Principio Antrópico Teleológico

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    169Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre

    1. El presente trabajo es un resumen de la investigacin homnima llevada a ca-bo bajo el patrocinio de la Fundacin Quarracino, a la cual expresamos nuestra since-ra gratitud.

    2. Kosmologische Betrachtungen zur allgemeinen Relativittstheorie, Preuss,Akad der Wissenschaften Sitzungberichte, 1917, 142-152.

    EL PRINCIPIO ANTRPICO Y LA INTERPRETACINTELEOLGICA DEL UNIVERSO1

    I. El principio antrpico

    1. La cosmologa del siglo XX

    El 8 de febrero de 1917 A. Einstein present en la Academia de

    C iencias de Berln su memoria titulada Consideraciones cosmol gicas so-

    bre la teora de la relati vi dad general. 2 Este acontecimiento es conside-

    rado por casi todos los autores como inaugural de la nueva cosmologa.

    Esta disciplina, tan peculiar y ambiciosa por su o bjeto y sus alcances, lle-

    g a su madurez gracias al considerable refinamiento de las tcnicas ob-

    servativas y a la creatividad de las teoras fsico-matemticas de princi-

    pios de siglo.

    U no de los t emas que atrajo la atencin de los cientficos fue, justa-

    mente, el de las relaciones matemticas simples entre los valores de las

    constantes fsicas fundamentales. A semejanza de las apreciaciones pita-gricas sobre la msica de las esferas celestes o los hallazgos posteriores

    sobre ciertas pautas matemticas en la naturaleza, como el caso de la sec-

    cin urea, varios auto res de prestigio co nsagraron su reflexin al anli-

    sis de estas llamativas coincidencias. Entre ellos sobresale A. Eddingt on,

    OSCAR H. BELTRN

    Teologa 78 (2001/2) pp. 169-208

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    5. M. BERSANELLI, Un ambiente acogedor donde morar, en Huellas, 11, (dic.1997) 35.6. J . BARROW-F.TIPLER, The Anthropic Cosmological Principle, Oxford-New York,

    1986, 3 y 18. (En lo sucesivo citaremos esta obra fundamental como B&T).

    [EL PRINCIPIO ANTRPICO Y LA INTERPRETACIN TELEOLGICA DEL UNIVERSO]

    Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre170

    3. Cf. The Mathematical Theory of Relativity, 1923; The Nature of the PhysicalWorld, 1929; The Expanding Universe,1933 y Fundamental Theory, 1946.

    4. Why physical space has three dimensions, en Brit. J . for the Phil. of Science6 (1955), 13-31.

    OSCAR H. BELTRN

    mulador del problema (p. 31).

    Po cos aos despus, el notable astrnomo b ritnico F. Ho yle pre-

    sent varios trabajos en relacin a los parmetros astro fsicos de tiempo

    necesarios para la formacin de los elementos pesados en el ncleo de las

    estrellas. A travs de sus estudios sobre la nucleosntesis de ciertos ele-

    mento s cuya presencia resulta crucial en el proceso evolut ivo del U niver-

    so, pudo establecer restricciones muy precisas acerca de las condicionesde esa evolucin en relacin a la aparicin de la vida. Tomando una elo-

    cuente cita de la sugestiva obra Religi on and t he scientists(1959):

    Pienso que ni ngn cientfi co que exami nase estas evi dencias podra

    evi tar el ll egar a la conclu sin de que las leyes de la fsica nuclear

    han sido deli beradament e proyectadas para las consecuencias que

    producen en el in ter ior de las estr ellas. Si ases, entonces mi aparen-

    te vagar ha entr ado a formar parte de un esquema tejid o en la pro-

    fun did ad. D e otro modo, una vez ms nos encontr amos ante una

    monstr uosa secuencia accidental .5

    Todas estas insinuantes conjeturas que, no sin algn pudor residual,

    comienzan a considerar seriamente la relevancia del hombre en el plan

    csmico llegaron a su primera formulacin rigurosa en un brevsimo pe-

    ro trascendente artculo de R. H . D icke publicado en poco ms de una

    pgina de la revista Naturedel 4 de noviembre de 1961. All se muestra

    que la edad del U niverso est estrictamente acotada a las condiciones quehagan posible la vida humana. C omo consecuencia de estos planteos,

    tambin queda acotado el tamao del Universo, ya que bajo los supues-

    tos d e la expansin dicho valor es funcin del t iempo. En resumen, la hi-

    ptesis de D icke afirma que el Universo es tan y slo tan viejo y grande

    como para hacer posible la existencia humana .6

    2. Enunciado del principio antrpico

    El autor que con plena conciencia y explicitacin abord el tema, y

    a quien debemos el nombre de Principio An trpicoes el astrofsico de

    interesado al margen de sus escritos tcnicos en definir la trama profun-

    da de la matemtica del U niverso.3 A travs de una ingeniosa especula-

    cin, descubre la posibilidad de formular ecuaciones llamativamente sim-

    ples para vincular los nmeros fundamentales de la fsica, tales como la

    constante de Newton, la constante de Planck, la masa de las partculas y

    la velocidad de la luz.

    Ya en la dcada del 50 aparece un artculo del matemtico y filsofobritnico G . J. Whitrow, 4 en el que se plantea por q u el espacio fsico t ie-

    ne exactament e tres dimensiones. H aca tiempo q ue existan mod elos ma-

    temticos basados en espacios n-dimensionales, e incluso algunos de esosmodelos tenan aplicaciones en la teora fsica. Sin embargo, el planteo de

    Whitrow es original. P artiendo del predominio cosmolgico de la fuerza

    de gravedad, ba sada en el inverso del cuadrad o de la distan cia entre las ma-

    sas, este cientfico se interroga por qu no es otra potencia de esa distan-

    cia la que define dicha ley. Y aqu introduce el pensamiento clave:

    ... una posib le clave para la aclaracin de este probl ema la propor cio-

    na el hecho de que las condi ciones fsicas sobre la Ti erra han sido ta-les que la evolucin del hombre ha sido posibl e (cit. en J. ALONSO

    I ntr oduccin al prin cipio antr pico, Madr id, E ncuentro, 1989, 29).

    Ahora bien, para permitir la evolucin de la vida orgnica que de-

    semboca en el hombre se necesita un tiempo considerable (no menos de

    500 millones de aos) en los que se supone que la radiacin solar sobre laTierra hubo de permanecer relativamente estable. Ello supone no slo

    una rb ita t errestre aproximadamente circular sino adems estable. Y se-

    gn un teorema de la mecnica celeste clsica la rbita slo puede ser es-

    table en un espacio de no ms de tres dimensiones. Y as se llega a la con-

    clusin de q ue

    ... el nmero de dimensiones del espacio es necesari ament e tres, ni

    ms ni menos, ya que es el ni co concomi tan te natur al de algunas

    otr as caractersti cas conti ngentes asociadas a la evolucin de las for -

    mas superior es de vid a terrestr e, en particul ar del hombre, el for-

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    7. Large Number Coincidences and the Anthropic Principle in Cosmology, enM.LONGAIR (ed) Confrontation of Cosmological Theories With Observational Data,Dor-drecht: Reidel, 1974, 291-298.

    8. Cf. pp. 16 y 21.

    OSCAR H. BELTRN

    problema mismo de la observacin, sera propiamente la versin fuerte.

    Por tratarse de la referencia clsica, y habiendo cotejado diversas pro-

    puestas anteriores, adoptaremos el enunciado de B arrow y Tipler:8

    WAP: L os valores observ ados de todas las canti dades fsicas y cos-

    molgicas no son equi probabl es sino que toman v alores restr ingi dos

    por l a exigencia de que existan l ugares donde pueda desarr ollar se la

    vi da basada en el carbono, y de que el uni verso sea sufi cientemen-te anti guo para que eso ya haya acontecido.

    SAP: E l u niv erso debe tener las propiedades que permi tan que se

    desarr oll e la v ida en l en al guna etapa de su hi stor ia.

    En este sentido hay fundamentalmente dos razones por las cuales

    SAP es precisamente fuerteen contraposicin a la versin dbil (WAP):

    compromete en su formulacin a la totalidad del Uni verso, mien-

    tras q ue WAP slo necesita aplicarse en aq uel mbito del U niver-so definido por su observabilidad actual, esto es, por lo que efecti-

    vamente estamos observando (por lo que tambin puede decirse

    que WAP declara la compatibilidad del mundo con la o bservacin

    aquy ahora, mientras SAP la afirma para algn momentode la

    evolucin csmica);

    de acuerdo co n ello resulta q ue SAP plantea decididamente la cen-

    trali dad del hombre en el Univ erso, mientras que WAP slo la res-

    tringe a un rea determinada.

    D e esta manera to mamos distancia de algunos comentadores paraquienes la diferencia entre WAP y SAP consistira en el carcter teleolgi-

    co propio de este ltimo. Nuestra impresin es que la adjudicacin de un

    movimiento finalista desvirtuara la condicin estrictamente cientfica de

    este principio. D esde luego q ue su contenido fu erte se hace extremadamen-

    te sugestivo en trminos de una consideracin teleolgica, y de eso se tra-

    ta justamente en nuestro trabajo. Pero preferimos asumir esa connotacin

    como una instancia interpretativa bajo la formalidad filosfica. D e cual-

    C ambridge B. C arter, quien public su trabajo en una compilacin a pro-

    psito del Simposio de la Unin Astronmica Internacional con motivo

    de los 500 aos del nacimiento d e Nico ls C oprnico, en 1974.7 Q ue el

    planteo de Ca rter aparezca en un homenaje a C oprnico resulta paradji-

    co y simblico. En efecto, nadie duda de la importancia de la Revolucin

    copernicana para el desarrollo de la ciencia moderna, ni la utilidad meto-

    dolgica que ha proporcionado la adopcin del principio copernicano.No obstante, Carter introduce el principio antrpico como a reactionagainst exaggerated subserv ience to the C opern ican pri nciple, al que con-

    sidera que se ha convertido poco a poco en a questi onable dogma to the

    effect th at our situat ion cannot be priv il eged in any sense(p. 291). El enun-

    ciado bsico del principio antrpico (en lo sucesivo AP) es el siguiente

    L o que podemos esperar observar ti ene que estar limi tado por las

    condi ciones necesari as para nuestr a presencia como ob serv ador es.

    A partir de aqu el autor separa dos versiones fundamentales de AP,

    conocidas como pri ncipi o ant rpico dbi l y principio antr pico fuert e(adop-

    taremos las siglas en ingls, WAP y SAP respectivamente). Co n respecto a

    WAP C arter sostiene que

    Tenemos que estar preparados para tener en cuenta el hecho de que

    nuestr a ubi cacin en el uni verso es necesari amente priv il egiada hasta

    el punt o de ser compati ble con nuestra existencia como observ adores.

    Por su parte, SAP se enuncia de la siguiente manera:

    El uni verso (y, por consigui ente, los parmetros fun damental es deque depende) ti ene que ser de tal modo que admi ta l a creacin de

    observ adores dentr o de l en al gn estadi o.

