y{lb,Do · 2015. 4. 8. · un tiempo una línea editorial en El Tiempo de un corte un poco más...

12
y{lb,Do ÍCONOSI16 Revista de FLACSO-Ecuador No 16, mayo, 2003 ISSN 13901249 Los artículos que se publican en revista son de exclusiva responsabilidad de sus autores, no reflejan necesariamente el pensamiento de íCONOS Director de Flacso-Ecuador. Fernando Carrión Consejo editorial Felipe Burbano de Lara (Editor) Edison Hurtado (Ca-editor) Franklin Ramírez Alicia Torres Mauro Cerbino Eduardo Kingman Producción FLAC SO-Ecuador Diseño Antonio Mena · 11 ustraciones Gonzalo Vargas Antonio Mena Impresión: Rispergraf FLACSO-Ecuador Ulpiano Páez N 19-26 y Av. Patria Teléfonos: 2232-029/ 030 /031 Fax: 2566-139 E-mail: [email protected] [email protected]

Transcript of y{lb,Do · 2015. 4. 8. · un tiempo una línea editorial en El Tiempo de un corte un poco más...

Page 1: y{lb,Do · 2015. 4. 8. · un tiempo una línea editorial en El Tiempo de un corte un poco más progresista que lo acos-tumbrado en el país. Este pasado de ambos les permitía hablar

~~~ :·.\

~~-Qfa

y{lb,Do

ÍCONOSI16

Revista de FLACSO-Ecuador

No 16, mayo, 2003

ISSN 13901249

Los artículos que se publican

en lá revista son de exclusiva

responsabilidad de sus autores,

no reflejan necesariamente el

pensamiento de íCONOS

Director de Flacso-Ecuador.

Fernando Carrión

Consejo editorial

Felipe Burbano de Lara (Editor)

Edison Hurtado (Ca-editor)

Franklin Ramírez

Alicia Torres

Mauro Cerbino

Eduardo Kingman

Producción

FLAC SO-Ecuador

Diseño

Antonio Mena ·

11 ustraciones

Gonzalo Vargas

Antonio Mena

Impresión:

Rispergraf

FLACSO-Ecuador

Ulpiano Páez N 19-26 y Av. Patria

Teléfonos: 2232-029/ 030 /031

Fax: 2566-139

E-mail: [email protected]

[email protected]

Page 2: y{lb,Do · 2015. 4. 8. · un tiempo una línea editorial en El Tiempo de un corte un poco más progresista que lo acos-tumbrado en el país. Este pasado de ambos les permitía hablar
Page 3: y{lb,Do · 2015. 4. 8. · un tiempo una línea editorial en El Tiempo de un corte un poco más progresista que lo acos-tumbrado en el país. Este pasado de ambos les permitía hablar
Page 4: y{lb,Do · 2015. 4. 8. · un tiempo una línea editorial en El Tiempo de un corte un poco más progresista que lo acos-tumbrado en el país. Este pasado de ambos les permitía hablar

ICONOS 114

José Antonio Figueroa*

A principios de 2001, Alfonso López Michel-sen, quizá la figura más sobresaliente de la po-lítica tradicional colombiana, publicó sus me-morias en una entrevista titulada PalabrasPendientes. Conversaciones con Enrique SantosCalderón. La elección de su entrevistador nofue gratuita porque, además de pertenecer ados familias “visceralmente identificadas conla historia del partido liberal y de lo que ha si-do parte del poder y la política colombiana delos últimos setenta años” (López y Santos2001:11), ambos compartían una historiacon deslices de izquierdas. López había pro-ducido un intento de cisma al interior delpartido creando la facción denominada Mo-vimiento Revolucionario Liberal en la décadade los sesenta, mientras Enrique Santos habíasido una de las piezas centrales de la RevistaAlternativa, uno de los experimentos izquier-distas de García Márquez en la década de lossetenta. Igualmente, Santos mantuvo duranteun tiempo una línea editorial en El Tiempo deun corte un poco más progresista que lo acos-tumbrado en el país. Este pasado de ambosles permitía hablar como auténticos liberalescolombianos, lo que sumado al carácter con-versacional de la entrevista intentaba dar al li-bro un aire de espontaneidad en el espinosotema de la política colombiana.

Así, cuando Enrique Santos preguntó aLópez, el “crítico y serio pensador” quien, asu vez, “...nada como pez en el agua” en losescenarios formados por “El chisme fino, lasmujeres bellas, los buenos vinos [y] la dolcevita nacional”, sobre las razones de la violen-cia en Colombia, López respondió:

“Indudablemente, estamos en la peor crisisde la historia de Colombia. Yo no vacilo enatribuírsela al hecho de que nos encontramosen las condiciones de un nuevo rico que seacaba de ganar la lotería y no sabe cómo ad-ministrarla. Desde hace veinte años nos he-mos ganado sucesivas loterías que cambiaronnuestras condiciones de vida, y al cambiar lascondiciones de vida cambia la escala de valo-res, cambian las virtudes tradicionales, cam-bia la manera de ser...

