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Mariano López St. John's Seminary, Camarillo INTERTEXTUALIDAD Y VARIACIONES DEL DISCURSO EN OS SERTÓES, HERRUMBROSAS LANZAS, LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO, GRANDE SERTÁO: VEREDAS 1 Begonnen ist der Weg, vollendet die Reise... (Lukács, Die Theorie des Romans) Euclides da Cunha, Juan Benet, Vargas Llosa y Guimaráes Rosa han elaborado en las novelas que he escogido como corpus de estudio cuatro discursos narrativos cuyo denominador común es su carácter irónica- mente épico. En la épica, ser y destino, aventura y desenlace, vivir y existir son conceptos idénticos (Lukács 22). Su momento se sitúa en un absoluto e inalcanzable pasado que le confiere un carácter y valor superlativos (Bakhtine 40). Es un tiempo completo y cerrado, un eterno es (Bakhtine 44). El narrador épico, mediante metáforas escalares, nos muestra los hechos memorables que acaecieron, reduciendo lo fabuloso, lo nunca visto, a una dimensión humana con el fin de hacerlo comprensible (Benet, Puerta de tierra 23). Juntos conmemoramos dicho pasado, no sólo para recordarlo sino para indagar acerca de lo acontecido en pos de su esencialidad y misterio (Staiger 87). El valor ejemplar, absoluto y racional de los relatos de corte épico que hubiera podido surgir de los episodios nacionales que tuvieron lugar en sus respectivos países, será cuestionado por los autores mencionados. Lo que en un principio pretendía ser una crónica de los hechos históricos se transformará paulatinamente en un discurso narrativo cuya intención no es la de alcanzar el grado de corrección de la épica dando cuenta de lo profundo y paradigmático de lo ocurrido (Newman 399), 2 sino la de indicarnos la imposibilidad de expresar y dar forma a esa zona de sombras en la que reside el destino y el enigma del ser humano, situada más allá y más acá del lenguaje, pero indisociablemente unido a él, ya que se generan mutuamente. Transformación irónica de la crónica: la gesta de Canudos Euclides da Cunha transforma la ejemplaridad de la gesta en una

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Mariano LópezSt. John's Seminary, Camarillo

INTERTEXTUALIDAD Y VARIACIONES DEL DISCURSO EN OSSERTÓES, HERRUMBROSAS LANZAS, LA GUERRA DEL FIN DEL

MUNDO, GRANDE SERTÁO: VEREDAS1

Begonnen ist der Weg, vollendet die Reise...

(Lukács, Die Theorie des Romans)

Euclides da Cunha, Juan Benet, Vargas Llosa y Guimaráes Rosa hanelaborado en las novelas que he escogido como corpus de estudio cuatrodiscursos narrativos cuyo denominador común es su carácter irónica-mente épico.

En la épica, ser y destino, aventura y desenlace, vivir y existir sonconceptos idénticos (Lukács 22). Su momento se sitúa en un absoluto einalcanzable pasado que le confiere un carácter y valor superlativos(Bakhtine 40). Es un tiempo completo y cerrado, un eterno es (Bakhtine44). El narrador épico, mediante metáforas escalares, nos muestra loshechos memorables que acaecieron, reduciendo lo fabuloso, lo nuncavisto, a una dimensión humana con el fin de hacerlo comprensible(Benet, Puerta de tierra 23). Juntos conmemoramos dicho pasado, no sólopara recordarlo sino para indagar acerca de lo acontecido en pos de suesencialidad y misterio (Staiger 87).

El valor ejemplar, absoluto y racional de los relatos de corte épicoque hubiera podido surgir de los episodios nacionales que tuvieron lugaren sus respectivos países, será cuestionado por los autores mencionados.Lo que en un principio pretendía ser una crónica de los hechos históricosse transformará paulatinamente en un discurso narrativo cuya intenciónno es la de alcanzar el grado de corrección de la épica dando cuenta delo profundo y paradigmático de lo ocurrido (Newman 399),2 sino la deindicarnos la imposibilidad de expresar y dar forma a esa zona desombras en la que reside el destino y el enigma del ser humano, situadamás allá y más acá del lenguaje, pero indisociablemente unido a él, yaque se generan mutuamente.

