de redes sociales, densas o flo-

jas, y la característica del lugar donde se sesee o distinga.

Ya dijimos que las innovaciones lingüísticas se difunden entre hablantes y grupos de ha-

blantes a través de los lazos débiles y que los lazos fuertes son más propicios a conser-

var un status quo. También hemos visto que“small isolated communities with closeknit social networks are likely to develop and retain

complex changes, while larger communities with frequent contact with other communities and

looseknit social networks are more likely to favor simplifying changes (including reductions in

inventories).” (Tuten 2003: 279, n. 35)

Creemos que la situación geográfica constituye un factor importante para la inclinación

de los hablantes hacia la adopción o el rechazo de una posible innovación lingüística,

pero no por la situación geográfica en sí, sino por las implicaciones sociales y económi-

cas que ésta tiene en el período que estamos considerando.

El mar constituye una vía de comunicación importantísima, sobre todo en aquella época

en que los viajes por tierra son lentos y fatigosos. Además, constituye un factor econó-

mico importante que atrae a cantidades no pequeñas de inmigrantes, por lo cual la ubica-

ción costera favorece el surgimiento de núcleos poblacionales más bien grandes con re-

des sociales de poca densidad donde las innovaciones lingüísticas podrán difundirse me-

jor y con más rapidez.

En las costas ibéricas existen puertos de gran importancia, sobre todo en el período con-

siderado aquí, donde concurren personas de los orígenes más diversos, tanto migrantes

del interior atraídos por la demanda laboral o por el deseo de emigrar a las nuevas colo-

nias atlánticas y ultramarinas, como extranjeros: comerciantes, marineros y, no por últi-

mo, esclavos. Algunos puertos (Sevilla, Lisboa) experimentan un auge considerable y un

crecimiento demográfico tan masivo en esta época que no estamos equivocados al supo-

ner en ellos posibles focos de koineización. Efectivamente, la entrada del seseo al habla

lisboeta normativa pudo haberse dado en el contexto del crecimiento demográfico nota-

ble que vivió la capital en los siglos XV y XVI (Rodrigues 1994: 95f.) a consecuencia

de la conversión de Lisboa en uno de los puertos más importantes de Europa, en centro

del comercio marítimo y punto de partida para las expediciones atlánticas (cf. Marques

1977: 131f, 234-236, 360f., 371f.). La afluencia no sólo de inmigrantes de muchas re-

giones del país, sino también de extranjeros – marineros, comerciantes, esclavos... – de

los más diversos orígenes dio luz a una situación muy propicia a la koineización y la

consiguiente reducción del inventario de fonemas. Una vez instalada como norma, esta 60

Page 62: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

simplificación se propagaría con facilidad a otras zonas portuguesas más al interior o

más septentrionales.

Algo muy parecido habrá ocurrido en el caso de Sevilla, donde no sólo la ya menciona-

da continuación de la Reconquista, sino también el auge económico por el creciente co-

mercio marítimo y las expediciones ultramarinas atrajeron a grandes cantidades de mi-

grantes de toda la Península y de extranjeros de muchos orígenes diferentes. Otro tanto

sucedería en Cataluña, cuyo ascenso a potencia marítima dominante del Mediterráneo se

lleva a cabo desde el siglo XIII (cf. Valdeón Baruque et al. 1996: 15), al mismo tiempo

en que, partiendo de la costa mediterránea, empieza a expandirse la nueva simplificación

del sistema fonológico.

Aunque no llegue a haber procesos de koineización en todas las lenguas, queda mani-

fiesto que la ubicación marítima por la atracción económica y el fácil contacto con otras

regiones fomenta la tendencia hacia las redes sociales de tejido flojo, y, con eso, hacia

comunidades de habla más inclinadas a la simplificación. Esto es válido hasta para zo-

nas remotas como Galicia donde hasta el día de hoy el seseo se considera una caracterís-

tica típica del habla marinera (Fernández Rei 1991: 190). El mar permite comunicacio-

nes más intensas o frecuentes con otros hablantes, y la relación marítima entre Galicia y

Portugal, como indica A. H. de Oliveira Marques (1977: 135), parece haber sido intensa.

