La noción de acausalidad en la física cuántica

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TRABAJO DE INVESTIGACIÓN LA NOCIÓN DE ACAUSALIDADEN “DIE PHYSIK UND DAS GEHEIMNIS DES ORGANISCHEN LEBENSDE PASCUAL J ORDAN Doctorando Ignacio del Carril Tutora: Dra. Claudia Vanney Director: Dr. Juan Arana Buenos Aires, 28 de octubre de 2013

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En este trabajo se analiza el concepto de "acausalidad" acuñado por algunos físicos a principios del siglo XX al descubrir el mundo indeterminado del átomo. El estudio se realiza en torno a una obra del físico alemán Pascual Jordan.

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Page 1: La noción de acausalidad en la física cuántica

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN

LA NOCIÓN DE “ACAUSALIDAD” EN

“DIE PHYSIK UND DAS GEHEIMNIS DES

ORGANISCHEN LEBENS”

DE PASCUAL JORDAN

Doctorando Ignacio del Carril

Tutora: Dra. Claudia Vanney

Director: Dr. Juan Arana

Buenos Aires, 28 de octubre de 2013

Page 2: La noción de acausalidad en la física cuántica

2 Introducción

Contenido Introducción ..............................................................................4

Capítulo 1. Antecedentes de la idea de causalidad ................. 11

1.1. El atomismo antiguo ............................................... 11

1.2. Aristóteles, las cuatro causas................................... 14

1.3. San Agustín y las razones seminales ....................... 20

1.4. Causalidad física y causalidad metafísica ................ 22

1.5. La teoría del ímpetus .............................................. 25

1.6. Galileo, el matematicismo ...................................... 27

1.7. Descartes, el mecanicismo ...................................... 29

1.8. Newton, la inercia y la gravedad ............................. 32

1.9. El debate Leibniz-Clarke ........................................ 35

1.10. Laplace y el determinismo ...................................... 43

Capítulo 2. Ruptura del paradigma determinista .................... 52

2.1. Breve biografía de Pascual Jordan .......................... 52

2.2. El descubrimiento de los fenómenos acausales ....... 63

Capítulo 3. Causalidad vs. Acausalidad ................................. 73

3.1. Acausalidad como indeterminación ........................ 73

3.2. Indeterminación como “multivocidad” .................... 79

3.3. Indeterminismo y aristotelismo ............................... 86

Capítulo 4. La propuesta de Jordan ....................................... 91

4.1. Alcance de la noción de acausalidad ....................... 91

4.2. La acausalidad en los organismos vivientes ............ 98

4.2.1. El organicismo entre el mecanicismo y el vitalismo

98

Page 3: La noción de acausalidad en la física cuántica

Introducción 3

4.2.2. La vida como automovimiento. Los vivientes y las

máquinas 104

4.2.3. Acausalidad y libertad ...................................... 117

4.3. Indeterminismo, finalidad y acción divina............. 122

Conclusión ............................................................................ 130

Bibliografía ........................................................................... 135

Fuentes ............................................................................. 135

Obras de Jordan ................................................................ 137

Bibliografía secundaria ..................................................... 137

Page 4: La noción de acausalidad en la física cuántica

4 Introducción

Introducción

La idea de causalidad es una de las nociones centrales de la

filosofía. Esto es así porque todo conocimiento humano y

principalmente el conocimiento científico se fundan sobre la idea de un

mundo en cuyo trasfondo se esconden los vínculos causales. Tan

necesario para la ciencia, tan evidente en la experiencia cotidiana es

admitir la causalidad que un pensamiento que los niegue no puede

menos que llamar la atención.

Esto fue lo que ocurrió a principios del siglo XX a raíz de las

experiencias que revelaron la naturaleza cuántica de la materia. Muchos

científicos encontraron que los fenómenos cuánticos no podían ser

explicados sobre la base del principio de causalidad tal como era

comprendido en esa época. Algunos de ellos llegaron incluso a referirse

a esos fenómenos como “fenómenos acausales”. Con este trabajo

propongo introducirme en esta cuestión. La hipótesis directriz es: ¿qué

entendieron por causalidad los físicos del siglo XX cuando negaron la

vigencia del principio de causalidad en el universo microfísico?

Sin embargo, mis pretensiones desbordan esta cuestión. En

efecto, la nueva física abrió un nuevo capítulo en la historia del

conocimiento humano. Afirmar que en el seno de la realidad abundan

procesos acausales no podía ser un mero descubrimiento novedoso. Sin

duda obligó a replantear completamente los principios filosóficos

admitidos hasta entonces. Por eso, los físicos de aquella generación se

vieron impulsados a filosofar y presentar sus interpretaciones acerca de

estas nuevas verdades, proyectándolas hacia horizontes extra-físicos,

internándose no solo en campos científicos como la química, la biología

y la astronomía, sino también en los ámbitos propios de la filosofía y la

teología natural.

Las conclusiones que analizaré son aquellas que escapan del

marco físico, por lo que no me interiorizaré acerca de las formulaciones

Page 5: La noción de acausalidad en la física cuántica

Introducción 5

matemáticas y sus intrincadas ecuaciones, sino que ahondaré

únicamente en cuestiones de carácter filosófico y más precisamente

aquellas que pertenezcan al ámbito de la metafísica y la teología natural.

Cuando se trata de cuestiones filosóficas, las tesis saltan los marcos

temporales y se vuelven eternas, de aquí el interés que presenta este

trabajo. Es conveniente, entonces, revisar las conclusiones obtenidas en

física cuántica a partir de una idea de causalidad más amplia que la de

los físicos de aquella época.

Para poder hacerlo metodológicamente en primer lugar opté por

enmarcar el trabajo en la obra de Pascual Jordan como uno de los

representantes de aquella generación; en segundo lugar, elegí un criterio

de abordaje de la cuestión.

Este trabajo de investigación versará, entonces, en torno a la obra

“La Física y el misterio de la vida orgánica” (Die Physik und das

Geheimnis des organischen Lebens) de Pascual Jordan. Se trata de un

libro publicado por primera vez en 1947. En él Jordan vuelca sus

conocimientos sobre física cuántica y sus incursiones en el ámbito de la

biología de la mano de la “Teoría del objetivo” (Target Theory)

elaborada por los biólogos Timoféeff y Zimmer a fines de la década del

veinte. A partir de ellos, Jordan desarrolla una serie de reflexiones que

van desde el carácter cuántico del comportamiento de los vivientes,

hasta algunas especulaciones sobre el origen de la vida en el planeta.

Sin embargo, sus meditaciones trascienden el ámbito científico y

alcanzan conclusiones de naturaleza religiosa.

Die Physik es una obra central en el pensamiento de Jordan pues

en ella se encuentra el eje de sus reflexiones y de sus enseñanzas

filosóficas posteriores. Solamente quedan afuera sus incursiones en

materia de astrofísica que luego las integra en su cosmovisión cuyo

germen y desarrollo principal se encuentran en esta obra. Se trata de un

escrito que no presenta grandes problemas interpretativos. Las citas de

esta obra en español son traducciones propias a partir de la edición

francesa, y cotejadas con la versión alemana de la quinta edición.

También utilicé como fuentes de segundo orden las obras La

Física en el siglo XX y La Biología Cuántica. En la primera desarrolla

Page 6: La noción de acausalidad en la física cuántica

6 Introducción

una historia de la física en general en la que inserta la explicación del

surgimiento de la cuántica. En la segunda explica las repercusiones que,

a su juicio, ha tenido la nueva física en la biología. Muchas de sus

reflexiones en esta obra fueron incorporadas luego a Die Physik.

Como segunda decisión metodológica, decidí abordar la temática

desde una perspectiva histórico-filosófica. Histórica, por dos motivos,

porque la concepción de Jordan acerca de la causalidad se encuadra en

la concepción filosófica del mundo sostenida por el pensamiento

ilustrado de finales del siglo XIX. Y también, porque la interpretación

de la física cuántica sostenida por Jordan pertenece a lo que se

denominó interpretación de Copenhague. La física cuántica estaba

naciendo en ese entonces; hoy, un siglo después, aunque esta posición

no haya perdido actualidad, los avances teóricos y tecnológicos hacen

de esta interpretación una de las muchas variantes exegéticas de los

fenómenos descubiertos.

Si bien mi intención es analizar críticamente los principios

filosóficos en los que se fundamenta la cosmovisión de Jordan sobre la

física cuántica, pretendo –como él–reflexionar sobre la validez de esos

principios en otros campos de la ciencia. En efecto, el hallazgo de los

fenómenos cuánticos no fue para él sencillamente el descubrimiento de

algo que estaba oculto, como quien encuentra un animal desconocido o

una especie vegetal nunca antes vista, sino que fue el develamiento de

la estructura interna de la materia misma. Por eso la nueva física se abría

necesariamente a la filosofía y la teología natural. Se trataba para él de

una nueva cosmovisión forjada por estos descubrimientos y así creyó

encontrar en la estructura de la materia los motivos que confirmaron su

visión acerca de Dios, el hombre y el mundo.

Por esta razón, este estudio no será un tratado sobre física cuántica

ni sobre la historia de esa rama de la ciencia. Será, ante todo un trabajo

de investigación y análisis filosófico. Se trata de comprender

historiográficamente cuál era la concepción de Jordan acerca de la

causalidad para reflexionar a partir de allí qué conclusiones se pueden

obtener de una concepción de causalidad más detallada y abierta a la

consideración metafísica.

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Introducción 7

Por eso las fuentes que aquí se utilizarán son los trabajos y los

artículos de carácter filosóficos y de divulgación en los que Jordan

vuelca su interpretación acerca de la cuántica y el alcance cultural que

él mismo consideraba que tendría la nueva física. Los escritos de

carácter científico no se tratan aquí; en primer lugar, porque muchos de

esos textos hoy ya serían tratados como obsoletos y considerados

superados en su propio campo, pues la teoría cuántica ha avanzado

mucho desde los desarrollos de Jordan, Heisenberg, Bohr y sus

expositores iniciales. En segundo lugar, y más específicamente, porque

las ideas filosóficas que Jordan tenía de la cuántica no pueden refutarse

desde el punto de vista físico. Los experimentos que dieron origen a la

teoría cuántica son los mismos hoy y siempre, la experiencia nunca

cambia, lo que cambia son las interpretaciones de la misma. La

interpretación de Jordan se alinea con la llamada interpretación de

Copenhague que se elaboró desde la escuela de Bohr en aquella ciudad.

Lo que Jordan extrae de ella es una cosmovisión y a la ciencia de las

cosmovisiones, es decir, a la filosofía, corresponderá discutir acerca de

ellas.

Pascual Jordan fue uno de los físicos contemporáneos que estuvo

en el momento preciso del surgimiento de la física cuántica, como

indicaré más adelante, sin embargo, no es de los más conocidos. La

literatura acerca de su obra es escasa y, tal vez por sus inclinaciones

políticas y los avatares de su vida académica, pocos lo mencionan al

hablar de la mecánica cuántica, no obstante su aporte fue trascendental

y sus reflexiones filosóficas merecen mucha más atención de la que se

les ha dado. En efecto, Jordan ha logrado una buena síntesis entre

mecánica cuántica, vida y libertad humana y divina, y esto invita a

internarse en el campo de la física cuántica buscando completar

constantemente su pensamiento mediante la reflexión filosófica con

miras a una concepción unitaria del universo.

El trabajo se estructura de la siguiente manera. Con el objetivo de

establecer el concepto de causalidad determinista tal como lo aprendió

Jordan se establecerán los antecedentes históricos de tal idea en el

capítulo 1. En este mismo capítulo se podrá observar el traspaso de una

Page 8: La noción de acausalidad en la física cuántica

8 Introducción

concepción causal abierta a la metafísica a la noción física de causa tal

como se la comprende en la ciencia física actual. Se procederá desde el

pensamiento clásico griego, deteniéndome especialmente en los

atomistas por ser estos un hito ineludible para los físicos del siglo XX

ya que muchas veces se consideran herederos de ellos. Pasaré por

Aristóteles de quién tomaré posteriormente su teoría causal para realizar

la crítica a la idea de causalidad a la que adhería Jordan. El último hito

será Laplace, paradigma del pensamiento determinista, que marcó la

concepción del mundo a fines del siglo XIX y principios del XX.

En el capítulo 2 analizaré la crisis de la concepción determinista

en virtud de los nuevos descubrimientos de la física del siglo XX. Allí

se introducirá al autor en su contexto histórico-cultural mediante una

breve biografía, su experiencia y su sentir acerca de la nueva física.

Aquí aparecerá la noción de “acausalidad”. De esta se vale Jordan para

referirse a los fenómenos indeterminados que gobiernan el mundo

microfísico.

En el siguiente capítulo (el número 3) me detendré a desarrollar

la noción de “acausalidad” y la relacionaré con la de “indeterminación”,

que es más recurrente en la física actual. En este capítulo además

intentaré explicar que la noción de “determinación” (y su opuesta) tiene

a su vez una fuerte carga filosófica que no puede ser soslayada. Por eso

dedicaré un apartado a reflexionar acerca de la idea de “determinación”

para delimitar el verdadero alcance del término “in-determinación”

comprendido como la negación del determinismo. En pocas palabras,

pretenderé mostrar que no es posible una indeterminación absoluta en

la naturaleza, y que donde haya indeterminación es preciso que haya

determinación en otros órdenes. Por eso recurriré a la idea aristotélica

de causa para especificar en qué sentido un objeto o un fenómeno está

determinado en muchos aspectos aun cuando sea indeterminado en

términos físicos.

A continuación, en el capítulo 4, se indicará el alcance que Jordan

dio a su visión de la física cuántica. Se sabe que fue uno de los muchos

físicos que se introdujeron en los campos aledaños a la física. Durante

algún tiempo, Jordan incursionó en el ámbito de la biología, realizando

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Introducción 9

importantes aportes al desarrollo de lo que él llamó “biología cuántica”.

Pero también llevó sus conclusiones al ámbito de la filosofía y la

teología natural. En este capítulo se presentarán sus investigaciones en

el campo de las ciencias de la vida, y las implicancias que él veía en

materia de antropología filosófica y teología natural, es decir, en

relación a las cuestiones acerca de la libertad y del origen de la vida. En

un subcapítulo final se analizará su posición valiéndome de lo

demostrado previamente en el cuerpo del trabajo al referirme a la idea

de causalidad.

Una última aclaración metodológica para la lectura del presente

escrito: es llamativa la recurrencia de las ideas de Jordan a lo largo de

toda la obra. Se debe prestar atención al hecho de que los textos que

manifiestan las afirmaciones de Jordan de una determinada idea, a

menudo sirven para demostrar otra, dada la cercanía lógica de las ideas

que pretende sostener. Por ejemplo, el siguiente texto expresa la idea de

Jordan de “libertad” aplicada al átomo, pero allí mismo se ve afirmada

su tesis de que en las máquinas no rigen fenómenos indeterministas.

A pesar de la ausencia de predeterminación unívoca de las reacciones

de los átomos, todo lo que se produce para los planetas –así como para

cualquiera de nuestras máquinas– está determinado necesariamente por

la causalidad aunque el planeta o la máquina se compone en definitiva

de átomos. […]. La mecánica cuántica, […], nos enseña que nuestra

incapacidad de prever el caso particular más allá de la ley estadística,

no se debe a una insuficiencia de saber de nuestra parte que sería

susceptible de ser ulteriormente superada: para todo lo que ocurre en

los átomos considerados individualmente, estamos en frente de una real

«libertad» que constituye una innovación total en relación a todas las

ideas científicas antiguas (Jordan, La physique et le secret de la vie

organique 1959, 227)1.

De este modo se pueden encontrar una y otra vez las opiniones de

Jordan en los diversos pasajes citados a lo largo del trabajo.

1 Este mismo texto aparecerá citado en el cuerpo del trabajo cuando sea conveniente.

Page 10: La noción de acausalidad en la física cuántica

10 Introducción

Este estudio pretende establecer lineamientos de reflexión

filosófica para quienes tratan de comprender la naturaleza en que

estamos inmersos los seres humanos. La filosofía siempre ha intentado

este saber que no es únicamente de índole experimental. La física, por

tanto, se abrirá de este modo a una visión unitaria y omnicomprensiva

de la naturaleza si logra capitalizar las tesis de la filosofía de la

naturaleza de todos los tiempos. La filosofía se enriquece por su parte

con los nuevos descubrimientos de la física y se ve obligada a

desarrollos más profundos y minuciosos acerca de una naturaleza que

nunca se deja atrapar por las redes de la lógica humana. Pascual Jordan

fue un pionero de esta actitud de dialogo entre ciencia y filosofía

fundada en una cosmovisión que no admitía compartimentos estancos.

Su pensamiento manifiesta que el universo está lleno de matices y

diversidad de puntos de abordaje.

Page 11: La noción de acausalidad en la física cuántica

Antecedentes de la idea de causalidad 11

Capítulo 1. Antecedentes de la idea de causalidad

1.1. El atomismo antiguo

Los físicos del siglo XX constantemente se sitúan en línea

continua con el pensamiento antiguo de los atomistas clásicos. En los

índices de nombres que se encuentran al final de los libros de física

cuántica uno suele encontrar casi siempre un par de menciones a

Demócrito y Leucipo. Esto es así porque el concepto de átomo se acuñó

en la vieja escuela atomista fundada por Leucipo y continuada por

Demócrito.

Al leer los testimonios acerca de esta escuela, se puede ver que

estos autores están más relacionados con la doctrina de los eleáticos que

con el pensamiento de Heráclito de Éfeso2. Tal vez, esto sea así porque

se mira la teoría atómica antigua con los mismos ojos con los que se

mira la teoría atómica actual. Sin embargo, hay un punto de unión con

la escuela de Parménides que sostenía que solo existe el ser único e

inmóvil, y que el no-ser no es. Leucipo, dice Aristóteles, admite que el

movimiento solo es posible en un mundo en el que el ser se combina

con el no-ser, lo lleno con lo vacío. Y dado que el movimiento y la

pluralidad son patentes a los sentidos se debe admitir que el universo

no es uno sino múltiple, aun cuando en cada una de sus partes uno

encuentre la unidad indivisible que atribuye Parménides al ser. Infinitas

partes únicas e indivisibles, invisibles en virtud de su pequeñez 3

agolpándose en el vacío, tal es la imagen del mundo para los atomistas.

2 Utilizo como fuente principal la obra de Kirk, Raven y Schofield sobre los filósofos

presocráticos. Los números de las citas no corresponden a las páginas, salvo que esté

aclarado, sino a la numeración de los fragmentos y testimonios que siguen en su obra

los autores.

3 “Hay un número infinito y son invisibles a causa de la pequeñez de sus partículas.

Se mueven en el vacío (pues el vacío existe) y cuando se juntan, originan la llegada al

ser y, cuando se separan, causan la destrucción. Son operativas y pasivas según el

contacto que les acontezca tener (el contacto no las hace unas) pero, cuando se

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12 Antecedentes de la idea de causalidad

El ser y el no ser de Parménides conviven en el universo atomista

como lo “lleno” y lo “vacío”. Cada átomo es un ser, uno y continuo.

Solo es divisible aquello que contiene en su interior el vacío, y dado que

el átomo se contrapone al vacío, juntos forman cada una de las cosas

del universo (Kirk, Raven y Schofield 1983, 557). Lo divisible y lo

indivisible se explican por lo continuo y lo discreto. La continuidad se

da únicamente en los átomos porque no implican vacío en su interior.

Los átomos se juntan entre sí e incluyen entre ellos el vacío y de ese

modo forman los cuerpos físicos más grandes. Sin embargo, ellos

mismos no pueden incluir vacío en su interior ni, por eso, ser divisibles

al infinito porque esto implicaría un vacío infinito.

Pero lo lleno no es un todo compacto: está formado por un número

infinito de elementos que son invisibles a causa de la pequeñez de su

masa. Si estos elementos fuesen infinitamente divisibles, se disolverán

en el vacío; deben ser, pues, indivisibles, y por esto se les llama átomos.

Únicamente los átomos son continuos en su interior; los demás cuerpos

no son continuos, porque resultan del simple contacto de los átomos y

por esto pueden dividirse (Abbagnano 1994, 42).

Otros autores aducen que la indivisibilidad de los átomos

responde a su impasibilidad (apatheia). Sin ahondar mucho en esta

noción, lo que parece significar es que su forma no es susceptible de

modificaciones provocada por agentes externos. Son siempre idénticos

a sí mismos e invariables mientras se mueven en el vacío. Los choques

provocados cuando se cruzan en sus inciertas trayectorias no causan

mella alguna ni en el átomo colisionado, ni en el colisionante.

Estos minúsculos seres de materia continua e idéntica difieren

entre sí intrínsecamente por su forma y su posición. De acuerdo al

testimonio de Aristóteles sus diferencias serían análogas a las que

encontramos entre la letra A y la Z que difieren por su forma o entre la

componen y entremezclan, generan algo” Física A 3, 187 a1, citado en Kirk & Raven,

545.

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Antecedentes de la idea de causalidad 13

letra Z y la N, que difieren por su posición. A estas diferencias se agrega

la de orden. Los átomos se mueven en el vacío y colisionan entre sí.

Algunos se unen, otros se repelen4. Los que se unen forman estructuras

ordenadas que pueden diferir como AN difiere de NA5. Demócrito creía

que…

algunos son angulosos, otros ganchudos, otros cóncavos, otros

convexos y otros, en fin, tienen otras innúmeras diferencias; así, pues,

piensa que se vinculan unos a otros y se mantienen juntos hasta que una

necesidad más poderosa proveniente de lo circundante los sacude y los

dispersa hacia afuera (Kirk, Raven y Schofield 1983, 583).

De esta manera se forman los cuerpos mayores y se mantienen

formados hasta que una fuerza mayor logra desbaratar la intrincada red

de átomos que lo forman y se desintegra emitiendo átomos al azar hacia

los restantes cuerpos.

El movimiento de los átomos no tiene una explicación concreta.

Sencillamente se mueven. Aristóteles les reprocha a los atomistas no

especificar de qué tipo de movimiento se trata6, sin embargo, otros

afirman que Demócrito hablaba de un movimiento de vibración. De

todos modos, sea cual sea la naturaleza del movimiento de los átomos

es preciso admitir que no tuvo un origen sino que siempre estuvieron

en movimiento, pues teniéndolo actualmente, es imposible aceptar que

alguna vez no lo tuvieron. El movimiento no puede surgir

espontáneamente del reposo.

Este movimiento vibratorio de los átomos es azaroso y ciego. El

universo atomista es un universo mecánico, esto significa que consiste

únicamente en materia y movimiento, las estructuras y las tendencias

4 Simplicio, De caelo 242, 21 (Kirk, Raven y Schofield 1983, 584).

5 Metafísica A 4, 985b (Kirk, Raven y Schofield 1983, 555).

6 “Por este motivo es necesario que Leucipo y Demócrito, que dicen que los primeros

cuerpos se mueven constantemente en el vacío infinito, especifiquen la clase de

movimiento, i. e., cuál es su movimiento natural” Aristóteles, De caelo Γ2, 300 b 8

(Kirk, Raven y Schofield 1983, 577).

Page 14: La noción de acausalidad en la física cuántica

14 Antecedentes de la idea de causalidad

han sido excluidas de la naturaleza. Las partículas se combinan

sencillamente porque el movimiento general del universo que es similar

a un gran vórtice de materia, produce las uniones y separaciones que de

hecho se dan, se dieron y se darán. En una teoría mecanicista como ésta,

azar y necesidad se identifican, pues el impulso ciego para la finalidad

está definitivamente regulado por la necesidad a la que están sometidas

las fuerzas generadas por el movimiento del remolino.

La única sentencia conservada de Leucipo dice: “Nada sucede por

azar, sino todo por una razón y por obra de la necesidad” (Kirk, Raven

y Schofield 1983, 569). La aparente contradicción se resuelve si se

comprende exactamente qué querían decir los atomistas con “una

razón”. Esta expresión quiere decir que no hay ningún fenómeno que

no tenga una causa. Se entiende azar en términos absolutos y no

relativos7, y solo se admite cómo “razón” los impulsos que generan los

movimientos y no los fines tendenciales. De esta manera parece que

“azar” significaría “sin causa”, y por eso “nada sucede por azar”, sino

por la necesidad de los movimientos de las partículas. Sin embargo, si

el azar es la negación de la finalidad, parece que es compatible con la

visión de la necesidad ciega de los atomistas. De todos modos, será

Aristóteles quien establezca las distinciones necesarias para iluminar el

debate.

1.2. Aristóteles, las cuatro causas

El pensamiento de Aristóteles es muy explícito en relación al

tema de la causalidad. Para Aristóteles las cosas naturales son el

resultado cooperativo de cuatro causas. La causa eficiente, final,

material y formal. Ninguna de éstas, tomada aisladamente, es suficiente

para que una cosa exista o cambie, pero todas son necesarias (Ross

2000, 89).

7 Cfr. Arana, 1997, 2002, 2012.

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Antecedentes de la idea de causalidad 15

La causa eficiente es “el principio primero de donde proviene el

cambio o el reposo” 8 , es decir, aquella que produce un cambio.

Teniendo en cuenta que hay dos tipos de cambios: el sustancial y el

accidental, encontramos agentes que producen ambos tipos. Ahora

bien, el cambio nunca es una realidad absoluta, sino que es producido

en un sujeto de cambio del cual se “educe”, gracias a la acción de la

causa eficiente, una determinación precisa en el orden de los accidentes

(en la cualidad, en la cantidad o en el lugar), o en el orden de la sustancia

(la transforma en un determinado ser). Esta determinación era una de

las posibilidades que se encontraban latentes en tal sujeto. Puede una

manzana en estado natural pasar de estar inmadura y verde, a madurar

y ponerse roja. Pero no puede ponerse azul, o negra, o de cualquier otro

color salvo aquellos que de alguna manera se encuentran en potencia en

ella.

El sujeto antes mencionado es la causa material, “aquello a partir

de lo cual algo llega a ser” 9 , define Aristóteles. Es importante

comprender la estructura gramatical que utiliza aquí ya que se trata de

un circunstancial de origen formado por ἐξ y genitivo. Todas las cosas

tienen su origen en el trasfondo material y de éste se obtendrá mediante

la acción de la causa eficiente la determinación que corresponda. Esto

quiere decir que el agente obra, no para darle a la materia una

determinación que no tiene en absoluto, sino para hacer que de ella surja

lo que se encuentra latente en ella. El planteo es netamente teleológico,

la causa eficiente no puede hacer “cualquier cosa” con el sujeto donde

opera, solo puede hacer lo que se encuentra en el rango de posibilidades

que le da la materia (Metafísica, XII, 2, 1069b, 30). Esto significa que

el resultado del cambio está de alguna manera presente en el punto de

partida. De una materia sólo se puede obtener lo que ella posibilite10.

8 Física, II, 3

9 Ibid.

10 “El artífice, que construye una esfera de bronce, del mismo modo que no produce

el bronce, tampoco produce la forma de esfera que infunde al bronce. No hace más

que dar a una materia preexistente, el bronce, una forma preexistente, la esfericidad.

Page 16: La noción de acausalidad en la física cuántica

16 Antecedentes de la idea de causalidad

Considero que el planteo es teleológico porque la finalidad

supone una existencia previa del fin. Es, sin duda, difícil de aceptar

desde una mirada empirista que exista algo sin estar actualmente

presente, pero, y he aquí el aporte de Aristóteles, existe otro modo de

existir diferente del actual y es el potencial. El fin, la causa final, existe

potencialmente en la causa material. “Existir potencialmente” significa

que será solo una posibilidad hasta que la acción del agente la actualice

y la haga real. La materia parece ser, pues, un ápeiron indefinible e

indeterminado, y en cierto sentido lo es; sin embargo, Aristóteles niega

la existencia de materia “en estado puro” (Ross 2000, 89). Toda materia

se da en unión a una forma. De aquí que la materia no es pura pasividad,

sino algo que “busca la forma”, siempre hay actividad en la materia,

actividad que proviene de su unión con la forma11.

Si hubiese de producir también la esfericidad, debería sacarla de alguna otra cosa,

como saca del bronce la esfera de bronce;[…].Es evidente, pues, que la forma o

especie que se imprime a la materia, no deviene, antes bien, lo que deviene es el

conjunto de materia y forma (synolos) que de ésta toma su nombre. […] Quien

produce la cosa, saca de algo que existe (la materia, el bronce) algo que existe y que

posee en sí aquella especie (la esfera de bronce)” (Abbagnano 1994, 137).

11 “La materia no es sólo forma en potencia; también es deseo de forma, y quien dice

deseo, dice impulso y dice fuerza. No es pura pasividad; en ella también hay una

dimensión activa que orienta los cambios hacia donde ella quiere” (Arana 2002, 139).

Esa tendencia hacia la forma tiene que ver con la potencialidad de la materia, aquella

de la que el agente con su accionar sacará cierta forma distinta de la original. Esto

ocurre porque la forma original hace que la materia de la que se obtendrá por

“educción” una determinada sustancia, ya está unida a una forma que contiene en sí

todas las posibles transformaciones de tal materia. “A pesar de todo, cabe preguntar

qué es lo que da a la materia la capacidad de predeterminar su encaminamiento hacia

cierta forma. La paradójica respuesta es que tal aptitud se debe a que la materia no es

ordinariamente pura materia. En la materia primera, que se reduce a mera

potencialidad informe, no hay rastro de predisposición a ser actualizada de uno u otro

modo ni, por tanto, subsiste en ella dinamismo alguno. Por el contrario, en la materia

segunda sí lo hay porque en cierto sentido ya es forma: […]. En este sentido, la

concepción dinámica y finalista de la materia aristotélica se apoya en las

concomitancias formales de una materia que está solapadamente mezclada con la

forma” (Arana 2002, 140). Si de la madera obtendremos una mesa es porque la madera

Page 17: La noción de acausalidad en la física cuántica

Antecedentes de la idea de causalidad 17

La causa formal, que en numerosos pasajes Aristóteles vincula a

la final, es la naturaleza o la especie. Lo que hace que la cosa sea eso

que es, “es la forma o el modelo, esto es, la definición de la esencia y

sus géneros”12 . Es lo que se entiende que una cosa es cuando se

pretende elaborar un concepto o una definición. Los conceptos que se

elaboran al pensar son signos de los aspectos formales de aquello que

se quiere comprender. Pero, lo formal no es solo algo en la mente del

que contempla el mundo, principalmente es justamente la

determinación fundamental de cada realidad. Es su esencia que

determina a ser y a operar de una determinada manera13. Se identifica

en gran medida con la idea de naturaleza pues es principio rector tanto

del ser mismo de los entes naturales como de su obrar14. Junto con la

–que ya es materia y forma– es apta para la construcción de una mesa, y no lo es, por

ejemplo, un líquido.

12 Física II, c. 3.

13 El texto más claro que yo alguna vez haya leído al respecto dice así: “Ciò che è

formale nella natura d’un essere, ciò per cui esso è veramente è quello che è, e può

operare come opera, è l’idea dominante e presente in lui; il suo logos, la sua ragion

d’essere, la sua energia costitutiva; il suo «slancio» essenziale che, permanendo in

lui, gli dà proprio l’intima sostanzialità della sua sostanza, la dinamicità trionfante

della sua staticità fondamentale, come impeto posseduto e sempre presente

(energheia); –ma nello stesso tempo è anche la sua interna finalità (entelécheia), il

suo aspirare a sé, alla sua propria ragion d’essere, come bene attraente e

orientativo” (Mazzantini 1942, 59). En este texto se destacan todas las cualidades de

la causa formal: 1) es el principio que hace que la cosa sea lo que es; 2) es el principio

de operación o de acción de un ser; en efecto, “operari sequitur esse”, las cosas operan

conforme a su propia naturaleza; 3) es idea, lógos y razón de ser, y por eso nuestros

conceptos y definiciones responden a aquella; 4) pero es idea “presente en el ser”, es

“idea encarnada”, “materializada”, tal como propone el hilemorfismo. 5) es “energía

constitutiva e impulso esencial” porque es el principio del dinamismo de la sustancia,

6) sin embargo, es dinamismo “estable”, es decir, dinamismo que permanece en el ser

haciéndolo “desplegarse desde dentro hacia fuera”. 7) Es, a su vez, finalidad. Porque

todo ser busca en su operación desplegar lo propio latente en potencia en el seno de

su naturaleza. Estas cualidades se ven con claridad en la vida, pero bien pueden ser

traspoladas al ámbito de los seres inertes.

14 Aristóteles había observado que tal era la naturaleza de un ente que en cualquier

obra del arte humano muchas veces se imponía la naturaleza del material con que se

Page 18: La noción de acausalidad en la física cuántica

18 Antecedentes de la idea de causalidad

causa material forman un todo que es la sustancia, pero de ambas causas

la más importante –dice Aristóteles– es la formal porque nadie da una

explicación cabal de la naturaleza hasta que no se hace referencia a la

forma.

No es suficiente explicar de qué están hechas (fuego o tierra); como

ocurriría si hablásemos de una cama o algún otro objeto semejante; en

este caso trataríamos de explicar su forma más que su materia (bronce

o madera), o, en todo caso, la materia referida al conjunto. Pues una

cama es tal forma en tal materia, o bien cierta materia con tal forma, de

modo que también habría que hablar de su configuración y de cuál es

su forma. Pues la naturaleza formal es más importante que la naturaleza

material (Aristóteles, De las partes de los animales, 640b).

Hay una profunda correlación entre la forma y el fin en los entes

naturales. Esto ocurre porque la visión aristotélica no es una visión

meramente estática ni meramente dinámica de la naturaleza. En ella el

dinamismo de las cosas se despliega junto a su estaticidad profunda,

“dinamicidad triunfante de su estaticidad fundamental” (Mazzantini

1942, 59). Es estática porque la forma como principio determinante de

la naturaleza de un ser es la misma desde que el ser comienza hasta que

deja de ser, pero es dinámica porque el ser se despliega en el tiempo.

Para Aristóteles todas las sustancias son activas, todas las cosas

despliegan su ser. Esta afirmación es difícil de entender cuando se trata

de seres inertes, también constituidos hilemórficamente.

Aristóteles consideraba que una parte de la determinación formal

en cada ser era el ocupar un lugar preciso en virtud de los elementos

materiales que lo componen. De aquí que el dinamismo de los seres

inanimados viene dado por la tendencia de cada elemento a ocupar su

había hecho, pues, “en tanto que son productos del arte, no tienen en sí mismas

ninguna tendencia natural al cambio; pero en cuanto que, accidentalmente, están

hechas de piedra o de tierra o de una mezcla de ellas, y sólo bajo este respecto, la

tienen. Porque la naturaleza es un principio y causa del movimiento o del reposo en

la cosa a la que pertenece primariamente y por sí misma, no por accidente” (Física L.