Transformación irónica de la crónica: la gesta de Canudos

Euclides da Cunha transforma la ejemplaridad de la gesta en una

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insania colectiva que elimina la distancia épica al reducirla a unholocausto tras el cual no queda rastro alguno, tan sólo un silencio yamnesia generales, pasado el acceso de locura de yagunzos y republica-nos.

Los defensores del progreso racional y científico van cayendo, amedida que se desarrolla la lucha, en la misma barbarie y fanatismosurgidos de tiempos periclitados y encarnados en los seguidores delConselheiro.3 No se diferencian más que por un traje y una ubicación enel terreno, unos colocados al otro lado de la línea invisible trazada porel ideal del desesperado sertanejo, plasmado en Canudos, topos transfor-mado grotescamente en una antesala al paraíso anunciado, y otros másacá de la linde marcada a fuego por la luces de la sacrosanta razón. Elmisterio acerca de los móviles que empujaron a los dos bandos aconsumirse en el sacrificio final se cierne sobre las cenizas de Canudos:"A luta sertaneja nao perderá por completo o traco misterioso queconservaría até ao fim" (da Cunha 479).

Ambigüedad de la crónica: doblez de la acción épica

De la misma manera, reducidas la dimensiones de la guerra a escaladel individuo, al objeto de poder reflejar desde esta perspectiva y alturaotra faceta de la misma, los protagonistas de Herrumbrosas lanzas, asícomo sus acciones, ofrecen una imagen ambigua y doble, la cual a su vezse proyecta sobre toda la campaña y en los dos bandos: el republicanoy el nacional.

El capitán Arderíus, espía del ejército insurrecto infiltrado en la bolsade Región, se mueve en una zona imprecisa en la que sus ideales puedendecantarse tanto por una como por otra causa, ya que en definitivaninguna es la suya, al no saber con precisión el objeto de su lucha. Suspalabras y pensamientos abren y cierran el ciclo de campañas militaresprevias al desenlace final que acabará con la derrota de las dos partes.El encarna esa indefinición de propósitos e íntima solidaridad que unea los contendientes. El enemigo no es más que la cara oculta del deseono satisfecho:

Pero somos todos de la misma calaña y bajo los estandartes de losgrandes principios luchan dos clases diferentes de matones. Deotra suerte la guerra sería inexplicable, pues las razones que

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alegan uno y otro sólo calan hasta cierta jerarquía, por debajo dela cual hay otra cosa, otras razones inconfesables y más fuertes.(Benet, Herrumbrosas Lanzas III 250)

Sus acciones tampoco se diferencian sino que se complementan, comoun haz y un envés. Los planes militares que diseñaba el capitán tantopodían haber sido pergeñados para conducir a los republicanos alfracaso, como, por el contrario, para llevarles a una victoria con el ánimode encubrir mejor su verdadera naturaleza, o, incluso, visto desde laperspectiva final de la derrota inminente e ineludible, para reasumirseen la indiferencia de lo irrelevante.

Aun sabiendo Eugenio Mazón4 quién era el espía, no puede alcanzarun mayor conocimiento de sus acciones ni pensamientos al ignorar siaquél era consciente de haber sido descubierto, con lo cual el doblez sepropagaría y la certeza sería imposible.5

Considerada la guerra civil desde esta perspectiva, la épica cantaday glorificada tanto en la derrota como en la victoria por los vencedoresdefacto o los que se proclamaron vencedores morales, queda transforma-da, como ocurría en Euclides, en una anti-épica, y no porque muestrecomo en aquél el lado irracional de todo ideal, sino porque revela laimposibilidad de unir armónicamente en un mismo acto el ideal o telospor el que se lucha y el epos o acción emprendida para instaurarlo. Y elloen virtud del carácter doble y escindido de la conciencia humana y desu deseo, el cual, al mismo tiempo que engendra su enemigo paraaniquilándolo alcanzar la unidad, genera su carencia, pues no puedeprescindir de dicha parte. Paradójicamente la victoria se transforma enderrota, a menos que se establezca un equilibrio negativo que prolonguesine die la guerra, con su incertidumbre, estado previo a su travestimientoen una ruina del deseo primero, siempre incompleto, aspirando a serautosuficiente mediante la eliminación de su contrario, sin conseguirlopor ser éste parte consustancial a su naturaleza y motor que puso enmarcha el movimiento.

