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TEXTOS DE ANTROPOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

vará, finalmente, a tomar en consideración el problema de la violencia. Mecentraré, en particular, en la violencia genocida, es decir, el asesinato de otroa costa de asesinar con ello, también, nuestra previa identidad. Tras estebreve guión, permítaseme volver al comienzo.

Si partimos de que toda reivindicación identitaria, colectiva o individual,va ligada inevitablemente a alguna forma de exclusión de la alteridad -si escierto que cada «nosotros» excluye un «ellos»-, entonces hay poco más quedecir: todo lo que podemos hacer es especificar las circunstancias históricaso las peculiaridades etnográficas que vengan al caso. Pero como ha mostra-do Andre Gingrich en el capítulo introductorio del presente libr03

,   la actitudde declarar la construcción de sí mismo   [selfing]   como una necesidad uni-

versal y, por añadidura, toda construcción de otredad   [athering]   como unapropensión maligna no nos lleva demasiado lejos. Si optamos, en cambio,por interpretaciones filosóficamente más «débiles» del concepto de identi-dad, eso posibilitará generar un espacio para enfoques alternativos, distin-guiendo entre diferentes modalidades para construir la propia identidad   (y

la de otros) y poniendo tales distinciones a trabajar analíticamente.

Quizás la mejor manera de ofrecer semejante marco de distinción   y

comparación sea bajo la forma de estructuras clasificatorias socialmentecompartidas o, como aquí las he denominado, «gramáticas», las cualespermiten atribuir a alguien identidad o alteridad. Una de tales gramáti-cas es bien conocida: el binarismo del tipo «nosotros somos buenos, portanto ellos son malos». Esa clase de frontera categorial es suceptible dellenarse a voluntad: nosotros cazamos, ellos recolectan; nosotros cultiva-mos, ellos pastorean; nosotros somos puros, ellos impuros. Las permuta-ciones no precisan ser necesariamente tan tangibles: nosotros somos tole-rantes, ellos represivos; nosotros serviciales, ellos egoístas; nosotrosdiscutimos proposiciones, ellos vocean dogmas. Con todo, la simplicidadde esta gramática binaria es obvia; volveré sobre ella en el epígrafe dondese le da el tratamiento de una «anti-gramática». La pregunta que nos vaa ocupar es, pues, en qué medida resulta posible identificar gramáticasde mayor complejidad, tanto para auto identificarse uno mismo como

para alterizar a otros.

3   Andre Gingrich, «Conceptualising Identities. Anthropological Alternatives to EssentialisingDifference and Moralizing about Othering», én el.capítulo precedente de G. Baumann y A. Gingrich,op.

cit.   págs. 3-17.

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GRAMÁTICAS DE IDENTIDAD/ALTERIDAD. UN ENFOQUE ESTRUCTURAL

TRES ESTRUCTURAS, LIBREMENTE ADAPTADAS PARA SERVIRCOMO   «GRAMÁTICAS DE NOSOTROS Y ELLOS»

La tarea de las tres secciones siguientes será introducir las gramáticasque, según propongo, subyacen a los procesos de construcción de identi-dad/alteridad   [selfinglotheringJ4.   Divido esas palabras por una barra porquedescriben dos caras del mismo proceso. Esta presentación de las gramáti-cas es algo tramposa, pues si bien están basadas en teorías sociales clásicas,de ninguna manera éstas toman, de manera autoevidente, la forma de gra-máticas para sistematizar los ubicuos procesos de construcción de identi-dad/alteridad. Pido por tanto disculpas de antemano a los tres «ancestros»cuya obra he utilizado y adaptado aquí sin muchos reparos: Edward Said

(1978),E. E. Evans-Pritchard (1940) y Louis Dumont (1980). Cada uno deellos habría protestado al ver sus diferentes insights combinados de laforma que propongo. Pero de combinar es, precisamente, de lo que se trata,y  los clásicos son lo bastante sólidos como para soportar cierta cantidad deinterpretación, adaptación y hasta «canibalización». Transformados en gra-máticas, estos modelos clásicos no describen, por supuesto, cómo funcio-nan los sistemas sociales, aunque dos de estos autores así lo hayan preten-dido (Dumont, 1980; Evans-Pritchard, 1940). Aquí se utilizan, más bien,como guías acerca de cómo diferentes discursos ordenan las relaciones

entre el yo y los otros.

4   La oposición binaria   selfing/othering   plantea dilemas de traducción al castellano con interesantesimplicaciones teóricas. Por un lado, al formular los procesos formativos de identidad como una acciónen tiempo verbal continuo   [-ing]   se subraya su carácter abierto, tentativo e inconcluso. Y también sehace explicito en qué medida éstos se hallan sometidos a la agencia intencional de los actores. Términoshabituales en castellano como «identidad», «mismidad», <<identificación», «alteridad» u «otredad» care-cen, tanto en sus usos vulgares como en los especializados, de esas dos implicaciones: denotan másresultados que procesos. Por el contrario,   selfinglothering   designa las acciones y prácticas (de naturale-za dialógica y gramatical) mediante las cuales se reivindican, definen e impugnan las identidades. Estapuesta en tiempo verbal de la identidad/alteridad habilita a los autores del libro para jugar flexiblemente

con los matices de las secuencias   other/otherness/othering   y   self/selfhoodlselfing,   según se trate de traer aprimer plano el polo más estructural y reificado del proceso de construcción de identidad/alteridad osus aspectos activos e intencionales.

En términos generales, para la traducción de  selfing/othering   hemos adoptado «construcción deidentidad/alteridad» siempre que sonaba natural. Para   othering   acuñamos el neologismo «alterizar», así como otras perífrasis a medida (<<construir al otro», «hacer otros») que subrayan que la otredad no esalgo dado que el sujeto se limite a reconocer. En cuanto a la traducción de  selfing   plantea un problemaañadido. En inglés, los sujetos de esta acción pueden ser tanto individuales   (self)   como colectivos   (sel-

ves). Dependiendo del contexto,   selfing   expresa tanto <daconstrucción de un yo» como de un «nosotros».En lo posible se ha mantenido la opción neutra -aunque inelegante- de traducir   self   como «uno mismo»,«sí mismo», «autoconstruirSe», especificando el sentido singular o plural de esa identidad [N. del T.]

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TEXTOS DE ANTROPOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

ORIENTALISMO: DE LA CLASIFICACIÓN BINARIAAL REFLEJO INVERTIDO

Edward Said dio un gran paso adelante respecto a la gramática enblanco y negro de oposiciones binarias arriba mencionada, al reconstruirla gramática binaria realmente en funcionamiento en el largo proceso histórico a través del cual los occidentales se representaron «Oriente» a smismos (1978). Hay que admitir que incluso la versión de Said del orien-talismo puede parecer a primera vista una gramática infantil, un esquema que sólo usa las oposiciones más simples, explotándolas hasta sumáximo contraste. Igual que el bebé que balbucea «yo y no-yo» para distinguir los dos polos de su socialidad egocéntrica, el orientalista parecie-

ra balbucear «nosotros» y «ellos» para articular la más cruda diferencia-ción. Con todo, la similitud es engañosa. Sostengo que lo que está en juego en el orientalismo no es meramente una oposición binaria, sino unaoposición binaria sujeta a inversión. Esto no resulta siempre en Said todolo claro que debería, pero parece ir implícito en el reconocimiento por suparte de que los occidentales no sólo denigraron lo que denominaron «loriental», sino que también lo deseaban. A la luz de su análisis, el orientalismo no constituyó una suerte de técnica primitiva de inversión, propicia a los estúpidos y los malvados sino, por el contrario, una sofisticada

disciplina desarrollada por élites académicas y artísticas, cuya gramáticano se limitaba a «nosotros somos buenos, por tanto ellos malos». Las élites intelectuales y creativas que establecieron discursos orientalistas enteoría política y económica, poesía y novela, filosofía y música, nuncahabrían incurrido en semejante disparate. Lo que volvió las caricaturas dlo oriental intelectualmente interesantes y estéticamente desafiantes paratales élites, muchas de ellas cansadas o alienadas de su propio entornocultural, fue la auto crítica que una orientalización del otro hacía tambiénposible y, lo que es igual de importante, comunicable. En el diagrama 4.

se muestran tanto los reflejos negativos como las imágenes invertidaspositivas, de la gramática orientalista.

El orientalismo no consiste, por tanto, en una simple oposición binaria«nosotros   = bueno» y «ellos  = malo», sino en una sagaz inversión especular, del tipo: «lo que es bueno en nosotros, es [aún] malo en ellos; pero loque se torció en nosotros, [aún] sigue recto en ellos». Podemos observar, depasada, que este «[aún]» inserto entre corchetes ,recuerda la negación de

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GRAMÁTICAS DE IDENTIDAD/ALTERIDAD.   UN ENFOQUE ESTRUCTURAL

Occidente positivo

racionalilustrado

tecnológico

Oriente negativo

irracionalsupersticioso

atrasado

Occidente negativo

calculadorsobrio

materialista

Oriente positivo

espontáneorefinadomístico

Figura 4.1. La gramática de orientalización, o reflejo especular invertido.

contemporaneidad que Fabian (1983) ha analizado como una estrategia

crucial para alterizar a otros. Ese sentido de superioridad occidental con-lleva,como quiera que sea, un cierto sentido de pérdida: «nosotros» hemosdejado «ya» de ser tan espontáneos, refinados o místicos. El distancia-miento respecto de ese «otro» creado por nosotros mismos nos aleja tam-bién de cualquier idea inocente sobre nuestra propia identidad.