Objetivo militar:

la abstracción.la crueladad en la guerra colombiana

Antropólogo

Ant

onio

Men

a

Page 5: y{lb,Do · 2015. 4. 8. · un tiempo una línea editorial en El Tiempo de un corte un poco más progresista que lo acos-tumbrado en el país. Este pasado de ambos les permitía hablar

Es que no se trata únicamente de analizar elcaso de quienes se vincularon a los diferentesnegocios que he mencionado, sino de que,como el dinero circula, no se necesita ser nar-cotraficante para que la casa o la finca míasuba tres o cuatro veces de precio. Puede in-cluso que yo no me dé cuenta de la razón porla cual el fenómeno se produce, pero el he-cho brutal es que todo el mundo se beneficiacon el narcotráfico, aun sin tener que ver conel mercadeo o el cultivo de la droga” (López2001:99-100).

Y un poco mas adelante:

“Yo sostengo que el fenómeno actual de laviolencia en Colombia es reciente. ¿En quesentido? En el sentido de que, a pesar de queen el siglo XIX hubo cincuenta y tantas gue-rras civiles, el carácter mismo de la violenciaque se manifestó en aquellas guerras no es elmismo de ahora. ¿Por qué? Porque hoy endía no se trata solo de la agresión militar, si-no del ambiente de agresividad que se respi-ra en todos los círculos sociales. Colombia seha vuelto un país estresado, que vive con losnervios de punta, y en donde la primera reac-ción de las personas, en todas las circunstan-cias, es de agresividad.

No era así en épocas anteriores. Por elcontrario, cuando Colombia era un país po-bre había una estrecha solidaridad entre sushabitantes, que incluso estaba por encima delas clases sociales. En la Costa Atlántica, porejemplo, no existía la lucha de clases con lascaracterísticas que vemos en la actualidad. Lagente vivía de manera muy igualitaria y toda-vía no se había presentado el síndrome de lassucesivas bonanzas de que hablamos al prin-cipio y crearon una nueva escala de valores”(López 2001:117).

Como se lee, en la perspectiva de López, lascausas de la violencia contemporánea se en-contrarían en la generalización del dinero porel narcotráfico, en la ruptura de un supuestoorden tradicional armónico y principalmenteen el hecho de que esta circulación dinerariaestá en manos de sectores incapacitados deadministrarla racionalmente. La atribuciónde las causas de la violencia a la irracionalidadde los nuevos ricos puede considerarse comoun dato altamente significativo del rechazoque las elites colombianas tienen a la movili-

dad social y se puede considerar, mas bien,que es en este rechazo donde puede encon-trarse una de las fuentes más efectivas de ge-neralización de la violencia.

El análisis de López expresa un rechazomoral a la circulación dineraria y a la movili-dad social. Este rechazo moral es un lado dela moneda. El otro es el ejercicio cotidiano dela violencia, que en el caso colombiano ha al-canzado unos impresionantes niveles decrueldad. La visión negativa de la circulacióndel dinero por parte de estas elites muestracómo estos discursos están más próximos alconservadurismo corporativo que a sus pre-tendidas fuentes liberales. Los efectos produ-cidos por la crueldad de la guerra en Colom-bia son análogos a los producidos por las for-mas de rechazo moral a la movilidad social, yaque ambos procedimientos evitan una inser-ción plena de los individuos a los beneficiosde la modernidad capitalista.

En este artículo quisiera mostrar cómo lacrueldad es un procedimiento que inhibe lacirculación amplia de dos abstracciones de lamodernidad: la abstracción de la circulacióndineraria y la abstracción inherente al queha-cer político moderno. Para esto es necesarioreconocer que las abstracciones de la moder-nidad tienen un sustrato común en las radica-les transformaciones que se producen en elcampo del lenguaje y del discurso y que defi-nen tanto la constitución de los nuevos suje-tos como los nexos que los unen (Gutiérrez2002, Laclau 1987, Lacan 1998).

A través del análisis del discurso anti-mo-derno de Antonin Artaud mostraré cómo lacrueldad está en las antípodas del lenguajemoderno. Sus reflexiones en torno al teatro dela crueldad, enfocadas contra las abstraccionesy contra la artificialidad del lenguaje modernoarrojan interesantes pistas para descubrir có-mo la crueldad y el lenguaje moderno ocupanlugares opuestos. Igualmente, quisiera mostrarcómo este rechazo a las abstracciones de lamodernidad puede concebirse como procedi-mientos de territorialización, es decir, comoestrategias tendientes a anclar a vastos esta-mentos poblacionales en territorios fijos. Es-

ICONOS 115

Page 6: y{lb,Do · 2015. 4. 8. · un tiempo una línea editorial en El Tiempo de un corte un poco más progresista que lo acos-tumbrado en el país. Este pasado de ambos les permitía hablar

tos territorios pueden ser de índole moral -co-mo sucede con el tradicionalismo, la fijaciónen el pasado o el exotismo- o de índole geopo-lítica -como son las haciendas, las zonas ex-tractivas o las zonas marginales urbanas-.