La crónica imaginaría de Canudos: la hazaña épica vista por un miope

Vargas Llosa proyecta sobre la sinrazón de los deseos y accioneshumanas que llevan a la destrucción y barbarie, otra sinrazón, éstavestida con los colores de la fábula y las galas de la imaginación. El

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yagunzo, cuya silueta apenas era entrevista en las sombras de la nochesertaneja, y cuyas acciones eran imprevisibles y contradictorias en sucontinuo avanzar retrocediendo y en su misterioso pero eficaz control dela voluntad e iniciativa de la campaña militar, acelerando los trámitesprevios para alcanzar por medio del sacrificio final la ansiada liberacióna sus desgracias, sufrimientos y frustraciones, se nos presenta con caray corazón, con caridad y sentimiento, integrando en su figura lamonstruosidad a que les ha condenado la sociedad, la miseria o elfatum,y la belleza de su alma y de sus aspiraciones, como las del León deNatuba o las de María Cuadrado.6 Ante tanta desesperación y penuria,ante la sordidez de sus semejantes y de su entorno, no les queda másremedio que transformar esa realidad en otra de ficción, para superponera la fealdad y miseria una ilusión que refleja la limpieza de los ojos desu alma y el claro timbre con que palpita su corazón.

El testigo de toda esta maravillosa invención, un periodista comoEuclides, quiere escribir una crónica para dar fe a la posteridad de lo quepasó y para que el olvido no se lleve consigo los sueños de unos serestan humanos y tan monstruosos como nosotros. Al habérsele roto loslentes cuando pasó por azar a la zona de Canudos, sólo pudo ser testigode sus ecos, entrever sombras, dar testimonio de las siluetas que seafanaban en su defensa, y sobre todo ello montar su fábula, para darcuenta de lo que nadie vio, y para oponer a la deformadora y falsaimagen urdida por la historia, otra falsa también, deformada comoaquélla, pero que encerraba entre sus líneas y contornos el paso deverdad de unas gentes que murieron por un ideal tan real como larealidad histórica y humana que sus enemigos querían imponer paraavalar sus tesis o sus verdades:

En realidad, no vi nada...se me rompieron los anteojos el día quedeshicieron el séptimo regimiento. Estuve allí cuatro meses viendosombras, bultos, fantasmas...Pero aunque no las vi, sentí, oí, palpé,olí las cosas que pasaron ... y, el resto, lo adiviné. (Vargas Llosa340)

El misterio se cierne igualmente sobre el campo sembrado decadáveres, pero sobre él se eleva la ficción o la fábula, poseedoras yprotectoras de la libertad del hombre, su única verdad, la esperanza quelo eleva al cielo, como a Joáo Abade, escapando, merced a la mano

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salvadora del arcángel, del científico, quien en su demencia se vuelca yse pierde en los surcos del cerebro del Conselheiro para encontrar lasolución al enigma.7

Anábasis metafísica

Guimaráes Rosa se eleva a un plano metafísico, si bien no filosófico,sino lírico y lingüístico. Se interroga por medio de su protagonistaRiobaldo acerca de la naturaleza de la persona; quiere saber qué es, envez de quién es.

Para ello penetra en ese mundo, en el que todo es "travesía," atraídopor Diadorín que encarna el amor o el bien en estado sublimado y"angelical," como reflejo de la íntima solidaridad de la almas.8 No puedeexpresar satisfactoriamente esa relación, ni sabe su causa o razón.Tampoco puede dar cuenta del otro polo, el del mal encarnado en elHermógenes, positivo paciario (Rosa 306). Riobaldo está entre los dos sinpoder unirlos o separarlos. Sólo cuando se decide a pactar con el diablo,es decir cuando se transforma en la otra cara del yagunzo y se pone sumáscara diabólica, la del jefe Víbora-Blanca, se ve arrastrado por aquély conduce a Diadorín, sin pretenderlo, hacia su ansiada meta y razón deser: matar al asesino de su padre.