    C arter entiende que la versin dbil corresponde al criterio plantea-

    do por D icke, mientras la suya, deliberadamente menos dependiente del

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    verso son condicin necesaria para la existencia de quienes los observan.

    Expresado ms esquemticamente: hay observadores, por lo tanto el U ni-

    verso (WAP ampliado) o al menos un entor no (WAP r estr ingi do) es obser-

    vabl e, por lo tan to l as caractersti cas observ adas en el U ni verso (o en el en-

    torno) estn r estr ingi das por su observab il idad .

    Proposicin N 3:en trminos ont olgicos, vale decir, por referen-

    cia a las cosas mismas y no ya a nuestras posibilidades de observacin,podemos enunciar lo que convencionalmente se ha entendido por SAP:

    dado que el conjunt o X de las condi ciones necesari as para l a existencia hu -

    mana es en alt o grado especfi co e improbabl e, y dado que, de hecho, el

    hombr e existe, puede afi rm arse que las leyes y condi ciones in icial es del

    U niv erso estn or denadas a la posibi li dad (SAP restr ingi do) o a la necesi-

    dad (SAP ampl iado) de la aparicin de la especie humana. En otras pala-

    bras, el mundo puede ser visto como siel hombre fuese su razn de ser.

    El objetivo que hemos de emprender en la segunda parte del traba-

    jo ser examinar, para cada una de estas proposiciones, aquellos aspectos

    de orden hermenutico que guarden relacin con un planteo en la lnea

    de la causalidad final.

    II. Cuestiones interpretativas

    D esde su aparicin, el AP ha suscitado t oda suerte de comentarios y

    en los registros ms extendidos. Ho y co ntamos con una b ibliografa exu-berante que abarca la temtica estrictamente cientfica, pero que asume

    tambin el anlisis filosfico y teolgico de la cuestin. H ay d iferentes

    propuestas para organizar el debate. Por nuestra parte, para abordar el

    trabajo hermenutico lo dividiremos conforme a las tres proposiciones

    establecidas ms arriba en el apartado sobre el enunciado formal del AP.

    Los interrogantes que se plantean, pues, son:

    cul es el significado filosfico natural de la relacin condicional

    entre el hombre y el Universo? (Proposicin 1)

    qu grado de viabilidad epistemolgica tiene el AP? (Proposicin 2)

    puede afirmarse que el hombre es la causa final del Universo?

    (Proposicin 3)

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    quier manera, resulta muy caracterstico del discurso con el que se expre-

    san los cosmlogos la predisposicin a traspasar las fronteras epistemol-

    gicas, de modo que en muchos casos la defensa del SAP y el reconocimien-

    to de una racionalidad finalista se vuelven prcticamente indiscernibles.

    3. Formalismo del principio antrpico

    Para cumplir luego con la intencin de un dilogo crtico desde la fi-losofa es de absoluta importancia q ue el testimonio of recido por la cien-

    cia resulte claro y unvoco. El panorama de las lecturas a las que hemos

    tenido acceso, y que entendemos modestamente como representativas de

    un genuino planteo de la cuestin, nos permite pasar en limpio las si-

    guientes consideraciones.

    Proposicin N 1:formalmente considerado, AP sostiene que en ca-so de no d arse un conjunto de condiciones X1, X 2, X 3, ... , no sera posi-

    ble, en virtud de las leyes actualmente reconocidas por la ciencia, la exis-

    tencia del hombre. P lanteadas en su generalidad, las diferentes formula-ciones del AP no hacen ms que destacar el carcter necesario de ciertas

    cond iciones presentes en el U niverso para q ue resulte posible la existen-

    cia humana. Ahora bien, dado que evidentemente el hombre existe, de ah

    se deduce necesariamente la existencia de aquellas condiciones. As, por

    ejemplo, se dice que Si no se diera quelas constantes fsicas asumen tal o

    cual valor, o la proporcin de mat eria y antimat eria es tal, y as sucesiva-mente, entonces no podra existir el hombre. En t rminos ms abstractos

    Si no X, ento nces no A,

    siendo X cualquiera de los fenmenos cosmolgicos a los q ue se aplica

    esta argumentacin. D e aqu puede afirmarse queSi A entonces X

    con lo cual la explicacin antrpica de X co nsiste en probar q ue se si-

    gue necesariamente de A.

    Proposicin N 2:desde un punto de vista estrictamente epistemo-lgico, AP se propone sealar el factor de selectividad q ue impone al con-

    tenido de nuestras observaciones el hecho de que efectivamente estemos

    aqu para observar. En este sentido, el AP definira un modelo explicati-vo a posterior i, consistente en mostrar que tales o cuales rasgos del uni-

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    10. S.Theol. I-II, 1, 2.

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    9. Fedn, 99a-b.

    OSCAR H. BELTRN

    cuencia no entraa la de la h iptesis. Sin embargo, si l a consecuencia

    no es verdadera, la recta no exi ste. En l as cosas que tienden a un fi n,

    el orden es inv erso. Si es verdad que el fi n es o ser, es verdad que el

    ant ecedente sero es, y si no, como en el caso precedent e, no existi en-

    do la conclusin no existirel pr incipio, e igualmente el f in no exis-

    ti rsi no existe el antecedente, pues el fi n es pri ncipi o en la razn y

    no en la ejecucin. Si es verdad que existe una casa, es preciso que sereali cen determ inadas cond iciones, di sponib les o presentes, esto es, la

    mat eria que tiende al fi n (en el caso de la casa, tejas y piedras). Sin

    embar go, no se realiza el f in por la accin de estas cosas, sino que es-

    tas cosas slo int erv ienen como mat eria... Es pues evidente que lo ne-

    cesari o en las cosas natur ales es lo que se enun cia como su mat eria, y

    los mov im ientos de sta, y el fsico ha de hab lar de ambas causas, pe-

    ro ms an de la causa fi nal , porque el fi n es la causa de la materi a,

    y no la materia del fi n (199 b34 - 200 a34).

    En virtud de este esquema de necesidad resulta que todo aquello

    que, de suyo, est especificado en un mo do d e obrar necesario debe, a suvez, contraerse a la necesidad del fin. L os diversos agentes y sustratos ma-

    teriales de que dispone la Naturaleza representan otros tantos recursoscuya razn ltima radica en el fin. Por eso ha sido acuada la expresin

    causa causarumpara dar a entender esta condicin absolutamente pri-

    mordial del fin. E n efecto, el fin es, inmediatamente hablando, causa de la

    especificacin del agente, pues de no ser por la atraccin del fin quedara

    indeterminado en su obrar.10

    El cont exto en que Aristteles formula la necessit as a posteri oritie-

    ne que ver, en suma, con la afirmacin de la causalidad final. Sin embar-

    go, hablando estrictamente, no es inevitable reconocer la presencia efec-

    tiva de un o rden finalista para poder plantear el esquema visto. E n ltimainstancia, la percepcin de un vnculo cond icional no auto riza a abrir jui-

    cio en absolut osobre las causas que efectivamenteponen la condicin, a

    menos que se aadan otros supuestos, especialmente en la lnea de la dis-

    tincin entre causa per sey causa per accidens. Para Aristteles es eviden-

    te que la N aturaleza procede de acuerdo a un ord en, y q ue sus resultados

    acreditan con holgura la vigencia de un rgimen de finalidad. P ero es biensabido q ue ese orden no es perfecto, y que sus efectos slo acontecen ut

    1. El sentido de la necesidad condicional

    a) La tradicin aristot lica

    El esquema formal segn el cual se presenta el AP reconoce sus pri-

    meros vestigios en la reflexin del joven Platn, quien describe en la per-

    sona de Scrates su desencanto por las do ctrinas mecanicistas de los fil-

    sofos q ue lo precedieron. A la vez q ue postula la primaca de una suertede principio de optimizacin de la N aturaleza (segn el cual la razn

    de ser de cada cosa est en aquello que sea lo mejor para ella) reconoce

    que, en la ejecucin de ese principio, han de tenerse en cuenta las condi-

    ciones materiales correspondientes.9

    C omo es bien sabido, la causalidad final aparece completamente te-

    matizada en la obra de Aristteles. En varias ocasiones el Estagirita re-

    procha a sus maestros el haberla omitido, sustituyndola po r el azar y la

    necesidad bruta de los elementos materiales. En el libro II de la Fsica,

    luego de mostrar la doctrina de la cudruple causalidad, y tras poner de

    manifiesto la insuficiencia del mecanicismo, establece la primaca de la fi-

    nalidad y propone como mtodo discursivo de las ciencias naturales la

    apelacin a la necesidad basada en el fin, a la q ue llama condicional o hi-

    pottica, y que depende de la relacin a un fin. En sus propias palabras:

    L os fi lsofos piensan que lo necesari o existe en la generacin, como

    si el muro se produ jese necesari amente porque lo pesado f uese trans-

    portado natur almente hacia la base y l o ligero hacia la superf icie.

    As, piedr as y cim ient os estaran en la base, la t ier ra encima, como

    ms li gera, y l a madera, ms li gera que todo, en la superf icie. L a ver-

    dad, sin embargo, es que sin eso la generacin de la casa no se hubi e-

    ra r ealizado, pero que no se ha realiz ado por eso, a no ser como ma-

    ter ia, sino ms bi en a fin de prot eger y conserv ar. Del mismo modo,

    dondequi era que hay fin alidad, las cosas no se verifi can sin las con-

    di ciones de orden necesari o, pero no por ell as sino como materia y en

    orden a tal f in . Por ejemplo: por qula sierra es de tal modo? En

    razn de esto, y este fi n no se efecta si el instr umento no es de hie-

    rr o... Si l a recta es posit iv ament e recta, es preciso que el tr ingul o

    tenga sus ngu los iguales a dos rectos. Pero l a verdad de la conse-

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    13. Cf. S. C. G. III, 92. Bajo estas consideraciones puede acogerse el siguiente co-mentario de Alonso: Aunque lo contrario se est convirtiendo en un lugar comn, elprincipio antrpico no afirma ni niega que el universo ha sido diseado de alguna ma-nera para el hombre. Lo que est en cuestin al tratar el problema del diseo son lasrazones por las que se afirma o se niega la improbabil idad de un conjunto de parme-tros como los que conforman nuestro universo... El principio antrpico slo habla delhombre, y de los fenmenos del universo slo en cuanto condiciones de la existenciadel hombre. Por ese motivo, todos los fenmenos que ha explicado, explique o vaya aexplicar el principio antrpico sern condiciones de nuestra propia existencia, porqueno puede explicar otra cosa. Pero eso significa que apoyarse en el principio antrpicopara pretender que el universo mira hacia el hombre no es vlido. Si se quiere defen-der que el universo ha sido hecho para el hombre, habr que recurrir a otros argumen-tos, porque el principio antrpico no aportar la ms mnima prueba. (127-129).