Nótese que algunas de las oposiciones orientalistas (cálculo vs. esponta-neidad, racionalidad vs. misticismo, sociedad vs. comunidad) no son opo-siciones entre lo bueno y lo malo considerados de modo elemental. Lejos de

una torpe puesta boca abajo, la gramática del orientalismo puede implicarautocrítica, así sea bajo los auspicios de algún otro enteramente inventado.Esta observación arroja luz a propósito de los dos tipos de exceso propiosde toda búsqueda cultural de sí mismo. La versión xenófoba consiste enhallar superioridad en cualquier mérito que consideremos propio; la ver-sión xenófila, en buscar la redención en un otro igualmente autoinventadode manera especular. El xenófilo que, en pos de cierta sabiduría especialentre monjes tibetanos o chamanes amerindios, encuentra una especial«gracia natural» en los niños de color o los atletas del Tercer Mundo no es

menos orientalista que el xenófobo que considera a Occidente razonable,democrático y secular frente a un Oriente (doquiera que se sitúe) despóti-co, fanático y fundamentalista. Por simplista que pueda parecer, esta gra-mática es cualquier cosa menos estúpida. Sus peligros intelectuales y polí-ticos se tornan evidentes cuando discursos académicos y comunalistas deconstrucción de alteridad convergen en esta sintaxis de inversiones especu-lares (van der Veer, 1997). Así pues, en el orientalismo la gramática infan-til «lonuestro es bueno y lo de elfos malo» es transformada en un modo de

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SEGMENTACIÓN: DE LA «ANARQUÍA ORDENADA» AL DESORDEN

FEDERAL

TEXTOS DE ANTROPOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

construir lo propio de uno mismo y alterizar lo ajeno de los otros dotado dedoble filo, potencialmente sutil, a veces incluso dialéctico. Sin este poten-cial bifronte para criticar lo propio mientras todavía encontramos al otroextraño e inferior, esta gramática apenas habría podido satisfacer a orien-talistas como Flaubert, Verdi o Gide. Lo que pone en marcha es una opera-ción especular de imágenes: la construcción de uno mismo y del otro secondicionan mutuamente, por el hecho de que tanto las característicaspositivas como las negativas están hechas para reflejarse unas a otras demanera Inversa.

Para comprender mejor el descubrimiento de este sistema -o, másbien, su invención por parte del antropólogo que lo analizó- es conve-niente considerar una de las paradojas que Evans Pritchard pretendía resol-ver: los Nuer parecían hallarse en guerra constante unos contra otros, espe-cialmente en deudas de sangre, desde la escala más baja a la más abarcante.y aún así !Ueron capaces de unirse para resistir la intromisión· hritánica

Aunque por razones expositivas aquí vaya en segundo lugar, la gramáti-ca de alteridad que alcanzó primero el estatus de teoría antropológica fueel modelo del sistema de linajes segmentarios por Evans-Pritchard (1940).Evans-Pritchard estudió a los Nuer, un pueblo de aproximadamente unmillón de personas que se extendía en las vastas áreas pantanosas del surde Sudán. Cada individuo nuer forma parte de una pirámide de identifica-ciones que oscila entre cuatro y seis niveles genealógicos, yendo desde lina-

 jes mínimos hasta clanes máximos y, finalmente, una identidad tribal com-partida en tanto que nuer. Así, esta gramática segmentaria determinaidentidades y alteridades en función del contexto. Mientras que en unadeuda de sangre un nuer debe considerar como «otro» a un vecino impli-cado en el asunto, hasta el punto de amenazarlo con venganza de muerte,ese mismo vecino puede ser un aliado en el contexto de otro conflicto anivel de clanes o, como en los días de Evans-Pritchard, frente a una ame-naza externa de conquista colonial. De ahí que, para describir esta organi-zación política, Evans-Pritchard acuñara la paradójica expresión «una

anarquía ordenada».

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GRAMÁTICAS DE IDENTIDAD/ALTERIDAD. UN ENFOQUE ESTRUCTURAL

durante casi cuarenta años. Desafortunadamente, entre los años cincuentay setenta este modelo se aplicó a un rango increíble de sociedades bajo elargumento de que se suponían basadas en divisiones de linajes   y clanes.

Esa aplicación indiscriminada tuvo su lado positivo, pues gracias a ello elmodelo pudo ser sometido a una crítica etnográfica sostenida a partir de losañoS  setenta (Kuper, 1988). Lo que en todo caso estaba en cuestión en talescríticas era el uso del modelo para predecir el comportamiento político realen la toma de decisiones. En este aspecto, no es más fiable que el modeloque podría hacer un estudiante de primer año de empresariales sobre lasestructuras decisionales de una organización, cuando lo comparamos conlos arreglos reales que tienen lugar en las trastiendas   y  pasillos del poder.El propio Evans-Pritchard fue también perfectamente claro en este punto:

ningún nuer le habló jamás de un sistema segmentario de linajes que pro-yectara segmentos genealógicos sobre unidades territoriales. El modelo defisión y  fusión segmentaria, esto es, de identificación   y  alterización, no esmás que eso: el postulado de una «lógica como si», es decir, una gramáticaque, de aplicarse a decisiones sobre el terreno, conferiría a tales decisionesuna cierta consistencia lógica. Ésta resulta, empero, llamativamente invisi-ble en el fluir diario de la maniobra   y la manipulación políticas.

De cara al propósito que nos ocupa, la gramática social de un sistemasegmentario es una lógica de fisión o enemistad en un nivel inferior de seg-

mentación, que se supera a un nivel más alto por medio de una lógica defusión o neutralización del conflicto. En la figura 4.2 representamos cuatronivelesde segmentación numerados del 1 a14. Cada nivel produce sus pro-pios segmentos, progresivamente cada vez más pequeños, numeradosdesde el 1.1 al 1.2, del 2.1 al 2.4, del 3.1 al 3.8, etc.

1 .

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1 .1

/   \ 

2.1 2.2

/ /   \ \ 

3.1 3.2 3.3 3.4

4.1 4.2 4.3 4.4 4.5 4.6 4.7 4.8

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1 .2

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2.3 2.4

/ /   \    \ 

3.5 3.6 3.7 3.8

4.9 hasta 4.16

Figura   4.2.   La gramática segmentaria de fisión y"fus\ón contextua!.

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La estructura resultante se parece a la de una liga de fútbol, o más biena la de una hinchada futbolística -puesto que, mientras que los clubes propiamente dichos no suelen unirse o separarse, los hinchas sí lo hacen-o Anivel más bajo de segmentación, los seguidores de dos equipos de pueblospequeños confrontan su entusiasmo los unos contra los otros. En el nivesiguiente, los seguidores del equipo derrotado se unen a los de su ex rivapara enfrentarse a otros equipos en el torneo del distrito. Sea quien sea eganador a nivel distrital, tendrá asegurado el apoyo de todos los hinchas dese distrito cuando llegue la hora de representarlo en el campeonato provincial. Finalmente, el equipo de la provincia 1.1atraerá la lealtad de todolos pueblos desde el 4.1 hasta el 4.8 al enfrentarse al equipo de la provincia1.2, el cual, a su vez, es animado por todos los seguidores de los pueblos 4.al 4.16. La diferencia crucial que aparece al aplicar esta metáfora de la ligde fútbol al sistema político nuer es la siguiente: entre ellos, los «partidos»de todos los niveles se juegan de forma concurrente y simultánea. Quién setu amigo y quién tu adversario, y en qué nivel clasificatorio, es algo qudepende completamente del contexto. Los Nuer, explica Evans-Pritchard,viven de hecho «como si» este modelo describiera sus formas de estableceridentificaciones y alteridades. Si no fuera así, las venganzas de sangre entrelinajes estallarían fracturando todos sus asentamientos, en los cuales tienenque corresidir linajes máximos e incluso clanes.

Lo más significativo de esta gramática es la ausencia de un campeonato «nacional» en la liga de fútbol nuer. En un sistema acéfalo como el suyoen el que no existen instituciones formalizadas de poder coercitivo en unterrit<;>riodemarcado, nunca se da el nivel más alto de mismidad, es deciruna identidad étnica en tanto que «nuer» puros y simples. Es, por así decirlo, una casilla del sistema que se deja vacía, a menos que aparezca un contendiente de igual o mayor fuerza -como fue el caso con la aparición deimperio británico y su máquina militar. Cuando las tropas británicas invadieron Nuerlandia, los Nuer andaban persiguiendo, según dicta el modelo

diferentes rivalidades y alianzas en diferentes juegos y a diferentes nivelede segmentación. Sólo cuando los intereses nuer se vieron desafiados amás alto nivel por una amenaza británica que afectaba a todos en su con

 junto, las fisiones internas se fusionaron en una forma de resistencia unida

La belleza intelectual de esta gramática segmentaria de identidad/alteri-dad reside en su sensibilidad al contexto. El Otro puede ser mi adversarioen un contexto de bajo-nivel de segmentación, pero puede simultáneamen-

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GRAMÁTICAS DE IDENTIDAD/ALTERIDAD. UN ENFOQUE ESTRUCTURAL

te ser mi aliado en un contexto que se sitúe a un nivel de segmentación más

alto. La identidad y la alteridad son, así, cuestión de contexto, y los contex-toS   pueden jerarquizarse en función de niveles clasificatorios. En esta gra-mática, fusión y fisión, identidad y diferencia, no son asuntos absolutossinofunciones resultantes de reconocer el nivel segmentario adecuado. Porconsiguiente, en la gramática segmentaria la gente puede establecer su pro-pia identidad y alterizar la de otros de acuerdo con el contexto, esto es, deacuerdo con el nivel estructural de conflicto o disputa, coalición o coope-ración que esté en juego en un momento dado.

Por el contrario, esto es imposible en un sistema que no sea acéfalocomo el de los Nuer, esto es, carente de instancias politicas formales oestructuras institucionalizadas de poder político y territorial. En un mundodeestados territoriales y centros de poder, lo más cerca que podemos llegara estar de un sistema segmentario para identificar y excluir de este tipo esun sistema federal. En éste, una determinada elección o reivindicación meexigetomar partido en calidad de ciudadano de mi ciudad; otra me recla-ma como ciudadano de mi estado federal; aún otra me interpela como ciu-dadano de mi estado-nación; y quizá una cuarta como ciudadano de laUnión Europea o la Africana. Hay que admitir que tal política federal repre-senta una versión más bien empobrecida de la gramática segmentaria, dadoque frecuentemente corresponde a uno u otro centro de poder el dictarnosqué nivel de identidad está en juego en cada momento. Por otro lado, unaorganización federal puede ayudar a la gente a tomar consciencia de su uni-dad en un estrato segmentario superior mientras, al mismo tiempo, reco-noce la mutua diversidad en los estratos inferiores de segmentación. Sinembargo, cuando los centros de poder presionan a favor de una centraliza-ción o monopolio de su poder en sacrificio de niveles estratificados degobierno y autogobierno definidos por el contexto, la belleza intelectual dela gramática segmentaria desaparece y los estratos subordinados tienden arevelarse.

