HISTORIA DE LA IGLESIA, JOSEPH LORTZ, TOMO I

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J O S E P H L O R T Z HISTORIA DE LA IGLESIA EN LA PERSPECTIVA DE LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO I ANTIGÜEDAD Y EDAD MEDIA EDICIONES CRISTIANDAD Huesca, 30-32 M A D R I D

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HISTORIA DE LA IGLESIA EN LA PERSPECTIVA DE LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO. TOMO I ANTIGÜEDAD Y EDAD MEDIA

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  • 1. J O S E P H L O R T ZHISTORIA DELA IGLESIAEN LA PERSPECTIVA DE LAHISTORIA DEL PENSAMIENTOIANTIGEDAD Y EDAD MEDIAEDICIONES CRISTIANDADHuesca, 30-32M A D R I D

2. Traduccin de la edicin 23, publicada porASCHENDORFF VERLAG, Mnster 1965con el ttuloGESCHICHTE DER KIRCHEIN IDEENGESCHICHTLICHER BETRACHTUNG*Tradujo al castellano este tomo IAGUSTIN ANDREU RODRIGORevis y unific toda la obraJOSE M.a BRAVO NAVALPOTRODerechos para todos los pases de lengua espaolaEDICIONES CRISTIANDAD, S. L.Madrid 1982ISBN: 84-7057-308-X (Obra completa)ISBN: 84-7057-309-8 (Tomo I)Depsito legal: M. 13.189.1982 (Tomo I)Printed in SpainARTES GRFICAS BENZAL, S. A. - Virtudes, 7 - MADRID-3Fue encuadernado por Encuadernacin Larmor - Mstoles (Madrid) 3. EN RECUERDODECLEMENTE AUGUSTOCARDENAL VON GALENQUIEN ME DEVOLVIOFIDELIDAD POR FIDELIDAD 4. PROLOGO A LA EDICION 23Esta exposicin de la historia de la Iglesia lleva, ya desde su primeraedicin, la apostilla en la perspectiva de la historia del pensamiento. Masno ha de ser entendida en sentido exclusivo; quiere simplemente subrayarsu peculiaridad. El concepto historia del pensamiento no debe dar piepara equiparar esta historia de la Iglesia a una dogmtica con ilustracioneshistricas, como han hecho algunos recensores. Lo que yo trato de describires la propia historia, con su estructura pluriforme y su complejaestratificacin, con sus corrientes principales y secundarias y suscontracorrientes, limitndome a las lneas fundamentales, pero de modoque aparezcan en primer plano las fuerzas rectoras, las ideas, elpensamiento.Huelga destacar que con ello no se aboga por un distanciamiento delos hechos. Para que la idea fundamental sea realmente descubierta ycomprendida es preciso considerarla en su relacin, lo ms estrechaposible, con el cuadro histrico concreto de cada poca. Con el fin defacilitar esta visin de conjunto, en la presente edicin reelaborada seha aadido toda una serie de panormicas (por ejemplo, sobre el acontecerpoltico); ellas no son, sin embargo, el verdadero objetivo del libro, sinomeras ayudas o medios para precisar mejor en cada caso loscondicionamientos concretos y el verdadero alcance del desarrollo delpensamiento.La comprobacin crtica de lo que realmente ha sucedido es baseimprescindible de toda exposicin histrica. Pero de ella, por s sola, lonico que directamente resulta es una yuxtaposicin de detalles. Mas elcurso de la historia no ha sido en absoluto slo tal cosa. Ha sido ms bienun todo vivo, aun cuando muchas veces resulte bastante difcil indicar enqu consiste este todo y sus muchas y manifiestas contradicciones locondenen a la imperfeccin. La tarea de la historiografa es exponer estetodo vivo, superando crticamente los hechos. Para comprender la historiaes preciso abordarla pensando; esto es, captarla en la perspectiva de lahistoria del pensamiento.Esa acotacin no pretende situar esta exposicin en la historiageneral del pensamiento exclusivamente. Aqu se trata de historia de laIglesia. Por eso era necesaria una consideracin teolgica e histrico-teolgica,y las ideas rectoras deban inferirse en lo posible del acervo de larevelacin. Esto es lo que yo quiero subrayar: que la historia de la Iglesiaes teologa. De no ser as, no tendra razn de existir independientementede la historia profana, salvo por el hecho de ocuparse preferentemente de 5. los avatares de una entidad particular llamada Iglesia en vez de hacerlocon la historia de los estados y de la cultura profana.Historia de la Iglesia es teologa: he aqu una tesis queautomticamente roza una amplia trama de cuestiones. No podemostratarlas aqu exhaustivamente. Lo decisivo, sin embargo, ya estformulado con decir que la historia de la Iglesia es teologa, puesto que,aparte de las fuerzas cognoscitivas naturales del hombre, utiliza unasfuentes y unos criterios de conocimiento particulares, esto es, la revelacin.La historia de la Iglesia es historia de salvacin.Esto hace de la historia de la Iglesia, como de toda teologa, unaciencia especial, pero en ningn caso le quita el carcter de verdaderaciencia, a no ser que este ttulo honorfico se quiera reservar en exclusivapara las ciencias naturales. Tambin la historia profana (en sentido amplio)es una ciencia especial, puesto que no puede existir sin un estudiofilosfico de los hechos constatados como tales, su mutua conexin y susrepercusiones. Ahora bien, dicho estudio no proporciona, sin ms,conocimientos claros. El hombre slo consigue la claridad completacuando en primersimo trmino opera con la cantidad. En el campo de lacualidad y, sobre todo, del espritu todo conocimiento es a su vez misterio.En el campo de la teologa este carcter adquiere una importanciamucho mayor, mientras que el aspecto cientfico, a la par que se torna msprofundo, viene a quedar ms fuertemente reducido. En la historia de laIglesia, como consecuencia de la encarnacin, topamos con la coexistenciade lo divino y lo humano. Pues la peculiaridad de la problemtica histrico-eclesistica,a diferencia de la historia profana del pensamiento, nosolamente se debe a que la Iglesia, en cuanto continuacin mstica de laencarnacin del Logos, es algo divino, sino a que ella misma representa lahistoria de lo divino en la tierra. Mediante la encarnacin, Dios ha queridoparticipar en la historia humana. Por eso, tambin la historia de la Iglesia sehalla bajo la dura y a veces desconcertante ley de las tensiones eimperfecciones, que en ella ejercen un influjo mucho ms peligroso que enuna comunidad meramente natural.La historia de la Iglesia es la exposicin de la suerte que el mensajede Jess ha corrido a travs de los siglos en el mbito de la Iglesia por lfundada. Esta limitacin, en el mbito de la Iglesia por l fundada, es decapital importancia. No todo lo que en el correr del tiempo se ha llamadocristiano e incluso eclesistico pertenece de suyo a la Iglesia de Jessy, por lo mismo, a la exposicin de su historia. Ya desde el principio, elmensaje de Jess y de sus apstoles no admite confusin con algunas falsasinterpretaciones, tanto respecto a la persona del Mesas como a laconfiguracin del reino de Dios y, consiguientemente, a la conformacin dela Iglesia. En el mensaje de Jess se acusa una distincin fundamental entreverdaderos y falsos profetas. Las afirmaciones de los falsos profetas 6. (aquellos que bajo capa de mensajeros de la buena nueva son lobosrapaces) son calificadas de mentira y distinguidas de la verdad.Por otra parte, en la misma predicacin de Jess y de sus apstolesest predicha la falsa interpretacin y la divisin como destino de la futuraIglesia. En este sentido, todo aquello que errneamente se llamaeclesistico pertenece sin duda al destino de la Iglesia y a su historia, estoes, en sentido de contradiccin, de tentacin, lastre o acrisolamiento.El libro, desde su primera aparicin hace ms de treinta aos, hatenido en general una calurosa acogida. Tanto los investigadores como losmaestros han reconocido su originalidad. Personalmente, he recogido conespecial satisfaccin la resea con que lo ha distinguido un investigador, elmalogrado colega Bihlmeyer, de Tubinga1.En cambio, otro colega, acentuando excesivamente (a mi parecer) supropia seriedad cientfica, opina que en esta Historia de la Iglesia laproblemtica de la historia eclesistica se armoniza catlicamente condemasiada facilidad y ligereza, dejando lo escandaloso fuera de todoanlisis e interpretacin. En diversas ocasiones he manifestado quenosotros los catlicos, en la prctica y muchas veces intilmente, noshemos resistido a reconocer ciertos hechos espinosos de la historia de laIglesia y la historia de los dogmas. Sobre cada caso particular habra quediscutir por separado. Pero por lo que respecta a la actitud fundamental,concedo al respetable colega que yo, como historiador catlico, siempre hetenido y tengo especial inters en ver y comprobar la unidad de latradicin, como suelen hacerlo algunos historiadores protestantes. Mas estolo considero como un dato a mi favor. Porque sin tal preocupacin elsubjetivismo moderno, en el nombre de la ciencia, habra causado nuevosestragos en el patrimonio de la tradicin cristiana, aparte los ocurridos yapor otras razones. Sobre el peligro que esta actitud liberal supone para locristiano ya se ha discutido lo suficiente, incluso en el campo protestante.Yo, por lo dems, me adhiero naturalmente a la tesis de que slo a travs dela crtica podemos lograr una imagen vlida de la historia en general y de lahistoria de la Iglesia en particular.El problema est en dilucidar qu se entiende por crtica. No es lomismo pensamiento crtico que pensamiento criticista. Pese a suafinidad externa, se trata de dos tipos bsicamente diferentes de actividadmental. El criticista desconoce la sana espontaneidad del encuentrodirecto con los datos, y desconoce lo que dentro de lo cientfico hay deprecientfico, que es inseparable. La legitimidad de esta distincin se basa,entre otras cosas, en que el conocimiento humano no es slo una actividaddel intelecto, sino tambin reclama las fuerzas de la voluntad y delsentimiento, y (como consecuencia de esto) en que un factor no menos1 K. Bihlmeyer, Kirchengeschichte I (Maguncia 111948) VI. 7. importante del acto de conocer es eso que se llama intuicin. A la intuicinse le debe reconocer valor cientfico, siempre que sus resultados resistan larevisin crtica. Esto no significa que todo lo que se capta intuitivamentepueda ser a posteriori verificado noticamente, pero s que puede que enninguna parte se demuestre una contradiccin con lo establecidocrticamente. En este sentido, el pensamiento de conjunto, que no procedepor adiciones cuantitativas, es cientficamente legtimo. En lesencialmente se basa el tratamiento crtico de la historia, de la historia dela Iglesia sobre todo, desde el punto de vista de la historia de las ideas (cf. aeste respecto mis explicaciones en Trierer Theologische Zeitschrift 61[1952] 312-327).Las veinte primeras ediciones de este libro, aparecidas entre 1929-30y 1960, no se diferencian sustancialmente una de otra.Slo la aparicin del Tercer Reich motiv la ampliacin del apartadoconsagrado a la cristianizacin de los germanos ( 34-36) y la insercinen el prrafo final (Perspectivas, entonces 116) de un apartado sobreIglesia y Nacionalsocialismo. La ampliacin de los 34-36, aunquealgo resumida, todava se encuentra en el texto actual; la insercin delprrafo final volv a suprimirla ya en 1937.El texto de la presente edicin es enteramente nuevo, salvo mnimospasajes. Mas la refundicin no afecta ni al marco, ni a la subdivisin, ni alas categoras bsicas de la exposicin. Sigo pensando que la divisin enAntigedad, Edad Media y Edad Moderna es un ndice vlido queresponde a los hechos objetivos y sirve para articular objetivamente la vidade la Iglesia en la historia. Esta divisin programtica, como es lgico, nose ha de llevar demasiado lejos; es preciso tener en cuenta los reparos quese indican en el texto (Introduccin).La remodelacin consiste sobre todo en una mayor diferenciacin delos temas expuestos y es fruto de una reflexin constante, a lo largo devarios decenios, sobre los distintos materiales y sus mutuas relaciones.Raro sera, evidentemente, que una meditacin tan prolongada sobre lainmensa problemtica del desarrollo de la historia de la Iglesia no hubierahecho descubrir con progresiva intensidad sus profundidades y susabismos. La dificultad resida en exponerlo todo de forma satisfactoria enun libro de dimensiones necesariamente reducidas.Una exposicin resumida de la historia de la Iglesia debe intentarefectivamente presentar el curso de los acontecimientos con cierta homo-geneidad.Pero para esta tarea es de todo punto esencial distinguir loimportante de lo menos importante, acentuar unas cosas y pasar por altootras; el arte consistir precisamente en saber omitir con acierto.Es evidente que en la seleccin influye mucho el juicio subjetivo; deacuerdo con los conocimientos del autor y su campo de especializacin,determinados temas importantes aparecern con ms relieve que otros. 