Crueldad y territorialización en el capitalismo periférico

Las relaciones entre territorialización, abstrac-ción y crueldad fueron señaladas por Deleuzey Guattari en El Anti-Edipo. En ese texto losautores establecieron una dicotomía entre laterritorialización inherente a las lógicas socia-les de lo “primitivo” y las abstracciones inhe-rentes a la modernidad. La asociación entre te-rritorialización y sociedad primitiva la estable-cieron a partir del análisis del papel que ocu-pa la tierra como una entidad única e indivisi-ble cuya presencia obligaba a los individuos ainscribirse en ella como el lugar de realizacióndel deseo y de la producción (Deleuze y Guat-tari 1974:146). El carácter total del valor de latierra obliga a los hombres a anclarse fijamen-te en ella. De otro lado, el modelo opuesto ala imagen de la tierra como totalidad es el delos flujos que caracterizan a la generalizaciónde la mercancía dinero y sus múltiples expre-siones. La generalización de la mercancía di-nero a todas las relaciones sociales elimina lafijación territorial y la sustituye por un flujopermanente que inunda toda la sociedad:

“Flujos descodificados... Flujo de propieda-des que se venden, flujo de dinero que mana,flujo de producción y de medios... flujo detrabajadores que se desterritorializan: serápreciso el encuentro de todos estos flujosdescodificados, su conjunción, su reacciónunos sobre otros, la contingencia de este en-cuentro, de esta conjunción, que se produ-cen una vez, para que el capitalismo nazca ypara que el antiguo sistema muera esta vezdesde fuera, al mismo tiempo que nace la vi-da nueva y que el deseo recibe su nuevonombre” (Deleuze y Guattari 1974:230).

La existencia de estos flujos ya había sido se-ñalada por Marx en su análisis del capital,

quien sostuvo además la premisa de que la ge-neralización del concepto de igualdad huma-na y la equivalencia entre trabajo y mercancíaserían condiciones que permitirían reconocerel carácter descodificado y abstracto del capi-tal (Marx 1976:152). De esta manera, las pre-misas deleuzianas y marxistas presuponen unaimposición creciente de los elementos abstrac-tos del capitalismo en el conjunto de la huma-nidad. Sin embargo, como ha sido señaladopor distintos autores, la experiencia colonial esel límite estructural de las tendencias univer-salistas del capital. Las regiones coloniales, apesar de ser productoras de mercancías, son ellímite de las retóricas liberales de la libertad yde la igualdad (Guha 1997), son el espacio derecreación del tradicionalismo (Said 1990,Coronel 2000, Figueroa 2001), el lugar dedesvío de las nociones disciplinares típicas delos modelos industriales (Stoler 2000) y el es-pacio predilecto de las proyecciones de losmiedos y de las fantasías generadas en los cen-tros coloniales (Fanon 1967, Fuss 1999). Endefinitiva, los espacios coloniales son el fin y ellímite de la generalización de la abstracción y,por lo tanto, el lugar de recreación de las for-mas de territorialización propias de las forma-ciones pre-modernas.

La persistencia de lo colonial en AméricaLatina republicana ha sido un tema central delas ciencias sociales en la región. En ese temainsistieron teorías que subrayaron la comple-jidad de los modos de producción y la articu-lación de formas arcaicas de trabajo con for-mas de alta movilidad financiera (Assadou-rian 1979, Stein y Stein 1988), así como au-tores contemporáneos que observan los “lega-dos” del colonialismo en la ausencia de la cla-se media y la persistente informalidad laboralen el continente (Adelman 1999). Dentro delconjunto de continuidades en el modelo neo-colonial quisiera subrayar el tratamiento dife-renciado de la noción de cuerpo individual:mientras en el caso de los países del capitalis-mo central estaría determinado por las rela-ciones entre los procesos disciplinares y laconstrucción del yo (Foucault 1991), en elcaso de los espacios neocoloniales, las distan-

ICONOS 116

frontera

Page 7: y{lb,Do · 2015. 4. 8. · un tiempo una línea editorial en El Tiempo de un corte un poco más progresista que lo acos-tumbrado en el país. Este pasado de ambos les permitía hablar

cias de raza, clase y género, permiten que loscuerpos subalternizados puedan ser escena-rios de distintas expresiones de crueldad.(Bhabha 1999, Fuss 1999, Stoler 2000). Lafragilidad del cuerpo y su constitución comoescenario de la crueldad es uno de los rasgosmás evidentes de la crueldad de la violenciaen Colombia (Uribe 1990, Taussig 1989,Sánchez 2000).