Sesenta años después del análisis de Evans-Pritchard, los Nuer y el restode pueblos del sur de Sudán son víctimas de una guerra genocida promo-vida por el gobierno inelecto del norte, llamada «guerra civil» tanto por susperpetradores como por la mayoría de los medios de comunicación mun-diales. La expresión «guerra civil» resulta, en este caso, una falsedad. Trasvarios siglos durante los cuales los pobladores del norte de Sudán esclavi-

zaron a ló"Sdel sur en el Sudán precolonial gobernado por Egipto, siguió el

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TEXTOS DE ANTROPOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

llamado «Condominio anglo-egipcio del Sudán», una construcción singu

larmente absurda por medio de la cual los británicos se arrogaban el poderpolítico mientras que los pobladores del norte continuaban ejerciendo sucapacidad de explotar económicamente al sur. Cuando los sudaneses denorte consiguieron en 1956 presidir la «independencia de todo Sudán», lobritánicos abandonaron corriendo sus planes previos de separar las domitades desiguales de su semicolonia en dos estados poscoloniales independientes. Bastó el descubrimiento de petróleo en el sur por parte de loamericanos en torno a 1980 para que los sudaneses del sur libraran unaguerra de independencia en respuesta a siglos de esclavitud precolonial

explotación colonial y anulación y robo tras la independencia por parte dlas autoridades y clases dirigentes del norte de Sudán. Desde entonces, loacontecimientos han sido horrendos. Mas ¿puede acaso la gramática de lsegmentación ayudarnos a entender esta «guerra incivil»?

La primera cuestión es si existe o no un estado llamado Sudán. Los Nuey otros pueblos del sur exigen su propia cúspide en una ordenación segmentaria de la identidad/alteridad: una república del sur de Sudán independiente de la «república islámica» del Norte. ¿Por qué, entonces, no pueden obtenerla? Después de todo, la república de Eritrea, que de hecho limita con e

Sudán actual, consiguió en los años ochenta la secesión respecto a la república de Etiopía, y es ahora un miembro soberano y plenamente reconocidode Naciones Unidas. La tragedia de los sudaneses del sur yace, no obstanteen los niveles clasificatorios por debajo de la punta de la pirámide. Los ejércitos de liberación del sur de Sudán, rivales entre sí, han sido incapaces -endetrimento propio y el de los demás- de definir los niveles federales mediante los cuales podrían organizarse en una nueva república del Sur de Sudánregionalmente deseable e internacionalmente viable.

Al seguir la historia de los Nuer y sus compatriotas sudaneses hasta lpolítica nacional de hoy día, podemos ver mejor cuál es el problema con lversión federal empobrecida de la sutil gramática segmentaria. Después dtodo, los Nuer fueron en el pasado los maestros y probados expertos en e

fino juego contextual de las identidades segmentarias: «quién sea yo, en umomento dado, es cuestión de contexto; y definir el contexto es cuestión dconocer el nivel clasificatorio correcto, contextualmente apropiado». Estconocimiento, no obstante, no es ya tan sutil y elástico, ni tan intelectualmente hermoso, como lo fuera en tiempos de Evans-Pritchard. Y aún as

cuando la existencia de centros de '~oqer reduce la gramática de segmenta

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GRAMÁTICAS DE IDENTIDAD/ALTERIDAD. UN ENFOQUE ESTRUCTURAL

ción a esa empobrecida versión que es el federalismo, parece sin embargoque no hemos olvidado del todo la habilidad que nos aporta para contex-tualizar nuestras definiciones del yo y el otro. Buena parte de la política quellevamos a cabo es, de hecho, una silenciosa dramatización de estos dife-rentes niveles segmentarios para crear identidad e insistir en la alteridad.Todas las demandas de descentralización y organización federal, en oposi-ción a monopolios de poder o a la así llamada globalización, son argumen-tos a favor de la gramática segmentaria para identificarse y alterizar. Estoagudiza más, si cabe, la cuestión crucial: ¿quién ha de tener el poder paradefinir el vértice último de la pirámide? ¿Quién define cuáles deben ser losniveles clasificatorios implicados? Volveremos sobre esta cuestion cargadade poder tan pronto como hayamos presentado la tercera gramática.

ENGLOBAMIENTO: DE LAS CASTAS INDIAS A LA COOPTACIÓN DELOS EXCLUIDOSs

Si la gramática orientalista resulta notable por su juego exotizante dedoble filo entre exclusión y aprecio; y si la gramática segmentaria impre-siona por su sutileza y flexibilidad contextual, lo que seduce de la terceragramática es su rigor plenamente universalizante. Fue elaborada por LouisDumont en su análisis del sistema indio de castas. La edición de Chicago desu Horno Hierarchicus   (1980) contiene un apéndice de ocho páginas dondeabstrae una lógica puramente formal que, según Dumont, describe la esen-cia del sistema de castas. Igual que con Evans-Pritchard, está fuera de sitiodiscutir si el análisis de Dumont teoriza adecuadamente o no el modo defuncionamiento del sistema social que está estudiando: por supuesto,varios antropólogos han desarrollado enfoques alternativos y continuaránhaciéndolo (Galey, 1991; Quigley, 1993). Lo que nos importa aquí es la ope-ración formal del englobamiento en tanto que gramática de identidad/alte-ridad. «Englobamiento»6 significa un acto de construcción de identidad porla vía de apropiarse -quizás deberíamos de llamarlo adoptar o cooptar-de formas escogidas de otredad. Como la gramática segmentaria, ésta tam-bién se basa en la distinción de niveles, pero en lugar de contextualizar la

5   El autor juega con la doble acepción de  outcast,   que significa tanto «intocable» (entre las castasindias), como también «excluido». [N. del T.]

6   Adoptamos aquí la traducción clásica del francés   englobement   como «englobamiento», que puede'encontrarse en la mayoría de las traducciones   y   citas de la obra de Dumont [N" del T.]

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(I   TEXTOS DE ANTROPOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

diferencia por la vía de reconocer una multitud de ellos, el englobamiento

reconoce solamente dos. El nivel más bajo de cognición reconoce la dife-rencia; el nivel superior, subsume lo diferente bajo -louniversal. Por expre-sarlo de un modo un tanto polémico: «puedes pensar que difieres de mí entu sentido de los valores o en tu identidad; pero en el fondo, o más bien,más arriba, no eres más que una parte de mí mismo». Visto desde abajo, lamujer es lo opuesto al hombre. Visto desde arriba, esto es, desde el nivel delhombre en tanto que define el término genérico, la mujer no es más queuna parte de lo humano. En otras palabras, tu diferencia no es situacionalo contextual, como sería el caso en la gramática de la segmentación -con

su aguda consciencia de los distintos niveles. Al contrario, es una ficciónresultante de tu propio bajo horizonte:   «tu»  bajo nivel de consciencia puedenecesitar de   «mi»   otredad para definirse, pero   «mi»   corazón es lo bastantegrande para   «nosotros».   Podemos ver un divertido ejemplo en Tomás deAquino, admirador de la antigüedad pagana que no podía resignarse a laidea de que, mientras él iría al cielo, Sócrates, Platón   y Aristóteles se que-marían en el infierno sólo porque Cristo les había llegado un poco tarde.

 Anima naturaliter christiana,   «el alma humana es cristiana por naturaleza»,decidió el doctor de la Iglesia, con lo que los virtuosos paganos fueron

englobados en una cristiandad por anticipado.

(Dumont):   (Dumont):

 jerarquía de castas

/\ 

(S. Tomás de Aquino):

«anima naturaliter Christiana»«humanidad»

/\    /\ 

hombre   f-mujer   alma   f-  almasalvada pagana

casta   f-  castasuperior inferior

/ \ =   define,   f-=es subsumido

Figura   4.3.   La gramática de englobamiento por subsunción jerárquica.

En la gramática de englobamiento, la categoría supuestamente subordi-nada es adoptada, subsumida o cooptada   (f-) al interior de la identidaddefinida   y, por así decirlo, apropiada por quienes lo llevan a cabo. El englo-bamiento es, por tanto, siempre jerárquico: hace falta la casta superior paraque englobe a la inferior, el cristiano para englobar a los paganos.

Para una aplicación de esto a debates actuales, retornemos a Southall,

el suburbio multiétnico de Londres donde llevé a cabo siete años de"'inyes

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GRAMÁTICAS DE IDENTIDAD/ALTERIDAD. UN ENFOQUE ESTRUCTURAL

tigación (Baumann, 1996). Se podían observar tensiones palpables entre

inmigrantes de procedencia hindú y sus vecinos de procedencia sij. Éstasvenían a reflejar los violentos conflictos en el Punjab, patria de ambos gru-pos, que culminaron con el asesinato de la primera ministra Indira Ghandi,elsitio del Templo Dorado de los sijs y las campañas terroristas de sijs fun-damentalistas contra hindúes y de nacionalistas hindúes contra sijs. Y aúnen medio de esta batalla y sus ecos transnacionales, la mayoría de los hin-dúes de Southall insistía en que la violencia carecía de motivo: «Los sijs sonhindúes», repetían una y otra vez, «el único problema es que no lo saben».Los cristianos también son hindúes, me dijeron en varias ocasiones; a fin

de cuentas, Cristo no fue más que una reencarnación de Brahma, elCreador de Todo. La lógica del englobamiento es tan flexible como impe-riosa: desde un nivel inferior de consciencia, las minorías (o incluso lasmayorías, puesto que eso son los sijs en Southall y los cristianos en GranBretaña) pueden considerarse a sí mismas diferentes; pero desde un nivelsuperior de consciencia esas supuestas diferencias no son sino ficciones dela política de la identidad. En realidad -o, mejor dicho, desde arriba- esosque se autodefinen como otros no son más que una parte subordinada deun englobante Nosotros.