8. Tengo por principio que tal falta de homogeneidad es no slomaterialmente inevitable, sino necesaria. La historia no es el pasado, sino elpasado que llega vivo hasta el presente. Ciertos acontecimientos, fuerzas eideas del pasado mantienen, unos ms que otros, esta pervivencia; algunos,por consiguiente, deben ser expuestos con mayor nfasis. A Bernardo deClaraval, por ejemplo, le he dedicado diez pginas; a santa Hildegarda, slouna. Sin duda, de esta extraordinaria mujer de Bingen se podran decirmuchas ms cosas y ms importantes. Pero que algo sea historia dependeesencialmente no slo, ni en la misma medida, de su existencia histrica,sino tambin, y de forma decisiva, de su repercusin histrica; y, desde estengulo, Bernardo es incomparablemente superior a su gran contempornea.En particular he credo necesario destacar dos grupos de problemas:1) Los catlicos estamos muy lejos de haber superado lo que hayde problemtico en la espiritualidad medieval. Su impronta de objetivaciny la consiguiente lucha entre Sacerdotium e Imperium requieren unaatencin extremadamente crtica. En ambos casos, conocer las ideasadquiridas desde tales supuestos es premisa para comprender el Medievotardo ms profundamente, como un precedente no accidental de laReforma y como ayuda para el dilogo con los hermanos cristianosseparados.2) La suerte del cristianismo, hoy como maana, depende msque nunca de su unidad y, otro tanto, de la superacin de los problemasintelectuales y espirituales planteados por la Reforma. Ya hay hoy,afortunadamente, intentos en este sentido bajo el signo del movimiento o,mejor dicho, del encuentro ecumnico. Desde aqu es, no cabe duda, desdedonde puede estar justificado un estudio ms detallado de la historia de laReforma. Y en esta lnea an podra irse mucho ms lejos y escribir unahistoria radicalmente ecumnica de la Iglesia. Pero para eso todava quedaun largo camino. El dilogo de las distintas confesiones tiene antes quetocar estratos ms profundos. Tenemos antes que acercarnos de forma msviva al patrimonio cristiano de los otros. Lo cual se conseguir con tantamayor seguridad cuanto ms intensamente nos interroguemos a nosotrosmismos. Mas la triste experiencia de la historia es que muchas veces ni lacristiandad, ni las Iglesias, ni los mismos catlicos han cumplidosatisfactoriamente su tarea. Y esto, para nosotros en concreto, significa queen el curso de la historia no siempre hemos realizado lo catlico consuficiente plenitud y pureza. Debemos, por tanto, revisar con mayorseriedad que hasta ahora la idea que tenemos de nuestro patrimonio y laforma histrica en que lo hemos vivido, para ver si sta se ha quedado, y enqu medida, por debajo de la plenitud catlica de la fe primitivafundacional y as descubrir lo que habra que afirmar y exponer con mayorprofundidad y mayor plenitud, esto es, ms catlicamente. 9. Y esto se complementa con la pregunta, dirigida a nuestros hermanosevanglicos, por lo que hay de catlico en su patrimonio. Pues slo en lamedida en que en muchas partes hay algo de catlico es posible el autnticoencuentro e incluso la unin.Consideraciones de este tipo me han inducido a describir con ciertaminuciosidad la historia y las particularidades de las Iglesias orientales,dada su riqueza cristiana y catlica.El clima espiritual en que hoy se escribe la historia ha cambiadoradicalmente en los ltimos cincuenta aos. El cambio se debe al cmuloprogresivo de conocimientos que nos han suministrado las cienciasnaturales. La astronoma, la paleontologa y la fsica (por hablar slo deestas) han desvelado ante el hombre unas dimensiones de tiempoverdaderamente impresionantes; cifras y hechos, conocidos ya hacecuarenta aos, han sido ahora confirmados umversalmente por la ciencia,hasta el punto de que la vieja imagen del mundo, en la cual descansabanmuchas de nuestras ideas fundamentales, sin excluir las religiosas, setambalea. Las cifras que aduce la ciencia para la edad del universo, de lavida o del hombre hacen que la historia que conocemos quede reducida aun lapso tremendamente insignificante.La tensin entre esa enormidad de tiempo y estos pocos miles deaos debe ser tomada en cuenta tanto por los escritores como por losobservadores de la historia.Mas esa misma tensin, para el historiador de la Iglesia, se torna anms aguda. El marco temporal del universo, que proclama la gloria deDios, no est cubierto ms que en una mnima parte por la historia de laIglesia. Valga un ejemplo ilustrativo: si la historia de la tierra estuvieraescrita en un volumen de 3.000 pginas, la historia de la vida sobre la tierraslo ocupara la ltima pgina. Si esta pgina tuviese tres columnas con1.000 lneas cada una, la historia de la humanidad slo ocupara la ltimalnea de la tercera columna; y de esta lnea, a la historia de la Iglesia slo lecorresponderan un par de letras...Esto, que parece abrumador, en realidad nos lleva a una de las ideasbsicas del cristianismo y de su historia: el mensaje cristiano no se anunciacomo fuerza, sino como mundo de lo invisible, de lo oculto, de lomenospreciado, de pobreza espiritual en el sentido de los salmos. Noobstante, dentro de esa desesperante inferioridad cuantitativa respecto almundo se alberga la semilla del evangelio, cuyo crecimiento describe lahistoria de la Iglesia, el germen del reino prometido al pequeo rebao parael fin de los tiempos (Lc 12,32). Ciertamente, es un desafo ingenuo, unverdadero scandalon, pero absolutamente seguro de la victoria gracias alpoder de aquel que se ha revelado a s mismo.Exponer en sntesis un todo temporal y objetivamente tan dilatadocomo la historia de la Iglesia tiene algo de seductor. El intento de rastrear 10. las fuerzas rectoras de un acontecer tan pluriforme, de descubrir ensemejante revoltijo, tan aparente como real, algo as como el sentido de lasucesin, aunque slo sea en zonas y sectores aislados, es razn sobradapara estimular al observador. Pero en el cientfico responsable no cesa desurgir, cada vez ms fuerte, un sentimiento de agobio. La enorme cantidadde hechos o de fuentes de informacin de los mismos, literalmenteinabarcables para una sola persona, hace que en muchos, muchsimoscasos, se tenga que recurrir a los resultados del trabajo de otros. Tal es elcaso de este compendio, hasta el punto de que honradamente, expresando ala par mi profundo agradecimiento, debo reconocer una dependenciaesencial de otros y confesar que la obra se nutre de mltiples lugares desegunda y tercera mano.En particular quiero repetir aqu mi agradecimiento a mi veneradomaestro, fallecido ya hace tiempo, P. Pierre Mandonnet, OP, de laUniversidad de Friburgo/Suiza. Sirva este nico nombre como exponentede muchsimos otros, de cuyas lecciones y libros tambin es deudora lapresente Historia de la Iglesia.Agradezco igualmente la mltiple ayuda de mis colaboradores en elInstituto para la Historia de Europa, de Maguncia, del departamento deHistoria de la religin occidental. Gran nmero de becarios y asistentes,con los cuales he mantenido durante aos un cotidiano intercambio de ideasa la hora de nuestra pausa acadmica (pausa del caf) y en mi seminariosobre Lutero, han tomado parte en la gnesis de esta refundicin de laHistoria de la Iglesia. A todos ellos, evanglicos y catlicos, procedentesde distintos pases de Europa y Amrica, les saludo desde aqu con laamistad de siempre.Agradecimiento especial merecen, en fin, los que de diversas formashan contribuido directamente a la aparicin de este libro: la condesa VonBrockdorff, que ley conmigo las pruebas de imprenta, confeccion lascitas y prepar el ndice de materias, el doctor Hermann Schssler, HorstNeumann, P. Daniel Olivier, P. Gabriel Llompart, Joseph Schlzle, doctorKarl Pellens, que particularmente se encarg de los mapas, y el profesorBoris Ulianich. Que entre todos mis primeros asistentes subraye miagradecimiento a Peter Manns les parecer natural a todos los antiguos yactuales miembros de nuestro crculo.Parte del material del 72, sobre los judos de Maguncia, tengo queagradecerla cordialmente a mi colega Eugen Rapp, de Maguncia.Los mapas que se incluyen en el libro no pretenden sustituir a lasobras especializadas; slo quieren ofrecer una primera orientacingeogrfica para situar los principales datos.El material ilustrativo presenta asimismo testimonios evanglicos.Supongo que no es menester justificarlo: pertenece al patrimonio comn. 11. La publicacin del segundo volumen pone probablemente fin a mi trabajoen este libro. Habr algn discpulo mo que asuma la tarea deperfeccionarlo? Ya he indicado antes, al hablar de un aspecto concretoimportante, en qu sentido sera esto deseable. Pero la tarea va a llegarmucho ms lejos. Nuestro globo se queda pequeo. Por primera vez en lahistoria que conocemos, la humanidad comienza a vivir intensamente comocomunidad (o, ms bien, a juzgarse una comunidad), pese a todas lasdivisiones y hostilidades que la acosan. Todos los pueblos a una, amigoscomo enemigos, saben todo lo que cada da sucede en el mundo. Apenashay ya sucesos aislados. Todo afecta inmediatamente a todos y repercutesobre todos. Esto genera una situacin de conciencia que rompe por smisma muchas limitaciones, hasta hoy normales, incluso en el campo de laformacin intelectual, y que forzosamente va a exigir ser tambin tenida encuenta en el campo de la ciencia y la valoracin histricas. Al igual queotras visiones de la historia, tambin la historia de la Iglesia deber tenerlapresente. Con el trabajo de la Una sancta, por una parte, y ladeseuropeizacin de la vida y los mtodos misioneros, por otra, saldr a laluz con mayor amplitud que hasta ahora la suerte de las Iglesiasextraeuropeas, la historia de las Iglesias greco-ortodoxas, monofisitas ynestorianas, como tambin la vida de las misiones por todo el mundo(campo ahora reducido por el comunismo) y las historia de las confesionessurgidas directa o indirectamente de la Reforma y ltimamente reunidascon las ortodoxas en el Consejo Mundial de las Iglesias. En estasexposiciones de conjunto debern asimismo tener cabida las relaciones(esperemos que tambin el dilogo) con la sinagoga y las otras grandesreligiones no cristianas...Una perspectiva