Mediante el análisis de las nociones elabo-radas por uno de los pensadores vanguardis-tas contraculturales, quisiera mostrar cómola crueldad puede concebirse como una es-trategia eficiente en evitar el aparecimientode los elementos abstractos inherentes a lamodernidad burguesa. Concretamente, haréreferencia a las ideas que Antonin Artaud de-sarrolla en El teatro de la crueldad, obra queguarda ciertas analogías a las ideas que expo-ne Nietzsche en El Nacimiento de la Tragedia,en el sentido en que en ambos casos los au-tores desarrollan una serie de reflexiones encontra de la artificialidad del mundo moder-no, así como en contra de la pérdida de unsentido de unidad originario. Uno de los me-canismos que ambos autores desarrollan pararecuperar el sentido de totalidad perdida fueel de los desplazamientos hacia otros tiemposcomo lo hizo Nietzsche hacia la Grecia pre-socrática o hacia espacios exóticos como lo hi-zo Artaud en su viaje a los tarahumaras deMéxico. Artaud, como Nietzsche, consideraque el elemento que aglutina todas las abs-tracciones y contra el que enfila sus bateríases el lenguaje moderno. Al criticar al lengua-je moderno Artaud ataca lo que es considera-do por muchos como el espacio en el que sesintetiza el sentido de provisionalidad y deartificialidad que caracteriza al mundo mo-derno. Es decir, ataca el espacio en el queconfluyen todas las negociaciones en las quese fundamenta la modernidad burguesa. Alcolocar las tesis de Artaud en el escenario dela guerra colombiana podremos ver cómo in-fortunadamente una geografía neocolonial seconvierte en el lugar de realización prácticade las fantasías estéticas de un vanguardistametropolitano.

Artaud desarrolla su tesis sobre el teatro dela crueldad en la década de los treinta, luegode un claro distanciamiento con los surrealis-tas1. Más que una concepción sobre el teatro,Artaud explícitamente pretendía eliminar laartificialidad burguesa y concibió al teatro co-mo una posible vía de lograr su cometido.Consideraba que a través del teatro se podíaexpresar los tres elementos que, en su opi-nión, sacaban a relucir los limites de la mo-dernidad burguesa: la locura, las experienciasque sobrepasaran los límites del sufrimiento yel silencio (Sontag 1976:xliv). Lo que se deberesaltar en estos tres lugares es su escepticismototal ante la comunicación moderna. En elcaso del teatro de la crueldad sus análisis bus-caban descentrar el texto y la palabra y colo-car en su lugar “un tipo de lenguaje único amedio camino entre el gesto y el pensamien-to” (Artaud 1976:242). La justificación de es-te nuevo lenguaje tenía que ver con la recupe-ración de la totalidad perdida, con la cons-trucción de un nuevo holismo “que pudieracrear un tipo de ecuación pasional entre elHombre, la Sociedad, la Naturaleza y los Ob-jetos” (Artaud 1976:243).

La recuperación del sentido de totalidad apartir del espectáculo implicaba una radicaltransformación del espacio que cuestionaríalas mismas definiciones de “actores” y “públi-co” mediante la eliminación de la distanciaque entre ellos promueve el teatro moderno.Inspirado por la noción de espacio sagradobuscaba reestablecer una comunicación direc-ta entre el público y los actores colocando alespectador en el centro de la acción que lo en-volvería y lo atraparía como en un fuego cru-zado. En el nivel de las temáticas criticaba loque denominaba el psicologismo, que tratabalos niveles prosaicos de la vida como el dine-ro, las ansiedades económicas o el ascenso so-cial a los que consideraba como la causa de lapérdida de la energía en el arte moderno. Pro-ponía, en cambio, un teatro que, abandonan-

ICONOS 117

1 Elemento importante si se tiene en cuenta que los su-rrealistas no solo aceptaron las premisas de la abstrac-ción moderna sino que incluso las radicalizaron.

Page 8: y{lb,Do · 2015. 4. 8. · un tiempo una línea editorial en El Tiempo de un corte un poco más progresista que lo acos-tumbrado en el país. Este pasado de ambos les permitía hablar

do la psicología, describiera lo extraordinario,pusiera en escena los conflictos naturales, lasfuerzas sutiles y naturales, que produjeratrances y que se dirigiera al organismo y no alintelecto2. El fin último era acabar con el tea-tro moderno y sustituirlo por un rito tribal,sin distancias entre actor y espectador y sin

los principios deartificialidad quenutren las formasde escenificaciónpropias del espec-táculo moderno.En este proyectola crueldad cum-plía un papel cen-tral ya que la piely el cuerpo seconcebían comolos caminos queharían que el todoperdido volviera aser recuperado enlos hombres3.

Al otorgar alteatro la funciónde recuperar elsentido de totali-dad a partir de la

negación de la distancia entre actor y especta-dor, y desde la promoción de la violencia co-mo mecanismo de recuperación del sentidoritual premoderno, Artaud intenta despojar alteatro moderno de las características propiasde una estética secularizada. Su escepticismoante la palabra escrita, su agresiva campañacontra el texto en el teatro, evita que aparez-ca una función fundamental de la escrituramoderna: la de promover la erotización delimpulso de muerte a través de su construc-ción como signo puro (Kristeva 1989:23).