Un segundo ejemplo londinense se refiere a la pretensión, sobre todopor parte de los activistas afrocaribeños, de que su propia designación decolor «negro» resultaba tan aplicable a los descendientes de asiáticos comoa los afrodescendientes. «Negro», argumentaban, es un «color político», nouna mera descripción del color de piel. Como cabe esperar, en Southalllamayoría de los descendientes de asiáticos se quedaban perplejos, y muchosde ellos furiosos, al ser llamados «negros políticos» por los «negros» de piel.

(hindúes):hindúes

«<anti-racistas» ):«personas negras»

1\ 

hindúes ~ sijs   afro-caribeños ~ otras gentes de color

Figura 4.4. Gramáticas de englobamiento en Southall, Londres, 1986-92.

Esta exposición breve y necesariamente anecdótica de las tres gramáti-cas ha aludido a ejemplos diferentes para cada una de ellas. Es crucial, no

obstante, el hecho de que las mismas situaciones sociales de construcción de

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TEXTOS DE ANTROPOLOGíA CONTEMPORÁNEA

identidad   y alteridad pueden hacer uso de varias gramáticas al mismo tiem-

po. Las gramáticas aparecen, entonces, como versiones en competencia quesirven para identificarse y alterizar. Antes de dedicar la próxima sección aesta simultaneidad de diferentes gramáticas en sus usos sociales, puederesultar útil resumir en un diagrama la estructura básica de cada una.

Orientalismo:   Englobamiento:

Sí mismo como un todo

Segmentación:

1\ 

/   \ 

/  \   /\ /\/\/\/\ 

Sí mismo   +   Otro -

Sí mismo - Otro  +   Sí mismo como parte (-- Otro como subparte

Figura 4.5. Tres gramáticas de identidad  y  alteridad

Si las gramáticas ayudan a distinguir y sistematizar tres modos diferen-tes de llevar a cabo construcciones de sí mismo y de los otros, nuestra pró-xima tarea ha de ser comprobar en qué medida nos permiten realizar com-paraciones. Para ello el mejor punto de arranque es la comparación dentro

de un mismo contexto etnográfico. Así, resultará útil seguir a las diferentesgramáticas en constelaciones del sí mismo y los otros donde el problemacrucial sea: «¿Quiénes somos? ¿Quiénes son ellos?», pero donde los dife-rentes partidarios escojan gramáticas diferentes para hacer valer su puntode vista. Seguramente, hay muy pocas constelaciones en las que gentes dis-tintas no tengan elección entre una u otra gramática para la construcciónde sí mismo y de los otros. Intentemos verlas, pues, en situaciones deenfrentamiento gramatical, cuando gramáticas diferentes ofrecen solucio-nes distintas a distintas personas; o, como realmente puede ocurrir, a las

mismas personas en diferentes contextos. Las próximas secciones ensayanesto en los ámbitos de la política, la religión y la estética.

LAS GRAMÁTICAS EN COMPETENCIA E INTERACCIÓN: EJEMPLOSDE POLÍTICA Y RELIGIÓN

Podemos observar ejemplos en los que las tres gramáticas se encuentranen competencia o rivalidad entre ellas, en pugnas de diverso nivel: personacontra persona, partido contra partido y país contra país. Cada uno de loscontendientes puede construir su «otro»J' elegir si declararlo una orienta-

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GRAMÁTICAS DE IDENTIDAD/ALTERIDAD. UN ENFOQUE ESTRUCTURAL

lizada imagen en espejo, un adversario o aliado segmentario en uno u otrocontexto convenientemente especificado, o como un otro que exagera su

diferencia cuando de hecho es -«realmente y en el fondo»- no más queuna parte englobable de «nosotros».

Consideremos brevemente el ejemplo de la Alemania de posguerra conobjeto de ilustrar esta competencia entre gramáticas. Durante las dos pri-meras décadas de existencia de dos Estados alemanes (aproximadamenteentre 1948 y 1969), los gobiernos de Alemania del Oeste reclamaron el«Derecho a la Representación Única», lo que se conoce como doctrinaHallstein. Esto supone una gramática de englobamiento: si bien había, de

facto, dos Estados alemanes, esta posición arguye que «en el fondo»,  de iurey moralmente, los ciudadanos de la Alemania comunista no eran más quealemanes occidentales deprivados de su «auténtica» ciudadanía y naciona-lidad. Durante las dos décadas siguientes (aprox. 1969-1989), la  Ostpolitik 7 

de la Alemania Occidental fue poco a poco aceptando las gramáticas seg-mentarias propuestas desde hacía mucho por las élites estatales de laAlemania Oriental: el canciller Brandt y sus sucesores nunca reconocieronplenamente la versión segmentaria de los orientales (<<Dosnaciones sobresuelo alemán, una capitalista, otra socialista»), pero admitieron con realis-

mo la situación mediante otra doctrina también segmentaria:   « Una naciónalemana, dos Estados alemanes soberanos».

Cuando los dos Estados se unificaron en 1989, muchos ciudadanos deAlemania del Este deseaban una solución segmentaria: dos Estados alema-nes fusionando lo mejor de cada uno en un vértice piramidal de nueva crea-ción; una Alemania que fuera tanto democrática como socialista. La solu-ción real e histórica, sin embargo, fue la efectiva anexión de la anteriorAlemania del Este por el poderoso estado del oeste, reafirmando comoúnico orden legítimo la constitución, cultura política, leyes y sociedad civil

de Alemania Occidental. Irónicamente, esta solución clamorosamente pro-occidental pareció tan irreal e imperialista que la capital de ese estado uni-ficado hubo ser transferida de Bonn a Berlín, anteriormente dividida en dossectores. De forma igualmente irónica, los ex alemanes occidentales y los exalemanes orientales siguen hoy día pensándose mutuamente según una

7   Lit. «política del Este». Se refiere al abandono a comienzos de los años setenta de la doctrinaHallstein propia de la época de Adenauer   y  la adopción, por parte de los socialdemócratas del canciller WillyBrandt;de un esfuerzo de normalización de las relaciones de la RFA con respecto a la RDA [N. del T.]

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TEXTOS DE ANTROPOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

gramática orientalizante: los del Oeste se ven a sí mismos mayoritariamen-

te como emprendedores, autónomos y tolerantes, pero también como mate-rialistas, egoístas y anómicos; ven a los del Este como faltos de iniciativa,dependientes del estado e intolerantes, pero también como más sociables  ysolidarios, y menos anómicos. No es preciso añadir que la mayoría de losalemanes del Este responde con imágenes especulares igualmente negati-vas, dentro de la misma constelación orientalista: «nosotros», la gente devalores sociales y solidaridad, contra «ellos», los egoístas materialistas;pero también «nosotros», los provincianos algo inexpertos, contra «ellos»,los cosmopolitas de mundo.

Volviendo a nuestro rastreo de la gramática segmentaria en la políticade nuestros días, ya hemos entrevisto cómo los «inventores» de la gramáti-ca segmentaria, los Nuer de Evans-Pritchard en el sur de Sudán, lucharoncontra la perversión pseudo federalista de esa gramática impuesta por elgobierno genocida del norte. Los Nuer tenían poca elección salvo revelarsecontra esa perversión, pero tanto ellos como los demás sudaneses del surfueron incapaces de ponerse de acuerdo en tomo a cómo subdividir sunueva pirámide de poder. El punto crucial en disputa -quién define el vér-tice último de la pirámide, así como los niveles clasificatorios que han deintervenir- resulta igualmente claro en la política europea.

De cara a estructurar la Unión Europea se contraponen dos posibles ver-siones de la gramática segmentaria. Una, actualmente en vigor, es una«Europa de estados-nación» que segmenta las estructuras de poder a nivel delas capitales de cada estado. La otra, visionada como una «Europa de lasRegiones», saltaría ese nivel nacional para segmentar las estructuras depoder según ciudades que operan como metrópolis regionales. Al saltarse elnivel clasificatorio de las capitales estatales, una «Europa de las Regiones»

esquivaría constelaciones de Nación-Estado problemáticas; uno puede pen-sar aquí en flamencos y valones en Bélgica;en catalanes, vascos y otras nacio-nalidades dentro del estado español, o en los escoceses, galeses e irlandesesdel norte, quienes ya no tendrían que acceder a Bruselas vía Westminster.Así, esta reescritura de la gramática segmentaria parece contar con algúnpunto a su favor. Por otro lado, sin embargo, es evidente que forzaría a rees-cribir la gramática de las identidades europeas de acuerdo con criterios etno-lingüísticos potencialmente represivos. Dejaría de corresponderle a Madriddecidir quién es ciudadano español; le correspondería, en cambio, a

Barcelona decidir quién es ciudadano catalán, y a Cardiff quién es lo bastaR...

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GRAMÁTICAS DE IDENTIDAD/ALTERIDAD. UN ENFOQUE ESTRUCTURAL

te galés para ser galés. y esa reescritura no habría de detenerse en las fronte-ras de los actuales estados-nación. Al saltarse el nivel de la nación-estado,podría haber también una región vasca de Europa, a horcajadas de la anti-

gua frontera entre ex España y ex Francia; o una región tirolesa a lo largo dellímite austro-italiano. El ejemplo sirve para mostrar que, dentro de estructu-ras de poder institucionalizadas y al contrario de lo que ocurría con el siste-ma acéfalo de los Nuer, los sistemas segmentarios sólo pueden funcionarcuando existe consenso sobre los niveles clasificatorios. Ese consenso ha dedefinir no sólo el vértice de la pirámide segmentaria, sino también todos ycada uno de los criterios que definen los diferentes niveles de segmentación.Vemos así que la disputa entre gramáticas de identidad/alteridad, o inclusola disputa en cuanto a la aplicación de alguna de esas gramáticas, está lejos

de ser un mero pasatiempo clasificatorio. Implica modos de autoconstruirsey  alterizar mutuamente incompatibles, a veces incluso inconmensurables.Las apuestas son igual de elevadas cuando contemplamos la competiciónentre gramáticas en aquellos contextos denominados «religiosos».

