Historia de la Eclesiología I - Escritura y Patrística Hasta San Agustín

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  • Ttulo de la edicin original:

    HANDBUCH DER DOGMENGESCHICHTE

    III 3a-b: In der Schrift und im 2. Jahrhundert. Die Lehre von der Kirche Vterzeit bis ausschliesslich Augustinus

    Verlag Herder, Freiburg im Breisgau 1970, 1974

    La revisin teolgica de la versin castellana ha sido realizada por Gumersindo Bravo -

    Verlag Herder KG., Freiburg im Breisgau 1970, 1974

    Biblioteca de Autores Cristianos, de EIIICA, S. A. Madrid 1978 Mateo Inurria, 15. Madrid Con censura eclesistica Depsito legal M 16059-1978 ISBN 84 220 0433-X obra completa ISBN 84-220-0891-2 fascculos ISBN 84-220-0723-1 tomo 3 Imprime: FARESO, Paseo de la Direccin. 5. Madrid

    Impreso en Espaa. Printed in Spain

    martinolszaCuadro de textoVERSIN DIGITAL SOLO PARA ESTUDIO Y LECTURA PERSONAL, NO PARA USO COMERCIAL.abril 2015

  • INDICE GENERAL

    Pgs. PRlOGO DE LOS II)ITORES .......................... . .................... ix

    PARTE PRIMERA LA IGLESIA EN LA ESCRITURA Y EN EL SIGLO II

    Por Patrick V. Dias

    CAPTULO I.La Iglesia como acontecimiento y como historia ................ 4 1. La Iglesia en forma histrica concreta ............................. 4 2. La multiplicidad de autotestimonios eclesisticos como hecho histri-

    co-dogmtico de los dos primeros siglos ........................... 7 CAPTULO 11.La Iglesia en Jess ......................................... 10

    3. Punto de partida del planteamiento de la cuestin .................. 14 4. El problema de las fuentes ....................................... 17 5. La problemtica dogmtica ...................................... 19 6. La predicacin del reino de Dios por Jess ........................ 20 7. El grupo de discpulos y la presencia del reino de Dios .............. 28 8. La Iglesia del Resucitado ........................................ 31

    CAPITULO 111.Iglesias cristianas primitivas y sus autotestimonios ............ 35 9. La agrupacin de los primeros discpulos y testigos de Jess y su au-

    tocomprensin .................................................. 37 10. Los grupos cristianos en el judeocristianismo ...................... 42 11. Los grupos judeo-cristianos de orientacin helenstica ............... 46 12. Los autotestimonios de las iglesias cristianas primitivas ............. 53

    1. Las unidades presinpticas de la tradicin ..................... 54 a) El testimonio eclesiolgico de la coleccin de logia (fuente-Q) 56 b) La coleccin de parbolas ................................ 59 c) La fuente-Milagros ...................................... 60

    2. El testimonio eclesiolgico del evangelio de Marcos .... . ........ 63 3. El testimonio eclesiolgico del evangelio de Mateo .............. 73 4. El testimonio de Pablo ....................................... 81 5. Los testimonios que se apoyan en Pablo ....................... 95

    a) El testimonio de las cartas a los Colosenses y a los Efesios 95 b) El testimonio de la primera carta de Pedro ................. 99 c) El testimonio de Lucas ................................... 100

    6. El testimonio de los escritos de Juan .......................... 104 7. Los testimonios de la carta a los Hebreos y de la carta de San-

    tiago....................................................... 109 CAPTULO IV.La Iglesia en la variedad de sus formas hasta el final del siglo Ji

    113 13. La Iglesia, comunidad que se extiende por todas partes como un pue-

    blo............................................................ 114 1. El testimonio de las cartas pastorales y de los otros escritos de la

    poca de transicin .......................................... 117 2. El testimonio de Clemente Romano (1 101) ..................... 119 3. El testimonio de Ignacio de Antioqua (1 117) .................. 123 4. El testimonio del Pastor de Hermas, de la Didaj y de la carta de

    Bernab.................................................... 125 14. El nacimiento de la Iglesia santa y catlica por la koinona de las

    iglesias y sus testimonios ........................................ 127 1. La coleccin de escritos vinculantes en el siglo u................ 129 2. Puntos vinculantes de referencia de la predicacin eclesistica de

    lafe ....................................................... 130

    martinolszaResaltado

  • VIII Indice general

    Pgs.

    15. La autoridad del apstol y de su testimonio y la autocomprensin eclesistica ..................................................... 134 1. El apstol como tipo de todos los discpulos y testigos de Jess 136 2. La calidad de testigo es, primariamente, intervencin personal en

    favor del mensaje y no sucesin de transmisores ................ 140 3. Los portadores de la tradicin y los episkopoi dentro de la co-

    munidad eclesistica, estructurada de forma variada ............. 143 16. La conciencia poltico-histrica de los cristianos ................... 151 17. La Iglesia una en la diversidad de sus formas entre la ortodoxia y la

    hereja......................................................... 155 1. La vida eclesistica en las iglesias de Jerusaln y Edesa, sobre

    Efeso y Corinto, hasta Roma y Lyn .......................... 157 a) La iglesia de Palestina (Jerusaln) .......................... 158 b) La iglesia de Egipto (Alejandra) .......................... 160 c) La iglesia de Siria occidental (sobre todo, Antioqua)

    ........ 162 d) La iglesia de Siria oriental (Edesa) ........................ 162 e) Las iglesias del Asia Menor ............................... 163 J)

    Las iglesias de la zona del mar Egeo septentrional y occiden- tal..................................................... 166

    g) La iglesia de Roma ...................................... 166 h) La iglesia de las Galias (Lyn) ............................ 167

    2. La gnosis, la Iglesia de Marcin y la eclesiologa de Ireneo ....... 167

    PARTE SEGUNDA

    LA DOCTRINA SOBRE LA IGLESIA. LA EPOCA DE LOS PADRES HASTA

    AGUSTN EXCLUSIVE Por Pierre Th. Camelot

    CAPTULO I.E/ siglo III ................................................ 175 1. La eclesiologa griega ............................................175

    A) Hiplito de Roma ............................................175 B) Los alejandrinos .............................................178

    1. Clemente de Alejandra ...................................178 2. Orgenes ................................................181 3. Metodio ................................................ 185

    2. La eclesiologa latina ............................................. 185 A) Tertuliano .................................................. 185 B) Cipriano ....................................................192

    3. Los concilios .....................................................202 CAPTULO II.La eclesiologa griega en los siglos iv y y ...................... 205

    4. Los Padres de la Iglesia griega ....................................205 5. El primado de Roma segn la visin oriental ........................215 6. Los concilios ecumnicos .........................................219

    CAPTULO III.La eclesiologa latina en el siglo iv (hasta Agustn exclusive) 224 7. Hilario, Ambrosio, Jernimo ......................................224

    A) Una teologa bblica de la Iglesia ..............................224 B) El primado de Pedro .........................................228 C) La iglesia de Roma ..........................................229

    DIGRESIN.Sanctorum communio ........................................ 233 8. Optato de Milevi: una teologa de la Iglesia .........................234

    Conclusin .............................................................. 237

  • PROLOGO DE LOS EDITORES

    L A presente colaboracin para la HISTORIA DE LOS DOGMAS tiene una pe-culiaridad si la comparamos con los textos de la obra publicados hasta ahora. En efecto, mientras las exposiciones ofrecidas hasta la fecha se hicie-ron preferentemente desde el punto de vista histrico del espritu y del pro-blema (en el sentido de mostrar el despliegue y el crecimiento de la verdad, fijada en la revelacin y confiada en la Iglesia, en el .contorno del espritu humano y del cambio histrico de sus formas de pensamiento y de expresin), prefiere la investigacin ofrecida ahora un mtodo distinto, que responde a la tendencia de la ciencia actual, ms emprica. Es una orientacin sociorreli-giosa ms intensa del pensamiento con su valoracin histrica, para la que se trata de potenciar los factores concretos y determinantes de la comunidad que explican la estructura Iglesia tanto en su origen como en su primera evolu-cin, y precisamente teniendo en cuenta los elementos naturales, asequibles al investigador emprico, de la experiencia religiosa de entonces, de la conciencia de comunidad y de la configuracin tica de la vida cotidiana.

    Es evidente que esta forma de ver no es totalmente inadecuada a las exi-gencias de la historiografa de los dogmas, que ahora y antes se entiende en realidad como disciplina parcial de la ciencia de la fe. Tampoco puede supo-nerse que sea inadecuada por otra razn, puesto, que, ante la Iglesia como objeto de reflexin histrico-dogmtica, no se trata de un mero misterio espe-culativo, sino de un misterio vital, sujeto a las condiciones de la existencia humaha y de sus leyes de comunicabilidad. Tal visin puede contribuir a des-hacer el reproche de un oculto monofisismo echado en cara con frecuencia a la concepcin catlica de la Iglesia, y descubriendo tambin en la Iglesia de Jesucristo su sentido profundamente encarnacional, que se realiz y conti-nuar realizndose siempre de este modo.