apasionante?... S, pero ms todava un tremendoquehacer. Clarsimamente se vislumbra un peligro fundamental, que ya hoyamenaza: la cantidad puede apagar el espritu...La cuestin es si un solo individuo podr, y cundo, alcanzar esameta sin que la exposicin quede ahogada por la amplitud de la materia. Oser el trabajo en equipo la nica solucin?JOSEPH LORTZMaguncia, Domus Universitatis 12. INTRODUCCION1. POSIBILIDAD Y VALOR DE LA HISTORIA DE LA IGLESIAI. HISTORICIDAD DE LA IGLESIALa historia es una peculiar dimensin del ser y el acontecer. Elpensamiento histrico es una categora espiritual propia; no es innata alhombre. Entendida en sentido estricto es, ciertamente, una adquisicin dela Edad Moderna. El hombre tiene que aprender este modo de pensar. Talexigencia, cuando se quiere comprender a la Iglesia histricamente, cobraun significado especial, porque la Iglesia tiene que ver, y por ciertoesencialmente, con elementos inmutables. Por ello ser til empezaraclarando el concepto de historia de la Iglesia y ciertas leyes fundamentalesque se dejan entrever en su propio desarrollo.1. La Iglesia es el cuerpo mstico de Cristo, el Cristo que sigueviviendo. Por eso es algo divino y objeto de fe. Como tal no puede sercaptada ni comprendida, en el sentido propio de la palabra, por lainteligencia humana; sta puede, sin embargo, penetrar en su naturaleza yen sus obras con hondura suficiente para hacer de ella una exposicincientfica.Una ayuda importante para lograr este objetivo es el conocimiento dela historia de la Iglesia. Pues aunque la Iglesia es divina, tiene una historiareal: Jesucristo, el Logos divino venido al mundo y, con ello, a la historiapor la encarnacin, su vida, su doctrina y su influjo en el curso de los sigloshasta hoy.El cmulo de los datos de la historia de la Iglesia durante estos siglosnos ensea lo siguiente: cuando con Cristo y su mensaje lo divino irrumpien el mundo de lo natural y dio testimonio de s mediante milagros, nodestruy las categoras del ser y el crecer naturales; se someti a ellas. Elcristianismo no se torn en modo alguno una magia. As, la realidaddivino-cristiana, que como tal no puede mudarse, como fenmeno histricoha tomado a lo largo de los siglos mltiples formas. Como cuerpo deCristo, la Iglesia es un organismo vivo que no permanece anquilosado en suestado originario fundacional, sino que se desarrolla.La posibilidad intrnseca de mantenerse idntica a s misma dentro desu desarrollo se hace hasta cierto punto comprensible en lo proftico. Elsentido de lo proftico, de lo inspirado por Dios, tiene un alcance mshondo y ms amplio de lo que el autor humano (incluso el inspirado!) escapaz de advertir en su conciencia. A menudo es slo la historia cuyoSeor es Dios la que va desarrollando en plenitud ese sentido. 13. Unicamente desde este ngulo se comprende en toda su profundidad unpasaje como Mt 16,181. nicamente desde esta perspectiva es posiblecompaginar, por ejemplo, la concepcin de Jesucristo en el seno de Marapor obra del Espritu Santo y la bienaventuranza del Magnficat (Lc l,46ss),con la confesin de que no entendieron sus palabras (Mc 9,32).2. Entre las fuentes de la historia de la Iglesia destacan por su valorlos escritos reunidos en el Nuevo Testamento: los Evangelios segn Mateo,Marcos, Lucas y Juan, los Hechos de los Apstoles, el Apocalipsis. Talesescritos, en efecto, contienen la doctrina cuyo anuncio fundamenta y dirigela vida de la Iglesia desde su fundacin, es decir, su historia entera. Relatande cerca la vida y doctrina de Jess de Nazaret y la vida de sus primerosseguidores hasta fines del siglo I.Los escritos del Nuevo Testamento estn unidos orgnicamente a losdel Antiguo. As lo atestiguan la figura y la doctrina de Jesucristo, fundadorde la Iglesia; as lo confirman las noticias del Nuevo Testamento sobre lasprimeras comunidades. No es posible, en consecuencia, captarcorrectamente el sentido de los escritos del NT ms que en relacin con elAntiguo.La diferente condicin anmico-espiritual de los autores, las distintasfuentes que tuvieron a su alcance y las diferencias del tiempo decomposicin y del crculo de lectores justifican, como es natural, lapeculiaridad, a veces tan acusada, de las Sagradas Escrituras. Tampocofaltan desavenencias notables y aparentes contradicciones: la revelacin seencarna tambin en las imperfecciones del lenguaje humano. En principio,esto no es ms que una prueba de la tesis fundamental, ya enunciada, deque la irrupcin de lo divino en la naturaleza (y en parte tambin contraella), que supone el cristianismo, no suprimi las categoras naturales delser y el acontecer en la historia de la revelacin divina.La revelacin no pretende comunicar un saber abstracto y sistem-tico,sino ante todo un anuncio de hechos salvficos, expresado a menudomediante smbolos y parbolas. Tambin por este lado es comprensible quese den desavenencias todava mayores.A pesar de todo no hay en la Sagrada Escritura verdaderascontradicciones. Su unitariedad es tanto ms notable por cuanto la mayorade los autores no eran cultos y la fijacin por escrito del mensaje deCristo durante mucho tiempo apenas estuvo sometida a reglas obligatorias,por lo que el canon pudo formarse con libertad.3. La encarnacin de Dios (Jn 1,14) es la base de la Iglesia; de estehecho, por tanto, debe partir toda descripcin de su historia. Cristo predijoque sus palabras no iban a pasar (Mt 24,35); pero tambin que su reino iba1 Para cimentar este pensamiento en la Sagrada Escritura, cf. Jn 11,51: Esto no se leocurri a l; siendo sumo sacerdote aquel ao, profetiz... 14. a extenderse con un crecimiento inesperado (Mt 13,31; cf. Mt 28,19s). Elcrecimiento orgnico sobre el fundamento de los apstoles (Ef 2,10) y bajola direccin del Espritu Santo (Jn 16,13) es, por lo mismo, una categorafundamental de la historia de la Iglesia. La Iglesia, efectivamente, ha tenidoun desarrollo real, que puede seguirse en el culto, en la teologa, en laadministracin, en la doctrina y en la comprensin de s misma. Sucontacto con los diversos pueblos y culturas ha provocado profundoscambios. Aunque los hombres en esencia son todos iguales, sus esquemasmentales son muy diferentes. La forma de pensar de los predicadores de laverdad cristiana del siglo II es grandemente distinta de la de un telogomoderno. Tertuliano, Orgenes, Agustn, Bonifacio, Toms de Aquino,Nicols de Cusa, Feneln, Sailer, Newman, Schell, etc., expresan la fecristiana comn de modos en extremo diferentes. En esta diversidad serefleja en parte la transformacin histrica y el progresivo desarrollo delpensamiento cristiano.4. Hay un mbito en la Iglesia contra el cual no prevalecern laspuertas del infierno (Mt 16,18). En la medida en que este mbito coincidecon la esencia de la Iglesia, las puertas del infierno no prevalecern contrala Iglesia.Mas la evolucin de la Iglesia no ha seguido siempre una lnea recta.Tambin en la historia de la Iglesia, Dios escribe derecho con renglonestorcidos. Este desarrollo se ha efectuado, segn la promesa del Seor, bajola asistencia especial del Espritu Santo (Mt 16,18 y 28,20). Pretenderpusilnimemente eliminar de la historia de la Iglesia sus innumerablesdebilidades, deficiencias y tensiones sera tanto como recortar el dominiode Dios sobre ella. Segn la Escritura, la Iglesia no cesar de extenderse eneste en; penetrar en todos los pueblos hasta los confines de la tierra(Mt 28,19s). Pero lo que no est revelado es que vaya a transformar a lahumanidad entera en un perfecto reino de Dios. La propia Iglesia es, comotal, la Iglesia de los pecadores, de los peces malos (Mt 13,47s); es decir, sudesenvolvimiento asumir tambin la forma de la decadencia. Es cierto queel reino de Dios est ya entre nosotros (Lc 17,21), manifestndoseparcialmente en la fuerza de Dios, de forma que muchos lo ven y creen enl; pero slo al fin de los tiempos irrumpir con toda su plenitud, desde elms all, en este mundo arrebatado por la rebelin contra Dios y su Cristo.Por otra parte, una de las cosas ms grandes e impresionantes de la historiade la Iglesia es el hecho de haber permanecido, dentro de sus enormesprogresos e innumerables debilidades, fiel a su esencia, infalible en suncleo e inequvocamente inmutable.Esta realidad divina inmutable en la historia de la Iglesia no puedecaptarse por completo ms que por la fe. Pero no forzosamente por una feseparada de la crtica histrica. Este es el punto en que la historia de la 15. Iglesia se convierte en teologa. El problema estriba en precisar si esciencia, hasta qu punto y de qu modo.5. Para exponer la historia de la Iglesia tal como realmente hatranscurrido, es decir, como se ha configurado de hecho bajo la voluntaddel Seor de la historia, es condicin indispensable adoptar la actitudcristiana bsica: ser oyente. La historia de la Iglesia no puede deducirse delas ideas, ni siquiera de las reveladas; hay que descubrirla con fidelidad yabnegacin en lo que un da vino a ser y fue sin nuestra intervencin.Esto quiere decir que en la medida en que la Iglesia ha vivido unahistoria, y por haberla vivido, su estudio guarda afinidad con toda otraciencia histrica. La investigacin y exposicin de la vida de la Iglesia a lolargo de los siglos se efecta conforme a las mismas leyes de crticahistrica que rigen en toda ciencia histrica autntica. Por otra parte, lahistoria de la Iglesia se diferencia de la ciencia puramente natural, ya quetrabaja segn propios principios, tomados de la revelacin.La combinacin correcta de ambos elementos no se produce de modoque los fundamentos teolgicos puedan determinar o incluso modificar losresultados histricos, sino que stos estn subordinados a la intencin delfundador de la Iglesia, es decir, son interpretados y valoradosteolgicamente segn los fundamentos de la revelacin.6. As, pues, lo primero que ha de hacer el historiador es asegurar elmaterial, fijar lo sucedido y documentarlo histricamente, esto es,probarlo.El grado de demostrabilidad vara segn los distintos perodos de lahistoria de la Iglesia. La Edad Moderna ofrece mucha ms documentacinsobre cualquier suceso que el Medievo, y ste, por lo general, ms que laAntigedad.En consecuencia, por lo que respecta a las pruebas, tambin lasexigencias de la ciencia histrica son de diverso grado segn las distintaspocas. La historia de la Iglesia tiene derecho, por su parte, a aceptar esagradacin. Resulta antihistrico exigirle, cuando se trata de una tesiscientfica de la historia de la Iglesia antigua, una certeza histricacomparativamente mayor, o incluso esencialmente superior, que la que seexige para un acontecimiento de parecida importancia entre los sucesos dela historia profana. Un ejemplo tpico es la cuestin de si Pedro actu enRoma y muri all (cf. 9).II. PROFUNDIZACION DE LA IMAGEN DE LA IGLESIA1. La historia de la Iglesia es un medio apropiado para conocer ms afondo la esencia del mensaje cristiano y la Iglesia.Cuando vino el Mesas, sus discpulos no comprendieron que tenaque padecer y morir y, cuando lleg la hora temida, creyeron perdida su 16. causa; cuando Jess volvi al Padre, las primeras generaciones cristianascreyeron que vendra en seguida a realizar el juicio final; cuando el primerda de Pentecosts fue fundada la Iglesia, muchos estaban convencidos deque la Iglesia sera una comunidad integrada slo por santos y que elpecado jams volvera a tener poder sobre sus miembros: el