Reglas y Formas de Vida La Filosofia Del Segundo Wittgenstein

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    REGLAS Y FORMAS DE VIDA

    (Aclaraciones preliminares acerca de las Investigaciones Filosficas de Ludwig Wittgenstein)

    Rita Lpez Panach

    Septiembre, 1999.

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    INTRODUCCIN

    "El filsofo no es ciudadano de ninguna

    comunidad de ideas. Eso es lo que hace de l un

    filsofo" Ludwig Wittgenstein

    La ubicacin de Wittgenstein dentro de la historia de las corrientes o sistemasfilosficos es complicada, no slo en razn del giro que pudiera experimentar su pensamiento a lo largo de su vida, sino tambin por lo singular del caso, en cuanto quese trata de un pensamiento desligado de toda escuela, visceralmente insatisfecho concualquier interpretacin que de l pudiera darse, e ignorante en gran medida de los precedentes clsicos a sus grandes temas de estudio. Especialmente en lo que respecta ala ltima etapa de su pensamiento, una simple observacin superficial de su obra escritanos muestra cmo Wittgenstein dialoga prcticamente nica y exclusivamente consigomismo o contra lo anteriormente defendido por l en elTractatus, en una suerte deautorreferencialidad -acorde, por otra parte, con su temperamento- a la que llegaseguramente movido por la ntima conviccin de que las reflexiones plasmadas en la primera de sus obras constituyen en todo caso la nica alternativa real a su nuevaorientacin especulativa: la nica, de hecho, capaz de reflejar a su parecer el "sentircomn" de su poca y su recelo hacia la metafsica dominante, (aunque en ningn caso,desde luego, piense Wittgenstein en este perodo de su vida que suopera prima seencuentre por ello menos viciada por las graves confusiones que imperan en el entorno

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    de la filosofa, y, por consiguiente, precise al igual que stas de ser seriamentereconsiderada desde coordenadas diametralmente opuestas)1

    Slo sobre esta pista, -la marcada, por tanto, por elTractatus, antes que las que pudieran insinuarse con arreglo a otros "caminos secundarios"- podremos, en nuestraopinin, intentar dibujar el mapa sobre el que su pensamiento hubo de moverse a lolargo de una trayectoria aparentemente quebrada. Y, a juzgar por el criterio de los que lesiguieron, es decir, por aquellos que acogieron con entusiasmo esa obra primeracreyendo encontrar en ella la solucin a todos los problemas que durante siglos habanlastrado el "seguro camino" de la filosofa, podramos dejar por sentado al inicio de este

    trabajo -aunque sea de un modo todava muy cauteloso y pendiente de la confirmacinque le otorgaran las pginas siguientes-, que en las Investigaciones Filosficas esentablada una "cierta relacin" con un campo de problemas, corriente filosfica o estilode pensamiento que, comnmente llamado "epistemologa", habra influido de mododeterminante en todo el curso de las meditaciones wittgensteinianas. Qu habremos deentender por esa referencia oscura a "cierta relacin" que atraviesa de parte a parte el pensamiento de nuestro autor depende ahora, por tanto, fundamentalmente de dos cosas:

    en primer lugar, y obviamente, de qu sea aquello que entendamos por "epistemologa"tras su reiterado cuestionamiento o problematizacin instruido desde el marcoconceptual de la obra de Wittgenstein; y en segundo lugar, y especialmente, de en qu pueda consistir aquello que, en concreto, la ltima filosofa de Wittgenstein pudierahaberse propuesto objetarle.

    Primeramente, dejemos aqu brevemente indicado algo por lo dems bsico: que

    por el trmino "epistemologa", lejos de lo que su etimologa estricta indica, -y comosucede al fin y al cabo con todas las cosas-, solemos entender hoy un cierto carcterreflexivo del estatuto terico del conocimiento fruto de las obras o situaciones histricasconcretas que le dieron en su da cuerpo histrico. De estas "adherencias" seculares queacarrea el campo histrico de la "epistemologa" moderna, aquellas que ms nos

    1 En un artculo de Anthony Kenny titulado "El fantasma delTractatus" (en El legado de Wittgenstein, pgs. 35-53) se sostiene que, en el periodo de su ltima filosofa, Wittgenstein tergirversaba las tesis delTractatus para resaltar las transformaciones acometidas, y ocultar, en cambio, la considerable continuidad

    que, segn el autor de este artculo, existe realmente entre sus primeros y sus ltimos escritos.

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    interesan para el estudio y anlisis de Wittgenstein son, antes que nada, aquellas que enlos albores mismos de ese tiempo moderno o tiempo de la Modernidad coadyuvaron eltriunfo del cartesianismo y consiguientemente de las filosofas centradas en torno al

    problema del sujeto, desplazando de este modo todo aquello que podra haber sido deincumbencia de una "epistemologa" en su sentido etimolgico estricto, alrededor de lacuestin del alcance ontolgico de nuestras representaciones, es decir, en torno a la pregunta por la posibilidad de que mis pensamientos se refieran a objetos reales. Delmismo modo, otro de los "restos histricos" que pudieran interesarnos en tantoconformadores de la impronta de la epistemologa heredada por Wittgenstein queandamos buscando, lo constituye, ya en nuestro siglo, la arrogacin por parte de la

    filosofa positivista del titulo de "epistemolgica", adscribiendo desde ese mismomomento a la "epistemologa" el talante desdeoso hacia las cuestiones ontolgicas casiemblemtico de esta corriente y adoptado en su da una vez que supuso haberconsolidado sus mtodos cognoscitivos con independencia de los problemas clsicos dela metafsica (Carnap, Quine).

    La acogida de la primera de estas perspectivas que hemos sealado como

    caractersticas de la epistemologa (la que incide en el problema de la "representacin") por parte de Wittgenstein en elTractatus es ms o menos clara, aunque su respuesta alos problemas de ella heredados fue tanto ms innovadora cuanto enormemente alejadade las escuelas que dominaban la filosofa analtica de su tiempo (la teora de lareferencia russelliana, o los tambin llamados "denotacionismos", herederos de los"nominalismos" clsicos). Paradjicamente, (o, tal vez, debido precisamente al estilocrptico de la obra), sta reaccin fue interpretada como una continuacin y desarrollo

    de la tradicin analtica denotacionista, ms que cmo una inconciliable ruptura conella, y nicamente tras el paso de los aos se ira haciendo paulatinamente posiblereivindicar una lectura trascendentalista (as denominada por algunos)2 de la obra del

    2 El primer lugar donde se introdujo esta interpretacin fue el captulo final del libro de Erik Stenius,Wittgenstein Tractatus, Oxford, Balckwell 1960, pero posteriormente fue tambin respaldada porWolfgang Stegmller ( Hauptstrmungen der Gegenwartphillosophie, Stuttgent, Alfred Kroner, 1969),Allan Janik y Stephen Toulmin (Wittgensteins Viena, Nueva York, Simon and Schuster, 1973), Karl OttoApel (Transformation der Philosophie, Frankfurt, Suhrkampf, 1976, vol.1), Isidoro Reguera (La Miseria

    de la Razn, Madrid, Taurus, 1984.

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    joven Wittgenstein. Las modificaciones que estaba destinada a introducir en la exgesisdel Tractatus esta nueva lectura no iban a ser pequeas, pues, segn sta, la relacionesentre representaciones y mundo podran resumirse aproximadamente de la siguiente

    forma: efectivamente, existen nombres que designan cosas del mundo, como afirmala doctrina referencialista, pero esta relacin no constituye el origen de lasignificacin o del sentido3, sino slo el de la verdad o falsedad de las proposiciones. El sentido slo puede ser hallado dentro del entramado constituido por laestructura de la proposicin, la cual, sin embargo, no designa por su parte nada delmundo y solamente puede decirse de ella que comparte con aquel una forma lgicacomn. De esta manera, la relacin entre representaciones y mundo ( Bilder y

    Sachverhalten) consistir, en consecuencia, en que las primeras, en el caso de poseer laforma lgica adecuada de la proposicin, (o, lo que es lo mismo, en el caso de poseer"sentido") "muestren" la forma lgica de los "hechos" que configuran el mundo envirtud del isomorfismo y, consiguientemente, las condiciones exigidas para suverificacin (de la proposicin). No obstante, de semejante enfoque en ningn caso podra extraerse algo as (e importa subrayar insistentemente este punto) como unavisin del "calco" o "rplica" de la realidad realizado mediante nuestro lenguaje, como

    haba entendido gran parte de la tradicin analtica que le precedi en Cambridge. Lasrazones que asisten a esta imposibilidad son claras para esta segunda y posteriortradicin de lectura delTractatus: que las proposiciones "muestren" la forma lgica dela realidad, pero no puedan propiamente "hablar" de ella, se debe a que la forma lgicade las oraciones enunciativas (aquellas que describen "estados de cosas") slo sesostiene en tanto que exprese las condiciones de verificabilidad que tendra quesatisfacer la proposicin para ser verdadera; en cambio, cuando se habla de la "forma

    lgica" como tal, es decir, cuando se la trata como a un objeto, en realidad presuponemos para nuestras oraciones una forma lgica desde la que hablar de la que propiamente carecen -pues no existe ningn criterio que pudiera llevarnos a hacerlasverdaderas o falsas-, y slo por una analoga injustificada o copia de las proposicionesdel lenguaje que hablan del mundo, podramos pretender construir las oraciones que

    3 Aunque Wittgenstein hereda de Frege la distincin tcnica entre "sentido" y "referencia" ("Sinn" yBedeutung"), en realidad sigue utilizando indistintamente ambos trminos para lo que haba sido el"sentido" fregeano, aunque quiz con el matiz en elTractatus de utilizar "Bedeutung", para la funcin

    simblica que adquiere un nombre por el hecho de adscribirse a la sintaxis de una proposicin, y "Sinn" para la proposicin. Para la referencia utiliza mayoritariamente la forma verbal "(sich) bezihen".

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    hablan de las relaciones del lenguaje (las proposiciones de la lgica), o acerca de lasrelaciones entre lenguaje y mundo (las de la filosofa). En sentido estricto, ambos casosseran nicamente calificados de sin-sentidos, pues, obviamente, no puede tener sentido

    una oracin que no puede ser ni verdadera ni falsa.En lo relativo al "sujeto" portador de las representaciones tpico de la concepcin

    moderna a la que nos referamos, de l se afirma en elTractatus que tampoco puededecirse nada ("no puede ser visto el ojo con el que se ve)4, sino slo, una vez ms,"mostrarse". Esto, de todas formas, no es algo que nos importe todava excesivamente(en las Investigaciones, en cambio, s que tendr fuertes implicaciones), puesto que lasrepresentaciones, que es lo que antes queramos destacar entre lo legados por la naciente

    filosofa moderna (y por tanto, segn la interpretacin que aqu hemos consignado, propio de la epistemologa), sean de un sujeto descriptible o mostrable, no parecen perder su caracterstica cualidad de pensamientos, -o, por decirlo con otras palabras,actos mentales o de naturaleza mental.

