Trilling, W., Jesús y Los Problemas de Su Historicidad

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IESUS Y LOS PROBLEMAS DE SU HISTORICIDAD

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  • IESUS Y LOS PROBLEMAS

    DE SU HISTORICIDAD

  • WOLFGANG TRILLING

    JESS Y LOS PROBLEMAS DE SU HISTORICIDAD

    BARCELONA EDITORIAL HERDER

    1975

  • Traduccin de CONSTANTINO RUIZ GARRIDO, de la obra de WOLFOANO TRILLING, Fragen zur Geschichtlichkeit Jesu,

    Patmos-Veriag, Dusseldorf 21967 (revisada y aadida por el autor en 1968)

    Primera edicin 1970 Segunda edicin 1975

    IMPRMASE: Barcelona, 26 de abril de 1968 Dr, JOS C \PM\NY, vicario episcopal

    (3 Palmos- Verlag, Dusseldorf 1966 Editorial Herder S.A Provenza 388, Barcelona (Espaa) 1970

    ISBN 84-254-0483-5

    Es PROPIEDAD DEPOSITO LEGAL: B. 40.239-1974 PRINTED IN SPAIN

    GRAFESA - aples, 249 - Barcelona

    Al profesor Dr. Josef Schmid

    y al profesor Dr. Gottlieb Shngen

    con admiracin y agradecimiento

  • NDICE

    Prlogo 9 Siglas 13 Introduccin 15

    Parte primera PROBLEMAS FUNDAMENTALES

    I. Por qu no hay ninguna vida de Jess? 31 II. Qu sabemos con segundad acerca de Jess? . . . . 50

    III. Los testimonios extracristianos acerca de Jess . . . . 60

    Parte segunda PROBLEMAS PARTICULARES DE LA VIDA y DOCTRINA DE JESS

    I. Problemas de cronologa 75 II. La problemtica de los relatos de la infancia . . . . 85

    III. Jess y la ley 98 IV. La cuestin de los milagros 115 V. Qu ense Jess acerca del fin del mundo? . . . . 126

    VI. La cuestin de la ltima cena 148 VII. El proceso de Jess 156

    VIII. La resurreccin de Jess . 169

    Parte tercera REFLEXIONES FINALES

    I. El misterio del Jess histrico 195 II. La interpretacin del misterio por los evangelistas . . . 207

    Lugares bblicos 217 ndice de nombres 220

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  • PRLOGO

    Cualquiera vacilara hoy ante una tarea como la que vamos a emprender aqu. El estado actual de la investigacin, y sobre todo la inmensidad de la bibliografa, inabarcable ya, desde hace unos decenios, infunden desaliento. Si, a pesar de todo, se lanza uno a tal empresa, tiene que haber razones importantes. Voy a ex-poner brevemente las que me han movido a m.

    Yo dira que la razn ms importante es que son muchos los que se interesan por estos problemas, pero no hay obras que les den una visin de conjunto. Tan slo las escasas personas que, por su especialidad y su profesin, se ocupan de este asunto, disponen de medios para enjuiciarlo globalmente. No slo hay libros y artcu-los, es decir, expresiones escritas de la ms amplia repercusin, sino tambin discusiones privadas o pblicas, informaciones de prensa y radio, crculos locales de estudio y discusin sobre temas bblicos, y muchas otras cosas ms, que plantean sin cesar proble-mas. La consecuencia de todo esto es una inseguridad muy exten-dida. Con toda sencillez, pero en forma clarsima, nos hacen a menudo una pregunta, que no puede dejarse sin respuesta: Qu es lo que podemos considerar como seguro?

    sta es la situacin a la que deseara yo aportar una modesta ayuda. Intentaremos ofrecer alguna informacin sobre los ms im-portantes problemas relacionados con la historicidad de Jess. De esta finalidad principal se deduce que las ms veces slo podremos presentar el estado de la cuestin en el plano cientfico.

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  • Todo el que est familiarizado con la materia, sabr que tal pro-ceder exige inevitables simplificaciones. Por otra parte, nos esfor-zaremos por hacer resaltar claramente las lneas principales del ac-tual estado cientfico, sin eludir los problemas de crtica que con ello se presenten. No hace falta presentar, ni siquiera con carcter aproximativo, la bibliografa existente. Esto sobrecargara desmesu-radamente nuestro librito. Bastar ofrecer algunas voces represen-tativas. Adems, nuestra gua bibliogrfica tiene en cuenta princi-palmente al lector alemn. Por eso, discutiremos obras que han aparecido en el mbito de habla alemana, y que son sobre todo representativas de la investigacin protestante. Pero esto no debe ocultarnos el hecho alentador de que, desde finales de la segunda guerra mundial, la investigacin exegtica se ha hecho internacio-nal e independiente de las frmulas confesionales. Por desgracia, en esta obra no podremos expresar suficientemente tal hecho; razn de ms para dejar consancia de l en este lugar.

    La finalidad perseguida con semejante informacin no podra alcanzarse prescindiendo de la propia opinin y del propio punto de vista. Tampoco en este campo ha habido ni habr jams una ciencia totalmente exenta de ideas preconcebidas. A este propsito quisiera hacer dos observaciones. La primera se refiere a la posi-cin general con respecto a los problemas exegticos y hermenu-ticos que aqu se esbozan. Esta posicin habra que buscarla en el justo medio entre el escepticismo radical y el fundamentalismo ingenuo. En el primero de estos extremos se renuncia adrede y conscientemente a todo conocimiento cierto, incluso en el mbi-to histrico, sea que no se vea que su posibilidad exista en el caso concreto, sea que se declare que la realidad histrica como tal carece de significacin para la fe. Por otra parte, la situacin actual de la ciencia no nos permite ya considerar los relatos del Nuevo Testamento, y principalmente los evanglicos, simple y llanamente como un reflejo literal de los acontecimientos, haciendo a lo ms pequeas concesiones a la crtica y permitiendo algunas correcciones marginales. Esta otra postura extrema suele califi-carse hoy da de fundamentalismo. Para definir certeramente la posicin intermedia, podramos decir que nace de la conviccin previa de la unidad de toda la realidad histrica, concretamente

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    de la unidad entre la fe y la historia. Cuando la fe queda desliga-da de su fundamento histrico, cae en la peligrosa proximidad de una ideologa que no obliga a nada. Por otra parte, cuando todos los detalles del relato evanglico son considerados como verdades de fe, surge el peligro de deformar la fe y desposeerla de todo su riesgo. La unidad entre la fe y la historia es una antigua conviccin cristiana, y una conviccin catlica irrenunciable. En la situacin actual, hemos de darle un nuevo fundamento y exponerla de una manera nueva. As lo exigen las declaraciones de la Constitucin dogmtica sobre la Divina Revelacin, del concilio Vaticano n (sobre todo en el prrafo 19).

    Pero aun al margen de estas consideraciones, tenemos ante la vista otra realidad objetiva. A lo largo de este estudio se ha ido viendo cada vez con ms claridad y de forma ms convincente que el fenmeno de la historicidad de Jess es de ndole pecu-liarsima. En todos y cada uno de los temas particulares pudo ha-cerse, al final, esta misma observacin u otra muy parecida. Aunque aqu vamos a tratar solamente de unos cuantos puntos dentro del campo total, creemos, sin embargo, que bastan para mencionar ese carcter comn y considerarlo como algo caracterstico del fen-meno de la historicidad de Jess.

    La exposicin estudiar los diversos problemas, siguiendo los procedimientos de la ciencia histrica profana. Precisamente en-tonces aparece que este camino de la ciencia histrica desemboca en una apertura o irresolucin final que slo se puede salvar con ayuda de la teologa. Esto viene a justificar la rigurosa y radical aplicacin del mtodo profano que aqu hacemos. Este inters ob-jetivo presidir el estudio de cada tema. Pero, al mismo tiempo, hemos de hacer una aportacin teolgica a todo el problema, y someterla a discusin.

    A quienes les pareciese tal vez que algunos pensamientos mos son demasiado atrevidos, voy a citarles unas frases notables de Karl Rahner: En los problemas actuales que se le presentan a la teologa, no se puede evitar que reflexionemos y examinemos algu-nas soluciones cuya compatibilidad con la doctrina obligatoria de la Iglesia no est clara ni manifiesta de antemano. No podemos acercarnos siempre y por doquier a tales cuestiones con una res-

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  • puesta cuya "seguridad" est fuera de duda y sea del todo inata-cable. Si tal respuesta no levanta objeciones por parte de la Iglesia, es cosa que a menudo hay que ir aclarando muy lentamente. Tales problemas, en cuanto sea posible, deben discutirse primero en los crculos de especialistas, antes de que trasciendan a un pblico mayor. El principio es irreprochable. Slo que, aun con la mejor voluntad, no siempre se puede aplicar. En efecto, hay muchsimos problemas que todava no han sido dilucidados por los especialis-tas, y sin embargo ya son problemas de los hombres de hoy, y no slo de los telogos especializados. Y no se puede entretener con buenas palabras a esas personas, aconsejndolas que esperen hasta que los "especialistas" se hayan puesto de acuerdo, y hayan for-mulado una sententia communis que sea aceptada por toda la teologa y por el magisterio eclesistico. No: hay que dar ahora mismo una respuesta. Hay que hablar de tal manera, que aun la persona no especializada escuche una respuesta a su pregunta (Exegese und Dogmatik [Exgesis y teologa dogmtica], edit. por H. Vorgrimler, Maguncia 1962, p. 47s). Las preguntas que hoy no contestamos, sern las crisis de maana.

    Tengo el privilegio y la alegra de dedicar esta obrita a dos maestros a los que debo mucho. Ambos profesores han aceptado amablemente mi dedicatoria. Deseo expresar en estas lneas mi gratitud y la veneracin que siento por ellos.

    EL AUTOR

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    SIGLAS

    BZ Biblische Zeitschrift, Paderborn. DBS Dictionnaire de la Bible, Supplment, Pars 1928ss. LThK Lcxikon fr Theologie und Kirche, [Friburgo de Brisgovia] 21957-

    1965. NTS New Testament Studies, Cambridge. RAC Reallexikon fr Antike und Christentum, Stuttgart 1950ss. RB Revue Biblique, Pars. RGG Die Religin in Geschichte und Gegenwart, [Tubinga] 31957ss. ThLZ Theologische Literaturzeitung, Leipzig. ThR Theologische Revue, Miinster. ThW Theologisches Wrterbuch, Stuttgart 1933ss. ZkTh Zeitschrift fr katholische Theologie, Innsbruck. ZNW Zeitschrift fr die neutestamentliche Wissenschaft, Berln.

    Se citan en abreviatura las siguientes obras:

    E. STAUFFER, Jess. Gestalt und Geschichte (Jess. Figura e Historia), Dalp-Taschenbcher 332, Berna 1957.

    G. BORNKAMM, Jess von Nazareth (Jess de Nazaret), Urban-Bcher 19, Stuttgart 1956 (M960).

    H. RISTOW - K. MATTHIAE (directores), Der geschichtliche Jess und der kcrygmatische Christus (El Jess histrico y el Cristo kerigmtico), Berln 21961 ( = Ristow-Matthiae).

    W. KERN - F.J. SCHIERSE y G. STACHEL. Por qu creemos? Los fundamen-tos de la fe en 40 tesis, Herder, Barcelona 1967.

    J. KLAUSNER, Jess von Nazareth (Jess de Nazaret), Berln 1930. J.M. ROBINSON, Kerygma und historischer Jess (El kerygma y el Jess his-

    trico), Zurich 1960. Es la versin alemana de la obra original inglesa:

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  • A new quest of the histrica! Jess, Studies in Biblical Theology 25, 1959. K. SCHUBERT, Der historische Jess und der Christus unseres Glaubens (El

    Jess histrico y el Cristo de nuestra fe), Viena-Friburgo-Basilea 1962 ( = Schubert i).