    A la luz de esta perspectiva, el presente estudio consigue poner de mani-fiesto una serie de puntos de vista nuevos a los que en la historiografa cat-lica de los dogmas se ha prestado hasta ahora poca atencin; puntos concre-tos son, entre otros, la importancia de la experiencia de la resurreccin en orden a la formacin de la comunidad, el cambio de comportamiento de los portadores de la predicacin al ver que se dilata la espera escatolgica, la fuerza efectiva de la idea de discpulo y de hermandad, la importancia de los dones del Espritu, el intercambio de personas, cartas y obras literarias entre las comunidades, la abundancia de testigos y tradiciones, la responsabilidad de todos los miembros de la fe y vida de la Iglesia, la variedad en la formacin de estructuras de lo eclesistico en cada una de las comunidades independien-tes. Consideracin esta ms horizontal, que forma un mosaico multicolor y vivo de la Iglesia, cuyo nacimiento se hace inteligible como un proceso inma-nente-estructural desde los hechos previos de un grupo religioso. Es de espe-rar que el mtodo empleado aqu acte de forma sugestiva y encuentre una atencin crtica.

    De todos modos, debemos presumir tambin que un tal mtodo, manejado con una cierta exclusividad, acuse sus limites. La diferencia que existe entre

  • I'r/og de tos editores

    religin y fe (cristiana) se manifestar tambin entre una reflexin ms socio-lgico-religiosa y una reflexin ms acusadamente teolgica de la formacin de la Iglesia. De aqu que no pueda sorprender si en esta forma de enfoque no aparecen tan en primer plano ciertos elementos especficamente teolgicos que constituyen lo irrepetible y lo indeducible de una comprensin teolgica de la Iglesia o se superpongan por la ruda luz de la sociologa, que mira ms a lo general y colectivo. Diramos que pertenecen a estos elementos, entre otros, el factor de la unidad de la Iglesia, que, segn el Apstol, es prioritario y no puede considerarse como accesorio dentro de la pluralidad (cf. Ef 4,4-6); la importancia del cargo, fundado por Cristo, como forma de representacin (cf. 2 Cor 5, 19s) y la posicin nica de la misin de Pedro, que en el primitivo cristianismo se manifiesta evidentemente con gran claridad (segn una colabo-racin, an no publicada, de Johannes Bauer en el coloquio de los antiguos orientales celebrado en Viena en el verano de 1967, existen ya, para el final del siglo i, testimonios elocuentes de la posicin especial de Pedro en la litera-tura pseudoepigrfica que corra con su nombre, y cuya investigacin podra aportar nuevos puntos de vista). En los pasajes mencionados, as como tam-bin en la cuestin de la estructura sacramental de la Iglesia, foijada por el bautismo y la eucarista, que transciende las categoras de discipulado y her-mandad, el instrumental sociolgico-religioso no puede, desde luego, llegar a profundizar tan enteramente como requiere el pensamiento teolgico. Pero la impresin de vaco que puede producir esto no se debe entender en el sentido de una negacin de elementos de fe existentes en la poca originaria de la Iglesia, sino, ms bien, en el sentido de una autolimitacin del observador, forzada por un determinado mtodo, cuyo complemento y ampliacin no se excluyen de manera radical.

  • ECLESIOLOGIA

    PARTE PRIMERA

    LA IGLESIA EN LA ESCRITURA Y EN EL SIGLO II

    Bibliografa general: J. J. 1. y. DLLINGER, Heidentum undJudentum (Rb 1857, reimpresin F 1966); ID., Christen-tum und Kirche in der Zeit der Grnndlesng (Rb 1860, reimpresin F 1966); E C. BAUR, Das Chri.stentum und die christliche Kirche, 5 vols. (T 1859-63); A. HILGENFELD, Die Ketzergeschzchte des Urchri.stentums (L 1884); A. y. HARNACK, Geschichte der altchristlichen Literatur bis Eusebzus (T 1893-1904); ID., Das Wesen des Christentums (L 1900); ID., Di- Mz.sszon und Ausbreztvng des Christentnms in den ersten diez Jahrhunderten, 2 vols. (L 4 1924); ID., Lehrbuch dei- Dogmenges-chichte, 3 vols. (T 1909-10); PAULYWISSOWAKROLLZIEGLER, Realencyklopdie der classis-chen Altertumswissenschaflen (St 1893 ss); E. V. DOBSCHCTZ, Die urchrntlzchen Gemeinden (L 1902); L. DUCHF.SNE, Histoire ancienne de l'Eglise (P 1906); P. BATIFFOL, Le catholicisme des origines saint Le'on, 4 vols. (P 1911-32); ID., L'EglLie nazssante et le catholzczsme (P 6 1927); H. ACHELIS, Das Christentum in den ersten drei Jahrhunderten (L 1912); A. BACDRILLART-VOGTROUZLES (edit.), Dictionnaire d'histoire et de ge'ographze ccc Wszastzque (P 1912ss); O. BAR. DENHEWER, Geschichte der altkirchlichen Literatur, 5 vols. (Fr 1913-32); 1. WEIss, Das Urchrzs-tentum (G 1917); J. GEFFCKEN, Das Christentum im Kampf und Ausgleich mit der grzechisch-rmischen Welt (B 3 1920); F. J. FOAKES JACKSON - K. LAKE, The Beginnings of Christianit' (Lo 1920-33); E. MEYER, Ursprung und Anfiinge des Christentums (St 1921-23); B. J. KIDD, A History of the Church to a. D. 461 (0 1922); R. SEEBERG, Lehrbuch der Dogmengeschichte (L 24 1922-30); A. VACANT - E. MANGENOR - E. AMANN (edit.), Dictionnaire de Thologie Catholique (P 1923ss); G. KRGER (edit.), Handbuch dei- Kirchengeschichte fiir Studierende, 4 vols. (T 2 1923-32); M. DIBELIUS, Geschichte der urchristlichen Literatur (1 1926); B. H. STREETER, The Primitive Church (Lo 1929); F. J. DLGER, Antike und Christenturn 1-1V (Mr 1929-41); L. J. TIXERONT, Histoire des dogmes dans l'antzquite' chrelzenne, 3 vols. (P 11 1930) (trad. esp.); A. EHRHARD, Die Kirche der %Virtyrer (Mn 1932); ID., Urkirche und Frhkatholi-cismus (Bo 1935); 0. LINTON, Das Problem der Urkirche in der neueren Forschung (Lp 1932); W. BAUER, Rechtgliiubigkeit und Ketzerei im iltesten Christentum (T 1934, 2 1964, bearb. y. G. Strecker); H. SCHL'MACHER, Kraft der Urkirche (Fr 1934); J. PINSK, Die Kirche Christi als Kirche der Vulker (Pa 1935); K. PRMM, Der christliche Glaube und die altheidnische Welt (L 1935); J. SCHNEIDER, Die Einheit der Kirche nach dem Neuen Testarnent (B 1936); ID., Die Gem.einde nach dem Neuen Testament (St 2 1947); K. S. LATOURETTE, A Histozy of the Expansion of Christianity, 7 vols. (NY-Lo 1937-45); H. DE LUBAC, Catholicisme (P 1938); ID., Me'ditations sur l'Eglise (P 1953); E. DE MOUREAU, Hi.stoire de l'Eglise (P-Tou 1938); H. ASMUSSEN, Die Kirche und das Amt (Mn 1939); CH. N. COCHRANE, Christianity and Classical Culture (0 1940); N. A. DAHL, Das Volk Gottes (Os 1941, reimpresin Da 1963); F. HEILER, Altkirchliche Auto-nomie und piipstlicher Zeniralismus (Mn 1941); W. MICHAELIS, Das Altestenamt der chrzstlichen Gemeinde im Lichte der Heiligen Schrfl (Be 1941); E. F. SCOTT, The Nature of the Early Church (NY 1941); ID., The Varieties of New TestamentReligion (NY 1947); T. C. WEDEL, The Coming Great Church (NY 1945); F. M. BRAUN, NeuesLicht auf die Kirche (E-Kti 1946); M. GOGUEL, La nai.ssance du christianisme (P 1946); ID., L'Eglzse primitive (P 1947); ID., Les premiers temps de l'Eglise (P 1949); S. HANSON, The Unity of the Church in the New Testameni (Lp 1946); J. LEBRETON, L'Eglise primitive (P 1946); A. FLICHE - V. MARTIN (edit.), Hi.stoire de l'Eglisel (P 1934ss); Y. DE MONTCHEUIL, Aspects de l'Eglise (P 1947); G. BARDY, La The3logie de l'Eglise de sajnt Clment de Rome u saint Irne (P 1948); C. F. D. MOULE - H. CHADWICK, The Office of a Bishop (Lo 1948); T. W. MANSON, The Church's Ministry (Lo 1948); K. RAHNER, Kirche dei- Siinder (Fr 1948); ID., Schrften zur Theologie (E-K 1954ss); ID., Das Dynamische in dei -Kirche (FrBasW 2 1948); ID., Kirche und Sakramente (Fr 1960) (trad. esp.); W. ROBINSON, The Biblical Doctrine of the Church (NY 1948); J. W. C. WAND, The Church: its Nature, Struc-ture and Function (NY 1948); 0. CULLMANN, Die ersten chrislichen Glauben.sbekenntnisse (Z 1949); ID., Aux sources de la tradition chrtienne (P 1950); ID., La tradition, probl?me exgtzque,