    En cuanto a la segunda de las caracterizaciones que hemos propuesto para situar"la Epistemologa" -la que la estimula al desprecio hacia las cuestiones ontolgicas

    propio de la filosofa positivista-, tambin en este caso los intrpretes han diferidoacerca de cul pudiera ser el papel de la primera obra de Wittgenstein a este propsito:de todos es conocido que los integrantes del Crculo de Viena aplaudieron el aforismoque sirve como conclusin alTractatus en tanto que contundentemente acallaba la palabrera metafsica dejando as, al fin, el camino libre a la lgica y a la ciencia, a pesarde que, en rigor, la propuesta delTractatus hubiera catalogado como sin-sentidosincluso a las proposiciones de la ciencia, -tal como se especifica en la proposicin

    4.1272-, en base a su afn generalizador 5

    Esta interpretacin, no obstante, ha sido

    4 Tractatus, 5.633.

    5 Tractatus. 4.1272. "As el nombre variable `X es el signo genuino del pseudo-concepto objeto./Siempre que la palabra `objeto (`cosa, etc.) es usada correctamente, se expresa en la escritura conceptualmediante el nombre variable. Por ejemplo, en la proposicin `hay 2 objetos que... mediante `(E x,y).../Siempre que se usa de otro modo, es decir, como palabra conceptual genuina, surgen pseudoproposiciones absurdas. /As, por ejemplo, no cabe decir `Hay objetos como se dice, pongamos por caso, `Hay libros. Como tampoco `Hay 100 objetos o `hay x objetos /Y es absurdo hablar delnmero de todos los objetos. /igual vale para las palabras`complejo, `hecho,`funcin,`nmero, etc./

    Todas ellas designan conceptos formales y se representan en la escritura conceptual mediante variables,no mediante funciones o clases,.(Como crean Frege y RusselI / Expresiones como `1 es un nmero,

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    fuertemente criticada posteriormente, sealando cmo esta afiliacin no supondraalegra alguna para Wittgenstein, sino que, al contrario, (y aportando como testimoniouna carta que el filsofo haba mandado al editor de un conocido peridico austraco,

    Ludwig von Ficker,6 en cuyo texto se deca que lo que ms importa al hombre es precisamente aquello de lo que no puede hablar), se extrajeron algunas conclusiones envirtud de las cuales podra leerse en elTractatus una crtica del lenguaje similar a lakantiana o, incluso, extremando esta posible lnea interpretativa, una filosofa de corteexistencialista.

    Han sido concepciones como stas, como era de esperar, las que han hechoespecial hincapi en sacar a la luz el lado ms mstico que efectivamente en muchos

    momentos se dej traslucir en los escritos o lecciones de Wittgenstein. Pero lo que, decualquier manera, a nuestro efecto nos parece en realidad ms importante de lascontribuciones de esta corriente interpretativa para la comprensin del pensamiento delTractatus, -aunque no inmediata o necesariamente cierta, como desde determinadasapologas de ella se pretende-, es la aproximacin que llevan a cabo entre la "formalgica" wittgensteiniana y las "condiciones de posibilidad de la experiencia" kantianas por cuanto asignan a la primera la misin de hacer posible el "anlisis" del lenguaje, y, a

    las segundas, la de hacer posible asimismo la crtica de los principios de la ciencia,siendo desarrolladas ambas tareas segn los cnones de la lgica trascendental.

    Sea como fuere, no entraremos mucho ms en este trabajo a dilucidar talescuestiones con respecto a la primera filosofa de Wittgenstein. S lo intentaremos, encambio, ms detenidamente y a lo largo de todo este trabajo, con respecto a las Investigaciones Filosficas, por lo que, por ahora, diremos nicamente que nos parece

    claro desde esta obra el propsito por parte de Wittgenstein de desmontar el primero delos planteamientos epistemolgicos citados. Al menos por dos razones: en primer lugar,

    `slo hay un ceroy similares son absurdas. / (Tan absurdo es decir `slo hay un 1como absurdo seradecir: 2 x 2 es igual a 4 a las 3 horas).

    6 "Mi obra consta de dos partes: la que presento aqu ms todo lo que no he escrito. Y es precisamenteesta segunda parte la importante. Mi libro traza lmites a la esfera de lo tico desde dentro, por asdecirlo, y estoy convencido de que ste es el nico modo riguroso de trazar estos lmites. En pocas palabras, creo que donde muchos otros estn hoy simplemente parloteando, he logrado en mi libro ponerlo todo firmemente en su lugar guardando silencio sobre ello". L Wttgenstein, Briefe an Ludwig

    von Ficker , Salzburg, Otto Mller, 1969, p.36.

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    "la representacin" (aunque ostente la forma de una proposicin lgicamente correcta)es desbancada en su papel significativo, -es decir, ignorada- en cuanto donadora delcriterio con respecto a juicios con sentido; en segundo lugar, la "significacin" no har a

    partir de ahora ms referencia a "entes" de ningn tipo (ni reales, ni ideales, nimentales), sino tan slo a "usos", -y, quiz (pero esto es cuestionable, comprometido yhabr que examinarlo con gran detenimiento y matiz para no caer en malentendidos), alo que Wittgenstein llama "formas de vida"-, con lo que la forma de referirse al mundoser muy diferente a la postulada por una suerte de estructura "cognoscitiva".

    Con respecto a la segunda de las cuestiones que caracterizaban la epistemologa,

    resulta sorprendente que existan tantas y diferentes interpretaciones al respecto, sobretodo teniendo en cuenta que el propio Wittgenstein apenas roza el tema y cuando as lohace, raras veces excede la forma alusiva. Aunque las interpretaciones acerca de este punto son polmicas, las nociones sobre las que la mayora de las atenciones recaen son, bsicamente, las -en gran parte- enigmticas de "forma de vida", "gramtica profunda" ylas de "comprensin" y "seguimiento de reglas", de ah que su examen detallado se haga preciso para poner algo de orden entre las mltiples consecuencias que desde

    prcticamente todos los frentes contemporneos del debate filosfico pretenden serrecabadas de la ltima filosofa de Wittgenstein.

    Este ltimo sera, por tanto, el objetivo final del trabajo: el de tratar de ordenarlas posibles consecuencias que el ltimo pensamiento de Wittgenstein podra involucrarcon respecto a la epistemologa y ontologa contemporneas. Con arreglo a esta meta,entender de manera correcta lo que Wittgenstein significa para la teora

    representacionalista ser fundamental, pues, slo comprendiendo esto, podremos"apresar" hermenuticamente la nocin de "regla" introducida por primera vez en susescritos o lecciones de las Investigaciones Filosficas, para, a travs de ella, acceder al posible ensamblaje de sta con una "forma de vida" o con lo que desde otra perspectiva podra denominarse tambin (y sta es una de las cuestiones que habremos de aclarar)"gramtica profunda.

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    Para ello, hemos considerado que la mejor forma de circunscribir las nociones

    que nos interesa aclarar del pensamiento de Wittgenstein es perseguirlas, no slo entreaquellos de sus textos en los que tienen una presencia significativa, sino tambin atravs de las lecturas u objeciones tanto posibles como reales que tienen su origen en lalectura de esta ltima gran obra de Wittgenstein que son las Investigaciones Filosficas.De este modo, hemos hecho intervenir a lo largo de este trabajo como interlocutoressuyos, tanto a algunos de sus intrpretes ms leales, como puede serlo Anthony Kenny,como a pensadores de reconocido prestigio, -aunque quiz pertenecientes a entornos no

    inmediatamente reconocidos como wittgensteianos-, como son Noam Chomsky o KarlOtto Apel, pero tambin incluso a personajes estereotpicos o imaginarios, como sern por ejemplo el del relativista cultural , el conductista, o un peculiar chincheescptico (as le hemos llamado ms adelante), que nos sern de suma utilidad para elnuestro propsito de exprimir al mximo la interpretacin que defendemos a base deretorcerla, una y otra vez, por medio de aquellas objeciones o malinterpretaciones que podran hacerla tambalear. Quede con esto claro, pues, que ni nos interesa

    especialmente combatir a los autores que para este fin hemos elegido en funciones decontrapunto a Wittgenstein, ni nos quedar ms remedio, -seguramente en msocasiones de las que nos gustara reconocer-, que admitir el hecho de que hayamos sidoa veces algo injustos con ellos y con los tpicos crticos que a estos propsitos hemosrecogido aqu. Esto es algo a lo que tendremos en todo caso que arriesgarnos si lo que pretendemos es trazar un mapa general que trate de dar cuenta de todos los caminos queintentan aproximarse hasta un determinado punto, -y, entre ellos descubrir los que se

    quedan an muy lejanos, o a aquellos que gravitan alrededor suyo sin conseguirestrechar las distancias, o los que, en cambio, constituyen eficientsimos atajos paraevitar pasos en falso -aunque ninguno de estos caminos haya sido efectivamenterecorrido y considerado en todos sus recovecos. Si Wittgenstein concibi la obra quenosotros tenemos en nuestro punto de mira Las Investigaciones Filosficas- como unlbum en el que se recogieran todos los apuntes, recuerdos e impresiones de un largoviaje, nosotros nos conformaremos, por decirlo as, con haber conseguido planificar

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    bien ese viaje, con la finalidad, cuando menos, de no perdernos, y la expectativa desacarle provecho cuando por fin nos embarquemos.

    El caso de Wittgenstein es delicado a este respecto, pues, si bien otros pensadores se ofrecen ellos mismos a recomendar y facilitar todos los preparativosnecesarios para que viajemos con ellos, stas, desde luego, no son las circunstancias querodean el estudio de Wittgenstein. En el imaginario de los filsofos, Wittgensteinrepresenta ante todo la soledad, una soledad irremediable (expresada en su filosofa y ensu vida) que pareca ir incrementndose conforme la admiracin creca en torno suyo, ycon ella, el inters de sus discpulos por llegar a hacerse valer como sus interlocutores.

    Pese a todo, ni Wittgenstein ni su filosofa se caracterizaron nuca por su predisposicina entablar el dilogo ni con la tradicin ni con los pensadores que le fueroncontemporneos. Wittgenstein fue elenfant terrible de la filosofa del S.XX y, quizcomo desquite histrico a este desprecio suyo, la cantidad de literatura secundaria quetras su muerte se dedic al intento de entrar en dilogo con sus propuestas fue enorme.Como le suceda al narrador de El innombrable de Becket, estamos ante un hombremaldecido con la incapacidad de hablar y la incapacidad de permanecer callado".