    14. Cf. The Anthropic Principle and its Implications for Biological Evolution, enPhilosophical Transactions of the Royal Society of London, A 310, (1983), 347-363.

    [EL PRINCIPIO ANTRPICO Y LA INTERPRETACIN TELEOLGICA DEL UNIVERSO]

    Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre178

    11. How can the existence of human observers select the appropriate parame-ters necessary for the existence of li fe, long before humankind appears on the scene?How can future effects (human consciousness) cause the appropriate initial condi-tions? Did the birth of Prince William cause, the prior marriage of Charles and Diana?Such a reversel of the cause and effect relationship makes nonsense of our experien-ce of the world. If the anthropicf principle in its weak form is trivially true, the princi-ple in its strong form appears to be fundamentally incoherent. J . J . DAVIES, The De-sign Argument , Cosmic Fine Tuning, and the Anthropic Principle, en Int. J ourn. ofPhil. of Religio, 1987, 143.

    12. ... puesto que el azar y la fortuna son causas de cosas que, pudiendo ser cau-sadas por la inteligencia o por la naturaleza, han sido causadas accidentalmente poralgo, y puesto que nada accidental es anterior a lo que es por s, es evidente que nin-guna causa accidental es anterior a una causa por s. El azar y la fortuna son, enton-ces, posteriores a la inteligencia y a la naturaleza. As, incluso aunque se concedieseque el azar es la causa del cielo, sera necesario que la inteligencia y la naturaleza fue-sen antes causas no slo de muchas otras cosas, sino tambin de este Universo. F-sica II, 6 198a 5-13.

    OSCAR H. BELTRN

    layar por completo el coeficiente de irracionalidad de la causa material en

    un panorama no creacionista. Y por otra parte, el origen del Universo y

    la aparicin del hombre t ienen la caracterstica de un acont ecimiento ni-

    co, con lo cual no hay manera de saber si responde a una tendencia o es

    expresin de una ley presente en las cosas. En suma, parece que la nica

    razn metafsica inapelable para desarticular la hiptesis de azar est en la

    postula cin de una C ausa Trascendente. A esto no s referiremos en el tra-mo final del artculo.13

    b) En q u sentido el principio es ant rpico

    O tro asunto q ue no debe soslayarse el que se refiere al significado

    exacto de los trminos A y X . En efecto, caben aqu varios interrogantes

    de no poca importancia: es solamente la especie humana capaz de defi-

    nir una necesidad condicional co mo la que postula AP ? Es preciso sos-

    tener que todaslas caractersticas del hombre exigen esa relacin de nece-

    sidad condicional? Por su parte, X designa todaslas caractersticas del

    Universo o tan slo algunas? Se trata de una totalidad a modo distribu-

    tivo o en cuanto totalidad?Evidentemente, si tenemos en cuenta las austeras intenciones que re-

    vel su creador, B. C arter, detrs de la denominacin antrpicoslo exis-

    te la referencia al hombre como aquella especie cuya existencia plantea,

    de hecho, ciertas cond iciones necesarias en las caractersticas del U niver-so. No debera buscarse, tal vez, ningn otro pro psito, como no lo hay,

    por ejemplo, en la denominacin sapiensaplicada como nomb re cientfi-

    co de la raza humana. N o ob stante, la palabra ha provocado tant as suspi-

    cacias y beneplcitos que el propio C arter debi declarar luego q ue, de

    haber sabido que ocurrira tal alboroto, habra pensado en otro nombre

    in pluribus, en la mayora de los casos. H ay eventos ocasionales en que

    sobreviene un efecto que en s mismo es bueno o malo, es decir confor-

    me o contrario a una pauta teleolgica, pero q ue no es provocado por las

    causas propias de la N aturaleza sino por un co ncurso meramente fortui-

    to, al que se denomina azar. Pero es esencial a esos hechos que impliquen

    un cierto beneficio o perjuicio, con lo cual se explica la aparente intencio-

    nalidad de algo que adviene gratuitamente. Si Scratespretendeencontrara su deudor en el mercado, ser condicin necesaria que ambos dirijan sus

    pasos a ese lugar y al mismo tiempo. Pero si ello sucede, no basta para

    probar que el hecho ocurri por una causa per se(digamos un acuerdo

    previo entre Scrates y su deudor). Por lo tanto tampoco debera ser su-

    ficiente el acontecimiento de la aparicin d el hombre en el U niverso pa-

    ra asegurar que las condiciones que lo han hecho posible se desencadena-

    ron int encionalmente. La exigencia de una necesidad cond icional no bas-

    ta para provocar la condicin. Lo contrario sera, como muy bien lo se-

    alaba B ergson, pensar el finalismo co mo un mecanicismo al revs.11

    Es verdad q ue Aristt eles afirma al mismo tiempo la anterioridad de

    lo que es per sesobre lo q ue es per accidens, con lo cual la finalidad pre-valece en ltima instancia.12 Tambin se ocupa de destacar la condicin de

    regularidad como signo de un devenir natural. Pero se nos ocurre que ni

    an bajo un f inalismo tan entusiasta como el de Aristteles es posible sos-

  • 7/25/2019 Principio Antrpico Teleolgico

    7/21

    181Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre

    17. Sobre la Generacin de los Animales V, 1; 778 a31-b1.

    [EL PRINCIPIO ANTRPICO Y LA INTERPRETACIN TELEOLGICA DEL UNIVERSO]

    Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre180

    15. J . LESLIE propone la denominacin deprincipio psicocntrico: Though in TheStructure and Evolution of the Universe (1959) G. J . Whitrows influential answer towhy the dimensions of space are three is that this alone permits the evolution of Man,the formulator of the problem, Whitrows reasons concern not mankind but stable pla-netory orbits and complex neural networks. Virtuous though it is to be cautious aboutLife-in-general, an Anthropic Principle which dealt only with human life would fall intotriviality. Non-arrival of the new plant which, I have seen it argued, made the dinosuars

    die out from constipation, could well have meant that Man never evolved... it isnt ourwarm-blooded humanhood that (Carter) has in mind. Anthropic Principle, World En-semble, Design, enAmerican Phil. Quart., vol.19, n. 2, (1982), 141-151, p.144.

    16. The arguments invoked here assume that life requires elements heavier thanhydrogen and helium, water, galaxies, and special types of stars and planets. It is con-ceivable that some form of intelligence could exist without all of these features -ther-modynamic disequilibrium is perhaps the only prerequisite that we can demand withreal conviction. B. J . CARR- M. J. REES, The anthropic principle and the structure ofthe physical world, en Nature 278 (1979), 612. En rplica. Pur non potendo esclude-re a priori altre forme possibili per la vita, riteniamo che, per il fatto di non averne es-perienza alcuna, loccuparsene farebbe parte dun dominio puramente fantascientifi-co. N. DALLAPORTA - N. SECCO, Il principio antropico in fisica ed in cosmologa, Rappor-to interno - Osservatorio Astronomico - Dipartimento di Astronomia e OsservatorioAstrofisico dellUniversit - Padova s/f, 15.

    OSCAR H. BELTRN

    Para al gunos autores, incluso, hasta es admisible pensar en formas de

    v ida muy d if erentes a las que conocemos, formas no vi nculadas a los

    polmeros de estr uctu ras de carbono. N o obstan te, el consenso cient-

    fi co tiende a reduci r esa conj etur a a poco ms que una f ant asa.16

    Una ltima observacin que haremos por ahora sobre el conceptode antrpicose relaciona con la siguiente cuestin: qu rasgos de la na-

    turaleza humana implican, estrictamente hablando, una selectividad? En

    efecto, as como es indiscutible que, por su condicin de viviente y por el

    alto grado d e desarrollo neurolgico q ue supone el ejercicio de la inteli-

    gencia, el hombre plantea exigencias muy perentorias en trminos de se-

    lectividad, tambin parece manifiesto que muchas otras caractersticas

    son por completo indiferentes para las restricciones del diseo csmico.

    Es verdad que, muy probablemente, un conocimiento suficientemente

    exhaustivo nos ayudar, en el futuro, a definir vnculos hoy por hoy in-sospechados. Y por o tra parte no nos parece que obste a la validez d el AP

    que no todo lo que el hombre supone deba ejercer algn nexo de selecti-vidad. D espus de todo la existencia de ciertos criterios de orden en la na-

    turaleza no supone que deban aplicarse exhaustivamente, sino todo lo

    contrario. En este sentido, Aristteles no rechaza la existencia de una

    cierta necesidad a la manera de los f sicos antiguos. En efecto, en to do d e-

    venir intervienen la materia o sujeto y una causa eficiente o moto r, y en

    lo que a ellos respecta se manifiesta una cierta necesidad. As es, segn vi-

    mos, el caso del azar, el cual se reduce a la multiplicidad de causas eficien-

    tes. Tambin existen fenmenos en donde, en vez de obtenerse otro final

    intentado por las causas naturales concurrentes, simplemente no se obtie-

    ne lo intentado, y as se los llama vanos. En tercer lugar ha de considerar-

    se que a veces lo q ue ocurre es por completo indiferente a t oda relacinde finalidad. El pro greso en el conocimiento d e la naturaleza podra cues-

    tionar en alguna medida esta categora, pero est claro q ue Aristteles no

    la desdeaba en el conjunto de su sistema.17

    Pasando al sentido de X, cabe acotar q ue no todas las caractersticas del

    (cognizabili ty principle) para caracterizar lo que a su juicio no es ms que

    una pauta de auto-seleccin del cono cimiento. 14

    Puede notarse que, en su formulacin o riginal, el AP habla de obser-

    vadoresy no de hombres, pero es obvio q ue se trata de observadores ca-

    paces de plantearse a s mismos como tales y las cuestiones que dicha con-

    dicin da a lugar. En definitiva, no cabe pensar sino en o bservadores in -

    teligentes.15 No es el punto discutir aqu la posibilidad o an la probabi-lidad de q ue haya vida inteligente en otro s rincones del Universo, pero

    resulta indudable q ue, si bien la exclusividad del hombre como habitante

    personal del C osmos enfatizara an ms la extraordinaria selectividad yrefinamiento del orden natural, la existencia de otros seres racionales se-

    ra un argumento favorable al AP fuerte si se quiere hacer hincapi en las

    generosas virtualidades de la naturaleza bajo condiciones especficas.

    Si se quiere ampliar todava ms el alcance de este principio, bien podra

    llamarse principio bi tico, pues, como queda d e manifiesto en el enunciado de

    Barrow y Tipler, lo que se plantea como exigencia es la formacin de ejem-

    plares vivientes basados en la qumica del carbono (lo que Alonso denomina

    una condicin material, en contraposicin a la observabilidad sealada porC arter que sera el matiz formal). No obstante resulta prudente acotar q ue la

    existencia de vida no implica necesariamente q ue haya vida humana.