II, c. 1, 192b 10-20)

Page 19: La noción de acausalidad en la física cuántica

Antecedentes de la idea de causalidad 19

“lugar natural”. Así el fuego tiende a los lugares superiores, el aire que

es frío debajo del fuego, el agua que es más densa que el aire se ubica

debajo de éste y por fin, en el centro del mundo y, en el lugar inferior,

la tierra. Esto explica para Aristóteles por qué los gases tienden a

elevarse, y los cuerpos sólidos tienden a caer. Hoy en día, sin duda

puede ponerse en discusión semejante tesis, pero al margen del mérito

que comporta el haber logrado una explicación física del movimiento

de los cuerpos inerte, no deja de ser cierto que en los elementos existen

“movimientos naturales espontáneos”. El imán atrae el hierro, los

elementos radiactivos emiten partículas espontáneamente, y de alguna

manera en todos los elementos encontramos la tendencia activa a

cristalizarse de una determinada manera.

En los seres vivientes el movimiento es más evidente, se da por

la operación. A través de cada una de las potencias o capacidades el

viviente despliega su ser en el tiempo. En ellos notoriamente la causa

formal es a su vez eficiente, y también final. En efecto, el despliegue

del ser consiste en llegar a poner en acto todo aquello que en potencia

se encuentra desde el primer momento de la existencia. Llegar al

“máximum” de ser es alcanzar el estadio adulto en el que se logra el

ejercicio de todas las potencialidades (Sanguineti 2009, 15). La unidad

de causa formal y final no se entiende bien sino en correlación con la

causa eficiente. En efecto, el viviente mismo es causa eficiente de sus

propios movimientos hacia el fin. Es el dinamismo interno de toda

sustancia que en los seres vivos se manifiesta de modo patente en su

auto-movimiento.

Hay una relación íntima entre la causa formal, la final y la

eficiente (Arana 2012, 72). La formal como naturaleza determinante es

la que hace que una cosa sea lo que es, pero al hacerlo también mueve

a obrar conforme a ella, y entonces se habla de causa eficiente. Pero al

mismo tiempo, ese obrar se despliega solo porque el ser no está

acabado, su forma no es fija, completa y acabada, sino que se asemeja

más bien a un plan de acción. Implica en sí misma una serie de

determinaciones en estado potencial que buscan actualizarse, y así se

Page 20: La noción de acausalidad en la física cuántica

20 Antecedentes de la idea de causalidad

pone como causa final que mueve por atracción todas las acciones del

viviente.

1.3. San Agustín y las razones seminales

Son dos los aspectos de la causalidad explorados por los filósofos

y teólogos medievales: la causalidad física y la causalidad metafísica.

Es cierto que cualquiera puede encontrar estos aspectos en el

pensamiento de Aristóteles sin mayores complicaciones, pero el

tratamiento que de estos aspectos hicieron los medievales estaba

alumbrado por la idea cristiana de creación. “Crear” significa producir

de la nada (ex nihilo), es decir, sin una materia preexistente (Gilson

2004, 98). Solo Dios es capaz de creación pues solo Él produce al

mismo tiempo una cosa y la materia con la que la cosa es producida.

Esta idea no estaba en Aristóteles ni en el pensamiento clásico. Y dado

que la producción de Dios sobre las criaturas es total, se puede hacer

esa distinción de formas de causar.

En el ámbito interno de la creación la causalidad de la naturaleza

nunca es total. Toda causa más que solo causar, co-causa; la acción de

una causa nunca es única en la producción del efecto, es preciso que a

ella se plieguen otras causas y que entre todas confluyan en el efecto.

La clasificación cuaternaria de las causas en Aristóteles muestra

claramente esta realidad. Los filósofos medievales conservaron esta

clasificación, aunque algunos, inspirados por el pensamiento de Platón,

agregaron una quinta causa al esquema: la causa ejemplar o causa

formal extrínseca.

Esta era el nexo entre la causa eficiente y la formal, pues se trataba

de la misma forma en el pensamiento del agente. Si se sigue la alegoría

del artesano mencionada frecuentemente por Aristóteles15, se dirá que

la causa ejemplar es la idea o el plan de la estatua en el pensamiento del

escultor. Es la idea que persigue el agente sin estar plasmada en la

materia, el modelo aun no realizado.

15 Física II, 3 (194b 16), Metafísica V, 2 (1013a 25).

Page 21: La noción de acausalidad en la física cuántica

Antecedentes de la idea de causalidad 21

Cuando se trata de la naturaleza en general, la causa ejemplar del

mundo son las ideas presentes en el intelecto divino. Dios piensa las

cosas y luego las crea siguiendo los modelos pensados por Él mismo.

San Agustín hablará de las razones seminales según las cuales son

creadas las cosas singulares16. Estas ideas en cuanto que están en el

pensamiento divino son eternas e inmutables, y aun necesarias y

verdaderas como las entendía el mismo Platón. De este modo, Dios, al

crear, comunica a las criaturas su verdad y su necesidad, sembrando en

el seno de las cosas como si fueran semillas que deben desplegar su ser

a lo largo del tiempo, las razones a semejanza de las ideas divinas. Por

eso dice San Agustín:

De un modo están, pues, los seres en el verbo de Dios, en el que no son

hechos, sino eternos. De otro en los elementos del mundo, en los cuales

todas las cosas creadas al mismo tiempo están como seres futuros. De

otro en las cosas que, según las causas creadas simultáneamente, no se

crean ya a la vez, sino que cada una aparece en su propio tiempo, entre

las cuales se encuentra Adán, ya formado del limo de la tierra y animado

por el soplo de Dios, así como nació el heno. De otro en las semillas en

las que de nuevo vienen como a repetirse las causas primordiales

originadas de las cosas que existieron según las causas que creó Dios

primeramente, como la hierba provino de la tierra y la semilla de la

hierba. En todas estas cosas los seres ya hechos recibieron los impulsos

y medidas que tendrían en su tiempo, los que aparecieron en formas y

naturaleza visibles, procediendo de las ocultas e invisibles razones que

están latentes causalmente en la naturaleza; así es como apareció la

hierba sobre la tierra y fue hecho el hombre en alma viviente, y así

fueron creadoras de los restantes seres, fueran vegetales o animales,

perteneciendo a la operación de Dios por la que hasta el presente obra

(De Gen. ad Litteram, L. VI, c. X, § 17 en Fernández 1979, 397).

En Dios las ideas son eternas porque se identifican con su Ser, en

los elementos están en potencia, según el término usado por Aristóteles

16 “Singula igitur propriis sunt creata rationibus” (San Agustín 2008, 56)

Page 22: La noción de acausalidad en la física cuántica

22 Antecedentes de la idea de causalidad

y que Agustín expresa diciendo que están “como seres futuros”. De otro

modo en las cosas que aparecen a lo largo del tiempo cada una a su

debido momento, y de otro en los gérmenes de los cuales surgen. Pero

el punto central de este texto está en la parte que dice que cada cosa

recibe sus impulsos y medidas “procediendo de las ocultas e invisibles

razones que están latentes causalmente en la naturaleza”, pues afirma

que en la naturaleza estas “razones o ideas” se encuentran ocultas e

invisibles a los ojos del cuerpo, de modo latente pero causalmente. Esto

significa que el despliegue del universo está regido por una causalidad

intrínseca pensada por Dios y dirigida por Él desde el seno de cada

criatura, pero que no deja de ser el movimiento y el causar propio de

cada una.

1.4. Causalidad física y causalidad metafísica

La noción platónica de participación resume este concepto (San

Agustín 2008, 57). Participar es tomar parte de un todo sin que el mismo

todo pierda lo que da. Las criaturas participan del ser de Dios sin que él

pierda su ser al comunicarlo. Él comunica su propio ser conforme a

ciertos modos que son las ideas eternas, al comunicar su propio ser deja

en las criaturas una semejanza suya de acuerdo a las ideas. Eso es lo

que se llama naturaleza de una cosa, su modo de ser, su causa formal

que la determina a ser lo que es y a obrar como obra17.

Así fue ahondando el hombre medieval sobre una nueva forma de

causalidad que de alguna manera se salía de los moldes de la causalidad

física. Se daba la razón de ser del mundo físico mudable y temporal

consolidándolo en otro inmutable y eterno. El ser finito de la criatura

tiene su razón de ser en el Ser infinito de Dios (Gilson 2004, 97).

La noción de una causalidad metafísica de Dios con respecto a las

criaturas era una tesis común a todos los sabios occidentales cristianos,

judíos y musulmanes. Tal vez podían discutir si la acción creadora de

Dios se había realizado en el tiempo o era una acción atemporal de

17 Cfr. nota 13

Page 23: La noción de acausalidad en la física cuántica

Antecedentes de la idea de causalidad 23

conservación del mundo, pero no se dudaba de que si había un mundo

de seres finitos y efímeros, debía estar la mano creadora de Dios detrás

de ellos.

Esta tesis agustiniana platónica recibió un desarrollo metafísico

completo en las nociones tomistas de esse y esencia. Con ellas logró

Santo Tomás conciliar ciertas tesis del pensamiento aristotélico con el

pensamiento de Platón. La relación del ser y la esencia es como la

relación del acto y la potencia –dice Santo Tomás–, el ser es la

actualidad de todo acto, y por eso es, frente a toda posible

determinación de un ente, actualidad, y ellas potencialidad. En términos

de causalidad formal y material podríamos traducir esto de la siguiente

manera: el ser es lo más formal en la naturaleza de las cosas, porque es

lo más actual. Toda forma recibe su determinación última del ser, pues

ellas determinan al ente a ser esto o aquello, mientras que el ser lo

determina a ser. Si la forma contrapone un ente a todas las restantes

especies que él no es, el ser, como formalidad última lo contrapone a la

nada. Sin el ser, el ente hombre, por ejemplo, no solo no es caballo, ni

ratón, ni perro, sino que ni siquiera sería hombre18. Y así sucede con

todos los entes que pueblan la naturaleza.

La doctrina del esse y la esencia se apoya en el esquema dialéctico

de lo recibido y el recipiente. Esto significa que cuando algo tiene una

determinación de modo limitado, es porque la tiene recibida de otro y

18 “Esto que llamo ser es lo más perfecto entre todas las cosas: lo cual resulta evidente

porque el acto es siempre más perfecto que la potencia. Pero cualquier forma

designada no es entendida en acto sino por esto: que sea puesto el ser. Pues la

humanidad o la fogosidad puede ser considerada como en potencia existente de la

materia, o como en la virtud del agente, o también como en el intelecto: pero esto que

tiene ser, es realizado como acto existente. De donde se ve que esto que llamo ser, es

la actualidad de todos los actos, y por eso es la perfección de todas las perfecciones.

Tampoco debe entenderse que a eso que digo ser se le añada algo que sea más formal

que él, determinándolo como a una potencia: el ser que de este modo es, es por esencia

otro que aquel al cual se le añade determinándolo. Pero nada puede ser añadido al ser

que sea ajeno a él mismo, porque nada es extraño a él sino sólo el no ser, que no puede

ser ni forma ni materia. Por eso no es determinado el ser por otro como la potencia

por el acto, sino más bien como el acto por la potencia” (Santo Tomás de Aquino, De

Pot. VII, 2 ad 9).

Page 24: La noción de acausalidad en la física cuántica

24 Antecedentes de la idea de causalidad

no le pertenece por derecho propio. Si un vaso tiene agua es porque no

es la fuente. La fuente no tiene agua sino que es el agua misma que

mana de la piedra. En todo caso es la fuente la que da agua, pero no la

recibe. Así todo el que tenga ser, lo tendrá recibido. Solo de la fuente

del Ser se puede decir que no tiene el ser, sino que lo ES, y al serlo, lo

puede comunicar a otros.

La causalidad eficiente cobra un nuevo significado paralelo al

anterior. La Fuente del Ser ejerce de esta manera la causalidad eficiente

con respecto al mundo creado pero de un modo absoluto. Es una

eficiencia que no precisa del concurso de las otras causas porque lo que

está produciendo es el ser integro de la creación. Sólo queda la nada

fuera de la omnipotencia divina, y queda ella justamente porque “nada”

es ausencia de ser.

La forma de comprender la causalidad metafísica sigue en

algunos puntos a la causalidad física tal como la conocemos en la

experiencia cotidiana. Lo que parece es que la causa comunica “algo”

al efecto. Como los operarios de una obra en construcción se pasan los

ladrillos de dos en dos, en el mundo de los cuerpos el movimiento

parece ir traspasándose como una determinación recibida de otro y

dispuesta a ser pasada al siguiente para continuar la cadena. En el

análisis metafísico, esa determinación es el ser. Sin embargo, el que

comunica la determinación no la pierde y por eso la cadena no puede

extenderse indefinidamente. Continuando la metáfora, si antes de pasar

los ladrillos agregamos infinitos operarios a la cadena, sencillamente no

habría ladrillos ni obra en construcción alguna; en cambio, si los

operarios se están pasando los ladrillos y la obra prospera, es porque

independientemente de la cantidad de operarios intermedios tuvo que

haber un primero que los envíe desde la pila principal. Si no hay una

fuente del ser que no sea “el primero de la fila” (en este punto la

metáfora no ayuda) que dé el ser sin recibirlo, no habría seres

intermedios ni ser alguno, cosa evidentemente falsa.

Page 25: La noción de acausalidad en la física cuántica

Antecedentes de la idea de causalidad 25

1.5. La teoría del ímpetus

Algo así veían en el plano físico los filósofos del siglo XIV

cuando intentaban explicar el movimiento violento de los cuerpos. En

cuanto al movimiento natural, subsistía la teoría aristotélica de los

lugares naturales. Un cuerpo pesado tiende a caer pues la tierra es más

pesada que el aire y por ello le pertenece estar debajo de él. Y así con

el orden general de los cuatro elementos. Pero ¿qué es lo que ocurría

con una piedra que había sido lanzada hacia arriba o simplemente

lanzada hacia delante? ¿Qué ocurre con la flecha que lanzan los

arqueros en la guerra o las piedras de las catapultas? ¿Cómo es posible

que desafíen por un momento su tendencia a su lugar natural?

El problema central no era quién había sido el responsable de este

tipo violento de movimiento de los cuerpos, pues siempre estuvo claro

que esa tarea estaba en manos del motor que había impuesto su propia

fuerza en el cuerpo movido, léase el arco en la flecha, la catapulta o la

mano en la piedra. Más bien la cuestión se centraba en cómo era posible

que el móvil conserve la fuerza impresa una vez alejada del contacto

directo de su impulsor.

Aristóteles entendía que la fuerza motriz era conservada en el

móvil en virtud del medio que lo rodeaba, el aire, el agua, sea cual fuere

ese medio. El medio ocupaba el espacio que abandonaba el móvil en su

trayectoria y al hacerlo renovaba la acción sobre el cuerpo movido. De

esta manera, el movimiento implicaba siempre una acción tangente

entre el motor y el móvil. Pero “en la física aristotélica el medio

desempeña un doble papel; es a la vez resistencia y motor” (Koyré

2008, 46) y esto introduce muchas dificultades experimentales. En el

siglo VI Juan Filopón había propuesto objeciones a esta concepción

física pero en el siglo XIV fueron Francisco de Marchia y,

principalmente Juan Buridán quienes dieron una respuesta más

satisfactoria sobre esta cuestión (Buridani 1970, L. III, q. 2).

Estos autores afirmaban que en los movimientos no naturales el

motor trasmitía una potencia o cualidad al móvil, denominada ímpetus,

que éste iba perdiendo a medida que se volvía a hacer más fuerte el

Page 26: La noción de acausalidad en la física cuántica

26 Antecedentes de la idea de causalidad

movimiento natural. La idea de esta teoría era explicar cómo es que el

motor seguía ejerciendo su influencia luego de haberse desprendido del

móvil, o, lo que es lo mismo, cómo era que el móvil persistía en su

movimiento sin estar en contacto con el motor. Si en la teoría

aristotélica el medio cumplía la doble función de motor y resistencia,

ahora podían dejarle únicamente el de resistencia pues esto era lo más

evidente a la experiencia.

El ímpetus es una cierta potencia cualitativa impregnada en el

móvil por parte del motor. Participa de la fuerza que el motor le

imprime. Al abandonar el contacto con el motor, la fuerza comienza a

ceder frente a la resistencia del medio y la tendencia natural hacia su

lugar propio, hasta desaparecer por completo. Por eso, la teoría del

ímpetus, conserva la distinción aristotélica entre movimiento natural y

movimiento violento. Buridán afirmaba, incluso, que las esferas

celestes seguían su curso eterno en virtud de un único “ímpetus” dado

por el Creador. El movimiento causado por este ímpetus originario era

eterno pues en el caso de estas esferas no hay tendencias naturales ni

medio que resista dicho movimiento. No hacía falta apelar a las

inteligencias aristotélicas, verdaderos motores inmóviles, almas de

estos cuerpos (Moody, Galileo and Avempace: The Dynamics of the

Leaning Tower Experiment (I) 1951, 408). Además, parecía más

compatible con la idea de que Dios descansó en el séptimo día, pues

entregó a otros las acciones y las pasiones necesarias para que el mundo

se mueva.

El análisis de Buridán incluye la idea de “cantidad de materia” en

el movimiento, pues el ímpetus que un cuerpo podía adquirir dependía

también de la cantidad de materia y la densidad del móvil (Moody,

Galileo and Avempace: The Dynamics of the Leaning Tower

Experiment (I) 1951, 405). Si uno había imprimido el mismo

movimiento en un trozo de hierro y en uno de madera del mismo

volumen, el trozo de hierro llegaría más lejos pues en él se transmitiría

más ímpetus que en el otro, y por eso el ímpetus desaparecería antes del

trozo de madera que del hierro; y así aquel caería primero.

Page 27: La noción de acausalidad en la física cuántica

Antecedentes de la idea de causalidad 27

1.6. Galileo, el matematicismo

Lo interesante de los planteos medievales fue que al hablar de este

modo de la causalidad comenzaron a vislumbrar las relaciones que

existían entre los factores que entraban en juego en el proceso causal.

Cuando un motor imprime un ímpetus en un móvil, el móvil se moverá,

pero ¿cuál es la relación entre la fuerza impresa y la velocidad

adquirida? ¿Cuál es la relación con la altura o la distancia alcanzada por

el proyectil? Este aspecto del problema fue particularmente encarado

por Galileo Galilei.

En el pensamiento físico de Galileo podemos encontrar dos etapas

bastante claras marcadas por la formulación de las leyes de las caídas

de los cuerpos. De acuerdo a la tradición estas fueron elaboradas a partir

del experimento realizado por él mismo desde la Torre de Pisa19. Allí

mismo, en Pisa, previamente a la realización de los experimentos,

Galileo publica un breve diálogo en el que aparece la dinámica

enseñada por él. En aquel tiempo, Galileo adhería a la teoría del ímpetus

que había recibido de los maestros del renacimiento, hasta que sus

experimentos le llevaron a la reformulación de su física del

movimiento.

Durante su etapa pisana, su explicación de la caída de los cuerpos

aún se fundaba en la aparente trascendencia que tiene el peso del cuerpo

en relación a la velocidad de caída. De acuerdo a cierto texto

aristotélico20 comentado por Averroes que se dio en llamar el texto 71,

la velocidad de la caída de un cuerpo dependía de una proporción entre

el peso específico del cuerpo y el del medio (V=P/M). Si uno se imagina

un cuerpo cayendo en agua o el mismo cuerpo cayendo en aire

fácilmente puede pensar en formular la relación de esta manera. No

obstante, esta opción escondía la dificultad de que excluía la posibilidad

de imaginar un cuerpo cayendo en el vacío, dado que no se puede dividir

19 Aún se debate la veracidad del hecho de que Galileo haya realmente llevado a cabo

tales experimentos en Pisa; sin embargo, nadie discute que haya descubierto las leyes

de la caída de los cuerpos.

20 Física IV, c. 8 (215a-215b24).

Page 28: La noción de acausalidad en la física cuántica

28 Antecedentes de la idea de causalidad

ningún número por 0. El medio, como se vio, era una condición

fundamental para el movimiento local en la física de Aristóteles.

Galileo era un matemático y su visión del espacio era la de un

vacío inmaterial provisto de propiedades matemáticas en el que se

albergan y se mueven los cuerpos físicos materiales. Pensar que un

cuerpo pueda caer en el vacío no era una dificultad para él. Por eso

prefirió entender que la velocidad del cuerpo era la resultante de la resta

del peso específico del cuerpo y el del medio, de modo tal que si el del

cuerpo era igual a 10 y el del medio igual a 5, el cuerpo caería a una

velocidad de 5. En el vacío el peso se identificaría con la velocidad de

caída.

Cuando se trataba de movimiento violento, el ímpetus defendido

por Galileo era el de Buridán que a diferencia del de De Marchia tenía

la particularidad de que no se debilitaba por sí mismo, sino solo en la

medida de que otra fuerza se ejerza en sentido contrario. En ausencia

de otras fuerzas el móvil una vez impulsado conservaría su dirección y

la cantidad de movimiento eternamente (Weisheipl 1967, 106). Por eso

algunos atribuyen a Galileo la primera formulación del principio de

inercia21. Lo importante de todo esto es que el movimiento se trasmite

de cuerpo a cuerpo de forma continua. Todo parece funcionar como un

gran mecanismo, un cuerpo recibe un impulso que trasmite a otro, y

este a su vez a otro, y así sucesivamente, todas las cosas están en

movimiento.

Sin embargo, este mecanismo funcional parece pensado para un

universo más ideal que real. Galileo era un matemático y eso no fue

trascendental en el desarrollo de su pensamiento, de hecho las leyes por

él enunciadas están pensadas para movimientos en espacios vacíos

cuantificables, en espacios ideales. “Los «experimentos» a los que apela

Galileo, incluso los que realmente ejecuta, no son otra cosa que

experimentos mentales” (Koyré 2008, 6). Esta visión matemática del

mundo en la que se muestra su fuerte inclinación platónica, es la que

21 Hay una alusión a este principio en el escolio a la proposición 23, durante el 3er día

del Discurso sobre dos grandes ciencias.

Page 29: La noción de acausalidad en la física cuántica

Antecedentes de la idea de causalidad 29

permite a Galileo y a la posteridad implementar las matemáticas como

medio, desde entonces ineludible, del conocimiento científico. Dado

que el gran libro de la naturaleza está escrito en caracteres

matemáticos22, la ciencia intentará formular las ecuaciones pertinentes

para cada caso.

Lo curioso del hecho es que siendo la matemática una ciencia tan

ideal fue desde entonces profundamente eficaz en el mundo real, porque

permitió a la ciencia física comprender el mundo como un gran

continuo y de ese modo realizar predicciones. La capacidad de elaborar

pronósticos acerca de los fenómenos naturales es considerada una de

las características del saber científico que más manifiesta su

verosimilitud, sin contar el formidable poder que otorga al hombre que

se vale de esos para transformar la naturaleza para su propio beneficio23.

1.7. Descartes, el mecanicismo

En el fondo, todo se reduce a una cuestión de prioridades: o se le

da prioridad a los fenómenos físicos observables, y se considera a la

matemática como una herramienta metodológica para el saber; o se

admite que la matemática y la materia están tan íntimamente

compenetradas, que no hacen más que formar un único objeto de

conocimiento, de modo tal que conocer matemáticamente al mundo es

sencillamente conocerlo tal como es.

22 “La filosofia è scritta in questo grandissimo libro che continuamente ci sta aperto

innanzi a gli occhi (io dico l’universo), ma non si può intendere se prima non s’impara

a intender la lingua, e conoscer i caratteri, ne’ quali è scritto. Egli è scritto in lingua

matematica, e i caratteri son triangoli, cerchi, ed altre figure geometriche, senza i

quali mezi è impossibile a intenderne umanamente parola; senza questi è un aggirarsi

vanamente per un oscuro laberinto” (Galilei 1964, 631-632).

23 Cabe, sin duda, preguntarse por la causa de este “curioso hecho”: ¿por qué la

matemática ha sido tan eficiente en su descripción del mundo? Muchos creen que la

matemática es sólo un instrumento mental para describir los hechos naturales, pero su

eficacia invita a pensar que hay algo más que mera utilidad pragmática en ella.

Page 30: La noción de acausalidad en la física cuántica

30 Antecedentes de la idea de causalidad

Por eso lo que Galileo había comenzado y siempre en virtud de la

regularidad que gobierna a los procesos naturales, encuentra un hito

importante en Descartes. Los atomistas comprendieron que el

movimiento era posible porque existía el vacío. Galileo entendió, como

he dicho anteriormente, que el mismo espacio era una suerte de vacío

matemático, de allí que el movimiento de los cuerpos y sus causas

tienen la libertad de acción que el vacío les concede. Para Descartes la

cosa es diferente.

El espacio al que él mismo llama extensión es la sumatoria de

todos los cuerpos extensos que existen, y la primera característica de

estos es su impenetrabilidad. Por eso la extensión se entiende como un

único bloque macizo de materia en el que nosotros podemos mediante

nuestro pensamiento establecer diferenciaciones a causa de los

movimientos internos que ocurren en él. En efecto, el movimiento de

un cuerpo implicará el movimiento del cuerpo contiguo, y así

sucesivamente. La continuidad de movimiento es tan radical como la

de la materia. La ausencia de vacío así lo exige.

Y así, la materia en todo el universo existe como una y la misma, puesto

que toda es reconocida sólo porque es extensa. Y todas las propiedades

que percibimos en ella claramente, se reducen al hecho de ser divisible

y mutable según sus partes, y por eso capaz de todas aquellas afecciones

que vemos que pueden seguirse del movimiento de sus partes 24

(Descartes 1905, 52).

Ahora bien, hasta ese momento, el movimiento de un cuerpo se

explicaba por la acción de un cuerpo sobre otro. Esto significaba que

un cuerpo ejercía una fuerza sobre otro de tal manera que esa fuerza que

brotaba desde dentro del cuerpo A se trasmitía al cuerpo B y de este

modo, este último imbuido de esa fuerza conservaba su movimiento.

24 “Materia itaque in toto universo una et eadem existit, utpote quae omnis per hoc

unum tantum agnoscitur, quod sit extensa. Omnesque proprietates, quas in ea clare

percipimus, ad hoc unum reducunt, quod sit partibilis, et mobilis secundum partes, et

proinde capax illarum ómnium affectionum, quas ex ejus partium motu sequi posse

percipimus”.

Page 31: La noción de acausalidad en la física cuántica

Antecedentes de la idea de causalidad 31

Luego el movimiento desaparecía sea porque la fuerza decae (el

ímpetus según De Marchia), sea por la acción contraria de otras fuerzas

(el ímpetus según Buridán).

Para Descartes esto es sencillamente imposible. La materia

extensa es absolutamente impenetrable, la fuerza que un cuerpo ejerce

sobre otro no pasa a otro como quien trasvasa agua de un vaso a otro,

la fuerza motriz de un cuerpo es su mismo movimiento sumado a la

impenetrabilidad de la materia. En otras palabras, al moverse un cuerpo

sale de su lugar y pretende ocupar otro lugar; ese lugar está a su vez

ocupado por otro cuerpo. Si este es más pequeño o del mismo tamaño,

abandonará su lugar empujado por el primero; de lo contrario, obligará

al primero a buscar otro lugar o a volver al lugar de origen. Toda

relación permanece en el exterior. No se introduce una fuerza en un

cuerpo, sencillamente se lo obliga a abandonar el lugar.

Es cierto que el filósofo francés admite que los cuerpos tienen su

propia fuerza. Un cuerpo de gran tamaño guarda una fuerza intrínseca

más poderosa que cualquier movimiento externo, de modo tal que si un

cuerpo colisiona con una sustancia más grande, saldrá despedido para

atrás con la misma velocidad que con la que llegó. No así si el cuerpo

es más pequeño.

La materia y el movimiento son los únicos principios naturales

que entran en juego en la explicación del universo. El mecanicismo

cartesiano se comprende a partir de aquí. En efecto, todo movimiento

natural sea de cuerpos inertes como de cuerpos vivientes se puede

explicar a raíz del movimiento y la impenetrabilidad de la materia. Las

partes del universo están encajadas unas contra otras sin espacios vacíos

como los engranajes en el mecanismo del reloj. Cuando uno de ellos se

mueve, se mueven todos los demás. Solo queda fuera de la naturaleza

el fundamento de la existencia de la materia, la potencia que introduce

el movimiento en ella: el relojero, siguiendo la comparación que poco

a poco devino un tópico en la concepción de Dios de la física moderna.

Esta visión en exceso continuista de la realidad se completa con

el matematicismo cartesiano. Dado que la extensión puede traducirse

mediante la medición en términos matemáticos, y el movimiento

Page 32: La noción de acausalidad en la física cuántica

32 Antecedentes de la idea de causalidad

también, se podría decir que Galileo tenía razón cuando afirmaba que

el mundo estaba escrito en caracteres matemáticos, pero tal vez, en la

mente de Descartes esta afirmación alcanzaba una profundidad

insospechable. Estudiar la naturaleza, es leerla a través de los anteojos

de la matemática de modo que se pueda alcanzar un conocimiento claro

y distinto al contemplar el mundo.

Descartes inicia la era del mecanicismo. Su mundo natural está

compuesto de dos elementos: la extensión y el movimiento. La

extensión que se identifica con la materia y el movimiento con el

tiempo. El movimiento es el único principio de individuación (Arana

2002, 192), el elemento que introduce en la materia la distinción y la

diferenciación entre los objetos, y toda cualidad, toda forma se reducirá

a materia en movimiento. El reloj está en marcha.

1.8. Newton, la inercia y la gravedad

Newton sigue la idea de Descartes en lo que se refiere a la materia.

La primera característica de los cuerpos es que son impenetrables:

Que todos los cuerpos son impenetrables lo inferimos no de la razón

sino de la sensación. Los cuerpos que manejamos resultan ser

impenetrables, y de aquí concluimos que la impenetrabilidad es una

propiedad de todos los cuerpos25.

A esta se agrega la movilidad de los mismos, una movilidad que

le adviene a los cuerpos por mediación de la fuerza. Llamamos fuerza

de inercia a la fuerza por la que un cuerpo móvil conserva su

movimiento durante cierto tiempo,

25 “That all bodies are impenetrable, we gather not from reason, but from sensation.

The bodies which we handle we find impenetrable, and thence conclude

impenetrability to be an universal property of all bodies whatsoever” (Newton 1846,

384).

Page 33: La noción de acausalidad en la física cuántica

Antecedentes de la idea de causalidad 33

Inferimos que todos los cuerpos son móviles y perseveran en reposo o

en movimiento gracias a ciertas fuerzas (que llamamos fuerzas de

inercia) a partir de estas propiedades de los cuerpos observados26.

Por eso, según el físico inglés la materia no se comportaría de un

modo absolutamente pasivo en todas las ocasiones. Aparte de ciertos

principios activos que sitúan a todos los cuerpos en relación dinámica

frente a los otros cuerpos que los rodean, todo cuerpo tiende a conservar

su estado al ser golpeado por otro, por eso en una colisión de cuerpos

el sistema indica que las fuerzas en el estado posterior al choque son la

resultante de la sumatoria de las fuerzas de los cuerpos que chocaron.

El principio de inercia está detrás de todo movimiento y toda

interacción entre cuerpos.

En particular, la palabra inercia es definida en el diccionario como

«flojedad, desidia, inacción», sinónimos que no alientan la esperanza

de encontrar en ella algún dinamismo. Sin embargo, Newton la define

como «capacidad de resistir» a ciertos cambios. Según esto, la

pasividad de la materia es completa por lo que se refiere a sí misma:

carece de espontaneidad, no tiene iniciativa propia para ser de otra

manera. Siendo así, los cambios tendrán que venir de afuera y, cuando

veamos alterarse su forma o movimiento, tendremos que admitir que

sobre ella actúa un agente extraño. […]. En definitiva, la materia inerte,

en tanto que inerte, es activa precisamente con respecto a las sustancias

o entidades que la afectan. Podría decirse que posee pasividad

inmanente y actividad trascendente, y que para actualizar tanto una

como otra es menester el establecimiento de relaciones con otros

cuerpos (Arana 2002, 151).

Trascendente para la acción, porque reaccionan frente al embate

de los cuerpos ajenos, e inmanente en relación a si misma porque en

26 “That all bodies are rnoveable, and endowed with certain powers (which we call

the vires inertias] of persevering in their motion, or in their rest, we only infer from

the like properties observed in the bodies which we have seen” (Newton 1846, 384-

385).

Page 34: La noción de acausalidad en la física cuántica

34 Antecedentes de la idea de causalidad

definitiva solo cambian su estado de relativo reposo o de movimiento

uniforme si son movidos por otros.

La influencia que un cuerpo tiene sobre otro se da primariamente

en virtud de la impenetrabilidad de los cuerpos. Si un cuerpo choca con

otro, puede desplazarlo a otro lugar y pasar él mismo a ocupar el lugar

que ocupaba el otro cuerpo. Si el segundo cuerpo, no tiene a dónde

retirarse la impenetrabilidad devolverá la misma fuerza al primer

cuerpo, rechazándolo. Este tipo de fuerzas de choque son las que actúan

sobre los cuerpos por medio del contacto, es así que los cuerpos

imprimen fuerzas unos sobre otros modificando el estado inercial de

cada uno.

Sin embargo, hay otro tipo de fuerza declarado por Newton en el

que la acción no opera por contacto y es la fuerza de gravedad. Mediante

esta fuerza los cuerpos tienden a atraerse mutuamente más que a

rechazarse27. Lo interesante de la misma es que se trata de una “acción

a distancia”, esto es, un movimiento impreso en los cuerpos sin contacto

cuerpo a cuerpo. Si bien hubo ciertas tentativas de Newton de explicarlo

recurriendo a la presión de algún fluido sutil (Arana 2002, 201),

abandonó finalmente su intento y se contentó con decir que no tenía

explicación acerca de la causa de la gravedad. Lo cierto es que esta

fuerza explicaba las leyes galileanas de la caída de los cuerpos, las tres

de Kepler para el movimiento de los planetas, las que explicaban el

movimiento de los cometas, y aun el de las mareas. Era un verdadero

éxito teórico avalado por la experiencia, y las leyes conocidas de varios

sectores de la física naciente.

Si la impenetrabilidad, la inercia y las restantes propiedades de la

materia hacen de ella una entidad puramente pasiva, la gravedad y otras

fuerzas, al contrario, la convierten en activa. Por eso son llamadas

“principios activos” pues son las fuerzas impresas que mantienen al

universo en continuo dinamismo.

27 La magnitud de esta fuerza es proporcional a la cantidad de materia existente en

cada uno, pero a la vez esta atracción será inversamente proporcional al cuadrado de

la distancia que media entre ellos. Este es el origen de la fórmula Ϝ = 𝐺𝑚1.𝑚2

𝑑2

Page 35: La noción de acausalidad en la física cuántica

Antecedentes de la idea de causalidad 35

Newton menciona entre los principios activos la gravedad, la

fermentación y la cohesión de los cuerpos. Otros pasajes sugieren la

misma consideración para la elasticidad, la electricidad y el

magnetismo; y de la fermentación derivarían el movimiento, calor y luz

que se asocian a los procesos químicos, geológicos, cósmicos y vitales.