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    CAPITULO 1:

    DE LAS CONDICIONES DE VERDAD A LAS CONDICIONES DEASEVERABILIDAD

    Nada se puede demostrar en este terreno,

    pero s sealar algo.

    Martin Heidegger , Identidad y Diferencia.

    Con la clebre distincin entre el decir y el mostrar, Wittgenstein habaintentado, ya en elTractatus, socavar las bases de todo intelectualismo que pretendiese pronunciarse sobre las cuestiones habitualmente consideradas como especulativas,ticas, religiosas o artsticas, pero no slo desacreditando a stas en su vertientemetafsica, sino tambin, -por si fuera poco-, a la filosofa de la lgica, y en general, acualquier intento por intelectualizar, (esto es: por poner bajo el intelecto o bajo suequivalente en la terminologa del primer Wittgenstein: la forma lgica), tanto las reglas

    que rigen el lenguaje, como aquellas que rigen nuestra relacin con el mundo, con otroshombres o con Dios, es decir, cualquier cosa abocada a ser expresada mediante proposiciones carentes de la forma lgica de un estado de cosas. Menos an si cabeentraba en la consideracin delTractatus dejar estos discursos en las manos de algunaforma opuesta de subjetivismo: el campo de aplicabilidad de las condiciones lgicasdeba estar ntidamente delimitado desde ellas mismas y no desde lo que el hombrecreyera o pudiera a voluntad hacer con ellas. Ya mencionamos igualmente en laintroduccin -aunque de manera rpida-, que las primeras reflexiones de Wittgensteinrechazaban el esquema nominalista como responsable suficiente del sentido -en tantoque el sentido es patrimonio exclusivo de la proposicin y las proposiciones nodesignan nada del mundo, sino que nicamente "muestran" la forma lgica de losestados de cosas posibles-, y que slo mantena un reducto del mismo en tanto que

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    necesario para la verificacin, es decir, para la conversin de una proposicin quesolamente tiene sentido, en, adems, una proposicin verdadera7 .

    A pesar de que Wittgenstein, como ya apuntbamos anteriormente, afirmar ms

    tarde en las Investigaciones enfrentarse principalmente a sus primeras tesis yargumentaciones, podramos, -pensamos que sin demasiado desacierto-, aseverar quelos verdaderos adversarios contra los que luch (y en no pequea medida consiguireducir), son en esta ocasin los mismos que rechazaba ya en elTractatus (cualquierclase de platonismos, subjetivismos o nominalismos en el sentido recin esbozado;aunque tal vez sea cierto que en las Investigaciones Wittgenstein extiende su condenano slo contra stos, sino contra cualquier tipo de "-ismo" en general). Asimismo,

    decamos tambin que el problema a desentraar es el mismo en las Investigaciones queel que protagonizaba elTratactus, o sea, el de elucidar la determinacin del "sentido" denuestras aseveraciones, aunque esta vez desde una sintaxis algo ms ampliada: aquellaque involucra en su consideracin la perspectiva de los juegos del lenguaje.

    (Un inciso llama aqu a nuestra puerta: no deseamos, desde luego, que con esto pueda llegar a entenderse que menospreciamos de algn modo la dimensin del cambio

    que se produjo desde su primera a su ltima obra, ni menos an el rigor y franquezaintelectuales que pensamos reside en semejante transformacin radical de los propios pensamientos. No. Al contrario: precisamente porque consideramos que los motivos defondo apenas han cambiado, pero s y de una forma completa la perspectiva, el esquemae incluso el estilo sobre los que discurrir su pensamiento posterior, es por lo que an podemos asombrarnos en mayor medida de la magnitud de su hazaa. Pues si losmotivos de un pensador cambian, en esta mudanza es fcil que sean trastocadas tambin

    las formas de ver y de pensar con que contaba, pero si en cambio son constantes, habrque ser todo un titn para tener la fuerza de ponerlo todo del revs y crear nuevosesquemas e instrumental casi desde la "pura potencia" y obstinacin -y no, como todostendemos demasiado frecuentemente a hacer, desde algn prejuicio o perspectiva

    7 Esto no significa entender la verdad como externa al sentido, como defendan Frege y Russell.Wittgenstein conceba que comprender el sentido de una proposicin implica (como contenido suyo)entender su modo de verificacin, por lo que su verdad, en la coyuntura de "ser el caso", sera interna, o

    dicho de otro modo, "continua" al sentido.

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    anterior, sobre todo cuando sta se ha alzado ya con xito sobre las opiniones predominantes de su tiempo).

    Este nuevo planteamiento que Wittgenstein pone al servicio de sus antiguosmotivos, parte de la conviccin de que el significado de una palabra, puesto que no hacereferencia ni a cosas (o estados del mundo), ni a entidades abstractas (ens rationis), ni aobjetos mentales (o contenidos de conciencia), y, probablemente, a ninguna otra clasede regin ntica explorada o inexplorada, ha de cifrarse nicamente en su "uso" en ellenguaje: preguntar por el significado de una palabra es por tanto equivalente a preguntar por el cmo y el cundo debo usarla en los contextos sociales de la

    comunicacin y las prcticas humanas - habida cuenta de que la multiformidad de lasrespuestas a estos concretos interrogantes concernientes a la funcin del lenguajeabarcan un universo entero de connotaciones significativas acerca de el mundo.

    Ahora bien, la tesis del "significado" como "uso" no es slo propia deWittgenstein y los wittgensteinanos, sino que ha sido tambin compartida posteriormente por la llamada "Filosofa del Lenguaje Ordinario" (cuyos mximosrepresentantes son Austin, Ryle, Strawson, etc), engendrada principalmente en la

    Universidad de Oxford entre los aos 50 y 70. En realidad, tanto unos como otros,segn puntualiza A. Garca Surez,8 lo que comparten se tratara ms bien de una "no-tesis" antes que de una efectiva "tesis", puesto que el nico vnculo que une a los cuatroautores citados (y con ellos a sus partidarios respectivos), es tan slo la reticencia aaceptar semnticas precedentes e, inspirados por ella, su patente denuedo pordestruirlas.9 Pues efectivamente, se suele entender que Wittgenstein y los que con lcomparten esta doctrina no ofrecen nuevas soluciones al problema de la significacin,

    sino tan slo la demostracin de la imposibilidad de stas, ya que, en efecto, por una parte con "significar" no se alude a ningn tipo de fenmeno unvoco que pudiera estarimplicado todas y cada una de las veces que decimos que una palabra significa algo y,

    8 En El Impacto de Wittgenstein en la Filosofa del Lenguaje Contemporneo" en AAVV , Wittgenstein- Heidegger , Badajoz, Montano, 1990.

    9 En realidad, tambin compartieron en comn lo que se llam la "Defensa del Lenguaje Ordinario", quehabitualmente viene a ser identificada con lo que se llama la Escuela de Oxford, aunque esta se verificase

    programticamente de muy diversas maneras.

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    por tanto, sera intil cualquier intento por construir una teora general del significado.Y, por otra parte, si el trmino "significado" puede, a partir de las argumentaciones queexpondremos despus, ser siempre sustituido por la nocin de "uso en el lenguaje", tal y

    como se afirma en la consigna que lleg a hacerse clebre entre los filsofos dellenguaje ordinario ("Dont ask for the meaning, ask for the use" ), en realidad bajo estos parmetros la nocin deviene superflua y fcilmente podra ser simplemente suprimidatal y como Quine, de hecho, lleg a proponer en un conocido artculo suyo10. Pero,claro, supuesta la supresin de un trmino y de la constelacin de pre-juicios eimplicaciones (incluso vitales) que trae consigo ...cmo sostener, entonces, la pretensin de hacer una teora sobre l? En esto consistira, segn Garca Surez, la

    presunta "no-tesis" de estos filsofos, es decir, su negativa compartida a "poner" algntipo de afirmacin acerca de la esencia.11

    Con todo, lo cierto es que Wittgenstein nunca tuvo la intencin de suprimir eltrmino "significado" de su vocabulario: nicamente vino a variar su valor en el juegode sus acepciones. Sin embargo, otra nocin, hasta entonces considerada definitoria eneste campo, casi podra decirse que fue erradicada de sus consideraciones acerca delsignificado: la nocin crucial de la "verdad". Ciertamente, la mencin a la verdad no es

    ni siquiera pertinente respecto a la mayora de los usos de nuestro lenguaje, puesto queson las menos de las veces las que nos expresamos enunciado un hecho o describiendo"neutralmente" una situacin (PhU, 27). De esta consideracin, entre otras, se piensaque parti Wittgenstein para abandonar progresivamente el verificacionismo inherente a

    10 W.V. Quine, "Le Mythe de la signification", en La Philosophie Analitique, Cahiers de Royaumont,Philosophie nIV, Editions de Minuit, Paris, 1962

    11 Respecto al problema de si deben considerarse sus aportaciones como verdaderas "tesis" sobre el

    significado o no, podra ser curioso notar que una conclusin al respecto podra desprenderse de su modode escritura, como sucede, p.e, en el 43, donde la nocin "significado" representativa de su propia tesisest escrita del modo habitual, mientras que el "significado" que se pretende denotado por una palabra-esto es, algo imposible o al menos incompleto dentro de la concepcin del segundo Wittgenstein- ira encursiva. Wittgenstein es remiso a eliminar este ltimo (aunque produzca, ciertamente, mistificaciones yusos indebidos), siendo, de hecho, un uso del lenguaje en el que nos manejamos. Contra el lenguajeordinario no est nunca Wittgenstein, sino que slo estara ocasionalmente en contra de la extrapolacinfilosfica indebida de este uso singular. Si, efectivamente, Wittgenstein utiliza dos escrituras del trmino"significado", como sucede en el texto que a continuacin transcribimos para hacer este razonamientoms explcito, esto podra ir en contra de la sugerencia propuesta por Garca Surez de que, en rigor, nohay tesis wittgensteiniana del significado, puesto que la diferencia de escrituras estara proyectada a fin dedistinguir la suya propia de la posiblemente deformada: "Para una gran clase de casos de utilizacin de la palabra `significado -aunque no paratodos los casos de su utilizacin- puede explicarse esta palabra as:

    El significado de una palabra es su uso en el lenguaje. / Y el significado de un nombre se explica a vecessealando a su portador ."

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    su primera filosofa hacia una concepcin basada nicamente en las condiciones de"uso" de nuestras expresiones. Pero adems de esta observacin cabal, digna de unhombre de mundo, tambin cabe suponer que existieran razones inmanentes a la

    capacidad de su instrumental tcnico (el lgico) que invitaran a efectuar este salto.