    K. SCHUBERT, Vom Messias zum Christus (Del Mesas al Cristo), Viena-Fri-burgo-Basilea 1964 ( = Schubert n).

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    INTRODUCCIN 1

    Hay un perodo clsico en los estudios sobre la vida de Jess, que se extiende desde finales del siglo xvn hasta co-mienzos del xx. Paralelamente a esta corriente de esfuerzos erudi-tos por hallar al Jess real y verdadero, fluye, como una pequea derivacin, la afirmacin, repetida varias veces, de que Jess no ha existido. Esta afirmacin se lanz por vez primera a fines del siglo xvm 2, cobr mayor impulso principalmente en Alemania gracias a Bruno Bauer y su obra postuma Christus und die Casaren (Cristo y los Csares, 1877), y adquiri amplia popularidad por la ruidosa polmica desencadenada por Artur Drews (Die Chris-tusmythe [El mito de Cristo], publicada por vez primera en el ao 1909). El punto de partida y los argumentos son muy diver-sos, pero todos esos autores tienen una cosa en comn: la nega-cin de la existencia de Jess como tal. Y casi todos ellos dan

    1. Los estudios extensos, del Jado catlico, sobre nuestro tema son escasos. Contienen aportaciones valiosa*, las dos obras colectivas que se han publicado bajo la direccin de KURT SCHUBFRT, y que se titulan: Der historische Jess und der Christus unseres dnttbens (El Jess histrico y el Cristo de nuestra fe), Viena Friburgo-Basilea 1962, y Vom Messias zum Christus (Del Mesas al Cristo), Viena-Friburgo-Basilea 1964. Exis-te, adems, la obra de X. LON-DUFOUR, Les vangiles et l'histoire de Jsus, Pars 1963 (versin castellana: Los Evangelios y la historia de Jess, Estela, Barcelona 2966). De gran amplitud temtica y de bastante extensin es la serie de artculos publicados por A. VOGTLE, en Anzeiger fr die kathohsche Geistlichkeit, Friburgo de Brisgovia, 72 (1963), nmeros 1 y siguientes. Sern publicados en forma de libro por Verlag Herder. Cf tambin J R SCHEII-LER, AS nacieron los Evangelios, Bilbao 1964.

    2. Por F. VOLNEY (1791) y Cu. F. DUPUIS (1791).

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  • una explicacin mtica del origen del cristianismo y, por lauto, del Dios venerado por los cristianoss.

    Un problema resuelto.

    Junto a la tesis de la no-historicidad de Jess, tesis nacida del racionalismo (Dpuis), de la crtica bblica radical (Baucr), y del es tudio de los mitos dentro de la historia de las religiones (Drews) la llamada explicacin sociolgica mantiene cierta independencia. Sus representantes fueron A. Kalthoff4 y K. Kautsky \ El erudito francs P. Alfaric combin con la concepcin fundamental de que el cristianismo deba su origen a un movimiento social de los po-bres y de los esclavos, todas las teoras de los mitlogos a que aludamos arriba, y cre de esta manera una suma acerca de los orgenes del cristianismoe. Alfaric no impugna formalmente en ninguna de sus frases en cuanto yo he podido ver la histo-ricidad de Jess, pero tal negacin es el punto de partida y la conclusin lgica de su amplio ensayo de interpretar el cristianis-mo como producto de un sincretismo (mezcla de religiones) de elementos orientales y helnicos.

    La disputa de si Jess ha existido, es decir, de si Jess es una 3 Vase una breve sntesis en M GOGUEL, Das Leben Jesu (versin alemana de

    la obra original francesa La vie de Jess), Zurich 1934, p 15 19 Sobre todo, la dispu ta con ARTUR DREWS hizo comer tinta, vase a este proposito (como seleccin que muestra, al mi=mo tiempo, la distintas posiciones desde las que se argumentaba) C COMEN, Der geschichtliche Jess (El Jess histrico), Giessen 1911 (vase, a pro I>osito de esta obra, infra, p l ls de esta obra), D CHWOLSON, Ueber die Frage, ob Jess gelebt hat (Acerca del problema de si Jess ha wvido), Leipzig 1910, H ZIMMERN Zum Strett um die Christw,mythe (La controversia en torno al mito de Cristo), Berln 1910 (Zimmern se cuenta entre los panbabilontstas, que pretendan explicar el cristianismo por los paralelos tomados de la historia de las religiones, pero considera la afirmacin de Drews como una hipercrtica inadmisible (p 4), por la cual ha pri vado intensamente de eficacia a su libro (p 5 ) , O RIFTMUIXER, Woher itissen wir, dass Jess gelebt hat? ( t De donde sabemos que Jess ha vivido?), Stuttgart 1922, J I EIPOLDT, Hat Jess gelebt? (Vivi Jesus ? ) , Leipzig 1920 (una cita de este sensato investigador Con los medios de Drews soy yo capaz de demostrar que el emperador Augusto no ha existido, sino que el comienzo del imperio es tan solo un mito (p 47), F MEFFERT, Dur geschichthche Existenz ChnsH (La existencia histrica de Cristo), M Gladbach "1910

    4 Das Chrtstvsprblen* Grundhnien su emer Sozaltheologie (E problema de Cristo Lneas fundamentales para una teologa social), Leipzig 1904

    5 Der Ursprung des Chrisientums (El origen del cristianismo), Stuttgart 1908 6 Origines soaales du Christianisme, Pars 1959 Traduccin alemana Die sosialen

    Ursprunge des Christentttms, Berln 1963.

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    personalidad histrica o slo un mito, qued decidida entonces. El problema ha quedado aclarado cientficamente: al menos en cuanto los historiadores solventes no lo consideran ya como un problema cientfico. Claro est que semejantes cuestiones pueden siempre plantearse, y preguntar, por ejemplo, si el gobernador ro-mano Poncio Pilato o el emperador Carlos v han existido real-mente; si las fuentes que nos hablan de ellos, no habrn sido quizs falsificadas o contendrn tal vez una descripcin completamente desfigurada o tendenciosa 7. Pero, habr que tomar en serio tales problemas7 Los respaldan razones que justifiquen de veras la duda9 No se pone en ridculo el que los plantea7 Hay problemas que, en realidad, no son ms que aparentes. Hay cuestiones que slo estn en el papel, o que son un producto de la pura especula-cin, pero que no surgen de la complejidad de la realidad histrica o de la falta de datos fidedignos. Entre ellas se cuenta, hoy da,

    7 Mas bien por curiosidad, voy a ofrecer aqu el relato que Fnednch Muller nos ofrece, con ocasin de la visita de Napolen a Weimar en los das 6 y 7 de octubre de 1808, de una conversacin entre el emperador y Wieland Los tomamos de la obra de A JEREMAS, Hat Jess Ckristus gelebt? (Ha existido Tesucnsto?), Leipzig 1911, p 3 4 el cual no menciona ninguna fuente Despus de hablar de las realizaciones cul turales de los griegos y de los romanos, habra dicho Napolen* Yo veo en la rpida difusin del cristianismo una admirable reaccin del genio ^riego contra el genio ro mano Grecia, vencida por la fuerza fsica, reconquisto para si la soberana espiritual, acogiendo en s misma y cultivando aquella semilla benfica que la providencia haba esparcido, para dicha de la humanidad, al otro lado del mar Por lo dems (y aqu Napolen se acerc mucho a Wieland, ponindose la mano delante de la boca para que nadie mas que el pudiese orle), por lo dems dijo- sigue siendo un gran problema el de si Jesucristo ha existido alguna vez o no Wieland, que haata entonces se haba limitado a escuchar atentamente, respondi al punto y con vivea Se muy bien, Majestad, que ha habido algunos insensatos que han dudado de ello Pero dudar de la existencia le Jess me parece tan necio como dudar de que Julio Cesar ha existido o de que

    Vuestra Majestad existe Al or esto, el emperador dio unas palmadas en el hombro a Wieland y le dijo ,Muy bien dicho' Y prosigui Los filsofos se atormentan por cons truir sistemas, pero buscan u utilmente algo mejor que el cristianismo para que la hu manidad se conozca a si misma, y al mismo tiempo queden asegurados ej orden publico v la tranquilidad del Estado con la misma solidez que la felicidad y la esperanza de los individuos Pareca que a Napolen le agradaba muchsimo seguir hablando de este tema pero Wieland dio a entender claramente que le causaba muchas molestias permanecer en pie durante largo rato, v por tanto se le dio permiso muy amablemente para que se retirara No sabra yo decidir si el emperador haba planteado en serio aquel curioso problema, o si nicamente haba querido probar a Wieland, a quien muchos llamaban ' el Voltaire alemn" Sin embargo esto ultimo me parece lo mas probable Pero debo hacer constar que la respuesta de Wieland le asombro mucho y le agrado Una variante la ofrece F M E F F R T , Die geschichthche Lxxstenz Chrtstt (La existencia histrica de Cristo), p I07s Werner Becker me hizo notar que R Whateley (1787 1863) haba es crito un libro en el que probaba que Napolen no haba existido, pero no he podido averiguar mas detalles

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  • el problema acerca de la existencia histrica de Jess. Un inves-tigador tan prudente como Johannes Leipoldt emita el siguiente juicio, en el ao 1920: ... la realidad efectiva de la vida de Jess, podemos probarla con las mejores razones que la ciencia pura posee en tales investigaciones 8. Y Rudolf Bultmann, uno de los crticos ms radicales de las fuentes evanglicas, dijo tambin a este propsito hace unos treinta aos: Desde luego, la duda acerca de si Jess ha existido realmente, carece de fundamento y no merece ni una sola palabra de rplica. Queda plenamente claro que Jess est, como autor, detrs del movimiento histrico cuyo primer estadio palpable tenemos en la ms antigua comunidad palestinense 9.

    La inseguridad que permanece.

    Es verdad que esta tesis reaparece de vez en cuando10, y que de la polmica de tiempos pasados, que conmovi a la opinin pblica, ha quedado cierta inseguridad que arde como un res-coldo en el alma de muchos. Pues hay diferencia entre el juicio claramente formulado: Jess no ha existido nunca, y la ambigua opinin de que no se sabe nada en concreto, y hasta la ciencia discute si Jess es o no una personalidad histrica, y qu se sabe de cierto sobre l. Esta inseguridad existe aun hoy en el nimo de muchos, y hay que contar con ella. Es alimentada por afirma-ciones confusas y que se mantienen conscientemente bajo el velo de la incertidumbre; se han hecho y difundido aun en estos ltimos aos" . Aqu, el nico remedio estriba en hacer una exposicin del estado de las fuentes, juntamente con su valoracin crtica. Ello basta para justificar que recojamos de nuevo el problema de la historicidad de Jess, y expongamos las razones en favor y en contra. El hecho de que nuestro estudio comience con este pro-blema curioso y anticuado, mostrar inmediatamente algo que es

    8. J. LEIPOLDT Hat Jess geiebtt', Leipzig 1920, p. 47. 9. R. BULTMANN, Jess, Berln 1926, p. 16s. 10. Cf. W. KEHN - F J . SCKIERSE y G. STACHEL, Por qu creemost Los funda-

    mentos de a fe en 40 tesis, Herder, Barcelona 1967, p. 244, nota 3, 11. Vase el artculo editorial Der Erwahlte (El Elegido) en la revista Der Spiegel,

    nmero 12-52 del 24 de diciembre de 1958, p. 42ss.