En cierto modo, es como si los Principia no hubieran hecho más que

iniciar el proceso de estudio y matematización de los diferentes tipos de

fuerzas impresas presentes en la naturaleza, dejando a la posteridad la

tarea de proseguir con el mismo rigor el análisis de los restantes

principios activos, es decir, las diversas fuentes dinámicas del universo

(Arana 2002, 202).

De todos modos Newton consideraba que todos los movimientos

del universo estaban completamente equilibrados. Para Descartes la

cantidad de movimiento del sistema del mundo era absoluta (era la

sumatoria de todas las fuerzas de los cuerpos del universo), y el

movimiento era relativo. Para Newton, por el contrario, la cantidad de

movimiento es relativa a la dirección en que se ejerce la fuerza, por eso

la sumatoria de fuerzas del universo da cero.

La gravedad tiende a que los cuerpos se reúnan unos con otros. El

problema es que esta engendra cierto desequilibrio en el universo

puesto que la fuerza de inercia que los conserva en sus movimientos no

es suficiente para evitar el colapso universal. Este último punto se

observaba de manera más clara en ciertas irregularidades que

presentaban las órbitas de Júpiter y Saturno. Para corregir tal catástrofe,

Newton apeló al único que podía resolverlo: Dios. Él evita la

conflagración universal interviniendo de cuando en cuando para retocar

las desviaciones que los planetas presentaban sobre sus órbitas.

1.9. El debate Leibniz-Clarke

La rivalidad que existía entre Newton y el filósofo alemán

Gottfried Leibniz es uno de los más famosos antagonismos en la historia

del pensamiento científico y filosófico. El descubrimiento simultáneo

del cálculo infinitesimal y el natural reclamo de los derechos de autoría

Page 36: La noción de acausalidad en la física cuántica

36 Antecedentes de la idea de causalidad

del mismo pudo haber sido el comienzo, pero las hostilidades llegaron

a su clímax en una serie de cartas que intercambió Leibniz con Samuel

Clarke, uno de los discípulos de Newton, entre los años 1715 y 1716.

Se trata de un epistolario de un total de 10 cartas –5 de cada uno– que

contienen un debate sobre algunas cuestiones fundamentales de

cosmología.

Lamentablemente para la posteridad, el debate fue súbitamente

interrumpido por la muerte de Leibniz a fines de 1716, antes de poder

responder a la última28. En éstas se tratan temas como la naturaleza del

espacio y el tiempo (¿realidades absolutas o relativas?, el espacio como

sensorium Dei), la intervención de Dios en la naturaleza, la

conservación de la fuerza, la realidad del vacío, y otros más. Me

detendré únicamente en las cuestiones que tienen que ver con la idea de

fuerza y la acción de Dios en la naturaleza, porque estas son las que de

alguna manera responden a la noción de causa aquí estudiada. Este

debate epistolar será el centro de la exposición de este apartado, pero

no dejaré de extenderme acerca de otros conceptos importantes, que tal

vez no fueron desarrollados extensamente en la polémica por no ser el

lugar y el momento apropiados, y porque Leibniz ya había escrito

abundantemente acerca de ellos en otras obras.

El recurso a un “Deus ex machina” como hipótesis explicativa de

la estabilización del universo fue un bocado bastante apetitoso para

Leibniz. No era esperable que un físico de la talla de Newton recurriera

a una explicación tan poco filosófica para resolver cuestiones de

cosmología. El problema no era que el recurso para ordenar la

naturaleza sea Dios, porque ninguno de los dos contendientes dudaba

en absoluto de la existencia de Dios, ni de su continua presencia activa

en el universo –aún más, ambos eran hombres muy piadosos–. La

verdadera dificultad era el tipo de universo que Dios había creado y la

naturaleza del poder divino que de allí debía desprenderse.

28 De todos modos, según parece mostrar el tenor de la última respuesta de Clarke, la

discusión había llegado al punto en el que los contendientes sospechaban que no iban

a llegar a ningún acuerdo y que más valía declarar tablas y acabar la partida.

Page 37: La noción de acausalidad en la física cuántica

Antecedentes de la idea de causalidad 37

Para entonces ya era conocida la metáfora del reloj, esto es, la

idea de que el universo era semejante a una extraordinaria pieza de

relojería de inigualable complejidad. No obstante, Newton parecía

haber encontrado la falla de tan colosal artilugio.

Sir Isaac Newton y sus seguidores tienen además una opinión muy rara

acerca de la obra de Dios. De acuerdo con su doctrina, Dios

Todopoderoso necesita corregir su reloj de cuando en cuando, pues de

otro modo dejaría de moverse. No parece tener suficiente previsión para

hacerle un movimiento perpetuo. No, la máquina realizada por Dios es

tan imperfecta, de acuerdo con estos señores, que Él está obligado a

limpiarla cada tanto mediante un concurso extraordinario, y aun

corregirla como un relojero corrige su obra; consecuentemente debe ser

un obrero tan inepto cuanto más a menudo este obligado a corregir su

obra y ponerla a punto (Leibniz y Clarke 2000, 1, §4, 4).

El Dios relojero de Newton resultaba ser un relojero bastante

mediocre para ser Dios. Según Leibniz, era conveniente que “los

efectos que provienen directamente de Él sean proporcionales a la

dignidad del Agente” (Arana 2012, 79). No era, para él, tolerable que

un hombre por muy sabio que fuera comenzara a descubrir las pequeñas

imperfecciones que la creación tenía. Por supuesto que esa no era la

intención de Newton. Al contrario, las imperfecciones del cosmos no

eran tales, justamente porque “de hecho” Dios intervenía para

corregirlas. Y esto no pretendía ser una suerte de generosidad mezquina

de un Dios que vuelve a regañadientes de vez en vez para evitar que se

nos venga el mundo abajo (como en el teatro griego los dioses

intervenían recién cuando la situación no tenía remedio), sino más bien

un signo de la cercanía y atención con que Dios velaba continuamente

por su creación. Puede ser que un mundo que se desarrolle a la

perfección por su cuenta, como el mejor artilugio de relojería, sea muy

armónico e independiente, pero su perfección, a la larga no dejará lugar

para un Dios. Por eso, Clarke insinúa que este planteo de Leibniz tenía

algo de materialista porque postulaba un Dios desentendido de un

mundo que, después de todo, funciona a la perfección por su cuenta.

Page 38: La noción de acausalidad en la física cuántica

38 Antecedentes de la idea de causalidad

La noción del mundo como siendo una gran máquina, prosiguiendo sin

la interposición de Dios de la misma manera que un reloj sigue sin la

asistencia de un relojero, es la noción del materialismo y del destino, y

tiende (bajo la pretensión de hacer de Dios una inteligencia

supramundana) a excluir fuera del mundo la providencia y el gobierno

de Dios sobre la realidad (Leibniz y Clarke, ad 1, §4, 6)

Para Newton y Clarke, la relación entre Dios y el cosmos es más

parecida a la relación hombre-hombre que a la relación hombre-

máquina. En esta segunda, el hombre dispone las partes, las ordena, las

ajusta y acomoda de acuerdo con lo que conviene, por eso puede

funcionar y ser dirigida por el hombre, se puede esperar del aparato el

cumplimiento exacto de las funciones para las que fue creado. En

cambio, cuando un hombre gobierna sobre otros, léase en una familia,

en un ejército o en un reino (y este último es el ejemplo que pone Clarke

unas líneas más abajo del texto anterior), la cosa es bastante diferente.

Aparecen las imperfecciones de los hombres con las que debe lidiar el

buen gobernante, corrigiendo lo que deba ser corregido e interviniendo

siempre que sea necesario. Es preciso que el buen gobernante esté

continuamente pendiente de aquello que tiene en su poder. Lo que ha

descubierto Newton es que el mundo, sin la asistencia continua de Dios

no subsistiría mucho tiempo. Esto quiere decir que las leyes de la

naturaleza –que tan notoriamente vislumbró– muestran claramente su

propia debilidad como creatura, muestran que si sólo fuera por ellas, el

universo ya habría colapsado hace mucho tiempo.

Sin embargo, para Leibniz, es inaceptable que Dios tenga que

“corregir” de tiempo en tiempo su obra para que no se desmorone como

un castillo de naipes29. Por un lado, porque a pesar de que la criatura

29 “No digo que el mundo material es una máquina o un reloj que anda sin la

interposición de Dios, y he insistido suficientemente que la creación necesita ser

continuamente influenciada por su creador. Sin embargo sostengo que es un reloj que

anda sin necesidad de ser arreglado por él; de otro modo debemos decir que Dios se

corrige a sí mismo. No, Dios ha previsto todo. Él ha provisto un remedio para todo

con anticipación. Hay en sus obras una armonía, una belleza, ya preestablecida”

(Leibniz y Clarke, 2, §8, 10)

Page 39: La noción de acausalidad en la física cuántica

Antecedentes de la idea de causalidad 39

sea siempre infinitamente débil en comparación con Dios, se trata de

una creatura que sale de las manos de un Creador tan infinitamente

magnífico al que no le sienta bien ser responsable de tamaña

inconsistencia. Por otro lado, afirmar aquello obligaría a admitir

eventuales intervenciones sobrenaturales en el mundo. Es difícil

entender un universo donde Dios no haya terminado de delegarle el

poder necesario para seguir adelante y que, por lo tanto, tenga que

entrometerse sobrenaturalmente cada tanto para ponerlo en orden. Pero,

es preciso –declara– evitar en buena filosofía las explicaciones que

apelan a fuerzas o poderes que superan los propios de la naturaleza. Se

debe aceptar que…

esta opinión vulgar de acuerdo con la cual en filosofía debemos evitar

en la medida de lo posible lo que sobrepasa la naturaleza de las

criaturas, es una opinión muy razonable. De otro modo no habría nada

más fácil que dar cuenta de cualquier cosa trayendo a la deidad como

un Deus ex machina, sin importar la naturaleza de las cosas (Leibniz y

Clarke, 5, §107, 62).

Queda claro para Leibniz que un universo de esta naturaleza es

un universo en el que los eventos milagrosos y los naturales no

parecieran diferenciarse lo suficiente. Y aquí parece haber comprendido

bien a su interlocutor porque Clarke alega que

“no hay nada más extraordinario en las alteraciones que él (Dios) se

complace en hacer en la estructura de las cosas que en el mantenimiento

(que hace) de la misma” (Leibniz y Clarke, ad 3, §16, 21).

La distinción entre lo milagroso y lo natural es una distinción

quoad nos, y no per se, diría Clarke, pues para Dios no hay nada

extraordinario: sus eventuales intervenciones no son eventuales desde

Su punto de vista, o en todo caso no más eventuales que las que ejerce

para llevar adelante el mundo.

En cambio, según el filósofo alemán, la naturaleza corpórea

funciona tan mecánicamente como las pesas, espirales y engranajes de

Page 40: La noción de acausalidad en la física cuántica

40 Antecedentes de la idea de causalidad

un mecanismo de relojería, y esto porque Dios en su infinita sabiduría

logró disponer las partes del universo de una manera tan precisa,

compleja y funcional que, sin dejar de asistirlo en cuanto a su

existencia, solo tuvo que “dar cuerda al reloj” para ponerlo en

funcionamiento y dejarlo hacer sencillamente lo que tenía que hacer30.

Mediante su capacidad previsora Dios dio a los cuerpos una “fuerza”

que nunca se pierde (“he afirmado que las fuerzas activas están

preservadas en el mundo”, Leibniz y Clarke, 5, §99, 59)31 y los organizó

tan ordenadamente que se traspasan unos a otros la energía produciendo

los cambios previstos en la naturaleza32. Así se despliega en el tiempo

el mundo organizado por Dios. Esto es una de las implicancias de la

noción leibniciana de “armonía preestablecida”. Este mundo es, de

todos los posibles, el mejor; Dios en su infinita sabiduría, y con una

30 De hecho, cuando se plantea el problema de la libertad humana Leibniz responde:

“Todas las fuerzas naturales de los cuerpos están sujetas a leyes mecánicas, todos los

poderes naturales de los espíritus están sujetos a las leyes morales. Aquellas siguen el

orden de las causas eficientes, y estos siguen el orden de las causas finales. Aquellas

operan sin libertad, como un reloj; estos operan con libertad, aunque estos concuerdan

exactamente con esa máquina que otra causa, libre y superior, ha adaptado

previamente a ellos” (Leibniz, 5, §124, 64). La libertad pertenece al ámbito de la

finalidad, por eso es propiamente humana. En el mundo de los cuerpos solo rige la

causalidad eficiente sin finalidad, esto quiere decir que el mecanicismo se aplica al

mundo infrahumano en el que no existe la libertad. Esta tesis ayudará a comprender

más adelante la tesis de Jordan acerca de la nueva concepción del mundo que introdujo

la nueva física cfr. Cap. 3, p. 17.

31 Hay un agregado de Clarke en la traducción inglesa de las cartas de Leibniz, en este

se lee “without diminutions” inmediatamente después del texto citado. Bennett

específica el agregado de la siguiente manera “meaning that the amount of them is

constant” (Leibniz y Clarke 2007, 45), expresando claramente que la cantidad de

“fuerza activa” es constante en el universo. Esta es una formulación temprana del

primer principio de la termodinámica o principio de conservación de la energía (Fitas

1993, 16-17). Sobre el concepto de “fuerza viva” elaborado por Leibniz, cfr. Arana,

1987, 25-29.

32 “De acuerdo con mi opinión, la misma fuerza y vigor permanece siempre en el

mundo y solo pasa de una parte de la material a otra conforme a las leyes de la

naturaleza y del maravilloso orden preestablecido” (Leibniz y Clarke, 1, §4, 6).

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Antecedentes de la idea de causalidad 41

libertad suprema optó por la mejor de las alternativas de universo

posibles: “Pues cuando Dios (por ejemplo) elige lo mejor, lo que no

elige, y es inferior en perfección, es cuando menos posible” (Leibniz y

Clarke, 5, §8, 37).

En realidad era escandaloso para Leibniz un mundo lleno de fallas

de fábrica. Sin embargo, Clarke aduce que Leibniz no ha entendido a

Newton. Se insiste demasiado en la metáfora del reloj, y esta metáfora

ya está teñida de una concepción del mundo que hace hincapié en la

autonomía del mundo y del individuo33, y no en su dependencia del

Creador.

La existencia de errores en la naturaleza no debiera para Leibniz

ser un verdadero problema. De hecho, no hay ninguno en aceptar la

existencia del mal moral, sabiendo que esos males están contemplados

por la divina providencia en atención al bien total del universo en su

conjunto y especialmente del hombre. Los errores de los hombres y los

del universo son parte del plan de Dios. Y puesto que son parte del plan,

no son realmente “defectos” para Dios. En todo caso, lo serán para

nosotros de la misma manera que los milagros son eventos

extraordinarios desde la óptica del ser creado y no del creador.

Pero Leibniz ve una contradicción en esta afirmación. Si las leyes

físicas enunciadas por Newton, pretenden desentrañar la estructura del

cosmos creado por Dios, no parece ser muy lógico que lleven a concluir

que de no ser por Él, colapsaría.

Si la fuerza activa debe disminuir en el universo a causa de las leyes

naturales que Dios ha establecido, de modo tal que debería haber

necesidad para Él de dar una nueva impresión en orden a restaurar esa

fuerza, tal como un artesano arregla las imperfecciones de su propia

máquina, no habría solo desorden con respecto a nosotros sino también

33 “Esta dependencia del mundo respecto a su Dios –como creador, ordenador,

conservador, restaurador, etc. – no es algo marginal en la filosofía de Newton sino el

punto de convergencia de sus líneas de pensamiento. Las cuales se asemejan más al

teocentrismo medieval que a la «autonomía del mundo y del individuo»” (Santos

Elorrieta y Castaño Vinuesa 1995, 545).

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42 Antecedentes de la idea de causalidad

respecto del mismo Dios. Él lo podría haber prevenido y haber tomado

mejores medidas para evitar tal inconveniencia, y eso, ciertamente, es

lo que justamente ha hecho (Leibniz y Clarke, 3, §13, 17).

Si Newton dice, por mediación de Clarke, que la disminución de

la fuerza es compensada de hecho por Dios para que el universo no se

derrumbe, se debe admitir que hay verdadera “compensación” de la

fuerza. Lo que afirma Leibniz es que esa compensación perfectamente

admitida por los físicos ingleses, no es producto de una intervención

milagrosa de Dios sino de la misma maquinaria del mundo

confeccionada y sostenida en su devenir por Dios. El “defecto” en la

fuerza activa no es, pues, un verdadero defecto sino un defecto aparente,

un aspecto más del universo que el hombre con tiempo y dedicación

podrá dilucidar alguna vez.

Dios configuró el mundo como una totalidad de seres singulares

(mónadas) que despliegan su ser a lo largo del tiempo. En ellas está el

germen de su futuro y el de todo el universo.

La naturaleza de cada sustancia simple, alma, o verdadera mónada

siendo tal que su estado subsiguiente es una consecuencia del

precedente, es aquí la causa de la armonía descubierta fuera (Leibniz y

Clarke, 5, §91, 57).

A Clarke le tocó tener la última palabra. Leibniz dejó este mundo

sin responder la última carta de Clarke. Sin duda, su respuesta hubiera

sido muy importante para el futuro de la filosofía y la ciencia. Mientras

tanto, Newton triunfaba en el mundo y la física se iba transformando

paulatinamente en el paradigma de la ciencia de la naturaleza. Las ideas

de Leibniz, por su parte, se mantuvieron latentes durante casi dos siglos.

Con el advenimiento de la nueva física a comienzos del siglo XX, se

confirmaron muchas de sus intuiciones. Sin embargo, una

interpretación –no muy fiel a su forjador– de la idea de “armonía

preestablecida” fue recogida en Francia por Pierre Simón Laplace, y,

como era de esperarse, se cumplieron en su pensamiento los presagios

Page 43: La noción de acausalidad en la física cuántica

Antecedentes de la idea de causalidad 43

de Clarke: un universo tan perfectamente dispuesto parece hacer de

Dios una hipótesis totalmente descartable.

Y por la misma razón de que un filósofo puede representar todas las

cosas yendo desde el principio de la creación sin ningún gobierno o

interposición de la providencia, un escéptico argumentará fácilmente

aún más lejos hacia atrás y supondrá que las cosas han sobrevenido

desde toda la eternidad (como aun ahora lo hacen) sin ninguna

verdadera creación ni autor original de ningún tipo, salvo únicamente

lo que estos disertantes llaman omnisapiente y eterna naturaleza

(Leibniz y Clarke, ad 1, §4, 6).

1.10. Laplace y el determinismo

Pierre Simón de Laplace, un gran admirador de Newton, se abocó

a resolver el enigma que había generado tal debate. Sentía repulsión por

la hipótesis teísta de Newton, en primer lugar, por su condición de

científico experimental de renombre, “atenerse a los hechos” era su

divisa, y Dios no es, de ningún modo, un hecho. En segundo lugar,

porque se alineó en el agnosticismo que varios sabios franceses

esgrimieron en el siglo de las luces. La diosa Razón no le permitía

admitir realidades que se escaparan de su jurisdicción, no hay

“misterios” en la realidad, solo hay ignorancia. Todo se reducía a una

cuestión de tiempo y dedicación. Y por eso se dispuso a resolver la

cuestión con los datos adquiridos y formulados hasta ese momento. Y

la resolvió: la variación del centro de masa del sistema configurado por

ambos planetas, Júpiter y Saturno, en su traslación alrededor del Sol

generaba tales variaciones. La ley de gravedad que Newton había

elaborado, aclaró la cuestión, y no hizo falta recurrir a otra hipótesis.

Por eso, se cuenta, que cierta vez Napoleón le preguntó por qué no

menciona a Dios ninguna vez en su obra, a lo que él contestó “No tengo

necesidad de esa hipótesis”.

Laplace pretendía la unificación de la física. Su objetivo era

elaborar un análisis de las fuerzas actuantes en el universo en base a las

matemáticas y los descubrimientos de Newton acerca de la gravedad.

Page 44: La noción de acausalidad en la física cuántica

44 Antecedentes de la idea de causalidad

De este modo pudo explicar los fenómenos de la luz, el calor, la

electricidad y el magnetismo, etc.

Según Laplace todo se reducía a pequeñas partículas que

guardaban entre sí relaciones atracción y repulsión, y de ese modo todos

los fenómenos físicos podrían explicarse mecánicamente. Al fin y al

cabo, el universo era para Laplace un conjunto de pequeñas partículas

sometidas a una única fuerza: la gravedad. Los movimientos de las

mismas serían perfectamente deducibles mediante la aplicación del

cálculo matemático. La astronomía, modelo de las ciencias, era al fin y

al cabo “un gran problema de mecánica”34. Y lo mismo debemos decir

de los demás fenómenos naturales. Adhería a la teoría del calórico, que

afirmaba que el calor no era más que pequeños corpúsculos que se

mezclaban con la materia de los cuerpos para generar temperatura y de

cuyo análisis se desprendían las leyes de los gases. También sostenía la

teoría corpuscular de la luz.

El sistema del mundo, como él lo llamaba, es un gran mecanismo

de relojería, todo movimiento ocurrido en un estado del mismo genera

un cambio en el estado inmediatamente posterior.

Los acontecimientos actuales tienen con los precedentes un vínculo

fundado en el principio evidente de que una cosa no puede comenzar a

existir sin una causa que la produzca. Este axioma, conocido con el

nombre de principio de razón suficiente, se extiende aun a las acciones

que se juzgan indiferentes. (P. S. Laplace 1947, 12-13).

La idea de “causa” para Laplace está íntimamente unida a la

sucesión en el tiempo. Pareciera estar haciendo un análisis general de

la situación de la causalidad. Mientras Newton, Galileo y los

34 “La astronomía, de modo general, es un gran problema de mecánica cuyos

elementos de los movimientos son las cantidades arbitrariamente constantes. La

solución a este problema depende al mismo tiempo de la precisión de las

observaciones y de la perfección del análisis. Es muy importante rechazar todo

proceso empírico y completar el análisis de modo tal que no sea necesario derivar de

las observaciones nada sino los datos necesarios” (P. S. Laplace 1829, XXIII).

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Antecedentes de la idea de causalidad 45

medievales intentaban explicar qué era lo que provocaba cada

movimiento concreto, Laplace hace una generalización.

Para entender mejor esta idea propongo una distinción. Hay

generalizaciones cualitativas y generalizaciones cuantitativas. Las

generalizaciones cualitativas son aquellas mediante las que se pretende

explicar propiedades esenciales de los objetos descriptos por la misma.

Al ser esenciales esas propiedades se predican distributivamente de

cada uno de ellos pues son propiedades comunes a todos pero poseídas

por cada uno de ellos. Las generalizaciones cuantitativas, en cambio, se

refieren a propiedades poseídas por el conjunto de modo tal que se

abandona el detalle del individuo para referirse al conjunto como un

todo. Es así que una propiedad puede no ser poseída por uno de los

individuos del conjunto pero sí por otro, y dado que se analiza el

conjunto se puede decir que esa propiedad se da en el todo35. Pero la

propiedad no le pertenece esencialmente al todo, sino que tal propiedad

se dice de un conjunto en virtud de que la mayoría de las partes que

forman el todo la poseen. Es una cuestión estadística. Si vemos un

bosque de pinos, podemos seguir llamándolo “bosque de pinos” aunque

algunos de los individuos del mismo sean cedros o cipreses, basta con

que una amplia mayoría sean pinos.

El razonamiento de Laplace es del tipo cuantitativo: es cierto que

nada puede comenzar a ser sin una causa, y también es cierto que la

causa antecede al efecto; pero, ¿cuán cierto es que todo acontecimiento

encuentre la razón de la totalidad de su ser en el estado anterior de los

hechos? Para Laplace eso es tan cierto como lo anterior. De hecho, se

deduce de allí.

“Debemos, pues, considerar el estado presente del universo como

el efecto de su estado anterior y como la causa del que debe seguirlo”

(P. S. Laplace 1947, 13). Todo evento que suceda en la naturaleza es el

35 Se podría pensar que en este tipo de generalizaciones las propiedades se predican

colectivamente, pero no es así. Propiedades que se atribuyan colectivamente son

propiedades cualitativas de un conjunto. Pertenecerían esencialmente al conjunto.

Aquí se pretende establecer otra relación.

Page 46: La noción de acausalidad en la física cuántica

46 Antecedentes de la idea de causalidad

resultado de los movimientos y las fuerzas que se ejercieron en el

universo en el instante anterior, y estos lo son de su propio instante

anterior. Pero además, ese evento junto con todos aquellos que se den

simultáneamente en cualquier rincón del universo en un instante preciso

serán la causa suficiente de todo instante posterior, y así sucesivamente

hasta que todo termine, o simplemente hasta siempre. Causa y efecto se

toman cuantitativamente, pues “estado del universo” es un término

colectivo que engloba las posiciones, fuerzas y movimientos relativos

de los cuerpos que componen el universo en un determinado momento.

Puede ser que el movimiento de este cuerpo no sea causa del

movimiento de aquel, pero si se toma en conjunto todos los

movimientos acaecidos en un determinado momento, sin duda en ellos

encontraremos la razón suficiente de los movimientos del instante

siguiente.

Esta verdad metafísica era una premisa para el sabio francés. Que

las cosas y las situaciones en el universo estén concatenadas de manera

tan férrea, era un hecho indiscutible para Laplace y se transformó en

primer principio de sus demostraciones. Pero esta tesis indicaba una

característica real del universo de la cual no tenía mayor prueba que la

experiencia inmediata, y este tipo de evidencia no siempre fue

suficiente para que los filósofos admitieran la realidad ontológica de la

causalidad (piénsese en Hume, por ejemplo). Sin embargo, para

Laplace no era discutible que las cosas fueran de ese modo; lo que sí

era discutible era que alguna vez se pueda encontrar la razón suficiente

de un estado del universo con las solas fuerzas de nuestra débil y

limitada razón.

Imagínese un relojero que conoce a la perfección el mecanismo

de un sencillo reloj. Sabe cómo están ubicados los engranajes para

producir tales o cuales movimientos en otras piezas del aparato, como

las agujas o el dial de la fecha, sabe también cuánta fuerza deben

ejercer, en qué momento preciso y durante cuánto tiempo. Supóngase

un mecanismo complejo, un reloj astronómico como el que se encuentra

en el ayuntamiento de Praga o el mecanismo de Antecítera encontrado

Page 47: La noción de acausalidad en la física cuántica

Antecedentes de la idea de causalidad 47

a principios del siglo XX en el mar Mediterráneo36. Las partes están

ubicadas de tal manera que uno podría conocer la posición de la luna,

su fase, la ubicación del Sol en el zodíaco y aun la tierra en relación a

este con solo hacerlo funcionar hacia delante o hacia atrás. Se puede

predecir eclipses y conocer datos astronómicos del futuro y del pasado.

Lo que Laplace pensaba era justamente esto: esos mecanismos no son

otra cosa que modelos a escala del mecanismo total del universo, o, lo

que es lo mismo, el universo no es otra cosa que un gran mecanismo.

Una inteligencia, que en un instante dado conociera todas las fuerzas

que animan a la naturaleza y la situación respectiva de los seres que la

componen, y que, por otra parte, fuera suficientemente amplia como

para someter esos datos al análisis, abarcaría en la misma fórmula los

movimientos de los cuerpos más grandes del universo y de los átomos

más ligeros; nada le sería incierto, y tanto el futuro como el pasado

estarían presente delante de ella. (P. S. Laplace 1947, 13)

A una mente superdotada (a la que se le ha llamado “demonio de

Laplace”) no se le escaparía nada pues todo está relacionado con todo

como en un mecanismo de relojería. Podría predecir cualquier

acontecimiento futuro y conocer los pasados con la sola aplicación del

cálculo a la ubicación y movimientos de los cuerpos ocurridos en el

estado presente. Pero no existe tal “relojero del universo”, y nosotros

los seres humanos debemos conformarnos con conocimientos de menor

calidad.

Si tuviéramos la capacidad de dilucidar con claridad y distinción

los mecanismos del universo estaríamos en una posición bastante

cercana a la del relojero universal, pero, por desgracia, no es así. Más

bien todo lo contrario. La posibilidad de un conocimiento demasiado

certero sobre alguna relación causal es lejana y, por eso, –diría Laplace–

hay que evitar, en la medida de lo posible, realizar hipótesis (Rivas

Lado 2001, 201). Es cierto que la ciencia se vale de las hipótesis para

36 Carman, C. C., “El mecanismo de Antecítera (una computadora astronómica de la

antigüedad)”, en Ciencia Hoy, Vol. 21, Nro. 123, junio-julio, 2011, pp. 33-38.

Page 48: La noción de acausalidad en la física cuántica

48 Antecedentes de la idea de causalidad

avanzar hacia adelante en el conocimiento de la naturaleza, pero

Laplace prefiere no explicar el por qué. Su posición se limita a un

empirismo inductivista y descriptivo (Rivas Lado 2001, 200). Detallar

lo que sucede y el modo en que ocurren los fenómenos, pero tratando

de no elucubrar ninguna hipótesis explicativa. Hacerlo sería pretender

el conocimiento de la maquinaria oculta del universo, y eso nos está

vedado: “las causas primeras y la naturaleza intima de las cosas nos

serán eternamente desconocidas” (P. S. Laplace 1835, 6)37.

El trasfondo íntimo de la naturaleza y sus correlaciones causales

se nos ocultan, y solo se nos permite ver fenómenos que se repiten, de

modo tal que podamos obtener algún conocimiento de ella mediante

inducciones que nos proveen conocimientos probables. La cosmovisión

de Laplace conjuga dos elementos que parecieran inconciliables:

determinismo y probabilismo. En él el determinismo ontológico es

compatible con el probabilismo epistemológico. El determinismo se

debe al tejido interno de la realidad, y el probabilismo se debe a nuestra

ignorancia.

La curva descrita por una simple molécula de aire o de vapor está

determinada de una manera tan segura como las órbitas planetarias.

Entre ellas no existe más diferencia que la ocasionada por nuestra

ignorancia.

La probabilidad se relaciona en parte con dicha ignorancia y en parte

con nuestros conocimientos. (P. S. Laplace 1947, 15-16).

37 “…; car les causes premieres et la nauture initime des êtres nous seront

éternellement inconnues”. Este texto está citado también por Rivas Lado en su

artículo, en él se explaya sobre el método de Laplace, “Los sucesivos pasos de su

método son: interrogar a la naturaleza (experimentalismo y observación controlada,

no empirismo); someter las respuestas al análisis; hacer inducciones bien gestionadas;

elevarse a los fenómenos generales de los que derivan todos los hechos particulares;

reducir los grandes fenómenos al número más pequeño posible y tener siempre

presente que «las causas primeras y la naturaleza intima de las cosas nos serán

eternamente desconocidas»” (Rivas Lado 2001, 197).

Page 49: La noción de acausalidad en la física cuántica

Antecedentes de la idea de causalidad 49

Lo poco que conocemos nos sirve para tantear de alguna manera

cómo se ha comportado la naturaleza hasta ahora y cómo es presumible

que se comporte en adelante. Estamos en la caverna de Platón y vemos

la sombra de un determinismo implacable. La sombra no es

determinista, y no porque no lo sea en sí sino porque sólo es una sombra

que por momentos nos oculta la verdad.

Se trata de un conocimiento probable. Se dice probable un

conocimiento que no es ni falso ni verdadero, sino que no siendo

plenamente verdadero se acerca “asintóticamente” a él. A este grado de

conocimiento Laplace lo llama “verosimilitud” y su definición

matemática es esta: “la razón existente entre el número de casos

favorables y el de todos los casos posibles” (Rivas Lado 2001, 192).

Esta “razón” es igual a la unidad cuando el número de casos favorables

es igual al número de casos posibles. Lo que ocurre es que casi nunca

se puede conocer todos los casos posibles. Esto es lo que sucede en las

ciencias experimentales a las que Laplace dedicó su vida. En ella solo

una proyección al infinito puede dar identidad, en tanto el número de

casos favorables se acerque al de los casos posibles, aumenta nuestra

certidumbre. Pero en la naturaleza el número de casos posibles es muy

alto, por lo cual a mayor cantidad de casos favorables mayor certeza.

La “verosimilitud” exige la verdad de la misma manera que la

probabilidad exige el determinismo. Sucede como en los juegos de azar,

en el momento en que se lanzan los dados, la fuerza del brazo y varios

factores más entran en juego determinando de modo necesario el

resultado final cuando el dado quede en reposo. Una vez que los dados

han sido lanzados, “alea jacta est” y ya nada se puede hacer al respecto.

La serie de causas y efectos será implacable, y el resultado inamovible.

Determinado desde el primer instante, el dado está condenado a mostrar

una de sus seis caras. Nuestra incapacidad de reunir todas las variables

en una fórmula, de medirlas a tiempo y de realizar los cálculos

pertinentes nos ponen en desventaja frente al firme entramado de causas

y efectos; por eso, nuestro conocimiento debe consolarse con

especulaciones probables, por momentos intuitivas, por momentos

basadas en múltiples observaciones y mediciones. Se entiende que las

Page 50: La noción de acausalidad en la física cuántica

50 Antecedentes de la idea de causalidad

segundas son más dignas de crédito que las primeras, pero estás son

nuestras primeras sospechas y, por eso, el motor de nuestros

conocimientos.

De todos modos, al fin y al cabo, este desfasaje entre

conocimiento y realidad es lo que da sentido y motivación al científico.

El conocimiento científico busca constantemente dilucidar la trama

causal del universo. Mediante la elaboración de leyes como enunciados

acerca del acaecer fenoménico, el científico intenta describir lo que

ocurre detrás de ellos y qué es lo que condiciona necesariamente este

acaecer. La predicción es el mejor termómetro. Supóngase que a un

estado actual de hechos se le aplica una ley física recientemente

descubierta, y esta permite formular racionalmente un pronóstico de un

estado futuro. Si tal estado se diera de hecho en el futuro tal como había

sido previsto, se puede estar bastante seguro acerca de la verosimilitud

de tal ley. De esta manera imitamos al demonio de Laplace que conoce

los estados futuros del sistema a partir de un estado presente.

* * *

Desde Laplace en adelante durante el siglo XIX no se hizo otra

cosa que ahondar en las notas que la física de Laplace planteaba con

respecto al mundo. Son tres: determinismo, continuidad y

predictibilidad. El determinismo como estructura ontológica del

universo. Las cadenas causales son invariables desde los comienzos del

universo hasta el fin. Todo lo que ocurre es lo que se encontraba de

alguna manera en todo lo que ocurrió, y lo mismo con lo que ocurrirá.