    La doctrina dominante cuando Wittgenstein lleg a Cambridge para estudiar conRussell, haba sido durante tres dcadas el clculo proposicional o lgica de predicadoscreado por Frege. Esta teora haba sustituido a la teora clsica del silogismo cimentadaen la relacin sujeto-predicado, por una nueva formalizacin basada en la distincintomada de las matemticas entre funcin y argumento, gracias a la cual podan

    ampliarse las posibilidades del clculo de inferencias a la aplicacin en situaciones otramas lgicas cada vez ms complejas y, al mismo tiempo, con la ventaja adicional dedesarrollarse de una forma considerablemente ms econmica. Las proposiciones, pues, pueden descomponerse en funciones y argumentos, de modo similar a los del anlisismatemtico, si , por ejemplo, por "el ro que pasa por x" entendemos la funcin quetoma como valor "Sena" cuando "Pars" es el valor del argumento o, -pongamos porcaso-, "Manzanares", cuando la x toma el valor de "Madrid". De igual manera, los

    enunciados ms complejos, como por ejemplo "Mara quiere a Juan", se puedendescomponer bajo la forma "Mara quiere a x", siendo Juan un posible valor delargumento, bien segn la funcin "y quiere a Juan", o bien incluso bajo el gradosuperior de abstraccin "y quiere a x". Pero al contrario que las expresiones anteriores,estas funciones incompletas de enunciados complejos -llamadas predicados-, parecen noindicar ningn objeto cuando sus variables son sustituidas por valores definidos, sinoque tan slo dan como resultado bien una oracin verdadera o bien una oracin falsa.

    Frege llam a este valor que las funciones toman dependiendo de los distintosargumentos su valor de verdad, lo cual no tiene nunca capacidad para designar objetos osituaciones del mundo. Russell, en cambio, no puso inconvenientes a que las proposiciones, adems de valor de verdad, tuvieran tambin referencia al mundo,indicando una situacin o estado de cosas. Frege, y posteriormente Wittgenstein, senegaron a esto por una razn fundamental: los nombres o incluso las descripciones (taly como seran llamadas las expresiones aludidas del tipo "el ro que pasa por Pars", enla nomenclatura russelliana) adquieren significado en virtud de una relacin "semntica"

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    directa con los objetos del mundo que designan; las proposiciones, en cambio, si sonrealmente capaces de transformar o aadir de alguna manera "sentido" a los objetosseparados que las componen -es decir, proporcionan algo ms que una pura suma o

    relacin de significados individuales-, es en virtud de propiedades ahora "sintcticas",las cuales no tienen (o no tienen por qu tener) "referencia" (es decir, correlato objetual)en el mundo. A pesar de todo, Frege acab postulando como solucin a este problemala designacin de dos objetos ideales como referentes de las proposiciones verdaderas yfalsas, los de "Lo Verdadero" y "Lo Falso", mientras que Wittgenstein se conformabacon afirmar la conocida tesis de que la proposicin slo "muestra" la estructura lgicade los estados de cosas, a la que ya hemos aludido varias veces en este trabajo. El

    inters por postular una semntica estricta correspondiente a las proposiciones era, porotra parte, fundamental para la legitimacin de la lgica o de la matemtica, como yahemos indicado alguna vez, puesto que slo de ste modo podan ser ellas mismasconvertidas en "smbolos", es decir, pasar a formar parte de una estructura sintcticasuperior, siendo las propias proposiciones, esta vez, los constituyentes atmicos entrelos que se establece una proposicin de esta clase superior (metalenguajes).

    En definitiva, bien fuera al servicio exclusivo de proposiciones de experiencia

    (Wittgenstein), bien igualmente como asiento para las proposiciones metalingsticas(Frege y Russell), la empresa central de la filosofa analtica radicada en estos autoresconsista por estas fechas en conseguir que todas las expresiones pudieran tener valor deverdad, es decir, en desarrollar una teora, esquema, o modo de formalizacin que permitiera dar cuenta de todas las posibles combinaciones sintcticas en trminos decondiciones semnticas. Puestas as las cosas, la contribucin fundamental delTractatus no poda ser concebida ms que a estos efectos: la aportacin de un modo segn el cual

    todo enunciado acerca de complejos puede ser resuelto en un enunciado acerca de suscomponentes.Envuelto en este clima y en este mtodo, aunque seguro de que los caminos

    emprendidos no podran de manera alguna llegar ms lejos de hasta dnde l los haballevado, - de hecho, tras la escritura delTractatus, Wittgenstein se "exili" durante diezaos de los estudios filosficos, convencido verdaderamente de que no quedaba trabajo por hacer, ni nada ms sobre la tierra que pensar en clave filosfica-, no es tarea sencillaen lo que resta averiguar cules podran ser las razones tcnicas que le impulsasen

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    finalmente a retirarse de la ptica semntica de estudio, (es decir y como hemos visto,la relativa a las condiciones de verdad de las proposiciones), puesto que ella constituahasta entonces la base irrenunciable de la investigacin filosfica misma. Anthony

    Kenny, en el captulo sexto de su libro "Wittgenstein"12, sugiere que el abandono de lasconsideraciones semnticas, y, con ello, del papel predominante que "las condiciones deverdad" hubieron de jugar en el examen acerca del fenmeno de la significacin, sedebe a un crecimiento del dominio de la sintaxis causado por el hallazgo de valoressimblicos inesperados en los que antes haba considerado tomos semnticoselementales. En elTractatus, en efecto, las proposiciones elementales haban sidoconsideradas independientes entre s, y slo eran susceptibles de una conexin posible

    en el mbito de la proposicin mediante su articulacin conforme a reglas sintcticas.Pero ahora, en un segundo momento, Wittgenstein repara en la dificultad de hallarelementos de sentido de los que verdaderamente pueda decirse que son independientesde cualesquiera otros, como nos muestra, por ejemplo, el hecho de que "se pueda inferirde la existencia de un estado de cosas la no existencia de otro, como sucede en la proposicin "Un hombre mide dos metros de alto, de modo que no mide tres metros dealto"13 o tambin en los casos en que podra aplicarse a la realidad algo as como una

    escala, tal y como sucede incluso para la proposicin elemental que predica el "color"de un objeto, caso paradigmtico hasta entonces para la filosofa analtica de Moore yRussell de los tomos simples elementales14. A partir de estas observaciones, entonces,

    12 Anthony Kenny,Wittgenstein, Penguin Press, Middlesex, Inglaterra, 1972 (las referencias estntomadas, en cambio, de la versin castellana del libro citada en la bibliografa, pgs. 100-107)

    13 En las conversaciones que wittgenstein mantuvo con Waissman edurante los aos 1926 y 1929 (enWeissmann, Notes on talks with Wittgenstein 1965, recogido en Wittgenstein y el Crculo de Viena,Mexico, Fondo de Cultura Econmica, 1974, pgs.63-64).

    14 La nueva posicin al respecto se refleja en el siguiente texto de Wittgenstein, tambin procedente de lasconversaciones con Waismann: "Con frecuencia imaginamos que llevamos dentro de nosotros unaespecie de imagen de memoria de los colores y que esa imagen de memoria la comparamos con un colorcuando lo vemos. Imaginamos que lo que tiene lugar es una especie de comparacin. Esto no es as deltodo. Imaginemos el caso siguiente. Usted ha visto un azul determinado, digamos el azul del cielo, yaahora yo le muestro a usted varios ejemplos de azul. Usted dice `No, no, no era ese, o ese, o ese. Ese, esees No es como si usted tuviera varias teclas en su cabeza, y yo hiciera intentos hasta que consigo pulsaruna tecla determinada y entonces suena una campanilla?no es as como tiene lugar el reconocimiento delcolor? Suena en m una campanilla? Hay una especie de `click a la vista del color correcto? No! Alcontrario, yo se, ante un azul determinado, no slo que no es el color correcto, sino tambin en qudireccin debo cambiar el color para llegar al color correcto. Si usted tiene que mezclar los colores yo puedo guiarle diciendo: ms blanco, ms blanco, ahora es demasiado, un poco ms de azul, etc. eso

    significa: cada color presupone el sistema entero de color Op.cit. pgs. 87-88.

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    el que una palabra tenga el mismo significado que otra no significar que ambasdenoten un mismo objeto, sino que poseen la misma sintaxis, esto es, el mismo grado decolocacin en una escala. La sugerencia de Kenny consiste en ver esta necesaria

    ampliacin de la sintaxis y supresin de la independencia que haba sido estipulada enel Tractatus entre las proposiciones elementales, como una transicin necesaria hacia su posterior concepcin en torno a juegos del lenguaje. Para Kenny, -con sus palabras-, enese momento Wittgenstein "Al haber dejado de creer que las proposiciones elementaleseran independientes entre s cay en la cuenta de que las reglas para la combinacinveritativo-funcional de oraciones necesitaban ser suplementadas con `reglas que tengansu raz en la sintaxis interna de las oraciones15. Era el estudio de estas reglas internas, y

    de las relaciones internas entre proposiciones elementales, lo que condujo a la teora delos juegos del lenguaje que tan importante papel desempe en su ltima filosofa. Lossistemas de proposiciones que son como escalas son juegos de lenguaje en embrin"16

    Pese a que an hubiera de andarse un largo camino para que estos "embriones de juegos" llegasen a convertirse en la genuina nocin de juegos del lenguaje desarrolladaen plenitud en losCuadernos Azul y Marrn y en las Investigaciones, se habra dadoefectivamente un paso enormemente importante en esta direccin al abandonar la

    atencin sobre las condiciones de verdad o verificacin en favor de la interrogacin porel contexto sintctico al que las palabras pertenecen (un pequeo paso para Wittgensteinque habra sin embargo de alejarle un mundo del ideal de filosofa patrocinado bajo las premisas de Frege y Russell.)