De acuerdo con Kristeva, el objeto estéti-co moderno es la decantación de un largoproceso de abstracción que empezó con el re-conocimiento del vacío de la muerte de Diosy con la deliberada construcción de distanciasentre el espectador y la obra. La sensación dela muerte de Dios impulsa a que el sujeto mo-derno intente superar el vacío existencial apartir de una distancia con el objeto perdido.En la distancia entre el espectador y la obraaparece el lenguaje moderno que, a su vez, seconvierte en un tercero entre el sujeto moder-no y el objeto perdido. Es este lenguaje el queda cabida a la entrada de los individuos al rei-no de los signos y de la creatividad. En con-traste, en los casos en que se experimenta unescepticismo ante el lenguaje, como sucedeen la melancolía y en la depresión profunda,el sujeto establece una conexión con el objetoperdido de naturaleza pre-verbal sobre la quese funda la violencia que sustituye al recono-cimiento de la artificialidad del lenguaje(Kristeva 1989:23). En los casos de escepti-cismo comunicativo, la imposibilidad deconstruir una subjetividad deliberativa sereemplaza por la imagen del cuerpo como es-pacio donde el principio de muerte gana a laconstrucción erótica de la pérdida del objeto.Si las distancias entre el objeto perdido y elsujeto no se reconocen, el cuerpo aparece co-mo la escenificación del principio de muerte.Al promover la crueldad como sustituto de laabstracción moderna, Artaud lanzó un golpecertero al sujeto deliberativo que acompaña laartificialidad moderna.

Una aproximación a la violencia colom-

ICONOS 118

2 “A theaterwhich, abandoning psy-chology, recounts the

extraordinary, puts on the stage natural conflicts, natu-ral and subtle forces, and which present itself first of all,as an exceptional force of redirection. A theater whichproduces trances, as the dancer of the Dervishes and theIsawas produces trances, and which addresses itself tothe organism by precise means, and with the samemeans as the healing music of certain tribes which weadmire on records but which we are incapable of origi-nating among ourselves” (Artaud 1976:259).

3 “Whatever conflicts may haunt the mind of an age, Idefy the spectator to whom violent scenes have trans-ferred their body, who has felt superior action passingthrough his own body, who has seen the extraordinaryand essential movements of his thought suddenly illu-minated in extraordinary events –violence and bloods-hed having been placed at the service of the violenceof thought’ I defy this spectator to indulge outside thetheater in ideas of war, rioting, or random murders”(Artaud 1976:258-259).

Reflexiones como las deArtaud no son meras

propuestas de las vanguardiasestéticas. En el caso

colombiano, la escenificaciónde la crueldad es un eje

central de la política real. Elejercicio sistemático de la

crueldad y el carácter orgiásti-co y colectivo de las masacres

logran romper la distanciaentre actor y espectador.

frontera

Page 9: y{lb,Do · 2015. 4. 8. · un tiempo una línea editorial en El Tiempo de un corte un poco más progresista que lo acos-tumbrado en el país. Este pasado de ambos les permitía hablar

biana nos muestra cómo, desafortunadamen-te, reflexiones como las de Artaud no son me-ras propuestas de las vanguardias estéticas. Enla violencia colombiana confluyen los anheloscontraculturales de Artaud: la crueldad no esun fenómeno excepcional, sino un hecho re-gular (Taussig 1989, Uribe, 1990), a su vez, elejercicio sistemático de la crueldad y el carác-ter orgiástico y colectivo de las masacres lograromper la distancia entre actor y espectador;el ejercicio de la crueldad imposibilita el sur-gimiento de la crítica inherente al lenguajemoderno. La crueldad evita, en fin, que apa-rezca el lenguaje moderno. Pero, a la vez, lacrueldad de la guerra colombiana nos señalauna de las paradojas de las fantasías metropo-litanas hecha realidad: mientras en el caso deArtaud, y a pesar de sí mismo, sus teorías cir-culan como mercancías culturales, en el casocolombiano la escenificación de la crueldad esun eje central de la política real. Este ejercicioen la política hace que la crueldad funcionecomo uno de los mecanismos más eficientesde control de la movilidad social, ratificandoasí las fijaciones territoriales típicas de las for-maciones neocoloniales4.

Mapiripán, Colombia y el teatro de la crueldad

El siguiente es un resumen del informe pre-sentado por Maria Cristina Caballero sobreuna de las crueles masacres ocurridas en losúltimos años en Colombia. Este reporte apa-reció originalmente publicado en la revistaCambio 16 en 1997:

“Entre el 15 y el 20 de julio grupos parami-litares ejercieron su soberanía en el pueblo deMapiripán, Meta, Colombia. Durante estetiempo, torturaron y asesinaron cerca de 30pobladores. De acuerdo a fuentes militares,

el ejército había recibido información de lapresencia de grupos paramilitares en la re-gión desde el 14 de julio, cuando un grupode 120 a 150 hombres marcharon hacia Ma-piripán. El juez penal del pueblo, LeonardoIván Cortés llamó al comandante del bata-llón del ejército durante ocho veces en bús-queda de apoyo. Sin embargo, el ejército es-peró hasta el 21 de julio para enviar tropas,luego de que 25 personas del pueblo habíansido desmembradas estando vivas, de acuer-do con Cortés y otros testigos que vieron có-mo las víctimas eran conducidas a la carnice-ría del pueblo. Muchos de los presentes dije-ron que miembros de grupos paramilitaresdesmembraron salvajemente a sus amigoscon machetes y cuchillos, arrojando los bra-zos y piernas a las turbulentas aguas del ríoGuaviare que bordea el pueblo.