La continuidad física y espacial que se encontraba principalmente

en la teoría medieval del ímpetus, implicaba el contacto de un cuerpo

motor con el cuerpo móvil y el traspaso de cierta cualidad. Poco a poco

la influencia de un cuerpo sobre otro mediante el contacto físico fue

perdiendo fuerza en virtud de las evidencias de la acción a distancia

cuyo principal ejemplo era la gravedad. Sin embargo, la continuidad

temporal y espacial siguió siendo un prerrequisito de toda afirmación

científica. Movido por el contacto de otro o por atracción de un objeto

lejano, un cuerpo debe recorrer metro a metro, centímetro a centímetro

la distancia que los separa. Además el estado del universo en un preciso

Page 51: La noción de acausalidad en la física cuántica

Antecedentes de la idea de causalidad 51

instante se sigue de un instante inmediatamente anterior y precede a uno

posterior. Se admitía la continuidad del tiempo.

Por último, estas dos notas, unidas a la capacidad de traducir los

fenómenos físicos en términos matemáticos mediante la medición,

promovida desde Galileo en adelante, permiten realizar pronósticos y

predecir fenómenos futuros. En tanto eso se lograra, la ciencia ya tenía

su norte y su camino marcado, solo había que recorrerlo.

Continuidad y predictibilidad son las notas que caracterizan al

determinismo. Esta filosofía se transformó en una premisa para la

ciencia en adelante. Pero el determinismo oculta una metafísica de

fondo, una concepción acerca de la naturaleza del vínculo causal. En el

subsuelo del mundo los enlaces causales son absolutamente rígidos e

inmutables. Cada instante está predeterminado por el instante anterior,

y determina completamente al siguiente. Es la tarea de los físicos

dilucidar esa trama.

Page 52: La noción de acausalidad en la física cuántica

52 Ruptura del paradigma determinista

Capítulo 2. Ruptura del paradigma determinista

2.1. Breve biografía de Pascual Jordan

Ernst Pascual Jordan nace en Hannover, Alemania el 18 de

octubre de 1902. Sus padres siempre estuvieron inmersos en el mundo

de la cultura. Su padre, también llamado Pascual 38 , era pintor y

enseñaba arte en la Technische Hochschule en Hannover. Su madre,

Eva Fischer, supo inculcar la curiosidad por la naturaleza en el pequeño

Pascual.

Si bien no siempre quiso dedicarse a la ciencia, fue desde muy

joven que se manifestó una fuerte vocación científica que lo acompañó

toda su vida. Sus primeros intereses pertenecieron al área de la biología

aunque las teorías evolucionistas que aprendía se contraponían

peligrosamente con la fe recibida de su padre, mediante la cual estaba

más inclinado a creer la interpretación literal del relato del Génesis que

a las interpretaciones materialistas derivadas del evolucionismo

científico de Darwin y Lamarck.

Poco a poco durante su adolescencia sus creencias van girando

hacia el lado opuesto. El primer paso fue el convencimiento de que no

había contradicción entre el relato bíblico y las teorías científicas de la

evolución. Un profesor de religión lo convenció de que uno no se

convertía ipso facto en ateo si admitía la verdad de las teorías científicas

(R. H. Beyler 1994, 28). El paso definitivo hacia el ateísmo filosófico

lo da impulsado por el libro de F. A. Lange: Geschichte des

Materialismus; por él rechaza finalmente toda interpretación vitalista y

se entrega al más crudo materialismo. Sin embargo, su ateísmo no dura

mucho, pues curiosamente el encuentro con la física cuántica lo

“conecta con las ideas de su infancia” (R. H. Beyler 1994, 29) y vuelve

a tomar el camino de la fe.

38 Según sus biógrafos el nombre “Pascual”, muy poco común en Alemania, era un

nombre de familia que provenía de un antepasado soldado español que había luchado

con Napoleón estableciéndose en Alemania después de su retiro.

Page 53: La noción de acausalidad en la física cuántica

Ruptura del paradigma determinista 53

Durante sus años en el Gimnasium se interesa por matemática

aplicada y al final de sus años de escuela se ve atraído por la posibilidad

de los viajes al espacio mediante la propulsión por cohete. En 1921

entra en la universidad de Hannover donde enseñaba su padre, y allí

estudia matemática y física. Entra en contacto con las ideas positivistas

de Mach, y se inclina por el estudio de la física para resolver el aparente

conflicto que el pensamiento de Mach presentaba con respecto a la

teoría atómica. La física sería en adelante su disciplina predilecta.

En 1922 se transfiere a la Universidad de Gotinga, allí, además

de física estudia matemáticas y zoología. En esta universidad tiene la

oportunidad de asistir en sus investigaciones a Max Born y a otros

maestros de la física alemana de su tiempo, y su progreso le va ganando

el respeto de otros físicos conocidos como Heisenberg, Pauli y

Oppenheimer. En 1924 escribe su tesis doctoral sobre los cuantos de

luz.

Un año después, trabajando con su maestro Max Born y su colega

Werner Heisenberg, logran desarrollar una reformulación más precisa

de la estructura cuántica del átomo, llamada mecánica de matrices39.

Junto con otras formulaciones contemporáneas (como la formulación

de la mecánica ondulatoria de Schrödinger, o la formulación de Dirac

en términos de “q-numbers”) formaron una teoría unificada, la teoría de

la transformación estadística (Beyler 1994, 2 y 1996, 258).

Presenta su trabajo de habilitación en Gotinga en 1926 (publicado

en febrero de 192740). Este trabajo, según algunos biógrafos, conduce a

Heisenberg a su formulación del principio de incertidumbre (Beller

1985). Desde 1927 a 1928 trabaja en la teoría cuántica de campos y este

último año toma la cátedra de W. Pauli en Hamburgo como asistente y

39 Heisenberg había publicado un importante trabajo en el verano de 1925 luego del

cual, Born notó que “las reglas que Heisenberg introdujo para la multiplicación de las

variables mecánico-cuánticas eran las mismas del álgebra de matrices” (R. H. Beyler

1994, 31), de ese modo emprendieron la tarea de reformular la teoría con ese

formalismo matemático. Cfr. Heisenberg 1975, c. 5.

40 Traducido al inglés por R. Oppenheimer y publicado en la revista Nature en abril

de ese mismo año (Jordan 1927).

Page 54: La noción de acausalidad en la física cuántica

54 Ruptura del paradigma determinista

recibe el título de profesor aunque manteniendo la posición y la paga

propia de un asistente.

En septiembre de 1929 acepta la convocatoria para ser profesor

extraordinario de Física teórica en Rostock al norte de Alemania.

Rostock era una pequeña ciudad con su Universidad donde no había

casi movimiento intelectual en el área de la física. Jordan vivió este

llamado como un “exilio intelectual” (R. H. Beyler 1994, 35). Jordan

era tartamudo y eso le causó algunos problemas en su carrera

académica41. A pesar de que desde Gotinga y Hamburgo recomendaban

a Jordan afirmando que este defecto no interfería para nada en sus

aptitudes docentes, en Rostock fue calificado en segundo lugar.

En 1930 contrae matrimonio con Hertha Stahn y tienen dos hijos:

el primero, de nombre Pascual, de acuerdo con la tradición familiar y

Michael, nacido 5 años después.

Jordan era un conservador nacionalista muy implicado

políticamente. Su compromiso social inclinado claramente hacia la

derecha lo llevó a afiliarse al partido nacional socialista alemán (NSDP)

en el año 1933. Previamente había estado afiliado al partido nacional

popular alemán (DNVP), un partido que representaba al sector

conservador antirrepublicano y pangermanista.

Durante los años del ascenso del partido nazi al poder, escribe en

el periódico mensual Deutsche Volkstum publicado por la Hanseatische

Verlagsanstalt 42 una serie de artículos bajo el seudónimo “Ernst

41 Su tartamudismo fue un problema siempre. En 1930 comienza psicoterapia para

afrontar esta dificultad (R. H. Beyler 1994, 36).

42 La Hanseatische Verlagsanstalt (HVA) Editorial Hanseática era una editorial que

surgió de una organización nacionalista alemana, la Deutschnationaler

Handlungsgehilfen-Verband (Federación de acción colaboracionista de la nación

alemana - DHV), cuya ideología combinaba los valores de seguridad económica, anti-

marxismo, nacionalismo tradicionalista y un relativamente abierto anti-semitismo.

Fue una de las organizaciones laboristas no marxistas más grandes de la historia de

Alemania. Esta editorial publicaba una revista mensual, el Deutsches Volkstum

(Folklore o Popularidad alemana), en la que se reflejaban los valores sostenidos por

Page 55: La noción de acausalidad en la física cuántica

Ruptura del paradigma determinista 55

Domeier” en los que habla sobre varios temas: 1) trata acerca del

problema suscitado en la educación en virtud de la tendencia a la

despersonalización con motivo del aumento del número de estudiantes

en las escuelas (R. H. Beyler 1994, 209); 2) reflexiona sobre la

tecnología y el armamentismo, Jordan ve que la tecnología tiende

naturalmente a ponerse violenta y destructiva (R. H. Beyler 1994, 219);

3) en estos artículos se esconde una religiosidad pesimista. Según

Jordan la religión fue dando concesiones a la ciencia, y terminó en una

religiosidad “rebajada”. Una religiosidad que se reducía a promover el

pacifismo y la idea de una vida sin sufrimientos, era la religiosidad

entendida como una mera moral y ceñida a la beneficencia social. Lo

que hay detrás es el olvido de la verdad fundamental de que este mundo

es un “valle de lágrimas” y que la guerra y la violencia son males

necesarios de esta vida a través de los cuales el Padre Dios nos lleva a

su Reino (R. H. Beyler 1994, 222).

Muchas de sus ideas políticas quedaron plasmadas en esa revista,

y otras resurgieron, bajo su propio nombre, en un libro llamado

Physicalisches Denken in der neuen Zeit, publicado en 1935.

En este libro Jordan habla de los beneficios aportados por la

ciencia moderna a la técnica militar. Su tesis era que el poder de

destrucción del armamento tecnológico marcaba el valor de la ciencia,

a mayor poder de destrucción. De hecho, la ciencia del siglo XX había

descubierto la energía atómica y de allí sería posible extraer un inmenso

y terrible poder. La guerra era, para Jordan, la única manera de generar

nuevas situaciones históricas, era el mismo motor de la historia. Y, dado

que todas las naciones deben ocuparse de “sus guerras”, la preparación

para ellas era el aporte más importante de la ciencia de ese momento

la DHV. Algunos lectores famosos de este periódico fueron Oswald Spengler (autor

de La decadencia de occidente), Ernst Jünger, Arthur Möller van der Bruck, Carl

Schmitt, Hans Freyer. El editor era Wilhelm Stapel, un conservador alemán que quería

resaltar los valores del pueblo alemán. Era antisemita pero no violento (aunque distaba

mucho de ser pacifista), tampoco solía oponerse a los valores artísticos y culturales de

otros pueblos. Esta actitud le ganó la antipatía de la SS, que culminó con su separación

de la dirección de la editorial en 1938 (desde entonces estuvo vinculado al círculo que

intentó asesinar a Hitler en 1944).

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56 Ruptura del paradigma determinista

(R. H. Beyler 1994, 252). De todos modos su visión no es en absoluto

una mirada pragmática del saber científico. Entiende que el

investigador no debe estar presionado por las necesidades prácticas que

puedan brotar de las investigaciones “uno no debe ir a buscar manzanas

si el fruto no está maduro”. Lo que se estaba dando en ese momento

entre la ciencia y el estado militarizado era una feliz coincidencia.

Además en esa obra critica duramente la visión mecanicista de la

ciencia –representada en el pensamiento de Ernst Haeckel– porque esta

conduce al anticlericalismo, el materialismo y la sociedad entendida

como lucha de clases. En los tiempos que corrían estas cuestiones no

estaban en manos de una pequeña elite de intelectuales sino que había

salido a las calles y conquistado al pueblo, por eso velar por las

conclusiones a las que se arribaran era velar por el bien del pueblo.

Durante estos años Jordan debió moverse en el laberinto

complicado de tensiones de poder que era el mundo intelectual de la

Alemania nazi. Por un lado estaba la moderna física cuyos pilares eran

la física cuántica y la teoría de la relatividad –no se debe olvidar que

muchos de los grandes forjadores de la nueva física eran judíos como

Wolfgang Pauli o Albert Einstein. Por otro, “la física alemana”

(deutsche Physik) cuyas cabezas fueron Philipp Lenard y Johannes

Stark, aunque Jordan sostiene un fuerte debate con Hugo Dingler como

representante de esta línea (Wise 1994, 248-250, Beyler 1994, 236-

242). Los intereses del partido (el antiliberalismo y el anticomunismo),

la política tecnológica alemana, el positivismo en sus versiones

materialistas, el fisicalismo en biología y su reduccionismo mecanicista

y el movimiento organicista holista, configuraban un escenario a la vez

complicado y peligroso para la toma de posiciones. Y si bien estuvo

políticamente protegido en virtud de su voluntaria afiliación al partido,

y su conocido espíritu conservador, muchas veces se vio bajo fuego

cruzado especialmente por su abierta oposición al rechazo de la “física

judía” por parte de la “física alemana”43, por su posicionamiento en la

43 Jordan consideraba que las ideas científicas no pertenecían a un determinado

pueblo, más bien las consideraba como si fueran patrimonio común de la humanidad.

Page 57: La noción de acausalidad en la física cuántica

Ruptura del paradigma determinista 57

línea del pensamiento organicista en biología, por su interpretación

cuántica de los fenómenos biológicos (Wise 1994, 244-247).

Sin embargo, en todos estos años sus intereses políticos no

mermaron ni empañaron su dedicación a la ciencia física. Al contrario,

su estudios estuvieron centrados no sólo en cuestiones de física cuántica

sino también en biología. Ya entre 1930 y 31 lleva una conversación

epistolar con Niels Bohr acerca de la aplicación de la teoría cuántica en

biología y en psicología44.

En 1932 publica la revista Naturwissenschaften un artículo sobre

biología cuántica en el cual expone la teoría de los amplificadores (“Die

Quantenmechanik und die Grundprobleme der Biologie und

Psychologie”)45. La tesis principal era que las afecciones causadas en

determinados puntos microfísicos del viviente eran “amplificadas” por

efecto en avalancha y tenían sus efectos emergentes en el ámbito

macrofísico. Dado que consideraba que el determinismo causal estaba

ligado necesariamente al materialismo y a la metafísica, debía

combatirlos como fundamento del materialismo dialéctico del

comunismo o el mecanicismo propio del liberalismo.

La indeterminación cuántica que había sido planteada por Jordan

y luego elaborada y trasmitida al público en la forma del principio de

incertidumbre por Heisenberg implicaba la negación del determinismo

causal de la física clásica en el ámbito atómico. La teoría de los

amplificadores fue el medio del que se valió Jordan para extrapolar el

Sin embargo, sí utilizó la acusación anti-semita (que consistía en denunciar a las

autoridades aquellos vínculos que una persona haya tenido con los judíos) contra sus

enemigos, principalmente si este pertenecía al partido. Esto fue lo que ocurrió con

Hugo Dingler (Wise 1994, 249-250).

44 Hubo acuerdo en la tesis principal: la complementariedad cuántica puede ser un

principio aplicable a otros saberes. Sin embargo, la interpretación de Jordan era para

Bohr demasiado reduccionista (R. H. Beyler 1996, 262).

45 Según Beyler está “era menos una teoría concreta que un modelo heurístico de los

fenómenos biológicos como trazos macrofísicos o amplificaciones de eventos

microfísicos” (R. H. Beyler 1994, 108).

Page 58: La noción de acausalidad en la física cuántica

58 Ruptura del paradigma determinista

indeterminismo cuántico al mundo macrofísico descartando de una vez

por todas –y no ya sobre bases filosóficas sino sobre el sólido

fundamento de la experiencia– la metafísica materialista determinista.

En 1934 se alinea con la corriente organicista de Bertalanffy y

Meyer-Abich en su interpretación del viviente46. Esto le acarrea no

pocas enemistades, por un lado desde el campo positivista del Círculo

de Viena, por otro desde el mismo campo organicista algunos no veían

con buenos ojos su negación de la causalidad para los fenómenos

microfísicos (p.ej. Bleuler). El imperativo organicista implicaba que la

biología sea una ciencia autónoma pues los fenómenos biológicos eran

irreducibles a sus instancias físico-químicas. En este sentido y a pesar

suyo, Jordan parecía estar contrariándolo, aunque su intención era otra:

el reduccionismo era para él una de las caras del materialismo.

Materialismo significaba metafísica y determinismo, las tres cabezas de

la hidra que había que cercenar. Pero el determinismo sostenía que los

fenómenos naturales se seguían unos a otros de acuerdo con una rígida

sucesión causal, tesis que había sido suficientemente refutada por la

evidencia experimental recogida por los físicos contemporáneos desde

Planck en adelante.

Todas estas reflexiones encuentran un ámbito para la discusión en

las conferencias que tuvieron lugar en Copenhague durante el mes de

junio47 a las que asistieron junto con Heisenberg invitados por Bohr. La

situación política en Alemania era compleja y ambos tuvieron que

reportarse al partido a su regreso. Jordan había sido nombrado profesor

ordinario en Rostock en enero de ese mismo año.

En 1939 tres días antes del comienzo de la guerra, se alista como

voluntario en las fuerzas armadas. Durante la guerra trabaja en el

46 Formalmente esta toma de posición se encuentra en su artículo

“Quantenphysikalische Bemerkungen zur Biologie und Psychologie” Erkenntnis 4

(1934), 215-252.

47 Se trata de las Conferencias sobre problemas corrientes de la Física, que tiene su

sede en el instituto fundado por Bohr y luego el II Congreso Internacional para la

unidad de la Ciencia.

Page 59: La noción de acausalidad en la física cuántica

Ruptura del paradigma determinista 59

servicio meteorológico de la Luftwaffe, y luego en la oficina de

investigaciones de la Kriegsmarine. Sus destinos fueron: Base aérea de

Schwerin, Hamburg-Fuhlsbüttel (hasta el verano de 1940), Bremen-

Neuenlanderfeld (hasta noviembre de 1942), luego estuvo muy poco

tiempo en un escuadrón de entrenamiento en Greifswald, pasó el centro

de investigación en cohetes en la isla de Peenemünde, y también en la

estación de investigación antiaérea de Karlshagen. En 1943 recibe su

transferencia a Berlín.

La postura de Jordan durante la Guerra se podría resumir de esta

manera:

Sus propias maniobras profesionales durante los años de la guerra no

fueron las de un fanático superpatriota o los de un verdadero creyente

en el nazismo que estaba deseoso de sacrificar todo por la causa; fueron,

en cambio, las movidas de un físico que quería ampliar sus intereses de

investigación tanto como fuera posible dentro de las limitaciones del

tiempo de guerra. (R. H. Beyler 1994, 268)48.

Veía una relación beneficiosa mutua entre el estado nazi y los

aportes de la ciencia contemporánea no solo en el campo tecnológico-

militar sino también en la lucha contra el materialismo marxista y el

liberalismo.

En 1943 Recibe la Medalla Planck de parte de Deutsche

Physikalische Gesellschaft y al año siguiente sucede a von Laue en la

Universidad de Berlín, aunque nunca llega a ejercer allí como profesor

(R. H. Beyler 1994, 36). El avance de los aliados sobre esa ciudad hizo

que fuera evacuado hacia Göttingen hacia el final de la guerra.

Con el fin de la guerra y del régimen nazi es removido de su cargo

como profesor ordinario en Rostock en 1945 y permanece inactivo

hasta dos años después. Entonces ayudado por sus amigos físicos,

48 “His personal professional maneuvers in the war years were not those of a fanatical

superpatriot or a true believer in Nazism who was willing to sacrifice all for the cause;

they were, rather, the moves of a physicist who wanted to further his research interests

as much as possible within the constraints of wartime”.

Page 60: La noción de acausalidad en la física cuántica

60 Ruptura del paradigma determinista

especialmente por Pauli y luego de un proceso de “desnazificación”

logra entrar como profesor invitado en Hamburgo. Durante la época de

su profesorado en Hamburgo cambia el foco de sus investigaciones de

la biofísica a la cosmología y el álgebra abstracta (R. H. Beyler 1994,

483) debido a que sus principales ideas en materia de biología perdían

vigor frente a las nuevas teorías. Sin embargo, nunca abandonó estas

áreas de investigación completamente pues eran los pilares desde los

cuales había formado su pensamiento acerca del mundo.

Desde 1948 en adelante se dedica a la divulgación de su

pensamiento tanto para un público académico como también para los

legos. Mediante conferencias, congresos, reflexiones radiales y

entrevistas expone su visión del mundo centrado en las cuestiones que

lo acompañaron siempre. El eje de su pensamiento se resume en dos

ideas fuerza: 1) La historia de la cultura europea se reduce a la historia

de la lucha entre la cosmovisión cristiana y la materialista. Y, después

de haber descubierto el trasfondo indeterminista de la materia, la ciencia

tenía mucho que decir a favor del cristianismo (R. H. Beyler 1994, 484).

2) Tres binomios conceptuales resumen esta lucha: totalitarismo contra

libertad; ideología contra ciencia; irreligiosidad contra creencia49.

En 1953 cuando acaba su mandato como profesor invitado en

Hamburgo, adquiere el cargo de profesor ordinario solicitado por sus

alumnos50. Allí permanecerá hasta su retiro en 1971. En 1954 estuvo

cerca de compartir el premio nobel con Max Born pero su pasado nazi

pesó en la decisión final dejándolo afuera.

Su personalidad y su carácter conservador lo hicieron ser siempre

un hombre muy preocupado por su país, y por eso siempre se mantuvo

ligado a la política a pesar de que eso le había traído dificultades en el

49 Tenía la propensión de formular las cuestiones en binomios diametralmente

opuestos: por ejemplo, metafísico – positivista, determinista – indeterminista, causal

– acausal, clásico – cuántico, macrofísico – microfísico, masivo – individual,

mecánico – orgánico, reduccionista – no-reduccionista (R. H. Beyler 1994, 480).

50 Según ellos, Jordan tenía la habilidad de hacer comprensibles los principios de la

física a los alumnos de cualquier facultad (R. H. Beyler 1994, 486).

Page 61: La noción de acausalidad en la física cuántica

Ruptura del paradigma determinista 61

pasado. En varias oportunidades sus colegas físicos le habían sugerido,

sin éxito, alejarse de la política o mantener sus opiniones en el ámbito

privado. A pesar de ello fue vice-presidente (1949-1963) y luego

presidente (1963-1967) de la Academia de Ciencias y Literatura en

Mainz, y en 1957 entra como miembro del parlamento por la

Democracia cristiana.

Uno de los motivos que lo llevó a conseguir este cargo fue el

episodio llamado “la controversia de los dieciocho de Göttingen”.

Adenauer había propuesto incluir bombas nucleares en sus arsenales

con el propósito de estar más armados que Alemania del este. Dieciocho

físicos conocidos (entre los cuales se contaban Heisenberg y Born)

escribieron un manifiesto en el que se negaban públicamente a trabajar

en las investigaciones necesarias para confeccionar el armamento.

Jordan criticó duramente el manifiesto diciendo que manifestaba una

posición demasiado ingenua. Esto le valió la ira de sus colegas

científicos y el apoyo de la Unión Democrática Cristiana (R. H. Beyler

1994, 489). Este partido lo agregó a su lista representando a Baja

Sajonia y así forma parte del parlamento desde 1957 a 1961.

Es cierto que Pascual Jordan no fue un intelectual cuya influencia

se perciba en las ideas actuales de la ciencia, la tecnología o la religión,

ni siquiera fue muy prestigioso en la Alemania de su época. Sin

embargo, fue un perfecto espejo de las diferentes líneas culturales que

allí se dieron. La guerra fría fue sin duda una guerra ideológica (sin

desmerecer los enfrentamientos armados que existieron en diversos

países) entre el comunismo y el capitalismo liberal representado por los

Estado Unidos. Jordan, portador de la cultura (Kulturträger51), asume

muchas de las líneas de pensamiento surgidas en su siglo, y logra una

51 Esta expresión no sólo significa “portador” sino también “patrocinador”. En este

sentido también debe llamárselo a Jordan dado que no solo fue un fiel representante

de lineamientos culturales de su época sino más bien un intelectual preocupado de

llevar su mensaje fuera de la academia. Jordan dedicó mucho tiempo de su vida a dar

conferencias y entrevistas en la radio y en los periódicos, a publicar obras de carácter

divulgativo en las que esboza todo su pensamiento partiendo de los hallazgos de la

física cuántica.

Page 62: La noción de acausalidad en la física cuántica

62 Ruptura del paradigma determinista

extraña síntesis aparentemente imposible entre perspectivas

supuestamente antagónicas: la negación de la metafísica junto a un

espíritu religioso casi apologético, un militante conservadurismo de

derecha a la vez que perteneció al grupo de científicos alemanes que

preferían permanecer lejos de la política, la visión organicista del

fenómeno “vida” al tiempo que intentó explicarla mediante el recurso a

los últimos descubrimientos de la física.

En el año 1971 se retira de la docencia, y muere en Hamburgo el

día 31 de julio de 1980. Era un hombre de personalidad pacífica pero

firme, aunque algo insegura. El afán de preservar los valores nacionales

y vigilar por el bien de su patria, especialmente el de evitar que caiga

bajo el yugo comunista, fue su divisa. El comunismo era un peligro no

tanto por la negación de la propiedad privada sino por la anulación de

la libertad individual, el odio contra el espíritu religioso, y la

implantación de una igualdad indiferenciada en la sociedad. Los nuevos

horizontes de la física fueron hallazgos que trascendían la misma física,

implicaban para él una verdadera nueva cosmovisión. La

indeterminación cuántica actuando en las entrañas de la realidad daban

razón, precisamente, de la libertad interior del hombre, de la acción

libérrima de un Dios preocupado por mover cada partícula creada al

lugar preciso y en el momento preciso, lejos de la capacidad

adivinatoria del hombre, y por último, daba razón también de la

constitución fisiológica de los seres vivientes compuestos de centros

especiales de comando a partir de los que el viviente como un todo era

gobernado. El viviente no podía ser homogéneo. La sociedad tampoco.

En virtud de estos ideales optó muchas veces, prefiriendo la

política y la divulgación científica, más que la acrisolada inmanencia

del mundo académico en el que solo podría mostrar sus aportes y su

cosmovisión a un puñado de entendidos. Su misión no fue sólo “hacer

cultura” –aunque bien se sabe que hizo sus aportes personales a la

ciencia–, su misión fue, más bien, “llevar cultura”, trasmitirla a los

alemanes y por ellos al mundo. Su mirada científica no podía acabar en

el laboratorio ni en la formulación de las leyes de los fenómenos

observables; ni siquiera podía culminar en una teoría más o menos

Page 63: La noción de acausalidad en la física cuántica

Ruptura del paradigma determinista 63

universal. La verdad científica era para él realmente la verdad, la

realidad, no formaba junto a la política o la vida privada, el arte, etc.

compartimentos estancos. La ciencia habla sobre la realidad misma y

por eso debía traspasar las fronteras del mundo académico y llegar a las

masas. Ese fue sin duda uno de los objetivos principales de su vida.

Intentaré en los siguientes capítulos, mostrar sus puntos principales.

2.2. El descubrimiento de los fenómenos acausales

Los experimentos realizados por los físicos del siglo XX pusieron

de manifiesto el comportamiento del átomo, y al hacerlo, descubrieron

que las propiedades que los movimientos de los cuerpos del mundo

macrofísico no se dan en el submundo de las partículas elementales.

Esta situación produjo tres fracturas en el escenario que se tenía del

mundo hasta ese entonces. Ese mundo físico tan bien descripto por

Newton y tantos otros mostraba fundamentalmente tres propiedades: a)

era un mundo continuo, b) la regularidad que mostraban los fenómenos

permitía al científico realizar predicciones, c) el científico sólo debía

abocarse a describir cuáles eran los productos de sus observaciones y

con sus anotaciones lograba hacerse una imagen objetiva de la realidad,

una imagen de una realidad independiente del observador.

En este apartado enumeraré las tres fracturas realizadas en la

cosmovisión física heredada a principios del siglo XX de la mano de la

física del siglo anterior. Si para los físicos del siglo XIX el mundo era

continuo, la nueva física descubre la discontinuidad en el fondo de la

realidad. Si para aquellos el entramado causal era lo suficientemente

rígido como para prever lo que iba a ocurrir en el futuro a partir de las

condiciones iniciales, para estos esta capacidad de predicción se volvió

impracticable en los niveles inferiores al átomo. Si para aquellos, por

último, el conocimiento científico era un conocimiento tan perfecto que

lograba abstraer el objeto de conocimiento de todo el bagaje subjetivo

del científico (bagaje que sin duda para estos autores era un defecto

insalvable del que padecían otras disciplinas como la filosofía o la

teología), los nuevos experimentos científicos manifestaron claramente

que nunca puede un observador observar la realidad sin modificarla.

Page 64: La noción de acausalidad en la física cuántica

64 Ruptura del paradigma determinista

Si estas tres fracturas acabaron con la cosmovisión física del siglo

XIX fue fundamentalmente porque estas tres propiedades derribadas

tenían para los físicos antiguos una única raíz: la causalidad. En este

apartado se intentará demostrar que al impugnar, con fundamento

empírico, las propiedades físicas de los movimientos naturales fue para

muchos poner en cuestión el principio de causalidad.

Los nuevos descubrimientos realmente motivaron una

revolución, y Jordan fue parte de ella. Supongamos, dice Jordan, que

un zoólogo descubre un continente nuevo (p.ej. Oceanía), y allí observa

extraños animales que debe describir. No puede usar para referirse a

ellos los mismos nombres que usaba para los ya conocidos, como

‘cabra’, ‘vaca’, ‘caballo’, sino que deberá usar una serie de términos

que significan propiedades ya conocidas que se dan en cada nuevo

animal (por ejemplo, decir que es un animal con pelo, que tiene un pico

similar al de un pato, que es un cuadrúpedo y tiene patas palmeadas,

etc.), además deberá inventarle un nombre al insólito animal:

ornitorrinco. De la misma manera les sucedió a los físicos. El mundo

que encontraron en el nivel microfísico no era igual al macrofísico pero

de dimensiones más pequeñas sino que era un mundo completamente

distinto. Los elementos que lo componían no eran “cuerpos

pequeñísimos” ni “ondas inmensamente pequeñas” sino entes nuevos

dotados de propiedades que en parte recuerdan las de un corpúsculo y

en parte las de una onda. Por eso, los físicos tuvieron que explicitar

estas propiedades y “bautizar” estas entidades (Jordan 1954, 20).

El mundo descubierto era totalmente nuevo. En él, por ejemplo,

no se podía hablar de continuidad. Cuando se trata de la energía que un

cuerpo le transfiere a otro, se estaba acostumbrado a pensar que esa

energía se trasmitía en cantidades continuas, esto es, que un cuerpo

podía absorber de otro una cantidad precisa o una parte cualquiera de

tal cantidad. Sin embargo, en el mundo cuántico:

El electrón ha de poseer una determinada cantidad mínima de energía

para que el átomo pueda absorberla en su sistema interno y, en ese caso,

recoge del electrón toda esa energía y nunca sólo una parte. Si la energía

cinética del electrón es un poco mayor que este mínimo, el átomo

Page 65: La noción de acausalidad en la física cuántica

Ruptura del paradigma determinista 65

retirará siempre del electrón que choca con él (si es que retira alguna

cantidad) únicamente ese mínimo exacto de energía. Si el electrón

posee una energía mayor, el átomo puede absorber en el choque ciertas

cantidades mayores (definidas) de energía. En el sistema macrofísico,

el contenido energético es una magnitud que puede variar de modo

continuo, pero, en el átomo, ese contenido no es capaz de un cambio

continuo. En su lugar, tenemos determinados «niveles de energía» para

el átomo (Jordan 1953, 93).

De acuerdo con el estado de la cuestión hacia la primera mitad del

siglo XX, el átomo era considerado como un cuerpo que constaba de un

núcleo cargado positivamente en torno al cual orbitaban los electrones

cargados negativamente. Los electrones ocupaban una serie de niveles

energéticos y podían pasar de un nivel inferior a otro superior si

eventualmente eran “inyectados” con una dosis de energía. Luego,

volverían a recuperar su nivel anterior emanando la misma dosis de

energía. Lo que descubrieron los físicos, con Planck a la cabeza, fue

que esa “dosis” de energía nunca podría darse a medias, se da completa

o no se da. Esto significó que la trasmisión de energía de un átomo a

otro no es continua, de a partes siempre divisibles, sino de a pequeñas

cantidades discretas llamadas “cuantos” que tienen una medida

proporcional a la constante de Planck. Durante mucho tiempo se había

pensado que la naturaleza no hacía saltos, pero…

“un cambio de estado mediante el cual un átomo se desplaza desde uno

de sus niveles posibles de energía a otro, representa un proceso

elemental discontinuo, un «salto cuántico». ¡La naturaleza sí da saltos!”

(Jordan 1953, 94).

El descubrimiento de la discontinuidad de la energía puso en

jaque la concepción que se tenía del mundo en el que reinaba hasta ese

entonces la continuidad.

A esta primera fractura se le agregó otra. En el mundo macrofísico

estamos acostumbrados a observar regularidades en los fenómenos.

Estas regularidades son las que nos permiten, mediante la inducción,

Page 66: La noción de acausalidad en la física cuántica

66 Ruptura del paradigma determinista

obtener leyes generales acerca de ellos y en base a ellas predecir estados

futuros. Así, si se pone una sustancia determinada, en condiciones

precisas y controladas y se actúa sobre ella siguiendo las leyes

conocidas que rigen tal evento, se obtiene una reacción esperable.

Cada vez que un planeta llega a la misma distancia del sol, se le ve

imprimir siempre exactamente la misma aceleración. Se da

diferentemente en el átomo: ubicado frecuentes veces en condiciones

exactamente idénticas, un átomo se comporta en general diferentemente

en un caso que en el otro. Si la experiencia es repetida con una

frecuencia suficiente, reaccionará frecuentemente de la misma manera;

pero él posee diversas posibilidades de reacción – y si nosotros

repetimos una vez más una experiencia ya hecha a menudo, no podemos

predecir cuál de las reacciones posibles se producirá esta vez (Jordan

1959, 226-227).

La capacidad de predecir fenómenos se considera uno de los

criterios más acertado de verosimilitud de las teorías científicas. Sin

embargo, en el mundo microfísico descubierto por la física nueva esta

capacidad quedó definitivamente anulada. Los átomos y las demás

partículas subatómicas no se comportan de manera esperable sino

tomando posiciones y velocidades espontáneas no susceptibles de ser

predichas a partir de la situación previa en la que se encontraban. En el

mejor de los casos uno podría determinar mediante estadísticas el

porcentaje de probabilidad que rige las diferentes reacciones de una

partícula. Pero un conocimiento estadístico no es un conocimiento

cierto y la amplitud de las probabilidades hace que sólo sepamos qué

probabilidad hay de que una partícula se encuentre en determinada

posición luego de un movimiento.