    Entre las motivaciones o instrumentos heredados de los tiempos delTractatus yde la poca en que mantuvo una comunidad de propsitos con Frege y Russell, an podramos encontrar un segundo resorte para que el esquema basado en condiciones de

    verdad de las proposiciones pudiera ser trastocado en pos de uno nuevo apuntaladosobre las condiciones del "uso" de los enunciados. Este segundo incentivo pudo crecerde la siguiente manera en su mente, -conjeturalmente hablando-: aunque Wittgenstein sehubiera negado a postular en elTractatus referencia semntica alguna a las proposiciones en cuanto tales, esto no significaba en modo alguno que hubiera sido puesto en cuestin el esquema verificacionista en el que tanto proposiciones comonombres habran de inscribirse siempre y cuando ello fuera posible. La lgica del

    15 Op. Cit, pg. 80.

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    "mostrar" constitua, por tanto, tan solo un salvavidas al que agarrarse una vezenredados en una situacin de por s comprometida, pero en modo alguno podaconsiderarse como una solucin definitiva a los problemas comunes al movimiento

    analtico. El objetivo comn tanto de Frege, como de Russell y Wittgenstein, tal y comoles hemos presentado aqu, habra consistido en descubrir la manera en que las proposiciones, como, por ejemplo, puede ser la de hay una mosca en mi sopa,efectivamente indiquen, seales o muestren que hay una mosca en mi sopa. Lo quesucede aqu es que si queremos que la proposicin sea verificable, (esto es, que puedaser verdadera o falsa), y para ello escudriamos atentamente en los mtodos de proyeccin, slo conseguiremos verificar la mesa, la sopa, la mosca y quiz el

    camarero, la cuchara y algunas cosas ms, pero en ningn momento el estado de cosasen cuanto tal expresado por la proposicin "hay una mosca en mi sopa". De resultas delo cual, cabe preguntarse...efectivamente queremos que la proposicin sea verdadera ofalsa? de veras queremos que sea verificable en los mismos trminos en que entiendenesta operacin los filsofos en sus academias?. En honor a la verdad, lo quenormalmentequeremos es propiamenteindicar el hecho de que efectivamente hay unamosca en mi sopa, y que el camarero pueda reconocerlo y asentir a ello tambin, de

    manera que se vea constreido, p.e., a aceptar mi peticin del libro de reclamaciones odel insecticida o del nmero de la protectora de animales. Mas, para estos fines, no esmejor y ms sencillo mtodo precisamente el que consiste en algo tan natural comonicamente "usar" la expresin "hay una mosca en mis sopa?. Slo reemplazando lateora de las condiciones de verdad por una teora del uso, deja de ser problemtica lareferencia a estados de cosas del mundo. Pues slo desde el momento en que, como unrequisito indispensable a rellenar para cumplir una formalidad terica, pedimos algo tan

    extrao y oscuro como una "referencia" -lo cual, en rigor, ni es necesario, ni podrasernos en algn modo concedido-, es cuando aparecen los problemas y se agotan las posibilidades del anlisis filosfico-lingstico.

    Uno de los rasgos esenciales a la nueva filosofa de Wittgenstein, es, precisamente, su crtica a esta tendencia a postular entes o cualidades como origen delas experiencias posibles, como si stas tuvieran siempre que inscribirse en unasituacin de estructura "causal". Una concepcin basada en "condiciones de verdad" -

    16 Op.cit. pg.106.

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    como puede ser la delTractatus o la filosofa analtica anterior a Wittgenstein, perotambin la que sirve de paradigma a las ciencias naturales- convierte en un problemasemntico-referencial lo que, en realidad, tan slo podra ser, -en caso de ser

    efectivamente algo problemtico, lo cual es ya dudoso- un problema epistemolgico. Esdecir, preguntamos "qu es lo que hace que...?" o "cul es la causa de...?" en lugar de preguntarnos "cmo sabemos que...?" En un texto escrito por Wittgenstein algunosaos antes de las Investigacionesy tituladoCausa y efecto: aprehensin intuituiva17, esexpresada la censura por parte de Wittgenstein hacia la frecuente asimilacin de losfenmenos lingsticos a los fenmenos naturales, y Wittgenstein insiste repetidamenteen que hay casos en los que se quiere aplicar el principio de induccin, es decir, postular

    una causa, incluso en situaciones ante las que, o bien no existe regularidad reconociblesobre la que establecer inferencia alguna, o bien ni siquiera es necesaria, pues existenotro tipo de reglas que proporcionan a la situacin legalidad suficiente como para queno haya que recurrir a una entidad que pretenda ser legitimadora, como lo es la nocinde "causa". En el texto citado, Wittgenstein ilustra cmo este esquema estnecesariamente presupuesto en el mtodo cientfico, pero seala que, puesto que inclusoel cientfico podra, en teora, prescindir de l (lo que no sucede es que lo haga nunca,

    puesto que no le conviene, en tanto que tal esquema ha sido, hasta el momento, til a laciencia, -o, por lo menos, esta es la opinin ms comn18), lo que no tiene sentido es

    17 Estos escritos fueron recuperados entre el legado pstumo de Wittgenstein por Rush Rhees y editadosen 1976 con este ttulo, aunque realmente fueron escritos entre finales de septiembre y finales de octubrede 1937. La versin espaola ha sido recientemente realizada por Angel Garca Rodrguez, en larecopilacin de escritos de Wittgenstein publicados pstumamente tituladaOcasiones Filosficas,Madrid, Ctedra, D.L Teorema Serie Mayor, 1997.

    18 26.9.37.: "Piensa en dos gneros diferentes de plantas, A y B, de las cuales se obtienen semillas; las

    semillas de ambos gneros parecen

    iguales e incluso despus de la ms escrupulosa investigacin no podemos establecer diferencia alguna entre ellas. Pero de las semillas de una planta-A salen ms plantas-A, de las semillas de una planta-B, plantas-B. Podemos predecir qu planta resultar de tal grano desemilla, si sabemos de qu planta procede. -Ahora bien, hemos de contentarnos con esto o debemosdecir: "Tiene que haber una diferencia en las semillas mismas, pues de lo contrario no podran producir`plantas diferentes; sus antecedentes por s solos no pueden ser la causa de sus desarrollos posteriores, amenos que los antecedentes hayan dejado huella en las semillas mismas". Y si no encontramos ningunadiferencia en las semillas? Y el hecho es: no hemos predicho el desarrollo a partir de las peculiaridades dela semilla, sino de sus antecedentes. Si digo: stos no pueden ser la causa del desarrollo, esto no significaentonces que no pueda predecir el desarrollo a partir de los antecedentes, pues esto es lo que hago, sinoque significa ms bien que no llamamos a esto una `conexin causal, que justamente aqu no predecimosel efecto a partir de la causa. Y la protesta: "tiene que haber una diferencia en las semillas, incluso si no laencontramos", no cambia para nada los hechos; expresa cun poderoso es en nosotros el impulso de verlo

    todo bajo el esquema de causa y efecto". Cuando la gente habla de grafologa, fisiognoma y cosassemejantes, se oye constantemente la oracin: "naturalmente, el carcter debe expresarse de alguna

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    que lo empleemos tambin en situaciones que carezcan de esta dimensin cientfica,cuando ni la comprensin ni el contexto de suyo lo reclamen, e, incluso, donde puedecrear ms problemas de los que soluciona.

    En estos escritos anteriores a las Investigaciones , Wittgenstein denomina a estaforma de comprensin liberada de la postulacin de causas y de la consideracinsemntica de las condiciones de verdad, mediante el quiz en exceso nebuloso ycargado de connotaciones impropias nombre de "intuicin" o "aprehensin intuitiva"19,y que incluso podra resultar peligroso para los fines wittgensteinianos, por cuanto quela "intuicin" podra ser confundida con una captacin cognoscitiva privilegiada almodo de la intuicin clara y distinta cartesiana o al de las intuiciones fenomenolgicas,

    experiencias singulares que pretenden ser susceptibles de "etiquetado y conserva" paraulterior utilizacin en sistemas axiomticos o teoremas. Esta no es en absoluto laintencin de Wittgenstein, pero tampoco se resigna a interpretar todas las experiencias bajo el patrn de la causalidad, por lo que en cierto momento escribe: "Por qu sellama a lo que reconocemos inmediatamente del mismo modo que aquello que nosensea la coincidencia de experiencias repetidas? Hasta qu punto es lo mismo? (Loque fluye de una fuente de conocimiento distinta es otra fuente de conocimiento)"; y

    tambin: "Se puede reconocer la existencia de un mecanismo de dos maneras: en primerlugar, vindolo; en segundo lugar, viendo sus efectos". No podramos decir: elenunciado "aqu existe un mecanismo de tal y tal gnero" se usa de dos maneras: A) sise puede ver tal mecanismo; b) si se reconocen efectos como los que un mecanismo podra producir"20. Wittgenstein considera un grave error nuestra tendencia a clasificaro medir nuestras experiencias conforme a los parmetros de la ciencia natural. En sulenguaje, (tendremos oportunidad de volver a ello ms adelante) por "intuicin" no hay

    que entender nunca aprehensin de un "ente" ideal o mental, sino que con estaexpresin se hace alusin a un cierto juego lingstico para el cual o bien no son

    manera en la escritura -o en el rostro, etc". Debe, es decir: queremos aplicar esta concepcin sean cualessean las circunstancias, Op. Cit, pgs. 370-371.

    19Wittgenstein comienza su escrito atribuyendo a Russell la idea y el tecnicismo de que "antes de que sereconozca algo como causa por la repeticin de una experiencia, ha de reconocerse algo como causa porintuicin", que l mismo pretende comentar y desarrollar. El editor de la edicin espaola (op.cit),sugiere que Wittgenstein podra querer referirse la artculo de Russell "The Limits of Empiricism", publicado en Proceedings of the Aristotelian Society, 1935/36, pero en ste realmente nunca utiliza eltrmino "intuicin", sino ms bien otros como son "percibir" o "ver" (percepcin o visin).

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    relevantes o bien no conocemos las conexiones causales determinadas que nos hanllevado a adquirirlo. "Veo algo rojo" o "tengo dolor", son enunciados para cuyaadecuada comprensin no es necesario remontarse hasta algn tipo de causa, y de

    concederse que en la mayora de los casos nuestra identificacin lingstica es de esteorden, podramos claramente abstenernos de postular causas a su base (conscientes oinconscientes), puesto que aunque ellas acten hipotticamente de algn modo (p.e.,neurofisiolgicamente) sobre nuestra conducta, mientras no transgredan su mbito dedefinicin, jams podremos incluirlas como pertenecientes a nuestro lenguaje. Tenemosla tendencia a camuflar nuestra ignorancia, dice Wittgenstein, tratando de postularcausas all donde ni siquiera son precisas. En continuidad con ello, dice Wittgenstein "se

    podra pensar en un uso del lenguaje en el que no se dijese: `se desconoce quin hizoesto, sino `El Sr. Desconocido ha hecho esto, para no tener que decir que no se sabealgo"21. Ms adelante (en elCuaderno Azul , como veremos) comenzar a concretar enmayor medida su posicin al respecto, calificando a la comprensin o utilizacin de untrmino o grupo significante que se produce sin induccin, o de manera inmediata,como aquella que tiene lugar "segn criterios".