En Galicia, la población se concentra sobre todo en las áreas costeras, centros de pujan-

za demográfica por el auge de la pesca y el comercio marítimo (Valdeón Baruque et al.

1996: 73), por lo que podemos suponer también en esas zonas una tendencia hacia las

redes sociales de tejido flojo.

A esto se le opone el interior ibérico, donde la comunicación tiende a ser más difícil por

los obstáculos geográficos naturales. En muchas zonas se hallaba más bien escasamente

poblado, o en otras, si bien la población era más o menos densa, su condición se caracte-

rizaba por una relativa estabilidad y por la ausencia – en esa época – de las perturbacio-

nes demográficas que experimentaban las costas (cf. íbid.: 32). Todos estos factores in-

dican una situación más propicia al desarrollo de lazos fuertes y redes sociales densas

que conservarán el status quo lingüístico y se mostrarán más escépticas ante la innova-

ción lingüística. Valdeón Baruque et al. remarcan la gran cohesión y solidaridad de las

comunidades rurales de la Península, indicio de la existencia de redes sociales de gran

densidad (ibíd.: 166). Las provincias de Alto Minho y Tras-os-Montes, las zonas portu-

61

Page 63: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

guesas que guardan la distinción, son regiones remotas, en parte muy poco pobladas, y

relativamente estables donde las redes sociales pudieron desarrollar gran densidad.

Por supuesto, sólo estamos señalando tendencias generales, pues también en el interior

existían ciudades grandes donde en cierto momento hubieron de dominar las redes so-

ciales de tejido flojo, como vimos en el caso de Madrid y el ensordecimiento. Pero sobre

todo en el centro de España la existencia de una norma culta y prestigiosa pudo ser un

factor importante en contra de la innovación, así como al contrario la influencia y el

prestigio de las ciudades portuarias dominantes pudieron generar normas regionales que

difundieron el fenómeno hacia el hinterland por procesos de nivelación dialectal.

También podría preguntarse por qué en ciertas zonas costeñas no hay simplificación,

como en la costa cantábrica o en Murcia. Ciertamente, no podemos tener la esperanza de

poder aclarar por qué no se da un cambio lingüístico. Lo único que podemos hacer es

nombrar las tendencias que favorecen que acontezca. Sin embargo, es posible determi-

nar algunos factores que complementan el cuadro.

Si en la costa cantábrica originalmente hubo puertos importantes, éstos a lo largo de los

siglos XIV y XV fueron sustituidos más y más por el próspero puerto de Bilbao, situado

en el dominio euskera (Valdeón Baruque et al. 1996: 250). Efectivamente, las varieda-

des del castellano en áreas vascuences hoy tienen un seseo ápicoalveolar o predorsoden-

tal (cf. Lapesa 2008: 399), aunque no sabemos si ya existiría en aquella época. Por regu-

laciones especiales, el comercio marítimo que partía de la costa cantábrica hacia desti-

nos de Europa Central y del Norte, además, se encontraba casi con exclusividad en ma-

nos españolas, mientras que en el resto de la Península la presencia de comerciantes fo-

rasteros era mucho más grande (Grafe 1998: 37f.).

La región meridional de Murcia distingue casi en su totalidad, con una excepción: Carta-

gena tuvo un seseo (hoy prácticamente perdido), para cuya génesis A. Grandal López

(1999: 269-276) aduce una explicación que, aunque él mismo no utiliza el término, des-

cribe un escenario típico de koineización con la afluencia de colonos y comerciantes de

orígenes muy diversos dentro y fuera de la Península. Esto resulta sumamente interesan-

te, pues sabemos que “el puerto por el que Castilla se asomaba al Mare Nostrum era el

de Cartagena” (Valdeón Baruque et al. 1996: 255): allí donde se encontraba uno de los

puertos mediterráneos más importantes de Castilla, también llegó a establecerse el seseo

– no parece ser coincidencia.