El ejemplo del radio explica muy bien esta idea. El radio (Rd) es

un elemento inestable que en estado natural se va degradando; esto

significa que los átomos de radio eyectan sus partículas al exterior

espontáneamente. Un miligramo de radio tarda cerca de 2300 años en

desintegrarse, pero no se puede saber cuánto tardará en hacerlo un único

átomo de este elemento ni en qué momento preciso lo hará.

Page 67: La noción de acausalidad en la física cuántica

Ruptura del paradigma determinista 67

Tenemos todavía mejores razones para estar persuadidos de que no

podría quejarse el físico de esta incapacidad: cualesquiera que sean los

perfeccionamientos futuros de nuestros conocimientos, jamás ningún

físico estará en condiciones de predecir la suerte de un átomo de radio.

El carácter más o menos precoz o tardío de la desintegración de uno o

de otro de los átomos de radio no reposa sobre ninguna desemejanza

existente desde ahora entre estos dos átomos (siendo uno quizás “más

joven” o “más viejo”): nos encontramos simplemente, en este caso,

delante de una carencia de nociones habituales de objetividad causal,

de causalidad. No hay ninguna causa, identificable al momento

presente, para que los dos átomos se comporten diferentemente en lo

sucesivo. (Jordan 1959, 63)

No se puede observar en los átomos signos de la degradación sino

sólo en el pedazo de radio en su conjunto. Cada átomo de radio, lejos

de degradarse paulatinamente, lo hace subrepticiamente de un momento

a otro y sin un aparente motivo que permita pronosticar su

desintegración.

Cuanto más se adentraba el físico en el mundo de los átomos,

tanto más descubría que el comportamiento de estos no era el esperado.

Parecía que allí las cosas no estaban gobernadas por las mismas leyes

que gobiernan los movimientos del mundo macrofísico. La estadística

sólo obtenía conclusiones acerca de un gran número de átomos pero

ninguna acerca de uno solo.

La discontinuidad y la impredictibilidad de los sucesos del mundo

microfísico son los pilares en los que se asienta el indeterminismo

físico. El indeterminismo se contrapone al determinismo del siglo XIX

cuyo principal exponente fue Laplace. Los físicos de ese siglo habían

llegado a pensar que dado el estado de un sistema en un determinado

momento, las relaciones entre las fuerzas y los movimientos de las

partículas eran tales que de ellas dependía el futuro desenvolvimiento

del sistema (y así también el pasado en cuanto que provenía de un

estado antecedente determinado). Sólo hacía falta tener la capacidad de

medir y calcular suficientes como para poder deducir todo lo que

ocurrió, lo que ocurre y lo que ocurrirá. Si bien esta prerrogativa es

Page 68: La noción de acausalidad en la física cuántica

68 Ruptura del paradigma determinista

imposible para una mente humana, el solo hecho de que haya sido

postulada como posible habla mucho de la concepción que se tenía en

aquellos tiempos sobre la naturaleza del mundo. La nueva física

indeterminista obligó a los científicos plantear una nueva concepción

del mundo.

Los planteamientos deterministas encontraron también

dificultades para dar cuenta del proceso de medición en el mundo

microfísico. La medición es el proceso por el cual el científico

transforma los fenómenos observables en valores numéricos; de este

modo obtiene los datos con los que trabajará. Ahora bien, para medir es

preciso valerse de un instrumento de medida. En el mundo macrofísico

existen el metro, la balanza, el termómetro, etc. Mediante estos

instrumentos se obtienen los valores numéricos que expresan las

relaciones observadas en los fenómenos naturales estudiados. Sin

embargo, el instrumental de medida ejerce una influencia, aunque sea

muy pequeña, sobre el objeto medido. Piénsese en la aplicación de un

termómetro a un líquido en ebullición: el mismo termómetro tiene una

determinada temperatura de inferior valor a la del líquido, por eso, al

sumergirlo se equilibrarán térmicamente las temperaturas del líquido y

del termómetro, disminuyendo aquella, y aumentando esta. Por

supuesto que la diferencia de temperaturas es tan reducida (y más aún

si se toma la precaución de calentar el termómetro antes de introducirlo)

que puede ser ignorada por el científico, pero no deja de ser una

diferencia. Sin embargo, en la investigación del mundo microfísico el

problema se acrecienta. Las partículas estudiadas son tan pequeñas que

no hay instrumento de medida que no perturbe considerablemente los

objetos microfísicos sometidos a la medición.

También tendremos que contar con que las mediciones de objetos

atómicos se hallarán fundamentalmente “falseadas”, en el sentido de

que, al llevar a cabo nuestra observación, tendrá lugar, por ley natural,

una intervención en el objeto que lo cambia (Jordan 1953, 119).

Y esto ocurre por la sencilla razón de que “todo instrumento físico

de medida, se compone de átomos, sean átomos materiales, electrones

Page 69: La noción de acausalidad en la física cuántica

Ruptura del paradigma determinista 69

o quanta de luz” (Jordan 1953, 119). En las frágiles regiones del átomo

no puede utilizarse ningún instrumento de medición que no perturbe las

condiciones en las que se encontraba el objeto a medir.

En una comparación un tanto forzada se puede decir que las

observaciones de los objetos microfísicos ocurren como si un biólogo,

interesado en el comportamiento de un animal en estado salvaje, sacara

sus conclusiones encerrándolo en una jaula. Los animales salvajes

suelen huir del hombre, por lo que el biólogo se encuentra en una

disyuntiva: o los caza y los encierra para observar aquellas

características que tienen que ver con la morfología del animal, o se

interna en el mundo salvaje, se “hace uno más de ellos” – como Dian

Fossey y sus gorilas –, y los observa en vivo y en directo. Sin embargo,

al físico no se le plantea esta disyuntiva ya que una de las opciones le

está vedada: le es imposible reducirse de tamaño hasta adquirir la

medida de las partículas, no puede él “hacerse uno más de ellos”. No

queda otra opción que “encerrar” la partícula en la “jaula” de los

instrumentos de medida y observarla interactuando con ellos.

No es posible controlar la repercusión del instrumento de medida sobre

el objeto y poderlo así eliminar mediante la rectificación matemática

correspondiente. También tendremos que contar con que las

mediciones de objetos atómicos se hallarán fundamentalmente

«falseadas», en el sentido de que, al llevar a cabo nuestra observación,

tendrá lugar, por ley natural, una intervención en el objeto que lo

cambia (Jordan 1953, 119).

A esta dificultad se la llama indeterminismo técnico.

Nunca vemos lo que la partícula es “en sí” sino el aspecto que ella

muestra al observador. Esto es lo que expresa la idea de

complementariedad:

… las formaciones microfísicas de orden atómico tienen, por así decir,

muchas facetas, de las que una sola puede ser llevada al campo de la

observación experimental. Así la luz tiene tanto un lado «ondulatorio»,

Page 70: La noción de acausalidad en la física cuántica

70 Ruptura del paradigma determinista

como un lado «corpuscular»52; hay experiencias que permiten observar

uno de estos aspectos, y las hay que permiten observar el otro. (Jordan

1959, 165)

Las partículas que fueron descubiertas por los físicos del siglo XX

son ambiguas: el conocimiento de uno de sus aspectos implica la

imposibilidad del conocimiento simultáneo del otro.

La mecánica cuántica llegó a la conclusión de que aquellas

pequeñas partículas de las que están hechos todos los elementos se

comportan a veces como corpúsculos, a veces como ondas. Esto se

experimentaba de modo especial con la luz. Newton había declarado

que la luz estaba compuesta de pequeñas partículas en contra de la

opinión de Huygens que hacia 1678 había declarado que la luz era un

fenómeno ondulatorio. La disyunción subsistió aun cuando Einstein en

el siglo XX reformuló la teoría de la luz en términos corpusculares al

estudiar el efecto fotoeléctrico. Sin embargo, la física cuántica retoma

el debate y en la línea de la idea de complementariedad formulada por

Bohr (Causality and Complementarity 1937) por eso Jordan concluye:

[El] aspecto «ondulatorio» y el aspecto «corpuscular» de la luz son tan

fundamentalmente diferentes que no puede simplemente existir un

aparato que permita la observación simultánea, su existencia sería un

desafío a las leyes de la lógica. Tenemos, en cualquier caso particular,

la opción entre la observación del uno o del otro. Evidentemente es

forzoso pensar que un instrumento de medida empleado para la

observación del lado ondulatorio ejerce una influencia destructiva sobre

el otro aspecto complementario. (Jordan 1959, 167).

Lo que es seguro era que sea lo que sea la luz, el abordaje

científico a la realidad microfísica excluiría para siempre la objetividad

pura de la que se jactó la ciencia empírica. El problema del influjo del

52 En la traducción francesa aparece la palabra «particulaire» pero en alemán el

término es «Teilchenseite» de “Teilchen”, partícula, “Seite”, aspecto. Sin embargo,

la palabra Teilchen contiene la palabra “Teil”, cuerpo, por lo que prefiero utilizar el

término “corpuscular” porque es el que suele usarse en castellano para este caso.

Page 71: La noción de acausalidad en la física cuántica

Ruptura del paradigma determinista 71

observador en la realidad que había sido una especulación abstracta de

filósofos idealistas se vio por primera vez materializado en una

experiencia de laboratorio.

El “mundo inferior”, microfísico, no cumple más ya las condiciones de

naturaleza para permitir una perfecta objetivación del ser y de la acción

que describe. Esto alcanza a definir el sentido fundamental del

fenómeno de complementariedad en física cuántica diciendo – para

retomar la fórmula de Bohr – que en física atómica, las fronteras entre

objeto y sujeto comienzan a difuminarse. (Jordan 1959, 196)

* * *

Los descubrimientos de la nueva física fueron realmente

sorprendentes. La discontinuidad y la impredictibilidad de los

fenómenos cuánticos (indeterminismo físico) y la subjetividad de la que

no podía desprenderse el conocimiento de los mismos, condujeron al

desarrollo de nuevos modelos matemáticos y nuevos métodos de

experimentación para hacer posible el conocimiento físico del nuevo

mundo descubierto.

Pero fundamentalmente se puso en jaque el principio de

causalidad que es el principio filosófico que subyace a todo

planteamiento científico desde Aristóteles en adelante. Se llegó a

afirmar que no se tiene conocimiento de las relaciones causales, que lo

único que conocemos son una sucesión temporal y una repetición

frecuente de ciertos eventos que llamamos causales (Hume), o que la

causalidad, más que una propiedad objetiva de las cosas, era una

condición a priori de nuestro conocimiento (Kant); pero lo que nadie

había afirmado hasta entonces era que la ciencia no versa acerca de

relaciones causales entre fenómenos. Ocurre que la causalidad

implicaba la continuidad en el traspaso de energía de la causa al efecto.

Implicaba, también, la posibilidad de conocer el nexo causal y poder

predecir fenómenos a partir del conocimiento de las causas. Causalidad

era sinónimo de determinismo. Pero entonces, los eventos cuánticos

eran fenómenos no-causales (a-causales, como los llama Jordan).

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72 Ruptura del paradigma determinista

Ahora bien, ¿qué tan lícito es hacer tal afirmación? ¿Existen

realmente en la naturaleza sucesos que escapan al principio de

causalidad? ¿Qué es exactamente lo que afirma este principio?

Page 73: La noción de acausalidad en la física cuántica

Causalidad vs. Acausalidad 73

Capítulo 3. Causalidad vs. Acausalidad

3.1. Acausalidad como indeterminación

Conviene ante todo hacer una distinción junto a una aclaración

dado que la connotación del término “a-causal” es muy fuerte. En la

traducción francesa del texto de Jordan el traductor resume en una cita

el sentido que Jordan da al término “acausalidad” del que se vale en

todas sus obras de divulgación y de reflexión filosófica. La cita dice lo

siguiente:

Como muchos otros científicos, Pascual Jordan emplea el término

causalidad en el sentido del que corrientemente se dice determinismo y

no hace ninguna distinción entre las dos nociones. En toda la presente

obra, las expresiones: leyes causales, principio de causalidad, etc.…

deben ser tomadas en este sentido. Y recíprocamente, acausalidad,

acausal es casi sinónimo de: indeterminismo, indeterminista. (Jordan

1959, 37 N.d.T.)

Sin embargo, el término “indeterminismo” tiene al menos dos

acepciones, una gnoseológica y otra ontológica. En este apartado se

establecerá la distinción entre estos significados del término y se

intentará mostrar que Jordan a lo largo de su obra suele confundir ambas

acepciones. Esto no tiene como propósito en absoluto desmerecer las

reflexiones filosóficas de Jordan puesto que es esperable de un físico

que no abunde en distinciones y sutilezas metafísicas; más bien tiene el

objetivo de aclarar el alcance de sus afirmaciones acerca de la

causalidad en los eventos microfísicos.

El vínculo causal, como queda claro de lo dicho en el capítulo

anterior, durante mucho tiempo fue comprendido unívocamente por el

determinismo: a tal causa sigue necesariamente tal efecto, o, lo que es

lo mismo, tal efecto es consecuencia necesaria de tal causa.

Nosotros nos hemos habituado, […], a la concepción de un universo

material íntegramente constituido en último análisis por pequeñas

Page 74: La noción de acausalidad en la física cuántica

74 Causalidad vs. Acausalidad

partículas, que producen por el solo juego de sus movimientos y de sus

choques, toda la multiplicidad de los fenómenos de la Naturaleza. La

primera adopción de esta idea por los filósofos de la antigüedad había

constituido en el plan intelectual un hecho revolucionario de primera

magnitud. Ella concretizó la gran idea de la legalidad de la naturaleza,

desechando de su imagen lo arbitrario, imposible de precisar, de los

dioses y de los genios familiares, y la reemplazó por aquella de una

naturaleza sometida a leyes rigurosas, y en la que nada pasa sin causas

determinadas. (Jordan 1959, 26).

En contra de la visión teísta de un mundo regido por la

arbitrariedad de los dioses el desarrollo de la ciencia física llegó hacia

fines del siglo XIX a concretar la idea de un mundo regido por las

rígidas leyes newtonianas del movimiento, amparadas todas ellas por el

principio inmutable de causalidad: “Todo sucede por una causa y está

determinado por ella”. Esto llegó a su punto culmen cuando Laplace

planteó la posibilidad de la existencia de una mente capaz de inferir

mediante la mera aplicación del cálculo matemático el futuro y el

pasado del universo. De allí que causalidad, sea para Jordan como

heredero de la tradición científica, sinónimo de determinismo.

Pero, como ya se señaló más arriba, los descubrimientos de los

físicos del siglo XX hicieron estallar los eslabones del rígido entramado

causal, y descubrieron que…

como la sólida corteza terrestre por encima del magma fluido, el mundo

superior macrofísico, con su sólida causalidad, reposa sobre el mundo

inferior microfísico” y que “hay ciertas fallas y fisuras en esta corteza,

por las cuales la acausalidad del mundo inferior, rebelde a todo cálculo,

repercute en el mundo superior. (Jordan 1959, 49).

Al percibir estas fallas, pudieron penetrar en un nuevo mundo

donde los vínculos casuales no parecen ser unívocos y deterministas

sino más bien ambiguos e indeterministas.

En efecto, si la causalidad implicaba necesariamente un vínculo

casi espacio-temporal entre un cuerpo y otro, hoy en día…

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Causalidad vs. Acausalidad 75

las descripciones espacio-temporal y causal, que siempre marchan

juntas en las teorías clásicas, se convierten en la mecánica cuántica en

aspectos complementarios pero excluyentes53: ambas descripciones son

igualmente válidas, pero dado que ninguna de las dos es completa en sí

misma, ambas son indispensables para dar cuenta de los fenómenos

cuánticos. (Lombardi 2011, 328-9).

Ahora bien, el par opuesto de atributos predecible-impredecible54

se predica de eventos causales espacio-temporales capaces de ser

cuantificados y expresados a través de leyes formuladas mediante

relaciones matemáticas. Para los eventos causales del mundo

53 La complementariedad a la que aquí se alude es el principio de complementariedad

elaborado por Bohr para explicar aspectos aparentemente contradictorios en la

naturaleza. “The apparently incompatible sorts of information about the behavior of

the object under examination which we get by different experimental arrangements

can clearly not be brought into connection with each other in the usual way, but may,

as equally essential for an exhaustive account of all experience, be regarded as

"complementary" to each other” (Bohr 1937, 291).

54 En adelante, al hablar tanto de predictibilidad como de impredictibilidad estaré

haciendo referencia a lo que debe denominarse predicción (o impredicción) futurística

unívoca, pues como se verá más adelante lo que define el problema entre el

determinismo y el indeterminismo es la univocidad de la relación causa-efecto. De

hecho la mecánica cuántica logra predicciones que no pueden ser ignoradas hoy en

día. Aquí seguiré la denominación planteada en el trabajo de Lombardi de este modo:

“No obstante, podría pensarse que la noción de determinismo gnoseológico se asimila

a un concepto restringido de predictibilidad que podría denominarse «futurístico».

[…] dado el estado actual de la ciencia, no puede ignorarse la posibilidad de efectuar

predicciones estadísticas acerca del futuro aún en sistemas respecto de los cuales

poseemos un conocimiento indeterminista […]; en tales casos, no podrá determinarse

unívocamente el estado en el cual se encontrará el sistema luego de un cierto intervalo,

pero sí se podrá predecir la distribución de probabilidades correspondientes a los

distintos estados posibles. En efecto, aún quienes admiten que sólo pueden efectuarse

predicciones estadísticas de los fenómenos subatómicos, no dudan en reconocer los

éxitos predictivos de la Mecánica Cuántica. En definitiva, si se pretende asociar

determinismo gnoseológico y predictibilidad, es necesario recurrir a un sentido aún

más restringido de predicción, que podría denominarse «predicción futurística

unívoca»” (Lombardi 2000, 31).

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76 Causalidad vs. Acausalidad

macrofísico determinista son suficientes las leyes enunciadas por la

física clásica, en cambio para los eventos cuánticos hacen faltan nuevas

leyes. La predictibilidad puede y debe ser atribuida a las relaciones

causales del mundo macrofísico, la impredictibilidad a las del

microfísico.

Pero ¿cómo es posible que surja lo predecible de lo impredecible

o que lo impredecible esté en la base de lo predecible? Según Jordan

esto es posible sencillamente por motivos estadísticos. “Si se trata de

cuerpos de grandes dimensiones, constituidos por un gran número de

átomos aislados, encontramos como de costumbre, en virtud de las

leyes estadísticas de la física atómica, la sucesión de causa a efecto de

estricto determinismo” (Jordan 1959, 39), pero “un átomo aislado, […]

puede, según el caso, reaccionar diferentemente a una misma acción: y

no tenemos ninguna posibilidad de pronosticar para un caso específico

lo que hará la vez siguiente” (Jordan 1959, 38). Si son muchos, rige el

determinismo en virtud de la más estricta estadística, pero si es uno,

rige el azar y la indeterminación.

En todos los saltos de los cuales esté constituido el fenómeno atómico

total, se constata el mismo relajamiento del principio de causalidad que

en la desintegración del radio 55 . Imposible de considerar un salto

cuántico aislado como el resultado necesario de una causa determinada

preexistente, que se la pueda identificar por adelantado tal que

permitiera predecir cuándo se producirá este salto. (Jordan 1959, 64).

De la misma manera que en las ciencias sociales uno puede

predecir movimientos de grandes grupos sociales en virtud de

generalizaciones estadísticas sin poder adivinar la decisión de un

individuo aislado, así ocurre la relación entre el mundo macrofísico y

el microfísico. La causalidad del mundo macrofísico es determinable en

virtud de la ley de los grandes números pero en el mundo microfísico

sencillamente no es determinable.

55 El ejemplo del radio aparece explicado en página 67.

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Causalidad vs. Acausalidad 77

Sin embargo, el hecho de que no sea determinable no significa

que no sea real. La continua alusión a la eficiencia de una causa a lo

largo de la obra de Jordan queda plenamente manifiesta al utilizar

verbos como ‘provocar’, ‘repercutir’, y sustantivos como ‘ataque’,

‘choque’, ‘acción’ o ‘eficacia’ para referirse al influjo ejercido sobre las

partículas elementales y cuya consecuencia es el “salto cuántico”56. Él

mismo lo afirma de la siguiente manera:

Por una parte, la imposibilidad de determinar a la vez con precisión la

posición y la velocidad entraña esto de evaluar exactamente con

anterioridad el fenómeno por venir, y es así que se concluye que los

fenómenos atómicos individuales escapan al vínculo causal. Pero, por

otra parte, la relación de incertidumbre de Heisenberg parece

precisamente fundada sobre un llamado a las relaciones causales, si se

considera la reacción del instrumento de medida sobre la partícula como

responsable de la incertidumbre concerniente a la velocidad. (Jordan

1959, 176).

En la primera parte del texto se afirma la ausencia de causalidad

refiriéndose específicamente a la “imposibilidad de pronosticar el

fenómeno por venir” en virtud de la incapacidad que se tiene para

determinar al mismo tiempo la posición y el momento de una

partícula57. En la segunda parte se permite concluir que las relaciones

causales están en la base de todo proceso físico pues afirma la existencia

de un influjo del instrumento de medida sobre la partícula.

56 Si se resumiera en pocas palabras la tesis central de la obra de referencia central en

esta tesis se diría que es la siguiente: “la acción de una partícula en uno de los “centros

de comando” de la célula genera por “efecto en avalancha” los movimientos

indeterminados del viviente. Estos movimientos participan de la indeterminación

cuántica de la partícula que los generó”. Si uno observa bien, notará inmediatamente

que es una afirmación completamente causal, pues la partícula debe actuar en los

centros de comando, y luego el “efecto en avalancha” no es posible sin la acción causal

de una partícula sobre otra.

57 Esta indeterminación se repite en varios pares de propiedades complementarias.

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78 Causalidad vs. Acausalidad

Este lenguaje ambiguo por parte de Jordan manifiesta una suerte

de confusión. Parece entremezclar el plano gnoseológico del

ontológico. No es lo mismo el conocimiento que tenemos de los

fenómenos microfísicos que los fenómenos microfísicos en sí mismos.

Independientemente de la cuestión de la subjetividad y la objetividad

de estos fenómenos está claro que el problema se centra en si los

fenómenos son indeterminados en sí o sí lo son sólo “para nosotros”.

En realidad el término “determinación” es un término ambiguo.

“Determinar” es lo que hace el científico cuando establece los valores

de las diferentes magnitudes medidas en un experimento. Se habla de

“determinación” cuando los estados futuros de una partícula dependen

en todo su ser de los presentes. Por eso cuando se hace referencia a la

indeterminación de los fenómenos microfísicos, se podría estar

significando, o que estos escapan a la medición y al establecimiento de

valores numéricos que traduzcan las magnitudes necesarias para

conocer las propiedades de las partículas; o bien, que no hay real

dependencia entre los estados futuros de una partícula y los presentes.

Ambos casos tendrían la misma consecuencia: es imposible realizar

predicciones en el nivel microfísico.

Ahora bien, el término que frecuenta Jordan para referirse a los

eventos cuánticos es “acausalidad”. Es evidente que este término tiene

una fuerte connotación ontológica –de hecho despertaría la curiosidad

de cualquier filósofo que se lo cruzara en sus lecturas– y por tanto

parece referirse a la no-dependencia de los estados futuros con respecto

a los presentes y pasados, o –como él mismo dice– a un “relajamiento

del principio de causalidad”. Por otro lado, la constante alusión a la

incapacidad de predecir pareciera enfatizar el otro aspecto, el

gnoseológico. Jordan es ambiguo en este punto.

Con el propósito de evitar la ambigüedad, llamaré

“indeterminación” al planteo ontológico e “impredictibilidad” al

gnoseológico. Una cosa es afirmar que una partícula no posea velocidad

cuando se mide la posición, y otra es que la velocidad no se pueda medir

cuando se mide la posición. Afirmar que en el nivel microfísico hay

“indeterminación” es una afirmación de mucho peso metafísico, y

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Causalidad vs. Acausalidad 79

desde esa disciplina debe abordarse, pues el principio de causalidad,

como ningún otro principio, no es muy susceptible de relajaciones y

flexibilidades. O todo lo que llega a ser tiene una causa, o ya no se puede

hablar de nada. Distinto sería afirmar que los movimientos microfísicos

de las partículas son “impredecibles”, en ese caso no se niega el vínculo

causal que produce tales movimientos, solo se niega la posibilidad de

traducirlos en términos matemáticos para realizar las predicciones

oportunas.

3.2. Indeterminación como “multivocidad”

La “indeterminación” es la negación de la determinación. Y el

término “determinación” es un término lleno de acepciones que pueden

abrir a múltiples debates de índole filosófico o, aun, físico58. En este

capítulo se analizará el sentido filosófico del término “indeterminismo”

y su par opuesto “determinismo”. Como se dijo en la sección anterior,

la afirmación del indeterminismo como negación de la existencia de

relaciones causales en lo profundo del mundo microfísico es una

afirmación muy grave. Especificando los sentidos filosóficos de estos

términos se podrá aclarar si el indeterminismo de Jordan tiene algún

fundamento filosófico. El par “indeterminismo-determinismo” suele

aparecer en la filosofía antigua. No siempre es adecuado saltar de un

punto de la historia hasta el otro, pero dado que es muy común entre los

físicos de comienzos del siglo XX sentirse los continuadores de algunas

de las doctrinas antiguas como es el caso clarísimo de la teoría atómica,

considero que la puerta entre los extremos está abierta.

Una vez explicadas las nociones filosóficas de “indeterminismo”

y “determinismo” se intentarán explicar estas nociones desde el punto

de vista físico, comprendiendo al determinismo como la concepción

que entiende que en el dinamismo del nivel microfísico de la realidad

se dan disposiciones unívocas, esto es, aquellas que sólo pueden tener

un único resultado preciso. En física, el indeterminismo entiende

58 Cfr. Lombardi, 2000; Arana, 2012 (especialmente los caps. 3, 7, 10 y la conclusión);

Wetzel, 2011; Sanford, 2011.

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80 Causalidad vs. Acausalidad

justamente lo contrario, que las disposiciones de las entidades

microfísicas son multívocas, esto es, no susceptibles de predicciones

necesarias sino de estimaciones gobernadas por leyes estadísticas.

Este apartado abre el diálogo entre filosofía y física. Los términos

“determinismo” e “indeterminismo” tienen múltiples acepciones y un

profundo sentido metafísico. Es conveniente hacer las distinciones

pertinentes para poder calibrar con justeza lo que se puede decir acerca

de la realidad desde la física y desde la filosofía evitando pseudo-

contradicciones y rivalidades pueriles.

Es probable que ninguna de estas distinciones haya estado en la

mente de Jordan ni en la de sus colegas coetáneos. Tampoco es de

reprochar esta omisión, dado que sus inteligencias se encontraban

suficientemente comprometidas en dilucidar los misterios microfísicos

que las experiencias les mostraban como para ocuparse de distinciones

filosóficas. Además estas serían más bien el resultado de una reflexión

sobre las conclusiones.

En su uso técnico, el término «determinación» adopta al menos dos

sentidos claramente diferentes: Determinación como propiedad o

característica. Este sentido es de uso corriente en filosofía: esto es lo

que «determinatio» significa en latín y así se emplea el término en

varios idiomas europeos, especialmente el alemán (Determination). En

esta acepción, determinado es aquello que tiene propiedades definidas

y, por tanto, puede ser caracterizado de un modo inequívoco.

Determinación como conexión constante y unívoca. Este es un sentido

de uso corriente en ciencia: conexión constante y unívoca entre eventos

o entre objetos reales o ideales. (Lombardi 2000, 16).

De estas dos acepciones la primera es la manera en que se suele

entender este término en filosofía, y la segunda es el modo en que se lo

entiende en la ciencia, especialmente en física.

Con respecto a la determinación filosófica queda por hacer una

distinción que iluminará las reflexiones posteriores acerca de la

cuestión.

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Causalidad vs. Acausalidad 81

En el diccionario el término “determinación” se define como

“acción y efecto de determinar o determinarse”59. La alusión a la acción

muestra que toda “determinación” implica un sujeto determinante y

otro determinado. Así, la determinación como acción del determinante

es la que determina al sujeto determinado, si se permite la redundancia.

Se le llama determinación tanto a la acción emanada del determinante,

como a la propiedad o característica poseída por el sujeto determinado

y causada por aquella. ‘Determinación’ es un término homónimo que

se utiliza tanto como sustantivo abstracto del verbo ‘determinar’, y

también, como sustantivo concreto que indica una propiedad de un

sujeto.

En el pensamiento aristotélico el papel de la forma es

precisamente el de determinar a la materia60, sea esta materia primera,

en cuyo caso la forma se denomina forma sustancial; o materia segunda,

en cuyo caso se llama forma accidental. Al mismo tiempo la materia es

un principio en sí mismo indeterminado pero que, como tal, jamás

puede existir sin determinación alguna. Anaximandro, en la antigüedad

había concebido como fundamento de la realidad un principio de estas

características, un elemento indeterminado e infinitamente

determinable en virtud de la lucha de los opuestos (Guthrie 1953, 32).

Dejando de lado la veta cosmogónica de la idea de Anaximandro,

pareciera que Aristóteles entiende la materia en un sentido similar61. De

aquí que para el Filósofo toda cosa esta configurada bajo la mutua

correlación de un principio indeterminado (pero a la vez infinitamente

determinable), y un principio determinante. Ciertamente ambos sólo

son separables con el pensamiento (Ross 2000, 81), pero el asunto es

59 Enciclopedia ilustrada de la lengua castellana, Buenos Aires, Sopena, 1958, 8ª

edición, Tomo I, voc. “determinación”, p. 962.

60 Cfr. Cap. 1.2. Aristóteles, las cuatro causas.

61 La diferencia está en que para Anaximandro la materia era una gran masa

indiferenciada, para Aristóteles era una principio potencial. Para ambos este principio

incluía latentemente o potencialmente todas las formalidades y cualidades de las cosas

(Guthrie 1953, 32).

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82 Causalidad vs. Acausalidad

que todo cuerpo es un ser determinado producto de una combinación

entre lo indeterminado (materia) y lo determinante (forma). Se puede

afirmar que ya en el pensamiento aristotélico hay un trasfondo

indeterminado en cada cosa pero que no puede existir sin la

determinación última de la forma sea sustancial o accidental.

En física62, el determinismo se asocia a una conexión constante y

unívoca de eventos u objetos ideales. La univocidad mencionada es

esencial porque significa que de un resultado, se obtendrá sólo un único

resultado. De aquí se desprende el sentido del término “determinista”

referido a las ecuaciones dinámicas en las que una vez que se ha fijado

el valor de las variables en un instante preciso, queda matemáticamente

fijado el valor de las variables en todo instante posterior. Este es el

sentido semántico del predicado determinista según Lombardi (2000,

17). A este sentido deben agregarse el sentido gnoseológico y el

ontológico.

La acepción gnoseológica está definida de la siguiente manera:

Se dice que poseemos un conocimiento determinista acerca de un

sistema cuando el conocimiento de su estado en un dado instante

permite conocer unívocamente su estado en todo instante posterior

dentro de un margen de error63 acotado. (Lombardi 2000, 18)

No es lo mismo tener un conocimiento determinista de un

sistema, que el hecho de que el sistema sea determinista en sí, aun

62 En este apartado se utilizará la tesis doctoral de la Dra. Olimpia Lombardi sobre el

determinismo en la física. Se citarán solamente las páginas de la misma cuando sea

oportuno, dado que en un capítulo de la tesis se ordenan en pocas páginas los

conceptos centrales del problema del determinismo, lo cual permitirá hacer referencia

tanto al determinismo como al indeterminismo de la física cuántica comprendida en

el estado actual de la cuestión (a la luz de los planteos históricos).

63 El “margen de error” se refiere a la imprecisión inevitable en la medida del

instrumento utilizado para cada caso. De todos modos, los físicos han logrado

“adueñarse” del error aplicando la Teoría de la Propagación de Errores.

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Causalidad vs. Acausalidad 83

cuando lo más probable sea que de todo sistema determinista se tenga

un conocimiento determinista.

Finalmente, el sentido ontológico del término ‘determinismo’,

según la autora, tiene que ver con la necesidad dada en la evolución de

un sistema. Esto significaría que “si el sistema se encuentra en el estado

e1 en el instante t1, las leyes –interpretadas como regularidades

ontológicas– hacen imposible que se encuentre en un estado diferente

de e2 en t2” (Lombardi 2000, 18). En este caso se trataría no solo de

sistemas lógicos o matemáticos sino especialmente de sistemas físicos,

de hecho, esto último es lo que le da su carácter de ontológico al sentido

del término.

A partir de estas acepciones se desprenden tres “determinismos”

respectivamente: el determinismo metodológico, el gnoseológico y el

metafísico. El primero no nos interesa por tratarse de una suerte de

criterio de acción de algunos científicos en su intento de estudiar los

fenómenos64. Los otros dos, en cambio, están en el nudo del problema

que estamos tratando ahora. Luego, Lombardi define los otros dos:

determinismo gnoseológico: posición gnoseológica que considera que

es posible alcanzar un conocimiento determinista de todos los sistemas

reales –sea en la versión fuerte o débil del predicado «determinista» en

su sentido gnoseológico–.

determinismo metafísico: doctrina metafísica según la cual todos los

sistemas reales son ontológicamente deterministas. Desde una

perspectiva totalizadora, el universo entero es concebido como un

sistema determinista. Quienes adoptan esta posición tienden a

interpretar aquellas leyes científicas que se expresan bajo la forma de

ecuaciones deterministas como regularidades que, inscriptas en el plano

64 Según Lombardi este determinismo es la “posición epistemológica que considera

que la tarea de la ciencia consiste en alcanzar descripciones semánticamente

deterministas de los fenómenos reales, esto es, descripciones basadas en ecuaciones

deterministas, pues tal tipo de ecuaciones suministra la máxima información acerca

de los estados futuros de los sistemas reales” (El problema del determinismo en la

Física, 18).

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84 Causalidad vs. Acausalidad

ontológico, rigen el comportamiento de los sistemas reales. (Lombardi

2000, 18-19).

Por los textos ya citados, Jordan comprende el determinismo

como determinismo gnoseológico y como determinismo metafísico al

mismo tiempo. Y, como se afirmó anteriormente, la univocidad es

central en la interpretación física del determinismo, pues “un sistema

real es ontológicamente determinista si las ecuaciones dinámicas que

describen su evolución temporal son semánticamente deterministas”

(Lombardi 2000, 19), y las ecuaciones semánticamente deterministas

son aquellas en las que se obtienen resultados unívocos al fijar los

valores de las variables dependientes.