    La nocin wittgensteiniana de "criterio" ha sido polmica entre los intrpretes deWittgenstein,22 lo cual no carece de importancia, pues esta nocin constituye elinstrumento conceptual bsico de su ltima filosofa. Como ya hemos apuntado, lanaturaleza del "criterio" no se evidencia preguntando "cul es la causa?" o "qu es loque hace que...?", sino mediante la interrogacin "cmo sabes que tal y cual es elcaso?"; es, por tanto, algn tipo de fundamento o evidencia lo que se busca con ella: unfundamento o justificacin que de cuenta del uso de expresiones o de la comprensin

    20 Ludwig Wittgenstein, Causa y efecto:aprehensin intuitiva, enOcasiones Filosficas, pg. 376.

    21 Op. cit., pg.379.

    22 La polmica fue desatada fundamentalmente por Roger Albritton quien, en su artculo titulado "OnWittgensteins Use of the Term `Criterion ( enWittgenstein. The Philosophical Investigations, Pitcher(ed.), Londres, MzMillan, 1966), defenda una posible discordancia entre las acepciones usadas porWittgenstein respecto a la nocin de "criterio". Contra esta sugerencia, o con el objeto de resolver estas posibles discordancias, surgieron posteriormente los artculos de Wellman,,"Wttgensteins Conception ofa Criterion", enWittgenstein and the Problem of Other Minds, Morick (ed.), Nueva York, Mc Graw-Hill,1967) y Kenny, ("Criterion", enThe Encyclopedia of Philosophy, P.Edwards (ed.), Londres, McMillan,1968. Vol.", pp.258-261) entre otros, adems de algunas argumentaciones de Hacker en su libro Insight

    and Illusion, Oxford: Clarendon 1972o de Shoemaker (Self-Knowledge and Self-Identity, Ithaca, NuevaYork; Cornell University Press, 1963).

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    del uso de expresiones. La controversia entre los intrpretes comienza a la hora dedelimitar qu tipo de fundamento es el estipulado cuando se tiene lo que Wittgensteincataloga como "un criterio". Aunque Wittgenstein haya criticado la postulacin de

    "causas" o "cualidades" tras los fenmenos o experiencias que observamos conregularidad, la nocin de "criterio" no tiene por qu limitarse a la simple observacin einduccin de las regularidades. Existe entre los fenmenos que identificamos comoregulares o entre los usos habituales de las expresiones lingsticas, -dir Wittgenstein-,un tipo de relacin ms vinculante que la puramente inductiva, y es la estipulada en el"significado" de las expresiones. Atendiendo a ello, en el pargrafo 354 de las Investigaciones, as como en algn lugar delCuaderno Azul 23, Wittgenstein distingue

    entre "criterios" y "sntomas". "Sntomas" son, primeramente, aquellos signos queconocemos exclusivamente como fruto de la regularidad de la naturaleza, pero que noconstituyen parte alguna del significado; los "criterios", en cambio, son de incumbenciade aquellas reglas que determinan el significado de las expresiones, es decir, aquellosndices por los que reconocemos cundo debe ser empleado un determinado trmino, oen qu sentido debe ser interpretado. En consecuencia, el criterio contribuye a la"gramtica" de una expresin, en tanto que los sntomas, -siendo de por s mudos,

    puramente factuales, hasta que son puestos en relacin por un criterio-, conforman tanslo el contenido sinttico del criterio. Precisamente en elCuaderno Azul Wittgensteinejemplifica esto de la siguiente manera: "Introduzcamos dos trminos antitticos paraevitar ciertas confusiones elementales: a la pregunta: `cmo sabe usted que sucede tal ytal cosa?, contestamos unas veces dando `criterios y otras dando `sntomas. Si laciencia mdica llama angina a una inflamacin causada por un bacilo particular y preguntamos en un caso concreto `porqu dice usted que este hombre tiene angina?, la

    contestacin `he encontrado el bacilo tal y tal en su sangre nos proporciona el criterio,o lo que podemos llamar el criterio definidor de la angina. Por el contrario, si larespuesta fuese `tiene la garganta inflamada, puede darnos un sntoma de la angina.Llamo `sntoma a un fenmeno que la experiencia nos ha enseado que coincide, de unmodo o de otro, con el fenmeno que es nuestro criterio definidor. Entonces decir `Unhombre tiene angina si se encuentra en l este bacilo es una tautologa o es un modo

    23 Wittgenstein,The Blue and Brown Books (cito por la edicin castellana, Los Cuadernos Azul y Marrn,

    Tecnos, 3 ed. 1998, pg. 53).

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    descuidado de establecer la definicin de `angina. Pero decir `Un hombre tiene anginasiempre que tiene la garganta inflamada es hacer una hiptesis.24

    La mencin en este texto a la tautologicidad de la relacin segn criterios hizo

    que algunos de los exgetas tomaran la relacin aqu descrita como una relacin lgicao incluso deductiva, en trminos de una condicin necesaria y suficiente. En las Investigaciones, en cambio, existen textos bastantes para mostrarnos que sta no es laidea de Wittgenstein, ya que numerosas veces Wittgenstein se refiere ms bien a otrotipo de justificacin (la cual, como dice A. Garca Surez25, "es ms dbil que larelacin existente entre las premisas y la conclusin de un argumento vlido, pero msfuerte que la relacin existente entre dos fenmenos asociados por experiencia"). La

    relacin "conceptual" que propone Wittgenstein admite la posibilidad de la existenciade diferentes criterios para un mismo estado de cosas (como sucede en el caso de lalectura, PhU 164, o, tambin, en el de la identidad de una persona, PhU, 404), parael cual, en caso de entrar en conflicto los pretendientes a criterio (como sugiereKenny26), no todos resultarn a la par ser decisivos. Pese a las complicaciones queaquejan a la propuesta interpretativa de Kenny (y que sern analizadas ms tarde), engeneral parece plausible el hecho de que, en el contexto de las Investigaciones, los

    criterios y aquello de lo que son criterios gocen ambos de cierta independencia mutua,es decir, que sea posible que en ocasiones puedan ser encontrados a otros efectos -pordecirlo en la terminologa de Wittgenstein-, como partcipes en iguales condiciones deotros "juegos" distintos.

    No siempre, de todas formas, la frontera entre criterios y sntomas es clara27 ydesde luego, nunca definitiva. Esto, a veces, constituye un malentendido queWittgenstein trata de subsanar, pero que no siempre es de fcil de resolver: en algunas

    24 Ibidem.

    25 Alfonso Garca Surez, La lgica de la Experiencia. Wittgenstein y el Problema del Lenguaje Privado.Tecnos, Madrid, 1976, p.161.

    26 Anthony Kenny, Criterion.

    27 En el 354 de las Investigaciones escribe Wittgenstein: la fluctuacin en la gramtica entre criterios ysntomas hace que se produzca la apariencia de que slo hay en suma sntomas. Decimos, por ejemplo: `laexperiencia ensea que llueve cuando baja el barmetro, pero tambin ensea que llueve cuando tenemosdeterminadas sensaciones de humedad y fro, o tal y cual impresin visual. A favor de esto se da como

    argumento el que esas impresiones sensoriales pueden engaarnos. Pero no se tiene en cuanta el hecho deque precisamente nos produzcan la falsa apariencia de lluvia se basa en una definicin.

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    ocasiones, en efecto, verdaderamente no es posible diferenciar cul es el criteriodefinidor y cul el sntoma, ms que arbitrando una decisinad hoc carente de mayorfundamento, tal y como se expresa enel Cuaderno Azul 28. E incluso, con el paso del

    tiempo o el cambio de circunstancias, es posible que los sntomas acaben convirtindoseen criterios o viceversa (PhU, 79). Un situacin tal, de todas maneras, no puedellevarnos a la conclusin de que todo son sntomas, pues para que exista significadosiempre ha de haber detrs algn criterio. Todo ello (la necesidad del criterio ms laimposibilidad de eludir esta posible vacilacin e incluso indeterminacin que enocasiones tiene lugar en este trance), ser fundamental para la investigacin que nos proponemos llevar a cabo en los siguientes captulos, por lo que, por el momento,

    dejaremos el problema aqu slo planteado de modo preliminar en vista de una ulteriordiscusin detallada.

    El abandono, por tanto, del diseo basado en condiciones de verdad, es el que endefinitiva lleva a Wittgenstein al punto de vista alternativo acerca de las condiciones de"uso", es decir, a aquella consideracin que se pregunta nicamente por los criterios yya no por los referentes o las causas de nuestras expresiones. Inmediatamente, con esta

    transformacin habrn de aparecer como resultantes suyas dos nuevos instrumentos deanlisis del fenmeno lingstico cabalmente ms apropiados que los antiguos a losfines de esta nueva perspectiva. Aunque son de sobra conocidos, aqu haremos -aunqueslo sea someramente- una presentacin de ellos: en primer lugar, el juego lingstico,tecnicismo alternativo por derecho propio al de "la proposicin" o "el argumento"antiguos, en tanto que es lo que funciona de marco para el anlisis preciso delsignificado de una expresin, o, incluso, para que esta pueda tener meramente sentido

    (e.d., de igual modo que en la filosofa delTractatus un nombre no tena sentido si no perteneca a una proposicin, en la filosofa posterior de las Investigaciones unaexpresin lingstica tampoco puede eventualmente decirse que lo tiene a menos que pertenezca, y est dirigido, a una disposicin llamada "juego lingstico"). En segundolugar, encontramos la nocin de "parecido de familia", que vendra en este caso asustituir la nocin de "concepto" en funciones de "universal lingstico". Si lasexpresiones han perdido en la nueva filosofa de Wittgenstein todo prrito semntico,

    28 Los Cuadernos Azul y Marrn, pg. 53.

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    no habr instancia terica alguna que utilizar como reemplazo, (tal y como sucedihasta que Wittgenstein diera el primer impulso a esta nueva concepcin en las teorasdel significado), sino que en cada ocasin particular sern el uso y el contexto los que

    determinen la valencia significativa de cada expresin. Como contrapartida a esto, podra alegarse efectivamente que s que contamos con unas monedas de cambio,llamadas palabras, que se usan regularmente en situaciones iguales o parecidas. Porsupuesto, Wittgenstein no puede ni quiere negar esto; sin embargo, a lo que s se negares a la consecuencia ilegitima inferida de esto, de que el uso de expresiones igualesimplique la existencia de un contenido semntico comn a todas ellas. Lo que se daentre ellas, -dir Wittgenstain-, es tan slo un parecido de familia.