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    i^ a nseguriaaa que permanece

    importante para todo el tema: En torno a ninguna otra figura de la historia ha estallado jams una disputa de ndole tan funda-mental, que llega hasta a poner en duda su mera existencia. As, todo el fenmeno de la historicidad de Jess queda iluminado por el enfoque de las dos extremas posibilidades interpretativas, que nos lo iluminan por ambos lados y destacan su carcter de problema abierto12. Queda, pues, patente que no se trata slo de excrecencias de un escepticismo histrico, sino que, en ltimo trmino, estn en juego problemas teolgicos e ideolgicos.

    As se vio ya en la polmica clsica. Apenas era posible dis-tinguir entre el estricto y preciso problema de si Jess haba exis-tido o no, y la pregunta mucho ms amplia sobre la verdad his-trica acerca de Jess de Nazaret. Hay gran diferencia entre dar razones, aceptables para demostrar el simple hecho de la exis-tencia de una persona, e intentar exponer todo lo que se puede comprobar histricamente acerca de ella. Ambos problemas con-fluan incesantemente, y ello tena su razn. Casi todos los defen-sores de la historicidad de Jess empezaban de muy lejos, e in-tentaban recoger de las fuentes todas las indicaciones y noticias dignas de crdito que podan, al mismo tiempo que esbozaban una imagen (una semblanza) de la persona de Jess, tal como ellos crean conocerla. Propiamente, un solo hecho bien atestiguado de la vida de Jess basta para hacer inatacable su existencia hist-rica, y este hecho es la realidad de su crucifixin. Es un hecho que est atestiguado en los escritos del Nuevo Testamento, principal-mente en los cuatro Evangelios, pero tambin lo atestiguan Tcito y el Talmud judo. Representa el argumento ms contundente con-tra los impugnadores de la historicidad de Jess, ya que era un obstculo para la difusin de la nueva fe entre los judos y paga-nos, y de hecho la dificult" gravemente. Ms tarde volveremos sobre esto13.

    12. A propsito de eto, vase principalmente la conclusin final, p. 164ss. 13. Vase infra, p. 174s. A propsito de lo que sigue, cf. la visin de conjunto

    que ofrece F. MUSSNER, en LThK 26, pp. 859-64. Una antologa, que a menudo es ms interesante (e incluso divertida) que teolgico-crtica, la ofrece J. LEIPOLDT en su obra: Vom Jesusbxlde der Gegemvart (La imagen de Jess en la actualidad), Leipzig 1922

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  • Fracaso de los estudios biogrficos sobre Jess. La polmica que se inflam a propsito de la provocativa tesis

    de que Jess no haba existido, fue mantenida en gran parte por los representantes de la historiografa liberal sobre la vida de Jess del siglo xix y de comienzos del xx. Se intent, tomando como punto de partida la imagen histrica y supuestamente autntica de Jess, librar a esa imagen de todos los retoques dogmticos que posteriormente se haban introducido en ella, y trazar una nueva imagen segn las fuentes originales (principalmente, el Evangelio de Marcos). Ahora bien, este intenso esfuerzo no condujo a nin-guna imagen unitaria. Tambin aqu se puso de manifiesto que, detrs de aquellos ensayos, no slo haba una evaluacin objetiva y crtica de los testimonios del Nuevo Testamento, sino adems una concepcin, diversa en cada caso, de Dios, del mundo y del hombre. Y segn estas diferencias, salieron imgenes muy distin-tas que trataban de presentarse como decisivas para la fe de los cristianos, y de las cuales se esperaba una limpieza y purificacin de la fe. Crease que por el camino de la ciencia histrica se iba a encontrar al Jess real de la historia, libre de su vinculacin al culto y a la dogmtica del cristianismo. Pero lo que se hall, no fue el Jess histrico, sino tan slo una proyeccin, distinta en cada caso, de la propia y subjetiva imagen de Jess. Aunque este camino termin en un callejn sin salida, sin embargo qued como principio permanente la bsqueda inexorable de la realidad histri-ca, aunque ya no con el fin de encontrar al Jess real slo por el camino de la ciencia histrica.

    Porque este Jess real, es decir, el Jess verdadero e inequvoco, es el del kerygma, el de la fe cristiana y el de la predicacin cris-tiana, como puso vigorosamente de relieve Martin Kahler. l fue quien atac a fondo aquellas exposiciones historizantes y psicolo-gizantes14. Albert Schweitzer, en su primera obra, titulada Geschich-te der Leben-Jesu-Forschung (versin inglesa: The Quest of the

    14. Der sogcnannte historische Jess und der geschichtliche, biblische Christus (El llamado Jess histrico y el Cristo existencialmente histrico y bblico), J1892;- reim-presin de la segunda edicin, Munich 1953 (81963).

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    Historical Jesus, 1954), las presenta y critica ir'. Lo que Schweitzer present en lugar de aquellas imgenes anteriores de Jess, y lo que l crey que era la imagen decisiva, se vio ms tarde que era tambin una visin unilateral10. Jess no es slo el pregonero y proclamador de la hora final, que quera imponer a la fuerza el reino de Dios, fracasando en su intento. As lo present Albert Schweitzer. A pesar de todo, su obra ejerci profunda influencia, y paraliz durante mucho tiempo, al menos en el campo protestan-te, la aficin a las biografas de Jess. La puntilla radical que dio a todos sus predecesores (Vori Reimarus bis Wrede; Desde Rei-maro a Wrede), desalent a todos de hacer otro nuevo intento. Surgi entonces un vaco. Existe la posibilidad siquiera de trazar una imagen coherente de la persona y obra de Jess? No hemos heredado ms que restos de tradicin y fragmentos, con los que no puede reconstruirse ya un todo coherente? En esta crisis se desvanecieron las ltimas derivaciones de la disputa en torno a la existencia real de Jess. Est bien claro que, a la larga, el problema acerca de la verdad histrica sobre Jess de Nazaret se hara mucho ms decisivo que el problema acerca de su simple existencia.

    El siglo xix, que redescubri la realidad de la historia y que desarroll genialmente los instrumentos de la moderna historio-grafa cientfica, no logr disear una imagen histricamente fiel del fundador del cristianismo. No hay problema alguno acerca de la vida de Jess, en cuya resolucin no se haya trabajado con minuciosidad y agudeza. Telogos e historiadores de todos los cam-pos han colaborado en esta tarea. Generaciones enteras de investi-gadores han empleado a fondo su erudicin y sus capacidades. Al parecer, la oscuridad se ha ido haciendo cada vez mayor, y la confianza de salir con bien del empeo ha ido disminuyendo. De hecho, el problema sigue vivo hasta el da de hoy, y ocupa inten-samente a telogos y laicos. Pero la experiencia de los ltimos de-cenios ha hecho a los investigadores mucho ms prudentes. Apenas nadie se atreve a hablar de pruebas de inquebrantable fuerza

    15. Primera edicin: Tubinga 1906; reimpresin de la segunda edicin: (6.a) 1951. 16. Sobrevive an en la llamada e=catologia consecuente, y sus representantes

    principales son: M. Werner, F. Buri y M. Strege. Vase infra. p. 133s, y F.J. SCHIEXSE: LThK -3, p. 1098s; \V. G. KMMEL, Verheissung und Erfllung (Promesa y cutnpli-plimiento), Zurich 3195.

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  • convincente, a aceptar sin examen las indicaciones histricas de las fuentes neotestamentarias, y a describir una imagen global de la persona de Jess y una sucesin cronolgica de los acontecimien-tos de su vida.

    Por este ejemplo se ve claramente que todos los problemas que no se han enfocado honradamente y que no se han dilucidado con sinceridad, reaparecen al cabo de poco tiempo y se plantean con ma-yor urgencia. Nils Astrup Dahl describe as la situacin, al prin-cipio de su importante estudio17: El Jess histrico se nos ha convertido en problema. Esto no significa que Jess fuese en s mismo un problema, o lo fuera al menos en primera lnea. Antes de toda problemtica, hay una impresin inmediata de Jess, tal como su imagen se nos presenta en los Evangelios. Al cristiano sencillo y creyente le basta con esto; en la vida como en la muerte, puede depositar su confianza en Jess, tal como ha llegado a co-nocerlo por medio de las Sagradas Escrituras. El problema de Jess surge nicamente en relacin con una reflexin crtica que plantea la cuestin de qu es lo que se puede comprobar acerca de Jess por el camino de la simple ciencia histrica. El concepto del "Jess histrico", tal como yo lo empleo aqu, designa a Jess como objeto de una investigacin histrica de tipo metdico y crtico, y la ima-gen de Jess que se puede trazar por medio de tal investigacin. Este Jess histrico es el que se nos ha convertido en problema... Ahora bien, las biografas de Jess que ms pretensiones cientficas tienen, son escritas casi nicamente por profanos y aficionados. Los investigadores del Nuevo Testamento saben demasiado bien lo difcil que es esta tarea, y cuan inseguros los intentos de solucin. Los ms destacados se contentan con escribir presentaciones breves y esquemticas en las que, basndose en sus estudios de detalle, destacan los momentos que consideran esenciales 18. El celo apo-logtico y a menudo la arrogancia han quedado sustituidos por la modestia. Es verdad que podemos decir que no hay razn para desesperar de que se pueda decir todava algo seguro. Pero ha pa-

    17. N. A. DAHL, Der historische Jesus ais geschichtswissenschaftliches und theolo-gisches Problem (El Jess histrico como problema de la ciencia histrica y de la teolo-ga), en Kerygma und Dogma i, Berln 1956, p. 10^-137.

    18. Ibid., p. 109.

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    sado la poca del ingenuo optimismo, en la que se crean posibles todas las certezas acerca de la historia de Jess. Ambas actitudes son infundadas. Pero acaso convenga insistir en ello y mostrarlo con algunos ejemplos.

    Historia y kerygma.

    Hoy da se discute ampliamente acerca de la relacin que existe entre el Jess de la historia y el Cristo de la fe. Aqu no vamos a estudiar primordialmente ese debate, aunque tendremos que refe-rirnos a l, con bastante frecuencia. Expondremos brevemente cul es el sentido de esta discusin y qu problemas abarca19.

    Nuestra verdadera meta ser otra distinta. Vamos a intentar, en primer lugar, ofrecer una visin de conjunto de cmo se enjui-cian en la investigacin moderna los problemas principales acerca de la verdad histrica sobre Jess. El dilogo acerca del Jess de la historia y del Cristo de la fe adolece a menudo de un planteamiento demasiado abstracto y general (porque se orienta predominantemente hacia la cuestin hermenutica, es decir, hacia el mtodo de interpretacin), entrando muy poco en los hechos. As, surge con frecuencia la impresin de que el Jess de la historia es considerado como una persona real, pero apartada de nosotros en una nebulosa lejana. Frente a esto, intentaremos aqu descubrir una genuina historicidad en algunos lugares decisivos. Ahora bien, por otra parte, no est muerto todava el ingenuo op-timismo de los que creen que podemos considerar los textos de los evangelios como una reproduccin, literalmente exacta, de los hechos, por la simple razn de que son escritos fundamentales para la fe e inspirados por el Espritu Santo. Frente a este opti-mismo, hay que sealar lmites en los que est tropezando sin cesar nuestro saber histrico. Tambin esto hay que hacerlo con la necesaria sinceridad. Hay verdades histricas suficientemente se-guras, ante las cuales un escepticismo de principio es infundado. Y hay tambin mucha inseguridad tanto de conjunto como de detalle, ante la cual todo ingenuo optimismo sera presuncin.