El mismo Jordan, en su defensa del indeterminismo ontológico y

gnoseológico niega la realidad de la “univocidad” en el mundo

microfísico cuando dice que no es posible tener una predicción unívoca

del acontecer de los objetos atómicos65, y afirma que se da en el mundo

macrofísico. Esto lo hace al negar la semejanza de la máquina y el

viviente diciendo que…

el criterio esencial de la máquina, que es la firme regularidad de su

funcionamiento, presupone el absoluto mantenimiento en vigor de las

rigurosas relaciones deterministas de causa a efecto, que dominan toda

la «macrofísica». Cada una de las piezas de la máquina debe ofrecer

toda garantía de funcionamiento necesario y unívoco bajo la acción de

fuerzas que se ejercen sobre ella. (Jordan 1959, 121).

“Univocidad” se opone aquí a “multivocidad”, pues se trata de

hechos físicos objetivos. Cuando de un hecho h1 se obtiene un único

hecho h2 hablamos de disposiciones dinámicas unívocas.

“Disposiciones” porque son propensiones de un objeto a obrar o

comportarse de una cierta manera, “dinámicas” porque se trata de

movimientos o cambios, y “unívocas” porque es un fenómeno que, en

65 “La incertidumbre inherente al estado físico de los objetos atómicos condiciona

también una incertidumbre paralela en el decurso del acaecer: desaparece en este caso

la predicción unívoca según leyes causales exactas” (Jordan 1953, 125).

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Causalidad vs. Acausalidad 85

condiciones definidas, generará un solo efecto determinado. En el caso

de las disposiciones unívocas, las disposiciones son propensiones a

obrar de una manera específica y de modo necesario, pues el resultado

de h1 no puede ser otro que h266.

Por eso, es propio del determinismo sostener la univocidad en los

niveles últimos de la realidad.

Desde una perspectiva ontológicamente reduccionista, según la cual la

realidad se despliega en distintos niveles: las estructuras y regularidades

de cada nivel resultan de las estructuras y regularidades de su nivel

inferior, hasta alcanzarse el estrato ontológico fundamental. Desde esta

perspectiva, el determinismo ontológico sólo puede predicarse de la

dinámica propia del nivel básico de lo real: es la evolución temporal

unívoca de los estados elementales del universo lo que nos indica que

el futuro no tiene posibilidades ocultas en su seno. (Lombardi 2000, 42).

La “multivocidad”, por otra parte, está relacionada directamente

con la probabilidad. La probabilidad es la cuantificación de la

posibilidad (Lombardi 2000, 47), pero “la probabilidad no se aplica a

hechos necesarios, sólo se define una medida de probabilidad en el caso

de disposiciones dinámicas multívocas” (Lombardi 2000, 49), de aquí

el empleo de la estadística en la mecánica cuántica. En efecto, los

movimientos de las partículas atómicas se caracterizan por la

multivocidad. Ahora bien, el hecho de que las ecuaciones formales que

describen los fenómenos cuánticos no sean semánticamente

deterministas no significa que sean menos precisas y exactas.

Se sigue que la causalidad exacta e infalible que hemos conocido en

macrofísica, se debilita hasta ceder el lugar a simples leyes estadísticas

que relacionan los resultados de diversos actos de observación. Sin

embargo, no caemos en la microfísica en un terreno que se mueve entre

ideas vagas, confusas, turbias sino que podemos precisar lo que hemos

indicado más arriba, bajo la forma de teoría matemática exacta, que

66 Lombardi trata exhaustivamente este tema en su obra (2000, 32 y ss.).

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86 Causalidad vs. Acausalidad

permite controlar con certeza sobre el plano teórico una multitud

extraordinaria de hechos experimentales que lindan con la física

atómica (Jordan 1959, 173).

El formalismo matemático es algún tipo de “forma” en sentido

aristotélico. Y como tal indica cierta determinación, pues, como dije

anteriormente, la forma es determinante. Sin embargo, “las leyes que se

expresan por medio de ecuaciones matemáticas suelen referirse más que

a formas de ser a formas de devenir, las cuales tienen un carácter

subsidiario en ese contexto teórico. Nos dicen cómo cambian las cosas

y no cómo son en definitiva” (Arana 2012, 108). Las formas de devenir

son formas accidentales y no sustanciales, lo cual quiere decir que no

hacen que la cosa sea lo que es sino que se refieren a otro aspecto

accidental del ser. Indican, más bien, cómo se mueve, o cómo se

comporta un ser en condiciones dadas. Establecen fundamentalmente

las relaciones que existen entre varios objetos movientes que poseen

propiedades cuantificables y en condiciones también cuantificables.

Las fórmulas en cuanto “indeterministas” nos indican que estas

partículas no tienen disposiciones dinámicas unívocas, sino multívocas;

pero en cuanto formas de devenir expresan que existe cierta

determinación desde un nivel de análisis. No es esperable realizar

predicciones unívocas pero sí lo es estimar mediante una serie de

estadísticas y –como dice Jordan en último texto citado– “controlar con

certeza sobre el plano teórico una multitud extraordinaria de hechos

experimentales que tocan a la física atómica”.

3.3. Indeterminismo y aristotelismo

El análisis anterior permanece siempre en un nivel físico, aun

cuando los términos que se utilicen hablen de determinismo e

indeterminismo metafísico. La acepción del término “determinación”

en torno a la cual gira la especulación sobre la multivocidad de los

sistemas microfísicos es aquella según la cual “determinación” es una

conexión constante y unívoca entre eventos u objetos reales o ideales.

Dado que todo evento y toda conexión exige una multitud de objetos

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Causalidad vs. Acausalidad 87

interrelacionados, no se ha pasado aun del plano accidental al plano

sustancial en el análisis de las partículas. En este apartado se mostrará

esta diferencia de abordaje del problema del determinismo e

indeterminismo, y se intentará un abordaje metafísico del mismo.

El hilemorfismo aristotélico servirá de guía en las siguientes

reflexiones. Se supone que todo ente se encuentra compuesto por dos

principios, uno indeterminado –la materia primera– y otro determinante

–la forma sustancial–. Esta misma estructura es fundamento de la

segunda composición entre la cosa o sustancia –materia segunda– y los

accidentes –formas accidentales–. Las partículas elementales que

pertenecen al nivel microfísico son también entidades compuestas de

materia y forma, y ellas también, como sustancias que son poseen

determinaciones accidentales.

En física cuántica evidentemente se trata de las relaciones que

surgen a partir del movimiento de las partículas y de las fuerzas que

ejercen unas con respecto a otras. El movimiento es un accidente, la

fuerza ejercida por un corpúsculo también lo es. En las partículas,

acción y pasión, movimiento, tiempo, posición, son, en términos

filosóficos, determinaciones accidentales. Por eso se puede decir que

las investigaciones físicas no han superado el ámbito de la materia

segunda y de sus accidentes.

Lombardi denominó determinismo metafísico entendiendo el

término determinismo en el segundo sentido, esto es, como conexión

constante y unívoca67 de este modo, la física cuántica vino a destronar

esa vieja idea de un mundo determinista, en este sentido. Sin embargo,

hay otro determinismo ontológico que no puede ser destronado por la

física cuántica y es aquel que se desprende de la noción de

“determinismo” tomada a partir del primer sentido mencionado por la

autora. Determinación, en este sentido, significa propiedad o

característica, la determinación es una disposición a ser de una manera

específica. Por eso el hilemorfismo aristotélico puede arrojar luz sobre

67 Cfr. el tema de la determinación como conexión constante y unívoca en la p. 80.

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88 Causalidad vs. Acausalidad

este problema y ayudar a comprender el alcance del significado del

indeterminismo cuántico.

La constitución hilemórfica de las sustancias se encuentra en

todos los niveles de análisis posibles. Donde hay un cuerpo hay materia

y forma. Esto induce a concluir que hay un “indeterminismo” que se

encuentra en un nivel más “ontológico” que el sugerido

anteriormente68, y es el indeterminismo que coexiste en tensión con el

determinismo en el seno de la realidad en virtud de la composición

materia-forma de cada sustancia. Esta composición es la que explica

tanto la incapacidad de dilucidaciones unívocas en este nivel (debido a

la materia) como también la posibilidad de ir conociendo aspectos

reales en este nivel (debido a la forma). Explica también por qué, a

medida que el científico se interna en la oscuridad indeterminada de la

materia, se topa cada vez más con la aparente contradicción, la

incompletitud de la teoría física69, y la necesidad de apelar a recursos

formales matemáticos más complejos y más alejados de la sencillez de

los que se utilizan para explicar los eventos macrofísicos.

Al mismo tiempo “todo lo que parece presentar alguna

homogeneidad a un cierto grado de observación, revela, desde que se

aumenta la precisión, la existencia de estructuras más finas” (Jordan

1959, 124). La materia está estructurada siempre. Cada estamento es

hilemórfico, y la indeterminación –aun admitiendo que sea ontológica–

puede comprenderse y traducirse estadísticamente, porque hay cierta

determinación ontológica. La forma sustancial de una partícula es la

que “la hace ser lo que es y operar tal como lo hace”. Si el físico es

capaz de obtener una serie de valores probabilísticos acerca de la

posición o velocidad, o de cualquier otro par de magnitudes

complementarias es porque existe la determinación de la forma.

Aristóteles nunca vaciló en aceptar el azar y la indeterminación

en la naturaleza, sin negar la determinación de la forma en la sustancia.

El mismo supuesto lleva a concluir que pueden coexistir el

68 Cfr. “determinismo metafísico” en p. 83.

69 Este tema se trata con profundidad en Lombardi 2011.

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Causalidad vs. Acausalidad 89

indeterminismo y el determinismo si ambos términos se comprenden

metafísicamente.

Sin embargo, el indeterminismo metafísico no existe jamás de

modo absoluto. Una cosa que carece absolutamente de cualquier

determinación, sencillamente no es ni una cosa ni un ser, pues “ser” y

“ser algo” son determinaciones. La indeterminación es siempre algo

relativo. Relativo a la sustancia y a sus determinaciones últimas en el

plano de la esencia y en el de los accidentes. Por otro lado, la

determinación es el parámetro de la indeterminación, por eso toda

determinación es absoluta. La determinación de la forma es la que

predomina, pues establece la naturaleza de cada corpúsculo y su modo

de obrar.

Pareciera entonces que uno debe admitir el determinismo y dejar

el indeterminismo como una dificultad puramente gnoseológica, pero

no es así. Como tampoco era necesario para Aristóteles admitir que el

azar era puro cuento. El determinismo físico del tipo laplaciano

sucedería en el nivel de las relaciones físicas accidentales70 si no se

hubiera descubierto que esas mismas relaciones accidentales son

indeterministas en el nivel microfísico. Por eso, si el determinismo de

Laplace era un determinismo relativo, así también el indeterminismo

que Jordan defiende es también un indeterminismo relativo. Posible

únicamente en virtud de la composición hilemórfica tanto de los

corpúsculos microfísicos como de cualquier sustancia corpórea

macrofísica.

Ahora bien, si consideramos al par determinismo-indeterminismo

como propiedades absolutas de las cosas, se debe decir que ambas

propiedades se encuentran en una suerte de tensión ontológica pero con

prioridad de la determinación. La indeterminación es un concepto

70 Aquí estoy cometiendo la imprudencia de afirmar una tesis extemporáneamente y,

lo que es peor, sin la aprobación del autor. Pero uno puede estar seguro que Laplace

no era muy amigo de las afirmaciones metafísicas y por tanto no admitiría ni siquiera

la existencia de un nivel más profundo al de los fenómenos observables. Recuérdese

que para él, el Dios de Newton, era una hipótesis innecesaria para explicar el

entramado de la naturaleza.

Page 90: La noción de acausalidad en la física cuántica

90 Causalidad vs. Acausalidad

negativo. No es posible la existencia de indeterminación en sentido

absoluto, porque la negación absoluta es la ausencia total de ser.

Siempre es negación de algo, y así el principio determinante es

prioritario por ser la positividad de la realidad y porque de este modo

es parámetro de la indeterminación.

Con la expresión “tensión ontológica” se intenta manifestar cómo

es la relación entre los principios estructurales de todo ente corpóreo:

materia y forma, indeterminación y determinación. Todo lo material

está formalizado, estructurado, determinado; y todo lo formal en las

realidades físicas está materializado, compuesto, indeterminado. La

determinación absoluta de la forma de una partícula no logra la

determinación absoluta del movimiento ni de los choques o encuentros

con otras partículas. En estas ocasiones las partículas se comportan

como totalidades determinadas-indeterminadas en virtud de su

constitución ontológica. Sus movimientos y posiciones no serán

determinadas de modo unívoco, pero siempre se tendrá claro que tal

partícula es un fotón, un electrón, un protón, o cualquiera que sea el

nombre que los físicos quieran dar a una partícula. Cada nombre que se

lleva cada partícula responde a un set de propiedades, a un

comportamiento, a una constitución, en una palabra a una naturaleza,

por más que el movimiento espontáneo de la misma no pueda

predecirse. Ese set de propiedades, esa naturaleza es la forma

sustancial de la partícula o de la cosa en cuestión, y la determina a ser

aquello que es.

Aquí no se pretende resolver el problema acerca de si la

indeterminación cuántica es una cuestión gnoseológica u ontológica,

esto es, si la impredictibilidad unívoca sucede por la ineficiencia del

actual instrumental de medida, o si es una propiedad esencial de las

partículas, de modo tal que la predicción sea una imposibilidad

constitutiva de las mismas partículas. Sea una o la otra, la expresión

“indeterminación ontológica” se presta a confusión. La indeterminación

nunca es ontológica, aunque sí lo sea la impredictibilidad. Para que sea

posible seguir investigando y encontrando las propiedades de las

partículas –propiedades complementarias, como afirma Bohr– es

Page 91: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 91

preciso que estas ontológicamente estén determinadas por la forma que

configura su naturaleza. Y así, el determinismo ontológico subyace a

todo posible indeterminismo físico de la naturaleza.

Capítulo 4. La propuesta de Jordan

4.1. Alcance de la noción de acausalidad

Muchos autores declaran su rechazo a los anacronismos en

filosofía y hay algo de cierto en este rechazo, pues cada autor dialoga

con sus contemporáneos y los términos utilizados en sus pensamientos

no pueden ser separados de su contexto temporal y cotejados con

términos de otras épocas. Pero todo el que crea que la filosofía tiene

algo para decir que salte de las ataduras del tiempo, puede estar

tranquilo de que un análisis terminológico, a pesar de su

extemporaneidad, puede permitir alcanzar un atisbo de verdad. Por eso,

en este apartado se analizará la noción aristotélica clásica de “causa”

con el objetivo de lograr una percepción amplia de la naturaleza de la

causalidad y, de ese modo, interpretar mejor el lugar y el alcance de la

noción jordaniana de “acausalidad” que, aparentemente, es su negación.

Para lograr este objetivo se realizará el siguiente recorrido: en

varias ocasiones Jordan expresa lo que él entiende por “principio de

causalidad”, por eso, en primer lugar se enunciarán sus formulaciones

de tal principio con una breve explicación de los mismos. En segundo

lugar, y admitiendo lo que se afirmó en el apartado anterior, que la

acausalidad no es propiamente “indeterminación” sino

“impredictibilidad”, se analizarán los cuatro géneros de causas

aristotélicas para establecer a cuál de ellas puede aplicársele el

predicado “predecible o impredecible” con propiedad. Así, pues, se

comprenderá mejor en cuál de estas causas pensaba Jordan cuando

hablaba de “acausalidad”. Los últimos dos apartados no son más que

especificaciones del anterior.

Es muy importante, para empezar, comprender qué es lo que

entiende Jordan por causalidad, dado que acusar a ciertos fenómenos de

Page 92: La noción de acausalidad en la física cuántica

92 La propuesta de Jordan

“acausales” es bastante serio. Parece que el principio de causalidad es

un principio universal y que por eso no puede ser excluido de la

naturaleza sin generar grandes disturbios en la comprensión del cosmos.

De ser extirpado de la naturaleza este principio, el cosmos ipso facto

dejaría de ser cosmos y pasaría a ser caos. Por eso se deben sopesar muy

bien las consideraciones de Jordan acerca de este principio.

Jordan propone varias formulaciones del mismo. Afirma que el

principio indica que “las mismas condiciones dan lugar a las mismas

consecuencias” (Jordan 1959, 212). Lo cual implicaría que, siempre que

un estado de hechos es sometido a determinadas condiciones, se

producirá como consecuencia otro estado de hechos. La relación causa-

efecto está entendida determinísticamente, esto significa – y aquí va

otra formulación – que la idea de causalidad es la idea de una

“dependencia cerrada, sin lagunas respecto a una previa motivación”

(Jordan 1954, 22). Este determinismo considera la causalidad ligada al

tiempo, la necesidad y la acción de las fuerzas sobre los cuerpos. Esto

queda de manifiesto cuando afirma que el principio de causalidad es el

principio “según el cual los movimientos resultantes proceden

necesariamente de las fuerzas en acción” (Jordan 1953, 30).

Jordan entiende “causalidad” según lo que podría llamarse

causalidad eficiente física considerada desde el punto de vista científico

experimental. Con esta afirmación pretendo sugerir lo siguiente:

a) Causalidad eficiente…: Hay otro tipo de causalidad no eficiente

que es dejada de lado en la consideración de Jordan. Léase, la

causa material, formal y final.

b) …física…: Hay otro tipo de causalidad eficiente no física sino

más bien metafísica.

…considerada desde el punto de vista de la ciencia experimental: La

causalidad eficiente física puede a su vez ser considerada desde un

punto de vista no científico experimental.

Page 93: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 93

a) La causalidad eficiente

Los filósofos antiguos hablaban de cualidades contrarias en los

elementos del cosmos, tales como frio-cálido, húmedo-seco, etc., para

explicar las cualidades de las cosas. A modo de metodología

considérese el par predecible-impredecible y pregúntese qué tipo de

causas pueden ser susceptibles de tales atributos. Es evidente que sólo

se pueden aplicar a fenómenos en los que existe la sucesión temporal y

en los que la causa se distingue esencialmente de su efecto, pues

“predecir” implica la previsión de un hecho aún no existente. Dado que

el hecho predicho es futuro, es preciso que exista sucesión temporal

entre la causa (razón de la predicción) y el efecto (hecho predicho).

También, la causa y el efecto deben distinguirse realmente pues aquella

existe cuando este no.

Así, pues, el par predecible-impredecible no se puede atribuir a la

causa formal ni a la material dado que estas constituyen intrínsecamente

a la sustancia y por eso no hay sucesión temporal entre la causa y el

efecto, ni la causa se distingue realmente del efecto71. Por supuesto que

se pueden predecir los elementos que componen un objeto o su

configuración si no tengo una experiencia actual y directa del mismo,

como podría darse en el caso del científico que infiere la composición

de una estrella basado en las líneas espectrales producidas por ella en el

espectroscopio. Sin embargo, uno no estaría prediciendo la

composición de la estrella puesto que ella está actualmente compuesta

de ese modo; no se estaría conociendo un hecho futuro sino uno

71 El tema de la distinción real, es muy importante desde el punto de vista metafísico.

Se debe admitir que existe una distinción real entre la causa y el efecto en todos los

ámbitos de la causalidad. Sin embargo, aquí con distinción real se quiere expresar una

diferencia entre cosas. En este caso la necesaria sucesión temporal entre estados de

hechos marca claramente que se trata de existencias separadas. En el caso de la causa

material y formal, ambas son principios de las cosas y su existencia está ligada a la

cosa misma de la que son causas, por eso co-existen con el efecto pues lo constituyen

en su ser esto o aquello. Esta comprensión de la distinción real está tomada

únicamente de modo metodológico y evitando adrede los debates acerca de la

distinción real entre principios metafísicos.

Page 94: La noción de acausalidad en la física cuántica

94 La propuesta de Jordan

presente. La sujeción al tiempo en este tipo de predicciones solo se

aplica al conocimiento del fenómeno y no al fenómeno mismo. Causa

material y formal no son estrictamente sujetos de predicción y esto

ocurre porque no pueden considerarse separadamente del objeto

causado.

Queda, pues, el par de causas eficiente y final. El par predecible-

impredecible se aplica con exactitud a este par de causas. La eficiente

produce un efecto distinto de ella y este es, por ende, el fin de la acción

de la misma. Se entiende que predecir es inferir el fin a partir de la causa

eficiente72.

Sin embargo, hay que distinguir dos tipos de fines. Hay un fin que

es exterior al agente y otro que le es interior y propio. La causa eficiente

intrínsecamente está inclinada a obrar conforme a lo que es73. Todas las

cosas tienden a desplegar su ser a través de la acción, de ese modo es

esperable, por ejemplo, que el fuego queme, el sol ilumine, la planta

crezca, el depredador cace y el hombre piense. Y tantas otras

operaciones que realizan los entes. La finalidad del agente es, entonces,

desplegar lo que lleva latente en sí. Si el término “ser” se lo toma

conscientemente como un verbo, es decir, como una acción, se puede

72 En este sentido se puede comprender bien el problema de la crítica humeana de la

causalidad. No es posible inferir apodícticamente el fin a partir de la eficiente en el

nivel de la experiencia pues la causa eficiente puede fracasar en su intento de

causación debido a circunstancias externas o por debilidad o por alguna otra razón.

73 La objeción mecanicista es que no existe esta finalidad, sino sencillamente hechos.

La discusión se puede poner en estos términos. ¿La causa eficiente produce sus

operaciones de hecho o de derecho? ¿Es simplemente un hecho que el fuego queme,

por ejemplo, o es necesario que lo haga porque ‘quemar’ pertenece a su naturaleza?

Creo que se está ante una de esas preguntas cruciales de la historia de la filosofía. Por

mi parte no creo que pueda demostrarse de forma directa una solución ni la otra, pero

hay suficientes elementos para inclinarse hacia la idea de que hay una relación

necesaria entre la cosa y su operación natural puesto que la opción contraria se

encontrará en la dificultad de explicar por qué razón una cosa obra “siempre o casi

siempre” de la misma manera.

Page 95: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 95

ciertamente afirmar que es la finalidad de cada ente en el mundo, “ser

lo que es”.

La finalidad extrínseca, en cambio, se refiere a las consecuencias

que una acción tiene en un objeto externo a la eficiente. ¿Se puede decir

que la finalidad de un cuerpo es, por ejemplo, “caer” o la del sol

iluminar la faz de la tierra? ¿Es cierto que la finalidad de la planta es

alimentar a los seres vivos, o la de los depredadores comerse a sus

presas? No, no lo es. O, en el mejor de los casos, lo es en forma relativa.

La primera finalidad de estos seres es ser lo que son. Es “siendo lo que

son” que los cuerpos de mayor masa atraerán a los de menor masa

producirán la caída de éstos74; “siendo lo que es” la planta será apetitosa

para el herbívoro que buscará “ser lo que es” alimentándose con ella, y

lo mismo para el depredador y su presa. Todo es cuestión de que las

cosas sean fieles a su propia naturaleza, y, por cierto, no lo pueden

evitar75. La finalidad extrínseca es una finalidad relativa que depende

no solo del ser de la cosa sino también del de todas las que la rodean

configurando un “estado de hechos”. Efectivamente un cuerpo caerá,

pero siempre y cuando se encuentre en la vecindad de otro de mayor

masa, ciertamente la planta alimentará al herbívoro, pero únicamente

en el caso en el que se encuentre a la vista de este, y este, por su lado,

opte por llevárselo a la boca. Y así con todo lo demás.

Por eso, el problema de la finalidad es un problema

exclusivamente metafísico y no físico. Desde el momento que se la

considera físicamente la finalidad pasa a ser finalidad extrínseca y así

los argumentos que se derivan de este plano no suelen ser convincentes

ni para los mecanicistas los que la muestran, ni para los finalistas los

que la rechazan.

74 O también podría decirse que el espacio-tiempo es tal que habiendo un cuerpo de x

masa cercano a otro de masa igual a x-1, se curvará de tal manera que producirá la

caída del segundo sobre el primero.

75 Solo el hombre puede “evitar” ser fiel a su naturaleza en virtud de su propia libertad.

Ahora bien, se reserva para la ética la cuestión de si es realmente libre una persona

que evade constantemente las exigencias de su propio ser.

Page 96: La noción de acausalidad en la física cuántica

96 La propuesta de Jordan

b) La causalidad eficiente física

Ahora bien, la finalidad exige causalidad eficiente, pues nada

logra su fin si no es impulsado por una causa eficiente. Por eso, así

como la causalidad final física o relativa se contrapone a la metafísica

o absoluta, así también puede considerarse una causa eficiente en

sentido físico o en sentido metafísico. El sentido metafísico se refiere

al ser mismo de la causa eficiente esto es al hecho mismo de que las

cosas sean activas y puedan ejercer influjo causal sobre otras. El sentido

físico de la causalidad eficiente tiene que ver con el influjo que la

eficiente trasmite a otro objeto para educir de él una forma, un

movimiento, etc.

Entonces, volviendo al problema principal, se puede decir ahora

que el par predecible-impredecible se atribuye con propiedad a la

causalidad eficiente en este último sentido. Pues no tiene caso intentar

aplicárselos a la causalidad metafísicamente considerada pues el hecho

de que las cosas sean activas es una realidad ajena al tiempo, es

sencillamente un atributo del ente en sí mismo. Esta consideración deja

de lado el ejercicio de la causalidad. Por eso, si la causa eficiente es de

naturaleza corpórea o si no lo es, queda afuera de esta consideración.

De aquí que en metafísica se puede hablar tanto de causas eficientes

corpóreas que producen sus efectos en intervalos de tiempo, como de

causas eficientes incorpóreas que los producen instantáneamente (p.ej.

la inteligencia y el pensamiento). Y dado que la consideración

metafísica de un objeto es extemporánea, aquí no cabe la aplicación del

par predecible-impredecible.

Por otro lado, si se considera la causalidad eficiente desde el

punto de vista físico o relativo, esto es, en relación al objeto causado el

asunto es distinto. En primer lugar porque desde este punto de vista se

excluye todo tipo de causalidad inmaterial. En este nivel la “causalidad

eficiente” se refiere a las acciones y pasiones mediante las cuales se

producen cambios en los cuerpos. Además, al tratarse de objetos

materiales se entiende que son cosas naturalmente afectadas al tiempo

y al espacio, y así esta acción de causar implicará siempre la

consideración de las coordenadas de tiempo y espacio aun cuando la

Page 97: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 97

acción sea a distancia o instantánea. De este modo, la aplicación del par

de atributos predecible-impredecible es posible en este nivel de

causalidad, pues aquí efectivamente hay una relación temporal entre la

causa y el efecto.

c) La consideración científico-experimental de la causalidad eficiente física

Sin embargo, la capacidad de predecir fenómenos no sólo implica

la temporalidad sino también la aplicación de un método para obtener,

a partir de lo que sucede, lo que va a suceder. Las ciencias

experimentales y la física entre ellas, presentan este método. El físico,

mediante ecuaciones dinámicas establece el desarrollo en el tiempo de

ciertos sistemas. En ellas aparecen las variables en cuestión de modo tal

que, conociendo tal ecuación uno puede deducir a partir de un momento

inicial (to) los estados sucesivos del sistema en t1, t2, t3, etc. Así, aquella

teoría que sea capaz de predecir más y con más precisión los hechos

futuros de un sistema, o, lo que es mejor, del sistema general del mundo

–como pretendía Laplace– se supone que sería la que ha logrado

desentrañar mejor las cadenas causales ocultas de la naturaleza.

La consideración filosófica que se interesa menos en el

comportamiento y el despliegue de la naturaleza y más en la

constitución ontológica de la misma. La diferencia más patente es la

ausencia de matematización del saber filosófico, y junto con esta

ausencia se hace innecesario el recurso a la medición para elaborar una

concepción filosófica del mundo. Esto sucede porque el desarrollo

temporal de un sistema en movimiento depende fundamentalmente del

tiempo y el espacio, y de otras variables y propiedades susceptibles de

medición. La dimensión “cuantitativa” de la realidad es el primer objeto

del que echa mano la ciencia experimental para elaborar sus leyes,

teorías e hipótesis. Esta dimensión es trascendida cuando se intenta una

elucubración filosófica.

Se ve, entonces, que el par “predecible-impredecible” sólo puede

predicarse de los comportamientos y las trayectorias de las partículas y

no de su estructura o de sus propiedades. Este análisis corresponde a la

ciencia experimental.

Page 98: La noción de acausalidad en la física cuántica

98 La propuesta de Jordan

Así entiende Jordan “causalidad”, tal como había quedado

entendida a fines del siglo XIX. La causalidad que es objeto de la crítica

de Jordan es la causalidad eficiente (ni la formal, ni la material, ni

completamente la final) física (o relativa, en contraposición a la

metafísica) pero considerada desde el punto de vista científico-

experimental (y dejando de lado una consideración filosófica de la

misma).

Esta limitada concepción de la causalidad es la que hace afirmar

a Jordan que en el seno de la realidad rige la “acausalidad”. Dado que

las ecuaciones mediante las cuales se describen las trayectorias y los

movimientos de las partículas elementales no son ecuaciones dinámicas

deterministas, no es posible realizar predicciones unívocas en este nivel.

Hay que conformarse con estimaciones estadísticas. Este

indeterminismo de las ecuaciones habla de ciertas imperfecciones en el

flujo causal de la causa eficiente física que produce el movimiento de

las partículas a nivel microfísico. Imperfecciones que oscurecen el

conocimiento que se tendría de los estados posteriores del trayecto de

un corpúsculo a partir de su estado inicial.

4.2. La acausalidad en los organismos vivientes

4.2.1. El organicismo entre el mecanicismo y el vitalismo

En este capítulo se tratará de explicar la situación intelectual y

académica en la que se encontraba Pascual Jordan en relación al

encuentro entre las viejas filosofías y los nuevos descubrimientos en

física proyectados sobre las ciencias de la vida.

Hay una serie de ideas que Jordan interrelaciona aun cuando no

necesariamente estén interrelacionadas o que hayan existido en algunas

épocas históricas de modo separado, el mecanicismo que estaba

asociado a la concepción metafísica del mundo, a la causalidad y al

determinismo en la naturaleza. El vitalismo se alzaba como

contrapartida a esa posición, pero no podía ser asumido por Jordan dado

Page 99: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 99

que asumía la realidad de entidades metafísicas76. Desde el positivismo

Jordan se opone tanto a uno como a otro para aportar la nueva

cosmovisión que la física cuántica postulaba. El organicismo fue para

Jordan la mejor salida de este dilema.

En la Alemania de los años 1920 y 30 primaba en biología la

controversia teórica entre el vitalismo y el mecanicismo. El

mecanicismo consideraba a la naturaleza como un gran mecanismo77,

como el de un reloj, en el que solo funcionan las partes como causas

materiales y las fuerzas como agentes motores del conjunto. En

biología, esta doctrina afirmaba que todos los procesos vitales en los

seres vivos pueden explicarse con las mismas leyes que rigen el mundo

inorgánico. En este sentido el mecanicismo implicaba un

reduccionismo ontológico porque el organismo viviente era

considerado como un conjunto de elementos materiales cuya única

diferencia con un aglomerado inorgánico era su complejidad. Además,

era un reduccionismo epistemológico porque llevaba a sostener que, en

última instancia, los procesos biológicos podían ser satisfactoriamente

explicados por la química, y estos, a su vez, por la física. Por eso durante

los últimos años del siglo XIX y durante la primera década del XX se

empieza a instalar la idea de que la física sería la ciencia por excelencia.

El mecanicismo tal como lo entendía Jordan estaba ligado a la

visión determinista de la naturaleza. Un reloj funciona

determinísticamente, una maquinaria también, uno puede predecir los

movimientos y comportamientos de las partes de cualquier aparato

conociendo las condiciones iniciales en las que se encontraban; por eso,

76 “La legitimación macrofísica es en sí algo tan cerrado y coherente, que no cabe

imaginar que su marco pueda ser quebrado por fenómenos extrafísicos, en cierta

manera entelequiales” (Jordan 1954, 41).

77 Sobre la definición de mecanicismo conviene recordar que pueden darse formas

variadas de la misma idea, alguna de las cuales pueden no ser completamente

compatibles. Se puede entender el mecanicismo como aquella doctrina que sostiene

que en toda explicación de la naturaleza deben excluirse la causa formal y final, o que

la naturaleza es un gran mecanismo causalmente predeterminado. En este apartado

conservaré la acepción especificada en el cuerpo del trabajo.

Page 100: La noción de acausalidad en la física cuántica

100 La propuesta de Jordan

si la naturaleza es un artilugio mecánico, se comportará tan

determinísticamente como cualquier aparato. Pero los nuevos

descubrimientos de la física habían logrado descartar de una vez por

todas con una firme base empírica el determinismo de la naturaleza.

A partir de esto existen una serie de ideas y doctrinas que para

Jordan estaban lógicamente encadenados, y que él entendía que debían

excluirse de la concepción de la naturaleza. Trataré de hacer el recorrido

lógico entre estos para poder comprender mejor la posición su propia

posición. Para Jordan determinismo y causalidad son prácticamente una

misma cosa. La idea de causalidad implica la sucesión infalible de la

causa al efecto y por tanto el determinismo. Pero además esta idea está

ligada a una consideración metafísica del mundo, a una consideración

de un “en si” de las cosas dado que el encadenamiento causal de la

naturaleza queda permanece lejos del alcance de nuestra experiencia.

La metafísica, por su parte, era el punto de vista que pretendía dilucidar

la “esencia” misma de la materia, por eso la ecuación “metafísica =

materialismo” era una premisa para él.

En numerosos libros y conferencias, dirigidas tanto a la academia como

a audiencias abiertas, él afirma que la física moderna señala el triunfo

del conocimiento empírico sobre la especulación metafísica. Entre los

vestigios de la metafísica que precisan ser descartados, argumenta,

estaba la creencia en un completo determinismo causal en la naturaleza

–una creencia, asevera, que fue el fundamento de una cosmovisión

materialista.78 (R. H. Beyler 1994, 8-9)

Es probable que Jordan haya estado pensando en las metafísicas

inmanentistas del idealismo alemán ya que estas, a pesar de su profundo

sentido de lo inmaterial, fueron las que dieron base a las especulaciones

78 “In numerous books, and lectures, directed at both scholarly and popular

audiences, he asserted that modern physics signaled the triumph of empirical

knowledge over metaphysical speculation. Among the vestiges of metaphysics which

needed to be discarded, he argued, was the belief in a complete causal determinism

in nature –a belief, he asserted, which was the foundation of a materialistic world

view”.

Page 101: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 101

materialistas posteriores en virtud de su negación de la trascendencia.

Este tipo de metafísica que en algunos casos redujo la religión “a los

límites de la mera razón”, o en otros casos la rechazó abiertamente son

las que, según Jordan, comprenden a la naturaleza como un todo en un

continuo despliegue necesario de acuerdo con las rígidas leyes que las

ciencias naturales se empeñan en dilucidar. Así, la metafísica idealista

asume la idea determinista de naturaleza79.