62

Page 64: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

Vemos que el intento de explicar la inclinación hacia la solución innovadora (seseo) o

conservadora (distinción) con el predominio de redes sociales de tejido flojo o denso en

las respectivas áreas, debido a particulares factores socio-geográficos, arroja una luz in-

teresante a la distribución actual de los dos fenómenos. Podría, sin embargo, plantearse

la cuestión de otro modo. En toda la Romania Occidental, el seseo es, en realidad, la so-

lución más típica, y el mantenimiento de la distinción representa una excepción conser-

vadora y únicamente iberorrománica. En vez de tratar de explicar por qué casi todas las

variedades se simplifican, podría preguntarse por qué hay una zona que resiste a la ten-

dencia general y mantiene la distinción. Quizás haya razones internas que, aparte de los

motivos sociolingüísticos aducidos, expliquen el mantenimiento de la distinción que

aparentemente no era necesaria para todos los hablantes.

Por ahora es sólo una hipótesis, pero si consideramos dónde se ha guardado la distinción

vemos que – con excepción del nordeste portugués, remoto y conservador – son todas

zonas donde también se dio el ensordecimiento, es decir, zonas donde ya con anteriori-

dad estaba llevándose a cabo otro proceso de reducción del sistema de sibilantes de mu-

cho impacto. Esto incluye gran parte de Galicia, las hablas asturleonesas, el castellano y

el aragonés, todas ellas zonas que hoy distinguen /sM / y /θ/. En todas estas zonas, el ensor-

decimiento es contemporáneo a la desafricación o acaso anterior. Podríamos formular la

hipótesis de que, por hallarse ya en pleno desarrollo la reducción de seis sibilantes a tres,

desde el punto de vista de la economía lingüística era preferible no poner en peligro aún

más la estabilidad del sistema y evitar la pérdida de más oposiciones distintivas, por lo

que se llegó a reforzar la distinción entre ápicoalveolares y predorsodentales. En otras

palabras, la existencia de un profundo cambio de las sibilantes impidió que el otro cam-

bio entrara en vigor.

En Andalucía no existía ese impedimento para la simplificación del sistema mediante la

fusión de ápicoalveolares y predorsodentales, ya que al momento de ofrecerse esta re-

ducción como consecuencia de la desafricación el ensordecimiento aún no llegaba allí.

Más tarde, sin embargo, no hubo manera de oponerse a la nueva norma llegada desde el

norte, por lo que finalmente también llegaron a confluir sordas y sonoras. En el gallego

occidental, posiblemente la co-ocurrencia de los dos procesos de simplificación pueda

explicarse con la ausencia de una norma que procurase la conservación del status quo en

una situación diglósica con el castellano (pero mayormente sin bilingüismo) en que el

uso del gallego estaba reducido al ámbito de la lengua de proximidad.

63

Page 65: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

Los tres enfoques contribuyen interesantes posibilidades explicativas que tienen validez

en sus respectivos ámbitos. Por un lado, la fuerte inmigración de hablantes de varieda-

des diferentes pero mutuamente inteligibles – sea en el marco de la repoblación de re-

giones recientemente reconquistadas o del crecimiento demográfico de algunas ciudades

prósperas – en algunas regiones ibéricas con seguridad causó situaciones de contacto

dialectal muy favorables a la koineización y la reducción del sistema fonológico. Por

otro lado, en las zonas donde la afluencia de gentes de diversos orígenes no fue tan ma-

siva, una ubicación geográfica favorable y, a consecuencia, el contacto más fácil y más

frecuente con hablantes de otras regiones pudo fomentar el desarrollo de redes sociales

de tejido flojo que permitirían la simplificación del sistema fonológico más probable-

mente que en las regiones caracterizadas por redes sociales densas y contacto menos in-

tenso con otros hablantes, como tendía a ser el caso de las zonas del interior ibérico.

La inestabilidad ya existente de los sistemas de sibilantes del norte y del interior que se

encontraban en un proceso de transformación por la pérdida de la sonoridad constituye

otra restricción que pudo causar que en esas regiones, aunque hubiera tendencias o in-

cluso, en algunos núcleos urbanos, condiciones favorables para la simplificación, ésta no

se llevara a cabo. Vemos, pues, que las diferentes explicaciones no se excluyen mutua-

mente; al contrario, pueden dar una imagen más detallada de la historia de seseos y dis-

tinciones en la Península Ibérica.