    Esta nocin de "parecido de familia" se desarrolla por primera vez en elCuaderno Azul y se asume por completo ya en las Investigaciones. Su acuacin partede la constatacin de que la entidades que subsumimos bajo un trmino general notienen porqu tener algo necesariamente en comn, cuando tan solo "forman una familiacuyos miembros tienen aires de familia. Algunos de ellos tienen la misma nariz; otroslas mismas cejas, y unos terceros, el mismo modo de andar; y estas semejanzas sesuperponen. La idea de que un concepto general es una propiedad comn de sus casos

    particulares est conectada con otras ideas primitivas y demasiado simples, de laestructura del lenguaje"29

    El trmino "parecido de familia", por tanto (es importante subrayarlo), con todolo que tiene de revolucionario de la comprensin tradicional de la naturaleza de losconceptos, no puede entenderse una vez ms como portador de una nocin ms laxa pero al fin y al cabo, homloga a la de los universales lingsticos, pues, si el plano degeneralidad de que estos gozaban en las concepciones analticas anteriores era

    puramente inductivo (cuando no atribuido a un orden eidtico substancial de raigambre platnica), en la concepcin de Wittgenstein el vnculo que une a las palabras deidntico significante no slo es inductivo, sino tambin y sobre todo normativo, encuanto que est estipulado por la reglas de uso de la palabra en un determinadocontexto, (sociedad, forma de vida....).

    Precisamente, la procedencia de esta normatividad es una de las cuestiones msdifciles de resolver dentro de la filosofa de las Investigacionesy a su dilucidacin es a

    29 Los Cuadernos Azul y Marrn, pg.45.

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    lo que intentaremos dedicar los siguientes captulos. Pues el viraje de nuestra atencindesde lo que son las condiciones de verdad a las de aseverabilidad no conviertenecesariamente a la filosofa -como, por otra parte, tantas veces Wittgenstein afirma- en

    una tarea puramente descriptiva de las regularidades, sino que, si adems quiere poderlegitimarse para denunciar cundo un uso es adecuado a la gramtica de un vocablo y asu situacin y cundo no, debe poder dar cuenta de cul es el tipo de legalidad oconvenio que asume, y cmo stos podran surgir en forma de reglas desde lasdiferentes formas de vida. Estas cuestiones son las que trataremos de abordar acontinuacin.

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    CAPITULO 2:

    LA DEFENSA DEL LENGUAJE AD HOC.

    Pues donde faltan los conceptos,

    siempre se encuentra una palabra a tiempo

    Goethe, Fausto.

    En un primer momento, y hasta dos dcadas despus de la publicacin de las Investigaciones Filosficas, los temas que haban acaparado el inters de la mayora delos crticos y comentaristas fueron los de la crtica del atomismo lgico, el examen delas nociones de juego de lenguaje y de parecido de familia, y la indagacin acerca de la peculiar aportacin wittgensteiniana a la definicin de la naturaleza de la filosofa. Perosobre todos ellos, destaca el tema que ms bibliografa gener durante aquellos aos: el

    de la crtica del lenguaje privado, tema que haba sido difusamente pergeado en obrasy lecciones anteriores de Wittgenstein, pero nunca estructurado de una forma tancompleta e incisiva como se presenta en las Investigaciones, dilatndose a lo largo deuna extensa seccin de la obra que ocupa los pargrafos que van del 243 al 363. A partirde 1975, no obstante, el foco de atencin se vio desplazado hacia las secciones que preceden a esta argumentacin (PhU, I 138-242), dedicadas al problema delatenimiento a reglas, y que desde entonces son mayoritariamente consideradas como elncleo de toda la obra, all donde se expresa la concepcin ms innovadora de la nuevafilosofa de Wittgenstein y la ms capaz de dotar de un sentido rector a todo el resto dela exposicin.

    Podra decirse que desde que M. Dummet en el ao 195930 propusiera unanovedosa aunque polmica interpretacin sobre el nudo crucial de esta seccin de las Investigaciones, se puso en marcha un intenso debate que no slo atrajo la atencin de

    30 Michael Dummet, Wittgenstein s Philosophy of Mathematics, Philosophical Revew, vol.68 (1959)

    pgs.324-248.

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    los expertos o de los ms escrupulosos exgetas de la obra de Wittgenstein, sino queimplic igualmente a todos aquellos que pudieran estar interesados en colegir lasconsecuencias que, en un pensamiento tan sugerente como lo era entonces el de

    Wittgenstein, podan estar implicadas con respecto a temas aparentemente tan disparescomo son la fundamentacin de la matemtica o de las ciencias sociales. Lo quesucedi fue que Dummet haba puesto en relacin las secciones dedicadas alseguimiento de reglas con algunos pasajes de otra de las obras publicadas pstumamente por los albaceas literarios de Wittgenstein, -lasObservaciones sobre los Fundamentos de la Matemtica-, con objeto de resolver la cuestin de la posibleconvencionalidad de las reglas de la matemtica que haba permanecido como uno de

    los asuntos pendientes de la filosofa del Crculo de Viena. En efecto: conforme a loscontenidos delTractatus que el grupo positivista asume como propios, como ya hemoscomentado anteriormente, las proposiciones analticas de la lgica y de la matemticahaban sido calificadas como sin-sentidos, por lo que, si los neo-positivistas queranseguir defendiendo la posibilidad de su ideal epistmico, deban apresurarse paraencontrar un modo de conciliar su empirismo radical con el reconocimiento de lanecesidad lgica y matemtica. Para ello, Ayer y Carnap propusieron convertir las

    proposiciones analticas de la lgica y de la matemtica en vlidas por convencin,creyendo salvar as la trampa pertrechada por Wittgenstein en elTractatus en la quecaera todo el que pretendiera hablar de las normasde la lgica, ode el lenguaje, y estomediante un ingenioso artificio: postular verdades necesarias teniendo en cuenta lasreglas de uso del lenguaje, pero sin que esto signifique que se las identifique con lasreglasde este uso, que en realidad , no se adscribe a ningn tipo de ley necesaria, pueses slo emprico y contingente. De forma ms clara lo expresa el mismo Ayer con un

    ejemplo: Es un hecho contingente y emprico que la palabra anterior se usa ennuestro idioma para significar anterior, y es una regla de lenguaje arbitraria, aunqueconveniente, que las palabras que designan relaciones temporales se usentransitivamente; pero dada esta regla, la proposicin que dice que, si A es anterior a B yB es anterior a C, A es anterior a C, se torna una verdad necesaria. Una solucinsimilar fue postulada por Russell ya en el mismo prlogo delTractatus (en razn delcual, como es sabido, Wittgenstein acus a Russell acremente de no haber entendidonada de lo que se planteaba en la obra) para superar el abismo ente el decir y el

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    mostrar del que all hablaba Wittgenstein mediante la postulacin de una jerarqua delenguajes artificiales potencialmente infinita: los conocidos metalenguajes.Wittgenstein (como, de igual modo, ms tarde observar tambin Quine31), no obstante,

    opuso serias objeciones a este tipo de procedimientos con el argumento de que, puestoque el conjunto de las leyes de la lgica o de la matemtica o de los metalenguajes esinfinito, y slo un nmero finito de reglas podra haber sido estipulado directamente porconvencin, esto significara de hecho que el conjunto restante de los enunciadoslgicos o matemticos deban ser las consecuencias derivadas de las convenciones primitivas. Pero si esto fuera as...Cules seran las reglas que rigen tal derivacin deun enunciado hasta sus consecuencias? No habran de ser ellas mismas, tambin,

    lgicas? 32 De modo que, en palabras de Putnam,33 tendramos el absurdo resultado quese formula bajo la forma: logic is true by conventions plus logic (la lgica esverdadera por convencin ms lgica).

    A la vista de esta serie de problemas, Dummet en su artculo atribuye aWittgenstein una cierta solucin del dilema por medio de una eficaz huida haciaadelante (as son, por cierto y en general, tratados en las Investigaciones todos los problemas incoados por elTractatus): estipulando un modo segn el cul siempre y

    todas las reglas de la lgica y de la matemtica (incluso las que regulan cada uno delos pequeos casos intermedios) pudieran tener cierto carcter convencional, aunque esos, al precio de no poder conocer de antemano la regla que en cada caso est siendousada, sino siempre de modo posterior a su aplicacin. Dummet entendi este procedimiento -que enseguida trataremos de explicar- meramente como un artificio quetrataba de solucionarad hoc el dilema especfico citado de importancia exclusiva slo para la fundamentacin de la matemtica y de la lgica, pero, pensamos nosotros,

    acometindolo de una forma tal, que se olvida en su exposicin, de todo aquello pertinente a lo que se refiere a las conexiones que el argumento tiene con el resto de laobra y con el resto de nociones con las que, conjuntamente, puede llegar a cobrar un

    31 W.V. Quine, Two Dogmas of Empiricism, Philosophical Revew 60, 1951. Pgs. 20-43.

    32 Se trata de nuevo del viejo problema delTractatus: no se puede ver con el ojo que ves, o lo que es lomismo, no se pueden deducir las leyes lgicas mediante las propias leyes lgicas.

    33 Hilary Putnam, Realism and Reason: Philosophical Papers, vol 3. Cambridge University Press., 1983.

    Cap 7. Pg. 117

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    sentido ms pleno y aceptable. Sensible a esta disonancia, Dummet opone contraWittgenstein que se trata de un convencionalismo radical difcil de tragar34, puestoque, si en rigor no existe ninguna necesidad legal que empuje al hablante a ceirse a una

    regla u otra, no se ve claro de dnde puede proceder una compulsin tan tpicamentenuestra, partcipe de una extraa tendencia a extraer normas tan slidas y ordenadascomo las de la lgica o la matemtica nicamente desde la ms pura arbitrariedad.Evidentemente, la propuesta levant el revuelo previsible entre los defensores deWittgenstein, que rechazaron tajantemente la propuesta de Dummet a favor de unacierta lectura de estas decisivas secciones en la lnea de lo que vino a denominarsenaturalismo. (De la interpretacin naturalista nos ocuparemos detenidamente en el

    prximo captulo, pero antes querramos exponer la propuesta de Wittgenstein yDummet, esta vez bajo unos cnones que nos parecen ms correctos: los diseados y publicados en torno a este tema por el americano Saul Kripke en el ao 198135, donde serecoge la sugerencia de Dummet pero insertndola -a nuestro parecer, debidamente- enel interior de la argumentacin global wittgensteiniana, dado que en realidad se trata deuna lectura bastante ceida al propio texto de Wittgenstein, -aunque, si se quiere, msexplcita.)

    Wittgenstein: reglas y lenguaje privado, la obra de Kripke por medio de la cual podremos admitir la sugerencia de Dummet como nuestra, trata de mostrar cmo la particular manera de concebir el seguimiento de reglas en la ltima obra de Wittgensteinimplica ya de suyo la crtica a los lenguajes privados desarrollada inmediatamentedespus. El inters que pueda tener anticipar de este modo la crtica a los lenguajes privados, (que, como antes dijimos haba centrado el inters de la mayora de los

    crticos durante ms de dos dcadas), reside en que, por una parte, nos permiteinterpretar las Investigaciones como un todo unitario y no desgajado en crticas orazonamientos independientes como haba sido realizado hasta entonces, de modo queesto comporte interesantes consecuencias para lo que entendamos propiamente por

    34 Esta es la traduccin que A. Garca Surez propone ( Modos de Significar , Tecnos , Madird 1997, pg.237) a la expresion full-blooded conventionalism que es la utilizada por Dummet, op.cit. pg. 329.

