Weiss Adolfo. Astrología Racional

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Astrología RacionalASTROLOGIA RACIONAL
Edición completa y revisada, según los manuscritos originales, a cargo de
A. E. STIRO
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PRESENTACIÓN
Transcurridos cuarenta años de la piiblicación, en Alemania, de "Die Bausteine der Astrologie" y veinte del primer tomo de "Astrología Racional" -la misma obra vertida al español por su autor, el Dr. Adolfo W eiss, con el sello de Editorial Kier- este tratado perdura como trabajo único y va­ lioso en la disciplina astrológica contemporánea.
La iniciativa de la Editorial Kier, al disponer la actual edición com­ pleta y revisada de "Astrología Racional", no puede ser más oportuna y justiciera, a nueve años de la desaparición física del autor. Oportuna, porque la edición alemana se encuentra hoy completamente agotada, en tanto que los tres tomos aparecidos en Buenos Aires ("Los elementos", 15 de marzo de 1945; "La síntesis", 10 de julio de 1946, y "Tectónica", 17 de enero de 1951) se hallan también agotados y su parte final viene siendo insistentemente reclamada por astrólogos y estudiantes de Argentina y América; justiciera, porque con su impresión se salva del inmerecido olvido a un libro de efi­ ciencia seria y fundamental en la enseñanza de la astrología. Por otra parte, merece ser destacado el generoso esfuerzo de la Editorial Kier, que habla bien alto de su permanente afán de brindm- las mejores ediciones, en calidad y presentación, de la literatura astrológica y esotérica universal.
El doctor Adolfo W eiss nació en Austria hacia fines del siglo pasado, en el año 1889. En 1924-1925 publicó en Munich la obra que habría de consagrarlo como uno de los más ilustrados maestros europeos del arte astro­ lógico, "Die Bausteine der Astrologie", en cinco volúmenes y en dos edi­ ciones de las que se tiraron más de 20.000 ejemplares. Médico famoso, su brillante carrera se vio interrumpida por los acontecimientos de aquella con-' vulsionada época y en 1938 debió cerrar su clínica de Viena y emigrar rumbo a tierras de América del Sur, radicándose ese mismo año en la República Argentina. Falleció en Buenos Aires en el año 1956, meses des­ pués de haber entregado a la Editorial Kier los originales de las dos últimas partes de "Astrología Racional", tradUc:ción española de "Die Bausteine der Astrologie".
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Aparte de su vasta erudición y de su eficaz pedagogía, el mérito pri­ mordial de la obra del doctor 1V eiss reside en la reivindicación del método de uno de los más ilustres astrólogos de todos los tiempos: J. B. Morin de Villefranche, nacido el 22 de febrero de 1583 y muerto el 6 de noviembre de 1656, doctor en medicina y profesor de ciencias médicas, matemáticas, astronómicas y astrológicas del Collége de France, astrólogo de los reyes de Francia y del cardenal Richelieu. Morin es creador del método analítico que se conoce universalmente como "teoría de las determinaciones astroló­ gicas de Morin de Villefranche", que muy pocos astrólogos contemporáneos utilizan y que ha sido expuesto por su autor en el Libro XXI de su monu­ mental obra "L'Astrologia Gallica", en 26 tomos, volumen que lleva por título "De la Determination Active des Corps Celestes et Passive des Sub­ lunaires".
En dicha obra delinea así su método, Morin:
A) El "Primer Cielo" --modernamente, "esfera celeste"- está deter­ minado activamente a obrar como causa física primera. Esta de­ terminación es, por una parte, esencial o formal y halla su expresión en las propiedades fundamentales del influjo de los signos, de los planetas y de las estrellas fijas. Esta determinación es, por otra parte, accidental a causa de las posiciones continuamente variables de los planetas en el Primer Cielo.
B) El "Mundo" --modernamente, "esfera local"- es representativo del individuo y está determinado pasivamente a sufrir el influjo que emana del Primer Cielo y a canalizar los efectos hacia tal o cual modalidad. Esta determinación encuentra su expresión esencial en la división del "Mundo" en doce casas terrestres.