    19. Vase infra, p. 31ss

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  • Por eso, hemos de preguntarnos, en segundo lugar, qu podra significar esa curiosa ambigedad y con frecuencia esa discordan-cia que hay en la tradicin acerca de Jess. No nos extraara mucho que en tal o cual caso concreto y secundario no pudiramos alcan-zar plena claridad, por ejemplo en los problemas relativos a la fecha del nacimiento y de la muerte de Jess. Veremos que no se trata de problemas aislados, sino de un fenmeno general, que caracteriza todo el transcurso externo de la vida y tambin su te-mtica interna. Cuando se da un fenmeno tan general, hay que in-vestigar su significacin. Claro est que ste es un problema que el historiador puede nicamente plantear, pero que slo el telogo puede resolver. En las pginas de este libro atenderemos tambin a este problema y trataremos de darle una respuesta.

    Aadamos algunas indicaciones acerca del estado actual del de-bate. Se ha hecho corriente en Alemania distinguir entre los con-ceptos historisch y geschichtlich, Historie y Geschichte. Se suele deslindar as estos

    N conceptos: Historisch se dice, en el sentido de la moderna ciencia histrica, de aquello que se puede probar o demostrar exactamente; mientras que geschichtlich expresa toda la realidad y, sobre todo, la significacin que corresponde a una poca pasada o una persona de otros tiempos. Geschichte, en este sentido, es un concepto mucho ms amplio, dentro del cual lo histrico (historisch) abarca nicamente aquella parte estricta de realidad que nos es dado comprobar por medio de una investigacin exacta. Se designa, adems, como historisch a la facticidad, a la pura efec-tividad; y se llama geschichtlich a la totalidad de un fenmeno histrico, principalmente a su efecto y significacin en el momento presente y en la posteridad 20. En nuestros estudios no podremos emplear esta distincin. Adems, no goza de aceptacin universal,

    20. Vase, a propsito de esto, ROBINSON, Kerygma und historischer Jess (E! ke-rygma y el Jess histrico), p. 39ss. Y, antes que l, BULTMANN, Jess, p. 7ss. Esto hay que tenerlo a menudo en cuenta en el debate en torno al Jess histrico y al Cristo del kerygma (de la predicacin). En efecto, en dicha discusin hay que saber distin-guir entre el Jess histrico y el Jess existencialmente histrico, ya que por hist-rico se entiende un mnimo que se puede probar exactamente, en sentido cientfico. Ahora bien, con este Jess minimalista no va vinculada sin ms la afirmacin de que tan slo eso podamos enunciar acerca de Jess como persona existencialmente histrica. En torno a la discusin sobre existencialmente histrico e histrico, vase: E. SCHOTT, Historie ud Geschichte; RISTOW-MATTHIAE, p. 102-109; J. PE FKAINE, Die Eigenart der Ceschichtlichkeit Jesu (La ndole de la historicidad de Jess), ibid., p. 121-135.

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    ya que, en su utilizacin corriente hoy da, tal distincin est aso-ciada con determinados presupuestos y prejuicios filosficos. Para que la distincin obtuviera aceptacin universal, habra que deli-mitar ms claramente ambos conceptos, sobre todo el de Geschichte. y prescindir de toda previa actitud filosfica. Nosotros intentare-mos considerar la Historie y la Geschichte como una sola realidad objetiva. Y tampoco metdicamente distinguiremos de antemano y por principio entre lo que se puede probar cientficamente en los hechos y lo que atae a la universal realidad, efecto y signifi-cacin histrica.

    Claro est que, dada la situacin actual de los estudios, no po-demos prescindir del mtodo estricto de la ciencia histrica. Como hombres modernos, estamos ligados a l por nuestra conciencia moral. Y, cuando planteamos un problema siguiendo el mtodo cientfico, no tenemos otro camino para acercarnos a la realidad histrica. Ahora bien, esto complica en parte las reflexiones, pero es algo que pertenece irrenunciablemente a la situacin en que nos hallamos. Estamos convencidos de que por este camino no slo aparecen hechos desnudos (bruta jacta), sino que adems en ellos se expresa o, al menos, se sugiere la mayor plenitud de realidad y significacin de lo histrico 21. Si queremos separar la facticidad

    21. Tocamos aqu la problemtica, planteada principalmente por R. Bultmann, refe-rente a la distincin entre el que, el hecho de que (Dass) y lo que y cmo (Was und Wie, expresiones que corresponden a los dos conceptos filosficos y polares de existencia y esencia. El que (Dass) en sentido estricto, expresa, segn l, el hecho de la existencia histrica de Jess, el hecho en cuanto tal; lo que y cmo expresan, en cambio, la importancia de Jess para la fe, importancia que se funda nicamente en el kerygma de la comunidad. Esta distincin y separacin radical entre el que y lo que y cmo explica por Qu el problema del Jess histrico carece de importancia para la fe y la teologa, segn la concepcin de Bultmann. Bultmann ha mantenido su opinin incluso en sus discusiones con sus discpulos, con motivo de la disputa en torno al Jess histrico, iniciada por ellos misinos. G. EBFI.ING ha hecho la siguiente objecin crtica, y con razn, contra esta separacin radical: Acerca del Dass ("el hecho de que") de un fenmeno histrico, yo tengo noticia nicamente en cuanto tengo algn saber acerca de su Was und IVie ("lo que y el cmo")- Y el saber en torno al Was und Wie de un fenmeno en cuanto historia, lle\a consigo implcitamente el saber en torno al Dass de dicho fenmeno. El inters se podr centrar ms sobre lo uno que sobre lo otro. Pero nunca se podr centrar nicamente en lo uno o en lo otro. La manera con que Bultmann habla del mero Dass ("el hecho de que"), no se puede deducir del aspecto histrico. La raz es, ms bien, el hablar divino. En : Theologie und Verkndigung (Teologa y predicacin). Hermeneutische Untersuchungen zur Theo-logie, i, Tubinga 1962, p. 68; vase para las cuestiones hermenuticas H.G. GADAMER, Wahrheit und Methode (Verdad y mtodo), Tubinga 21965. Cf. todo el captulo Der historische Jess, pg. 51-82.

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  • de la significacin histrica, la consecuencia necesaria ser la dis-continuidad entre la fe y la historia. Cuando Gerhard Ebeling dice que esta separacin no se puede deducir del aspecto histrico22, est concediendo que dicha separacin no tiene aplicacin al campo de la ciencia histrica (profana). Y, prcticamente, no se aplica en ella. Segn la concepcin moderna de la labor histrica, habr que intentar siempre dilucidar la totalidad de la realidad histrica jun-tamente con sus diversos componentes. Es verdad que los intentos de interpretacin son diversos, porque en la historia no se da evi-dencia matemtica. Precisamente la ambigedad pertenece a la esencia del conocimiento de lo histrico. Y lo que tiene aplicacin a la ciencia profana, ha de tenerla tambin al planteamiento, en trminos de ciencia histrica, del problema de Jess de Nazaret. La ciencia histrica profana y la ciencia histrica teolgica no pueden tener mtodos diferentes, tan slo por el hecho de que se ocupen de objetos distintos; aunque siempre hemos de contar con una cierta inteligencia previa del objeto.

    Est bien claro que esta posicin contiene tambin una decisin previa, que est en la base de todo nuestro estudio. Hay que decir-lo francamente, a fin de delimitar y aclarar de antemano los cami-nos que va a seguir nuestro pensamiento. Podemos explicar la di-ferencia, ilustrndola brevemente por un ejemplo: el problema de la mesianidad de Jess. Que Jess sea el Mesas, es decir, para la comprensin cristiana, el salvador cuya accin afecta decisivamente al mundo y a cada individuo, es una afirmacin que desde un prin-cipio fue objeto de fe y en la cual hasta el da de hoy solamente podemos creer. Este hecho de fe en cuanto tal no puede ser corro-borado por la ciencia histrica, pues tal cosa est fuera de sus posibilidades. Ahora bien, esta imposibilidad de probar no signi-fica que, en uno de los casos, tengamos nicamente al Mesas en quien se cree y al Hijo de Dios exaltado (el Cristo del kerygma), y en el otro caso tengamos nicamente al predicador ambulante de Nazaret (el Jess de la historia). En la vida de ese predicador ambulante habr que investigar problemas genuinamente histricos segn principios que hagan comprensible lo que anuncia el keryg-

    22. Vase la nota anterior.

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    ma 23. Esta separacin entre la facticidad y la significacin aparece enfticamente en algunas declaraciones de Hans Conzelmann24, aunque estemos de acuerdo con l, concretamente, en su denuncia de las impurezas del mtodo atacado:

    Por consiguiente, diremos en trminos generales: Se acab la anarqua del mtodo! Y se acab la anarqua en la utilizacin de las fuentes indi-rectas! (Resultados obtenidos por la arqueologa, inscripciones, monedas, etc.; y tambin Qumrn). Se trata de una pura evidencia, cuando se afirma que ese material cuyo valor, claro est, no se pone en duda no sirve para la comprobacin de acontecimientos de la vida de Jess, sino para la dilu-cidacin del ambiente y de los acontecimientos que rodearon su vida. Pero en nuestras facultades no podemos ignorar el hecho de que, ante los ojos de una investigacin histrica ya secular, el leitmotiv de la Iglesia dice as: Pero la Biblia tiene razn, y que esa conviccin se presenta como la fe. Efectivamente, el descubrimiento reciente de los cimientos de un templo en forma de torre, en Babilonia, son un apoyo ms fuerte para la conviccin piadosa que la predicacin Je la justificacin por la sola gracia. El diatagma Kaisaros garantiza la verdad de la resurreccin de Jess. Y la vida interior de Herodes garantiza la historicidad de la matanza de nios en Beln. Un nuevo papiro no slo confirma la bondad de la tradicin textual del Nuevo Testamento; sino que, adems, pone en nuestras manos la prueba de la verdad del mensajero neotestamentario... Cuan peligrosos y evidentes son estos puntos de vista, lo ilustran muy bien algunos libros tan distinguidos como el de Peter Bamm acerca de los lugares de la antigedad cristiana.

    Para el hombre moderno y para el telogo, que tambin es hijo de su poca, no hay razn justificada para no aplicar tambin la problemtica cientfica profana a los documentos del Nuevo Testa-mento e incluso a Jess mismo. Sobre esto Dahl habla con clari-dad y contundencia: Es verdad que la fe brota de la predicacin y no depende de la labor histrica y cientfica de los especialistas en el Nuevo Testamento. Pero otra cosa muy distinta sera prohi-bir a los investigadores que trabajasen en las cuestiones histricas, u oponerse a la utilizacin de mtodos que, en s, son plenamente profanos, y que son los nicos de que dispone el historiador. Que un retroceso al Jess histrico no nos d la esencia del cristianis-mo, no significa que sea absurdo e injustificado preguntarnos qu

    23. Vase, a propsito de este problema, infra p. 133ss. 24. ZThK 56 (1959), p. 8.

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  • es lo que sabemos y podemos saber acerca de Jess por medios puramente histricos. El hecho de que la tarea sea sumamente difcil y slo admita una solucin aproximada, no significa que a la larga tengamos que abandonarla. El afn de saber, que cons-tituye la base de toda ciencia, conducir en todos los casos a re-examinarlos sin cesar. Si dejamos de hacerlo los telogos, lo harn otros. Aunque el problema carezca de significacin desde el punto de vista teolgico..., no deberamos decir que es ilegtimo. Una de las exigencias de la tica cientfica es que no andemos con evasio-nes, sino que trabajemos con toda sinceridad en este problema 25

    25. A pesar de la legitimidad de este cometido, hemos de tener en cuenta que de esta forma no habremos pasado del primer peldao. La verdad sobre el Jess histrico no podr limitarse jams a los resultados que pueda ofrecer la investigacin histrica y crtica. Un conocimiento adecuado en el Espritu de Dios, en e! Pneuma, ha de llegar ms lejos y de otra forma. Tambin es preciso tener en cuenta que el llamado Jess his-trico no ha de ser enfrentado al Cristo de la fe, como si fuera la imagen de Je>s. que resulta de las investigaciones histricas y crticas. Esta imagen de Jess postula tambin el conocimiento pneumtico; mejor dicho, debemos esforzarnos por compren-der y presentar teolgicamente la vida de Jess. El Jess real no puede consistir paira nosotros en la imagen de Jess que nos ofrezca la investigacin histrica.