Resulta errado separar mediante un cordón sanitario los discursos «reli-giosos» respecto de cualquier otro «discurso de autoridad» (Asad, 1993).Por esa razón, usaré el término aquí sólo como una suerte de atajo de sen-tido común, para designar aquellas formas de construcción de sí mismoque vienen articuladas «en el nombre de» una u otra jerarquía o convicción

que se auto denomine «religiosa». Lo habitual es que tales aspiraciones reli-giosas a la autoridad o la verdad se argumenten por la vía de una gramáti-ca orientalizante. Por acudir a un viejo ejemplo, muchos católicos concedenvalor al esplendor ritual y «profundidad ultramundana» de su propia tradi-ción por encima de la «sobriedad» y superficialidad que atribuyen a los pro-testantes; al mismo tiempo, admiten que el individualismo liberal «protes-tante» tiene algo de lo que ufanarse frente al talante jerárquico delpensamiento «católico». Esta gramática de imágenes especulares negativaspuede encontrarse con la misma facilidad entre cristianos y musulmanes,

 jerarquías sufíes  y anti-sufíes en el Islam o, para lo que nos concierne, ten-dencias enfrentadas dentro del judaísmo, el hinduismo, el budismo o cual-quier otro «ismo» religioso que queramos buscar. Los «ismos» académicosno son, por cierto, una excepción: orientalizar al otro es fácil, así ese otrosea conocido o desconocido, definido o indefinible.

Cuando, empero, el sí mismo y los otros así constituidos sufren unamisma presión desde el exterior ~por un florecimiento repentino del

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rTEXTOS DE ANTROPOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

secularismo y agnosticismo circundantes, pongamos por caso-, enton-ces a menudo sus mutuas diferencias vienen a ser relativizadas por mediode una gramática segmentaria. Estas nuevas versiones de la gramáticasegmentaria suelen encontrarse implícitas especialmente en procesoscuya meta son las «iniciativas ecuménicas» o el «diálogo de credos».Aquí, de nuevo, es la elección del vértice superior de la pirámide, así como de los niveles clasificatorios intervinientes, lo que especifica lainclusividad o exclusividad de la identificación y la alterización. Si tesitúas en el vértice más elevado posible, cantarás con Mozart su últimaCantata Masónica,   KV 618:

Tú que adoras al Creador del inmenso universo,ya lo llames Jehová o Dios, Fu o Brahma,escucha la palabra del Señor Universal!

(Mazart, 1791: 1)  [trad. al inglés del autor].

Es éste un magnífico ejemplo de aplicación de la gramática segmenta-ria a todas las convicciones reconocidas como «religiosas».

No es sorprendente que la mayor parte de los usos religiosos de la gra-mática segmentaria sean algo más selectivos, tanto al definir la «identidadcon» otro como la «identidad respecto del» otro. Así, en lugar de colocar un

supervértice en lo alto de la pirámide segmentaria, insertan niveles clasifica-torios intermedios. Un ejemplo familiar es la idea musulmana de «gentes dellibro»   (ahl al-kitab),  que postula un parentesco cercano entre judíos, cristia-nos y musulmanes en virtud de reconocer una fuente común en lo que los

 judíos llaman la Torah y los cristianos los primeros libros del AntiguoTestamento. La misma idea fue retomada en los Estados Unidos bajo el nom-bre de «religiones abrahámicas», y fue incluso usada por políticos moderadostras la masacre del  World Trade Center  del   11 de septiembre para calmar lahisteria y el odio populista contra los musulmanes. Desafortunadamente, la

invocación pública de una gramática segmentaria no impidió gran cantidadde arrestos indiscriminados de musulmanes, tanto norteamericanos comoextranjeros. Cuando el orientalismo reina, las gramáticas segmentarias lo tie-nen crudo para argumentar a favor de la igualdad bajo uno u otro de los nive-les clasificatorios.

. . . .

En las últimas décadas, las iniciativas interconfesionales que se autode-nominan «Pueblos de la Fe» han propagado un~ nueva versión de la gra-

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TEXTOS DE ANTROPOLOGíA CONTEMPORÁNEA

«Más de la mitad de los obispos de la iglesia anglicana dicen que los cristia-nos no están obligados a creer que Jesucristo fuera Dios [...] Realmente, elque hoy veamos este respaldo por prominentes sacerdotes [cristianos] en lotocante al verdadero estatus de Jesucristo es una justa recompensa por los

inagotables esfuerzos y la cabal, positiva y racional propagación [de esehecho] por parte de los teólogos musulmanes» (Bana, 1988: 2).

En estos casos es evidente que los diferentes sí mismos y los otros así deli-neados no tienen por qué estar de acuerdo sobre el uso de una u otra gra-mática. Al contrario, lo que las convierte en herramientas argumentativas esprecisamente la existencia de asimetrías en su uso. Mientras un partido afir-ma englobar al otro, éste último a menudo responderá postulando una gra-mática de segmentación. Cuando un partido desea excluir a otro de un orden

segmentario potencialmente compartido, a menudo retomará a una gramá-tica orientalizante para enfatizar la alteridad del partido opuesto. Las gra-máticas proporcionan un repertorio de estructuras mediante las cuales des-plegar argumentos sobre sí mismo y los otros; pero es crucial subrayar quetodas las gramáticas están siempre a disposición de todos los actores socia-les implicados, y que lo que importa en los procesos sociales de identificarsey alterizar empíricamente observables es precisamente el juego de invoca-ciones y revocaciones de dicha gramática, en constante desplazamiento.¿Qué sucede, entonces, cuando rastreamos las gramáticas en producciones

altamente formalizadas, o en procesos sociales «terminados» tal y como loshallamos en las obras de arte o -para lo que nos interesa- en las manifes-taciones de la cultura popular? Esta cuestión nos conduce al campo de inves-tigación más complejo para las ciencias sociales: el de las estéticas.

LAS GRAMÁTICAS EN COMPETENCIA E INTERACCIÓN:EJEMPLOS DE ESTÉTICA

Las producciones estéticas, ya se trate de óperas o teleseries, folletineso novelas, canciones folklóricas o revistas de moda, deben crear dos cosasal mismo tiempo: un sí mismo con el cual el lector, espectador u oyentepueda identificarse; y un otro que el consumidor o decodificador de la obrapueda comprender como el polo contrario contra el cual se produce esaautodefinición. Lo que hace clásicos a los clásicos es, precisamente,   el

peculiar modo orientalizante en que la ópera y el teatro, las novelas   y lapoesía disponen los po~osdel yo y el otro. El errado don Juan precisa   el polo

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GRAMÁTICAS DE IDENTIDAD/ALTERIDAD. UN ENFOQUE ESTRUCTURAL

contrario de su terrenal sirviente Leporello, igual que Don Quijote necesitae l polo contrario de Sancho Panza. La yuxtaposición inicial subraya la opo-sición orientalizante con nitidez de titulares: «Noble Héroe Sorprendente»versUS«Sirviente Previsiblemente Simple». Pero el desarrollo de la tramadramática va abriendo los ojos y oídos del lector u oyente a la progresivainversión de este contraste orientalista: es Don Juan quien acaba en elinfierno,  Y  Leporello quien vivirá para contar la historia de su divino casti-go;de modo parecido, es Don Quijote quien acaba sucumbiendo a sus ilu-siones, Y   Sancho Panza quien vive para proferir su sabio comentario finalen torno a las vicisitudes de dejarnos llevar por quijotescas fantasías.

Alinterior de esta estructura orientalista con frecuencia se trama, segúnse va desplegando, un divertido o excitante juego con órdenes segmenta-

rios. Su forma clásica es la Comedia de los Errores, cuando una persona esconfundida con otra y viceversa; cuando el esperado encuentro amoroso delhéroe con la heroína y del sirviente con la sirvienta amenaza con conver-tirse en un emparejamiento erróneo de héroe con sirvienta, o de sirvientecon heroína. Las fisiones y fusiones de la estructura segmentaria son mos-tradas tanto en su forma más probable como en las más improbables, pararetornar finalmente al orden en gozosa reafirmación de los emparejamien-tos y fusiones amorosos socialmente esperables.

Tales estructuras -tanto el lento despliegue de una gramática orienta-lizante como el juego con las posibilidades de una gramática segmenta-ria- son de una difusión asombrosa, ya se trate de óperas (desdeMonteverdi hasta Berg pasando por Verdi), de novelas (desde Cervanteshasta Thomas Mann pasando por las hermanas Bronté), de dramas ycomedias (desde Calderón hasta Chejov pasando por Racine), de culturapopular y de masas (desde las historias de detectives inglesas hasta las tele-series globales, pasando por las fotonovelas brasileñas). El muestrarioparece infinito. Es bastante posible que también las secuencias pornográ-ficas hagan lo mismo: jugar con el lento despliegue de una gramáticaorientalizante, ya verse sobre hombre/mujer, negro/blanco, fuerte/débil,deseoso/reluctante, proporcionando con ello todo tipo de fisiones y fusio-nes segmentarias, tanto esperables como inesperadas. Pero volvamos a unejemplo más casto, procedente de la literatura convencional, para ver enacción el juego de las gramáticas. La poesía amorosa se ofrece de unamanera inmediata como una negociación estética de identidad con -yalteridad respecto a- algún otro. Siguiend9 el ejemplo de ciertos amigos

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(TEXTOS DE ANTROPOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

míos (Gingrich y Fox, 2002), tomaré el más famoso de los sonetos deShakespeare, el número XVIII:

¿Habré de compararte a un día de verano?Tú eres más deleitable, y también más templado:fuertes vientos sacuden los capullos de mayoy el plazo del verano vence en tiempo muy breve.

A ratos con exceso brilla el ojo del cieloy otras veces mengua en su aspecto dorado;y alguna vez decae cuanto es bello, marchitopor azar o por cambios de la naturaleza;

mas nada agostará tu verano perpetuo,ni vas a perder nunca la belleza que adeudas,ni de darte su sombra se jactará la muerte

cuando en versos eternos perdures en el tiempo;

mientras haya hombres que alienten u ojos que mirar puedan,mientras vivan los versos, a  tí te darán vida8•

¿Podemos aproximamos por medio de las tres gramáticas a este texto desublime factura? Debo aclarar que la intención no es «resolver» el misterio

del poema, ni disolver su cualidad estética o su impacto emocional. La inten-ción es someter las gramáticas a la prueba de su confrontación con lo mejordentro de una tradición estética particular. Veremos con ello que el poemaestá elaborado de una manera no sólo sublime, sino además ingeniosa.