C) Como consecuencia de la rotación continua de la esfera celeste (origen de los influjos) en torno de la esfera local particular a cada .· individuo, los signos, planetas y estrellas fijas ya determinadas en forma general como cualidad por la distribución de los planetas en el Primer Cielo, son en todo momento determinados de manera particular hacia tal categoría de efectos relativos a tal personalidad por el hecho de su distribución en las casas de la esfera local ref e­ ridas a esta personalidad.
D) La figura que representa la superposición de las dos esferas en el instante de un nacimiento constituye la Figura Genetliaca del in­ d'ividuo. Todos los acontecimientos de su existencia están prefigu­ rados y las Direcciones de ésta permiten prever las épocas en que tendrán lugar. Pero todo acontecimiento anunciado por la Direc­ ción no puede producirse más que si las revoluciones solares y luna­ res de la época lo confirman; y, viceversa, nada insigne puede ser predicho por el examen de una revolución si no es igualmente deducido del tema radical y de sus direcciones.
La teoría de Morin de Villefranche ha sido magistralmente aplicada por el doctor W eiss e ilustrada con profusión de ejemplos.
A. E. STIRO.
al primer tomo de la edición argentina
En su versión original alemana, intitulada "Die Bausteine der Astrolo­ gie" (Los sillares de la Astrología, 5 tomos; Editorial O. W. Barth S. A.; Munich, 1924/'25; segunda edición: 1935), esta, mi obra, ha obtenido el elogio sin reserva de la prensa mundial y, de parte de la crítica alemana del ramo, la designación honorífica de "la Biblia de los astrólogos".
"A causa de su claridad, objetividad y plenitud", el "Centro Astroló­ gico" con sede en Düsseldorf, una academia especial reconocida por el Estado como colegio de peritos y autorizada por éste para examinar a los aspirantes a estos estudios y certificarles oficialmente su aptitud, la ha dado por texto principal a cuyo lado solo están admitidos algunos tratados me­ nores sobre ciertas cuestiones astrológicas especiales.
"En el océano de impresos confusos y supersticioso que se llama "li­ teratura astrológica" y que por cierto ya han llevado a la desesperación a quien haya intentado ocuparse en el tan discutido tema, esta obra -junta­ mente con poquísimos trabajos de lengua inglesa y francesa- constituye una isla de salvación por su razón y rigor científico. Muchos autores han recurrido a ella sacando copia en mayor o menor proporción para uso de sus propias publicaciones -¡demasiadas veces sin mencionar siquiera su fuente!- pero ninguno de ellos ha alcanzado ni mucho menos superado el original" (Rev. Astr. "Zenit", Düsseldorf, mayo de 1935).
El público alemán astrológicamente interesado numifestó su reconoci­ miento y aprecio de los "Sillares" por el hecho de comprar más de 20.000 ejemplares en el escaso lapso de unos 1 O años -cifra asombrosamente alta para obra tan escabrosa y tan apartada de lo corriente.
Huelga destacar la profunda satisfacción que me produce el poder presentar hoy mi trabajo, también, al mundo de habla castellana.
En cuanto a la traducción, me he esforzado por dar con la fonna textual más fiel posible. Comprende la obra íntegra, aunque en compen­ sación he ampliado los ejemplos, sobre todo los presentados en la tercera parte ("Tectónica"), agregando en la oportunidad las natividades de perso­ najes que, a mi parecer, han de provocar el interés general (Hitler, Roose­ velt, Mussolini, Gandhi, etc.).
Además, llamo la atención, muy especialmente, sobre el extenso mate­ rial de tablas añadido en su debido lugar, que ahorra la compra indispen­ sable de obras auxiliares muy costosas.
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Finalmente, pennítaseme dar las gracias más calurosas a la EDITORIAL
.KIER; porque, pese a las enormes dificultades que se oponen a la publi­ cación de una obra tal, no se ha recatado ni de costos ni de labor para brindar una versión castellana ejemplar.