  • 2 Pi La Iglesia en la Escritura y en el siglo II III/3a

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Der Aufbau des christlichen Geschichtsbildes in der Theologie des I. und 2. Jahrhunderts: Saeculum 21 (1970) 189-212; E. A. IUDGE, The Social Pattern of the Christian Groups in the First Century (L 1960); W. JGER, Early Christianity and Greek Paideia (C. Mass. 1960); P. S. MINEAR, Images of the Church in the New Testament (Phi 1960); I. PARKES, The Foundations of Judaism and Christianity (Lo 1960); O. J. F. SEITZ, One Body and one Spirit (Greenwich 1960); P. G. VERWIJS, Evangelium und neues Gesetz in der iiltesten Chris-

  • 11113a Bibliografa general 3

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    1962); U. VALESKE, Votum Ecclesiae (Mn 1962); K. BAUS, Von der Urgemeinde zur friih-christlichen Grosskirche: H. JEDIN (edit.), Handbuch der Kirchengeschichte I (Fr 1963); H. KNG, Strukturen der Kirche (Fr 3 1963); ID., Die Kirche (FrBasW 1967) (trad. esp.); B. LOHSE, Epochen der Dogmengeschichte (St 1963); V. H. NEUFELD, The Earliest Christian Confessions (Lei 1963); H. ANDERsoN, Jesus and the Origins of Christianity (NY 1964); A. DEMPF, Geistesgeschi-chte der alichristlkhen Kultur (St 1964); F. y. FILSON, A New Testament History. The Story of the Emerging Church (Ph 1964); G. KRETSCHMAR, Die Geschichte des Taufgottesdienstes in der alten Kirche (Ka 1964): W. H. C. FREND. Martyrdom and Persecution in the Early Church (0 1965); A. AD.-VM. Lehrbuch der Dogmengeschichte (bii 1965); J. N. D. KELLY, Early Christian Doctrines (Lo 3 1965): J. LEIPOLDT W. GRUNDMANN (edit.), Umwelt des Christentums 1 (B 1965); J. FEINER M. LOHRER lecht.)..lbsterrum Salutis (Ei 1965) (trad. esp.); J. GIBLET (edit.), Vom Christus zur Kirche. Charisma und And im Urchristentum (FrBasW 1966); L. GOPPELT, Die apostolische zinc' rzachapostolische Zeit (G6 2 1966); P. KAWERAU, Lehrbuch der Kirchengeschichte. 1: -Geschichte der Alten Kirche (Marburg 1967); K. D. SCHMIDT, Grundriss der Kirchenges-chichte (Gr 5 1967); H. KOSTER, Gnorruli Diaphoroi. Ursprung und Wesen der Mannigfaltigkeit in der Geschichte des frhen Christentums: ZThK 65 (1968) 160-203; R. J. MCKELVEY, The New Temple. The Church in the New Testament (0 1968); A. M. RITTER, Wer ist die Kirche (G6 1968); H. CONZELMANN, Geschichte des Urchristentums (G 1969); M. HENGEL, Judentum und Hellenismus (Lei 1969); W. HUBER, Passa und stern. Untersuchun gen zur Osterfeier der Alten Kirche (B 1969); H. JEDIN K. S. LATOURETTE J. MARTIN (edit.), Atlas zur Kirchengeschi-chte (Fr 1970); P. R. ACKROYD C. F. EVANS (edit.), The Cambridge History of the Bible. I: From the Beginnings to Jerome (NY 1970); J. L. GONZLEZ, From the Beginnings to the Council of Chakedon: A History of Christian Thought I (NY-Nash 1970); J. SPEIGL, Der rmische Staat und die Christen. Staat und Kirche von Domitian bis Commodus (A 1970); A. VOGTLE, Die Urgenzeinde: R. KOTTJE B. MOELLER (edit.), Oekumenische Kirchengeschichte I (Mn-Mz 1970); C. ANDRESEN, Die Kirchen der alten Christenheit (StBKMz 1971).

  • CAPTULO I

    LA IGLESIA COMO ACONTECIMIENTO Y COMO HISTORIA

    Si intentamos comprender la Iglesia tal como hoy se presenta en su reali-dad creda y en su forma histrica, no se nos ofrece un punto de partida mejor que el de los antecedentes histricos de los dos primeros siglos; y es que el tiempo de la formacin de la Iglesia (glise naissante, BATIFFOL) llega en esta poca a una primera etapa conclusiva. La Iglesia aparece como una comunidad religiosa manifestada en una forma social concreta, con races en la historia y extendida por todas partes, que, atendiendo a la variedad de testimonios escritos vinculantes, se declara como una comunidad partidaria de Jess de Nazaret lla-mada y enviada por Dios.

    I. La Iglesia en forma histrica concreta

    Bibliografa: L. DUCHESNE, Histoire ancienne de l'glise (P 1906); E. MEYER, Ursprung und Anfnge des Christentums (St 1921-23); A. V. HARNACK, Die Mission und Ausbreitung des Christentums in den ersten drei jahrhunderten (L 4

    1924); K. S. LATOURETTE, A History of the Expansion of Christia-nity (NYLo 1937-45); H. MUSSET, Histoire du Christianisme spcialement en Orient, 3 vols. (Harissa 1948-49); W. TRILHAAS, Das Apostolische Glaubensbekenntnis (Witten 1953); C. SCHNEIDER, Geschichte des antiken Christentums (Mn 1954); PH. CARRINGTON, The Early Chris-tian Church (Lo 1957); W. DURANT, Caesar und Christus (Be 1959); H. LIETZMANN, Geschichte der Alten Kirche (B 4 1961); H. JEDIN (edit.), Handbuch der Kirchengeschichte 1 (Fr 1963). Para el tema vase sobre todo: K. BAUS, Von der Urgemeinde zur frhchristlichen Grosskirche; J. DA-NILOU, Von den Anfngen bis zum Konzil von Nica; J. ROGIER U. A. (edit.), Geschichte der Kirche I (EiZK 1963); A. BOHLIG, Der christliche Orient als weltgeschichtliches Problem: ZRGG XVII 2 (1965) 97-114; H. KRAFT (edit.), Eusebius von Caesarea, Kirchengeschichte (Da 1967); M. BORRET (edit.), Origenes: Contra Celsum: SourcesCHr 132.136.147.150 (P 1967- 69); H. CONZELMANN, Geschichte des Urchristentums (G 1969); J. SPE1GL, Der rmische Staat und die Christen (A 1970); H. JErnisl y otros (edit.), Atlas zur Kirchengeschichte (Fr 1970); C. ANDRESEN, Die Kirchen der alten Christenheit (St 1971): RAC I 740-49.

    Hacia el final del siglo II, los cristianos constituyen grupos bien perfilados, de forma estable socialmente, en el rea helenstico-romana. Su difusin es notable: ocupan todo el eje longitudinal del imperio romano. Su expansin se extiende desde Persia y Arabia hasta las Galias (Espaa?) y Britania, en donde los diferen-tes grupos cristianos tienen, naturalmente, una importancia distinta tanto social como intraeclesistica 1 .

    Asia Menor en sus diferentes provincias: Cilicia, Panfilia, Pisidia, Licia, Caria, Lidia, Bitinia, etc. representa un importante factor histrico-eclesistico y social con la tupida red de sus comunidades. El Apocalipsis se dirige a las siete iglesias, o sea, a Efeso, Esmirna, Prgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea, como a los centros ms importantes de la vida eclesistica en Asia Menor 2 All tuvieron

    1 Cf. A. V. HARNACK, Die Mission und Ausbreitung des Christentums in den ersten drei Jahr-hunderten (L 4 1924); V. SCHULTZE, Altchristliche Stdte und Landschaften (G 1922-30); RAC I 740-49; H. MUSSET, Histoire du christianisme speCialement en Orient, 3 tomos (Harissa 1948- 49).