4. Resumen

En la Baja Edad Media las lenguas iberorrománicas compartían un sistema de sibilantes

común de seis fonemas que había surgido por desarrollos paralelos desde el latín vulgar

en todas las regiones de la Península Ibérica. Dos procesos de simplificación que ocu-

rren más o menos simultáneamente, la pérdida de la sonoridad y la pérdida del elemento

oclusivo de la pareja de africadas predorsodentales, producen que en los siglos posterio-

res los sistemas de sibilantes de cada lengua se modifiquen en diferente medida. Alrede-

dor del siglo XVII se fijan los sistemas de sibilantes modernos, aún válidos en la actuali-

dad.

El ensordecimiento es un fenómeno del norte ibérico que desde la costa atlántica gallega

a los Pirineos afecta a todas las variedades romances y que, probablemente a partir del

siglo XIII, se extiende geográficamente en el marco de un proceso de nivelación dialec-

tal, y socialmente hacia las capas más elevadas. Mientras el ensordecimiento gallego no

64

Page 66: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

logra cruzar el Miño por causa de la orientación lingüística, política y cultural del norte

portugués hacia Lisboa, en otras variedades la innovación puede extenderse hacia el sur

sin impedimento. Con la promoción de Madrid a capital en 1561 se inicia una ola de in-

migración desde Castilla, generando procesos de koineización que difunden el fenó-

meno hasta entre los estratos más altos y lo establecen como norma culta y escrita. En el

habla ya había llegado al centro y sur con anterioridad, mas no sabemos los detalles de

esta propagación. El hecho de que en Andalucía el ensordecimiento se generalice en el

transcurso del siglo XVI, época de masivas migraciones, parece indicar, sin embargo,

que se trata de un fenómeno trasplantado, es decir, importado por inmigrantes norteños

y establecido en el marco de procesos de koineización. En el caso de Valencia, lo más

probable es que sucediera de la misma manera, debido al contacto intenso entre catala-

nes, aragoneses y castellanos que se establecen en la ciudad, sobre todo a partir del siglo

XV.

Tanto la génesis del ensordecimiento en el norte peninsular como su rápida adopción en

otras partes se explican con el modelo fonológico de A. Martinet. Por sus específicas ca-

racterísticas fonéticas, las sibilantes de por sí tienden a ensordecerse, y como el rendi-

miento funcional entre sordas y sonoras era muy bajo, el abandono de esta oposición

constituía una optimización fonológica y articulatoria.

Hemos identificado a la desafricación como el impulso principal de una serie de cam-

bios de las sibilantes que, además de la presencia o ausencia de sibilantes sonoras, defi-

nen el mapa lingüístico moderno de la Península. Ninguna de las lenguas iberorrománi-

cas fue capaz de mantener la oposición de dos pares de fricativas muy similares surgida

a consecuencia de esta simplificación, ya que el margen de seguridad entre los dos era

muy escaso. También en este caso, la inestabilidad y la falta de economía del sistema fo-

nológico desempeñan un papel decisivo. Hubo dos posibles reacciones frente a esta

inestabilidad que corresponden a las dos fuerzas que se encuentran en conflicto según la

teoría de la economía: la inercia y la necesidad comunicativa y expresiva.

Una parte de las lenguas iberorrománicas se decide por mantener las posibilidades co-

municativas y conserva la distinción a través del aumento del margen de seguridad. Las

variedades nororientales del portugués son las más conservadoras, pues mantienen tanto

el punto de articulación predorsodental como el ápicoalveolar, aumentando, sin embar-

go, el margen de seguridad mediante un leve desplazamiento de los respectivos campos

de dispersión. Las otras lenguas adelantan el campo de dispersión de las dentales hacia

65

Page 67: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

una articulación posdental o interdental. Paralelamente, en todo el dominio castellano

sucede la velarización de /ʃ/ a /x/, o a /h/ en las variedades meridionales, fenómeno que

en el norte se explica por la necesidad de crear un mayor margen de seguridad y una me-

jor integración. El motivo de la fusión de /ʃ/ con el fonema /h/ preexistente en el sur, sin

embargo, no ha podido aclararse del todo.