Que a esta "Astro"logía Racional", en recompensa de los esfuerzos editoriales que ha implicado, le quepa en beneficio de los estudiosos un éxito no menos grande que el correspondido al original alemán. Con este deseo de comprensible elevación, entiéndase que no persigo juicios de "captatio benevolentiae" de parte de la crítica especializada, ante la cual me presento atento para enfrentar toda clase de opinión o censura, siempre que éstas tengan por móvil la justicia.
DR. AooLFo WE1ss Buenos Aires, setiembre de 1944.
INTRODUCCION
La astrología es la ciencia de la influencia de l'as estrellas en el acae­ cer terrestre. Abarca importantes fenómenos físicos de nuestro planeta -tales como los meteorológicos y las mareas, entre otros- y también las reacciones de sus criaturas en su conjunto de vida y destino. En este concepto, los fenómenos físico-psicológicos de la criatura humana ocuparán nuestra preferente atención en la presente obra. Es más, desarrollando los elementos de la ciencia astrológica, sólo nos referiremos a ellos.
El hombre es la más noble criatura terrestre, pues es la única que posee no solo la facultad de percibir el ambiente mediante sus sentidos, sino también el don de representarlo en síntesis puramente espiritual. Tal "visión del mundo" constituye el más precioso caudal de su sabiduría, tanto más valioso para él dado que sustenta la creencia de haberlo producido en virtud de un acto volitivo y libre de creación. Sin embargo, y aunque dicha creencia sea propia de la naturaleza humana, es en realidad errónea, o, por lo menos, parcialmente exacta; porque está probado que el alcance de los conocimientos depende en sí de la facultad perceptiva humana, es decir de los sentidos y, en consecuencia, es de índole subjetiva. Así lo ha com­ prendido Protágoras, al resumirlo en su lapidaria frase de: "El hombre es la medida de l'as cosas". Por otra parte, existen en el mundo influen­ cias quizás más efectivas que la impresión de nu'2stros sentidos, pero que escapan a su percepción, y que con harta frecuencia no se incorporan a su visión del mundo.
Participan de estas influencias las relativas a las fuerzas que estudia la astrología, que revisten suma importancia en la función de los procesos vitales y en la concreción del éxito; pero que los pocos practicantes de dicha ciencia han l'imitado a un sólo aspecto, si bien de importancia par­ ticular. De ninguna manera debe olvidarse que las fuerzas consideradas por la astrología son de carácter universal, vale decir que influyen en la totalidad de los sucesos terrestres. En la producción de los fenómenos te­ rrestres, tal ingerencia se combinará siempre con condiciones puramente terrestres. Existirá por doquiera, aunque no participará en la misma pro­ porción. Así, por ejemplo, el factor astral de la combinación se hará valer en el hombre como excitación y el terrestre como amplitud de reacción.
Dentro de una observación científica del mundo, fundada en la ley de causa y efecto, es natural que todo acontecimiento en el' ilimitado universo, por más exiguo y sencillo que sea, debe provocar a su vez una serie de acontecimientos. Y ese mismo acontecimiento no es otra cosa que
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una consecuencia de otros. Cuando debido a la brisa primaveral cae al suelo un pétalo de rosa, el hecho ocasiona una alteración en todo el Cosmos, imperceptible para nuestros sentidos e inimaginable para nuestra fantasía; pero que puede ser exactamente averiguada mediante cálculos matemá­ ticos. Por nuestra parte, hemos constatado que la astrología es susceptible de desentrañar las relaciones del Todo con el acaecer terrestre. Que es la ciencia del determinismo cósmico y que, en su especial aplicación al hom­ bre, investiga los nexos existentes entre los factores astronómicamente de­ terminables de un cuadro natal celeste ("horóscopo") y los acontecimien­ tos de la vida del sujeto de aquel horóscopo, ya se trate de individuos o de colectividades (pueblos, estados).