    2 Cf. Ap 1,4.11.

  • III/3a C. I. La iglesia como acontecimiento' como historia

    5

    su origen casi todas las evoluciones y confrontaciones del cristianismo en el si-glo it. En Palestina perdi importancia Jerusaln en este tiempo. Parece que en Ga-lilea se hicieron cristianos muchos judos de los que despus del ario 135 haban emigrado hacia all 3 . Cesarea se convierte en un importante foco eclesistico y espiritual. En Siria arraig el cristianismo, adquiriendo un desarrollo indepen-diente 4 . Entre todas sobresale Antioqua, la iglesia de Siria 5 , que al mismo tiempo se convierte en centro misional con direccin a Oriente. Probablemente, el cristianismo se extiende desde aqu hasta Edesa y ms tarde, de Mesopotamia hacia Siria Oriental y Persia hasta llegar a la India y China. Podemos encontrar comunidades cristianas en Chipre, Creta, Grecia, Macedonia, Dalmacia, Norte de Egipto, la baja Italia, sur de las Galias y norte de Africa. Tambin hay cristianos en las dos provincias romanas de Germania, en Britania y en Espaa 6 Se impone mencionar principalmente las iglesias de Corinto, Tesalnica, Alejandra, Roma y Lyn como los focos sobresalientes de la vida cristiana en estas regiones. En este tiempo, la comunidad romana est integrada casi exclusivamente por inmigrantes griegoparlantes. En la imagen de conjunto, la difusin del cristianismo se pre-senta como un proceso histrico, inconteniblemente progresivo, dentro de las fronteras del imperio romano con el mpetu de querer abarcar todo el mundo. En la visin de Ireneo, la comunidad cristiana aparece como una iglesia exten-dida sobre toda la ecumene hasta las fronteras del mundo conocido 7 .

    La imagen que saca un espectador de los grupos cristianos de esta poca pre-senta las siguientes caractersticas:

    En las distintas regiones del imperio romano, los cristianos forman pequeas agrupaciones religiosas (se estima su nmero en un 5-12 por 100 de la poblacin del imperio) al lado de las otras diferentes comunidades religiosas sincretistas.

    Esta comunidad religiosa cristiana proceda del judasmo por la ruptura con la tradicin (Celso). De aqu que, debido a la idea monotesta de Dios y a la preten-sin de absolutez, levante la sospecha de irreverencia religiosa, de atesmo, de supersticin perniciosa y de infraccin de la ley de imparcialidad y tolerancia religiosa.

    El grupo cristiano se considera como un factor socialmente perturbador y sos-pechoso, ya que se asla de la forma de vida de su mundo circundante y .no participa en el cumplimiento obligatorio de los sacrificios ni en el de la celebra-cin de las fiestas tradicionales. Por parte de la autoridad poltica, se expone al reproche de deslealtad poltica, pues el culto al emperador fue creciendo apoyado en una religiosidad colectiva, y se convirti en la divinidad, como inmanente al mundo, al sistema poltico y a su organizacin. Por parte del ambiente, la nueva religin experimenta la disconformidad y la aversin, y es que parece que no encaja en el orden social establecido, se considera que actan en muchos momen-tos de forma contraria a los negocios y, a la vista de la poblacin fronteriza del imperio romano, como si representara una peligrosa amenaza.

    El derecho a existir de una comunidad religiosa semejante se presenta cuestio-nable a los hombres de aquel tiempo, puesto que como se expresa Celso ni

    3 Cf. Eus., HE 3,35: SourcesChr 31,147. 4 Cf. A. BOHLIG, Der Christliche Orient als weltgeschichtliches Problem: ZRGG XVII 2

    (1965) 97-114. 5 IGNACIO DE ANTIOQUIA, Rom. 9,1: SourcesChr 10,116. 6 Cf. IRENEO. Adv. haer. 110,2; PG 7,551s.

    Adv. haer. 10,1: PG 7,549.

  • 6 Pi La Iglesia en la Escritura y en el siglo II III/3a

    posee una fe ligada nacionalmente ni un culto local. Ms bien est en oposicin con la tradicin religiosa transmitida, e interpretan que mediante su monotesmo rgido y por razn de su orientacin universal, se pronuncia de forma disol-vente 8 .

    Por otra parte, el cristianismo no puede proporcionar al expectador una ima-gen unitaria y compacta de su comunidad. As habla Celso del judeocristianismo, del cristianismo vulgar y culto, de los diferentes grupos gnsticos cristianos, que con el propio modo y manera creen representar la verdadera forma de la Iglesia. Se insultan y se impugnan, no estn dispuestos a ceder mutuamente por amor a la paz y a transigirse, sino que, posedos de hostilidad, se anatematizan recpro-camente 9 .

    En todo caso habr que asegurar que ni la importancia universal de la salva-cin, ni la sublimidad del mensaje cristiano comparado con los diferentes movi-mientos religiosos sincretistas, ni la incontenible dinmica misionera, ni la unidad catlica de la Iglesia, que quera abarcar todas las comunidades, eran factores visibles a primera vista sin ms, para la mayora de los contemporneos del cris-tianismo. Al contrario, la religin de Jess sorprende negativamente como una extraa visin de Dios y del hombre, como una forma de religiosidad divergente de la tradicin antigua, y, por lo mismo, como un movimiento peligroso y desin-tegrador de la estructura social establecida.

    Slo una contemplacin de la Iglesia desde dentro puede hacernos caer en la cuenta de hasta qu punto corresponda esta imagen del espectador no afiliado al cristianismo, a la autocomprensin de los cristianos y hasta qu punto la afirma-ban o la consideraban como una calumnia. Al mismo tiempo, nos permitir ver hasta dnde se conserv el impulso escatolgico primitivo o si se sustituy por la voluntad de insercin en las estructuras sociales del mundo circundante.

    La autocomprensin y la autopresentacin de la Iglesia durante este perodo pueden esbozarse como sigue:

    La Iglesia es la reunin de los que, en virtud de la predicacin apostlica, creen en el Padre, Seor de todo el mundo: en Jesucristo, nuestro Salvador; en el Espritu Santo, y en la santa Iglesia, y en el perdn de los pecados 1 .

    Esta fe una que por doquier se anuncia, se ensea y se transmite, hace que las distintas iglesias habiten Germania, Espaa, las Galias, el Oriente, Egipto, Libia o el centro del mundo se sientan como un cuerpo y un alma y sean reconocidas tambin como la misma iglesia por todos los hombres que quieren llegar a la verdad 11 . Por consiguiente, la Iglesia es, primariamente, el grupo de los creyen-tes que en un determinado lugar siguen los mandatos de Cristo, viven en santi-dad y justicia, se saben unidos en una determinada organizacin comunitaria y se juntan para la celebracin de la eucarista.

    La Iglesia, en su actitud religiosa como seguidora de Jess 12 , se deslig del judasmo, considerndose como el verdadero Israel, como el pueblo elegido de

    8 Cf. Celso en ORGENES, Contra Cels. III 5; V 25; VII 68; VIII 2.11.17.55.58.63.69.72: SourcesChr 136,20-22; 147,74-76;150,170-74.180s.196s.210ss.

    9 Cf. ibid., III 10-12; V 61-64: SourcesChr 136, 30-36; 147,164-74.

    Epistula Apostolorum; cf. L. GUERRIER, Le Testament en Galile'e: Patrol. Or. t.9 fasc.3 (P 1913); H. DUESING, Epistula Apostolorum: HENNECKE-SCHNEEMELCHER, Neutestamentliche Apokryphen I (T 1959) 126-55; J.N. D. KELLY, Early Christian Creeds (Lo 1950); W. TRIL-HAAS, Das Apostolische Glaubensbekenntnis (Witten 1953).

    Cf. IRENEO, Adv. haer. 110,2: PG 7,552s. 12 IgnMagn 10,3 (SourcesChr 10,90): zptcrctavtap.6.

  • I11/3a C./. La Iglesia como acontecimiento y como historia 7

    Dios, y apropindose las Sagradas Escrituras del Antiguo Testamento con con-ciencia de interpretarlas ella sola en su verdadero sentido, especialmente en la polmica con la gnosis.