desarrollohistrico, recorriendo caminos muy distintos, ha venido a demostrar quean no se haba captado el significado completo de las palabras de Jess.La historia de la Iglesia ha venido a ser una pedagoga, que hace entender lapredicacin de Jess y su creacin: la Iglesia.La historia de la Iglesia ayuda, pues, a formarse un concepto justo dela Iglesia. Su ms especfica aportacin a este respecto consiste en impediruna falsa espiritualizacin (espiritualismo) y la consiguiente volatilizacinde la realidad Iglesia. Dicha historia muestra ms bien, primero, que laIglesia tiene un cuerpo, que es visible, superando as la falsa distincinentre una Iglesia ideal y otra real (haciendo asimismo entender queslo hay una Iglesia, que es a un mismo tiempo institucin divina y frutodel crecimiento histrico: Iglesia invisible, que slo se puede captar por lafe, e Iglesia a la par visible y comprobable); y, segundo, preserva de unafalsa visin de la santidad de la Iglesia. Esta santidad es objetiva; noexcluye la pecaminosidad de los miembros y jefes de la Iglesia nidisminuye por causa de la misma.Por este lado, y con toda claridad, la historia de la Iglesia remite aese concepto sin el cual es imposible lograr una fructfera inteligencia einterpretacin de la historia, a la felix culpa, a la culpa dichosa. Elcontenido fundamental de este concepto viene a decir que en los fenmenoshistricos (personas, sistemas, acciones) error y culpa no equivalen aabsurdo histrico, sino que pueden llegar a tener un hondo sentido segn elplan salvfico de Dios y de hecho, a partir del pecado, con frecuenciadecididamente lo tienen. Este concepto expresa el reconocimiento del Diosviviente en la historia. Responde a la afirmacin agustiniana de que cuantosucede en el tiempo es de Dios. Toma en serio la idea cristiana de laprovidencia. El error sigue siendo error; la cizaa, cizaa; el pecado,pecado; unos y otros son la anttesis reprobable de lo anunciado por Dios.Pero la voluntad salvfica de Dios gobierna el mundo y hace que incluso elerror de los hombres sea til para su santo designio.2. Las enseanzas del NT exigen inequvocamente la unidad de laIglesia (Jn 17,21ss; Ef 4,5). La inmensa mayora de la cristiandad ha vividocon esta conciencia hasta la Edad Moderna. Quienes se apartaban de esaunidad eran considerados como desviados de la doctrina verdadera (hereja,sectas, 15) y tratados de acuerdo con la palabra del Seor: Y si no hacecaso ni siquiera a la Iglesia, considralo como un pagano (Mt 18,17).Ni siquiera la gran escisin de la cristiandad a raz de la Reforma delsiglo XVI destruy del todo este concepto. El proceso se consum al 17. consolidarse la separacin y con la sucesiva y al parecer irremediablemultiplicacin de las escisiones (sobre todo a partir del siglo XVIII).Tambin la filosofa moderna, con su destruccin del concepto de verdadobjetiva y con su relativismo, ha tenido un influjo decisivo. Mas hoy,incluso en la cristiandad no catlica, se vuelve a reconocer expresamenteque la escisin en varias Iglesias est en abierta contradiccin con lavoluntad del fundador de la Iglesia.Esta unidad implica que la verdad prometida a la Iglesia por sufundador slo puede estar plena y objetivamente en una Iglesia. El catlicocree y afirma que esa Iglesia es la catlica romana. Ello no quiere decir enmodo alguno que en ella se halle suficientemente expuesto el depsito de lafe en toda su plenitud, amplitud y libertad, y menos an que se lo hayaapropiado subjetivamente de una manera perfecta en todos los casos. Lahistoria de la Iglesia demuestra lo contrario.Pero la posesin objetiva de la verdad por parte de la Iglesia catlicaest garantizada, en el plano del anlisis histrico cientfico, por una pruebadirecta y otra indirecta.Prueba directa: la Iglesia catlica es la nica que, a pesar de nopocas prdidas y muestras de agotamiento, ha mantenido en todo loesencial la lnea de desarrollo establecida por Cristo y los apstoles. Ellasola, en especial, ha conservado plenamente el ministerio obligatorio yvinculante en conciencia, tal como lo tuvieron y ejercieron los apstoles (18). La evolucin de la Iglesia primitiva no lleva a la Reforma, sino alTridentino, que, por otra parte, no ha de entenderse como conclusin, sinocomo mera etapa del camino de la Iglesia catlica2.Prueba indirecta: si la Iglesia catlica no es la Iglesia fundada porJesucristo, resulta que las diversas Iglesias cristianas no catlicas son, entodo lo esencial, sucesoras legtimas de la fundacin de Jess. Estoimplicara: 1) la negacin de la unidad de la Iglesia; 2) que en la Iglesia deJess podran darse cosas abiertamente contradictorias (cf. las diversasopiniones sobre la persona del Seor, sobre el nacimiento virginal, sobre elsacramento del altar); 3) presupondra que la Iglesia fundada por Jess,inmediatamente despus de su partida, habra cado en errores sustanciales,en contra de su promesa; 4) significara que la cristiandad entera habraestado equivocada en lo esencial desde los aos 50-60, aproximadamente,hasta 1517.La unidad de la Iglesia no significa que los no catlicos bautizadosen Cristo y creyentes en l, y otro tanto los paganos, no pertenezcan a laIglesia una. La doctrina sobre la voluntad salvfica universal de Dios, sobreel Logos spermatikos, sobre las viae extraordinariae gratiae (caminos2 Para el conjunto, cf. las distintas tesis de la ms reciente exgesis protestante, que yaen Lucas constatan el sentido catlico. 18. extraordinarios de la gracia), sobre la distincin (no muy feliz) entrepertenencia plena y parcial, ofrecen la base conceptual necesaria paradesarrollar ulteriormente esta idea fundamental de la Iglesia catlica3.3. La historia de la Iglesia es uno de los mejores instrumentos parahacerse cargo de la riqueza y la verdad de la fe catlica, fe que no slo hasatisfecho a tantas personalidades de todos los tiempos y lugares, tangrandes y tan diversas entre s, sino que las ha impulsado a insuperablesempresas en todos los niveles elevados de la vida.Como miembro de la Iglesia, el catlico siente la necesidad natural(que en cierto modo se convierte en un deber para el catlico culto) deconocer la vida de la familia sobrenatural a que pertenece. Siente tambinesta necesidad como hombre moderno, pues la cultura actual del Occidente,aunque a menudo sea hostil o extraa a la Iglesia, en su ptima parte sebasa en el cristianismo y en gran medida ha sido creada por la Iglesia.Europa es cristiana en sus races gracias a la Iglesia.4. El estudio de la historia de la Iglesia constituye una eficazapologa de la misma. Esto es evidente en lo que respecta a sus grandestiempos, figuras y empresas heroicas. Pero tambin es verdad con respectoa las variadsimas y graves taras que encontramos en la historia de laIglesia. Porque: 1) estos fallos tienen un profundo sentido religioso ycristiano por cuanto significan la misteriosa continuacin de la pasin deJess por parte de la Iglesia. Llevan al cristiano a conocer su propiasituacin: la del siervo intil y pecador (Lc 17,10) que slo se mantiene porla fuerza de la gracia de Cristo; le ensean continuamente que, exceptuandoel ncleo esencial, la Iglesia es tambin Iglesia de pecadores; 2) la Iglesiaha encontrado siempre, a menudo en las situaciones ms difciles, fuerzaspara reformarse a s misma y llevar a sus miembros a nuevas cimas de vidareligiosa y moral. Esto es un signo evidente de que en ella no opera slo lafuerza humana, sino tambin la gracia divina (la prueba ms vigorosa eneste sentido es sin duda la reforma catlica de los siglos XVI y XVII); 3)esta idea es legtimo desarrollarla hasta el extremo de afirmar que tal vez laprueba ms impresionante de la divinidad de la Iglesia estriba en que todala pecaminosidad, debilidad e infidelidad de sus propios jefes y miembrosno han conseguido destruir su vida. El Medievo tardo constituye undocumento impresionante en favor de esta tesis.Con esto queda claro que semejante apologa no puede consistir deningn modo en encubrir tendenciosamente las taras de la historia de laIglesia. Esas taras son reales y enormes. Segn las fuertes palabras deNewman, la misma verdad se encontr en una situacin comprometida porculpa del papa Honorio ( 27); y Alejandro VI, como representante legal de3 Una sntesis clsica de esta fe nos la ofrece Agustn: Cuntos de aquellos que nonos pertenecen son, sin embargo, nuestros, y cuntos de los nuestros se hallan fuera?. 19. Jesucristo, sigue planteando hoy problemas de conciencia a ms de uncristiano. Pero desde que Jess fue condenado como malhechor y maldito yen la cruz pudo sentirse abandonado del mismo Dios, no es nada fcilponer lmites a su agona en la vida de su Iglesia.Si mostramos honestamente las deficiencias (al menos aquellas quepueden comprobarse con seguridad) podemos justamente esperar que losadversarios de la Iglesia, o los que tienen otras creencias, escuchen y sefen de lo que decimos cuando describimos los aspectos positivos de laIglesia y asimismo acepten nuestro rechazo de doctrinas contrarias a laIglesia con la seriedad que corresponde a una opcin de concienciacientficamente probada y madurada.Esta actitud fue prescrita por el fundador con la exigencia radical dehacer penitencia.5. Para salir airoso de semejante tarea es del todo preciso que elestudioso tenga la interior libertad cristiana. Cristiano dice tanto comoverdad y amor, ambos en inseparable unidad. Slo el conocimientofecundado por el amor, esto es, por el entusiasmo, llega al punto msntimo de las cosas. Mas el conocimiento amoroso slo puede tener porobjeto una realidad. As, pues, para conocer la verdad (sobre todo en lahistoria de la Iglesia) son necesarios el entusiasmo y la crtica, el amor y laveracidad. La actitud general ha de ser un entusiasmo desapasionado. Estono significa en modo alguno frialdad o escepticismo; es ms bien laplenitud del amor, porque lo es de la verdad. Es un optimismo autntico,cristiano, realista, alejado de todo entusiasmo fantico y estril. Slo talapologa es duradera y til para la causa sagrada de la santa Iglesia. Sloella ayuda a llevar la cruz, que nunca puede faltar en el cristianismo.Jesucristo, su naturaleza, su vida, su pasin, su resurreccin y supredicacin resumen todo el mensaje del Padre a la humanidad. La historiade la Iglesia por l fundada debe narrarse tal como en realidad se hadesarrollado, no de otra forma. El valor o el juicio de este desarrollodepende naturalmente de la medida en que ste se haya mantenido fiel almensaje del Padre en Jesucristo.6. Todo estudio histrico corre un grave peligro: propende a tomarcomo reproduccin objetiva de la totalidad de la historia lo que puedecaptar en las fuentes conservadas (leyes, escritos, monumentosarquitectnicos, etc.). La vida del verdadero pueblo, de la masa, pasaentonces fcilmente a segundo plano. Este reduccionismo peligroso,inadmisible, puede darse tambin en la historia de la Iglesia. La doctrina yactuacin de la jerarqua y de los telogos estn la mayora de las vecesrelativamente bien documentadas, mientras que la fe y sus repercusiones enlos otros miembros del pueblo de Dios lo estn muy poco o no lo estn enabsoluto. 