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    i .

    I

    PROBLEMAS FUNDAMENTALES

    f

  • I. POR QU NO H*Y NINGUNA VIDA DE JESS?

    La verdadera historiografa es tanto ms difcil, cuanto mayor es la distancia en el tiempo. La situacin es todava favorable, cuando un bigrafo contemporneo relata la vida de su hroe, como ocurri muchas veces en la antigedad griega y romana. Se puede hablar de verdadera suerte, cuando se han conservado indu-dables testimonios que el hroe ha dejado de s mismo: senten-cias o discursos, apuntes de un diario o cartas, obras escritas por l o incluso una autobiografa. Todas estas cosas son valiossimos auxiliares para acercarse a la verdad histrica de una persona. Una figura tan destacada como el filsofo Scrates, no nos dej nada escrito. Y sin embargo, gracias principalmente a los dilogos de su discpulo Platn, sabemos ms de l que de cualquier otra figura de la Antigedad griega 1.

    De Jess no nos han llegado tampoco testimonios escritos por l mismo. No tenemos de l cartas o notas, no poseemos ningn libro compuesto o redactado por l (como los tenemos de muchos profetas del Antiguo Testamento) que contenga su mensaje. Pero, tenemos tradiciones fidedignas de segunda y tercera mano, e in-cluso de testigos que le vieron y oyeron? S, las tenemos! Pero es una tradicin peculiar. Por una parte, es una tradicin tan rica y variada, como no la tenemos apenas de ninguna otra persona contempornea, y por otra, es tan fragmentaria y ambigua, que un

    1. H. KUHN: LThK =9, p. 588.

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  • historiador slo podr utilizarla con precaucin. As, Gnter Born-kamm comienza su obra sobre Jess con esta escueta declaracin: Ya nadie est en condiciones de escribir una vida de Jess 2. Esta conviccin segn Bornkamm, es el resultado de una investi-gacin que, durante casi dos siglos, ha dedicado extraordinario esfuerzo a extraer de las fuentes y exponer segn ellas la vida del Jess histrico. Al trmino de estas investigaciones acerca de la vida de Jess, aparece el convencimiento del propio fracaso 3. Tampoco los telogos catlicos negaran estas declaraciones de Bornkamm. Pero por qu es esto as? Vamos a exponer ahora ms extensamente algo que hemos ya apuntado en la introduccin.

    No hay una biografa de Jess. Por vida de Jess entenderamos una biografa en cierto

    modo sin lagunas, que iluminara y aclarara su personalidad a partir de la poca. De ella se esperaba no slo una exposicin del curso externo de su vida y de sus vicisitudes, sino tambin y principal-mente una descripcin penetrante de su formacin y de su carc-ter. Martin Khler escribi acerca de esta empresa, en su famoso escrito programtico:

    En consecuencia, el crtico libre de prejuicios se encuentra ante un montn de ruinas de tradiciones aisladas. Su misin consiste en suscitar mgicamente, con todas esas piezas sueltas, una nueva estructura, una vez que se ha entregado a la tarea de disear, segn las exigencias modernas, una biografa de este personaje que se destaca de la niebla del pasado. Por de pronto, la comprobacin del transcurso externo ofrece ya dificul-tades no pequeas, y con frecuencia no sobrepasa la mera probabilidad. Pero el bigrafo tiene, adems, otras tareas ms difciles. No todos renun-cian a tratar de esas cuestiones que espolean la curiosidad, a pesar de que su respuesta carezca de valor para lo principal. Tales parecen ser las dis-quisiciones acerca de la belleza o fealdad de Jess; acerca de su anterior vida familiar o profesional; yo creo que aqu entra tambin el estudio del temperamento de Jess o de su individualidad. Sin embargo, el escritor puede renunciar a tales investigaciones fastidiosas. La biografa moderna busca su punto fuerte en el anlisis psicolgico, en la dilucidacin del nmero

    2. G. BORNKAMM, Jess von Nazareth (Jess de Nazaret), Urban-Buecher 19, Stutt-gart 1956, p. 11.

    3. Ibid., p. 11.

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    y concatenacin de causas que explican la aparicin y la obra de la per-sona que se describe. Y, as, la genuina humanidad de este Jess, exige que comprendamos su proceso de formacin, el lento desarrollo de su genialidad religiosa, la eclosin de su independencia moral, el alborear y la plena claridad de su conciencia mesinica. Pero las fuentes no contienen nada de todo eso: absolutamente nada4.

    Aunque por el escaso nmero de las fuentes y noticias, que transmite la tradicin y por el largo lapso de tiempo que la separa de nosotros, hubiera muchas lagunas y no se pudieran esclarecer plenamente algunos problemas aislados, sin embargo se esperaba poder escribir una biografa a grandes rasgos, como las que tenemos de Mahoma o del profeta Jeremas. Pero en el caso de Jess no es as. Aunque alguien se contentara con una descripcin del marco exterior de la vida de Jess y de los acontecimientos ms impor-tantes de ella (cosa que, desde luego, es posible), sin embargo se vera desamparado en el punto, mucho ms importante, de disear la imagen de su carcter, de su personalidad, y sobre todo en el problema tan discutido y que rebrota sin cesar de lo que se ha dado en llamar la conciencia que Jess tena de s mismo. Se consider Jess a s mismo como un profeta, como el Mesas-Rey de Israel, como el Hijo del hombre que habra de volver al final de los tiempos? En el problema de la conciencia que Jess tena de s mismo ha fracasado hasta ahora la ciencia histrica; no ha podido dar una respuesta clara5.

    Este juicio: No se puede escribir una biografa de Jess, no podra formularse con tal seguridad, si todo un perodo de la investigacin no se hubiera afanado vanamente en este intento. Claro est que no podemos menospreciar el serio impulso teol-gico que animaba estos afanes6. No obstante, el juicio de Albert Schweitzer da en lo justo: Y no slo las pocas se encontraban

    4. Der sogenannte historische Jess und der geschichtliche, biblische Christus (11892), -1896, p. 49-51. Por la cita aparece claramente que desde el tiempo de esta crtica hasta el da de hoy el concepto de vida de Jess o biografa de Jess ha recibido un determinado contenido, de ndole principalmente psicolgica: concepto que siempre deberemos tener presente (principalmente para la crtica de Bultmann). Podramos tam-bin neutralizar este concepto, o fundirlo de nuevo. Vase: ROBINSON, Kerygma und historischer Jess, p. 89, nota 17.

    5. Cf., adems, infra, p. 201ss. 6. Cf. EIELING, Theologie und Verkndigung, p. 52.

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  • reflejadas en l (en Jess), sino que adems cada individuo lo cre a imagen de su propia personalidad 7. Para mostrar esto con un ejemplo elocuente, aunque muy manoseado vamos a citar un pa-saje del tratado de Otto Schmiedel, Die Hauptprobleme der Leben-Jesn-Forschung (Los problemas principales de la investigacin so-bre la vida de Jess)8, tratado que el autor termina con un esbozo del carcter de Jess:

    En el corazn puro de Jess se reflejaban la naturaleza, la Sagrada Es-critura y el Padre celestial. El gran movimiento del Bautista, que proclam con santa seriedad la cercana del reino de Dios, impresion, como a otros piadosos israelitas, al carpintero galileo. Tambin l escuch el llamamiento a la penitencia. Y, aunque sobre su conciencia no pesaba ninguna culpa especial, sin embargo contribuy a cargar con la culpa comunitaria de su pueblo. Abandon el taller a la edad de 30-40 aos y se hizo bautizar. Es dudoso si tuvo entonces una visin que le llamaba a ser el Mesas. Pues, en su primera aparicin pblica en Galilea no encontramos vestigio de ello. El Bautista fue encarcelado, probablemente por motivos polticos. Jess no se arredr por ello, sino que volvi a Galilea y renov all el movimiento del Bautista, enlazando con su predicacin: El reino de Dios est cerca! Cambiad vuestros corazones! Hizo su aparicin en las soleadas riberas del lago de Genezaret. Y soleada tambin, animada por una divina apacibilidad y mansedumbre, era su persona; seductoras eran sus bienaven-turanzas, y su predicacin acerca del Padre celestial que llama a sus hijos, los hombres. Una gran multitud de oyentes y adeptos se reuni en torno suyo, para escuchar sus bellas parbolas y sus enjundiosas sentencias... Por consiguiente, Jess conceba decididamente el reino de Dios en un sentido apocalptico y trascendente. Ahora bien, como su pensamiento no era tan abstracto y tan racionalmente analtico como el nuestro, Jess al mismo tiempo conceba al reino de Dios como inmanente en el mundo y en los corazones de los hombres, del mismo modo que experimentaba con ntima ventura la presencia del Padre en su propio corazn. Segn el humor que le animaba resaltaba ms unas veces una concepcin, y otras veces otra... Su xito era asombroso, y cientos y miles de personas se apiaban en torno a l. No se le pedan simples palabras, sino tambin hechos. Los enfermos mentales que se le acercaban se sentan al principio sumamente agitados en su presencia. Pero, bajo la palabra amable y poderosa de este elegido, Satans as pensaban hua de ellos. Se sentan curados. Y, as, Jess provoc curaciones que l no haba pretendido. Al principio, segn parece, l mismo se sinti aterrado por esta fuerza que moraba en su in-

    7. Geschichte ier Leben-Jesu-Forschung, p. 4. 8. Tubinga - Leipzig 1902.

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    * . v ufc*j u u u u j y g i a i l a U t JU13

    terior, huy a los desiertos para escapar del acoso de los hombres, y pro-hibi que se hablara de sus curaciones. Pero segn iban presentndosele ms enfermos, incluso enfermos de padecimientos fsicos, Jess fue sintien-do ms y ms ese poder como un don de Dios. En las horas solitarias de meditacin, en las que se retiraba lejos del bullicio del da, y en las que se esforzaba por conseguir claridad, este sentimiento se fue convirtiendo cada vez ms en una certeza alentadora. Otras seales maravillosas que no fue-ran las curaciones, las rechaz l de s vigorosamente. A los judos que se las pedan, les llam generacin perversa y adltera y consider sus exi-gencias como una tentacin de Satans. ste fue el ncleo histrico de la segunda tentacin (la de arrojarse desde el pinculo del templo). Pero este sentimiento del poder divino que moraba en l, fue haciendo madurar poco a poco un nuevo pensamiento, a saber, el de haber sido dotado especial-simamente por Dios para desempear un puesto seero en el reino de Dios, no meramente de pregonero, sino de persona que trae consigo ese reino, en una palabra: de Mesas9.

    Para ser justos, citaremos tambin la conclusin final: La concepcin de Jess, que he presentado aqu, es la de la historia,

    concretamente de la historiografa moderna. Otras pocas se han formado y se formarn una imagen distinta de Cristo. Tambin la Iglesia, el arte y cada alma piadosa tiene su propia imagen de Cristo. Cada imagen tiene algo del Cristo verdadero, y,, sin embargo, son muy distintas entre s. Yo creo que esto procede de que la persona de Jess es tan grande y descuella tanto por encima de la medida corriente de los hombres, que ninguna poca y ninguna concepcin es lo suficientemente comprensiva para abarcar exhaus-tivamente la importancia que Jess tiene dentro de la historia universal10.