La otra parte de las lenguas iberorrománicas se decide por la solución simplificadora: el

seseo, con posible realización ápicoalveolar, predorsodental o posdental/interdental. He-

mos podido explicar la preferencia de la mayoría de las variedades por una solución

dental con el principio de difusión máxima que procuró que fuera máximo el margen de

seguridad entre el nuevo fonema fusionado y el fonema palatal. Las soluciones cecean-

tes pueden interpretarse de diversas formas, dependiendo de si se asume que coexistie-

ron con las predorsodentales desde el inicio de la fusión – como realización alofónica de

un solo fonema dental original o como generalización de una variante que ya anterior-

mente en algunas variedades o hablantes se había adelantado para mantener la distinción

–, o si, al contrario, se cree que surgieron tardíamente a raíz de un proceso de reforza-

miento del carácter dental frente a las palatales que no es compartido por todas las varie-

dades. La existencia del seseo ápicoalveolar sólo para el catalán ha podido explicarse sa-

tisfactoriamente con la frecuencia considerablemente mayor de las ápicoalveolares fren-

te a las predorsodentales en esta lengua. Posiblemente, la decisión en favor de una u otra

articulación a veces sólo pueda explicarse por la arbitrariedad histórica de las lenguas.

Desde la perspectiva sistémica no hay explicación de la preferencia por la solución con-

servadora o innovadora de unas u otras variedades iberorrománicas. Por eso tratamos de

encontrar una explicación en la situación sociolingüística de la Península, y vimos que la

reducción con preferencia se da en los lugares donde, a causa de una específica constela-

ción social, histórica y geográfica, predominan las redes de tejido flojo. Esto aplica so-

bre todo donde en el marco de la confluencia masiva de personas de diversos orígenes

llegan a gestarse procesos de koineización. Puede estar relacionado con los efectos de

Reconquista y Repoblación, como en Andalucía y, posiblemente, el sur de Portugal.

Pero en el período que analizamos aquí, esto sobre todo ocurre a raíz de la creciente im-

portancia del mar, del comercio marítimo y de la expansión ultramarina que llevan a un

boom demográfico y económico de las ciudades portuarias donde predominan los lazos

débiles y existe contacto intenso con otras regiones y hablas. La gran importancia regio-

66

Page 68: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

nal o incluso nacional de estas ciudades pudo causar que sus modalidades lingüísticas se

expandieran hasta el hinterland o por todo el dominio lingüístico. También en las zonas

que no experimentan un crecimiento demográfico tan dramático, y por ende, no llega a

haber koineización, el contacto intenso y frecuente con el “mundo exterior” a través del

mar puede engendrar sociedades en las que predominan las redes sociales de tejido flojo

que tendencialmente producirán y aceptarán innovaciones lingüísticas con más facilidad.

Frente a esto, la solución conservadora, el mantenimiento de la distinción, se prefiere en

el interior de la Península. Creemos ver el motivo de ello, por una parte, en la mayor es-

tabilidad y menor movilidad social de estas regiones frente a las regiones costeras, y por

otra parte, también en ciertas condiciones socio-geográficas como la dificultad de la co-

municación por tierra y la existencia de amplias zonas muy poco pobladas en algunas

partes del interior peninsular; todos estos son factores favorables a la creación de redes

sociales de tejido denso. Por otro lado, la isoglosa de la distinción coincide en gran me-

dida con la del ensordecimiento, por lo que podría suponerse desde el punto de vista de

la economía que las lenguas que ya habían perdido las sibilantes sonoras tendían a eludir

otra reducción de sus sistemas de sibilantes.

Los modelos sociolingüísticos y fonológicos aplicados demostraron ser muy útiles para

la interpretación del desarrollo de las sibilantes iberorrománicas. La economía lingüísti-

ca fue el motivo principal de las reducciones del sistema fonológico que hemos podido

observar a lo largo de este trabajo. La dinámica de los contactos dialectales y las redes

sociales puede explicar cómo determinadas innovaciones económicas se propagan den-

tro de una comunidad lingüística y arroja nueva luz sobre la formación de los sistemas

de sibilantes iberorrománicos en su totalidad.