  • 7/25/2019 Principio Antrpico Teleolgico

    8/21

    183Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre

    19. B&T., ob. cit., 2. Ms adelante afirman que la pretensin de adjudicar un orden te-leolgico al Universo en trminos isomrficos con el orden lgico del espritu no es otracosa que caer de nuevo en la posicin subjetiva del AP (104-105).

    [EL PRINCIPIO ANTRPICO Y LA INTERPRETACIN TELEOLGICA DEL UNIVERSO]

    Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre182

    18. J . M. ALONSO, ob. cit., 128-129. El propsito de quienes adhieren al AP ser,pues, intentar descubrir hasta dnde llega en el Universo la condicionalidad sealadapor la existencia humana. En tal sentido suena pertinente la admonicin de J . DEMA-RET: Ne demandons pas trop au Principe Anthropique! Ce quil dit est sommaire: ilfaut du carbone pour que des molcules organiques complexes, bases de la vie, puis-sent se former. Et si certains paramtres de la physique sont modifis, i l ny aurait paseu dtoiles, lesquelles sont la source du carbone. Mais entre le carbone et ltre hu-main, quelle quantit de mdiations ncessaires!. Principe anthropique et finalit, 158.

    OSCAR H. BELTRN

    cemos lo que de ellas resulta bajo la co nfiguracin d e las estructuras a prio-

    ridel sujeto (lo fenomnico). De mod o q ue, en virtud d e esa criba trascen-

    dental jams podramos llegar a cono cer, por caso, la existencia de Dio s.

    El sesgo antr pico, en cambio, pertenece al orden existencial: de to-

    das las determinaciones posiblesdel mundo slo se realizan las que son

    compatibles con la existencia humana, y por lo tanto no podemos espe-

    rar conocer ot ras que esas.Lo que se pone de relieve en esta perspectiva es la imposibilidad de

    concebir para nosotros un mundo incompatible con la observabilidad, o

    si se prefiere, la imposibilidad d e describir el Universo tal como absolut a-

    ment e espasando por alto el sesgo q ue suponen las limitaciones a prior i

    de nuestra o bservacin. En cierto modo no es novedoso este planteo, por

    cuanto la naturaleza misma del mtodo cientfico, prisionero del recurso

    a determinados aparatos y condiciones de observabilidad, supone de su-

    yo una selectividad considerable. Vale recordar aq u la int eligente fbula

    del ictilogo de Eddington: puede haber criaturas ocenicas de los ms

    diversos tamaos, pero para un investigador d e los mares no existe un pez

    de tamao inferior al q ue su red pemite capturar.19

    b) Valor heurstico del AP

    U no de los rasgos de la crisis cultural renacentista ha sido la crtica

    a la causalidad final aristot lica, aduciendo su carcter inasible y, por lo

    tanto, su completa esterilidad para el avance de la ciencia. Segn sostena

    F. Bacon, el tema de la finalidad deba tratarse en el campo metafsico,

    pensando quizs en una suerte de idea-marco q ue garantizase la coheren-

    cia del discurso cientfico y preservara a la vez la integridad de la fe. Pe-

    ro declaraba categricamente que nada poda inferirse del conocimiento

    de la finalidad q ue formara parte del objeto de la ciencia, esto es, que hi-

    ciese referencia a la cuestin de las causas materiales y eficientes.

    Esta postura no carece de sensatez. Parece desatinado indagar la N a-

    turaleza a partir de lo q ue resulte bueno o malo para ella, mucho ms en

    el mbito de los seres inorgnicos. Por otra part e, como tambin se dijo,

    ello supondra la presuncin de descifrar los planes divinos o, peor an,

    el prejuicio de extrapolar al resto de las cosas los fines que el hombre mis-

    mo se propone. Se encuentran muchos ejemplos en que la cuestin se re-

    U niverso deben tener una referencia antr pica. N o parece suficientemente

    claro, al menos, q ue deba ser as. A pesar de que la ciencia descubre cada da

    una mayor solidaridad entre los factores que interactan en la naturaleza,

    bien puede pensarse que haya siempre un margen para aq uellos rasgos que

    sean indiferentes en punto a la co nsecucin de un determinado d iseo. L as

    leyes naturales, al menos en el estado en que hoy las conocemos, parecen

    ms bien sugerir un compo rtamiento pro babilstico, tendencial, en el que lapreponderancia de ciertos logros no descalifica la presencia de otros a mo-

    do de residuos o repercusiones indiferentes al plan general. 18

    2. Carcter epistemolgico del principio

    a) Int erpretacin kant iana de la selectividad

    H ay una interpretacin bastante difundida, segn la cual el AP no

    sera ms q ue una versin elaborada de los planteos gnoseolgicos de la

    Crti ca del Juiciode Kant, segn los cuales el mundo no se presenta ms

    que de acuerdo a lo que permiten las condiciones a prior ique plantea elsujeto q ue observa. D e acuerdo con esta perspectiva, el significado del AP

    no es ot ro q ue el de revelar aquellas, y slo aq uellas caractersticas de lo

    real compatibles con la subjetividad humana. Este modo de pensar, fuer-

    temente arraigado en muchas corrientes epistemolgicas, podra denomi-

    narse trascendentalismo.

    Por supuesto, el planteo con el que nos encontramos slo se aseme-

    ja remotamente al de Kant. D igamos q ue no es lo mismo el sesgo q ue su-

    ponen las condiciones a priori del conocimiento que aquel que exige nues-

    tra misma existencia. N o es lo mismo decir si el Sol no emi tiera r adiacin

    dent ro del espectr o vi sib le no podramos verloque decir si el Sol estuv iera

    ms cerca o ms lejos de l a Tier ra no estaramos aqupara v erl o.En efecto, el sesgo kantiano se restringe al orden formal: ms all de

    las determinaciones actualesde las cosas (es decir, lo noumenal), slo cono-

  • 7/25/2019 Principio Antrpico Teleolgico

    9/21

    185Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre

    22. Un ejemplo elocuente de esta tendencia lo podemos encontrar en el libro deBARROW y TIPLER, por ejemplo, (p. 566): Whe should enphasize one again that the enor-

    [EL PRINCIPIO ANTRPICO Y LA INTERPRETACIN TELEOLGICA DEL UNIVERSO]

    Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre184

    20. ... the heuristic variant of quasi-teleological interpretations... would be a metho-dological postulate and not a doctrinal assertion. It would make it possible to approach

    the phenomena studied as though they were evolving toward a particular goal, and atthe same time it would not assume in advance that such a goal really exists. [...] TheStrong Anthropic Principle allows one to make predictions which would be groundlesson the basis of a purely causal interpretation of nature. This fact still does not allow phi-losophical assertions on the existence of cosmic design. It only allows acceptance ofstronger variants of the Anthropic Principle as assumptions making possible the deve-lopment of heuristically valuable research programs. J . ZYCINSKI, The Anthropic Prin-ciple and Teleological Interpretations of Nature, en Rev. of Metaph (1987), 41, 325-326.

    21. Incluso J . DEMARET sostiene que AP a conduit des prdictions qui ont t v-rifies. Ainsi, quand on an montr pour la premire fois que le carbone pouvait trefabriqu dans les toiles, on ne connaissait pas sa structure nuclaire. Mais il en futdduit quil devait avoir un niveau excit dont lnergie devait tre peu prs gale la somme de celles de lhelium et du brylium, et cest le cas. Principe anthropiqueet finalit, 159.

    OSCAR H. BELTRN

    predicciones todava, p. 612), y si volvemos a examinar el formalismo de

    la explicacin no aparece inconveniente para que en algn momento esas

    predicciones y sus eventuales corrobo raciones se verifiquen. H ay muchas

    perspectivas a partir del conocimiento de nuevos rasgos especficos de la

    naturaleza humana q ue podran desembocar en la exigencia de condicio-

    nes hasta el presente no advertidas. 21

    3 La cuestin teleolgica

    a) La resistencia naturalista

    H asta ahora t enemos por cierto q ue el hombre existe y q ue su exis-

    tencia implica ciertas condiciones especialsimas a escala universal que,

    obviamente, se cumplen. Pero tambin sabemos que, en funcin de las le-

    yes segn las cuales parece regirse el dinamismo csmico, dichas condi-

    ciones, precisamente por ser especialsimas, son extraordinariamente im-probables. Entonces, la pregunta es: por qu ocurre algo cuya probabi-

    lidad a prior itiende a 0?La pregunta que se ha enunciado brinda tres lneas de respuesta po-

    sibles: si existe un Universo de suyo extremad amente improba ble,

    a) es absolutamente necesario en virtud de nuestra existencia, por lo

    cual el planteo se vuelve trivial;

    b) debe haber condiciones, no apreciables en primera instancia, que

    hagan a ese Universo algo ms bien altamente probable;

    c) en el fondo la existencia del U niverso no debe ser considerada co-

    mo un hecho aleatorio.

    La primera opcin se conoce como falacia del post factum . La se-

    gunda constituy e lo que podramos llamar la vertiente naturalista, q ue in-

    tenta subsumir el fenmeno de las grandes coincidencias cosmolgicas enpautas estrictamente naturales, sin recurso alguno a la int encionalidad. La

    tercera alternativa conduce a la lnea teleolgica, que postula la presencia

    de un curso finalista en la organizacin del Universo. El objetivo de esteapartado se restringe a las dos primeras, reservando la tercera para un de-

    sarrollo ms amplio en la ltima parte del trabajo.

    suelve pensando q u haramos en el lugar de Dio s, o q u nos convendra

    ms si fusemos una abeja, o de qu manera se supone que las cosas con-

    tribuyen a nuestrosintereses (sin contar con que no siempre nos interesa

    lo q ue verdaderamente es bueno para nosotro s).

    C abe entonces el interrogante de si, bajo el supuesto d e que existanverdaderos propsitos o tendencias en las cosas, le cabe a la ciencia positiva

    introducirlos como hip tesis explicativas. H ablando ms concretamente,puede la cosmolo ga, sin perder su carcter de ciencia, invocar como expli-

    cacin de fenmenos tales como la isotropa, la edad del Universo o la for-

    macin del carbono la afirmacin de que eso es lo ms conveniente para

    que se produzca la aparicin del hombre ? Es lcito postular una direccio-

    nalidad universal animada por el proy ecto de alcanzar la especie humana?

    N os parece que no ha llegado an el tiempo de una respuesta taxa-

    tiva. H ay signos claros en sentido afirmativo, segn se muestra en ciertas

    vertientes epistemolgicas q ue de ninguna manera d esautoriz an a la cien-

    cia para proceder conforme a normas de calidad preestablecidas. Sincomprometerse con la cuestin metafsica, se declara viable una lnea de

    investigacin que asuma el supuestode que las cosas responden a fines,aunque se mantiene la exigencia de que las conclusiones a que se llegue a

    partir de ese como siqueden sometidas a prueba experimental. Po dramos

    denominarlo, a pro puesta de algunos, una metodologa heurstica.20

    En cuanto a la capacidad predictiva del AP, los investigadores ms

    serios to dava lo ven estril bajo ese punto d e vista. Sin embargo, C arr y

    Rees plantean la situacin en trminos provisionales (no se han hecho

  • 7/25/2019 Principio Antrpico Teleolgico

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    187Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre

    23. It is true that had my parents not met and married, I would not be here to wri-te a paper on the design argument but that truism sheds no light on why in fact myparents did meet and marry. The weak principle suggests, in effect, that if the thou-sand men of the firing squad hadnt all missed me then I shouldnt be here to discussthe fact, so Ive no reason to find it curious. It may be the case that conditions A , B andC are the necessary preconditions for the occurence of an event E, but the weak anth-ropic principle sheds no light on the question of why the contingentconditions A, Band C should obtain in the first place. J . J . DAVIS, art. cit., 142.