    Precisamente aqu aun reconociendo la modestia personal aparece con claridad el problema: Podremos resignarnos a reci-bir de la historiografa moderna una imagen de Jess correspon-diente a esta poca, con la esperanza segura de que maana se nos va a brindar otra imagen distinta? Mientras sigamos aferrados a la idea de una biografa de Jess, propiamente dicha, no podremos vernos libres de este aprieto.

    0. Ibid., p. 60ss. 10. Ibid., p. 70s.

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  • El misterio de la persona y los tipos biogrficos. Otra razn para declarar imposible una biografa de Jess es

    que todo hombre encierra en s un misterio que no se puede ma-nifestar plenamente a los dems ni puede ser captado por ellos adecuadamente. Porque todo hombre es una individualidad y en ltimo trmino incomprensible. Y, as, el historiador que contem-pla el pasado, no podr hacer plena justicia a un individuo, y nor-malmente menos que un contemporneo a uno de sus semejantes a quien conoce bien. Es verdad que la distancia permite ver con mayor realce, mucho de lo referente a la influencia de una persona sobre su poca; pero la persona misma pierde su cuo individual y se tipifica en mayor o menor grado. Los tipos y esquemas son medios necesarios para ordenar la imagen histrica. Pues bien, aqu hay que afirmar que no hay biografa de Jess, porque su vida rompe los esquemas y normas de una biografa, o en todo caso no se ajusta a ellos. Toda biografa puede encuadrarse con mayor o menor acierto en uno de tales esquemas. Existe el tipo del profeta y el del filsofo, el tipo del maestro de sabidura hu-mana y el del promotor de un despertar religioso. Existe el tipo (muy difundido entonces) del predicador popular ambulante, y el del sacerdote. Y eso, prescindiendo aqu de tipos puramente pro-fanos. En la tradicin relativa a Jess hallamos algo de todos esos tipos. Pero al mismo tiempo encontramos algo ms que los excede a todos ellos y esto es precisamente lo que se sustrae al examen del bigrafo e historiador. Un historiador puede captar en su ar-mona interna y en sus notas caractersticas una figura proftica como la de Jeremas o la de Ezequiel, aunque no logre penetrar en el ntimo misterio personal de esos hombres. Pero lo que el historiador conoce, basta para una biografa. En Jess esto no basta. En Jess fracasan los tipos que son tiles en los dems casos, y fallan los motivos evidentes del comportamiento que apa-recen en todo hombre.

    Un ejemplo: Repetidas veces se nos dice que Jess trataba con los pecadores notorios, coma con ellos, y los buscaba de manera especial. Pues bien, este comportamiento no puede explicarlo con suficiente clarividencia un bigrafo. Dir el bigrafo que Jess

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    era tan malo o tan dbil, que se senta atrado hacia esa clase de personas? Pero todo lo que leemos de Jess habla decididamente en contra. Dir entonces que Jess quebrantaba consciente e in-tencionadamente la ley o, al menos, las buenas costumbres, porque quera actuar como revolucionario e impresionar los espritus? Tam-bin en contra de esta actitud hablan muchos otros textos. En-tonces, escribir quizs que Jess sufra especialmente por los pecadores, porque estaban alejados de Dios y los dems eludan su trato, y l en cambio quera acompaarlos en su soledad? Esto sera lo ms prximo a la imagen total que los Evangelios nos dan. Pero, cmo se explica entonces que Jess haya dicho a uno: Tus pecados te son perdonados (Me 2, 5)? Cmo se explica que, a todas luces, Jess pretendiera, como algo que va de suyo, esta potestad, sin presentar credenciales y sin suplicar de Dios tal per-dn, como hara un mediador? Y cmo se explica que Jess haya dicho: Yo no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores (Me 2, \lb)? Y aqu preguntamos nosotros: A dnde los llama Jess? Por qu no llama a los justos, los cuales, incluso segn el mensaje de Jess, cumplen la voluntad de Dios? Qu deben hacer precisamente los pecadores, puesto que son llamados? En este solo ejemplo vemos que, aqu, ya no es posible una des-cripcin e interpretacin histrica interna, tpica, y que permanez-ca dentro del marco de una biografa, por excelente que sea.

    No historiografa, sino testimonio de fe. A esto se aaden otras consideraciones. Los relatos que con-

    servamos acerca de Jess no se escribieron obedeciendo a inters histrico en el sentido moderno, sino para dar testimonio de la fe de que Jess es el Cristo, es decir, el Mesas. No hay una sola frase ni un solo libro en todo el Nuevo Testamento, que consti-tuya una excepcin de esta regla. Ni los Evangelios se escribieron como libros de historia: no pretenden ser biografas. Esto hoy se ha aceptado universalmente y se ha expuesto ya tantas veces " , que aqu nos basta con dejar constancia del hecho.

    11. Por parte protestante, desde los trabajos fundamentales de M. UIBELIUS, Die Formgeschichte des Evangeliums (La historia de las formas del Evangelio), Tiibinga

    37

  • Es un hecho reconocido por todos, al menos en el mbito ale-mn: Protestantes y catlicos, judos e incrdulos. Y sin embargo, a pesar de la universal aceptacin de esta idea, la teologa catlica parece resistirse a aplicarla en los casos concretos. Cada frase y cada acontecimiento, refleja en primera lnea el testimonio de los predicadores de la fe que los transmitieron. Tan slo en segunda lnea podemos preguntarnos hasta qu punto y en qu sentido, tenemos aqu realidad histrica, unas palabras pronunciadas por Jess o un milagro obrado por l. Esto no indica escepticismo de principio, con respecto a la historicidad, sino una ordenacin de los intereses y, por tanto, un camino para nuestro conocimiento. El inters primordial de los escritores mismos era despertar y con-solidar la fe. Y esto vale tambin para el camino que ha de seguir nuestro conocimiento. La empresa primera y fundamental es captar en su contenido y forma este testimonio de la fe. Al principio est la confesin: Jess es el Mesas, confesin que no se formul as hasta despus de la experiencia de pascua y de la comunica-cin del Espritu. Tan slo despus, por medio de los aconteci-mientos y palabras de Jess, se presenta la prueba de la credibili-dad del kerygma (Le 1, 4). La parte ms antigua del Nuevo Tes-tamento son las cartas del apstol Pablo, que dan testimonio inmediato de la fe. El segundo estrato del Nuevo Testamento con-tiene los Evangelios, que apoyan esa fe y le dan fundamento. En este mismo orden de sucesin de la aparicin de los escritos del Nuevo Testamento, podemos reconocer aquel principio fundamen-tal: En primer lugar, dar testimonio de -la fe; despus, funda-mentarla en la historia de Jess. Sin embargo, los Evangelios, en su conjunto e individualmente se escribieron tambin al servicio de la fe en la Mesianidad de Jess. De todas formas, esto se refiere

    1919; a1959, y R. BULTMANN, Die Geschichte der synoptischen Tradition (La historia de la tradicin sinptica), Gotinga 1921; 81957, es una conviccin ya casi universal. Por parte catlica, lo es en creciente manera desde los trabajos de E. SCHICK, Formgeschichte und Synoptikerexegese (Historia de las formas y exgesis de los sinpticos), Ntl. Abh. XVII I , 2-3, Munster 1940; K. H. SCHELKLE, Die Passion Jesu in der Verkndigung des Neuen Testamentes (La pasin de Jess en la predicacin del NT) , Heidelberg 1949. Vase una obra que est al alcance de todos. Por qu creemos? Los fundamentos de la fe en 40 tesis, Barcelona 1967, p. 230ss y 300ss; cf., adems, J.R. GEISELMANN, Jess der Christus, Stuttgart 1951; A. WIKENHAUSEK, Introduccin al Nuevo Testamento, Herder, Barcelona 21966, p. 196ss.

    38

    solamente a los evangelios en su conjunto. Antes de ellos, y como estadio previo, se recogi la tradicin referente a Jess, principal-mente las palabras, los logia de Jess. Pronto se comenz a tomar sus palabras como norma de la predicacin (precepto del amor), lo que tambin se desprende, con la suficiente claridad, de las cartas paulinas.

    Panorama crtico.

    No es posible encerrar la personalidad de Jess en una biogra-fa en el sentido usual de la palabra: las fuentes del Nuevo Tes-tamento son primordialmente testimonios de fe de que Jess es el Mesas. De ah deriva la imposibilidad de escribir una vida de Jess. Esto ha quedado claro hasta ahora. Y desde este punto de vista, vamos a pasar sumariamente revista a algunas obras carac-tersticas. Ya hemos hablado antes de la primera poca en que se escriban libros sobre la vida de Jess12. Claro est que, en el campo catlico, el gran derrumbamiento sealado por Albert Schweitzer no produjo un shock tan violento ni tuvo efectos tan paralizadores como en el campo de la exgesis protestante. Aun despus de este acontecimiento, se publicaron varias obras que intentaban dar una visin de conjunto de la vida de Jess.

    Aqu deberamos distinguir entre los ensayos que a base de los textos interpretan la personalidad de Jess, y luego presentan ante la fe el fruto de esa interpretacin; y los libros en los que se intenta ofrecer una imagen histricamente fiel de la vida de Jess que responda a las exigencias de la estricta ciencia histrica. No vamos a hablar aqu de obras del primer tipo, entre las cuales ocupara un lugar destacado Der Herr, de Romano Guardini (versin espa-ola: El Seor)13; pues el mtodo y finalidad de estos libros ser siempre legtimo para el creyente. En todo momento podremos leer y meditar, en la fe, el maravilloso relato acerca del nacimiento del Nio-Mesas, tal como lo escribi el evangelista Lucas (Le 2, 1-20),

    12. P. 20ss, 32ss. 13. Editada primeramente en Wurzburgo 1935 (Leipzig 1954). Versin espaola:

    Madrid 1958; vase tambin GIOVANNI PAPINI , Vida de Cristo (vers. esp.), Madrid 16.a edicin. '

    39

  • sin adentrarnos crticamente en los pormenores histricos. En todo momento podremos meditar sobre la maravillosa aparicin de la estrella y la venida de los Magos, tal como estn descritos en Mateo (Mt 2, 1-14), y sentirnos movidos a adorar los designios divinos, sin reflexionar crticamente sobre qu clase de estrella sera sa, y quines seran los Magos, y cmo se encuadraran tales aconteci-mientos en el tiempo y en el espacio. Existe una lectura y asimila-cin de la palabra de la Escritura, que medita y contempla sin reflexionar crticamente. Y hay tambin un estudio crtico de los testimonios transmitidos.

    Ahora bien, otros libros acerca de la vida de Jess se han escrito con el propsito de ofrecer una exposicin exegticamente pura y cientficamente fundada. Esto se aplica especialmente a la obra, de carcter ms bien popular, de Franz Michel Willam, Das Leben Jesu im Lande und Volke Israel (versin espaola: La vida de Jess en el pueblo y pas de Israel)1*, que ha tenido mucho xito, y que en Alemania ha sido seguramente la biografa catlica de Jess de mayor difusin. Hoy da, no responde ya a la concep-cin moderna ni tampoco- a las exigencias de la exgesis crtica. Con mayor cautela y con verdadero empeo por la exactitud cien-tfica est escrita la obra del italiano Ricciotti, Vida de Jesucristo. Aunque en esta obra no se elude ningn problema, sin embargo se conserva todava la ficcin de que es posible escribir una bio-grafa de Jess15. Algo parecido podramos decir del libro del notable especialista francs M. J. Lagrange, que fue traducido igualmente al espaol: El Evangelio de Nuestro Seor Jesucristo16. Con esto hemos enumerado todos los intentos importantes que se han realizado en este campo. Desde hace bastante tiempo se ha hecho el silencio. Y, evidentemente, no hay nadie que por ahora se atreva a emprender semejante tarea. Parece que para la exge-sis catlica ha pasado tambin la poca de escribir vidas de Jess: ser porque no desea ya escribirlas, o porque en realidad no puede?