Para aclarar más los principios de esta formación, será preciso hacer análisis socio-histó-

ricos más profundos a fin de iluminar con exactitud las estructuras sociales de la Penín-

sula Ibérica y sus cambios en el período enfocado aquí, y así obtener detalles sobre la re-

lación entre el desarrollo social y el desarrollo lingüístico a lo largo de la historia. Con-

viene hacer el intento de reconstruir la distribución de redes sociales de tejido denso o

flojo en la Península así como las conexiones entre ellas, es decir, reconstruir rutas y es-

tructuras de la comunicación regional y suprarregional. Esto también incluye un análisis

67

Page 69: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

más detenido de la situación demográfica de la Península y de sus regiones en cuanto al

grado de estabilidad o movilidad (social y geográfica) de su población.

Por otro lado, es conveniente aplicar un concepto más diferenciado de las normas lin-

güísticas y su difusión, por ejemplo para poder describir cómo ciertos focos innovadores

se vuelven normativos dentro de su región o incluso dentro de todo un país, de manera

que los cambios lingüísticos se expanden desde allí y encuentran aceptación (p. ej. Sevi-

lla, Lisboa), mientras que, en cambio, hay otros focos innovadores que no logran trans-

mitir sus innovaciones económicas al entorno y con el paso del tiempo hasta pueden lle-

gar a abandonarlas, como demuestra el caso de Cartagena. Esto, sin duda, está relaciona-

do con el mayor o menor prestigio y la valoración emotiva asociados con una variedad.

Parece prometedor, también, dedicar un análisis a los contactos suprarregionales de los

centros innovadores y normativos entre sí, para comprobar si acaso el contacto intenso

(por ejemplo, entre dos ciudades portuarias) provoca reforzamientos mutuos de tenden-

cias al cambio lingüístico que existen a ambos lados, dando así luz a paralelismos supra-

rregionales en el desarrollo de una innovación.

No por último, sería interesante extender la mirada más allá de la Península Ibérica. Mu-

chos de los cambios analizados se encuentran de forma igual o similar en otras varieda-

des romances. Las desafricaciones y los seseos son, como ya se mencionó, un rasgo ca-

racterístico de las variedades de la Galorromania, y el desarrollo de las sibilantes en el

judeoespañol y las variedades ultramarinas del castellano está inextricablemente ligado a

los procesos de koineización. Fenómenos modernos como el ensordecimiento de la fri-

cativa palatal en Buenos Aires o de la africada palatal en el habla de Barcelona, o la des-

africación de /tʃ/ en Andalucía y el norte de México, demuestran que los procesos anali-

zados, desde el punto vista histórico-lingüístico, no son casuales y que pueden reprodu-

cirse de forma similar, debido a la natural mutabilidad de los sistemas fonológicos. Que-

da, todavía, mucho terreno para ampliar nuestro conocimiento acerca del desarrollo his-

tórico de seseos, desafricaciones y ensordecimientos.

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Page 70: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

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Page 76: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

6. Anexo

6.1 Lista de los símbolos fonéticos utilizados en este trabajo

/θ/ fricativa interdental o posdental sorda

/ð/ fricativa interdental o posdental sonora

/s[ / fricativa predorsodental convexa o coronal plana sorda

/z[ / fricativa predorsodental convexa o coronal plana sonora

/ts[ / africada predorsodental sonora

/dz[ / africada predorsodental sonora

/sM / fricativa ápicoalveolar cóncava sorda

/zM / fricativa ápicoalveolar cóncava sonora

/tsM / africada ápicoalveolar cóncava sorda

/dzM / africada ápicoalveolar cóncava sonora

/ʃ/ fricativa palatal sorda

/ʒ/ fricativa palatal sonora

/tʃ/ africada palatal sorda

/dʒ/ africada palatal sonora

/x/ fricativa velar sorda

/h/ fricativa glotal sorda

Nota:

• La transcripción fonológica de los fonemas se hace con los símbolos del Alfabeto Fonético Inter-

nacional, sin excepción alguna e incluyendo las citas textuales, con el objetivo de lograr una me-

jor comprensión y mayor uniformidad de este trabajo. Los textos consultados para nuestro análi-

sis ofrecen una gama de símbolos fonéticos tan heterogénea para transcribir los mismos fonemas

que consideramos preciso reducir esta multitud de grafías un tanto anárquica.