    De este modo, se considera como un tercer linaje, junto al judasmo y al pa-ganismo; mediante el rito del bautismo, se realiza la incorporacin a la comuni-dad cristiana. Esta comunidad se rene para la oracin, para la audicin de la palabra del Seor, para la instruccin en la doctrina de Cristo y para la celebra-cin del gape. Sin embargo, todava no cuenta con edificios sagrados y propios y sus reuniones religiosas no han evolucionado todava tan plenamente como hasta evolucionar en un acontecimiento dramtico que d forma a lo cultual. Por tanto, su aislamiento social es, ms bien, expresin del mantenimiento de su propia identidad y de la autoconciencia, cada vez ms clara, de la consolidacin (sin duda, acentuada de manera distinta) de formas cristianas de vida en las estructu-ras del entorno social y de la adopcin de tradiciones religioso-culturales del me-dio en que vive.

    Su actitud espiritual anmica como minora frente al mundo circundante se caracteriza, en parte, por la conciencia de sentirse como extranjera y en parte, por la necesidad de justificarse apologticamente explicando su doctrina 13 . Al mismo tiempo, se trata de exponer la significacin salvadora del cristianismo bus-cando hacer entender la revelacin mediante las formas mentales helensticas y acentuando la lealtad poltica de los cristianos.

    A pesar de todo, en las distintas comunidades eclesisticas advertimos que sobre el fondo comn de todas estas tendencias y problemas comunes se dan sus tradiciones propias y sus enfoques particulares. Esto aparece, en parte, en los escritos de los Padres apostlicos. Por lo dems, esto llev tambin a la formacin de ciertas agrupaciones que hasta el final del siglo 0 fueron excluidas de la co-munidad eclesistica como sectas herticas. La necesidad de un criterio seguro de juicio y de una norma vinculante se sinti agudamente cuando se quiso acertar con la interpretacin recta de la profesin de fe y de la doctrina de Cristo; sobre todo, frente a las doctrinas gnsticas, que alardeaban de tradiciones especiales y esotricas. El canon de la verdad adquiere forma en la profesin de fe recibida de los apstoles, tal como se proclama, sobre todo, en el bautismo. Le sirve de base la predicacin de los apstoles, recibida de Cristo y transmitida a la Iglesia por escrito y oralmente. Del empeo de las iglesias por demostrar su fidelidad a la predicacin apostlica y de la conviccin de la fe de tener la verdad como regla de su doctrina y vida, naci la coleccin de escritos vinculantes, que ms tarde se canonizaran como escrituras neotestamentarias (los hechos decisivos se encuen-tran entre los arios 140 y 200).

    2. La multiplicidad de autotestimonios eclesisticos como hecho histrico-dogmtico de los dos primeros siglos

    Pero el canon nico de las Escrituras es fruto real de la multiplicidad de los testigos, testimonios, tradiciones y autocomprensiones. Segn Ireneo, a todos los apstoles se les dio el Espritu Santo despus de la resurreccin y cada uno reci-bi todo el Evangelio de la misma manera. De ellos hemos recibido la verdad; su tradicin, la nica autntica, antigua y fidedigna, se puede encontrar nicamente

    13 Cf. H. RAHNER, art. Apologeten: LThK I 721-23; C. ANDRESEN, Apologetik, II: Frh-

    kirchliche Apologetik: RGG 480-85; ID., Die Kirchen der Alten Christenheit 24ss.

    H. de los dogmas HH3a-b 2

  • 8 PI. La Iglesia en la Escritura y en el siglo II

    en la Iglesia catlica, y precisamente en las iglesias ms importantes, que han conservado esta tradicin apostlica. Aqu se ve que para Ireneo no hay que bus-car la esencia de la fe y la nica predicacin apostlica en la absolutizacin de una tradicin eclesistica o en el realce de una tradicin secreta, sino en la autocom-prensin nacida sobre la base del Evangelio de las muchas comunidades que cons-tituyen la nica Iglesia 14 Lo mismo hay que decir cuando Ireneo pasa de la tradicin oral a la delimitacin de las Escrituras, que los apstoles nos han transmitido como fundamento futuro y columna de nuestra fe. Desde ellas se puede conocer la verdad primitiva con mucha ms claridad y sin contradiccin que desde la tradicin oral 15 . Ireneo presenta e interroga a los testimonios escri-tos en el siguiente orden: I, la doctrina de todos los apstoles (segn los cuatro evangelios y los Hechos de los Apstoles); 2., las palabras del Seor; 3 0, las Cartas apostlicas de Pablo 16 A las cartas catlicas y al Apocalipsis se refiere slo secundariamente 17 .

    Su instancia fundamental es mostrar la concordancia en orden al evangelio de cada apstol particular en coincidencia literaria con todos los dems, que ha-blan en los evangelios y en los Hechos de los Apstoles, y, asimismo, la concor-dancia de estos testigos con las palabras del Seor, con los vaticinios de los profe-tas y con la predicacin actual de la Iglesia. Pablo puede verdaderamente com-prenderse, en primer lugar, en el marco de la historia apostlica y en relacin con las palabras del Seor 18 Su punto de mira vale, sobre todo, para los cuatro evangelios. Los herejes mismos dan testimonio de ellos al reconocer respectiva-mente en sus distintas sectas, slo un Evangelio: los ebionitas, el evangelio de Mateo; Marcin, el de Lucas; algunos docetas, el de Marcos; Valentn, el de Juan, que, por su parte, ponen en duda miembros de la Iglesia. En realidad, los cuatro evangelios son nicamente verdaderos y fidedignos, y no debe haber ni ms ni menos, ya que se basan en una disposicin divina. El cudruple evangelio es uno, y todos los evangelistas poseyeron, todos igualmente y cada uno en particular, este Evangelio 19 .

    La misma fidelidad y fuerza vinculante se da tambin en los Hechos de los Apstoles y en las cartas paulinas. Ireneo elabora un canon de escrituras para establecer la verdad; canon verdaderamente catlico en el sentido amplio de la palabra, y no como el canon de Marcin, que slo reconoce un apstol, es decir, a Pablo y su evangelio (Lucas) 20 Su 'canon de la verdad' no est concebido tan estrecha y exclusivamente que tema las tensiones y la diversidad, ni la yuxtaposi-cin de los cuatro evangelios, de los Hechos de los Apstoles y de las cartas pau-linas autnticas e inautnticas es el resultado de una ingenuidad acrtica. Lo que le mantiene la fuerza de sntesis y la libertad y seguridad imperturbables en vista de los textos que suenan de manera distinta, no es una ceguera para lo singular y lo particular, sino el sentido para lo esencial y lo uno: el nico Dios, el nico

    1 4 Cf. Adv. haer. III 1,1ss; 3,2; 4,1: PG 7,844ss.848s.855. 15 Cf. Adv. haer. III 12,14:.PG 7,907s.

    16 Cf. Adv. haer. II 35,4; III praef.; V praef.: PG 7,841ss.1119.

    17 A este respecto, sobre todo, H.v. CAMPENHAUSEN, Die Entstehung der christlichen Bibel,

    223ss. 18

    Cf. Adv. haer. IV 41,4: SourcesChr 100,992-95. 19

    Adv. haer. III 1,1; 11,7; 9 (PG 7,844): et omnes pariter et singuli eorum habentes Evangelium Dei.

    29 Sobre esto, P.V. DIAS, Die Vielfalt der Kirche 56-77 (Rckkehr zur Vielfalt der Neuen

    Testaments).

  • 111/3a C./. La Iglesia como acontecimiento y como historia 9

    Cristo y la nica salvacin que Dios ofrece a la humanidad y la Iglesia ense y guard segn el 'canon de la verdad'... Su teologa de la Escritura no est traba-jada unilateralmente desde el contraste; rene las tradiciones, y puede, por pri-mera vez, no slo aceptar a Pablo junto a Juan y los sinpticos, sino crear real-mente grandes espacios. Esta teologa se basa en amplio fundamento y en una rica experiencia que permite captar lo uno en, la variedad mltiple y destacarlo siempre de nuevo y con vigor. El dogmatismo de Marcin haba estrechado el marco doctrinal, que, gracias a Ireneo, se ampla generosamente, poniendo ese rasgo esencial del Nuevo Testamento, que ya no se pierde 21 .