    35 Saul Kripke,Wittgenstein on Rules and Private Language. An Elementary Exposition. Basil

    Blackwell Publisher Limited, 1982. A partir de aqu citar segn la paginacin de la versin castellana deeste escrito:Wittgenstein: Reglas y Lenguaje Privado. Universidad Autnoma de Mexico, 1989.

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    uso, como veremos ms adelante36. Por otra, nos permite tambin, de este modo,interpretar desde un enfoque nico las conclusiones aportadas por Wittgenstein conrespecto a los dos mbitos de problemas que ocuparon fundamentalmente la

    investigacin de toda su vida: los concernientes a la filosofa del lenguaje por un lado, ylos relacionados con la filosofa de las matemticas por otro. El convencionalismoradical, -como haba sido llamado por Dummet-, podra alumbrar as, bajo esta nuevacara presentada por Kripke, todo el pensamiento de Wittgenstein y no slo un aspecto particular del mismo, como hasta entonces se haba entendido. Intentaremos vertambin, con esta exposicin, cmo este tratamiento ha sido tambin clave para que a partir de los aos 80 se comenzara a acudir a Wittgenstein en bsqueda de

    planteamientos que pudieran ser integrados a las ciencias sociales e incluso utilizados para aportar argumentos refinados lgicamente al sin duda hoy vigente debate en tornoa la inconmesurabilidad de los paradigmas culturales. Vemoslo, pues.

    La secciones pertenecientes a las Investigaciones que suelen considerarsenormalmente como aquellas consagradas a tratar la posibilidad del acto de seguir unaregla son, si somos estrictos, las que van desde el pargrafo 198 al 242 de la primera

    parte. Mas, no obstante, para una consideracin ms profunda de todo lo que en estacuestin est implicado son importantes tambin para el tema las secciones 85 a 91, 138a 155 y 179 a 197 respectivamente, por cuanto que anticipan el tema y evalan ademsla posible faceta introspectiva de un fenmeno tan polmico como lo es el de lacomprensin. (Asimismo, como veremos, se ven involucrados tambin a nuestro juicio en esta importante clarificacin aquellos pargrafos destinados a ejemplificar loexpuesto mediante el examen de un caso particular de atenimiento a reglas, como lo es

    el del fenmeno de la lectura e los 156-178). Anlogamente, los pargrafos clave delas Observaciones sobre los Fundamentos de la Matemtica, son, pertenecientes a la primera parte, los nmeros 2, 8-10, 35-40, 119-126, 162, y, de la tercera, los 48-49.(Existen tambin muchos pasajes de losCuadernos Azul y Marrn donde se haceexplcito el mismo problema aqu aludido, pero aqu sern obviados por lo que juzgamos su estrecho paralelismo con las secciones correspondientes de las Investigaciones).

    36 Cf. Infra Pgs. 81-82 de este trabajo.

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    La clave para la comprensin de este asunto reside en lo que Kripke llama laparadoja escptica de las Investigaciones, planteada por Wittgenstein en la seccin201: Nuestra paradoja era esta: una regla no poda determinar ningn curso de accin

    porque todo curso de accin puede hacerse concordar con la regla. La respuesta era: Sitodo puede hacerse concordar con la regla, entonces tambin puede hacerse discordar.De donde no habra ni concordancia ni desacuerdo. La finalidad de la supuesta paradoja consiste en hacer ver la diferencia entre la interpretacin de una regla y la reglamisma, y por esta causa, como hasta ahora decamos, es fundamental comprender lacrtica a la filosofa representacionalista para captar este nuevo modo de ver que en estassecciones nos es propuesto. Muchas veces se incurre en el error en tomar lo que es slo

    una interpretacin por la regla misma, y lo que quiere demostrar Wittgenstein (y Kripkea partir suyo) es que cuando as lo hacemos nos encontramos con que la interpretacinadolece de la capacidad de hacer ver que su expresin (su algoritmo, su esquema) sea loque efectivamente es o haba sido seguido como pauta por alguien en una determinada prctica, uso del lenguaje o cualquier otra operacin que recayese bajo reglas. Peroveamos todo esto ms detenidamente:

    En los pargrafos 85-88 y a partir del 138 de las Investigaciones , Wittgensteinconstata que, para cada formulacin de una regla, son siempre muy numerosas lasinterpretaciones que podran ser dadas de ella; nunca hay un nico modo de interpretaruna regla, y como el nico modo de explicar por qu adoptamos una interpretacin de laregla en vez de otra es aducir una nueva regla de interpretacin, esta segunda podra asu vez ser interpretada de diversas maneras, y as indefinidamente. La conclusin no puede ser otra que, en algn momento de esta cadena ilimitada de interpretaciones, cada

    uno de nosotros ha cesado de persistir en el proceso de fundamentacin y aplica la reglaa ciegas (PhU, 219), esto es, sin interpretacin. De aqu podramos aplicar unsencillo modus tollens: si la regla se aplica sin interpretacin, entonces no es lainterpretacin de la regla la que gua la aplicacin de la regla a situaciones concretas.Qu otra cosa podra guiarlas entonces? Cmo puede una regla ser convertida enmotivo de mi accin, si no es en tanto que yo la concibo de alguna manera y entiendoque significa regirse de una nica y determinada manera, que me indica la propia regla?Tengo razones para seguir las reglas que sigo o me limito a seguirlas irreflexivamente?

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    Este razonamiento, de todas formas, est configurado, por as decirlo, desde elfinal, o sea, desde el conocimiento del desenlace de la argumentacin wittgensteiniana.Para que podamos entender mejor cmo se llega hasta ella, Kripke nos presenta en su

    escrito a un inigualable chinche escptico que podra someternos a un largo martirio(desde la pg. 17 hasta la 65 de su libro!) en el caso de que intentramos defender lainterpretacin ms acorde al sentido comn. La estrategia que el escptico sigue es lasiguiente: habindoseme planteado realizar la operacin 65 + 57, contesto sin titubear :122. El escptico me mira extraado y me pregunta por la razn de mi seguridad en elclculo, ante lo cual yo le contesto que de sobra me es familiar la operacin simbolizada por el signo + (ms ) y conocida con el nombre de adicin, y la cual he aplicado

    cientos de veces. No contento con ello, el escptico me dice que, en realidad, yo estoymalinterpretando mi propia concepcin del pasado. Que con ms y con el smbolo + ,yo en realidad siempre haba querido decir tas, operacin que exiga para todos loscasos dar como solucin la correspondiente a la funcin ms, excepto para aquel enque se tratase de operar con los nmeros 65 y 57, en cuyo caso deberamos dar comorespuesta 5 . Yo contraataco argumentando que en el pasado tampoco habra dado porrespuesta 5, porque el procedimiento que sigo es independiente de cul sea la variable

    que en cada caso me sea dada para realizar la operacin. El incansable escpticocontesta entonces que, ciertamente, puede ser que yo ahora me maneje as, pero quedesde luego mi operacin es arbitraria, puesto que yo hasta entonces habra siempretratado la operacin como tindependiente, que significa que la operacin es siempreindependiente de cules sean en cada caso las variables excepto en el caso de 65 y 57,en el cual la respuesta debe ser 5. El proceso obviamente puede proseguirse hasta elinfinito y, de hecho, en la versin de Kripke son expuestas las ms variadas rplicas y

    contrarrplicas fruto del intento por escapar del acoso del escptico, argumentacionesque, de pasada, pondrn de manifiesto muchos de los inconvenientes que presentan lasteoras que clsicamente han sido destinadas a explicar el peculiar fenmeno en el queconsiste seguir una regla (la interpretacin de Kripke pretende poner contra lascuerdas tanto al mentalismo de Chomsky37), como al disposicionalismo de Russell38,

    37 Kripke, op.cit, pg.55

    38 Ibid, pg.53.

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    como incluso, en el polo opuesto, al conductismo disposicionalista de Quine39. Elcorolario de esta larga discusin circular es que no existe ningn hecho acerca de m ode mi comportamiento que permita distinguir entre mi referencia a una interpretacin de

    la regla en concreto ms bien que a alguna otra compatible con mis actos e incluso a mi posible no-referencia a ninguna en absoluto.

    Aunque existen serias crticas acerca de la fidelidad del tratamiento de Kripkerespecto a los argumentos de Wittgentein40, el propio Kripke reconoce que al mismoWittgenstein nunca le hubiera gustado exponer el argumento de forma tan explcita,insistente y directa, pues, en honor a la defensa del lenguaje ordinario que la ltima

    filosofa de Wittgenstein tambin quiere representar, no puede pretenderse exagerar lanegacin de un hecho que, al parecer, todo el mundo admite sin mayores problemas.Debe por lo tanto quedar claro que el ataque de Wittgenstein va lanzado tan slo contrael hecho superlativo (PhU, 192) que la filosofa extrae del hecho a secas queutiliza el lenguaje corriente, y que el callejn sin salida en que nos deja Kripke es duro ydirecto nica y exclusivamente a este respecto41. La nica salida que le quedara, porotra parte, a este aparente pozo sin fondo y que tambin Kripke considera, -no sin sus

    correlativas dificultades desde el texto de Wittgenstein-, es acorde, creemos, con elsignificado global de las Investigaciones y proporciona adems un apoyo mucho msslido a nociones como las de juego del lenguaje, uso contextual, o lenguaje pblico, nociones que, sin l, tendran que ser asumidas a un nivel mucho msintuitivo.

    La solucin en cuestin que segn esta interpretacin propone Wittgenstein, noes directa (como lo sera si pretendiese reconocer que el escepticismo no estaba

    justificado), sino ella misma de nuevo escptica, puesto que acepta e integra laargumentacin escptica, pero arguyendo que la justificacin de nuestra confianza en el

    39 Ibid, pg.63-65.

    40 As, entre los propios wittgensteinianos partidarios del llamado a partir de Dummet,convencionalismo, tambin critican como extremada a la posicin de Kripke, por ejemplo, Backer andHacker y Rodrguez Pereyra.

    41 Kripke, op.cit. Pg.22.

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    atenimiento a reglas no necesita de la interpretacin que el escptico se haba encargadode eliminar, pues antes bien lo que concierne a su justificacin viene a otro recaudo.42 En la nueva filosofa de Wittgenstein, el sentido mismo de lo se requiere para constituir

    la justificacin de un enunciado, de una emisin de palabras cualquiera, o de unaconducta determinada, ha cambiado respecto a lo que era previsible de parte de una justificacin filosfca como puede ser la delTractatus o cualquier otra que entienda por justificacin de un hecho la satisfaccin, demostracin