Cuando al final cree que podrá desentrañar el misterio del mal y delamor, y satisfacer su deseo de conocimiento y pasión, su conciencia sedesvanece, y sólo puede ser testigo del silencio enigmático desprendidodel cuerpo muerto otrora poseído por la némesis justiciera fundido enun abrazo mortal con el del nuncio del demonio.9 Esté seguirá en medio delremolino, cubriendo los hilos de la vida con su sarro de miedo (275), aligual que lo hará Diadorín, quien a su muerte se transforma en MaríaDeodorina:

Porque yo, en tanto vivir de tiempo, había negado en mí aquelamor, y la amistad desde ahora estaba amarga falseada; y el amor,y su persona de ella, la misma, ella me la había negado. ¿Para quéiba yo a conseguir vivir? (451)

De repente se proyecta sobre su vida de yagunzo la sombra de ladoblez e incertidumbre, y queda paralizada en un podría-haber-sido quelo acompañará para siempre y le dolerá como un miembro amputado.

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Su figura se desrealiza, ya que sus acciones y pensamientos perseguíanun objeto que no existía. La gesta del Víbora-Blanca se vacía decontenido escindida en un epos y un telos que no se correspondían, puesno eran los suyos. Para seguir siendo tiene que invertir la marcha, ha derecorrer el mismo camino y empezar de nuevo, renacer a la vida. Elsertón/satán tiene que escupirlo de su seno como la ballena/leviatán aJoñas,10 y devolverlo a su presente en el que como narrador o rememora-dor, separado de su anterior vida, y sin comprender lo que pasó, dialogacon nosotros o consigo mismo para descubrir la verdad de su pasado enlos huecos dejados por las palabras, en los silencios que respondían a supacto, en lo nunca pronunciado por Diadorín, en ese podría-haber-sido sino se hubiese convertido en el Víbora-Blanca y perdido todo en el mismomomento de ganarlo:

¿Merece eso que se cuente? Menudo y menudo, caso de que ustedquiera, doy la descripción. Pero no le anuncio valor. La vida, y laguerra, es lo que es: aquellos tontos movimientos, sólo locontrario de lo que así no sería. Pero, para mí, lo que vale es loque está por debajo o por encima: lo que parece lejos y está cerca,o lo que está cerca y parece lejos. Lo que le cuento a usted es loque sé y usted no sabe; pero lo que principal quiero contar es loque no sé si sé, y que puede ser que usted sepa. (175)

Función indicial del discurso

La realidad de la ficción es del mismo tenor que la realidad de laesperanza puesta en el recuerdo para desvelar nuestro misterio y nuestrarazón de ser y actuar. Su verdad está en el recorrido, en sus líneas, comolo estaba en la travesía del sertón o de región. Antes y después sólo hayel silencio o la cotidianidad, o el olvido. Los narradores buscan en lamemoria la explicación de lo que ocurrió, tratan de reproducir el mismoestado, y su único recurso es volver a hacerlo desde su memoria, la cualcoincide con el texto, único testigo de aquello, aunque sin articularloexpresamente, sino con distancia.

La verdad está en lo que no se dijo, en lo que se perseguía y se noshurtó. Está enunciado negativamente. La materialidad de esa inefablerealidad, verdad o deseo sólo encuentra su correlato en la materialidaddel texto. El sertón texto y el sertón geográfico son el soporte o placa

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sobre el que se inscribe esa verdad y esa satisfacción que sólo existióvirtualmente y en la imaginación, pero que tuvo una realidad, pues pudomover los ánimos de unos y otros, y por ende la pluma que dio cuentade ellos.