    En este tratado histrico-dogmtico sobre la Iglesia de los dos primeros siglos y en conexin con este ltimo gran testigo del siglo II (creador de conceptos decisivos para la poca posterior tales como canon de la verdad,

  • F C. CAPITULO II

    LA IGLESIA ENJESUS

    la 1

    Bibliografa general: 1- A) DICCIONARIOS, SERIES DE COMENTARIOS, BIBLIOGRAFIAS

    H. A. MEYER (fundador), Kritisch-exegetischer Kommentar ber das Neue Testament (G 1832ss, en ediciones constantemente mejoradas); F. VIGOUROUX (edit.), Dictionnaire de la Bible 1-1V (P 1895-1912), Supplment (ed. L. Pirot - A. Robert P 1928ss); H. LIETZMANN (edit.), Haulbuch zum Neuen Testament (T 1906ss, ed. diversas); The International Gritical Gommentary of the Holy Scriptures of the Od and New Testaments (E 1895ss); A. SCHWEITZER, Geschichte der Leben-Jesu-Forschung (T 2

    1913); Tu. ZAHN y Otros (edit.), Kommentar zum Neuen Testament (L 1903ss); E. FASCHER, Die Formgeschwhtliche Meihode (Gie 1924); The Moffat New Testament Commentary (Lo 1928ss); M. DIBELIUS, Die Formgeschichte der Evangelien: ThR, NF 1 (1929) 185-216; F. TILLMANN y otros (edit.), Die Heilige Schrft des Neuen Testaments (Bo 1931ss); P. ALTHAUS

    -

    J. BEHM (edit.), Das Neue Testament Deutsch (G 1932ss, ed. diversas); O. LIN- TON, Das Problem der Urkirche in der neueren Forschung (Up 1932); G. KITTEL (edit.), Theolo- gisches W6rterbuch zum Neuen Testameni (St 1933ss); G. LINDESKOG, Dic Jesusfrage im neuzeitli- & Li chenJudentum (Up 1938); A. WIKENHAUSER - O. KUSS (edit.), Regen.sburger Neues Testament (Rb 1938ss, cd. diversas); F. M. BRAUN, Neues Licht auf die Kirche (E-K 1946); G. E. fl WRIGHT y otros, The Westminster Historical Atlas to the Bible (Philadelphia 1946); F. NOTs- CHER - K. STAAB (edit.), Echter-Bibel (W 1947ss); H. S. JONES (edit.), A Greek-English Lexi- con (0 1948); La Sainte Bible, par l'cole Biblique deJrusalem (P 1948ss); J. E. STEINMLLER Ar su - K. SULLIVAN, Catholic Biblical Encyclopedia, Oid and New Testaments (NY 1950); N. HERN- TRICH - A. WEISER (edit.), Das Alte Testament Deutsch, 25 vols. (GO 195 lss); The Interpreter's Bible (NY-Nashville 1951-57); The Interpreter's Dictionaiy of the Bible (bid., 1962); 0. PIPER, Das Problem des LebensJesu seit Schweitzer. O. Schmitz (Witten 1953); L. PIROT - A. CLAMER (edit.), La Sainte Bible (P 1953); A. WIKENHAUSER - A. VOGTLE (edit.), Herders Theologischer Kommentar zum Nenen Testament (Fr 1953ss); L. H. GROLLENBERG, Atlas de la Bible (P-Br 2 1955); Enchiridion Biblzcum (R 3

    1956); G. IBER, Zur Formgeschichte der Evangelien: ThR, NF 24 (1956-57) 283-338; W. CORSWANT (edit.), Dictionnaire d'arche'ologie biblique (Neuchtel 1956); W. BAUER, Griechisch-Deutsches Wiirterbuch zu den Schrflen des NT (B 5 1957-58); P. Tu..... BIEHL, Zur Frage nach dem historischen Jesu.s.' ThR, NF 24 (1957-58) 54-76; E. FASCHER (edit.), Theol zscher Handkommentar zum Neuen Testament (L 1957ss, 1

    1928ss); W. G. KM. frcm MEL, Das Neu, Testament. Geschichte der Erforschung seiner Probieme (Fr 1958); ID., Jesusfors- chung seit 1950

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    3. Punto de partida del planteamiento de la cuestin

    Si echamos una ojeada a la informacin neotestamentaria sobre la Iglesia, - ad- vertiremos una unanimidad considerable sobre que la comunidad salida del seno del judasmo y que confiesa a Jesucristo como el Mesas no es comprensible en absoluto sin la accin de Jess de Nazaret 1; sobre que esta comunidad slo des- pus del nacimiento de la fe en la resurreccin da testimonio como iglesia del Crucificado 2 y sobre que se entiende a s misma en cuanto comunidad escatol- gica de salvacin y planteamiento de Dios 3. Pero dentro de esta armona existen grandes divergencias de opiniones sobre si y cmo se remonta esta Iglesia a la voluntad y predicacin de Jess, sobre si y cmo se da la continuidad entre la Iglesia pospascual y el discipulado prepascual y sobre qu significa propiamente la - autocomprensin escatolgica en cuanto a su contenido y estructura.

    Por lo que concierne especialmente al origen y continuidad de la Iglesia, las concepciones defendidas pueden resumirse en tres agrupaciones. En la primera -

    la CIL 1 Cf. R. BULTMANN, Theologie des Neuen Testaments 45; R. SCHNACKENBURG, Die Kirche

    imNTl3. 2 Cf. W. G. KMMEL, Jesus un4 die Anflinge der Kirche lss; A. VGTLE, Jesus un4 die

    Kirche 54ss. Cf. R. BULTMANN, l.c., 39ss; R. SCHNACKENBURG, l.c., 107ss. IL

  • 1II/3a II1/3a C.2. La Iglesia enJess 15

    ar rs Herrn. Jesu estn los que mantienen la discontinuidad entre Jess y la Iglesia. Algunos de stos vr % erkundz- ven en el corte entre la predicacin de Jess y la realidad pospascual el funda

    mento del origen de la Iglesia. Este fundamento estriba en el proceso de la des- ILA'DERSON : ZXW Beih: escatologizacin, nacido por el retraso de la parusa ', o en la equivocacin de .een und im los discpulos 5. Otra direccin suaviza esta discontinuidad, insertando determina-

    b.-k. 1964); H. das constantes entre Jess y la Iglesia, como, p.ej., la idea de comunidad 6, la ogzslng: the misma comprensin de la existencia ', la conciencia histrica inflamada en la cruz

    den rnoptis-1. LATZNBACH y en la resurreccin 8 o la autocomprension del creyente 9 . 1 Gi 1964); En la segunda agrupacin entran las concepciones que, en virtud del resul- at (D 1966) tado histrico, mantienen la continuidad realmente histrica y objetiva entre la

    : E DINKLER voluntad y la predicacin de Jess, por una parte, y la autocomprensin de la EL IrG1nc/znisse Iglesia, por otra. Por consiguiente, la Iglesia se remonta, directamente y sin rup-

    w Wede de,- Welt tura, a Jess, tal como se presenta pblicamente despus de Pentecosts y con- ..' iegJesu (B fiesa al Mesas crucificado. Los discpulos reunidos por Jess y destinados para la

    - Verkndi- ekklesia estaban ya preparados para la comprensin del hecho salvador de la muerte, de la resurreccin y del tiempo siguiente de la Iglesia gracias a las profe-

    Ti967H cas, a las promesas, a las categoras interpretativas y a la participacin en la acti-

    i Jesus (Mn vidad mesinica. En las apariciones del Resucitado vieron la prueba final de la dicho Zeilges- verdad de la doctrina y misin de Jess y, al mismo tiempo tambin, el encargo

    . Beibage zur de continuar con la Iglesia fundada iO rJeusber1zefe- Pertenecen a la tercera agrupacin las concepciones que no ponen en cuestin

    fundamentalmente la continuidad entre Jess y la Iglesia y las que interpretan la 1970) .%.& Goues als fe de la misma de forma que sta pueda definirse por el acontecimiento escatol- Piscsi. Jesu urei- gico acaecido en la cruz de Jess. Sin embargo, se procura poner ms de relieve ,A4eTehung(St el factor de discontinuidad que se manifiesta en la cruz y la importancia decisiva

    kflNER(edit.), de la fe pascual, as como determinar con ms rigor el cmo del paso del discipu- WI lado a la comunidad escatolgica de la salvacin. En el marco de esta concordan-

    cia se observan bastantes opiniones particulares y aun divergentes. Segn Bult- mann, p.ej., la comunidad confiesa, a partir de la fe pascual, la resurreccin de Jess en virtud de esta fe, al menos implcitamente, en su autoconciencia como comunidad escatolgica

    y el hecho de que la venida de Jess en s fue el La Iglesia,ad- acontecimiento decisivo por el que Dios llam a su comunidad, de forma que fue lida del seno ya un acontecimiento escatolgico '. El kerigma es la respuesta a la exigencia

    rensible en de decisin que es Jess mismo en su persona en cuanto signo del tiempo, en dad slo des- tanto que su llamada es la ltima palabra de Dios antes del final, y como tal llama mo iglesia del a la decisin 12; pues como el escndalo de la cruz no poda poner en cuestin el

    tdad escatol- irmona existen

    4 Los representantes principales son, de forma distinta, A. Schweitzer, M. Werner, F.

    su Iglesia a la Buri y M. Strege.