Si bien me resulta difícil admitir que después de lo expuesto siga reinando la duda respecto al sentido esencial de la astrología, me permitiré someter a la reflexión de los estudiosos una nueva consideración, tal vez algo más concreta. Para su mejor comprensión debemos deshacemos, ante todo, de la estrecha costumbre de tener por "animadas" o "vivientes" únicamente aquellas formas terrestres que comúnmente llamamos "orgá­ nicas" u "organismos". Ya en sí es poco lógica esta restricción, puesto que ¿cómo produciría la tierra criaturas vivientes, sin ser viviente ella misma? Por contundente que sea esta conclusión, no deja de resultar muy insólita para nuestro actual modo de pensar. No obstante, si profundizamos en ella, desaparece rápidamente lo extraño de la primera impresión y toda dificultad de captar tan natural concepción. Según definición de las ciencias biológicas modernas, la "vida" está basada en la existencia de mo­ vimiento, alimentación (metabolismo) y propagación espontáneos. La tierra dispone de todas estas características. Su movimiento no solamente es el resultado forzoso de la gravitación del sol, sino también el efecto de su propia gravitación; toma su alimentación a través de la irradiación solar; su metabolismo se pone de manifiesto en las modificaciones continuas, aunque muy lentas, a que están sometidos los tres reinos -mineral, vege­ tal y animal- y de su propagación es expresión su satélite, la luna, en el constante girar en tomo de su madre, que la acompaña en su marcha por el espacio.
Puesto que sabemos que la tierra es un astro semejante a los demás, si le hemos adjudicado la vida debemos concederle igual condición a estos últimos. De este modo consignamos la universalidad de la vida, como más arriba lo hemos hecho con la trabazón universal, llegando ahora a concebir sin interpretación forzada las influencias astrales como manifestaciones de la vida de los astros. Con esto, la astrología corresponde a la fisiología de los cuerpos celestes, como la astronomía corresponde a su anatomía.
Según sus objetivos, las influencias astrales dan lugar a dos ciencias: a la astrometeorología, en cuanto se expresan a través de los procesos físicos de la tierra, y a la astrología propiamente dicha, en cuanto actúan en el dominio orgánico.
Si esta astrología se ocupa del individuo humano, se llama "horosco­ pía", a cuya enseñanza primaria se dedica la presente parte de nuestra obra.
INTRODUCCIÓN 13
Si la astrología tiene por tf~ma al hombre en sentido colectivo (pue­ blos, estados), entonces se trata de "astrología mundana", que procede en substancia de los mismos principios que la horoscopía.
El "horóscopo" constituye el fundamento de los diagnósticos y pro­ nósticos astrológicos y es una representación esquemática del cuadro ce­ leste, basada en cálculos puramente astronómicos y válida para el lugar y el momento del "acontecimiento" en cuestión. Luego de haber asegurado las bases necesarias a la plena comprensión, indicaré en el transcurso de esta parte, con detalles suficientes, el sector celeste representado y los mé­ todos usuales a ese fin.
El "acontecimiento" sometido a la consideración de la horoscopía es el nacimiento de una criatura humana. Por esta razón el horóscopo se llama también figura natal o natividad, denominación muy acertada que previene, además, contra una confusión muy posible para quienes se dedi­ quen al estudio de obras de la Edad Media, donde la palabra "horóscopo" es empleada en un sentido distinto a la terminología actual. En los auto­ res medievales Ia palabra "horóscopo" designa la parte de la eclíptica que en un momento natal surge en el horizonte este, o sea lo que hoy día llamamos Ascendente.
Todo trabajo astrológico consta, por tanto, de dos tareas estrictamente separadas una de otra: del cálculo y la representación gráfica, pertenecien­ tes af dominio de la astronomía pura, y del juicio, fundado en este trabajo preparatorio y puramente astronómico perteneciente a la astronomía pura.
Antes de hacerse astrólogo, uno debe hacerse astrónomo, aunque sea en grado modesto, pues determinados conceptos astronómicos elementales son indispensables para la plena comprensión de los conceptos astrológicos fundamentales. Esto tiene su causa en la esencia de la astrología como fisiología de los astros, del mismo modo que no es posible dedicarse con éxito a los estudios fisiológicos sin la adquisición de una base regularmente suficiente de conocimientos anat6micos.