Jordan, por su parte, se proclama expresamente partidario del

positivismo. Sin embargo, su relación de Jordan con el positivismo no

fue nunca una adhesión intelectual plena. Como físico adhirió

fundamentalmente a las tesis citadas en el cuerpo. A pesar de que tanto

Jordan como los representantes del Círculo de Viena se habían formado

bajo las enseñanzas de Ernst Mach, en varias ocasiones se enfrentó con

algunos de los representantes de este Círculo (R. H. Beyler 1994, 37-

56). Del positivismo asume fundamentalmente la exaltación de la

experiencia, la negación del pensamiento apriorístico, y la renuncia al

conocimiento explicativo en pos del descriptivo. Las teorías eran

comprendidas como instrumentos al servicio de la explicación de

fenómenos y no como descripciones de la realidad, pues no había

pruebas directas de ellas.

79 Junto a la tesis evolucionista de Darwin, el pensamiento hegeliano “materializado”

en el materialismo dialéctico y el materialismo histórico de Marx alentó en la cultura

occidental, la idea de un universo material en continua evolución. Esta tesis se

extendió más allá de los límites en los que Darwin la había situado. No sólo

evolucionan los vivientes sino toda la materia misma. En la Rusia soviética, algunos

biólogos asumieron esta idea impulsados por el materialismo dialéctico de Marx. Un

claro ejemplo fue el biólogo Alexandr Oparín quien en su obra El origen de la vida

nos dice: “El materialismo, en cambio, siempre ha planteado la cuestión del origen de

la vida de una forma totalmente opuesta a la anterior. El materialismo afirma de forma

rotunda que la vida, como el resto del mundo, es de naturaleza material, por lo cual,

no es necesario para su correcta y exacta definición, el reconocimiento de ningún

principio espiritual. La vida sólo es la estructuración de una forma diferente de

existencia de la materia que puede originarse o destruirse de acuerdo con unas leyes

determinadas” (Oparin 1998, 77).

Page 102: La noción de acausalidad en la física cuántica

102 La propuesta de Jordan

Jordan consideraba que el positivismo era el mejor camino para

evitar el núcleo común a todas estas ideas: la metafísica. “Atenerse a

los hechos” y evitar explicaciones abstractas: la metafísica debía ser

descartada80. Con ella caerían el materialismo y el mecanicismo.

Sin embargo Jordan fue testigo de esa caída. A fines de la década

del 10 el mecanicismo entra en crisis fundamentalmente por la relación

íntima que existía entre la ciencia y la tecnología. Las aplicaciones que

esta última permitió en la naciente sociedad industrializada del siglo

XX habían alcanzado resultados excelentes, pero no fueron tan

excelentes las implicancias antropológicas que trajeron aparejadas. En

efecto, aparecieron las nuevas problemáticas sociales debido a las

alienantes condiciones de trabajo en las fábricas y en las industrias y

surgieron muchos otros problemas ocasionados por el abuso de la

tecnología. Pero donde esta mostró su peor faceta fue en la Primera

Guerra Mundial, en ella se ganó su mala fama por culpa de las armas y

los instrumentos de destrucción que causaron tantas muertes y tanto

sufrimiento en el mundo.

Por eso, luego de la guerra a muchos la tecnología dejó de

parecerles simpática y se gastó mucha tinta en publicar reflexiones

filosóficas y científicas acerca del valor de la misma y su relación con

el hombre. Aunque, cuando se cuestionaba la tecnología, se cuestionaba

con ella el espíritu mecanicista. Así, muchos científicos y hombres de

letras se contagiaron de este espíritu pesimista acerca de la ciencia y la

tecnología (R. H. Beyler 1994, 68) y el vitalismo apareció como una

opción viable frente al mecanicismo. Para Jordan, no obstante, el

80 A pesar de todo, Jordan es un hombre de un pensamiento amplio y abarcador. Sin

duda desarrolla una visión del mundo, del hombre y de Dios, es decir, una visión

metafísica. Por eso es preciso matizar esta afirmación limitando el término

‘metafísica’ a lo que él entendía por ella: el intento de explicación de los hechos a

partir de relaciones esenciales que se esconden detrás de ellos. “El positivismo niega

toda posibilidad de un conocimiento ‘esencial’ de la naturaleza; todo el repudio radical

de la filosofía materialista a que conduce el positivismo resulta, precisamente, de que

la crítica positivista ha de rechazar por fuerza la afirmación, tan peculiar al

materialismo, de que en la materia es donde encontramos la ‘esencia’ de todas las

cosas” (Jordan 1953, 144). Cfr. también (Jordan 1959, 192).

Page 103: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 103

vitalismo padecía de un defecto imperdonable: era esencialmente

metafísico.

El vitalismo sostenía que en la composición de todo organismo

hay una “parte” que no es material y que, no obstante, ejerce un influjo

causal. La biología y las ciencias de la vida investigarían las leyes que

rigen este tipo de causalidad inmaterial. La primera apelación a un

principio metafísico para explicar la vida la realiza Hans Driesch. De

hecho, este autor sostiene que “los problemas de la forma orgánica y

del movimiento orgánico alcanzaron una relación más cercana al

análisis filosófico que la mayoría de los datos empíricos sobre el

metabolismo” 81 , y cuando dice “análisis filosófico” se refiere

especialmente a la metafísica. Luego de interesantes investigaciones en

el campo de la biología genética, estudiando el desarrollo embrionario

de los erizos de mar, concluyó que una potencialidad dinámica

inorgánica a la que llamó “entelequia” (siguiendo la terminología

aristotélica) ejercía un influjo causal y activo sobre las partes de las

células embrionarias de modo tal que dirigían el desarrollo a la

formación del organismo adulto.

La intención de Jordan era extender el indeterminismo de la física

cuántica a las restantes ramas de la ciencia, la primera de las cuales era

la biología. Por eso, no podía admitir ninguna de las dos hipótesis.

Como anti-materialista debía rechazar el mecanicismo, pero como

positivista tenía el deber de desechar el vitalismo. En ese entonces,

había otra corriente que alzaba su voz en el debate y que podía ser una

salida alternativa: el organicismo.

Los organicistas coinciden, sin embargo, que los fenómenos de la vida

eran cualitativamente diferentes a los fenómenos de la naturaleza

inanimada; que, por eso, para explicarlos se requiere una ciencia

autónoma, irreducible a cualquier otra; que los intentos previos de hacer

81 “The problems of organic form and of organic movement have come into much

closer relation to philosophical analysis than have most of the empirical data on

metabolism” (Driesch 1929).

Page 104: La noción de acausalidad en la física cuántica

104 La propuesta de Jordan

esto postulando cierta actividad vital no-material eran insostenibles; y

que cualquier intento viable requiere el principio de que el todo no

puede ser explicado por exclusiva referencia a sus partes82 . (R. H.

Beyler 1994, 60).

Los autores que fueron referentes para Jordan en este debate y

cuyas posiciones fueron decisivas para su toma de posición fueron

Adolf Meyer-Abich, Ludwig von Bertalanffy y Eugen Bleuler83. Sin

embargo, el organicismo de Jordan era un organicismo sui generis

(nunca este tipo de “etiquetas” deben tomarse rígidamente), pues, por

un lado evitaba las consideraciones demasiado teóricas de sus

precursores, en aras de un positivismo que significaba para él

sencillamente “remitirse a los hechos”, pero por otro explicaba los

fenómenos biológicos a la luz de la mecánica cuántica, cosa que era

para sus compañeros positivistas del Círculo de Viena una verdadera

traición, era en el fondo “el viejo vitalismo vestido con un nuevo

traje”84.

4.2.2. La vida como automovimiento. Los vivientes y las máquinas

La pregunta por el origen o la razón de ser de la existencia del

movimiento en el mundo es una pregunta de naturaleza filosófica.

También lo es la pregunta por el movimiento de los vivientes ya que

cada ser vivo se comporta como un microcosmos que presenta orden y

82 “Organicists agreed, however, that the phenomena of life were qualitatively

different from the phenomena of inanimate nature; that explaining them therefore

required an autonomous science, irreducible to any other; that previous attempts to

do this by positing some non-material vital agency were untenable; and that any

viable attempt required the principle that whole could not be explained by exclusive

reference to their parts”.

83 Para un minucioso análisis de la posición de Jordan con respecto a estos tres autores

cfr. (R. H. Beyler 1994, 82-102).

84 “Jordan´s pursuit of an organicist constituency for quantum physics alienated him

from his fellow positivists in and around the Vienna Circle, who perceived Jordan’s

speculations as old-style vitalism dressed up in new garb” (R. H. Beyler 1994, 61).

Page 105: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 105

automovimiento. Si el movimiento de los seres inorgánicos es tan

inexplicable como el de los orgánicos, cabe preguntarse qué diferencia

hay entre estos y aquellos. La primera diferencia que existe es la

complejidad. Pero entre los seres inorgánicos existe una clase que

presentan también complejidad: las máquinas.

Jordan se pregunta por la naturaleza del viviente siguiendo este

planteo: qué diferencia hay entre un viviente y una máquina más allá,

por supuesto, de que estas hayan sido construidas por la mano del

hombre y aquellos sean productos de la naturaleza. En esta pregunta

está comprendida la disyuntiva entre el mecanicismo y el vitalismo. En

efecto, si el viviente es una máquina creada por la naturaleza, entonces

la naturaleza misma es una maquinaria cuyo movimiento es tan

determinista como el movimiento de las manecillas del reloj; por otro

lado, si no es lo mismo, si hay algo más en el viviente que explica la

vida, entonces no se estaría lejos de la metafísica del vitalismo.

El descubrimiento del mundo microfísico con sus características

inasibles para el científico fue para Jordan el eje de la respuesta a este

problema. En este capítulo se abordará este problema, y se desarrollará

posteriormente la respuesta de Jordan al mismo. Se intentará explicar

cómo hizo Jordan para justificar que en los vivientes los movimientos

indeterministas de los corpúsculos microfísicos tienen efectos

observables macrofísicamente.

Santo Tomás definía a la vida como automovimiento85, pero esta

idea esconde una aparente contradicción en el contexto filosófico del

santo. En efecto, si el movimiento implica un paso de la potencia al

acto, y nada puede estar en acto y en potencia con respecto a lo mismo,

no se puede afirmar que una cosa se mueva a sí misma. Todo esto, a

menos que la razón del movimiento del viviente no esté en ninguna de

85 S.Th. I, 18, 1, c.; Aristóteles lo hacía, por su parte, indicando que el vivir consistía

en las acciones inmanentes (Eth. Nic. 1170a 33), esto es, en las acciones que tenían

como fin la perfección del agente (Met. 1050a 22). Sobre este tema cfr. Sanguineti,

2009.

Page 106: La noción de acausalidad en la física cuántica

106 La propuesta de Jordan

las partes del cuerpo orgánico. En efecto, esto es lo que llevaba a Santo

Tomás – y también a Aristóteles – a postular la existencia de un primer

motor del viviente: el alma86.

Hay, no obstante, una cuestión que encuentra su solución en este

planteo –y en el del vitalismo– y es la pregunta por el origen del

movimiento del viviente. ¿De dónde saca su movimiento el viviente?

De una “fuerza” –todo movimiento surge como efecto de una fuerza– y

esa fuerza de un “motor no físico”, porque todas las partes físicas del

cuerpo reciben esta fuerza y la comunican en cuanto que la reciben. La

fuerza debe provenir de una fuente inmaterial que la posea si recibirla.

Más bien, esa fuente debe ser la fuerza misma presente en todas las

partes moviéndolas.

Sin embargo, después de Descartes la pregunta por el origen del

movimiento dejó de tener sentido. Antes parecían existir dos cosas: el

movimiento y el reposo. La novedad fue que el reposo no existe como

un absoluto, sino que, siendo este la negación del movimiento, se trata

de una realidad relativa. Se está en reposo con respecto a algo y nunca

existe un reposo absoluto. Esto significa que lo único real es el

movimiento y que el reposo sólo es real en términos relativos. Ahora

bien, afirmar esto es, de alguna manera, declarar que la pregunta por el

origen del movimiento en general no tiene sentido, o al menos que no

lo tiene desde el punto de vista físico. El movimiento es un hecho tan

concreto e inexplicable físicamente como la existencia del universo.

Pascual Jordan estaba tan imbuido de este esquema de

pensamiento que en lugar de plantearse “¿por qué se mueve el

viviente?” o “¿de dónde proviene su movimiento?”, se cuestionaba por

qué lo hace de modo diferente a los cuerpos inorgánicos, qué es lo que

diferencia el movimiento de un viviente del de un no-viviente.

86 No deja de ser interesante que el término utilizado por Aristóteles para referirse al

alma sea “entelequia” (que comúnmente se traduce como “acto”), ya que es el mismo

término utilizado por Driesch para referirse al principio vital que hace que los

vivientes no puedan nunca ser reducidos a sus principios físico-químicos para ser

explicados, y que acercan las cuestiones biológicas a las problemáticas filosóficas.

Page 107: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 107

Este planteo admite una pregunta previa: “¿Existe acaso alguna

diferencia entre el movimiento de los seres inorgánicos y el de los

organismos?”. Esta pregunta está formulada en relación a las leyes que

rigen los movimientos estudiadas por los físicos: “« ¿Intervienen en la

vida orgánica leyes especiales que sobrepasan la física del mundo

inorgánico?» y también: « ¿El organismo viviente es una máquina?»”

(Jordan 1959, 149)

Estas dos preguntas estaban íntimamente relacionadas para

Jordan, la segunda determina el “alcance” de la primera.

Así la cuestión aún controvertida de la existencia de leyes particulares

y específicas para el mundo orgánico, no podría ser encaminada hacia

su solución más que esforzándose en estudiar a fondo todas las

posibilidades de explicación ofrecidas por las leyes del mundo

inorgánico. Se ve, entonces, surgir una cuestión: « ¿las leyes de la física

atómica y de la física cuántica presentan una importancia primordial

para los fenómenos de la vida?»

Para medir el alcance, introducimos por eso esta segunda fórmula

posible: « ¿El organismo viviente es una máquina?». (Jordan 1959,

121).

Esta segunda pregunta se ha convertido en un lugar común a partir

del planteamiento mecanicista que hizo Descartes acerca de los

vivientes.

Existen similitudes entre una máquina y un viviente, la primera

de las cuales es la posesión de partes con funciones diferentes

orientadas al desarrollo del todo. Además, podría decirse que, al menos

en un nivel fenoménico, tanto la máquina como el viviente poseen

automovimiento 87 . Sin embargo, Jordan plantea el problema de la

siguiente manera:

87 La inexistencia de mecanismos movidos por alguna forma de energía en la edad

media y antigua explica por qué esto no era una cuestión ni para Santo Tomás ni para

Aristóteles.

Page 108: La noción de acausalidad en la física cuántica

108 La propuesta de Jordan

Si las modalidades de estructura de los organismos vivientes son tales

que esta «acausalidad» de los eventos microfísicos elementales puede,

de una manera o de otra, producir los efectos notorios en los fenómenos

vitales, el organismo no es, en realidad, una máquina. Pero si la

acausalidad de la física cuántica no tiene ninguna significación en

biología, el comportamiento de la materia en el organismo viviente debe

presentar la misma sucesión infalible de causas y efectos que

encontramos en la física y la química macroscópica del mundo

inorgánico; y su predeterminación, perfectamente clara a nuestros ojos

y semejante a aquella de una máquina, no deja ninguna posibilidad de

intervención común de las leyes específicas que se supone que rigen la

vida. (Jordan 1959, 122).

El argumento de Jordan, entonces, se podría resumir en este

silogismo:

Ninguna máquina está sometida a las leyes indeterministas del mundo

microfísico.

Todo viviente está sometido a las leyes indeterministas del mundo

microfísico.

Luego: los vivientes no son máquinas.

Para dilucidar la premisa mayor no necesitó Jordan más que la

evidencia. Se observa que para que un aparato opere, “cada una de las

piezas de la máquina debe ofrecer plena garantía de funcionamiento

necesario y unívoco bajo la acción de las fuerzas que se ejercen sobre

ella” (Jordan 1959, 121). Los términos ‘necesario’ y ‘unívoco’

manifiestan claramente a dónde quiere llegar Jordan: “El criterio

esencial de la máquina, que es la firme regularidad de su

funcionamiento, presupone el absoluto mantenimiento en vigor de las

rigurosas relaciones deterministas de causa a efecto, que dominan toda

la «macrofísica»” (Jordan 1959, 121). Dado que son compuestos de

partes macrofísicas, en el complejo sistema de la máquina se da el más

puro determinismo. Y, dado que –según lo dicho anteriormente– en el

Page 109: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 109

mundo microfísico no se da el determinismo, las máquinas no están

sometidas a la «acausalidad» que rige en el mundo microfísico. Con

esto, queda demostrada la premisa mayor.

La obra de Jordan que aquí nos ocupa fue escrita a mediados del

siglo XX y era la conclusión de sus investigaciones llevadas a cabo

durante la primera mitad del siglo. Tal vez hacían falta los posteriores

desarrollos tecnológicos alcanzados en la segunda mitad del siglo y en

el presente siglo XXI para que el concepto de máquina involucre

eventos cuánticos, y la tesis de Jordan quede concretamente refutada,

pero en ese momento era el producto de las últimas investigaciones. En

el siguiente apartado se expone la demostración de Jordan de la premisa

menor: ¿cómo es que los vivientes están regidos por las leyes del mundo

microfísico siendo que muchos de ellos tienen dimensiones

macrofísicas?

Microfísica del viviente

De acuerdo con la premisa menor del silogismo planteado en la

página 108, la vida es una forma de manifestación macrofísica del

mundo microfísico. Para Jordan la demostración de esta tesis implicó

gran parte del trabajo de su vida y para la posteridad ese trabajo fue un

peldaño más en la aparición de la microbiología o lo que también se

llama biología molecular. En el siguiente capítulo se expondrán las dos

teorías biológicas que en su momento llevaron a Jordan a comprender

esta idea. La Teoría del Objetivo (Target Theory), por un lado, y la

Teoría de los Amplificadores por otro. La primera demuestra que la

célula, unidad básica de todo viviente, posee ciertos orgánulos que por

sus dimensiones son susceptibles de ser afectados por partículas

atómicas, y dada su trascendencia para la vida de la célula, estas

afecciones repercuten en la célula como un todo. Algunos ejemplos

ayudarán a comprender las investigaciones en este campo. Por otro

lado, la Teoría de los Amplificadores o, en su acepción más larga Teoría

de los organismos como amplificadores, sostiene que los eventos

cuánticos son transformados en fenómenos macrofísicos en virtud de la

incidencia de aquellos orgánulos en el resto de la célula y por ella, en el

resto del viviente.

Page 110: La noción de acausalidad en la física cuántica

110 La propuesta de Jordan

La necesidad de expandir la mecánica cuántica a la biología no

era, para Jordan, sólo una intención o un deseo, era más bien una

verdadera misión intelectual 88 . Por eso trabajó mucho tiempo

intentando corroborar si la fineza de las partes de los organismos

alcanza a los niveles microfísicos de tal manera que las partículas

elementales no sujetas a la rígida causalidad tengan injerencia en el

accionar total del organismo viviente.

Esto último se le aclaró cuando hacia 1937 tomó contacto con la

Teoría del Objetivo (Target Theory89) desarrollada a comienzos de la

década del 20 por el físico Friedrich Dessauer. Esta Teoría sostenía que

cuando se sometía a un organismo unicelular a una irradiación de rayos

X (o Gamma), el organismo absorbía tal energía en forma de “paquetes”

(otra prueba a favor de la física cuántica), y que de esos ínfimos

proyectiles sólo alguno daba “en el blanco”, es decir, sólo alguno lo

dañaba letalmente. De esta manera mediante un análisis estadístico de

aciertos y yerros se podría obtener una idea del tamaño y la estructura

de la “zona vital” del organismo (R. H. Beyler, 1996 y 2007).

Jordan destacaba que en esa “zona vital” de todos los

microorganismos (y por ende en la célula) había ciertos órganos que

88 Beyler comentando un texto de Heilbron (“The Earliest Missionaires of the

Copenhague Spirit”, Revue d’histoire des sciences, 38 (1985), 195-230) en el que

utiliza el término “misioneros” para referirse a los físicos de la interpretación de

Copenhague porque pretendieron extender el alcance de la teoría cuántica a otros

ámbitos de la ciencia empezando por la biología (como lo hicieron principalmente

Bohr, Schrödinger, Delbrück y Jordan mismo), sin embargo, afirma que en el caso de

Jordan no era solamente una metáfora sino una verdadera misión, pues, para él, el

indeterminismo cuántico no era sólo un dato de la experiencia sino, sobre todo, un

descubrimiento providencial que implicaba la liberación del hombre y de la cultura de

las ataduras del materialismo cuya concretización era el comunismo (R. H. Beyler

1994, 15-16).

89 La traducción podría ser Teoría del Blanco. La idea de “blanco” expresa mejor el

acierto del proyectil en el objetivo, se dice que un proyectil “hizo blanco” en un lugar

determinado. Acá se trata de las partículas que “hacen blanco” en los centros de

comando del viviente.

Page 111: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 111

poseían la importante función de dirigir o comandar a las demás partes

del organismo. Y en ellos se daban reacciones físico-químicas que

pertenecían al orden atómico90. Piénsese en el núcleo celular, o aún más

en los genes ubicados en los cromosomas que gobiernan los fenómenos

de la herencia; estos son estructuras del tamaño de una molécula, tan

pequeñas que no podían ser indiferentes a la acción de las partículas

cuánticas.

Una consideración más minuciosa de tan maravillosas constataciones

nos presenta como insoslayable la convicción de que esa sensibilidad

tan aguda de la célula estudiada viene a ser una inevitable consecuencia

de existir en aquella un órgano de dirección de un grado de finura

microfísico, cuya integridad es indispensable para las funciones vitales

de la célula (Jordan 1954, 45).

Jordan sabía que los genes eran estructuras moleculares y que de

ellos dependía el patrimonio hereditario de cada organismo. También

sabía que los genes eran el material con que están conformados los

cromosomas que se encuentran en el núcleo celular. Con el fin de poder

determinar la fineza de las estructuras de comando y su repercusión en

el viviente, Jordan se valió de ciertas experiencias con microorganismos

que realizaban para ese entonces los físicos y biólogos de la teoría del

objetivo. Algunas de estas experiencias consistían en irradiar bacilos

con rayos X o Gamma, como mencioné más atrás, otras en someterlos

a la acción de hormonas o venenos. Además estudió las respuestas

inmunológicas y la percepción sensorial 91 en las que también se

observaban reacciones de orden microfísico (R. H. Beyler 2007, 75).

90 “…es un hecho no menos general que los órganos y los procesos de comando

pueden ser de una fineza extraordinaria.” (Jordan 1959, 68)

91 La acción del cuánto de luz en la retina ocular es uno de los ejemplos señalados en

la obra con los cuales intentar mostrar que un evento microfísico puede poner en

movimiento todo el “edificio macrofísico” de un organismo viviente, como la

persona: “Pero aquí un único fotón no aparece solamente como provocando una

modificación profunda en el seno de una célula aislada, sino como provocando un

Page 112: La noción de acausalidad en la física cuántica

112 La propuesta de Jordan

Algunos experimentos

Uno de los experimentos realizados fue someter diferentes

bacilos a la iluminación de los rayos UV. La observación que le

sorprendió fue la inmediatez entre el instante de vida y el de muerte del

bacilo, es decir, el bacilo sometido a dicha radiación no pasaba por

estadios intermedios entre la vida y la muerte. No se enfermaba o

mutilaba para terminar muriendo luego de unos segundos de agonía.

Sencillamente pasaba de un estado de “rebosante” salud a un estado de

muerte definitiva.

Se hizo un análisis estadístico de la mortalidad de un conjunto

de bacilos. A los 10 segundos de sometimiento a la radiación UV, se

habían muerto ½ del total. A los 20, ¼ más; a los 30, ⅛; etc. “La

irradiación ultra violeta de las bacterias equivalen a su bombardeo por

una granizada densa de minúsculos proyectiles: estos proyectiles son

los fotones de los que se compone la luz, como lo ha revelado la física

cuántica.” (Jordan 1959, 132). Un fotón de luz UV es mucho más

pequeño que el microorganismo (unos cuantos miles de micrones), y

por ende, el fotón no destruía la célula parte por parte92; más bien

parecía que alguno de estos fotones alcanzaba el mencionado “centro

de comando” y en eses momento provocaba inmediatamente la muerte.

La muerte no es el hecho de la acumulación progresiva de menudas

lesiones resultantes de absorciones repetidas un número incalculable de

veces; ella sobreviene independientemente de todas las otras

absorciones en el momento preciso en que un fotón individual consigue

proceso de conciencia en el seno del cerebro humano, que por el encadenamiento de

los fenómenos psíquicos puede devenir el punto de partida de las reacciones más

impresionantes del ser humano todo entero ¡con sus trillones de células!” (Jordan

1959, 152)

92 La comparación que usa Jordan para explicar la relación de tamaño entre uno y otro

es elocuente: dice que “el efecto observado es tan sorprendente como el hecho para

un crucero acorazado de ser hundido por una bala de fusil aislado” (Jordan 1959, 132)

Page 113: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 113

excepcionalmente un “golpe de gracia”, que provoca entonces

repentinamente la muerte de la célula (Jordan 1959, 133).

Pero la muerte no era el único fenómeno que se podía observar

mediante la experimentación. Las mutaciones operadas en

microorganismos e incluso en organismos macrofísicos (como la mosca

Drosophila) eran también evidencias de las repercusiones de los eventos

microfísicos sobre el viviente macrofísico en el que sucedían. Dado que

el gen es una molécula, cualquier acción ejercida sobre él podría

generar un cambio que afectaría la estructura de todo el organismo. “Si

un salto cuántico se produce en la molécula de un gen, aparece luego el

centro de dirección de la célula esencialmente alterado, de tal suerte,

que derivan de este hecho efectos macrofísicos” (Jordan 1954, 64)93. El

fenómeno de la herencia es uno de los hechos biológicos en los que se

ve bien claro el eco de los eventos cuánticos microfísicos:

Una modificación que afecta a un gen provoca la transformación

hereditaria de una particularidad en el individuo que desciende de la

célula germinal en cuestión. Tales modificaciones de genes llamadas

«mutaciones» se encuentran ocasionalmente en la naturaleza, pero

pueden ser provocadas con una frecuencia superior por la acción de los

rayos X. (Jordan 1959, 69).

Si bien es cierto que en la naturaleza estos eventos no suceden

con mucha frecuencia, se sabe que pueden ocurrir con la mera acción

93 En su obra “Biología Cuántica”, Jordan explica que en la célula, en el desarrollo

filogenético de las especies y en la estructura de algunas partes pluricelulares, el

fenómeno fundamental es la acción microfísica de una partícula sujeta a la

indeterminación causal (acausalidad): “El conjunto de la genética aparece dominado

por el hecho fundamental de la discontinuidad de las mutaciones. La alteración del

estado de un gene – el tránsito de un gene alelomorfo a otro – tiene lugar a saltos,

según una ley del «todo o nada», y al gene alelomorfo aislado no cabe concederle ya

variabilidad biológica alguna” (Jordan 1954, 69); “con concluyente evidencia

debemos reconocer como acaecimiento primario de dirección en los efectos

biológicos que alcanzan lo macrofísico, a un hecho elemental microfísico, un salto

cuántico aislado” (Jordan 1954, 72).

Page 114: La noción de acausalidad en la física cuántica

114 La propuesta de Jordan

de un fotón UV sobre una célula. La vida no escapa a la indeterminación

cuántica.

Otros experimentos tenían que ver con los llamados fenómenos

autocatalíticos. Se llama “catalizadora” aquella sustancia que estimula

o favorece una determinada reacción química. Los fenómenos

autocatalíticos son aquellos en los que una sustancia produce ella

misma durante una reacción química los elementos catalizadores de la

misma reacción. Estos fenómenos eran considerados “la forma original

de todos los fenómenos vitales” (Jordan 1959, 81), o “la forma más

primitiva o como la más extremada simplificación de la vida” (Jordan

1954, 48). Eran fenómenos fundamentales puesto que

la multiplicación del genoma por medio de la división y la

multiplicación de las células embrionarias es la condición primera de la

procreación de nuevos individuos, parecidos a sus padres porque el

genoma se multiplica bajo una forma idéntica por autocatálisis (Jordan

1959, 81).

Teoría de los amplificadores

La finura microfísica de estos fenómenos garantiza los efectos

cuánticos a gran escala, esto es, en todo el virus, la célula o el individuo

pluricelular. Sin embargo, esto no sería posible si el viviente no se

comportara como un “dispositivo amplificador”94. Era preciso que un

fenómeno de proporción microfísica adquiriera magnitud macrofísica.

Este aumento no se realizaba en virtud de una acumulación porcentual

de fenómenos cuánticos, sino que realmente un minúsculo movimiento

de partículas generaba cambios que se multiplicaban en forma de

“reacción en cadena”. Es lo que Jordan denominó “el principio de las

avalanchas”.

La posibilidad de atender a los efectos de amplificación tales que

permiten franquear el abismo monstruoso que separa la microfísica y la

94 Sobre este tema cfr. Wise, 1994; Beyler, 2007.

Page 115: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 115

macrofísica, ha aparecido gracias a la ingeniosa aplicación del principio

de las avalanchas. (Jordan 1959, 126).

La caída de un minúsculo copo de nieve puede generar un alud,

arrastrando a otros con él, “completamente a la manera de la avalancha

de nieve, se trata de producir un estado de un grado elevado de

inestabilidad, en el cual una impulsión ínfima pueda entrañar la puesta

en marcha de un fenómeno que se va amplificando a sí mismo.” (Jordan

1959, 127)95.

En los seres pluricelulares, “la célula viviente presenta

efectivamente el carácter de un dispositivo amplificador que permite a

un acto microfísico aislado alcanzar repercusiones macrofísicas”

(Jordan 1959, 136). Las ínfimas mutaciones provocadas por la acción

de pequeñas partículas microfísicas, provocan efectos “en avalancha”

que pueden ser perfectamente percibidos a simple vista 96 . He

mencionado muchos de ellos en este apartado: la muerte de un bacilo,

la mutación en un virus, una bacteria o aún en los vivientes

pluricelulares97.

95 Jordan menciona varias veces al Contador de Geiger y la Cámara de Wilson como

ejemplo de aparatos que amplifican eventos microfísicos y que por eso parecen

corroborar la existencia y la realidad de los átomos y de otras partículas como los

electrones, protones, fotones, etc.

96 Al explicar las diferencias entre la máquina y el viviente afirma Jordan que “la

acausalidad de las reacciones aisladas de la física atómica juega un rol decisivo en los

fenómenos biológicos. Hace falta por eso que el organismo viviente posea una

estructura que recuerda a la de un amplificador – en el sentido que debe existir un

comando gracias al cual los actos microfísicos aislados dirijan las reacciones del

organismo.” (Jordan 1959, 128)

97 El mismo surgimiento de la vida en la Tierra debe explicarse a partir de aquí.

“Razonando por analogía, se puede admitir que hay que ver en los orígenes de la vida

sobre nuestro globo, no una evolución de gran envergadura, que se ha apoyado

únicamente sobre numerosos individuos moleculares en conformidad, por

consiguiente, con la ley de causalidad, sino más bien un éxito en un juego de

contingencias creadoras, tal que lo que ha sido realizado una vez ha ido

multiplicándose y proliferándose en avalancha por vía de autocatálisis.” (Jordan 1959,

99)

Page 116: La noción de acausalidad en la física cuántica

116 La propuesta de Jordan

Todo proceso macrofísico en el ámbito de la vida esconde un

evento microfísico de indeterminación “al final de la cadena”, esto

quiere decir que si uno sigue hacia atrás el hilo causal se encontrará con

un fenómeno acausal.

Si un salto cuántico se produce en la molécula de un gen, aparece luego

el centro de dirección de la célula esencialmente alterado, de tal suerte,

que derivan de este hecho efectos macrofísicos: […]. Pero en su calidad

de hecho microfísico elemental, el salto cuántico no queda sometido a

ninguna determinación causal, de manera que los efectos macrofísicos

que pone en movimiento, si seguimos su encadenamiento causal hacia

atrás, nos conducirán, como última raíz, a un hecho de indeterminación

aislado (Jordan 1954, 64).

El ser vivo es, según Jordan, una coordinación de dos mundos, el

mundo microfísico que subyace al mundo macrofísico.

La vida es una repercusión de la acausalidad del mundo inferior en el

mundo superior donde reina la causalidad: el hecho de hundir sus raíces

en el mundo microfísico y el hecho de emerger en el mundo macrofísico

constituyen el uno y el otro, en igual medida, los elementos

característicos y esenciales (Jordan 1959, 151).

El viviente no es para Jordan ni macrofísico ni microfísico, sino

justamente la combinación de ambos mundos. “Los dos aspectos del

fenómeno vital, su lado microfísico y su lado macrofísico, van por

consiguiente de la mano, y es su reunión la que constituye el ser

viviente” (Jordan 1959, 154). Los hechos cuánticos que tienen lugar en

el mundo microfísico de las moléculas y átomos que componen al

viviente, cuando suceden dentro de los centros de comando de la célula

desencadenan una reacción en avalancha. El mundo inferior repercute

en el superior, y la acausalidad cuántica emerge en fenómenos causales

estadísticos macrofísicos.

La naturaleza pone al servicio de la libertad microfísica, por el muy

ingenioso dispositivo de comando y de amplificación, el

Page 117: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 117

encadenamiento causal de las reacciones estadísticas del conjunto

(Jordan 1959, 154).

Se podría objetar que si los eventos cuánticos que suceden en el

interior del viviente son la causa de la espontaneidad del mismo,

deberían existir este tipo de movimientos en los seres inorgánicos toda

vez que estos también están compuestos de átomos y partículas

cuánticas. No obstante, la tesis de los centros de comando es crucial

para marcar la diferencia entre los seres orgánicos y los inorgánicos.

Esto significa que los no vivientes carecen de los “canales” necesarios

para que un solo evento cuántico aislado pueda generar reacciones en

avalancha y repercutir de este modo en movimientos espontáneos

macrofísicos.

Con esto queda demostrada la premisa menor del silogismo

anteriormente expuesto98. Los vivientes manifiestan espontaneidad en

sus actividades dado el afloramiento macroscópico de las reacciones

indeterminadas del nivel microfísico. Los vivientes, entonces, no son

susceptibles de ser considerados como meras maquinarias.

4.2.3. Acausalidad y libertad

Una vez establecido el alcance del fenómeno cuántico hasta la

esfera de la vida, Jordan amplía su visión. Los fenómenos acausales son

impredecibles y por eso introducen “novedad” en el mundo microfísico.