20. Ahora bien: la plenitud de la verdadera fe en la masa de losmiembros de la Iglesia es evidentemente lo que, junto con el ministerio ylos sacramentos, constituye la realizacin del reino de Dios en la tierra. Ydado que mucho, tal vez la mayor parte de esta realizacin, yace en elanonimato, bajo el imperceptible cambio de los cuadros histricos, ypermanece desconocido en sus detalles, resulta como consecuencia im-portanteque slo conocemos una pequea parte de lo que constituye lavida histrica de la Iglesia. Toda historia es ms rica que su rostro visible.Lgicamente, esto es aplicable en mucho mayor grado a la historia de losmisterios de Dios en el mundo.7. Lo que es vlido para la historia poltica, lo es tambin para laeclesistica: hay que captarla pensando; lo cual supone interpretar, juzgar yvalorar. Es preciso poner de relieve el distinto significado de cada personay de cada hecho. La mera yuxtaposicin de hechos aislados es slo un pasoprevio, o bien conduce a un historicismo relativista y a. la consiguientenegacin de la verdad absoluta.La plenitud y la riqueza de la historia de la Iglesia, aun manteniendola distancia crtica, deben ser proclamadas vivamente, para interpelar einvitar al individuo. Porque es cierto que la historia se mueve en el pasado,pero no es simplemente pasado: se nos acerca viva, bien porque nos ofrecetesoros que verificar, bien porque nos exige realizar mejor y con mayorpureza tareas histricas que en su tiempo no se resolvieronsatisfactoriamente. Esto es aplicable a la historia en general. Para lahistoria de la revelacin salvfica, que nos compromete vitalmente, tiene,como es natural, un alcance mucho mayor, incluso en lo negativo. Tambinen la historia de la Iglesia se da el hecho bsico de los desarrollos negativose interpretaciones errneas, hasta con repercusin universal. Estos han deser expuestos como tales, con toda claridad. Quien renuncia a exponer laverdad y a distinguirla de lo falso, puede que describa con tonos positivosfenmenos que se dicen cristianos, pero no escribe historia de la Iglesia deCristo. 2. ARTICULACION DE LA HISTORIA DE LA IGLESIAI. ARTICULACION OBJETIVA1. El acontecer histrico-eclesistico se nos presenta inicialmentecon una multiformidad abigarrada, en los ms variados escenarios y lasms diversas zonas y tiempos. Mas esta multiformidad no es algo inconexo.De principio, ya hay una fuerza que atena e incluso supera toda digresin;es la persona del fundador de la Iglesia, a la que todos siempre se hanremitido y con la que han relacionado su patrimonio religioso. Adems,segn las fuentes del NT, como ya hemos dicho, la Iglesia es un todo, un 21. organismo. Y de esta unidad y totalidad orgnica siempre ha tenidoconciencia, una conciencia que ha ido en aumento, cierto, pero que ya eraasombrosamente intensa en los primeros tiempos del cristianismo. Suhistoria, en consecuencia, es tambin una unidad, que se basa en el nicofundamento que es Jesucristo, su obra, su doctrina y su fundacin, y quesiempre gira en torno a los mismos temas que ya l propuso e impuso comotarea.Sin embargo, dado que la Iglesia, aun siendo obra de la gracia divina,se presenta en hombres mortales y hechos pasajeros condicionados por eltiempo, su vida y consiguientemente su historia son asimismo mltiples noslo en el sentido de la multiplicidad antes mencionada, sino en el sentidoestructural, esto es, como desenvolvimiento de planos estructuralesdiversos. Desde este punto de vista, se puede articular la historia de laIglesia en: a) la vida fundamental, b) la vida interna y c) la vida externa dela Iglesia.2. La vida fundamental de la Iglesia es el elemento divino que hay enella, la Iglesia tomada en sentido estricto; es el cuerpo mstico de Cristo encuanto que vive de la gracia divina, independientemente de la ndolereligioso-moral de sus miembros, esto es, la gracia misma; es la verdadobjetiva y la santidad objetiva de la Iglesia, jams empaadas por la sombradel error y del pecado.De esta vida fundamental brota, con la colaboracin de los miembrosde la Iglesia, su vida interna y externa.A la vida interna de la Iglesia pertenece cuanto la Iglesia hace desdesu propio centro, independientemente de la sociedad perfecta (el Estado)que existe a su lado, y sin referencia al mundo; es, pues, su vida en loque atae a la esfera directamente religiosa. De la vida interna de la Iglesiaforman parte, por ejemplo, su vida de piedad sacramental yextrasacramental, sus actividades caritativas, su teologa; en suma: laconciencia religiosa que de s misma tiene la Iglesia.A la vida externa de la Iglesia pertenecen sobre todo sus relacionescon el Estado y con el mundo, y consiguientemente con la cultura y conotras religiones, as como su propagacin externa. Externa no quieredecir simplemente ni exclusivamente exterior. Dado el carctermisionero inmanente al cristianismo, las relaciones de la Iglesia con elEstado, el mundo y la cultura son esenciales para su vida.Para entender la historia de la Iglesia y la Iglesia misma es de sumaimportancia distinguir en las manifestaciones de la Iglesia actual los planosde la vida histrico-eclesistica que acabamos de indicar y, sobre todo,descubrir su ntima conexin recproca.II. ARTICULACION TEMPORAL 22. 1. Hacer una divisin cronolgica del proceso histrico, y hacerlacon acierto, no es algo accesorio, sino una de las exigencias msimportantes para comprender la historia. Es cierto que la corriente de lavida histrica es un continuum, pero como tal no es una mera mezclainforme. Est articulada en s misma, independientemente del esprituhumano que la contempla. Hasta cierto punto, pues, esta articulacin puederecibir un epgrafe en cada una de sus fases de desarrollo. Y tal intitulacinlo que generalmente se llama articulacin, si se elige con acierto, esuna ayuda excepcional para conocer y entender la historia, naturalmentebajo el supuesto de tener conciencia del limitado valor de toda subdivisinen perodos. Quien ha repensado a fondo una buena panormica de lahistoria de la Iglesia y ha llegado a tener una visin clara del desarrollo queen ella tiene lugar, a) dispone de un marco seguro y fcil de abarcar en todomomento, dentro del cual puede ordenar y situar los detalles histricos ensu justo lugar, y b) la visin de conjunto puede servirle de gua paradetectar y entender los detalles a la luz del desarrollo general, ayudndoleas a captar ms profundamente el sentido de la historia.2. Del mismo modo que la vida del individuo es diferente en laniez, en la juventud y en la madurez, y lo mismo cabe decir de los pueblosenteros, otro tanto ocurre con la Iglesia. La cuestin se complica en estecaso porque la Iglesia es una realidad extendida por toda la tierra ypersistente a travs de los tiempos (universalidad espacio-temporal de laIglesia): esos pueblos a los que la Iglesia predic y en los que realiz suideal en el curso de la historia y que, a su vez, emplearon sus mejoresfuerzas en configurar y sostener a la Iglesia han cambiado. Eso ha hechocambiar no slo el escenario de la historia de la Iglesia, sino tambin, y enmayor medida, la misma vida eclesial propia de cada poca, pueblo y lugar.En la medida en que un escenario y la vida que en l se desarrolla formanuna cierta unidad, tenemos ante nosotros una unidad histrica; alprincipio y al fin de semejante unidad est, pues, justificado marcarmomentos de divisin y desarrollo.3. En el curso de la historia de la Iglesia, prescindiendo de otrosinnumerables incisos menos evidentes, hay especialmente dos sucesos quejustifican la divisin de la historia de la Iglesia en tres grandes secciones,hablando de una Antigedad cristiana, de una Edad Media y de una EdadModerna. Estos dos sucesos son:a) La gran migracin de los pueblos en los siglos IV, V y VI hacederrumbarse el marco4 en que se haba desenvuelto hasta entonces lahistoria de la Iglesia, el antiguo Imperio romano (= fin de la Antigedad);reduce y ampla a la vez el escenario de la historia de la Iglesia y, sobre4 El proceso es complicado y de larga duracin. El avance del Islam desde el sureste yluego su dominio del Mediterrneo occidental hizo ms profunda la disolucin, pero nola provoc (contra Pirenne). 23. todo, hace entrar en la escena de la historia universal como factores activosa pueblos enteramente nuevos, brinda a la semilla de la palabra de Dios unatierra diferente: los jvenes pueblos germnicos y, ms tarde, los eslavos.La maduracin de estos pueblos nuevos en estrecho contacto con la Iglesia(y en mltiples tensiones con ella) llena la historia de la Edad Media.b) La radical transformacin de la vida espiritual de Occidente apartir de los siglos XIV y XV relaja cada vez ms la ntima vinculacin detales pueblos, al ir stos adquiriendo paulatinamente su autonomaespiritual, con la Iglesia, de la que hasta entonces haban sido, como de laforma ms natural, miembros principales. Este alejamiento encontr unaexpresin particularmente lamentable en la escisin de la fe en Occidentecomo consecuencia de la Reforma. De ah surge luego una cultura secular(autnoma) en su conjunto, que en buena parte se desenvuelve al margende la Iglesia e incluso contra ella: la Edad Moderna.4. Este esquema slo es vlido para Occidente. Los factores quedeterminan su historia hasta hoy se diferencian extraordinariamente de losque caracterizaron la estructuracin del Oriente cristiano. La continuacinde la Antigedad helenista o bizantina queda fundamentalmentesalvaguardada en Oriente por la supervivencia del Imperio romano-oriental(hasta la cada de Constantinopla en 1453). En cambio, una de lasconsecuencias ms graves de la separacin entre la Iglesia occidental y laoriental en el siglo XI es que en Occidente desaparece casi por completo elcontacto con las fuentes de la vida de la Iglesia griega (los Padresgriegos!). En la Iglesia oriental no se estanca en modo alguno la vidadurante los siglos que los occidentales llamamos Edad Media, sino que, porel contrario, es extraordinariamente activa, si bien no conoce ni valoramucho una actividad como la de Occidente en teologa, piedad y rdenesreligiosas. Como contrapartida, la Iglesia oriental est en parte msprxima a la atmsfera del cristianismo primitivo en la liturgia y en elcarcter de su teologa.Dado que la vida eclesial en las misiones de ultramar ha sido hastapoca muy reciente obra casi exclusiva del Occidente y dado que la Iglesiaamericana no nace hasta la Edad Moderna, la divisin esbozada esconsecuencia legtima de lo que ha acontecido en Occidente.5. Los dos acontecimientos sealados de la historia de la Iglesia sonde una evidencia palmaria. A pesar de ello no hay que exagerar suimportancia divisoria. En la historia nunca se da el caso de que unapoca acabe completamente y al punto se inicie otra nueva, por enteroseparada de la primera. Al contrario: en la poca que llega a su fin, ypartiendo de ella, se desarrollan grmenes que se convierten a su vez enfactores determinantes de la nueva poca. Las pocas se entrecruzan.As, durante la Antigedad tarda la Iglesia crece sin cesar en elmbito de la (ya decadente) cultura antigua, que transmite luego a los 24. nuevos pueblos junto con la doctrina cristiana, y as crea y desarrolla constos lo que llamamos Edad Media. Estos mismos nuevos pueblos, en laspostrimeras de la Antigedad, son primero servidores y colaboradores y,en parte, incluso sostenedores del Imperio romano de Occidente, enprogresiva decadencia, antes de destruirlo y sustituirlo por los nuevosreinos nacionales y antes de que surja luego de ellos la civitas christiana, lacristiandad occidental.Hay que tener presente adems que el proceso de las diversas esferasde la vida