La Aeronáutica civil confirmó que el12 de julio un avión de la aerolínea Selva(Reg. No HK-3993) y otro avión privado(Reg. No HK-3993) dejó el Aeropuerto delos Cedros en ruta hacia San José del Guavia-re, cerca al pueblo de Mapiripán. Todas lasindicaciones muestran que estos avionestransportaban a las mismas fuerzas paramili-tares que recogieron la cosecha de sangre enel pequeño pueblo. Los aviones aterrizaronen el Aeropuerto Capitán Jorge EnriqueGonzález de San José del Guaviare, donde elejército nacional está encargado de monito-rear la llegada y salida de todos los pasajeros.Lo extraño es que a pesar de que todas laspersonas que entran al terminal deben ser re-gistrados en una oficina de inspección dondedeben dejar sus datos personales, de acuerdocon las autoridades entrevistadas, los pasaje-ros del avión HK-4009 no aparecieron regis-trados en los libros.

Después de las ocho, cada noche losparamilitares empezaban la larga procesiónde muertes. Cada casa donde llamaban a lapuerta señalaba una ejecución.

Días después de la masacre, cada sobre-viviente tenía su propia pesadilla que contar,aunque la mayoría prefirió quedar callada. Aesto se suman rumores que dicen que la ma-sacre nunca ocurrió. El Coronel Saavedra,capitán de la Policía del Guaviare, repite suversión de que él no cree que hubo una ma-sacre real en Mapiripán. La razón que da esque cuando él estuvo allá no habían ni si-quiera tres muertos.

Desde sus oficinas, adornadas con fotosde los atardeceres de la región, el Comandan-

ICONOS 119

4 Dado que el objetivo de este trabajo es enfocarme enel tema de la crueldad, he dejado de lado cualquier re-ferencia a la amplia gama de pensadores que en Amé-rica Latina han teorizado sistemáticamente en contradel aparecimiento de la artificialidad. Para esto puedeconsultarse a Figueroa (2001) y Coronel (2000).

Page 10: y{lb,Do · 2015. 4. 8. · un tiempo una línea editorial en El Tiempo de un corte un poco más progresista que lo acos-tumbrado en el país. Este pasado de ambos les permitía hablar

te concluyó que la Cruz Roja exageraba losinformes de lo que había pasado. “Nadie en-contró nada aquí; nadie encontró un brazo.La Cruz Roja le dijo a los pobladores queexageraran para que así hubiera repercusio-nes. La Cruz Roja está metida en todo esto...ellos tienen que justificar su presencia alláporque ¿dónde están los cuerpos?”.

¿Qué nociones sobre el cuerpo, sobre el suje-to, sobre la soberanía y sobre la individuali-dad permiten que se construya y se recree eseespectáculo dantesco de la crueldad? ¿Qué ti-po de cultura política permite la existencia deprácticas de desmembramiento de cuerpos vi-vos, de mutilaciones, de individuos laceradoscon motosierras, de civiles eliminados masi-vamente por error, de violaciones masivas, co-mo formas de dirimir las contiendas políti-cas? ¿Y, quizá peor aún, de qué ideas se nutrey fortifica la práctica de la negación oficial delos hechos brutales, del silenciamiento deldolor, en fin, de la imposición eficiente del si-lencio y la desmemoria?

Si Foucault demostró que el perfecciona-miento de los aparatos disciplinares de la bur-guesía desvió la inscripción y la marca del po-der de los cuerpos hacia las mentes, la violen-cia colombiana, de manera análoga a muchade la violencia del denominado tercer mun-do, muestra cómo el cuerpo y la mente ocu-pan la misma valoración en el momento deejercicio del poder. Hay en la cultura políticacolombiana ciertos elementos que nos permi-ten recorrer algunos trazos que señalan losprocedimientos a través de los cuales se creany recrean estas nociones. Sobresale, en primerlugar, la conformación sistemática de un es-cepticismo comunicacional sobre la arena po-lítica. Los procedimientos de conformaciónde este escepticismo son varios: en el análisisde los rasgos de los partidos políticos colom-bianos se ha identificado cómo estos se carac-terizaron por promover y estimular redes delealtades interclasistas en los que la rigidez yla ausencia de disenso son componentes cen-trales de agrupaciones que actúan mas comogrupos étnicos o religiosos que como asocia-ciones políticas (Oquist 1980, Leal 1989).

La novela Cóndores no entierran todos losdías de Gustavo Álvarez Gardeazabal se descri-be uno de los cuadros más intensos sobre lasconsecuencias de las afiliaciones políticas fun-damentadas en la lealtad. Éste fue el caso delconservador León Maria Lozano, el rey de losPájaros, el Cóndor, quien impuso un régimenfascista en Tulúa en el Valle del Cauca y sus in-mediaciones durante el período de violenciade los años cuarenta y cincuenta. León MaríaLozano montó una eficiente maquinaria ad-ministrativa encargada de asesinar, aterrorizary silenciar a los pobladores de la zona. A tra-vés de su estrategia cambió los patrones de te-nencia de la tierra, las reglas del comercio re-gional y las costumbres cotidianas. Descritocomo alguien que se veía a sí mismo como ale-jado de los intereses mundanos, León MariaLozano rediseñó a Tuluá. Una vez sus accionesse implementaron con toda eficiencia, la de-mografía y el vivir cotidiano de los pueblos dela región cambiaron de rostro. Dentro de lascaracterísticas del Cóndor, la de su rechazofundamentalista a cualquier divergencia en losniveles políticos y religiosos es una de las másintrigantes y desafortunadas muestras del tipode subjetividad creado por el bipartidismo co-lombiano (Álvarez 1974).