    [EL PRINCIPIO ANTRPICO Y LA INTERPRETACIN TELEOLGICA DEL UNIVERSO]

    Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre186

    mous improbability of the evolution of intelligent life in general and Homo sapiens in

    particular does notmean we should be amazed we exist at all. This would make asmuch sense as Elizabeth II being amazed she is Queen of England. Even though theprobability of a given Briton being monarch is about 108, someonemust be. Only if the-re is a monarch is it possible for the monarch to calculate the improbability of her par-ticular existence. Similarly, only if an intelligent species does evolve is it possible forits members to ask how probable it is for an intelligence species to evolve. Both areexamples of WAP self-selection in action. Con esta y otras referencias Craig extraeuna conclusin drstica: ... although I have already seen this book cited by two pro-minent philosophers of religion in support of the teleological argument, I am convin-ced that the thrust of the book is fundamentally anti-theistic. The Anthropic Principleis essentially an attempt to complete the job, begun by Darwinian evolution, of dis-mantling the teleological argument by showing that the appearence of design in thephysical and cosmological quantities of the universe is just that: anappearence due tothe self-selection factor imposed on our observations by our own existence. (440).

    OSCAR H. BELTRN

    necesariamente. Veamos el comentario de santo Toms:

    Ensea el Fi lsofo, en el l ib ro V I de la M etafsica, que si d ecimos

    que todo efecto t iene alguna causa propia, y aadimos que, puesta

    la causa necesari ament e se sigue el efecto, result arque todos los fu-

    tu ros sucedern necesari ament e. Pues si todo efecto t iene una causa

    propia, haba que reducir todo fut uro a alguna causa presente o pre-tri ta. Por ejemplo, si preguntamos de algui en si sermuerto por l a-

    dr ones, este efecto ti ene una causa precedent e, que es el encuentr o

    con los lad rones; y ste, otr a, a saber, que el i ndi v iduo salga de ca-

    sa; y ste otr a, o sea, que qui era buscar agua; y esto t iene a su v ez

    una causa anteri or, es decir, la sed, que es causada por comid as sa-

    ladas actualmente o antes. Luego si, puesta l a causa, se sigue nece-

    sariamente el efecto, sern necesario tambin que, si come salad o,

    tenga sed; y si l a ti ene, que vaya a buscar agua; y si qui ere buscar-

    la, q ue salga de casa; y si sale, que se encuentre con los ladrones; y

    si l o encuentran, lo maten. Por lo t anto, juntando l o primero con lo

    lt im o, sernecesari o que a quien come salado lo mat en los lad ro-nes. (Suma contr a los Gent il es I I I , 94).

    D e modo, pues, q ue no t iene cabida excusarse de una explicacin d ela existencia humana y de las condiciones que la hacen posible como si la

    secuencia causal en su conjunto no hubiese podido ser de ot ro mo do. L o

    que justamente debe hacerse notar en este momento es la diferencia capi-

    tal q ue existe entre decir que el U niverso debe poseer determinadas ca-

    ractersticas y decir que nosotro s debemos observar en el Universo slo

    determinadas caractersticas. No es ciertamente sorprendente que no o b-

    servemos en el mundo condiciones incompatibles con nuestra existencia.

    Pero no por ello deja de ser sorprendente que slo existan aq uellas con-

    a.1) la falacia del post factum

    H ay aut ores que, considerando la relacin de consecuencia que se

    funda entre la existencia humana y las caractersticas del Universo, sienten

    que ya no queda nada ms por explicar. La emblemtica frase de Cart er Co-

    gito, ergo mundus talis estresume la conviccin d e que el mrito revolucio-nario de AP est, precisamente, en clausurar definitivamente toda vana es-

    peculacin sobre misterios, demiurgos y designios. Semejante forma depensar ha sido caracterizado con el ttulo de fi losofa antrpica.22

    Ahora bien, la trama argumental que pretende dar sustento a esta

    filosofa es claramente falaz , y representa una nueva versin del clsico

    post f actum. D ado q ue todo lo existente responde a una o varias causas,

    cada una d e las cuales igualmente remite a otr as, resulta t rivial poner en

    cuestin la serie causal q ue ha desembocado en la existencia de una d e-

    terminada cosa.

    Ya en Aristteles encontramos la respuesta adecuada desde la elabo-

    racin del concepto metafsico de potencia. Algunas cosas, ensea el Es-

    tagirita, suceden por necesidad y otras no. En este ltimo caso, como y a

    vimos ms arriba, t iene vigencia la necesidad cond icional o a posteri ori,segn lo cual puesto un efecto se sigue necesariamente la causa que lo

    produjo, mas no a la inversa. A partir de que tod o lo que acontece devie-

    ne necesario con necesidad de hecho (esto es, en cuanto ha efectivamente

    acontecido) y de la extendida identificacin q ue se hace entre causalidad

    y determinismo se entiende la confusin entre el orden lgico y el onto-lgico. Si bien es posible reconstruir apodcticamente una secuencia cau-

    sal a partir del efecto ltimo, no se sigue que esa secuencia haya acaecido

  • 7/25/2019 Principio Antrpico Teleolgico

    11/21

    189Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre

    25. En vez de suponer la materia infinita, como haca Epicuro, supongmosla fini-ta. Un nmero finito de partculas es susceptible solamente de trasposiciones finitas; yen una duracin infinita debe suceder necesariamente que cualquier orden o posicinposible haya sido adoptada un nmero infinito de veces. Por lo tanto este mundo, contodos sus acontecimientos, incluso el ms pequeo, ha sido antes producido y destrui-do y ser de nuevo producido y destruido sin ningn trmino ni limitacin. Nadie quetenga una concepcin de los poderes de lo infinito en comparacin con lo finito podrdudar nunca de esta afirmacin (p.151). BARROW y TIPLER aclaran por su parte que theinfinity alone is not a sufficient condition for this to occur; it must be an exhaustivelyrandom infinity in order to include all possibilities. ob. cit., nota n. 19, 24.

    [EL PRINCIPIO ANTRPICO Y LA INTERPRETACIN TELEOLGICA DEL UNIVERSO]

    Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre188

    24. Toda la historia de la ciencia ha consistido en una comprensin gradual deque los hechos no ocurren de una forma arbitraria, sino que reflejan un cierto ordensubyacente, el cual puede estar o no divinamente inspirado. Sera sencillamente na-tural suponer que este orden debera aplicarse no slo a las leyes, sino tambin a lascondiciones en la frontera del espacio-tiempo que especificaran el estado inicial deluniverso. Puede haber un gran nmero de modelos del universo con diferentes con-diciones iniciales, todos los cuales obedecen las leyes. Debera haber algn principioque escogiera un estado inicial, y por lo tanto un modelo, para representar nuestro uni-verso. S. HAWKING, Historia del tiempo, 164; Cf. J . BARROW - F. TIPLER, ob. cit., 19.

    OSCAR H. BELTRN

    jan la exorbitante improbabilidad de esa configuracin desacreditan de

    plano la pueril actitud de encogerse de hombros como si una cualidad se-

    mejante careciese de toda relevancia. De modo que no quedan ms que

    dos posibilidades a la vista: o b ien interpretamos esto como una prodigio-

    sa manifestacin de la Inteligencia D ivina que ha dispuesto tod o segn su

    Infinita Sabidura, o bien eludimos esta variante apelando, una vez ms, a

    mecanismos naturales, esto es, a patrones de selectiv idad int erna.24

    Pero aq u el problema se agrava, ya q ue no se trata de una seleccin

    entre diversas partes del U niverso, com o seran las mltiples especies vi-

    vientes con sus diversos grados de adaptabilidad, sino de una seleccin de

    la que r esulta el U niv erso mismo. Lo que resulta aqu verdaderamente de-

    safiante es concebir al Universo no y a como escenario de todo resultado

    posible, sino como un resultado ms en s mismo, como algo q ue sea a la

    vez un producto(algo hecho o engendrado) pero de ndole fsicao natu-

    ral(no como obra de una C ausa Trascendente). En este contexto aparece

    la hiptesis conocida como pluricsmicao de los U niv ersos mlt iples(en

    ingls M any Worlds o Worl ds Ensembl e), sin duda de las ms audaces y

    estimulantes de los ltimos tiempos.La idea general que la inspira sera la siguiente: dado q ue el U niver-

    so testimonia un ajuste extraordinario de sus partes a fin de hacer posible

    la vida y la existencia humana, y considerando impropia del discurso

    cientfico una hipt esis que recurra al diseo de un Art esano D ivino, de-

    be admitirse que este U niv ersoresulta de alguna forma de seleccin apli-

    cada sobre un conjunt o de Un iv ersos, con respecto al cual t enga sentido

    definir las condicio nes de adapt abilida d que este tiene. D ebe pensarse,pues, q ue existen otros mundo s que le den sentido a la pregunta acerca de

    por qu estamos en, u observamos, o simplemente existe este.

    El enunciado genrico de la idea que acabamos de expresar puede

    denominarse principio de plenitu d: la realizacin de to das las posibilida-des de un sistema vuelve necesaria a cada una de ellas. En un pasaje del li-

    diciones que son compatibles con nuestra existencia. Es o bvio para cual-

    quier hijo que no estara aqu si sus padres no se hubiesen casado, pero

    no es obvio q ue lo hayan hecho. Si acaso sobrevivo a un pelotn d e fusi-

    lamiento no debe sorprenderme el no estar muerto (de otro modo mal

    podra sorprenderme), pero es ms que sorprendente que ninguno de los

    tiradores haya dado en el blanco.23 En el primer caso hay un modus po-

    nendo ponensque involucra una proposicin condicional: si me interro-go luego no estoy muerto. Lo difcil es probar la premisa que afirma el

    antecedente: cmo es posible que, en efecto, an est con vida?

    a.2) la perspectiva naturalista

    D esde la entroniza cin del modelo fsico-matemtico, la visin de la

    naturaleza ha tomado un sesgo claramente anti-finalista. Ms all del reco-

    nocimiento de los aspectos ventajosos o favorables que se muestran por

    doquier, se impone una disciplina, no exenta a veces de trasfondos ideol-

    gicos, que consiste en eliminar cualquier supuesto tendencial que pueda

    conducir a la afirmacin de propsitos o intenciones realizadas en el orden

    fsico. Y esta perspectiva involucra tambin al mbito de la cosmologa.