Al preguntar si el ser amado puede fundirse simbólicamente con elorden segmentario cuyo vértice definitorio es el verano (<<¿Deberécompa-rarte ...?») la respuesta es negativa, y la explicación se va dando medianteuna serie de oposiciones orientalizantes: el verano carece de la perfección

del amado, quien parece intemporal (<<tuverano perpetuo»). Esta intempo-ralidad, no obstante, no reside en el amado mismo, sino en el poema («ver-

8   Shall 1 compare thee to a summer's day? / Thou art more lovely and more temperate: / Rough winds

do shake the darling buds of May, / And summer's lease hath all to short a date: /  So metime too hot the eyeof 

heaven shines, / And often is his gold complexion dimmed; / And every fair from fair sometimes declines, /  B y

chance, or nature's changing course, untrimm'd; / But thy eternal summer shall not fade / Nor lose possession

of that fair thou ow'st, / Nor shall Death brag thou wander'st in his shade; / When in eternallines to time thou

growest: /  So  long as man can breathe or eyes can see, /  So   long lives this, and this gives life to thee.

[Versión al castellano libremente adaptada para la presente traducción a partir de la edición bilingüe de.... Gustavo Falaquera: W. Shakespeare,   Sonetos.   Madrid: Hiperión, 1993¡ pág. 51].

11h

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GRAMÁTICAS DE IDENTIDAD/ALTERIDAD. UN ENFOQUE ESTRUCTURAL

soseternos»), el cual, al englobar la alteridad del amado en su propia iden-

tidad intemporal, infunde esa vida perenne a la persona así englobada.puede que no sea ésta la idea que todo el mundo tiene del amor,   y   cierta-mente el amante -o más bien el poeta- está traspasando los límites de lamodestia. Con todo, esto sólo vuelve aún más enigmático el porqué fue pre-cisamente este soneto, de entre los ciento cincuenta   y  cuatro que escribieraShakespeare, el destinado a convertirse en el número uno de la lista mun-dial de clásicos pop de la literatura amorosa inglesa. Puede que nuestrasgramáticas tengan algo que decir al respecto.

Mientras se cuentan por miles los poemas de amor que se agotan a sí 

mismos y al lector en comparaciones interminables del tipo «eres como ...»,aquí el juego con la fusión   y fisión de identidad/alteridad segmentarias serestringe sólo al primer verso. Los siguientes diez u once versos proceden ainteresar al lector, profundizando en el juego de oposiciones orientalizan-tes tan familiar en Shakespeare. Puede que a primera vista los símbolosusados parezcan difíciles de descifrar (<<elplazo del verano», «el ojo delcielo», «las bellezas temporales», «la belleza que adeudas» )9 ,  pero hasta unlector con un modesto dominio del inglés intuirá la estructura del argu-mento: el verano considerado perfecto, el verano considerado deficiente, los

humanos considerados imperfectos, el ser amado verdaderamente perfec-to. La gramática de oposiciones orientalizantes permite al lector clasificarlas relaciones mutuas entre los símbolos, aún cuando los símbolos mismosno han sido descifrados todavía. Llega entonces el golpe de ingenio: elamado es inmortal porque ... el poema de su amante es inmortal. Este súbi-to cambio hacia una gramática de englobamiento arroja una luz entera-mente nueva sobre el poema, que reclama ahora ser releído de nuevo. Dosde las gramáticas, usualmente el orientalismo seguido por la segmentación,pueden reconocerse fácilmente en cada uno de los ciento cincuenta sonetos

de Shakespeare. Con todo, quizá la especial intensidad del soneto XVIIIdeba algo a su dramática progresión a través de las tres gramáticas: delcuestionamiento de la segmentación a un chocante acto de englobamiento,pasando por un voluptuoso juego con oposiciones orientalizantes. Si nece-sitáramos prueba de que Shakespeare no fue el amante, sino un simpleencargado por «Mr W. H.», el patrón de los sonetos, este hábil giro grama-tical habría de persuadirnos de ello.

9  En el origin~t:   «S/A.mmer's lease», «eye of heaven», «fair from fair», «fair thou ow'st»   [N. delrr

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TEXTOS DE ANTROPOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

Sin embargo, en una revisión de los usos estéticos de las tres gramáticascorresponde a la música proporcionar los ejemplos más sutiles.Consideremos, para empezar, la relación de la música occidental con «otrasmúsicas», tal y como fuera elaborada sucesivamente en la estética musicaldel primitivismo, el exotismo y, más recientemente, la   «world music».   Elprimitivismo musical ve la música occidental como sofisticada, la «músicaprimitiva» como silvestre o carente de refinamiento. Por la inversión orien-talista, no obstante, la música occidental puede también ser vista comosobre culturada y cerebral, la «primitiva» como refrescantemente primor-dial y elemental. El resultado es una estética compositiva caracterizada típi-camente por el carácter chillón y angular de los sonidos «primitivos», quese entonan para interrumpir y contradecir, para amenazar y a veces cues-tionar las líneas cantábiles y armónicas de los elementos occidentales.

El exotismo musical, tal y como lo encontramos en la obra de Ravel oDebussy, o en las incontables «rapsodias españolas» escritas por composi-tores franceses, alemanes o norteamericanos, busca superar las tajanteslíneas divisorias del orientalismo y persigue, en cambio, una fusión mutuaentre los mundos sonoros de lo familiar y lo exótico. Podemos reconstruir-la como una tentativa de combinar músicas diferentes mediante una gra-mática segmentaria. Resultados clásicos serían, por ejemplo, las fusionesde Bartók o Kodály entre escalas occidentales y ritmos exóticos, a menudode origen campesino; alternativamente, el juego de Debussy con escalasexóticas chinas o javanesas contenidas dentro de ideas occidentales tradi-cionales sobre ritmo y forma; o incluso la infusión de elementos de jazz porparte de George Gershwin en su autodeclarado objetivo de crear una«música verdaderamente [norte ]americana». Soluciones similares puedenhallarse también en lo que desde su surgimiento se ha venido llamando la«world music».   Aquí también la idea subyacente es una gramática segmen-taria, en la cual cada tradición musical del mundo pueda ser fundida conmuchas otras, o con una selección de ellas. Pero lo que a menudo muestranlos resultados es una división del trabajo harto previsible: escalas occiden-tales combinadas con ritmos cruzados africanos, ritmos occidentales com-binados con técnicas vocales del Este, o ritmos y timbres no occidentalesembutidos en rígidas formas occidentales del tipo A-B-A.Las permutacio-nes son numerosas, pero los resultados, desde las Danzas Bohemias deDvorak al   Graceland    de Paul Simon con su sudafricana inspiración, com-parten normalmente el-mismo dilema: los compositores occidentales criti-

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GRAMÁTICAS DE IDENTIDAD/ALTERIDAD. UN ENFOQUE ESTRUCTURAL

can su falta de unidad estética, mientras que los músicos no occidentales

critican su falta de autenticidad. ¿Pueden ayudarnos las gramáticas a cla-rificar este problema?

La música «exoticista», la «americanista» y la   «world music»   compartenun mismo dilema gramatical, esto es, el dilema entre una fisión y fusión seg-mentaria entre estilos aún reconocibles y una gramática de englobamientoque fuerza los elementos exóticos u «otros» a «encajar» dentro de marcosestéticos que les son ajenos. Seamos concretos a riesgo de desmentir a dos

~. músicos otros». Es impensable que un campesino bohemio se reconozca enlos préstamos musicales de Dvorak, como también lo es dar con un músico

de jazz que no acuse a Gershwin de «robar y usar   nuestra   música». Se pre-cisa una sobredosis de hegemonía cultural para encontrar un músico sud-africano o indio que aplauda la forma en que   «nosotros»   somos representa-dos en   «su» world music.   Al mismo tiempo -y aquí viene la belleza delenfoque de las tres gramáticas-, no encuentras músicos folk rusos acusan-do a Stravinsky de robar su integridad estética, como no los hay húngarosque echen en cara a Bartók su trabajo con -más que uso de- esa estéticamusical folk. Lo que parece crucial es la transformación que va de usar a losotros, esto es, englobarlos, hacia trabajar con ellos, esto es, redefinirse uno

mismo dentro de un nuevo orden segmentario. Lo que tenemos en el primercaso es una construcción de sí mismo y los otros que proclama la gramáti-ca segmentaria, pero realmente subsume su «otro» exotizado por medio deun englobamiento jerárquico o hegemónico. En el segundo caso, lo queencontramos es una nueva forma de definirse a sí mismo, la creación de unnuevo vértice estético (<<auténticoBártok», «auténtico Stravinsky») quealcanza su integridad por la vía de redefinirse a sí mismo en una oscilaciónsiempre cambiante entre la fusión y la fisión.

Si este test del argumento de las tres gramáticas parece funcionar tanbien en los ámbitos de la política, la religión e incluso la estética, entoncesel argumento en sí mismo se halla en apuros: un argumento que funcionatodo el tiempo no parece valer mucho. Permítaseme entonces cambiar lastornas, sometiendo a las gramáticas a dos desafíos más exigentes.