    Cf. A. Loisy, L'vangile et l'glise (P 1902) 111: Jsus annonait le royaume, et c'est iud.ad entre la l'glise qui est venue. propiamente la 6 Cf. M. GOGUEL,Jeusus el l'glise: RHPhR 13 (1933) 237: Para hacer posible la forma- UL definitiva de la Iglesia, la idea del reino de Dios tena slo que perder su carcter

    e la Iglesia las escatolgico y orientarse a una comunidad humana que aspirara al cumplimiento de los preceptos de Jess. La primera 7 Cf. J. M. ROBINSON, Kerygma und hi.storischerJesus.

    Cf. GRASSER, Das Problem der Parusieverziigerung in den synoptischen Evangelien und in LlG, Di.e Kirche der Apostelgeschichte (B 2 1960).

    Cf. H. BRAUN, Der Sinn der neutestamentlichen Christologie: ZThK (1957) 341-77. ru Jesus und die lo En esta categora figura un gran nmero de representantes de la eclesiologa cat-

    lica. 1 R. BULTMANN, Theologie des Neuen Testaments 45 12 Ibid., 8.

  • 16 P.I. La Iglesia en la Escritura y en el siglo II III/3a

    qu de su predicacin, s poda poner el qu, es decir, su legitimacin, la afirma- cin de que El es el mensajero de Dios con la ltima y decisiva palabra 13 . Segn de - Bultmann, existe una continuidad histrica entre el Jess histrico y el kerigma. - Pero no se necesita rebasar el qu de su historicidad ni preguntar por el cmo y el c_______ qu de su historia y predicacin. Todos los intentos de demostrar la continuidad ---d como una identidad objetiva> slo podrn probar la continuidad histrica, pero no una legitimacin del kerigma 14 . En el cristianismo primitivo, la historia es slo un punto de interseccin de la escatologa; de este modo, la predicacin de Jess no se repite meramente, sino que el portador del mensaje se incluye ahora personalmente en el mensaje, es su contenido esencial 1. De aqu se sigue segn Bultmann: Si el kerigma sustituye al que predica por el que es predicado, se indica con ello que la cristiandad primitiva entiende la historia de Jess como el - acontecimiento escatolgico, que desde ahora tiene que predicarse como tal... El kerigma exige la fe en Jess, que habla en l como el Cristo. Si ella reclama esta

    ,

    pretensin, no hay fe en Jess como el Cristo que no sea, al mismo tiempo, fe en la Iglesia predicadora, en el Espritu Santo que acta en ella. Esta fe en el Cristo presente en la palabra del kerigma que es, al mismo tiempo, fe en la Iglesia predicadora, es la pascual 16 En la palabra de la predicacin est, pues, presente el acontecimiento de la salvacin 17; slo por esta palabra se da Cristo de nuevo a nosotros y nos descubre el ahora escatolgico. La existencia de la Iglesia forma ________ parte, por consiguiente, del acontecimiento de la salvacin 18 y es importante para su futuro desarrollo si y cmo se entiende de la palabra de la tradicin en _____ cuanto factor constitutivo de la Iglesia 19

    W. G. Kmmel ve el problema de la fundacin de la Iglesia de la siguiente manera: si en Jess existe tambin la idea, ligada a la poca, respecto a la espera prxima, entonces es esencial e imprescindible en su predicacin la espera fu- - tura del reino 20

    Jess no tuvo previsin alguna en orden a la Iglesia para el - poco tiempo entre su muerte y la parusa. Como recompensa por su siguimiento del Hijo del hombre, los discpulos slo recibieron la promesa de participar en el futuro reino de Dios. Sin embargo, de ninguna manera se indica una presencia o _____ una preactuacin del reino de Dios en el grupo de los discpulos 21 De aqu que la idea de Iglesia de la comunidad primitiva depende clarsimamente, segn Kmmel , de su conciencia de vivir en el tiempo de la salvacin, que ya ha empezado, pero todava no ha llegado a la consumacin 22 En un artculo poste- rior explica tal situacin de la forma siguiente: los Doce y los otros discpulos participan en la actividad escatolgica de Jess gracias al encargo de cooperacin, y, por ende, el reino de Dios futuro es ya activo tambin en el crculo de estos

    -1 discpulos de Jess 23

    No cabe duda de que Jess cont con que sus discpulos

    13 Ibid., 47. 14 ID., Das Verhiiltnis des urchristlichen Christuskeygmas zum historischen Jesus: RIsTow-

    MATrHIAE, l.c., 234. 15 ID., Theologie des NT 35. 16 ID., Das Verhltnis des urchristlichen Christu.skerygnzas 235. 17 Theologie des NT 308. 5 18 Ibid., 309. 19

    Ibid., 63; adems, 449-52. 20 W. G. KUMMEL, Verheissung und Erfllung (Z 21953) 144.

    1 2! ID.,Kzrchenbegrffund Geschichtsbewusstsein in der Urgemeinde und beijesus (Up 1943) 29. 22 Ibid., 18. 23 ID.,JeSUs und die Anflinge der Kirche: StTh 7 (1953) 1-27,7. non

  • 1II/3a 1113a C.2. La Iglesia enJesss 17

    la afirma- se reuniran de nuevo y participaran en la cena comn despus de su muerte y 13 Segn de su resurreccin, como cont con que estaran enfrente de la gran masa de

    el kerigma. miembros incrdulos del pueblo de Dios en cuanto expectantes y perseguidos. La pff el como y el vivencia comn de la compaa personal con el Jess terreno, especialmente con la continuidad ocasin de las comidas comunes, naturalmente tena que llevar asimismo, como la histrica, pero experiencia comn de la resurreccin, a una nueva unin de los discpulos. Era la ka historia es unin personal en Jess, el "hombre" oculto ahora todava, pero que pronto se

    predicacin de revelara con gloria; unin que para los discpulos seguir despus de la espera de induve ahora Jess an ms all de su muerte y los asociar en adelante 24

    se sigue segn De manera distinta se expresa N. A. Dahi: 25 pies. presente De forma parecida se pronuncian sobre este punto exegetas catlicos como R.

    o de nuevo Schnackenburg y A. Vogtle. Podemos hablar de la Iglesia en sentido propio Iglesia forma

    como la comunidad de Cristo que ocupa su puesto en el tiempo entre la ascen- es importante sin o entronizacin y la vuelta de Cristo

  • 18 P.I. La Iglesia en la Escritura yen el siglo!! III/3a

    ofrece un acceso directo a la autoconciencia de Jess y de la comunidad primi-tiva. Apoyndose en la crtica de las fuentes, en la investigacin de la vida de Jess se haba admitido que el Evangelio de Marcos, en cuanto que es el relato ms antiguo, presentaba la vida y actividad de Jess de manera histricamente fide-digna. Esta idea vino a desdibujarse a comienzos del siglo por dos razones. Por una parte, el estudio exacto del objetivo y de la estructura del evangelio de Mar-cos ha venido a demostrar que el evangelista, partiendo de una idea teolgica directriz, configur y orden conscientemente los relatos y palabras transmitidas, y es que en el fondo no quiso escribir un informe histrico, sino el evangelio de Jesucristo (Mc 1,1). Por otra parte, la investigacin histrica de las formas de cada uno de los relatos y dichos ha dado por resultado que los dichos de Jess y las narraciones de su vida se transformaron y se compusieron nuevamente en razn de su relacin con la predicacin y doctrina de la comunidad cristiana, de manera que la tradicin oral que sirve de base a los evangelios no responde pun-tualmente a la historia en sentido cientfico de la vida de Jess.