    C uando en su momento se postul la teora de la evolucin, sobre to-

    do con la obra de C h. D arwin, se gener una verdadera conmocin inte-

    lectual ya que por primera vez se conceba lo que podramos llamar un

    mecanismo creador, vale decir, una secuencia de pro cedimientos naturalescapaz de engendrar orden, algo que hasta entonces slo poda pensarse co-

    mo directamente atribuble a una causa inteligente, en este caso de orden

    divino. Tal vez lo ms fascinant e que siempre tuvo esta co ncepcin es pre-

    cisamente la posibilidad de una alternativa al modelo creativo-artesanal

    cuya pint oresca descripcin segn el G nesis pareca quedar superada.

    En relacin a la naturaleza del U niverso pod ramos reconocer un es-

    quema de reflexin similar: he aqu una totalidad imbuida de un fortsimosentido de orden y armona, a los cuales el AP puede expresar en trminos

    de adaptacin a la existencia humana. Los clculos matemticos que refle-

  • 7/25/2019 Principio Antrpico Teleolgico

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    Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre190

    26. Idem.

    OSCAR H. BELTRN

    marn en general a l a isotr opa. D ado que parecera que la existen-

    cia de galaxi as es una condi cin necesari a para el desarr ollo de vi da

    in teli gente, la r espuesta a l a cuesti n por ques istr opo el un i-

    verso? es porque estamos aqu (p. 334, cit. en ALONSO , p. 28)

    Por ltimo, hacemos mencin de los modelos de J. Wheeler. En rea-

    lidad se trata de dos propuestas fo rmuladas sucesivamente, a las q ue va-mos a denominar modelo Wheeler 1 y modelo Wheeler 2, segn el

    orden de aparicin en la literatura cientfica.

    El mod elo Wheeler 1 es conocido co mo Univ erso oscilante o Univer-

    so pul stil. Se trata de una versin mejorada, y a to no con los adelantos de

    la cosmologa del siglo X X, de aq uella intuicin furtiva de H ume: comoun jugador de pker que mezcla infinitas veces las cartas y as obtiene tar-

    de o temprano una mano favorable (incluso infinitas veces...), nuestro

    Universo es apenas un ensayo ms en una secuencia infinita de explosio-

    nes y colapsos. Slo que en este caso no slo se alteran las condiciones ini-

    ciales de un inicio a otro, sino tambin las mismas leyes fsicas.

    C on respecto al mo delo Wheeler 2, est ba sado en las especulacionesde la fsica cuntica, segn las cuales hay una indeterminacin intrnseca

    en los fenmenos fsicos que se quiebra por la intervencin del observa-

    dor. Ahora bien, si cada acto observativo define, por ejemplo, la tray ecto-

    ria de una partcula, define tambin todos los procesos causales que se de-

    sencadenan a partir de ella y, en ltima instancia, define un curso posibledel Universo entero. Ms simplemente, determina un Un iverso completo.

    Este proceso, planteado desde el Big Bang mismo, da origen a mltiples

    Universos con enormes diferencias entre s: tasa de expansin, turbulen-

    cia, nivel de las fuerzas bsicas, etc. D e esta manera puede justificarse aun

    un mundo extremadamente improbable como el nuestro, apto para la vi-

    da, pues no es ms que una ramificacin finsima del rbol de posibilida-des. Es en este contexto donde cabe aplicar AP: el universo que observa-

    mos no puede sino satisfacer las condiciones que supone la existencia de

    observadores. Es el propio Wheeler quien, llevando hasta el extremo la

    conjetura sobre la relacin entre el U niverso y el acto de observacin, for-

    mula por la misma poca el llamado Principio A ntrpico Participatorio:

    L os observadores son necesari os para que llegue a existir el U niv er-

    so(en B&T, p. 22)

    191Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre

    [EL PRINCIPIO ANTRPICO Y LA INTERPRETACIN TELEOLGICA DEL UNIVERSO]

    bro VIII de los D ilogos sobre l a reli gin natu ral de D . H ume, el perso-

    naje de Filn rechaza los argumentos de sus interlocutores en favor de la

    existencia de Dio s, contraponiendo la posibilidad de q ue el mundo sea in-

    finitamente viejo pero fo rmado po r un nmero finito de partculas, suje-

    tas a comb inaciones al azar. Est claro q ue, en esas condiciones, tod as las

    posibilidades se realizan a la larga, motivo por el cual no hay lugar para

    sorprenderse de la perfeccin que hoy contemplamos en las cosas.25

    La segunda variante la tenemos en la teora de C arter que y a presen-

    tamos: como un expediente para soslayar argumentos testas, este A. in-

    voca la idea de que all logically possibl e uni verses consistent w it h classical

    big- bang cosmology actual ly coexist.26 En su conjunto, estos Universos

    realizan tod as las posibilidades de combinacin de las pro piedades geo-

    mtricas y fsicas, de tal modo que la vida slo se desarrolla en aquellos

    donde se verifican las condiciones que plantea el AP.

    Po r la misma poca aparece un llamativo trabajo de C ollins y H aw -

    king que plantea el problema de la isotropa del U niverso. L lamamos iso-

    tropa a la cualidad por la q ue el Universo ostenta el mismo aspecto en

    cualquier direccin hacia la cual se observe. Esta propiedad sospechada apartir del perfeccionamiento de la investigacin telescpica desde el siglo

    XI X sirvi de base para la formulacin del principio cosmolgico que y a

    hemos citado. A su vez tuvo una espectacular confirmacin en el hallaz-

    go de la radiacin de fond o, cuy o valor de 2, 7 K se revel sorprenden-

    temente uniforme.

    El prob lema que surge aqu es que dicha isotro pa no parece tener

    una explicacin satisfactoria por d iversas razo nes tcnicas. Adems, co-

    mo probaro n luego Barro w y Tipler, cualquier modelo cosmolgico, aun

    cuando alcance transitoriamente un estado d e isotropa, t iende inexora-

    blemente a volverse no isotrpico. Ante semejantes dificultades, los au-

    tores acaban por reconocer la posibilidad de aplicar el criterio antr pico:

    ... hay un nmero de un iv ersos muy grande, con todas las combina-

    ciones posib les de dat os in icial es y de valores de constan tes funda-

    mental es... Es slo en los univ ersos que tienen muy aproximada-

    ment e la v elocidad de escape donde cabra esperar que se desarr o-

    ll asen galaxi as, y hemos descubi erto que tales un iv ersos se aprox i-

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    193Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre

    typewriters would not. The universe as known by modern physicists, with its finely tu-ned parts, operating according to regular laws, so as to produce a significant result -conscious life- is, on this contruction, a contrivance. If human contrivances are the pro-ducts of intelligent design, and if the empirical evidence shows that the universe is inrelevant aspects analogous to a human contrivance, then it is valid to infer that theuniverse as a whole is the product of intelligent design. (146-147).

    [EL PRINCIPIO ANTRPICO Y LA INTERPRETACIN TELEOLGICA DEL UNIVERSO]

    Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre192

    27. Vase especialmente M. ARTIGAS, La mente del Universo, Pamplona, EUNSA ,2000 (en particular la Segunda Parte: Auto-organizacin y accin divina). Este com-

    pletsimo tratado pone al da y enriquece otros textos de la prolfica labor de este des-tacado autor, en particular La inteligibilidad de la naturaleza (1992) yFilosofa de la Na-turaleza (1997), 4a ed.

    28. Uno de los autores que mayor nfasis aplica a este carcter del mundo en tr-minos de una discusin sobre el diseo es J . J . DAVIES, quien en su artculo referidosostiene: If the physical universe is in significant respects analogous to a human con-trivance, then it is plausible to infer that it, too, is the product of intell igent design. [...]My argument, then, is that the world as a whole, in those aspects of interest to mo-dern physics, is analogous to a human contrivance. By contrivance I mean a complexentity whose interrelated and interdependent parts are delicately adjusted to one anot-her, and function over time in a regular, law-like manner, so as to produce an intellec-tually interesting result. By this definition a computer and printer producing an accu-rate readout, or a symphony orchestra playing Beethovens Fifth, would be instancesof contrivances, while one thousand monkeys pounding randomly on one thousand

    OSCAR H. BELTRN

    de expresar, por caminos insospechados y con una eficacia asombrosa en

    comparacin con los recursos observables, virtualidades fecundas y varia-

    dsimas. H asta en las ms pequeas manifestaciones de la Natura leza se re-

    vela una compleja y sutilsima trama de elementos que se auto-organizan

    y se regulan bajo patrones de informacin tan precisos como flexibles. A

    la vista de tantos prodigios, y ahora con mucho ms sustento que en pasa-

    do, la mente humana se inclina, casi como por gravedad, a postular la exis-tencia de una Inteligencia Infinita, Sabia y O mnipotente, como nica ra-

    zn suficiente de la existencia de este deslumbrante espectculo.28

    A la vez q ue proliferan los indicios de un obrar divino, vamos des-cubriendo tambin que los caminos del Seor no son los nuestros, y que

    la analoga del U niverso co n un reloj responde ms a la pobreza de nues-

    tra imaginacin e industria q ue a las posibilidades inagotables del H ace-

    dor. En part icular, resulta asombro so el modo en que las leyes naturales

    conviven bajo un rgimen de azar y contingencia.

    Adems, y como el propio Artigas se ocupa de sealar, esta autono -

    ma y libertad restringida que define la accin natural es, tambin, la

    explicacin de una realidad siempre spera y que ha menudo se ha toma-do co mo argumento contra la existencia de D ios: la presencia del mal f-

    sico. Pero no podra ser de otra manera, si se privilegia la capacidad pro-

    pia, as como limitada, de cada naturaleza individual. A un cosmos que

    reclama a la vez la autora de D ios, pero que no d eja por ello de ser au-

    tnticamente natural, dotado de dinamismo propio y genuino, slo que-

    da un mod o posible de comprenderlo, a saber, como una creatura.

    c) Santo Toms y la dimensin antrpica del U niverso

    D esde la Antigedad se pensaba q ue la perfeccin del alma, y su

    consiguiente felicidad, estaba en aquello de fieri quodammodo omnia, ha-

    cerse de alguna manera to das las cosas. En el U niverso co nceptual de san-to Toms de Aquino no slo encontramos esa totalidad como q uiz en

    ninguna otra mente, sino que tambin parecen estar en su debido lugar

    dentro de l los grandes sistemas y doctrinas del pensamiento.