El primero de ellos será bien conocido para quien haya notado suestructuralismo: superficialmente las estructuras parecen binarias, perotienen una base ternaria. Es éste un desafío serio (Benveniste, 1971;Douglas, 1966; Lévi-Strauss, 1968; Turner, 1969; Leach, 1976; Mróz, 1984),

por cuanto a primera vista nuestras gramáticas .parecen obcecadamente

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TEXTOS DE ANTROPOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

binarias. El segundo de los desafíos resultará familiar a quien conozca los

principios de autocrítica teórica y metodológica: si no puedes especificarlas condiciones o contextos que vuelven inaplicable tu teoría, entonces lateoría en su conjunto es inservible (Popper, 1972; Kuhn, 1962; Luhrmann,1989). En otras palabras, lo que exige este desafío es que especifiquemospor anticipado las condiciones bajo las cuales las gramáticas dejarán defuncionar. Para afrontar el desafío ternario argumentaré que, ciertamente,estas gramáticas son las tres ternarias, pero cada una de ellas lo es a sumanera. En cuanto al desafío de la autofalsación, me referiré al problemade la violencia excepcional, esto es, formas de violencia que no mantienen

un sistema de inequidad entre el sí mismo y los otros, sino que destruyen elpropio sistema, destruyendo con ello tanto a los otros como las previasidentidades tal y como solían ser definidas.

LA FORMULACIÓN DEL DESAFÍO TERNARIO: BENVENISTE, LÉVI-STRAUSS, MRÓZ

A primera vista, las tres gramáticas parecen binarias. Crean la identidady su otro como polos mutuamente excluyentes: «Loque es mío no puede ser

tuyo, y lo que es tuyo no puede ser mío». De ser correcta, esta observaciónabre una vieja caja de truenos: la objeción más añeja frente al pensamientoestructuralista. El estructuralismo, dice, es una forma de ver el mundo enblanco y negro. «Traza una línea por mitad de la página y con eso puedes

 jugar a ser Lévi-Strauss», me confió uno de mis profesores de doctorado enel momento álgido del estructuralismo lévi-straussiano. Pero hasta el estruc-turalismo de Lévi-Strauss era consciente en su época de que las divisionesbinarias del mundo tienen escasas posibilidades de capturar la riqueza   y

sofisticación de las taxonomías que del mismo hacen «otros» pueblos. En lo

que sigue, resumiremos ese desafío temario mediante tres ejemplos.

Construir el mundo en términos de estnlcturas binarias, puede argu-mentarse, constituye la herramienta clasificatoria más antigua de hombresy mujeres, jóvenes y viejos, incluso de homínidos tempranos de este ladodel río por oposición a los homínidos del otro lado. Al mismo tiempo, todadivisión en dos suscita automáticamente la incómoda cuestión de qué es loque haya entremedias. De manera inevitable, los binarismos concitan laposibilidad de una tripartición, y los antropólogos tenemos una larga tra-

-uición en el reconocimiento de este hecho. Pensemos, pbr .ejemplo, en el

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GRAMÁTICAS DE IDENTIDAD/ALTERIDAD. UN ENFOQUE ESTRUCTURAL

descubrimiento clásico de Van Gennep (1909) de que todos los ritos de pasoinsertan una fase de transición, llamada de umbralo «liminal», justo en ladivisoria entre el «antes» y el «después» del cambio de estatus experimen-tado por el neófito. Antropólogos posteriores, los más conocidos MaryDouglas (1966), Victor Turner (1969) y el gran Edmund Leach (1976), hanlevantado una auténtica escuela sobre el reconocimiento de estas triparti-ciones que se ocultan detrás de estructuras aparentemente binarias -o,mejor dicho, entre ellas.

Los ritos de paso del ciclo vital insertan al neófito entre el iniciado y elno iniciado. Del mismo modo, insertan entre la vida y la muerte la presen-

cia liminal de aquél que, sin que se le pueda considerar del todo muerto, hadejado de estar animado -quien se ha convertido en ancestro sin llegaraún a espíritu puro-o Los ritos de paso estacionales elaboran de formasimilar el periodo liminal entre el invierno y la cuaresma mediante unaantiestructura de carnaval; también separan la estación seca de la lluviosacon un festival de la lluvia (para atraerla), normalmente de tres días deduración. Hasta los ritos de paso más breves insertan un periodo liminalentre el «antes» y el «ahora»; fijémonos si no en la ya extendida costumbremodernista del «minuto de silencio». Éste se introduce oficialmente con

posterioridad a una confrontación colectiva con la muerte -sea la de un jefe de estado o una masacre como la del   World Trade Center-   y prece-diendo al necesario retorno a las rutinas del día a día. El asunto se vuelvemás interesante cuando esa tercera parte no es un intermedio liminal, cuyadefinición descansa en las dos fases del antes y el después, que aparente-mente se definen a sí mismas, sino que asume un estatus definicional pro-pio, de nivel equivalente.

En secuencias temporales es difícil alcanzar esta autonomía definicional

deltercer término, dado que tendemos a estructurar nuestros órdenes tem-porales según categorías de «antes» y «después», considerando el «entreme-dias» [in-between]   no más que como un momento pasajero (ya se trate de unaño de luto, una cuarentena, un puente de tres días o un minuto de silencio)o, como dice Leach, en términos de «intemporalidad» (1976: 34-5). La gra-mática de la tripartición se hace todavía más visible y más autónoma cuan-do ordenamos el mundo social no según el tiempo, sino según relaciones deinteracción. Dos de tales órdenes nos interesan especialmente. Uno es elordenamiento de la interacción por estructuras lingüísticas; el otro es el

ordenamiento de la interacción por estructuras maritales. Por sorprendente ....

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TEXTOS DE ANTROPOLOGíA CONTEMPORÁNEA

que pueda sonar, en ambos casos la evidencia es bastante simple. Para el primero, las estructuras lingüísticas, lo más instructivo será volver sobre las lin

güísticas estructuralistas de Emile Benveniste (1971) y aplicarlas con layuda del sociólogo Lech Mróz (1984). Para el segundo caso, lo más interesante es retomar a la antropología estructuralista de Claude Lévi-Strauss  yaplicarla con vistas a descubrir las implicaciones tripartitas de cada una delas gramáticas binarias avistadas hasta aquí.

Emile Benveniste trató de entender el lenguaje no como un sistema dseñales operado entre un emisor   y un receptor, sino como una práctica ddiscurso que involucra siempre, así sea de manera implícita, a un tercero

(1971). Decir «te quiero» parece el ejemplo más obvio de proposición entredos. Con todo, carecería en últimas de sentido si no fuera por la existenciade un tercer término, excluido como no-amado por parte del emisor demensaje. De modo similar, la frase hecha «¿Podemos hablar?» conlleva lexclusión de un tercero, implicando en consecuencia que éste tambiénforma parte del sistema de señales aparentemente dialógico. Así, todo usode los pronombres «yo»y «tú» implica siempre la existencia de una terceraparte, ya se trate de un «él», un «ella» o un «ello»; y cada uso de los pronombres «nosotros» y «vosotros» hace un uso silencioso de un «ellos» o un

«ello» que están presentes, mas no directamente interpelados, en el cursodel diálogo. La teoría de los pronombres de Benveniste postula así que todagramática binaria es, en su raiz, de naturaleza ternaria.

Para llevar este  insight  más allá de la lingüística y aplicarlo al dominiode las relaciones sociales vividas, el sociólogo Lech Mróz escogió el ejemplo etnográfico de los gitanos en Polonia (1984). Mróz no estaba satisfechocon el secular binarismo de «nosotros somos polacos, ellos son gitanos».Así que se abocó a examinarlo desde el lado gitano. Lo que encontró es unaauténtica llamada a las armas para cualquier ternarista en oposición a los

binaristas. Por resumir el argumento, Mróz adoptó el punto de vista de losgitanos, designando su mundo étnico con la ayuda de tres círculos con-céntricos. El círculo interior nos describe a nosotros o lo nuestro: los cacó

 Roma,   es decir, los «auténticos Roma» de los subgrupos conocidos comoLovara, Kalderasha   y   Polska Roma. Todos ellos son nómadas, comocorresponde a un «auténtico Roma». El círculo intermedio describe«otros» Roma, entre ellos los Roma instalados en los pueblos de la cordi-llera de los Cárpatos e incluso en la ciudad industrial de Nova Huta. El cír-culo exterior, el tercer término no dialógico en expresión de Benveniste,

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GRAMÁTICAS DE IDENTIDAD/ALTERIDAD. UN ENFOQUE ESTRUCTURAL

son los extraños, la gente con la que no puede dialogarse   y con la que cier-tamente uno no debe casarse, a saber: los polacos no gitanos   y  otrosgadjos,   es decir, no gitanos. Merece la pena hacer notar que los Roma asen-tados en poblaciones pueden no representar por sí mismos una categoríaindependiente, sino más bien una categoría híbrida entre los «auténticos»nómadas   y los polacos sedentarios no gitanos. Con todo, el punto centralde Mróz es claro: para entender la construcción de los otros   y  de sí mis-mos que hacen los gitanos en Polonia, argumenta, se necesita una gramá-tica ternaria, precisamente como la postulada por Benveniste,   y  no unagramática binaria. Y, sin embargo, la elección entre una o más gramáticasbinarias   y una gramática ternaria única   y más abarcadora ¿tiene por fuer-za que ser tan tajante?

La respuesta propuesta por Lévi-Strauss parece diferente   y   algo másdialéctica. Nos exime de la elección binarista «obinario o ternario», abrien-do el camino hacia una solución integrada. Sucede que tanto Mróz comoLévi-Strauss ven en los límites estipulados para el matrimonio el hito cru-cial que separa entre sí las tres categorías de Benveniste de un «nosotros»,un «vosotros»  y un «ellos». Permítaseme pues resumir brevemente el argu-

mento de Lévi-Strauss para contraponerlo al de Benveniste   y Mróz.Aunque a menudo se retrate a Lévi-Strauss como el binarista por exce-

lencia, de hecho dedicó uno de sus más ingeniosos análisis estructurales aexplorar las implicaciones ternarias de estructuras binarias. La pregunta quese planteó suena casi a provocación: «¿Existen las organizaciones duales?».La discusión comporta gran cantidad de detalles técnicos sobre sistemas deintercambio matrimonial, a primera vista arcanos para ellego10,   detalles quepara muchos de nosotros seguirán siéndolo; pero su conclusión no puede sermás pertinente en el presente contexto. Las organizaciones duales, respondecon elegancia Lévi-Strauss a la interrogación del título, pueden existir sola-

10   La discusión se basa en un estudio comparativo de categorías matrimoniales en Sudamérica eIndonesia. En los casos sudamericanos, las organizaciones binarias se combinaban con un sistema deintercambio matrimonial restringido (técnicamente hablando, una forma simétrica de endogamia),mientras que en los casos indonesios las organizaciones binarias se combinaban con un sistema de inter-cambio matrimonial generalizado (una forma asimétrica de exogamia). Para que cualquiera de estos sis-temas funcione debe definir, por una parte, las categorías matrimoniales   y,   por otra, las relacionesmutuas que se permiten entre ellas. La variedad sudamericana podía usar la estructura binaria para defi-nir sus grupos o clases matrimoniales, pero requería una estructura ternaria para definir sus relaciones

mutuas; la variedad indonesia podía usar la estructura binaria para definir el conjunto de relaciones,. &s   pero requería una estructura ternaria para definir antes los grupos (Lévi-Strauss, 1968: 132-63).