eclesistica no presenta las mismas curvas y que no siemprecoinciden sus puntos culminantes y decadentes.La vida jams se deja encerrar completamente en una frmula,porque es demasiado rica. Lo mismo puede decirse, y con mayor razn, dela vida histrica, que es compleja por naturaleza. As, pues, cuando en estaobra caracterizamos con una etiqueta las diferentes pocas y los diversosperodos, slo pretendemos subrayar unos cuantos caracteres mssobresalientes, pero que no han de entenderse en sentido exclusivo.Y de ah, si se quiere una exposicin ms detallada, nace laposibilidad de subdividir la mencionada divisin tripartita de la historia dela Iglesia en un nmero mayor de unidades de espacio, tiempo y materia.6. No es lo mismo que un pensamiento se exprese en Alejandra, enRoma o en Inglaterra o que una institucin surja en Roma, en Antioqua oen Citeaux. El pensamiento tendr en cada caso presupuestos diferentes,poseer finalidades intrnsecas diversas y la institucin ostentar distintopoder. La idea del marco cultural es de suma importancia para todahistoria, y su comprensin, altamente determinante para el estudio de lahistoria (5).El peligro de que una concepcin de la historia que opere con estaidea pueda subestimar o incluso ignorar el papel decisivo de lapersonalidad creadora no es muy grande cuando se escribe la historia delcristianismo, porque su comienzo, su continuacin y su esencia se basanexclusivamente en la persona del fundador. La historia del cristianismo yde la Iglesia es la historia del seguimiento de Cristo, bien del seguimientoanhelado y en parte conseguido, bien del fracaso en esta tarea fundamental.Es cierto que lo objetivo, lo general y lo trascendente en verdad y santidadtienen en el cristianismo una importancia decisiva. Pero, por otra parte, suimportancia y utilidad siempre dependen esencialmente de su apropiacinpor parte de la persona individual. La accin de Dios con el hombre, talcomo se cree y ensea en el cristianismo y aparece de mltiples formas enel curso de la historia de la Iglesia, es siempre una accin del Dios personalcon el hombre personal, creado a su imagen y semejanza.III. LAS DISTINTAS EPOCAS 25. 1. La Antigedad cristiana, considerada globalmente, se caracterizapor el hecho de que el cristianismo se encontr durante esta poca ante unacivilizacin madura, altamente evolucionada y ya consolidada; unacivilizacin crecida sin el cristianismo y antes de l, que en su conjunto leera extraa y continu sindolo: el antiguo paganismo del Mediterrneo.a) Una consecuencia inmediata e igualmente importante de estehecho fue que en la Antigedad el cristianismo estuvo primero y ms quenada replegado sobre s mismo. Por eso este perodo, por lo menos en suprimera mitad, es ante todo el tiempo de la vida interna de la Iglesia, conpredominio casi exclusivo de la actividad religiosa.En este tiempo la Iglesia crea, sobre las bases establecidas en elperodo de su fundacin (Jess y sus apstoles), las formas fundamentalesde su propia vida interna (piedad, liturgia, constitucin), asienta loscriterios esenciales en lo que respecta al mbito y las caractersticas de supatrimonio y de su actividad o misin (lucha contra el cristianismo judaicoy contra la gnosis; escritos confesionales frente al Estado perseguidor;recopilacin de los escritos del Nuevo Testamento; smbolo de la fe;controversias trinitarias y cristolgicas) y da testimonio de la revelacin deCristo con la predicacin, la vida y la definicin de los dogmas.b) Hacia el exterior, el cuadro es fundamentalmente distinto antes ydespus del ao 313. Antes de esta fecha la Iglesia, en lo que respecta a suvida externa, se sita principalmente en posicin defensiva; en laspersecuciones ha de sostener una lucha sangrienta por su derecho a laexistencia, al mismo tiempo que trata de definir de algn modo, por va deensayo, sus relaciones con la cultura. Los cristianos son una insignificanteminora. En cambio, a partir del 313, el cristianismo es libre y poco a pocose convierte en la religin del Estado; el representante del poder civil sehace cristiano. La actuacin de la Iglesia se vuelve activa, asumiendo unainiciativa mayor en toda la lnea de su vida externa. Tambin afluyen a laIglesia las masas. La misma Iglesia estrecha sus lazos con el Estado y lacultura y se convierte en parte importante del mundo. Las luchasespirituales, por el contrario, se trasladan al interior de la Iglesia y cobranmayor importancia, pero llevan en s mismas huellas profundas del cambiode postura de la Iglesia respecto al Estado y la cultura (cuestiones trinitariasy cristolgicas, concilios). La Antigedad cristiana es la poca delnacimiento de la Iglesia, de su primera actividad misionera y de laconsolidacin de su existencia frente al Estado y la hereja, as como de lafijacin de su autointerpretacin dogmtica bsica.2. A diferencia de la Antigedad cristiana, la Edad Media secaracteriza por el hecho de que la Iglesia est ah en primer plano, sinque se le oponga una cultura superior. Es ella la que crea una nueva culturacristiano-eclesistica5 y la lleva luego a su plena autonoma. Mas tambinla Iglesia participa en este cambio. Se puede afirmar que la Iglesia y los 26. pueblos germnicos crecen juntos hasta formar, en una compenetracinrecproca cada vez ms ntima, esa realidad cristiana que llamamosOccidente cristiano medieval: Europa es cristiana desde sus races. Porefecto de una vida interna muy floreciente (monacato, liturgia, arte,teologa, derecho y piedad popular), la Iglesia se dedica ahora con grandinamismo al campo de la vida exterior: a) vuelve sus ojos hacia la culturay la integra completamente en la vida cristiano-eclesistica; b) pasan aprimer plano los problemas de poltica eclesistica, esto es, las cuestionesrelativas a su constitucin, as como los referentes a las relaciones entreIglesia y Estado.3. La Edad Moderna. Tras un cierto aislamiento de la vida cultural yespiritual dentro de una misma cristiandad, la vida cristiano-eclesisticasucumbe en parte ante esa misma vida cultural que la Iglesia habacontribuido a crear y que progresivamente se va separando de la Iglesiahasta contraponerse a ella: a) como no catlica, b) como no cristiana, c)como no religiosa. El desencadenamiento de esta lucha tiene sus racesprofundas en la Edad Media, en determinadas actitudes de la jerarquamedieval (lucha con el Imperio por la idea hierocrtica del papado), y sudesarrollo en las tres etapas mencionadas llena la Edad Moderna.Mas tambin aqu la vida interna de la Iglesia muestra una mltiple yen cierto modo maravillosa riqueza, aunque con dolorosos altibajos defuerza y debilidad. As, la Iglesia con sus propias fuerzas lleva a cabo unanueva reforma catlica en el siglo XVI, ofrece al mundo el espectculo delsiglo de los santos durante el XVII y, pasado el XVIII, va acumulandofuerzas en el XIX para un nuevo florecimiento, del que hoy, pese a todoslos peligros y en medio de enormes apostasas, podemos decir quecomienza a apuntar en la vida interna de la Iglesia.4. Muy diverso ha sido el grado y la forma en que han aceptado elcristianismo los hombres de las distintas pocas. Cada poca, en efecto,5realiza su propio cometido con relativa perfeccin slo por breve tiempo.Para el mundo oriental y americano, nuestras categoras no sonvlidas sin una considerable modificacin. En los pases de misin elcrecimiento depende tambin de muchas otras condiciones; generalmente, ala larga aparece gravado por la tensin entre la forma de la doctrinacristiana, de cuo europeo, y las antiguas civilizaciones indgenas,evolucionadas o primitivas, que eran y en su mayora han seguido siendoextraas a Occidente y a su intelectualismo.5. La Iglesia ha de traer la redencin a la humanidad. Por eso sesiente la tentacin de buscar su realizacin definitiva en la historia,identificndola con el triunfo de la Iglesia. Escritores ms celosos que5 A este estado de cosas se lleg paulatinamente; los siglos V, VI y VII fueron detransicin, durante ellos la vida sigui por lo general las leyes de la antigua civilizacinromana 27. objetivos han pretendido una y otra vez descubrir y describir semejantetriunfo. La historia analizada sin pasin nos remite espontneamente a laautntica profeca del evangelio: en este mundo jams habr una victoriadefinitiva (Jn 14,17; 15,18; 16,20; 18,36). La historia de la Iglesia es unasucesin constante de altibajos en la lucha de la verdad y santidadcristianas contra el error, la mentira y la maldad pecaminosa de dentro y defuera. Tambin la historia de la Iglesia revela como fundamento de la fecristiana la teologa de la cruz. 28. ANTIGEDADLA IGLESIA ENEL MUNDO GRECO-ROMANO 29. 3. DELIMITACION Y DIVISION DE LA ANTIGEDAD CRISTIANA1. La historia de la Iglesia de la Antigedad cristiana se articula endos grandes pocas: la cesura viene sealada por el llamado Edicto deMiln del ao 313 ( 21). La primera poca, por tanto, abarca la vida de laIglesia en el Imperio romano pagano (hasta el 313); la segunda, susavatares en el Imperio romano cristiano (desde el 313 hasta la invasinde los brbaros).En el desarrollo de la primera poca pueden distinguirse las dife-rentesfases mediante: a) la toma y destruccin de Jerusaln por losromanos en el ao 70; b) la desaparicin de los ltimos testigos directos de vista u odo de la vida del Seor, hacia el ao 100, y la muerte delltimo discpulo de los apstoles, alrededor del 130 (o 150).a) La toma de Jerusaln significa el fin del judasmo poltico, laerradicacin del ms peligroso enemigo de la Iglesia de entonces: tanto eljudasmo rgido, enemigo de los cristianos, como el cristianismo ju-daizante,que se haba vuelto hertico; y luego la dispersin forzosa de laprimitiva comunidad cristiana ms all de Jerusaln (la expansin!).b) La figura histrica de Jess, gracias a los discpulos de losapstoles, sigui influyendo directamente en la comunidad hasta el ao130 aproximadamente. Esta inmediatez fue de una fuerza singular. Lapersonalidad, la imagen y hasta la voz, por as decir, del Seor actuabancomo algo prximo y vivo. De otra manera no se podra explicar lainconcebible pujanza de expansin de esa pequea grey (Lc 12,32),aparentemente perdida, frente a la potencia mundial de la Roma pagana.Ms tarde, esta conexin inmediata con la vida histrica de Jess fuesustituida, de modo general y definitivo, por una conexin slo mediata:cambio ste absolutamente decisivo. De ah, entre otras cosas, la ntimanecesidad de fijar la doctrina predicada por Jess.2. En la primera poca, los aos 30-70 (130) sealan el tiempo delcristianismo primitivo; es la poca puramente religiosa de la fundacin dela Iglesia, el tiempo de los apstoles y de los discpulos de los apstoles, eltiempo en que la vida cristiana apenas tiene contacto alguno con la cultura.El cristianismo primitivo es la mejor ilustracin de las palabras de Jess:no sois de este mundo (Jn 18,36). Dominan las ideas escatolgicas: seespera el inminente fin del mundo, no ciertamente de un modo uniforme ysiempre claro (epstolas de Pablo), pero s hasta el punto de considerarinnecesario e incluso reprobable el acomodo aqu en la tierra. Es el tiempoen que el entusiasmo religioso y el amor activo llenan casi toda la vida delos cristianos. El escenario es preferentemente Palestina, Samaria, Siria,Asia Menor, Macedonia, Grecia (Jerusaln; Antioqua, la zona de misinde Pablo), despus tambin Roma y Espaa. 