La horoscopía cuyos elementos ha de suministrar esta obra se distin­ gue -quiero creer que ventajosamente- de las llamadas ciencias divina­ torias, por el hecho de que la interpretación de una figura natal no pre­ supone "dones trascendentales" y de que puede ser practicada por todos aquellos que se hayan provisto de los conocimientos indispensables a tal objeto.
La mera interpretación de una figura natal no requiere, tampoco, nin­ gún conocimiento de lo que se entiende pür "ocultismo'', ni necesita la ayuda de la teosofía moderna. Como lo demuestran numerosas experien­ cias, es posible ser óptimo astrólogo y pésimo teósofo moderno, o también óptimo teósofo moderno y pésimo astrólogo. No se precisa saber ni lo más mínimo de "Karma" o de la doctrina de la reencarnación para comprender a fondo la horoscopía e interpretar posiciones planetarias, aspectos, direc­ ciones y tránsitos. En su Traité Théorique et Practique d'Astrologie Génethliaque, Selva, uno de los más célebres ocultistas de Francia, dice textualmente a este respecto: "Como toda ciencia y todo arte, la astrología exige para su práctica provechosa ciertas disposiciones naturales, común-
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mente llamadas talento. Las propiedades necesarias, en primer lugar, a un buen astrólogo son la sagacidad y el sano juicio". Quien disponga de am­ bos dones, logrará con seguridad más de un éxito en astrología. Quien aspire a maestría, deberá contar con un tercer y, a mi parecer, más impor­ tante don: la intuición, que aunque es de carácter trascendental, en com­ pañía y contralor de las dos virtudes destacadas por Selva, se emancipa en mucho de lo que vulgarmente se entiende por la palabra "trascendental".
En atención a las tres condiciones precitadas, tan naturales, las ins­ trucciones de este libro carecen -¡y ojalá que no redunden en su desven­ taja!- de todo aporte oculto y teosófico, en aras de su brevedad y claridad. porque, como ya he insinuado, mi objetivo pedagógico abarca un dominio mucho más modesto que el de la astrosofía.
Con esto, he llegado a exponer ante el lector estudioso cuanto es necesario para introducirlo en el conocimiento de la materia de mi trabajo. Sin embargo, existe un problema que no he considerado aquí y que, de acuerdo con el plan de mi tarea, requiere algunas sucintas palabras. Es la cuestión de cómo el hombre pudo lograr saber algo de las influencias astrales y el destino que este conocimiento ha sufrido en el correr de los tiempos. En una frase: la historia de la astrología. El estudio verdadero de este problema demandaría un voluminoso tomo in folio. En cuanto al origen de los conocimientos astrológicos, sólo puedo asegurar que difícil­ mente será posible averiguarlo con plena exactitud. Si la tradición lo busca en una manifestación divina, esto es razonablemente comprensible en el sentido de que la intuición humana -verdadero ojo divino situado en nuestro interior- ha sido la que ha descubierto los primeros hechos de la ciencia astrológica y que la astrosofía -filosofía "esotérica" y profunda de estos conocimientos- ha coordinado el nuevo saber con la visión del mundo resultante de los conocimientos objetivos de la época. La astrología así concebida fue realmente una integrante de la "ciencia sagrada", cuya luz, partiendo de los santuarios, extendía su brillo en el florecimiento de la cultura sumero-akkádica, hasta India, Tibet y Egipto. Para los iniciados en los Misterios, la astrología -con su base material astronómica y su reducción esotérica a la causa de todo acaecer en el universo, a Dios-, unida a la astronomía, constituían un conjunto indivisible. Tanto los co­ nocimientos reales como el esoterismo de la astrología fueron ampliados en vasta escala por los caldeos, pueblo eminentemente talentoso para las obser­ vaciones sistemáticas. Sin embargo, de las teorías astrológicas de los caldeos no se nos han transmitido sino tradiciones desfiguradas por la vulgariza­ ción, defectuosas y carentes de razonamiento astrosófico y esotérico. Lo…