    Qu ocurre en el campo protestante? Aunque en l el de-

    14. Editada por vez primera en Friburgo 1932 (frecuentes reimpresiones). Versin espaola: Madrid 81953.

    15. Versin espaola: Barcelona 1957. 16. Versin espaola: Barcelona 1961.

    40

    rrumbamiento fue mucho ms profundo, sin embargo al cabo de unos decenios se ha reanudado la actividad. En el espacio de pocos aos se han escrito varias obras que por lo menos, externamente recuerdan Ja antigua literatura de vidas de Jess: Gnter Born-kamm, Jesus von Nazareth1T; Ethelbert Stauffer, Jess, Gestalt und Geschichte (Jess, figura e historia)1S; Walter Grundmann, Die Geschichte Jesu Christi (La historia de Jesucristo)10; Ernst Barni-kol, Das Leben Jesu der Heilsgeschichte (La vida de Jess de la historia de la salvacin)20. De esta nueva ola nos interesa primor -dialmente el libro de Ethelbert Stauffer, porque en l se anuncia de manera firme y consciente la voluntad de escribir una nueva bio-grafa de Jess y una historia real de Jess. Este propsito se ex-presa programticamente en el prefacio:

    Parece tarea insoluble la de ofrecer, con los recursos de la ciencia his-trica, una exposicin de la historia y figura de Jesucristo, tal como esta historia y esta figura fueron en realidad. Porque, dnde encontraremos un criterio que capacite al investigador para distinguir con seguridad en la tradicin acerca de Jess entre los hechos histricos y los relatos domina-dos por una tendencia dogmtica? Tal es la situacin del problema, en la investigacin emprendida por el protestantismo alemn. Est en la lgica de las cosas que, all donde la crtica de los Evangelios ha tomado en serio tales conocimientos, no ha podido aparecer ni ha aparecido de hecho ninguna exposicin histrica acerca de Jess. A veces, se ha tratado de salir del paso con toda clase de sucedneos. En otras partes, las cosas han sucedido de manera muy distinta. Y, as, el profesor de historia antigua en Berln, Eduard Meyer, ha publicado despus de la primera guerra mun-dial una obra en tres volmenes acerca del origen y comienzos del cristia-nismo. En Francia, Maurice Goguel public cuatro gruesos volmenes sobre Jean-Baptiste, La Vie de Jsus, La Naissance du Christianisme, y L'glise

    17. Urban-Buecher 19, Stutltart 1957. 18. Dalp-Taschenbeher 332, Berna 1957. 19. Berln 1957 (2.a ed. 1959 con un fascculo complementario). 20. Halle 1958. No podemos analizar aqu detalladamente esas obras. Sin embargo,

    para una apreciacin crtica, vase, entre otros: R. SCKNACKENBUHG : BZ nueva serie 1, p. 313ss; J.M. TCOMNSON, Kerygma und historischer Jesus, p. 12ss, 76ss (sobre Stauffer y Bornkarnm); E. FUCHS, Zur Frage nach dem historischen Jesus (A propsito del pro-blema acerca del Jess histrico), en Gesammelte Aufstze u , Tubinga 1960, p. 168-218 (sobre Bornkarnm); W. MARXSEN: ThLZ 86 (1961), p. 38ss; W. JOEST: ibid. p. 641ss (sobre Stauffer); A. VGTLE : ThR 54 (1957), p. 97-104 (sobre_Bornkamm y Stauffer); B. RIGAUX, L'historicitc de Jsus devant l'exgse rcejrfe7v%^b5\ll958), p. 481-522; J. JEKEMIAS, Der gegenwrtige Stand der Debatte/i. das ProS3/b.des historischen Jesus (Estado actual del debate en torno al prdblejQdel Jess historie RlSTOW-MATTHIAE, p. 12-15. .*" . c n , V . /^T C^k

    l

  • primitive. Por parte catlica, en los ltimos decenios han aparecido muchas e importantes obras acerca de la vida de Jess. Y una bibliografa ameri-cana enumera ms de trescientas cincuenta exposiciones sobre Jess en lengua inglesa publicadas desde 1910 a 1953. De todos esos libros se pueden sacar en concreto muchas sugerencias y enseanzas. Pero si vemos el pro-blema, de manera tan seria y radical como hemos esbozado, nos ser impo-sible adoptar el mtodo que esas obras siguen. La investigacin protestante alemana acerca de Jess ha suspendido sus trabajos. Y tendr que renun-ciar definitivamente a ellos... o hallar un camino nuevo y propio para llegar hasta el Jess histrico 21.

    Para salir de esta crisis, Stauffer no ve ms que un camino: La exploracin metdica de fuentes que hayan quedado completa-mente al margen de las tendencias cristianas ~'. Las nuevas fuen-tes que Stauffer menciona, son de tres clases: 1) Fuentes indi-rectas acerca de Jess: el conocimiento ms exacto y la mayor utilizacin de los testimonios contemporneos, principalmente de las leyes judas contra los herejes y las clusulas penales. 2) La po-lmica rabnica contra Jess (principalmente en el Midras y en el Talmud). 3) La literatura de la apocalptica juda, principalmente de los escritos de Qumrn. Ahora bien, estas tres fuentes no son completamente nuevas, sino que en parte eran ya conocidas de antiguo, y se haban utilizado con fruto para la historia de Jess, por grande que haya sido en concreto la contribucin de Stauffer 23. Pero la calidad del material que estas fuentes proporcionan para escribir una historia de Jess, fue puesta en tela de juicio de manera inmediata y violenta. Y, sobre todo, no es ni mucho menos la uti-lizacin de nuevas fuentes lo que distingue al libro de Stauffer de las biografas antiguas. Lo que ofrece es, ms bien, un optimismo mucho mayor de poder alcanzar la verdad histrica, y un manejo de las fuentes mucho ms despreocupado de lo usual hasta enton-ces. All todo es claro y transparente, la cronologa puede fijarse con perfecta exactitud, y apenas quedan dudas y problemas. El vigor sugestivo del lenguaje corrobora la impresin de presuntuosa se-

    21. Ibid., p. 7s. 22. Ibid., p. 8; vase, adems, STAUFFER, en: Gottes ist der Orient (De Dios es

    el Oriente), en O. Eissfeldt zum 70. Geburtstag, Berln 1959, p. 163s. 23. Vase, para la crtica: ROBINSON, Kerygma und historischer Jess, p. 76-80, el

    cual hace notar con razn y crtica que Stauffer no menciona una fuente realmente nueva, a saber, el Evangelio de Toms, de los hallazgos de Nag-Hammadi (p. 79s).

    42

    guridad. Como complemento de esta obra, escribi Stauffer un librito titulado: Die Botschaft Jesu damals und heute (El mensaje de Jess, entonces y ahora)2i. Tambin aqu est vivo el antiguo inters histrico. El autor trata de transmitirnos lo que Jess dijo y ense realmente, y exponerlo incluso como una norma deci-siva para la fe y la teologa. Es caracterstico el siguiente pensamien-to: Jess es para nosotros la medida de todas las cosas el Jess histrico de Nazaret. Transformando la famosa frase de Protgoras: El hombre es la medida de todas las cosas, el autor quiere decirnos: Jess es la medida de todas las cosas, y de manera primordial la medida de toda humanidad (el subrayado es mo)2S. Pero lo que de ah nace lo decimos con pena no sobrepasa las imgenes humanistas de Jess que nos ofreca el siglo xix 26. Por mucho que nos impresione la valenta de ofrecer-nos, a mediados del siglo xx, una historia de Jess y su mensaje real, debemos confesar que es una valenta que fracasa en su intento. Hemos de considerar esta obra (aun reconociendo su valor cien-tfico en algunos detalles, que han puesto de relieve nuevos aspec-tos) como un eplogo tardo de la historiografa clsica de las vidas de Jess.

    Entre otras obras; el libro escrito brillantemente por Gnter Bornkamm emprendi un nuevo camino. Se compendia en l la investigacin crtica, y se presenta con estilo brillante y con calor personal el testimonio de los evangelios. Sin embargo, tenemos que preguntarnos inmediatamente: Qu es lo que da autoridad a esta imagen de Jess, purificada crticamente? No es tambin ella una imagen propia de eruditos y profesores, como muchas que la precedieron? Con qu razn, se identifica esa verdad sobre Jess con la verdad hacia la cual el Espritu que Jess enviar (Jn 16, 13) ha de guiar a los discpulos? En el mismo Evangelio, Jess da a sus discpulos la promesa de que el conocimiento de los creyentes ha de progresar. El Espritu que l va a enviar, los guiar en toda verdad (Jn 16, 13). Pero este camino hacia el futuro no ser otro

    24. Dalp-Taschenbcher 333, Berna 1957. Como tercer Jibrito de esta triloga apa-reci una breve historia: Jerusalem und Rom im Zeitalter Jesu Christi (Jerusaln y Roma en "la poca de Jesucristo), Dalp-Taschenbcher 331, Berna 1957.

    25. Gottes ist der Orient (v. nota 22), p. 163. 26. Vase, para la crtica, los trabajos mencionados en la nota 20.

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  • que el que nos conduzca de nuevo a la palabra de Jess, porque el (espritu "os lo ensear todo y os recordar cuanto os he dicho yo' (Jn 14, 26) 2T.

    Indudablemente, Bornkamm se ha concentrado tan intensamente en el mensaje de Jess y en la significacin de su persona, que no podemos designar su obra como una exposicin cientfica. Lo que ms interesa a Bornkamm es entresacar de las fuentes lo caracte-rstico e importante, tal como lo concibieron los testigos del Nuevo Testamento, y tal como lo siente, con especial afinidad, una intensa corriente dentro de la moderna teologa protestante. Pero, muchas cuestiones histricas, las pone l entre parntesis o deja adrede de plantearlas. Le interesa ms la significacin que la captacin hist-rica de la personalidad de Jess. Le interesa ms transmitirnos el mensaje que Jess ha predicado, que narrarnos su vida y su obra. El propsito de Bornkamm es ofrecer una visin de conjunto de la figura de Jess, sin desdear los resultados de la crtica sobre la tradicin. Esto conduce a una compenetracin armnica entre el anlisis histrico-crtico de las fuentes, el realce del kerygma apostlico y el propio juicio de la fe, en todo lo cual ha sido nece-sario rebasar fronteras. Y as, de esa impresionante y moderna visin de conjunto nace tambin la impresin de que Bornkamm quiso orientar la polmica por caminos ms pacficos28. Pero muchos problemas crticos siguen abiertos, como ocurre con los dems libros sobre Jess.