No así en los seres inorgánicos macrofísicos. Pero esa “novedad se da

también en los vivientes dada la posesión de los centros de comando

que permiten el proceso “en avalancha” y la emergencia del fenómeno

cuántico hacia la superficie macrofísica. Aquí se mostrará que para

Jordan, esa “novedad” se extiende más allá de la vida, es decir, alcanza

a explicar la vida humana, su libertad. Jordan utiliza el término

“libertad” para referirse al movimiento de las partículas, pero entiende

esta libertad como la que se encuentra en la base y se expande hacia

98 Cfr. p. 108

Page 118: La noción de acausalidad en la física cuántica

118 La propuesta de Jordan

fuera, hacia la corteza, mediante la estructura descripta en el capítulo

anterior.

El mundo microfísico descubierto por la física del siglo XX

implica ciertas propiedades que se oponen absolutamente a las que

fundaron la ciencia física durante años. Al determinismo, la

predictibilidad y la continuidad exigida por la visión causalista de la

física clásica, se contraponen el indeterminismo, la impredictibilidad y

la discreción de los movimientos cuánticos de la materia. A la

causalidad se le enfrenta la acausalidad.

Sin embargo, Jordan no admite que exista un verdadero

enfrentamiento. La causalidad del mundo macrofísico es el reverso de

la acausalidad del mundo microfísico. Una cuestión estadística marca

la diferencia. Lo que puede predecirse o determinarse de muchos no se

puede de uno aislado. Los organismos vivientes escapan también a tal

determinismo y conservan un grado de impredictibilidad e

indeterminismo. La diferencia, como señala Jordan, no es entre física y

biología sino entre “macrofísica” y biología99.

El esquema sería el siguiente:

fig. 1

99 “En principio, la física atómica y cuántica nos enseña que la diferencia constatada

a la luz de nuestros ejemplos, no constituye en realidad una diferencia entre la física

y la biología, sino solamente entre la «macrofísica» y la biología” (Jordan 1959, 209).

Page 119: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 119

Empezando por las partículas elementales, las leyes que

gobiernan sus movimientos no son leyes que permitan a uno tener la

capacidad de predecir unívocamente el resultado de sus movimientos.

Únicamente se pueden tener marcos de probabilidades que son, sin

duda, algún tipo de conocimiento pero no uno que permita elaborar

predicciones con certeza. Los eventos microfísicos son inasibles para el

hombre. Como el mismo Jordan afirma en varios momentos, existe en

ellos cierta “libertad” 100 o “caprichosa vitalidad”101.

Las reacciones del átomo o de la molécula aislada no están más

causalmente determinadas con certeza por las acciones a las que ellas

están sometidas; la molécula aislada tiene la «elección» en cada caso

entre una serie de reacciones posibles, y su «elección» se ejerce

siguiendo las posibilidades determinadas, fijadas por las leyes. (Jordan

1959, 122)

Si el átomo o la molécula “deciden” –expresión que Jordan

comprende ser metafórica–, es porque en ellos realizan movimientos

impredecibles. Sus acciones no están fijadas a leyes rígidas que mueva

a uno a esperar siempre tal reacción de tal acción. Hablando de la

disgregación del átomo del radio, Jordan dice que “estamos fácilmente

tentados a caer en el «antropomorfismo» y decir que el átomo aislado

de radio decide él mismo el momento en el que se disgregará” (Jordan

100 “A pesar de la ausencia de predeterminación unívoca de las reacciones de los

átomos, todo lo que se produce para los planetas –así como para cualquiera de nuestras

máquinas– está determinado necesariamente por la causalidad aunque el planeta o la

máquina se compone en definitiva de átomos. […]. La mecánica cuántica, […], nos

enseña que nuestra incapacidad de prever el caso particular más allá de la ley

estadística, no se debe a una insuficiencia de saber de nuestra parte que sería

susceptible de ser ulteriormente superada: para todo lo que ocurre en los átomos

considerados individualmente, estamos en frente de una real «libertad» que constituye

una innovación total en relación a todas las ideas científicas antiguas” (Jordan 1959,

227).

101 “…el átomo sometido a acciones repetidas, similares puede entonces responder

mediante reacciones diferentes; manifiesta de ese modo una suerte de caprichosa

vitalidad…” (Jordan 1959, 39).

Page 120: La noción de acausalidad en la física cuántica

120 La propuesta de Jordan

1959, 64). No es lícito aplicarle al átomo categorías antropológicas

como la de “libertad”, pero sí es lícito razonar a la inversa. Tal vez la

libertad no sea sino una de las manifestaciones macrofísicas de los

movimientos cuánticos.

Se empieza a comprender el alcance que Jordan pretendía de la

física cuántica. Admitir que la materia estaba compuesta de partículas

cuánticas cuyos movimientos son indeterminados o acausales,

implicaba abrir en el seno del universo un espacio para la novedad y la

acción inesperada, es decir, un espacio para la libertad. Jordan

expresamente aclara que no pretende internarse en cuestiones

filosóficas profundas sino que su idea será atenerse al conocimiento

experimental recogido durante sus investigaciones en biología y física.

Con esto muestra que su concepto de “libertad” es bastante amplio: se

aplica tanto al hombre, como a los vivientes e incluso al átomo singular

y las partículas. Por eso, la primera “libertad” es la del átomo.

Los seres inorgánicos como conjuntos de partículas, por su parte,

están sujetos a la causalidad unívoca porque en ellos no existen “centros

de comando” desde los cuales se pueda propagar hacia el todo, la

indeterminación cuántica. Y, dado que son conglomerados inmensos de

partículas, las leyes de los grandes números permiten observar en ellos

un comportamiento determinista. La libertad del átomo particular queda

anulada en la suma total de reacciones del conjunto.

En el mundo inorgánico, la libertad del evento individual del mundo

subterráneo de la microfísica desaparece en la vasta compensación

estadística sin alcanzar resultados sustanciales. Mas, cuando parte del

centro de comando de un organismo, este evento individual ve abrirse

delante un vasto campo de consecuencias que condiciona, dirige y

domina.

Los dos aspectos del fenómeno vital, su lado microfísico y su lado

macrofísico, van por consiguiente de la mano, y es su reunión la que

constituye el ser viviente, fenómeno en el cual la naturaleza pone al

servicio de la libertad microfísica, por el muy ingenioso dispositivo de

Page 121: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 121

comando y de amplificación, el encadenamiento causal de las

reacciones estadísticas del conjunto (Jordan 1959, 154).

Pero en los individuos vivientes, y en especial en el hombre en

virtud de la estructura de su cerebro102, la “libertad” del átomo singular

se trasmite por amplificación (procesos en avalancha) a los siguientes

niveles.

Partiendo de los electrones y de los núcleos de átomos, arribamos, por

una gradación creciente pasando por los átomos y las moléculas, a los

individuos del mundo orgánico: impresionante indicio de que las leyes

de la física cuántica que rigen a los individuos inferiores, no pueden

más que continuar ejerciendo una influencia decisiva sobre la estructura

de los individuos superiores (Jordan 1959, 219).

La libertad se caracteriza por la introducción de “novedad” en el

mundo. Lo realmente novedoso es imposible de ser predeterminado a

partir de los estados presentes. Jordan recurre a un ejemplo muy

ilustrativo: un compositor genial, léase Mozart, Beethoven o el que se

quiera, compone una obra que es una completa novedad para la

humanidad, no solo porque sólo desde entonces comienza a existir y a

ser conocida, sino fundamentalmente porque no es posible de esperarla

a partir de lo existente. Nadie pudo haber predicho la aparición de tal

obra (Jordan 1959, 209). La novedad es absoluta. El hombre es

impredecible, e impenetrable en sus designios y decisiones.

De aquí se podría establecer este principio filosófico: El

indeterminismo cuántico es la condición de posibilidad de la vida y de

102 “Hemos sido inducidos a suponer que los hechos cerebrales, considerados desde el

punto de vista psicológico, podrían alcanzar un grado de fineza microfísica. Es un

poco dudoso que el paralelismo psico-físico se extienda hasta a los más ínfimos

detalles de los fenómenos psíquicos y físicos: en virtud de lo cual la

complementariedad debe forzosamente tener, en materia psíquica, una importancia

tan dominante como la que tiene en física en el acto cerebral, en virtud de su fineza

microfísica que hemos admitido” (Jordan 1959, 198).

Page 122: La noción de acausalidad en la física cuántica

122 La propuesta de Jordan

la libertad humana. De esta manera Jordan logra extender los principios

de la física cuántica a las ciencias de la vida y las ciencias humanas.

4.3. Indeterminismo, finalidad y acción divina

La idea de “libertad” utilizada por Jordan tal como la aclaramos

anteriormente, no se agota allí. La libertad como acausalidad no excluye

la libertad como “decisión autónoma”, al contrario, pareciera que la

implica. En este capítulo se intentará mostrar que Jordan veía en la

libertad cuántica el preciso momento de las decisiones de la libertad

creadora de Dios. Esta tesis envuelve una aparente contradicción: la

idea de acausalidad es contraria a la idea de finalidad, y sin finalidad no

parece preciso recurrir a una divinidad para explicar el devenir del

mundo. Esta objeción es en gran medida cierta, y por eso la afirmación

de Jordan no es una conclusión derivada necesariamente de premisas

físicas. Es, más bien, una propuesta interpretativa de los hechos que se

desprende del concepto de libertad. Por eso se justificarán los vínculos

lógicos que Jordan ve en las nociones de acausalidad, libertad y Dios,

para demostrar la tesis antes mencionada.

En el capítulo “ Alcance de la noción de acausalidad” se

especificó que la idea de causalidad está tomada de modo muy limitado

en el pensamiento de Jordan. Se entiende únicamente en términos de

“causalidad eficiente física”. Dentro de este tipo de causalidad se

podría, de acuerdo con lo considerado en capítulos posteriores,

distinguir entre la causalidad determinística que es aquella que permite

una predictibilidad futurística unívoca y la causalidad indeterminística

que se abre a una predictibilidad futurística multívoca debido a que la

indeterminación de las partículas admiten varias posibilidades de

reacción cada una de las cuales implica una probabilidad de ocurrencia

estadísticamente determinada. Este último es el reino de la acausalidad.

Esa acausalidad es la que rige la acción de todo individuo, sea una

partícula, un viviente o un ser humano de acuerdo con lo dicho en el

capítulo precedente. Cuando se trata de conjuntos, ya sea el caso de los

seres inorgánicos macroscópicos, un conjunto de vivientes (bosque,

Page 123: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 123

manada, etc.) o grandes grupos humanos, la sólida causalidad

determinista se vuelve a presentar, es decir, la causalidad eficiente

física103, y no las restantes causas que a pesar de ser casi olvidadas por

el físico, no dejan de colaborar en la constitución ontológica del

individuo.

Sin embargo, al tratar acerca de la vida uno se ve obligado a

plantear la cuestión teleológica, el problema de la causa final, que

brevemente hemos tratado en la página 95.

El concepto de «vida» no comporta solamente la libertad interna de los

fenómenos últimos que comandan los otros; comporta también el

carácter macroscópico y el desarrollo estrictamente causal de las

reacciones comandadas. Porque esta causalidad es la condición previa

y el sustrato de la determinación teleológica, finalista de las reacciones

orgánicas. Solo la causalidad, la relación segura e infalible de la causa

al efecto permite la acción de acuerdo con un plan, hacia un fin: esta

acción a través de las distancias en el espacio y en el tiempo, alcanza,

provocando las causas, a los efectos que se derivan por el juego de las

leyes físicas (Jordan 1959, 153).

El viviente es la conjunción de los mundos micro y

macrofísicos 104 . Por eso en él se da la indeterminación e

impredictibilidad cuántica al mismo tiempo que se puede hablar de

finalidad, esto es, de un plan que se ejecuta105 y que para el biólogo es

103 “En consecuencia, lo que interesa a la física macroscópica, es decir el

comportamiento medio de un número elevado de átomos de la misma naturaleza, es

susceptible de pronósticos a pesar de la imprevisibilidad de la reacción individual;

igual que el comportamiento medio de una gran manada de bestias o de la población

de una gran villa puede ser previsto con notablemente más exactitud que las

reacciones de los individuos que les son partes” (Jordan 1959, 211).

104 “La vida es una repercusión de la acausalidad del mundo inferior en el mundo

superior donde reina la causalidad: el hecho de hundir sus raíces en el mundo

microfísico y el hecho de emerger en el mundo macrofísico constituyen el uno y el

otro, en igual medida, los elementos característicos y esenciales” (Jordan 1959, 151).

105 Cfr. 1.2. Aristóteles, las cuatro causas.

Page 124: La noción de acausalidad en la física cuántica

124 La propuesta de Jordan

susceptible de ser descifrado y fuente de predicciones en el ámbito de

esta disciplina.

Muchas partículas agrupadas pueden conformar tanto un ser

inorgánico como un ser orgánico, y ambos, en cuanto conjunto de

partículas quedan subsumidos a las leyes deterministas que rigen en el

mundo macrofísico. Un cuerpo si es abandonado en el vacío, cae; y si

choca contra otro, recibe de él una fuerza impulsora. No importa si esté

vivo o si piense, simplemente reacciona como es esperable que

cualquier cuerpo reaccione. Las leyes de la mecánica clásica dirán lo

que va a ocurrir. Pero no se puede saber de qué lado del tallo saldrá la

primera hoja de una planta de poroto, o cuál haz de heno comerá el asno

de Buridán para evitar morir de inanición, y mucho menos qué decisión

tomará una persona en una determinada circunstancia.

Jordan habla aquí de un “plan”, de “acciones de acuerdo con un

plan” y establece que la única forma de pensar en el despliegue de este

“plan” es la causalidad determinística. La finalidad está, según Jordan,

ligada monolíticamente a la idea de causalidad porque ella conlleva la

determinación. En otras palabras lo que está queriendo decir es que hay

finalidad cuando hay predictibilidad futurística unívoca.

Esta última tesis excluye la finalidad del ámbito microfísico, pues

los eventos aislados son acausales, y, por tanto, no siguen un plan

determinado. En aquel submundo las cosas no parecen estar planeadas,

sino más bien sucederse a capricho, irracionalmente.

Una de las grandes dificultades que presenta el problema de la

finalidad es que ella exige una “cierta” presencia del fin antes de ser

alcanzado. El girasol adulto, está de alguna manera en la semilla de

girasol, y de alguna manera se encuentran los alimentos buscados por

los animales en ellos antes de alcanzarlos (intencionalmente). ¿Cómo

puede existir algo que aún no existe? La naturaleza de esta pregunta

pone de relieve el carácter metafísico del problema. Esto significa que

no va a bastar la física para resolverlo. De hecho, la física debe

contentarse con plantear la cuestión y dejarla en suspenso hasta nuevo

aviso, cuando algún científico afín a las especulaciones teóricas retome

el problema para dar un paso más, o al menos una opinión más, en un

Page 125: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 125

debate que permanecerá abierto per saecula saeculorum como sucedió

(y aun sucede) con el problema de los universales o el debate entre el

vitalismo y el mecanicismo en el que aquí, de alguna manera,

incursiono.

Lo cierto es que el problema de la finalidad tal como queda

planteado en la física es el siguiente: en un rincón, los que aun quieren

conservar el determinismo, y con él la hipótesis de un plan

preestablecido y la existencia de lo futuro en lo presente; en el otro, los

que afirman el indeterminismo en el seno de la realidad, y con él la

ausencia de cualquier plan que pueda prometer pronósticos seguros

acerca de los acontecimientos por venir. El número de rounds que se

presagian es proporcional a la cantidad de años en los que existan

hombres sobre la tierra; en otras palabras: siempre existirá el debate.

En realidad ambas posiciones esconden una disyuntiva metafísica

más honda. Responden en última instancia al afán de saber qué es lo

que se encuentra en el fondo de la realidad si hurgamos detrás de las

apariencias: ¿orden o desorden? ¿Caos o Cosmos?106 La pregunta no

pretende negar que haya ninguna de las dos instancias en sentido

absoluto. Ni los que admiten el cosmos, niegan que haya caos en algún

nivel más superfluo, ni los que sostienen el caos, niegan que haya orden

en estratos superiores. El punto es: ¿qué es lo último?, ¿qué se hallará

al final de la búsqueda?

La posición de Jordan a este respecto es bastante clara: la

finalidad permanece en un estrato superior (no es una expresión

cualitativa sino local), en el de los acontecimientos causales

macrofísicos. En el fondo, en cambio, en el mundo subatómico rige la

indeterminación y la ausencia de finalidad. Los seres inorgánicos en

tanto carentes de centros de comando están sujetos a la rígida

106 Y no es una pregunta exclusiva de la filosofía de la naturaleza o de la metafísica.

Hay antropologías que sostienen que el hombre, en su núcleo más íntimo es caos.

Piénsese en la teoría freudiana del “ello” como conjunto de pulsiones desordenadas y

desmedidas que pugnan por salir, o la visión de Hobbes sobre la sociedad como un

pacto de ordenamiento pacífico de una realidad humana miserable, egoísta y violenta

(homo homini lupus).

Page 126: La noción de acausalidad en la física cuántica

126 La propuesta de Jordan

determinación causal. Lo vivientes, por su parte, realizan sus

movimientos en virtud de las fluctuaciones cuánticas acaecidas en el

seno de la célula y redirigidas hacia el exterior por los centros de

comando en forma de reacciones en avalancha pero, al llegar al nivel

macrofísico, quedan causalmente determinadas. A la vista de todos, los

movimientos de los seres vivos se realizan conforme a un plan, pero en

el origen de tal o cual movimiento existía también un plan B, plan C,

plan D, etc. ¿Cuál plan sea el que el viviente lleve a cabo? No se sabe,

ni se podrá saber con certeza apodíctica. Por eso la finalidad en los seres

vivientes es una finalidad hipotética, relativa al curso que tome el

impulso originario de las partículas elementales dirigida por los centros

de comando.

Pero ¿Qué se quiere decir exactamente con el término “plan”?

¿Qué tan determinado, qué tan específico es el plan? Si por “plan” se

entienden los detalles mínimos del recorrido que un cuerpo debe

realizar, entonces alude a la finalidad relativa porque se trata del

entretejimiento de una serie de cadenas causales que concretan un

fenómeno en el que está inmerso el ser en cuestión. Afirmar que un ser

cumple su finalidad, entendiéndola de este modo, solo es posible en una

concepción determinista al modo laplaciano. O mejor, al modo

leibniciano porque esta tesis parecería indicar que cada cosa tiene

grabada en su ser su propio futuro con los detalles de posición, lugar y

tiempo, e incluso las relaciones con las demás entidades con las que

entrará en contacto en virtud de una armonía preestablecida por el

Creador.

Pero el mundo subatómico según Jordan indeterminado,

irracional, caprichoso, vital, libre, en una palabra: acausal, opuesto al

mundo determinista, racional, invariable, mecánico y necesario que se

halla en la superficie macrofísica107, es un mundo sin planes a seguir,

ni fines que cumplir.

107 No deja de ser interesante la palabra “corteza” que utiliza para referirse a este

mundo, en el texto citado en la página 74.

Page 127: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 127

Es esperable que este tipo de filosofías del caos primigenio

desemboquen en el ateísmo. Nadie creería en un dios que hace un

mundo caótico. En la antigüedad era más común encontrar religiones o

cosmovisiones en las que tal caos escapara de la mano de la divinidad.

Esta no hacía otra cosa que construir encima de él para encausar tales

impulsos ciegos, como Zeus que encerró a los Titanes en el seno de la

tierra. También es esperable que el determinismo considere al mundo

con su rígido ordenamiento causal saliendo de las manos de un dios

ordenador. Lo curioso es que no sucede necesariamente de este modo.

Y así como a Laplace, la tesis determinista le hacía considerar la

existencia de Dios como una “hipótesis innecesaria”, así a Jordan, la

irracional indeterminación cuántica le hace sospechar que entre los

intersticios de la “corteza” macrofísica, se encuentran las partículas

dirigidas por la voluntad caprichosa de un Creador.

Jordan no pretende, ciertamente, demostrar la existencia de Dios

en virtud de la acausalidad. Sus escritos no hacen metafísica. Él era un

hombre religioso, cristiano. Él no duda de la existencia de Dios, pero

concede que lo que sucede en el trasfondo microfísico de la realidad

podría ser para otros el azar ciego de la naturaleza.

Así, desde su origen, la vida orgánica se destaca ella sobre el segundo

plano de la naturaleza inorgánica, siendo el resultado no de una

necesidad causal previsible sino de otra cosa que podríamos llamar

“azar”. O el «capricho del Creador». (Jordan 1959, 100)108.

108 La cita completa ayuda a comprender esta afirmación en el contexto de las tesis

principales de Jordan: “Forzosamente debemos concluir que en el origen histórico de

la vida (si se puede hablar de tal cosa, porque no hay naturalmente un límite decidido),

no hay fenómeno macrofísico o macroquímico a gran escala, sino eventos

excepcionales de física molecular que no se producen más que una vez. No es bajo el

aspecto de un hecho necesariamente determinado por una causa que la vida ha

aparecido en la historia de la Tierra, porque ella ha sido el resultado de eventos

aislados, imprevisibles, microfísicos, de posibilidades de repercusión en avalancha.

Page 128: La noción de acausalidad en la física cuántica

128 La propuesta de Jordan

Las opciones podrían ser variadas, pero en última instancia se

resumen en dos: la religión o el panteísmo. La religión admite la

existencia de un Dios extramundano, el panteísmo convierte a la

naturaleza en el único dios.

La validez de las leyes físicas se detiene en el umbral del evento aislado,

decidido por el destino o por la voluntad celeste, porque este evento es

forjado en el mundo inferior de la microfísica. […]. El hombre que

tenga sentimientos religiosos prestará un sentido a los eventos

aleatorios que se cumplen extraídos del mundo inferior. El panteísta

verá en la latitud acausal del fenómeno microfísico la expresión de una

sorda vitalidad extendida en todas partes en el mundo inferior. Será

apoyada por un descubrimiento fundamental al cual la biología ha

arribado en estos últimos años, a saber que el maravilloso fenómeno de

la vida orgánica por más que tenga como teatro propio de sus

manifestaciones al mundo superior, no hunde menos sus raíces

profundas en el mundo microfísico inferior. Por su lado, aquel que

adopta el punto de vista religioso creerá posiblemente reconocer en la

incesante intervención de decisiones autónomas que presenta el

comportamiento de los átomos la marca de la creación continua de la

que habla Hamann. (Jordan 1959, 52)

Jordan dedica unas páginas al surgimiento de la vida en la tierra.

La vida se prepara en el océano primitivo a causa de la combinación

azarosa de los elementos que constituyen a los vivientes. La acción de

los rayos UV provenientes del Sol, las tormentas eléctricas constantes

en la atmosfera primitiva, el vulcanismo y otras formas de energía

produjeron las primeras moléculas orgánicas (aminoácidos, ácidos

Así, desde su origen, la vida orgánica se destaca ella sobre el segundo plano de la

naturaleza inorgánica, siendo el resultado no de una necesidad causal previsible sino

de otra cosa que podríamos llamar «azar».

O el «capricho del Creador»” (Jordan 1959, 100).

Page 129: La noción de acausalidad en la física cuántica

La propuesta de Jordan 129

nucleicos, etc.)109. A partir de ellas se formaron las primeras células y

los restantes vivientes.

Sin embargo, no admite que esta evolución haya sido “a gran

escala” sino a partir de un único individuo que sufre una mutación110.

Cada especie viviente sobre la tierra aparece por la mutación de un

individuo que trasmite su modificación genética “en avalancha” al resto

de su progenie. Esta idea se agrega a las mencionadas anteriormente, a

saber: que los vivientes poseen “centros de comando”, y que un solo

fotón aislado absorbido en ese “centro de comando” puede generar un

cambio total en el viviente El resultado es un universo que evoluciona

en virtud de cambios operados por fenómenos microfísicos a escala

pequeña. La acausalidad está en la base del origen histórico de la vida.

Identificar “azar” y “capricho del Creador” no significa otra cosa

que entender el universo con el juego de sus movimientos como el

producto de “decisiones” aisladas e imprevisibles. Esas “decisiones” no

pueden ser tomadas por átomos y partículas, evidentemente. El hecho

de que Jordan utilice generalmente el término “decisión” o algún

sinónimo parece insinuar que lo que se esconde detrás de los eventos

imprevisibles e indeterminados descubiertos por la física cuántica es la

acción de un Dios creador con voluntad propia111. Y esta acción está

detrás de todos los cambios en la naturaleza. En los seres inorgánicos

las fluctuaciones cuánticas se anulan en el conjunto, en los vivientes se

hacen macrofísicas en virtud de los efectos de amplificación de los

centros de comando. También en el hombre sucede de esta manera. La

acción “caprichosa” de Dios se esconde detrás de la “libertad” del

mundo y del hombre.

109 Este tema lo desarrolla extensamente Oparin aunque desde una posición

completamente contraria a la de Jordan. Cfr. Oparin 1998.

110 “Es un hecho que la totalidad de los individuos de formas nuevas pertenecen a la

descendencia de un único individuo mutado” (Jordan 1959, 99).

111 Para un estudio pormenorizado de esta cuestión ver Silva 2009.

Page 130: La noción de acausalidad en la física cuántica

130 Conclusión

Conclusión

Una vez acabado el desarrollo de este trabajo de investigación

conviene sintetizar en forma de conclusión las ideas que se

desarrollaron y se intentaron demostrar.

En el capítulo 1 he recorrido la historia del surgimiento de la

ciencia contemporánea indagando la génesis ontológica del

determinismo. De este modo el universo determinista se transformó

hacia fines del siglo XIX en una premisa insoslayable para todos los

científicos. Negarlo significaba destruir la ciencia misma porque al

hacerlo se destruía la causalidad, esto es, el objeto mismo de la ciencia.

En el capítulo 2 se muestra como el surgimiento y desarrollo de

la teoría cuántica en tanto explicación de los fenómenos microfísicos

(fenómenos que están en la base de la realidad y constituyen desde el

punto de vista de la física el “fundamento” de la misma), significó una

verdadera revolución frente a la concepción determinista de la

naturaleza. En efecto, los corpúsculos que se encuentran en el mundo

microfísico no siguen las leyes que rigen el mundo de los cuerpos, más

bien parecen atentar contra ellas. Si en el mundo macrofísico hay

continuidad, en el microfísico hay discontinuidad; si en aquel hay

predictibilidad, en este impredictibilidad; si el mundo macrofísico es

objetivo, es decir, observable y calculable, el mundo cuántico es

subjetivo, incapaz de ser observado sin modificarlo y necesitado de

nuevos formalismos matemáticos. Por fin, si todas las notas ontológicas

que se dan en la superficie del mundo macrofísico permiten hablar de

causalidad, sus opuestas que rigen el fondo microfísico obligan a

utilizar el término “acausalidad”.

Este término fue desarrollado por Jordan en toda su obra, y

recurre siempre a él para referirse al indeterminismo, sin embargo ni

este ni su contrario, el determinismo, pueden analizarse únicamente

desde el punto de vista físico. En el capítulo 3 se explica que tanto la

indeterminación como la determinación son ideas con profundas

consonancias metafísicas, al igual que el término “causalidad”.

Indeterminismo físico significa multivocidad, y multivocidad significa

Page 131: La noción de acausalidad en la física cuántica

Conclusión 131

conocimiento probable y no necesario. Dado que de una posición se

esperan varias consecuencias de acuerdo a criterios estadísticos, no se

puede hablar allí de determinismo sino de indeterminación. Y si, como

admite Jordan, determinismo es sinónimo de causalidad, entonces la

multivocidad de los fenómenos cuánticos indica “acausalidad”.

Por eso, al final del capítulo se elabora una reflexión más amplia

de los términos “determinación” y “causalidad” intentando resucitar sus

acepciones filosóficas planteadas especialmente por Aristóteles.

Determinar la sustancia es lo que hace la forma sustancial y las formas

accidentales. Por eso, toda sustancia por muy pequeña que sea está

determinada en el sentido metafísico del término. Sería impensable una

materia completamente carente de determinación. La indeterminación

es necesariamente un concepto relativo. De modo tal que uno puede

descubrir que ciertas reacciones de las partículas son indeterminadas, y,

aún más, puede incluso afirmar que “en el fondo toda realidad es

indeterminada”. Esto siempre y cuando la expresión en el fondo haga

alusión a la relación entre el todo y las partes, o entre el mundo

macrofísico y el microfísico de la sustancia física. En cambio, si lo que

se pretende expresar es un nivel de análisis ontológico, no existe otra

salida: la determinación está en el fondo, pues, como quedó demostrado

en el capítulo correspondiente, todo tiene forma y todo tiene ser.

En el capítulo 4 se expone la propuesta de Jordan. En primer lugar

se aclara cuál es su visión de la causalidad. En el contexto de la noción

aristotélica de este principio, queda claro que Jordan entiende la

causalidad únicamente como una forma de la causalidad eficiente: la

causalidad eficiente física. La idea de causalidad está íntimamente

ligada a la predictibilidad en el pensamiento de Jordan, y esta propiedad

sólo es atribuible a esta comprensión de la causa. Por eso, al hablar de

“acausalidad” lo que se quiere significar no es que no haya ningún tipo

de causalidad en el mundo microfísico, sino que en este ámbito es

imposible elaborar predicciones unívocas de los eventos causales.

Ahora bien, Jordan sostiene que esa acausalidad interna de los

fenómenos emerge a la superficie macrofísica en el vivir del viviente, y

Page 132: La noción de acausalidad en la física cuántica

132 Conclusión

en los eventos de la conciencia fundados en el cerebro. Esto se expresa

en el punto 4.2.

Los vivientes presentan una estructura celular que posee

orgánulos especiales que ofician de “centros de comando”. Sin aquellos

la vida no podría darse porque los movimientos y las reacciones de la

célula caerían en el caos y la anarquía. Desde estos “centros de

comando” se generan las reacciones cuyos efectos serán visibles en el

mundo macrofísico en virtud de un efecto similar al de las avalanchas

(teoría de los amplificadores). Un ínfimo movimiento de una partícula

desencadena una reacción de consecuencias inmensas, en este caso,

visibles. Esto es, según Jordan, exactamente lo que distingue una

máquina de un ser viviente112.

Los vivientes reaccionan a su entorno impredeciblemente. Los

hombres también, y se habla de libertad. En muchos textos Jordan

utiliza esta expresión para hablar del indeterminismo. La “libertad del

átomo” parece ser para Jordan el fundamento de la libertad del hombre.

Y esa libertad se caracteriza porque de ella surge algo completamente

“nuevo”. Si no fuera una novedad, sería algo predecible. El hombre, el

viviente y las partículas subatómicas son capaces de novedad. Es lo que

se podría llamar el carácter creativo en el universo.

Esta última tesis lleva a Jordan a cuestionarse acerca del papel de

Dios en el mundo. Y es lo que se analiza en el último apartado del

capítulo. Jordan fue un hombre religioso y cristiano. Creía que el mundo

había sido creado por un Dios trascendente al mundo. Sin embargo,

había pasado por un período de agnosticismo durante su juventud. En

ella había asumido las tesis deterministas que se unían de manera

inseparable a la idea materialista y mecanicista de un universo

únicamente explicable desde el punto de vista material que funciona tal

como lo hace la maquinaria de un reloj. Dejando de lado lo

problemático de esta vinculación arbitraria, es cierto que él lo veía así.

112 Esta tesis hoy podría ser discutida en virtud de los avances tecnológicos más

recientes. Pero no lo era durante la primera mitad del siglo XX cuando aún no se

dominaba la energía atómica ni los procesos microfísicos como se lo hace hoy día.

Page 133: La noción de acausalidad en la física cuántica

Conclusión 133

Luego de su conversión y de su firme convicción nacionalista llegó a

ver la necesidad de repudiar el materialismo y todas sus implicancias,

porque este conducía a un mundo sin Dios, como quedó claro cuando

se expuso la posición de Laplace.

La física cuántica fue para él la esperanza definitiva. Por fin,

quedaba demostrado que el universo no funciona como un reloj, y que

por tanto la novedad es constante en el despliegue temporal del mismo.

Si hay novedad, dirá Jordan, existen dos posibles interpretaciones: o le

atribuimos libertad a la naturaleza como un todo, tal como hacen los

panteístas; o las decisiones arbitrarias de un Dios se esconden detrás de

cada evento microfísico. No responde cuál de las dos opciones es la

verdadera aunque si dice a cuál adhiere él. A la segunda. La física

cuántica conduce a la religión a través de la idea de “acausalidad” que

es una forma de libertad infra-atómica.

La formación positivista que Jordan había recibido dejó abierta la

disyuntiva. La cerrazón a la metafísica planteada conscientemente

como una forma de alejarse del peligro del materialismo no le permitió

a Jordan considerar otras posibles metafísicas. La cautricausalidad

aristotélica prácticamente ni se menciona y no se le da la importancia

que, a mi juicio, merece. La idea de un fundamento de la realidad es

siempre considerada desde el punto de vista reduccionista, esto es, se

considera fundamento a las partes más pequeñas en las que uno puede

dividir una cosa. Y así, la idea de determinación queda encerrada en su

acepción física tal como había sido planteada por Laplace a fines de la

edad moderna. De este modo quedó a merced de una forma de

falsacionismo popperiano, pues un solo experimento que atestigüe en

dirección contraria bastaría para negarla. Y eso fue exactamente lo que

sucedió cuando apareció la física cuántica.

Por último, y a modo de conclusión general de este trabajo, se

puede hacer la siguiente reflexión: el determinismo en el universo si se

lo entiende de modo metafísico desde una metafísica del ser, es una

conditio sine qua non, no solo del conocimiento científico sino también

del mismo sentido común. Si las cosas son “algo”, están determinadas,

poseen ser y forma. Este determinismo es incluso la condición de

Page 134: La noción de acausalidad en la física cuántica

134 Conclusión

posibilidad del indeterminismo físico, pues cada corpúsculo sea el que

sea debe reaccionar de acuerdo a su naturaleza por más que uno no

pueda conocer previamente cuál será esa reacción. Si se comporta de

una manera y no de otra, si se le pueden atribuir ciertas propiedades es

porque hay determinación metafísica.

Ahora bien, al hablar de determinación metafísica se hace una

clara referencia a una inteligencia. La inteligencia que establece la

relación medio-fin, naturaleza-reacción o comportamiento. Las formas

esenciales de las cosas manifiestan que han salido de la mano de un ser

perfectamente inteligente y que dispone todas las cosas a su fin. Este no

se identifica con las cosas sino que las crea y las dirige. Pero no las

dirige interviniendo mágicamente en cada evento cuántico, esas

reacciones están en manos de las partículas subatómicas mismas. Dios,

como entendía Leibniz no corrige su obra a cada rato, sino que ha

dispuesto la naturaleza de las cosas para que, obrando tal como su

naturaleza les hace obrar, alcancen el fin deseado por Dios. Ni azar de

la naturaleza, ni capricho del Creador, más bien, Providencia divina.

Page 135: La noción de acausalidad en la física cuántica

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