• Los términos “de articulación/timbre ceceante” y “de articulación/timbre seseante” que emplea-

mos en varias ocasiones a lo largo de este trabajo expresamente no equivalen a los fenómenos

conocidos como “seseo” o “ceceo” que implican la fusión de ápicoalveolares y predorsodentales

en un solo fonema. Estos términos, más bien, fundamentalmente tratan de distinguir dos grupos

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Page 77: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

de diferentes rasgos articulatorios que surgen en el marco de la formación histórica de las fricati-

vas dentales de las lenguas iberorrománicas, independiente de si esto ocurre en variedades que

hoy distinguen o usan el ceceo/seseo. Estos dos grupos se diferencian por su peculiar impresión

acústica que depende de la constricción que genera la fricación: el “timbre seseante” se refiere al

grupo de sonidos dentales en los que predomina la constricción alveolar, es decir, tanto las arti-

culaciones predorsodentales convexas como las coronales planas, mientras que el “timbre ce-

ceante” abarca todos los sonidos en los que predomina la constricción dentosuperior, tanto pos-

dentales como interdentales (cf. Alvar 1982: 137). Por eso, los símbolos fonéticos que represen-

tan los fonemas dentales incluyen varias variantes articulatorias, ya que no se trata de transcribir

la diferencia fonética entre posdentales e interdentales o predorsodentales y coronales (fonológi-

camente, esta diferencia no tiene relevancia), sino de distinguir en la transcripción estos dos gru -

pos articulatorios: el de los sonidos que tienen un timbre ceceante (posdentales e interdentales) y

el de aquellos que tienen un timbre seseante (predorsodentales y coronales).

6.2. Tablas

Lengua Dentales Alveolares PalatalesPrimitivo sistema de sibilantes común /ts[ / /dz[ / /sM / /zM / /ʃ/ /(d)ʒ/

– Desafricación – Portugués nororiental /s[ / /z[ / /sM / /zM / /ʃ/ /ʒ/ Gallego arcaico /θ/~/s[ / /ð/~/z[ / /sM / /zM / /ʃ/ /ʒ/

– Desafricación y seseo – Catalán /sM / /zM / /ʃ/ /ʒ/+/dʒ/

Portugués noroccidental /sM / /zM / /ʃ/ /ʒ/ Portugués centro-meridional /s[ / /z[ / /ʃ/ /ʒ/

– Desafricación y ensordecimiento –Gallego oriental /θ/ /sM / /ʃ/Castellano /θ/ /sM / /x/

– Desafricación, seseo y ensordecimiento –Valenciano apitxat /sM / (+ /tsM /) /tʃ/Gallego occidental /θ/~/s[ /~/sM / /ʃ/Andaluz /θ/~/s[ / /h/

Tabla 1: Grados de reducción de los sistemas de sibilantes modernos

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Page 78: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

Nota con respecto al seseo catalán: la tabla muestra únicamente la cronología de la transformación de la dental sorda.

Tabla 2: Cronología de desafricaciones, seseos e interdentalizaciones

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Page 79: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

Tabla 3: Cronología de los ensordecimientos

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Page 80: De Seseos, Desafricaciones y Ensordecimientos

Erklärung zur selbstständigen Erarbeitung

Hiermit versichere ich, dass ich diese Magisterarbeit selbständig verfasst und kei-

ne anderen als die angegebenen Quellen und Hilfsmittel benutzt habe. Die Stellen

meiner Arbeit, die dem Wortlaut oder dem Sinn nach anderen Werken entnom-

men sind, habe ich in jedem Fall unter Angabe der Quelle als Entlehnung kenntli-

ch gemacht. Dasselbe gilt sinngemäß für Tabellen, Karten und Abbildungen. Die-

se Arbeit hat in dieser oder einer ähnlichen Form noch nicht im Rahmen einer an-

deren Prüfung vorgelegen.

Köln, den 12. September 2011