    27. G. BORNKAMM, Jess von N'izarHh, p. 175. 28. As piensa E. FUCHS en su prolija discusin del libro de Bornkamm sobre

    Jess: Glaube und Geschichte un Blick auf die Frage nach dem historischen Jess (La fe y la historia en la perspectiva del problema acerca del Jess histrico), en Gesam-melte Aufstze n , Tubinga 1960, p. 168-173 (p. 173). Veamos un ejemplo en el que aparece claramente cmo se rebasan las fronteras. La seccin v m , sumamente crtica, acerca del problema del Mesas y los nombres honorficos de Jess, la concluye Born-kamm con las siguientes frases (el subrayado es mo, con excepcin del en que pre-cede a su palabra): El resultado de estas reflexiones no es slo negativo sino su-mamente positivo. Nos hacen volver a la idea que nos ha preocupado durante toda nues-tra exposicin del mensaje e historia de Jess, a saber, que lo " mesinico" de su ser est contenido en su palabra y en sus actos y en la inmediatez de su manifestacin histrica. Ningn concepto corriente y usual, ningn ttulo y funcin de los que la tradicin y expectacin juda tenan preparados, sirve para la legitimacin de la misin de Jess y agota el misterio de su ser. Jess no entra en los clculos de cualquier clase de lgica de ningn sistema dogmtico anterior. Por esto llegaremos a comprender que el misterio de su ser (del ser de Jess) se revelara nicamente a los discpulos en la resurreccin de Jess.

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    Esto lo ha sealado principalmente Antn Vgtle 2>. Los proble-mas que han quedado abiertos con toda su urgencia, se refieren primeramente a la pretensin misionera de Jess, y con ello a la dignidad de su persona; esos siguen siendo los problemas centrales. Vogtle nos lo muestra finalmente en la cuestin de si Jess se con-sideraba como el Hijo del hombre juez del universo, y en la consecuencia que de ello se deriva de una consumacin futura de la salvacin, de carcter estrictamente temporal:

    Para la exposicin del mensaje de Jess es de considerable importancia que Jess mismo no quisiera ser el futuro Hijo del hombre y juez del uni-verso; y que la ndole obvia e inmediata de su doctrina y de su conducta desbarate todo intento de construir a base de su mesianidad una es-tructura de fe y de ideas en la cual la predicacin de Jess, sus obras y su historia adquiriesen todo su sentido (55s). Esta consecuencia, en la que el autor est tan interesado, reaparece sin cesar en su exposicin (por lo de-ms, magistral) del mensaje de Jess. Naturalmente, aparece con especial relieve en el estudio sobre la pasin y muerte de Jess (141-154) y en el captulo sobre el futuro y el presente (82-87). De una frase futurista acerca del Hijo del hombre, como la que se expresa en Le 12, 8s, no se dice ni una palabra. El sentido de la tensin entre el reino de Dios pre-sente y futuro se reduce a la exigencia de contar con el futuro y aprove-char la hora. Los que aguardan de manera debida, estn llamados a cum-plir ahora la voluntad de Dios con todas sus fuerzas (87). Se agota la venida del Hijo del hombre, del fin del mundo, del reino de Dios, tal como los entiende Jess, en el hecho de que el hoy va a aparecer como el da de la decisin y como a tal hay que usarlo (84s), en el hecho de que las exi-gencias de Jess contengan en s mismas las postrimeras y conduzcan hasta el lmite del mundo (100)? Entonces, todo el kerygma del Nuevo Tes-tamento, cuyo contenido central es la expectacin de una consumacin futura de la salvacin, de carcter estrictamente temporal, habra malentendido bsicamente el mensaje original de Jess. Bornkamm no escribi su libro sobre Jess sin la concreta esperanza de que en parte sirviera tambin para que el lector que vive ajeno a la tradicin de la Iglesia, pudiese encon-trarse de manera nueva y original con la figura y mensaje de Cristo (6). Despus de todo, la idea de una confesin aceptable de Cristo, al final (p. 173) formulada como una buena interpretacin existencial que el cris-tianismo primitivo dio del fenmeno Jess de Nazaret, no poda menos de poner tambin fronteras al esfuerzo crtico del autor por exponer el sen-tido de la figura y mensaje de Jess30.

    29. ThR 54 (1958), p. 97ss. 30.* Ibid., *p. 104. Las cifras que van entre parntesis, en el texto citado, corres-

    ponden a las pginas de la obra de Bornkamm.

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  • Esta frase final muestra claramente el problema general que est en juego, y que ha cambiado en algunas posiciones fundamentales de la exgesis.

    Nueva inquisicin sobre el Jess histrico.

    Dentro de la exgesis protestante se advierte hoy un movimiento de retroceso, impulsado sobre todo por los discpulos de Bultmann. Hablaremos de esto brevemente, a manera de apndice. La posicin radical de Bultmann rezaba as: 1) El Jess histrico escapa de hecho a la investigacin (ya que los bigrafos de Jess, del siglo xix, no lo han encontrado). 2) El problema acerca del Jess his-trico es teolgicamente ilegtimo, y no tiene significacin alguna para la fe. Esta concepcin radical se ha visto atacada en los lti-mos aos. Principalmente, una conferencia de Ernst Kasemann, en un congreso de antiguos marburgenses, el da 20 de octubre de 1953, acerca del problema del Jess histrico puso enrgicamente en tela de juicio la posicin de Bultmann 31. El problema principal, para Bultmann, era la cuestin de cmo Jess se convierte de pre-dicador (el Jess de la historia) en predicado (el Cristo de la fe). Este problema lo replantea Kasemann, ya que a la larga pareci inadmisible yuxtaponer sin la menor conexin la historia y el ke-rygma. Este mismo autor indica la solucin, es decir, el camino hacia una nueva continuidad, en una direccin que luego se mostr como la ms eficaz: La solucin de esta problemtica, no podemos afrontarla con perspectivas de xito, segn nuestras comprobacio-nes, tomando como punto de partida los bruta jacta supuestamente histricos, sino nicamente desde el punto de vista del enlace y la tensin que existen entre la predicacin de Jess y la de su comu-nidad82. Con el kerygma de la comunidad hay que confrontar el mensaje de Jess. En todo esto, el acento recae claramente sobre la predicacin oral de Jess y sobre la tradicin evanglica de sus discursos, no sobre la predicacin de Jess con obras, es decir, sobre

    31. Esta Conferencia fue publicada por vez primera en ZThK 51 (1954), p. 125-153 Fue recogida luego en la obra: E. KASEMANN, Exegetsche, Versuche und Besinnung (Ensayos y reflexiones exegticas), i, Gotinga 1964, p. 187-214.

    32. Ibid., p. 213.

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    su vida y pasin, sobre su persona33. Con esto se atiende a un fenmeno susceptible de ser comparado, pero no a la totalidad de la realidad histrica. Despus de este impulso inicial, vino una serie de ulteriores trabajos. La discusin en torno al Jess hist-rico se ha puesto en marcha nuevamente y con gran viveza34.

    Con esta nueva confrontacin est vinculada tambin, en casi todos los investigadores mencionados, el problema de la interpretacin existencial. El kerygma de los apstoles fue interpretado al principio existencialmente, es decir, fue entendido como llamamiento y exigencia de decisin en favor de la existencia autntica. La consecuencia sera que, para encontrar una genuina continuidad entre el kerygma y el Jess de la historia, habra que interpretar tambin existencialmente el mensaje de Jess. No se pregunta, pues, qu es lo que Jess dijo y ense, sino qu comprensin existencial de s mismo se manifiesta en su palabra y en su conducta. Esta autocom-prensin existencial (la fe) de Jess sera lo que corresponda legtima-mente al kerygma y a su llamada a una decisin existencial.

    Dirase que aqu se ha recobrado la unidad. Pero a qu precio? No se pone a Jess en la misma lnea que todos los dems predicadores

    33. El otro principio, desarrollado por E. Fuchs, toma como punto de partida el comportamiento* de Jess. Vtase: E. FUCHS, Zar Fiage nach dem historischen Jess (A propsito del problema acerca del Jess histrico), Gesammelte Aufstze n , Ber-ln 1960, p. 143ss, por ejemplo en la interpretacin de la parbola de los dos hijos: En la exposicin, se suele pasar demasiado deprisa del padre a Dios mismo. Pero, si se examinan las cesas ms atentamente, vemos que Jess defiende su propio compor-tamiento. Lo hace porque l no rechaz a ningn pecador. E, indudablemente, busca fundamento a su conducta en la voluntad de Dios. Es verdad quiere decir Jess que Dios ha de ser severo. Pero, a pesar de todo, Dios quiere ser clemente, en caso de que un pecador se refugie en aquel mismo Dios de quien debera huir por temor al juicio. Por consiguiente, Jess quiere decirnos que, lo mismo que l, el Dios severo acoge con clemencia al pecador que se convierte. Por tanto, la parbola no pretende primordialmente explicar la conducta de Jess, aunque Jess la utiliza para defenderse. Sino todo lo contrario: la conducta de Jess explica la voluntad de Dios, por medio de una parbola que puede leerse en la conducta de Jess. Porque los padres no suelen comportarse en general como el padre de la parbola. Y de un Dios encolerizado no poda aguardarse, ni mucho menos, tal conducta. Y en trminos generales: Esto ex-plica que la conducta o comportamiento de Jess era el marco apropiado para su pre-dicacin!^ (p. 155). Vase, a propsito de esto, ROBINSON, Kerygma und historischer Jess, p. 138ss, entre otras.

    34. La bibliografa es muy extensa. La mejor perspectiva puede verse en algunas obras de conjunto: H. RISTOW - K. MATTHIAE (directores), Ver historische Jess und der kerygmatische Christus (El Jess histrico y el Cristo kerygmtico), Berln =1961 (con contribuciones catlicas y protestantes); K. SCHUBERT (director), Der historische Jess und der Christus unseres Glaubens (El Jess histrico y el Cristo de nuestra fe), Viena-Friburgo-Basilea 1962 (coleccin catlica, algo desigual, de artculos de distinta extensin e importancia); E. FUCHS, Zur Frage nach dem historischen Jess (A pro-psito del problema del Jess histrico), Gesammelte Aufstze n , Berln 1960; vase tambin E. LOHSE: ThLZ 87 (1962), p. 161-174; W. MARXSEN, ibid., p. 575-580.

    47

  • y testigos neotestamentarios, y no significa Jess, en el fondo, lo mismo que todos ellos: ocasin para la radical decisin (escatolgica) de adquirir la autenticidad de la existencia? 33. Por mucho que se sienta la necesidad de plantear el problema del Jess histrico, tendremos que decir clara-mente de esta fase que el criterio decisivo para el enjuiciamiento es la interpretacin existencial del Nuevo Testamento. Si uno se ha decidido ya por ella en las cuestiones del kerygma apostlico, entonces no sentir dificultad en hacer lo mismo con respecto al mensaje de Jess. Si esta in-terpretacin existencial ha sido considerada por los crticos, en el primer caso, como una base hermenutica tpicamente moderna y en lo ms hondo carente de objetividad, lo mismo se pensar en el segundo caso. Los pro-blemas de la separacin entre Historie (historia) y Geschichte (historia exis-tencial) 36, entre la fe y la historia, los problemas de la continuidad entre el kerygma y la historia, no quedarn desplazados nicamente a un plano distinto, en vez de resueltos?

    Otra cosa es tambin importante a este propsito. Hemos odo que si las vidas de Jess escritas en el campo liberal haban fracasado, es por-que en realidad presentaban slo distintas imgenes del carcter de Jess, formadas segn criterios subjetivos. Lo mismo hubo que decir tambin de la semblanza trazada por Albert Schweitzer, el cual emiti un duro juicio contra todos sus antecesores, y crey que por fin haba descubierto al ver-dadero Jess. Ocurrir de manera distinta con la imagen de Jess de la nueva ola? No nacer la sospecha de que tambin esta imagen pasar, aunque slo sea por haberse impuesto un principio hermenutico a la ma-teria entera, como una camisa de fuerza?37.

    Lo que se hace es volver a igualar y nivelar las declaraciones de Jess,

    35. Una exposicin excelente y clara, y tambin independient