Herrumbrosas lanzas es un texto sobre la guerra civil que expone ennegativo la doblez de intenciones, la imprecisa meta tras de la cualparten en campaña militar los combatientes, pero también son los mudosrestos que se constituyen en el único indicio de que allí aconteció algo.

Son testigos de hechos que se han venido repitiendo desde siempre,como el ciclo de guerras, como la serie de esperanzas y consecuentesinsatisfacciones, despojos de los deseos y anhelos del hombre. Y estántan vivos como la herrumbre de la lanza que irónicamente apunta aldesfase y abismo entre deseo y realidad, pero que al estar al aire libre,y no enterrada en el olvido, esto es, al estar todavía presente en lamemoria, da cuenta de esa terca voluntad del hombre que se empeñauna y otra vez en juntar esas dos mitades, al tiempo que da cuenta desu fracaso. Pero en ese fracaso, en su repetición, reside su grandeza, yaque de otra suerte ni tendría voz, ni sueños ni futuras esperanzas, tansólo ruina.

El discurso narrativo de estos escritores conmemora la gesta épicainvisible o transparente que el hombre traza en la travesía de laexistencia, y que, como el sertón, nos hace señas para guiarnos según nosadentramos en su espacio, memoria o texto con el objeto de encontrar ydesenterrar sus tesoros, no pudiendo más que entrever la sombra delyagunzo, el dintorno de una sospecha, el bulto y olor de los hechos, elsilencio de una pregunta que se pregunta a sí misma, ya que "...uno estásiempre en lo oscuro, sólo que en lo último postrero es cuando iluminanla sala. Digo: lo real no está en la salida ni la llegada: cuando se disponepara uno es en mitad de la travesía" (Rosa 54).

Notas

En el presente estudio utilizo las siguientes ediciones: Euclides da Cunha, OsSertóes (Rio de Janeiro: Francisco Alves, 1954); Juan Benet, HerrumbrosasLanzas I. (Madrid: Alfaguara, 1983); Herrumbrosas Lanzas II (Madrid:Algaguara, 1984); Herrumbrosas Lanzas III (Madrid: Alfaguara, 1986); MarioVargas Llosa, La guerra delfín del mundo (Barcelona: Barral, 1981); GuimaráesRosa, Gran Sertón: Veredas (Trad. Ángel Crespo, Barcelona: Seix Barral, 1967).

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2 "Thus, in his [Aristotle] famous comparison of epic and historical narrative,chronicle is the slave of the actual but epic must contend not only with theflexibility of the probable but also with the demands of the necessary. Thedomain of the poetry is the plausible, and Aristotle believes it is morescientific and serious than history (...) This potency also derives in part fromepic's engagement not with the particular of history, but with general anduniversal terms and notions."

3 da Cunha 468, 479, 503, etc.4 Uno de los jefes de las fuerzas republicanas en Región.5 Benet, Herrumbrosas Lanzas III149,198.6 Vargas Llosa 53, 100, 104.7 Vargas Llosa 531.8 Rosa 108ss.9 Rosa 444-445.10 A dónde iba, yo lo sabía bien, incluso en la locura. A un lugar sólo: a las

Veredas-muertas... De vuelta, de vuelta. ¿Como si, reviéndolo todo,rehaciéndolo, yo pudiese recibir otra vez lo que no había tenido, volvera Diadorín a la vida... Pero, en aquella parte, de mucho apenas meacuerdo, por el revés en mi salud... El tiempo que me quedé, desmemo-riado, detenido. ¿El cuánto fue? (Rosa 448-449)

Bibliografía

Bakhtine, Michael. Derdeutschen Román des 17. Jahrhunderts: Eine Einfiihrung. Ed.Urs Herzog. Stuttgart: Kohlhammer, 1976.

Benet, Juan. Puerta de tierra. Barcelona: Seix Barral, 1970.Lukács, Georg. Die Theorie des Romans. Mündchen: Hermann Luchterhand

Verlag, 1963.Newman, John K. The Classical Epic Tradition. Wisconsin: TUWP, 1986.Staiger, Emil. Grundbegriffe der Poetik. Zürich: Atlantis Verlag, 1968.