    Con esto comienza el problema metodolgico propiamente dicho. Por ms que conste que los Evangelios, a pesar de la elaboracin redaccional, resultan transmi-sores de la tradicin verdadera en su origen, es, sin embargo, indudable que todo el material de la tradicin se recogi y se seleccion no atendiendo primordial-mente a los intereses biogrficos e histricos, sino en razn de una predicacin del momento, considerando puntos de vista temticos o composicionales requeri-dos por la situacin. Naturalmente, esto no quiere decir que la fe haya creado la tradicin, pero s que no se puede progresar en ningn estrato de la tradicin sobre Jess que no fuera relatado, transmitido y recibido independientemente de la fe cristiana. De aqu que siempre se deba plantear la cuestin de la forma originaria de la tradicin fijndose en los factores siguientes: en primer lugar, la cuestin de la intencin afirmativa del evangelista; luego, la de la Iglesia; por ltimo, la cuestin del sentido originario de la revelacin de las palabras del Se-or mismo 29

    Aunque es difcil distinguir con exactitud en particular los tres estratos respectivamente y delimitarlos entre s, sin embargo, su diferenciacin es de gran importancia a pesar de la inseguridad y de la necesidad de correccin, pues slo as se consigue diferenciar la revelacin de Jess de la interpretacin teolgica de la Iglesia primitiva, y sta, a su vez, de la teologa particular de cada uno de los evangelistas 30 Para la solucin de este problema son recursos me-tdicos indispensables la comparacin literaria de los relatos paralelos de los evangelistas, la delimitacin analtica del momento particular de la tradicin, la distincin por la historia de las formas de los diferentes modos de hablar y de narrar y su clasificacin, analizando las circunstancias de su correspondiente origen, la comparacin de las ideas cristianas con la ideologa juda y helenstica contempornea, el descubrimiento de formas de hablar o de pensamientos par-

    29 K. H. SCHELKLE, Das Neue Testament 41; cf. tambin A. VGTLE, Das Neue Testament und die neuere katholzsche Exegese 95: Por consiguiente, fundamentalmente al menos, la ex-gesis de los sinpticos debe contar ya metdicamente con un triple Sitz im Leben" de una unidad de la tradicin. En primer lugar, siempre, naturalmente, con el Sitz" en la vida de

    Jess mismo, como el punto de partida propio y normativo; luego, con el Sitz" en la vida de la Iglesia primitiva, cuya funcin, instancia, experiencias, problemas y necesidades... Y fi-nalmente hay que considerar el Sitz" en la vida de cada uno de los evangelistas, que hic el nunc escoge, ordena y acenta los materiales de la tradicin en vista de una determinada finalidad teolgica y de predicacin.

    30 R. SCI-INACKENBURG, Neulestamentliche Theologie 58.

    bfr

    La.

    pw mm

    u -a

    -

    a

  • 1II/3a II1/3a C.2. La Iglesia en jess 19

    d primi- ticulares de Jess o de modos de comportamiento tpicos de El, la separacin de uda de Jess concepciones caractersticamente judas o cristiano-primitivas, etc.< 31 Si con los ci relato ms recursos exegticos se consigue una delimitacin de los fondos ms antiguos de

    ente fide- la tradicin y de los distintos estratos, quedara, sin embargo, por resolver la razones. Por cuestin dogmtica de en qu medida la imagen de Jess y del cristianismo pri-

    - de Mar- mitivo adquirida de este modo tenga la fuerza vinculante para la comprensin de mra teolgica la fe, de la Iglesia y de sus estructuras.

    !1ansmitidas, .erangelio de 5. La problemtica dogmtica

    las formas de de Jess

    .

    La relevancia teolgica del recurso histrico a Jess y a su predicacin se ol- ente en vida cuando el Jess histrico se convierte en el supuesto y no en la parte esencial

    aistiana, de del kerigma eclesistico, de manera que Jess se considera slo como el Cristo

    fWonde pun- predicado, como el Seor de la fe, y, por consiguiente, se descarta todo intento por establecer una concordancia objetiva entre el Jess histrico y el kerigma

    Por ms que como bsqueda de la legitimacin de la fe. Cuando el kerigma suplanta al Jess transmi- histrico y slo habla a los oyentes en la predicacin de la Iglesia, pierde impor-

    que todo tancia teolgicamente la cuestin de la concreta realidad de la predicacin de primordial- Jess como criterio del kerigma 32 Aunque tambin se minimiza la relevancia predicacin teolgica cuando el conjunto Jesucristo, kerigma e Iglesia se concibe tan apreta-

    requen- damente, que la verdad objetiva de las palabras de Jess no se basa en lo que El ava creado la dijo de hecho antes de su muerte, sino en lo que con exactitud se declar y se

    de la tradicin mantuvo en la tradicin eclesistica gracias a la asistencia del Espritu 33. Respecto ente de a la historia de Jess, la Iglesia garantiza la fidelidad y la no contradiccin de la

    de la forma tradicin sobre Jess. Slo dando una solucin adecuada del problema del Jess lugar, la histrico a la tradicin eclesistica, se convierte esta tradicin en el criterio de ella

    b iglesia; por misma. del Se- En ambas concepciones aludidas se silencia que la Iglesia predicadora y su los tres kerigma exigen simplemente el recurso a la persona y predicacin de Jess como cin es criterio imprescindible de ella misma 34. La predicacin pospascual mantiene la

    de correccin, identidad del Jess de Nazaret crucificado con el Hijo del hombre ensalzado y wrpretacin recoge la predicacin del Jess histrico a pesar del corte que se produce en la

    r de cada cruz de Jess y a pesar de la dispersin de los discpulos 35 y de la novedad de la recursos me- fe en la resurreccin. Esta continuidad en medio de una innegable discontinui-

    los de los dad significa que el kerigma exige, en primer trmino, tomar en serio histrica- la tradicin, la mente la persona de Jess, y, por otro lado, mantener las palabras reveladoras de

    de hablar y Jess como supuesto irrenunciable de las declaraciones kerigmticas. En las doxo- ndiente logas del que es predicado y en el Evangelio de Jesucristo, a pesar de su carcter

    y helenstica de confesin de fe y anuncio, se narran hechos sobre el Predicador del reino, entos par- Jess de Nazaret. Este recurso a la exposicin histrica en el marco del kerigma y

    la configuracin de la tradicin en forma de relato evanglico los consider la .\'ue Testament Iglesia una necesidad teolgicamente importante para asegurar la indisponibili-

    al menos, la ex- Leben" de una 31 W. G. KMMEL, Die Theologze des Neuen Testaments 24. - en la vida de 32 Cf. R. BULTMANN, Theologze des NT; In., Glauben und Verstehen Is; sobre esto, P.

    en la vida de BIEHL, Zurfrage nach dem historischenJesus: ThR NF 24 (1957-58) 54-76; G. BORNKAMM, ades... Y fi- Die Theologie R. Bultmanns in der neueren Diskussion: ThR NF 29 (1963) 33-141.

    que hic el 33 Cf. X. LON-DUFOL

  • 20 P.I. La Iglesia en la Escritura y en el siglo II III/3a

    dad del acontecimiento de Jess, del Espirtu y de la fe contra toda forma de entusiasmo, de embellecimiento legendario, de reduccin docetista o de pura es- peculacin dogmtica. De este modo se expresa la previa posicin superior del

    La Seor frente a su comunidad testificante, no slo cronolgicamente, sino tambin 1 objetivamente. El presente recibe de la historia de Jess los criterios a los que ha de subordinarse la autocomprensin antropolgica y eclesiolgica.

    Al hacerse patente la figura histrica de Jess en su concrecin inmediata por los relatos evanglicos, impide convertir al Cristo predicado en un mito, en una nebulosa ahistrica, en objeto de una ideologa religiosa y en la proyeccin y encarnacin de una autocomprensin puramente escatolgico-antropolgica. El Evangelio de Jesucristo, expuesto como relato, hace a Cristo no slo presente, sino que al mismo tiempo lo distancia, poniendo a los oyentes, debido a la limita-cin del testigo y a la deficiencia de su lenguaje, en contacto con la historia de un hombre que ha tenido el encargo nico de revelar la ltima exigencia de Dios al hombre. El testimonio de la Iglesia primitiva como respuesta a la llamada de Dios por medio de su fundador, no es, estrictamente hablando, un eco perfecto del mensaje de Jess, sino que se mueve partiendo de Jess en distintas direc-ciones simultneas gracias a la variedad de testigos y tradiciones. Esta interpreta-cin del nico acontecimiento de Jess, atestiguada de forma diversa, tiene por objeto hacer posible a los oyentes el encuentro con Jess de Nazaret como Pala-bra de Dios. De aqu que no haya en la Iglesia primitiva una lnea rgida de tradicin que lleve de Jess de Nazaret a la predicacin de la comunidad primi-tiva, de sta a Pablo y luego a Juan, sino que el testimonio cristiano se mueve al mismo tiempo, en distintos crculos concntricos, en torno a la persona de Jess y en diferentes trayectorias que parten del encuentro con el Cristo muerto y resuci-tado. Esto se manifiesta con claridad cuando dice Pablo que a l se encomend el Evangelio para los gentiles, y a Pedro, el Evangelio para los judos 36,

    para que cada uno predique de su forma y manera a Jess crucificado, escndalo para los judos, necedad para los gentiles, pero para los elegidos, tanto judos como grie-gos, Cristo, verdadero poder y sabidura de Dios (1 Cor 1,23-24).

    Resumiendo, habra que decir que en los testimonios cristianos primitivos no se puede encontrar, en efecto, una vida de Jess; sin embargo, se encuentra al Jess histrico en su predicacin original, en su misin, en su actitud y compor-tamiento, en su comprensin de la existenica y de la historia como exigencia de Dios a los hombres,, como Seor de la fe y de la Iglesia. Pero sta slo puede hacerlo presente en el mundo mediante., una inultiplicida1 de tradiciones que le prohbe sustituir al