    En los escritos del Aquinate sobresale su predileccin por el lengua-

    Esta formulacin pretende ser una aplicacin a escala cosmolgica de

    la interpretacin de C openhague de la fsica cuntica, de acuerdo con la

    cual la no decidibilidad de un sistema esencialmente probabilstico slo

    puede quebrantarse a partir del acto de observacin que afecta intrnseca-

    mente a la naturaleza de lo o bservado. L a realidad misma de lo q ue vemos

    es, en ltima instancia, una resultante del acto de un observador que, al

    completar por as decirlo la dupla sujeto-objeto, le confiere su sustento.Esta idea del PAP no debe confundirse, empero, con SAP ni tampo-

    co con una aseveracin determinista en cuanto a la presencia de observa-

    dores. Lo que parece intentar este A. es trascender la discusin sobre elAP para instalarse en un mbito ms fundacional, por decirlo as: aquel

    en el que se discute el sentido ltimo de la observacionalidad y su rela-

    cin con el mundo.

    b) El sentido finalista en la ciencia actual

    La visin actual de la ciencia muestra, con indita elocuencia, que

    tanto en su aspecto estructural como dinmico el mundo se rige segn

    pautas de una extrema racionalidad.27 Si bien desde siempre se supuso la

    vigencia de un orden expresable en criterios de coherencia y regularidad,

    el panorama de ho y resulta mucho ms explcito en esa misma direccin.

    Tal como hemo s reseado , el modelo mecnico del U niverso, q ue de su-

    yo bast para alcanzar un important e desarrollo del conocimiento cient-fico y sigue siendo, a determinados niveles de anlisis, una perspectiva

    aceptable, dej paso a una visin y a un lenguaje originales. U na concep-

    cin q ue aade a los aspectos analticos de la legalidad natural una d imen-

    sin holstica, sinttica, que muestra en los seres mundanos la capacidad

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    195Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre

    [EL PRINCIPIO ANTRPICO Y LA INTERPRETACIN TELEOLGICA DEL UNIVERSO]

    Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre194

    29. S. Theol. I, 2, 3; S. C. G. I, 13.30. Cf. Las referencias del P. RAMREZ en De hominis beatitudine, t. III, de sus Obras

    Completas, Madrid, CSIC, 1972, 324-332.31. In II Physic., lect. 8, n. 14.

    OSCAR H. BELTRN

    cia del orden creado, al que si bien no le compete existir de por s, es ca-

    paz de participar el ser de acuerdo al modo de la subsistencia y constituir

    as verdaderos centros onto lgicos. El D octor Anglico asume plena-

    mente la doctrina aristotlica de la sustancia primera transfiriendo al po-

    der de D ios la capacidad para q ue llegue a ser, y para q ue llegue a ser en

    s. Po r eso es que, una vez creadas, las cosas asumen una naturaleza capaz

    de desplegar su dinamismo sin recurso a una intervencin directa y con-tinua de D ios. En o tras palabras, ni la naturaleza es creadora ni se com-

    porta como una marioneta meramente pasiva.31

    A partir de esta afirmacin de la auto noma del ser creado, el smilde la artesana ayuda a comprender que, no o bstante su omnipotencia, la

    virtud divina t ambin responde a la necesidad condicional q ue prescribe

    la exigencia de ciertos medios para ciertos fines.

    ... lo debido en las obras de D ios no se atrib uye sino a l a form a, la

    cual es fi n de la operacin. Pues no siendo i ndefi nid a, posee pri nci-

    pios determ inados, sin l os cuales no podra existir, y un determi na-

    do modo de ser, como si d ijram os que, bajo el supuesto de que D iospretenda hacer al hombre, es necesari o y debi do que le confi era un

    alma racional y un cuerpo orgni co, sin l os cuales el hombr e no po-

    dra existi r. Y del mi smo modo podemos afir marl o acerca del un i-

    verso. Pues no es necesari o ni debido que D ios haya querido consti -

    tuir tal uni verso, ni en v irt ud del fin ni de la potencia eficiente ni de

    la materia, como se dijo. M as bajo el supuesto de que D ios quiera

    producir tal uni verso, fue necesari o que haya producido t ales y ta-

    les criatu ras, a parti r de las cuales surgiese tal f orma de uni verso. Y

    dado que la perfeccin m isma del uni verso requiere multi tud y di -

    versidad de cosas, ya que no puede darse en una de ell as, fue nece-

    sari o a part ir d el supuesto de la forma intent ada que D ios produ je-se muchas y di versas criatu ras, algunas simples, otr as compuestas,

    algunas corr upti bles, otras incorrupt ibl es. De Pot. 3, 16.

    C onforme a esto, si q ueremos asumir la comprensin del U niverso,

    en los modestsimos lmites que nos sea permitido, no podemos seguir el

    camino de la necesidad ciega de las causas inferiores, ni tampoco el de la

    je metafsico de Aristt eles, y en lo q ue respecta a la teora de la finalidad

    en el mundo natural no encuentra nada desechable. Pero Toms tambin

    conoca a los neoplatnicos, sobre todo san Agustn y D ionisio, y fue en

    ellos que encontr el punto de equilibrio con los planteos del Estagirita.

    La t eleologa aristot lica se aparta en cierto sentido de una intuicin muy

    valiosa, como es la de la visin artesanal del Universo, la de D ios como

    N atura Naturansquien, a travs de la participacin, comunica su ser a lascosas y a la vez las llama por la inclinacin puesta en ellas para q ue retor-

    nen por s mismas a su principio. A esta idea de circularidad entre el Au-

    tor U niversal y su o bra adase el aporte de la filosofa estoica, en la que

    aparece resaltada la idea del Mundo como tot alidad y la Pro videncia, y as

    se entender el amplio panorama que el D octor Anglico fue capaz d e

    sintetizar con la levadura de la fe, y especialmente con el dogma de la

    creacin.

    Est en el coraz n d el mtodo d e santo Toms el proceder circular-

    mente entre las causas y sus efectos, entre los principios y lo que provie-

    ne de ellos. El momento ascendente de la contemplacin culmina en la

    afirmacin de la Primera Causa, absolutamente trascendente y razn detodo lo existente. U no de lo s caminos que emplea Santo Toms para lle-

    gar a la existencia de D ios, seguramente el ms tradicional y de may or efi-

    cacia persuasiva, apela a la idea de finalidad bajo diversos aspectos.29

    Muchos podran detenerse aqu. El mrito de la visin de Toms es-

    t en servirse de esa luz del Primer Principio para ver t odas las cosas, co-

    mo si dijsemos, desde l. Ya no se trata, pues, de una perspectiva segn

    el mtodo emprico-reflexivo, q ue procede por demostraciones a poste-

    riori, desde los efectos a sus causas. Es la contemplacin que muestra el

    revs de las cosas, aquello que las define a partir de su origen y su desti-

    no trascendente. En suma, es asumir hasta las ltimas consecuencias el

    principio q ue afirma: O pus N aturae est opus In telligentiae.30

    La creacin se define como la produccin de un ente desde la nada.

    Es la donacin total del ser, sin presupuesto de materia o de otra causa

    coady uvante. En t al sentido, santo Toms proclama la legtima consisten-

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    197Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre

    33. S. C. G. III, 18 y 19.34. S. Theol. I, 47, 2.35. S. C. G. III, 100.

    [EL PRINCIPIO ANTRPICO Y LA INTERPRETACIN TELEOLGICA DEL UNIVERSO]

    Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre196

    32. Un caso particular de esta doctrina se refiere al problema de la multiplicidadde mundos. Ya hemos visto la considerable adhesin que ha ganado la hiptesis delensamble de universos entre los cosmlogos ms actuales. Segn el juicio de santoToms una hiptesis semejante es inadmisible, porque contradice la unidad del Crea-dor y su reflejo en el mundo creado. Cf. I, 47, 3 et ad 2m, De Pot. 3, 16 ad 1m.

    OSCAR H. BELTRN

    in nob les son par a las ms nob les ascomo l as que son i nf eri ores al

    hombr e se ordenan al homb re. Finalmente, cada criatu ra es para la

    perfeccin de todo el univ erso. Y luego, el uni verso todo, con cada

    una de sus partes, se ordena a D ios como a su fin... (I , 65, 2).

    Mas debe considerarse seguidamente q ue aquel fin q ue D ios mismo

    representa para todas las cosas no debe entenderse como algo que ellasdeban realizar, sino como algo a ser alcanzado de alguna manera. Y la ma-nera de alcanzarlo es por la va de una cierta semejanza de la creatura con

    respecto a su C reador,33 la cual consiste en la participacindel mismo Ser,

    y como expresin concretiva de ella la de los dems atributos que emi-

    nentemente se realizan en la Simplicidad D ivina. As mismo, en raz n de

    que el obrar sigue al ser, la participacin de las cosas en cuanto al ser sig-

    nifica igualmente una participacin de la causalidad eficiente. Co mo co n-

    secuencia inmediata de la diversidad entitativa, que se establece por el ac-

    to esencial de la forma, surge la diversidad en la o peracin. Y tanto en un

    caso como en el otro, la diversidad supone grados por los cuales se esta-

    blezca la d istincin correspondiente.34

    Si nos detenemos ahora en el plano dinmico, la consecuencia de la

    diferenciacin gradual de las cosas es doble:

    a) puesto que hay grados en la part icipacin d e la causalidad, segn

    lo cual algunos entes son ms activos y otro s ms pasivos, como as tam-

    bin unos son ms activos q ue otros, se sigue que conforme al orden lo

    ms perfecto t ienda a obrar sob re lo menos perfecto.35

    b) ya que se ha establecido la diversidad de o peraciones, puesto q ue

    cada una de ellas se especifica de acuerdo a su fin, habr diversos fines

    particulares conforme a la multitud de aq uellas operaciones. Y d e confor-

    midad al o rden, lo q ue es ms imperfecto se orientar a lo q ue es ms per-

    fecto cual un f in intermedio en la consecucin d el fin ltimo.Esta ascensin en la trama de los fines se justifica tanto por la nece-

    saria proporcin entre la naturaleza de cada cosa y aquello a lo q ue inme-

    diatamente ha de ordenarse como un bien propio para s, como por la

    esencial insuficiencia que supone clausurar la existencia de cada cosa ensu exclusiva auto-finalizacin. Siguiendo ot ra analoga usual en santo To-

    necesidad matemtica de un d ios despersonalizado. Slo pod emos avan-

    zar entendiendo que, si bien el acto mismo de la creacin posee absoluta

    gratuidad, tamb in est atravesado po r la inteligibilidad que le comunica

    el Entender D ivino.

    Vemoslo mejor: hay un rasgo d e incuestionable importancia en el

    marco de la creacin que es la unidad. En efecto, si por un lado no s im-

    presiona la multiplicidad y diversidad de seres que pueblan el mundo, nopodemos dejar de admirar, con may or fuerza an, la profunda unidad q ue

    esa multitud exhibe, y por la que merece verdaderamente el nombre de

    uni-verso. La realidad, que es plural en s misma, tiene una cierta raznde unidad, q ue se manifiesta ante t odo en la participacin del ser.32

    H ablando con amplitud se dice que la unidad de una multiplicidad

    no es otra co sa que el orden. Santo Toms caracteriza al cosmos precisa-mente como un todo de orden, que es el modo analgico en que lo ml-

    tiple expresa, imperfectamente, la perfeccin trascendental de la unidad.