30. El segundo perodo de esta primera poca, los aos 70 (130)-313,abarca el tiempo helnico-romano. Ahora la situacin (junto con loselementos mencionados) se caracteriza, aunque muy lentamente, por la re-lacinde la Iglesia con el mundo; ms concretamente: a) con la culturahelenista; es el tiempo de las apologas y de la teologa incipiente en luchacon la duda y la hereja (gnosis); b) con el Estado romano; es la Iglesia quecombate y sufre pero que afianza al Estado, es el tiempo de laspersecuciones.3. En la segunda poca (313 hasta el fin de las migraciones de lospueblos), el cristianismo es libre. Ser cristiano ya no es un riesgo, sino unaventaja; los obispos son unos privilegiados social y jurdicamente. Elcristianismo se convierte en la religin del Estado y la Iglesia en Iglesiaimperial. Pero el Csar es tambin seor de la Iglesia. En el mbitointerno es el tiempo de la teologa de los Padres de la Iglesia, delnacimiento del monacato y de las grandes disputas doctrinales: a) enOriente, la disputa trinitaria (siglo IV) y la cristolgica (siglos V, VI y VII);b) en Occidente, la cuestin de la gracia (pelagianismo) y la disputa sobrela Iglesia y su santidad objetiva (donatistas): es el tiempo de san Agustn.4. El lmite mnimo de la Antigedad cristiana no puede fijarseunitariamente. En Oriente, en todo caso, ha de fijarse mucho ms tarde queen Occidente. Aqu, en Occidente, pese al inmenso y dilatado inciso de lainvasin de los pueblos brbaros, es muy difcil establecer con ciertaprecisin siquiera el ao que marca el fin de la Antigedad y elcomienzo de la Edad Media. Y esto por diversas causas. Primera, porqueslo desaparece uno de los elementos que caracterizan la Antigedadcristiana, o sea, el Imperio romano en cuanto marco poltico y geogrfico.Pero el otro elemento, el interno, no desaparece: la cultura antigua, que sediluye y se trasvasa. En el mbito propiamente eclesistico la vida siguiguardando sus antiguas formas incluso despus de la invasin de losbrbaros. La lengua latina de la liturgia constituy el lazo ms fuerte entreambos perodos. Hay que hablar, pues, de una zona fronteriza entre laAntigedad y la Edad Media; existe entre la Antigedad tarda y la EdadMedia una interseccin de gran amplitud. 31. PRIMERA EPOCALA IGLESIA EN EL IMPERIO ROMANO PAGANOPerodo primeroPREPARACION, FUNDACION Y PRIMERA EXPANSION DE LAIGLESIA. DE LOS JUDOS A LOS PAGANOS 4. EL ENTORNO DEL CRISTIANISMO NACIENTE1. El Imperio romano surgi poco antes del nacimiento de Cristo.Con Octavio, que recibe del Senado el nombre de Augusto (30 a. C-14 d.C), y con sus inmediatos sucesores el Imperio se extiende cada vez ms.Abarca las tierras del Mediterrneo, con su cultura mediterrnea entoncesdominante, adems de las Galias y partes de Britania; el Rin y el Danubioforman sus fronteras continentales. El siglo I d. C. es a un tiempo el puntoculminante del podero del Imperio romano y el comienzo de su (lenta)decadencia.Al nacer Cristo, Palestina perteneca al Imperio romano. Desde quePompeyo conquist Jerusaln (63 a. C), ya no hubo un estado judoindependiente, aunque se les conserv el principado hereditario. Tras lamuerte de Herodes el Idumeo (37-4 a. C), fue procurador en Judea ySamaria Poncio Pilato. Con Agripa I (41-44 d. C.) volvieron a unirse otravez ambos territorios (bajo la soberana romana).2. Dentro del gran Imperio romano, el rincn palestino, la tierra delos despreciados judos, no era ms que una parte insignificante. El Csarposea un poder casi ilimitado sobre todo el imperio. No obstante, laadministracin era mesurada. Las provincias gozaban de una ciertaautonoma.a) El punto central, la capital y al mismo tiempo el modelo de todo elimperio era Roma, la ciudad, una verdadera maravilla del mundo. Yacomo idea (es decir, como encarnacin del imperio eterno), Roma era unapotencia real, que a lo largo de la Antigedad y de la Edad Media ejerciuna enorme influencia, de gran importancia incluso para la Iglesia. Estainfluencia es uno de los grandes fenmenos de la historia, y queracionalmente slo es posible captar por aproximacin. Ciertamente (parala historia general como para la eclesistica), la influencia ha sido a la largapositiva, pero muchas veces tambin perjudicial, sobre todo si se piensa enla idea de soberana encarnada en la idea de Roma, en cmo sta hizoposible en Constantinopla, la segunda Roma, la competenciaeclesistica contra el papado, en cmo la foment y finalmente 32. contribuy, con los excesos de ambas partes, a la nefasta escisin de lasIglesias oriental y occidental ( 47; para la idea de la tercera Roma [Mosc]como heredera de Bizancio desde el siglo XV, cf. vol. II).b) En Roma concurra toda la variedad multicolor del imperio. Lacara espiritual de la ciudad no era unitaria. Roma era una creacin pagana.Apenas puede uno imaginarse mayor diferencia respecto a una ciudadcristiana. Estaba repleta de templos. Pero stos slo eran morada de lasimgenes de los dioses, no lugares de oracin (el culto se celebraba ante laspuertas). El Capitolio y el Foro eran el verdadero centro de la ciudad: loslugares donde se promulgaban las leyes, se dictaba sentencia y discurra lavida poltica, a la cual tena que someterse hasta la liturgia oficial.Haba majestuosos palacios, lujosos y refinados, que entonces, y enritmo creciente, comenzaron a ser centros de vida regalada. Haba teatros yanfiteatros, en los que celebraban sus triunfos todo tipo de artes inmorales ycrueldades. Pero no existan lugares de amor al prjimo, donde acoger a lospobres y enfermos, como nuestros hospitales. El hecho de que existieranasociaciones religioso-caritativas, en las que se prestaba ayuda(especialmente para asegurar una sepultura digna), y la influencia de lafilosofa estoica suavizan algo el cuadro, pero no lo cambianesencialmente. Faltaba la fuerza capaz de transformar la vida. Lainmoralidad penetraba cada vez ms profundamente en todos los crculos(como en el imperio en general). Un lujo exagerado y un sibaritismorefinado se daban la mano con un desprecio escalofriante de la vidahumana, en especial de la vida de las capas sociales inferiores, de losesclavos. Siempre sern una prueba impresionante de ello los frecuentescombates de gladiadores, en que tantas vidas humanas se sacrificaban porel solo placer del espectculo. Incluso en tiempos de un emperador comoTito (79-81), el preferido de los dioses y de los hombres, fueronsacrificados en tales luchas muchos millares de hombres (2.500 slo enCesarea, despus de la destruccin de Jerusaln!).c) En el resto del Imperio romano, ante todo en las ciudades, lascolonias civiles y las guarniciones militares, la vida discurra segn elmodelo de Roma. El imperio era en cierto modo una multiplicacin deRoma. Esto tena sus ventajas para la difusin del mensaje cristiano, mas,por otra parte, facilitaba, llegado el caso, la lucha contra l.3. Jesucristo vino cuando se cumpli el tiempo (Gl 4.4; Ef 1,10).Esta gran palabra de Pablo, ms all de su contenido esencial (histrico-salvfico),cobra todo su sentido iluminador de la historia cuando seconsidera que tal cumplimiento se haba realizado ya en todos los mbitosde la cultura de entonces.Para evitar equvocos, hay que tener presente que el cumplimientode que hablamos no ha de ser entendido como un fundamento, del que elmensaje cristiano vendra a ser, por decirlo as, complemento natural. Se 33. refiere ms bien a una disposicin espiritual y religiosa de los espritus y delas almas, muy diversa en cada caso (que a menudo llegaba hasta lasupersticin), en la que poda entroncar el mensaje cristiano, y ello decisivamente a veces dndole una interpretacin contraria. Elcumplimiento no suprime en modo alguno el contraste, ni siquiera lacontradiccin del cristianismo con el mundo. Gran parte de los cristianosde la Antigedad, a pesar de sus lazos de unin con el medio pagano yparticularmente el griego, se consideraban ante todo como algo nuevo,como una contradiccin con la sabidura y la cultura de este mundo; eranlos llamados a salir del mundo. Y esto era una interpretacin autntica de lapersona del Seor crucificado y resucitado. El es el comienzo absoluto.La preparacin de la vida y la obra de Jess hasta esta plenitud de lostiempos se llev a cabo a) esencialmente en la historia del pueblo escogido,el pueblo judo, mas b) tambin en la historia de la gentilidad greco-romana.4. En tiempo de Jess, en la religin juda se haban configuradodiversas tendencias. Dos de esas orientaciones resultaron especialmenteimportantes para el destino de Jess y de su doctrina. La una se habaimpuesto en Palestina; la otra, entre los judos que vivan fuera de la tierraprometida en todas las grandes ciudades del Imperio romano, entoncesmundial, es decir, en el judasmo de la dispora (= dispersin). Laorientacin palestinense se caracteriza ante todo por una estrechez y unanquilosamiento inusitados, radicalmente cerrados a todo lo no judo, sibien en muy diversa medida. Haba saduceos, fariseos y esenios.Los saduceos provenan de los crculos abiertos a la culturahelenista. Cuando se agruparon (bastante pronto), la fe en la resurreccinno haba llegado a ser creencia general de los judos; de ah que rechazaranla resurreccin. En los tiempos de Jess se haban convertido en un partidopoltico.Los fariseos eran an ms rgidos y cerrados, como ya indica sunombre hebreo. Eran una agrupacin de chassidim (piadosos). En tiemposde Jess estaban dominados por el grupo de los escribas.Los esenios eran tambin una rama de los chassidim. Entre elloshaba crculos similares a una orden religiosa (con celibato, oracin comn;en Egipto haba comunidades parecidas, los terapeutas). Recientemente,tras el hallazgo de los escritos del Mar Muerto (por lo dems an muydiscutidos, no unitarios), conocemos de ellos una configuracin especial, lade los esenios de Qumrn, en cuya comunidad destaca una figura singular,la del maestro de la sabidura. Tal vez Juan Bautista estuvo relacionadocon ellos.El judasmo fariseo trataba sobre todo de conseguir la justiciamediante el exacto cumplimiento literal de las numerosas prescripcionesparticulares de la ley. En lo cual haba mucho de exteriorizacin, 34. autojustificacin e hipocresa, que Jess repetidas veces censur con dureza(Mt 23,13ss).El judasmo fariseo tambin tena fuerza interna. La mejor prueba deello es el hecho de que pudiera ligar tan fuertemente a su causa a unespritu tan noble como Pablo ( 8). Por lo dems, era un ideal peligroso,por el que el judasmo finalmente se sacrificara dndose muerte a smismo, mas no por eso dejaba de ser un ideal. Era la orgullosa concienciade poseer, en toda su singularidad y exclusividad, el verdadero judasmo,renacido de la heroica lucha de los macabeos; era el vigoroso intento demantenerse alejados de todo lo impuro.Los judos odiaban a los romanos, demoledores de su independenciapoltica. La mayor gloria del pueblo judo consista en no reconocer otrorey que el Yahv de los cielos. Los judos, a su vez, gozaban de pocassimpatas entre los romanos y los griegos. No obstante, la religinmonotesta y la moral interiorizada de los profetas y de algunos salmos yescritos didcticos posean tal fuerza de atraccin, que un considerablenmero de paganos se convirtieron en proslitos (es decir, advenedizos) deljudasmo. Muchos se convertan del todo y se sometan a la circuncisin ya todo el ceremonial de la ley; otros buscaban una relacin ms estrechacon el judasmo por la sola y exclusiva razn de aceptar la fe en el Diosnico; stos eran los temerosos de Dios, que conocemos por el NuevoTestamento (por ejemplo, Hch 2,5; 13,43; 17,17). Los proslitos ytemerosos de Dios son una prueba de la inquietud religiosa dentro delpaganismo de entonces.La fuerza de atraccin de la religin y la moral judas ejerca sumxima influencia en el judasmo de la dispora. Este mantena suadhesin a todo lo esencial de la religin juda, pero libre de la exageradaestrechez y rigidez del judasmo palestino. Estaba ms abierto al mundo y ala universal filosofa greco-helenista. A mediados del siglo II a. C, elfilsofo Aristbulo haba intentado en Alejandra demostrar la armonaentre la ley mosaica y la filosofa griega. Esta relacin se echa de ver deforma impresionante en los escritos del judo Filn de Alejandra, filsofode la religin (contemporneo de Jess, 25 a. C.