Una de las formas más eficientes de pro-moción del escepticismo se produce sustitu-yendo la deliberación por los reclamos de leal-tad, lo que hizo de los partidos políticos tradi-cionales unas lealtades multiclasistas osificadas(Oquist 1980). La lealtad y el fundamentalis-mo político muestran cómo el escepticismopolítico y el escepticismo verbal surgen de unamisma matriz y, también, cómo las estructurasneo-coloniales promueven estos escepticis-mos. En las estructuras neocoloniales se inhi-be el aparecimiento y la consolidación de losejes comunicacionales modernos. Fanon defi-nió la relación intersubjetiva en el contextocolonial desde los presupuestos hegelianos delamo y del esclavo (Bhabha 1999), y desde eluso de las categorías lacanianas del Yo y delOtro (Fuss 1999). En ambos casos, buscabaproblematizar la pertinencia de las categoríasde intersubjetividad inherentes a la dualidad

ICONOS 120

frontera

Page 11: y{lb,Do · 2015. 4. 8. · un tiempo una línea editorial en El Tiempo de un corte un poco más progresista que lo acos-tumbrado en el país. Este pasado de ambos les permitía hablar

cuerpo/alma como construcción recurrentedel pensamiento moderno. En los contextosneocoloniales, en los cuales las condicioneselementales de la relación intersubjetiva no sedan, las relaciones entre el Yo y el Otro nocumplen los distintos pasos que Lacán consi-deraba fundamentales en la construcción de laimagen del ego5, y la violencia toma cuerpo le-gítimo porque las premisas no se dan entre su-jetos sino entre sujetos y sujetos-objetivizados.Otro de los resultados del escepticismo comu-nicacional en el ámbito político es el de pro-mover un modelo fundamentado en la ausen-cia del consenso y en una débil construcciónde lo público que serían rasgos que permitenhablar de dominaciones sin hegemonía en loscontextos coloniales y neocoloniales (Guha1997). Lejos de promover un ambiente atra-vesado por la irrigación de los valores univer-salistas en el todo social y por la construcciónde unos aparatos pedagógicos y culturales ten-dientes a afirmar la hegemonía (Gramsci1980), las clases dominantes de los países neo-coloniales promueven simultáneamente laconstrucción de subjetividades vulnerables ala crueldad, campanas limitadas y diferencia-das de ciudadanización y diferenciaciones ra-dicales entre los estamentos sociales.

El otro campo del escepticismo es el de lostemores a la generalización de la mercancíadinero y las abstracciones inherentes a ella.Las declaraciones de López, al achacar la vio-lencia contemporánea a la irrigación vasta deldinero y a la incapacidad administrativa de lamayoría, describe la plena convicción de re-presentantes de las elites de que la circulación

dineraria debe restringirse solo a los estamen-tos que se consideran portadores de esta ra-cionalidad. Su visión imaginaria de un pasa-do armónico ancla fijamente a las mayoríascolombianas a una idílica temporalidad don-de las relaciones sociales no habían sido co-rrompidas por la irrupción del dinero. Estelado moral tiene su contraparte en la genera-lización de la violencia sobre el cuerpo globalde la sociedad colombiana como resultado dela creciente inserción de estamentos poblacio-nales a los beneficios dinerarios del narcotrá-fico. Siendo el narcotráfico una forma por ex-celencia ilegítima de satisfacción del deseo di-nerario y de la movilidad social, la sensaciónde fragilidad se amplía a estamentos cada vezmás amplios de la población. Sometidos auna profunda crisis industrial y agrícola, queresulta de los cambios estructurales de la glo-balización, una creciente masa de campesinosy de sectores urbanos encuentra en el narco-tráfico y en actividades ligadas a éste vías decapitalización. Como actividad ilegalizadanacional e internacionalmente, la generaliza-ción del narcotráfico se acompaña de la cre-ciente creación de escenarios de la crueldad;es decir, de espacios sin crítica, sin palabras,escépticos y espectaculares. En fin, los deliriosde Artaud expresados en toda su vehemencia.

Bibliografía

Álvarez Gardeazabal, Gustavo, 1974, Cóndo-res no entierran todos los dias, Ariel, Bogo-tá, Quito y Guayaquil.

Artaud, Antonin, 1976, Selected Writings,Edited and with and introduction by Su-san Sontag, s.e., s.l.

Betancourt, Darío y García, Marta Luz,1993, “Narcotráfico e historia de la mafiacolombiana”, en Violencia en la región an-dina: el caso colombia, Cinep, Bogotá.