    L a perfeccin del un iv erso no es la perf eccin de una persona o supues-

    to, sino de lo que es uno en la posicin o el orden. (I I I , 4, 1 ad 4m).

    Ahora bien, segn dice en otra parte nuestro autor, tota ratio ordinis

    quam sapiens regus a se factis imponit , a fine sumit ur (I, 25, 5). En conse-cuencia, siendo D ios el Ser Subsistente es tambin el Bien Supremo y, por

    ende, el Fin ltimo al cual todas las cosas por l creadas han de ordenarse:

    El uni verso entero estconstit uido por t odas las cri atur as como un

    todo por sus part es. Si queremos asignar un f in a algo del todo y de

    sus part es, encontr amos en pr imer lugar que las partes indiv iduales

    son para sus actos, como el ojo lo es para el ver. En segundo lugar, l a

    part e ms innoble es para la ms noble, como el senti do par a el i nte-lecto y el pulm n para el corazn. En tercer lugar, todas las partes

    son para la perf eccin del t odo, como l a materi a para la f orma, pues

    las partes son como la materi a del todo... Aspues cada cri atu ra es

    para su propio acto y perfeccin. En segundo l ugar, l as criat ur as ms

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    Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre198

    OSCAR H. BELTRN

    divi na es el que se verif ica por medio del entendimiento, por el cual

    nos asim il amos ms a Dios. Las cri atu ras in telectuales son l as ms per-

    fectas, y por l o mi smo que se aproximan ms a la semejanza di vi na, se

    dice que han sido hechas a imagen de D ios (C.Th. c75).

    segn la causalidad, ya que siendo lo propio del hombre obrar se-

    gn entendimiento y voluntad, d e esta manera se asemeja ms q uecualquier otro ser natural a la C ausa Primera:

    U na cosa se asemeja perf ectamente a otra cuando no solamente es

    una mi sma l a especie de l a accin, sino t amb in uno m ismo el mo-

    do de obr ar. L uego fue preciso para la suma perf eccin de las cosas

    que hubiese algunas creatur as que obr asen como D ios obra, y dado

    que D ios obra, segn fue dicho, por entendi mi ento y volu ntad, fu e

    convenient e que hubi ese algunas creatur as dot adas de esas facul ta-

    des (S.C.G . II , 46).

    segn la operacin, en cuanto el hombre constituye la imitacinms acabada de la Interioridad D ivina, pues no slo opera, en lo

    que muestra la perfeccin de la inmanencia, sino que su conoci-

    miento llega al ente y lo universal, por lo que se hace especialmen-te semejante a D ios:

    ... el f in lti mo del U niv erso es D ios, a qui en slo l a creatur a int elec-

    tu al puede alcanzar en smi smo, es decir conocindolo y amndolo

    [...] Es evidente que las part es se ordenan en su tot ali dad a la perfec-

    cin del t odo; porque no es el todo para las part es, sino stas para l.

    Ahora bien, las natur alezas int electuales tienen mayor af ini dad con

    el todo que las restantes naturalezas, porque cualqu ier sustancia i n-

    telectual es de alguna manera todo, ya que con su entendimientoabarca la tot alidad del ser, mientras que otra sustancia cualqui era

    slo tiene una parti cipacin indi vi dual del ser (S.C.G . I I I , 112).

    Po r lo tant o, el hombre es lo ms perfecto de la naturaleza y, conse-

    cuentemente, aquella criatura para la cual todo lo dems ha sido hecho y

    a la que finalmente se ordena en trminos de inmanencia.

    ... cuanto ms poster ior y perf ecto es un acto, t ant o ms pri ncipal -

    199Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre

    [EL PRINCIPIO ANTRPICO Y LA INTERPRETACIN TELEOLGICA DEL UNIVERSO]

    ms, la del to do social, hay adems de los intereses individuales aquellos

    que se refieren al bien comn, que es por su parte lo ms excelente que

    cada individuo puede participar. Y as tambin las diversas creaturas, al

    mismo tiempo que, obedeciendo a su naturaleza persiguen los fines espe-

    cficos, se abren de alguna manera para contribuir a la consumacin de

    aquel fin capaz d e ser querido po r s mismo.

    Ya podemos recapitular esta parte del recorrido, viendo en panoramacmo, bajo la necesidad hipottica, el acto creador d e D ios dispone todas

    las cosas en orden a un fin, que no puede ser otro que l mismo. Y dicha

    disposicin consiste en otorgar a las cosas la semejanza divina del modoms conveniente, cual es distribuyendo sus dones en diversidad de sujetos,

    para que ninguna perfeccin quede sin manifestarse, y a fin de que la mul-

    titud ordenada de las cosas exprese en su armona la grandeza del Creador.

    Esta diversidad se estratifica jerrquicamente segn las causas intrnsecas

    (pues hay sustancias simples y compuestas) y segn las causas extrnsecas,

    ya q ue Dios participa de su virtud causal y de su condicin de Fin de tal

    modo que en el Un iverso se desplieguen autnticas causas segundas, q ue a

    modo de instrumentos del designio creador cooperen en la consumacindel orden, ya en el obrar particular, ya a modo universal. Y tambin en la

    finalidad los entes ms perfectos y apetecibles hacen de trminos transito-

    rios del devenir natural de los ms imperfectos.

    Pero el punto crucial es que, estableciendo los debidos parmetros,

    podemos inferir que hay una creatura a la que corresponde, en el orden

    inmanente, la primaca y la cspide de este orden jerrquico que somera-

    mente pretendimos exponer. Y esa creatura no es otra que el hombre.

    En efecto, hay tres pautas desde las cuales puede justificarse el pro-

    tagonismo de la persona humana:

    segn la actualidad, en raz n de su alma espiritual el hombre so-bresale como aquel que ms plenamente participa del ser como ac-

    to en el orden visible:

    hay ciertos seres que en un grado nf imo part icipan de la semejanza

    divi na, pero slo en cuant o al ser, como l os seres inan imados; otros par-

    ti cipan del ser y de la v ida, como las plant as; otros en cuanto al sentir,

    como los animales; pero el mejor modo de parti cipar de la semejanza

  • 7/25/2019 Principio Antrpico Teleolgico

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    201Tomo XLI N 78 Ao 2001: 2 semestre

    36. Por ejemplo, Deus primas res instituit in perfecto statu suae naturae, secun-dum quod uniuscuiusque rei species exigebat. I, 90, 4.

    37. As es como afirma que la supuesta inmovilidad sustancial del cielo admitiraexplicarse por la extrema lentitud de sus cambios. In I De Caelo. L. 7, n. 6.

    38. I, 71, u. ad 1m et4m.39. S. Theol. I, 73, 1 ad 3m.

    [EL PRINCIPIO ANTRPICO Y LA INTERPRETACIN TELEOLGICA DEL UNIVERSO]

    de la fe, no en el sentido de que se trate de una argumentacin meramen-

    te teolgica, sino, como ya lo sealamos a propsito del creacionismo,

    como una cierta atmsfera impregnada de la Revelacin q ue va sealan-

    do silenciosamente los caminos que despus la raz n reencontrar po r su

    cuenta. Una vez ms resulta oportuna la comparacin de S. S. Len X III ,

    quien al referirse al influjo de la fe sobre la inteligencia la toma como la

    estrella que gua al navegante. La estrella no hace ms que brillar, y asmarcar un rumbo. Pero q uien debe conducir la nave hacia all es el pilo-

    to, no la estrella. Por eso, la ayuda que la fe proporciona a la razn no in-

    valida el esfuerzo que sta debe realizar, ni la despoja de su debida auto-

    noma. C onsideramos as que al invocar el clima de la cosmovisin cris-

    tiana como entorno del pensamiento de santo Toms no le estamos cues-

    tionando su estricta validez racional.

    O tro aspecto q ue resulta muy co mplejo, pero q ue vale la pena siquie-

    ra roz ar en este momento, es el de la perspectiva evolut iva del U niverso.

    El marco general de la visin tomasiana est prximo al fijismo aristotli-

    co y platnico.36 Tal opcin viene reforzada por el respeto que inspiraba la

    obra cientfica del Estag irita, pese a lo cual Toms preserva un margen delibertad del cual, como ya indicaremos, pareci ms de una vez hacer uso.37

    No obstante, hay en su pensamiento una ponderable influencia de san

    Agustn. Y como es sabido, el obispo de H ipona, a quien el asunto del G -

    nesis s lo preocupaba de manera especial, acu como herramienta de

    exgesis del hexameronla teora de las razones seminales, cuyos antece-

    dentes habr seguramente detectado en los escritos del estoicismo

    ... sicut matr es grav idae sunt foetibus, sic ipse mundus est gr avi dus

    causis nascentium, (D e Trin. I I I , 9 [cit. en I , 115, 2 ad 4m] ).

    Al hacer su propio comentario sobre los primeros versculos del G -nesis, santo Toms contrapone la sentencia de san Agustn, en trminos

    digamos evolucionistas , a la del resto d e los Santos Padres. Y si bien

    Toms parece conformarse con admitir la posibilidad de ambas sin ofen-

    ment e tiende hacia l el apetit o de la mat eria. E s preciso, pues, que

    el apeti to con que la materia apetece la form a tienda, como a lt imo

    fi n de la generacin, hacia el acto lt im o y perf ectsimo que ella sea

    capaz de alcanzar. Pero en los actos de las formas hay una gradua-

    cin. Pues la mat eria pr ima esten potencia, en pr imer lugar, con

    respecto a la f orma elemental. Y bajo l a forma elemental se encuen-

    tr a en potencia par a la del cuerpo compuesto, pues ste tiene comomateri a los elementos. Y bajo la f orma del compuesto, para el alma

    vegetat iv a, porque el alma de tal cuerpo es tambin un acto. Ade-

    ms, el alma v egetat iv a esten pot encia para la sensit iv a, y sta pa-

    ra l a int electiva... Y tr as esta f orma no hay otr a posterior ni ms dig-

    na en el mundo de la generacin y de la corr upcin. As, pues, el l-

    timo fi n de la generacin de todo es el alma humana, y a ella t iende

    la materi a como a su lt im a forma. En r esumen: las cosas elementa-

    les exi sten para las compuestas; stas para los vi v ien tes; y entr e stos,

    las plant as para los animal es y stos para el hombre. En consecuen-

    cia, el hombre es el fin de toda la generacin (S.C.G. I I I , 22).

    L as cosas que nat ur almente se hacen son empl eadas segn su desti -no, y asvemos que las cosas imper fectas se desti nan para el uso de

    los seres ms nob les. De este modo es como las plant as se alimentan

    de la t ierr a, los animal es de las plantas, y todo estdesti nado para

    el uso del hombre. Por consigui ente, las cosas inanimadas han sido

    creadas para las animadas, las plan tas para los anim ales, y todo es-

    to para el homb re. H abiendo demostrado ant es que la natur aleza

    int electual e