-40 d. C). Escritos quefueron no menos importantes para la evolucin de la doctrina eclesistica.Ofrecen una exgesis alegrico-mstico-filosfica del Antiguo Testamentoy muestran una verdadera conexin entre la religin juda y la filosofahelenista. Este tipo de judasmo se convirti en el puente ms importanteentre el joven cristianismo y el paganismo. En l encontramos claramenteestructurado por vez primera un aspecto de la posterior sntesis cristiana:segura de s misma e inflexible en lo fundamental, pero ensayando sin cesarel dilogo para comprender mejor sus fundamentos y radicalmente abierta atodos los valores espirituales para transmitir a todos los hombres la nicareligin verdadera. 35. Tambin el judo Flavio Josefo (segunda mitad del siglo I) escribisus obras histricas (Antiquitates judaicae; De bello judaico) segn elpatrn helenstico y para helenistas ilustrados.La religin juda est expuesta en los escritos del AntiguoTestamento en hebreo y en parte en griego. La traduccin de este librosagrado al griego por los presuntos setenta sabios (LXX = Septuaginta) dela comunidad juda de Alejandra (siglos III y II a. C.) signific la mayortransmisin de la religin monotesta paleotestamentaria al mundo pagano.Con esta traduccin, el Antiguo Testamento se convirti en la EscrituraSagrada del cristianismo antiguo. No era uno de tantos libros de loscristianos; para ellos era el libro sagrado. Los escritos del NuevoTestamento fueron apareciendo paulatinamente, siendo coleccionados mstarde ( 6).Mas el contenido del Antiguo Testamento no es filosofa, sinorevelacin religiosa, escritura inspirada y testimonio de la accin salvadorade Dios en la historia de su pueblo elegido. Encierra un claro monotesmo yel mensaje religioso-moral de los profetas, basado en la autoridad divina.Este libro apunta ms all del judasmo, al tiempo de la salvacinmesinica. Aunque los judos, al comienzo de nuestra era, por un ladoalentaban una esperanza mesinica tintada de muchos matices polticos, losescritos apocalpticos y el mensaje proftico, por otro, haban preparadolos nimos para entender la inminente doctrina religiosa del MesasSalvador. En este sentido el mismo judasmo es un testimonio a favor de laIglesia, cuando sta toma posesin de la herencia del pueblo elegido.Tambin fue de gran importancia para la historia de la Iglesia la claraconciencia de Israel, basada y alentada en los escritos sagrados, de creerseel pueblo elegido. Este convencimiento, acrecentado por las promesas y elmandato misionero del Seor, pas como legtima herencia al cristianismo.Y dio lugar a una concepcin cristiana, no judeocntrica, del mundo y de lahistoria. Lo caracterstico de esta concepcin, en cuanto a su contenido, esque en ltima instancia todo depende de Dios; y lo importante de suorientacin es que hay primero un anuncio y, en consecuencia, la historiano sigue un movimiento circular de retorno, sino que verdaderamenteprogresa, apuntando a una meta final, que de una vez para siempreclausurar toda la historia (pero con un nuevo ser del en venidero).El hecho de que el cristianismo resultase de este modo heredero deljudasmo dio a su vez ocasin en la Iglesia a una sntesis enormementefructfera: la Iglesia goza del ttulo legal y honorfico de un pasadoantiqusimo, respetable y probado, siendo al mismo tiempo nueva y joven.5. A pesar de lo dicho, al comienzo de nuestra era las religionespaganas del Imperio romano no haban dejado de tener importancia. Todala vida, pblica y privada, an estaba sembrada de sacrificios, orculos y 36. magias de todo tipo en honor de los dioses. Una numerosa e influyentecasta sacerdotal ejerca un variado y perfeccionado culto.A todo ello vino a aadirse entonces, por exigencia de losemperadores, el culto de nuevas divinidades. Junto a la personificacin delEstado en la diosa Roma, aparece la persona del emperador rodeada dehonores divinos. El culto del Csar floreci especialmente en las provinciasorientales (el Oriente es la patria del culto al soberano en general). Esteculto al emperador, ya insinuado con Csar y consumado con Augusto,Domiciano lo hizo preceptivo para todos.Mucho de la religiosidad pagana de aquel tiempo era puraexterioridad. En conjunto, la antigua religin mitolgica y pagana de losdioses olmpicos haba sobrepasado ya su punto de apogeo mucho tiempoatrs, tanto en Oriente como en Grecia y en la misma Roma. Los intentos(de Augusto) de hacerla revivir tuvieron poco xito. La ilustracin filo-sfica,junto con un creciente deseo de interiorizacin, haban ejercido unacrtica victoriosa sobre las antiguas divinidades, como Cronos, Zeus yHera. Semejante propagacin y difusin efectiva del culto al emperador noes simplemente una prueba de creciente religiosidad. El culto delemperador, en el fondo, no era ms que una expresin del oscuro conceptopagano de Dios, carente de santidad y de carcter absoluto.Por otra parte, en el paganismo de entonces exista un positivo afnreligioso; de ordinario no insistimos en l lo suficiente, pero el hecho esque fue distancindose progresivamente del culto oficial estatal, prescrito ypracticado. Las personas cultas, en caso de no haber sucumbido alescepticismo como los ms, se refugiaban en una religiosidad filosfica queno raras veces propenda fuertemente al monotesmo o, cuando menos, auna especie de universalismo religioso. Las capas sociales ms inferiores(pero tambin cultas) buscaban salvacin y redencin, en los antiguosmisterios renacidos o en los nuevos misterios de procedencia oriental, enlos cuales, a travs de enigmticos e impresionantes signos exteriores(bautismo, alimento sagrado), crean encontrar la expiacin y la unincon la divinidad. Mas el contenido religioso de estos (perfeccionados)misterios helenistas era muy diferente y a menudo problemtico. Esto valeespecialmente para sus pretendidos paralelismos con la muerte yresurreccin de Jess: son crasa (y oscura) supersticin e idolatra, encontraste con la figura del Seor, que es la vida (Jn 1,4) y da la vida en lafe; fantasmagoras, frente a los mltiples testimonios histricamenteprobados de aquellos a quienes se apareci Jess despus de suresurreccin. Particularmente significativa es la diferencia entre laautojustificacin pagana y la confesin cristiana de la culpa y la remisingratuita.Extraordinariamente importantes, y durante muchos siglos fuertescompetidores y enemigos del cristianismo, fueron los misterios de Mitra, 37. en los que se daba una especie de bautismo. Del culto de la Gran Madre(Cibeles, Attis) conocemos el taurobolio, en el que el iniciado se hacarociar con sangre de toro para quedar limpio de pecado.A la mencionada interiorizacin tambin haba contribuido elderecho romano. Su aplicacin por parte del Estado, tolerante e intoleranteal mismo tiempo, era marcadamente positivista. Pero, gracias a lajurisprudencia, el concepto de la aequitas (= justicia basada en lainterioridad, o sea, en el derecho natural) haba adquirido unapreponderancia decisiva. Basndose en l, dado que era un principioreconocido tambin por los paganos, los apologetas cristianos del siglo IIpudieron ejercer una crtica terminante contra el proceder del Estado, hostila los cristianos, y contra sus correspondientes principios jurdicos.6. Estas nuevas corrientes de la religiosidad pagana demuestran que,junto al judasmo, tambin el paganismo fue un educador para Cristo(Clemente de Alejandra).Lo ms importante, aparte del ansia de redencin, fue el proceso deevolucin hacia el monotesmo. Este ya estaba abierto desde haca muchotiempo en la religiosidad filosfica: primero con Jenfanes ( 475 a. C), elprimer monotesta de la Antigedad clsica, y luego con Platn ( 348 a.C.) y Aristteles (Fe 322 a. C); y se convirti en caracterstica general de lasituacin espiritual de la poca, despus del viraje hacia la religin que dioal estoicismo el gran pensador griego Posidonio de Siria (135-50 a. C).Sneca, Epicteto, Marco Aurelio y, antes, tambin Cicern, discpulo dePosidonio, son los representantes ms notables de esta tendencia aprincipios de la era cristiana. Muchos hombres cultos, contemporneos deJess, se sentan atrados por la elevacin moral del estoicismo. Elmonotesmo de Sneca y su ideal de la enseanza filosfica apartaron amuchos hombres de la antigua idolatra, preparndolos as para elcristianismo. Mas, por otra parte, la brillante espiritualidad de estecontemporneo de Pablo satisfizo a muchos, impidindoles a su vez suadhesin al cristianismo. Ms tarde, la tica y los valores vitales estoicossiguieron influyendo de diversos modos en el pensamiento cristiano; laaguda elocuencia de Sneca y partes de su antropologa entusiasmaron amuchos humanistas cristianos, que lo tomaron por modelo (lo que pudoluego favorecer tanto la interpretacin moralista del mensaje cristiano de lasalvacin como la reduccin del campo de la gracia).De forma an ms directa en la preparacin al cristianismo influy lasuperacin prctica de la diversidad de dioses, gracias a las ansias deunidad que se manifestaban en todos los mbitos culturales del Imperioromano.Como consecuencia de un largo proceso, que entr en su fasedecisiva con la expedicin de Alejandro Magno al Oriente (334-324 a. C.)y la consiguiente transmisin de la cultura oriental al Occidente, en el 38. Imperio romano haba ido formndose una cultura unitaria: la helenstico-romana.Intensas mezclas de pueblos y sus diversos modos de pensar,especialmente en las grandes ciudades como Alejandra y Roma, dieronlugar a una general igualacin de las imgenes de los dioses y sus cultosrespectivos (sincretismo; cf. 16). A esto se aada la poderosa unidad delImperio romano, dentro del cual poda uno entenderse en todas partes enlatn o en el griego koin, con su administracin unitaria y una amplsimared de comunicaciones. Entonces la idea de unidad brotaba por todos ladosante los paganos de manera ostensible y permanente. La unidad estatal,como las otras aspiraciones unitarias en la cultura y la religin, exigan dealgn modo como complemento la unidad de la verdad, de la religin, deDios. En este orden de cosas estaba perfectamente abonado el suelo para elmensaje de Jess, que interpela al hombre como tal, esto es, a todos loshombres y pueblos, y para la unidad de la Iglesia, que abarca toda la tierra.Los romanos eran plenamente conscientes de ser los protagonistas dela historia mundial. Qu enorme fuerza supuso esto despus para losromanos convertidos al cristianismo! Qu gran robustecimiento de lamisin divina de Roma como sede del papado! Qu relevancia para elSacro Imperio romano-germnico de la Edad Media!El val