Bhabha, Homi, 1999, “Remembering Fanon:Self, Psyche and Colonial Condition, enNigel Gibson, editor, Rethinking Fanon,Humanity Books, New York.

Coronel, Valeria, 2000, “Secularización cató-

ICONOS 121

5 Fuss sintetiza así la propuesta lacaniana sobre las dis-tintas posibilidades de relación intersubjetiva: “first,the other (small ‘o’) denotes a specular relation to animaginary rival, while the Other (capital ‘O’) designa-tes a linguistic relation to a Symbolic interlocutor; se-cond, the other depends upon a narcissistic relation,while the Other marks the locus of intersubjectivity;and, third, the other is produced as an effect of pri-mary identification in which the subject recognizes it-self in its own image, while the Other is constructedas an effect of secondary identification in which thesubject recognizes shifts its point of address to anotherspeaking subject…”.

Page 12: y{lb,Do · 2015. 4. 8. · un tiempo una línea editorial en El Tiempo de un corte un poco más progresista que lo acos-tumbrado en el país. Este pasado de ambos les permitía hablar

ICONOS 122

frontera

lica e integrismo social en un modernismoperiférico. Miguel Antonio Caro y la deli-mitación de la filosofía social en Colom-bia” en Santiago Castro Gómez, editor, Lareestructuración de las ciencias sociales enAmérica Latina, Colección Pensar, Univer-sidad Javeriana, Bogotá.

Deleuze, Giles y Guattari, Félix, 1974, El An-tiedipo. Capitalismo y esquizofrenia, Barraleditores, Barcelona.

Fanon, Franz, 1967, Black Skin White Masks,Markman, New York.

—————,1968, The Wretched of theEarth, Markman, New York.

Figueroa, José Antonio, 2001, Del nacionalis-mo al exilio interior: el contraste de la expe-riencia modernista en Cataluña y los Andesamericanos, Convenio Andrés Bello, Bo-gotá.

Foucault, Michel, 1991, Historia de la sexua-lidad (3 tomos), Siglo XXI editores, Méxi-co.

Fuss, Diana, 1999, “Interior Colonies: FrantzFanon and the Politics of Identification”en Nigel Gibson, editor, Rethinking Fa-non. The continuing Dialogue, Humanitybooks, New York.

Gramsci, Antonio, 1980, Selections from thePrison Notebooks, International publishers,New York.

Guha, Ranajit, 1997, Dominance without He-gemony. History and power in colonial In-dia, Harvard University Press, Cambrid-ge, London.

Gutiérrez, Daniel, 2002, “Figuras del sujeto”en Íconos No. 13, marzo, Flacso-Ecuador,Quito.

Hartlyn, Jonathan, 1988, The Politics of Coa-lition Rule in Colombia, Cambridge Uni-versity Press, New York.

Kristeva, Julia, 1989, Black Sun Depressionand Melancholia, Columbia UniversityPress, New York.

Lacan, Jacques, “The Four FundamentalConcepts of Psychoanalysis”, s.f., s.e., s.l.

—————, 1998, The Seminar of Jacques

Lacan, Libro XI, editado por JacquesAlain Miller, Norton Paperback, Libraryof Congress Cataloging Data.

Laclau, Ernesto y Mouffe, Chantal, 1987,Hegemonía y estrategia socialista: hacia unaradicalización de la democracia,Siglo XXI,Madrid.

Leal Buitrago, Francisco, 1989, Estado y polí-tica en Colombia, Siglo XXI, Colombia.

López Michelsen, Alfonso, 2001, Palabraspendientes. Conversaciones con EnriqueSantos Calderón, El Áncora editores, Bo-gotá.

Marx, Karl, 1976, Capital, volumen uno,The Marx Library, Vintage Books edition,New York.

Oquist, Paul, 1980, Violence, Conflict, andPolitics in Colombia, Academic Press, NewYork.

Palacios Palacios, Marco, 1995, Entre la legi-timidad y la violencia. Colombia 1875-1994, Norma Santafé de Bogotá.

Roldan, Mary, 1999, “Cocaine and the “Mi-racle” of Modernity in Medellín” en PaulGootenberg, editor, Cocaine Global Histo-ries, Routledge, New York.

Said, Edward, 1990, Orientalismo, Liberta-rias/prodhufi, s.l.

Sontag, Susan, 1976, Antonin Artaud. Selec-ted Writings, Edited and with and intro-duction by Susan Sontag, s.e., sl.

Stoler, Ann Laura, 1995, Race and the Educa-tion of Desire Foucault’s History of Sexualityand the Colonial Order of Things, DukeUniversity, Durkham and London.

Stein Stanley, J., y Stein, Barbara, 1988, La he-rencia colonial en América Latina, Siglo XXI,México, España, Argentina, Colombia.

Taussig, Michel, 1989, “Terror as usual: Wal-ter Benjamin’s Theory of History as a Sta-te of Siege” en Social Text, volumen 23, s.l.

Uribe, María Victoria, 1990, Matar, rematary contramatar. Las masacres de la violenciaen el Tolima 1948-1964, Centro de inves-tigación y educación popular, Cinep, Bo-gotá.