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TEXTOS DE ANTROPOLOGíA CONTEMPORÁNEA

mente en virtud de sus implicaciones ternarias. Es éste un buen punto de

partida de cara a resolver el dilema de las gramáticas binarias versus terna-rias. Siguiendo a los autores hasta aquí revisados, propongo que cada gra-mática binaria es en realidad una gramática ternaria, así lo sea de maneraintrínseca, implícita o más en profundidad de lo que sus propios proponen-tes admitirían. Al mismo tiempo, es preciso reconocer que cada una ellas sevuelve ternaria según una manera diferenciada que le es propia.

LA SOLUCIÓN AL DESAFÍO TERNARIO: LAS TRES GRAMÁTICAS

SON TERNARIAS, PERO CADA UNA A SU MANERA

Resumamos nuestra respuesta a este desafío en lo tocante a la gramáti-ca segmentaria. Todos los ejemplos que hemos visto -desde el ejemplo ori-ginal Nuer hasta las gramáticas segmentarias en los campos religioso   y

estético, pasando por los ejemplos de ordenamiento federal europeo, ale-mán y español-; todos estos datos muestran cuán móvil puede ser la cús-pide o vértice apical del sistema segmentario. En función de que éste secoloque más arriba o más abajo delinea de diferentes formas un TercerTérmino que no forma parte, en sí mismo, del orden segmentario de iden-tidad y alteridad, sino que constituye un «ellos» que, como bien ha expre-sado Mróz siguiendo a Benveniste, no participa en el diálogo entre el «nos-otros» y el «vosotros». Este «ellos» no es interlocutor en la gramáticasegmentaria que establece la identidad y la alteridad, sino que se trata pre-cisamente de aquéllos que caen fuera, o son echados fuera, de los límites deaplicabilidad de dicha gramática.

De un modo parecido, en el caso del englobamiento las implicaciones

ternarias son evidentes. Decir que «los sijs son hindúes» implica que losmusulmanes no lo son, y que se hallan excluidos como interlocutores en esediálogo (o tal vez monólogo). La noción englobante de casta jerárquica nose aplica al carente de casta, igual que la noción englobante del «negro» como color político excluye a los blancos. El englobamiento es siempreselectivo. Excluye necesariamente una categoría de «ellos» que no son ni«nosotros» ni «vosotros» y no pueden participar en el diálogo sobre quiénes quién. El único caso de duda sobre las implicaciones ternarias afecta ala gramática orientalista, pues su operación a través de imágenes especula-

res p.egativas parece restrictivamente binaria. Esta duda, sin .embargo, se

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GRAMÁTICAS DE IDENTIDAD/ALTERIDAD. UN ENFOQUE ESTRUCTURAL

resuelve fácilmente al consultar al probado maestro del estructuralismoaplicado, Roland Barthes, en su análisis de la semiología de lo que éllla-maba «mitos»  (1973).

Roland Barthes analizó el «modo de habla» -lo que hoy denominaría-moSdiscurso- ciel «mito», un discurso que utiliza lugares comunes apa-rentemente dados por supuesto para insinuar y propagar mensajes ideoló-gicos.El ejemplo más lúcido que propone es el análisis de la «significación»de la portada de un número de   Paris-Match.   En ella, escribe, «un jovennegro en uniforme francés saluda con los ojos levantados, probablementefijos en la   tricolor.   Éste es el  significado   de la fotografía» (Barthes,   1973:

116). Al colocar esta foto en la portada de un semanario popular y patrióti-co, no obstante, se establece un segundo nivel de sentido que Barthes deno-mina «significación», y que él decodifica como el mensaje mítico: queFrancia es un gran imperio, al que todos sus hijos, sin discriminación decolor, sirven fielmente bajo su bandera, y que no hay mejor respuesta a losdetractores de un supuesto colonialismo que el celo mostrado por estenegro en servir a sus presuntos opresores (Barthes,   1973: 116).

De acuerdo con Barthes, este paso desde el signo autoevidente a la sig-nificación ideológica puede teorizarse como un sistema semiológico «esca-

lonado»:

«Podemosver que en el mito se dan dos sistemas semiológicos,uno de loscuales se halla escalonadoen relación con el otro: un sistema lingüístico, ellenguaje (o modos de representación que se asimilan a él), que llamaré ellenguaje-objeto,   porque es el lenguaje sobre el cual el mito se levanta paraconstruir su propio sistema;  y  el mito mismo, que llamaré   metalenguaje,

puesto que es un segundo lenguaje en el cual  se habla sobre el primero»(Barthes, 1973: 115).

M ITO

1. Significante   I   2. Significado

3. Signo

1 SIGNIFICANTEII SIGNIFICADO

III SIGNO

Lenguaje (

Figura 4.6. El mito como un'~st~ma semiológico «escalonado», siguiendo a Barthes (1973: 115).

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TEXTOS DE ANTROPOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

Fijémonos ahora en la técnica de «escalonamiento a la Barthes» en lagramática orientalista, que parecía restringida a ser una estructura simple-

mente binaria. Comencemos de nuevo con un ejemplo tópico. La mayoríade los holandeses, como muchos nacionales de todos los estados europeos,definen la alteridad de sus poblaciones «inmigrantes» mediante una gra-mática orientalizante muy previsible: «funcionamos mucho mejor queellos; aunque ellos 'aún' mantienen algunos buenos valores a la antigua(como fuertes estructuras familiares, espléndidas fiestas y hospitalidadgenerosa) que nosotros ya hemos perdido». Sin embargo, según pasa etiempo y a los grupos de inmigrantes ya asentados se van añadiendo oleadas recientes, el «ellos» colectivo aplicado a «los inmigrantes» como un

todo da paso a una estructura escalonada de la gramática orientalizante,que podemos indicar gráficamente mediante el diagrama siguiente:

Sí mismo   +   Antiguos Otros -

Sí mismo-   Antiguos Otros   +   Nuevos Otros -

(Antiguos Otros -)   (Nuevos Otros   + )

Figura 4.7. Escalonamiento ternario de la gramática orientalizante.

Típicamente, las características negativas adscritas a los inmigrantesasentados se relativizan por la idea de que, finalmente, será posible asimi-larlos o integrarlos, mientras que las características negativas de los reciénllegados se enfatizan de manera todavía más tajante al contrastarse conaquéllos. A veces, la combinación: «antiguos otros - / nuevos otros +» espoco tenida en cuenta por los nativos nacionales, por lo cual aparece en egráfico entre paréntesis. En todo caso, el escalonamiento temario de la gramática orientalista permite a los nativos nacionales jugar ideológicamenteoponiendo un grupo de inmigrantes contra el otro. En el caso holandés, la

línea de distinción se traza entre los migrantes asentados y los llegados enépoca reciente; en otros casos, esa línea concierne a inmigrantes de las antiguas colonias versus inmigrantes sin vínculos históricos con el nuevo paísde residencia; en otros casos se refiere a la religión, oponiendo inmigrantes«cristianos asimilables» versus «musulmanes inasimilables».

Esta versión escalonada de la gramática orientalista establece realmentelo que Barthes llama «un patrón tridimensional» (1973: 114), en el cual sedistinguen tres categorías: un «nosotros» incuestionable, en este caso lonativos nacionalistas que son lcycutoresdel discurso, una categoría de «inmi

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GRAMÁTICAS DE IDENTIDAD/ALTERIDAD. UN ENFOQUE ESTRUCTURAL

grantes tolerables» con los cuales están dispuestos a hablar,   y una categoría

de «los inmigrantes malos» que son excluidos en calidad de meros objetos-problema. Por traducirlo en los términos usados por Benveniste yMróz, esteracismo escalonado crea un «nosotros» que habla, un «vosotros» de interlo-cutores potenciales   y un «ellos» excluido de cualquier tipo de diálogo.

Tras estas versiones escalonadas de orientalización podemos escucharun eco tragicómico de las versiones de evolucionismo folk que convierten apersonas «normales» en racistas «selectivos». El caso de personas quehacen excepciones individuales a sus prejuicios colectivos encaja con igualfacilidad en las estructuras ternarias escalonadas de la gramática orienta-lista. «No me gustan los judíos, pero mi vecino Abraham es OK». «Nosotrossomos avanzados», exclaman, «ellos son nuestro obstáculo, pero vosotros,la excepción, estáis en camino de convertiros en uno de nosotros».Podemos concluir, así, que las tres gramáticas para la construcción de iden-tidad/alteridad aquí examinadas representan estructuras ternarias, perocada una de ellas alcanza su potencial ternario de una manera particular.

Ésta es una conclusión feliz para nuestros propósitos analíticos, pues sipara escapar del ubicuo lugar común que dicta que «toda construcción de iden-

tidad es una construcción de otredad» queremos diferenciar entre diferentesgramáticas, cada una de ellas debe ser capaz de dar su propia respuesta al desa-fiotemario. Parece que ese es el caso, y que incluso en situaciones complica-das la gramática más simple se prestará a usos múltiples y  escalonados.

La proposición de nuestras tres gramáticas ha rebasado, así, la primera delas dos pruebas. Primeramente pudimos reconocerlas en los ámbitos de lapolítica, la religión e incluso la estética. Después, hemos visto que superan eldesafío clásico de las clasificaciones binarias versus ternarias. El último retoconsistirá en abordar el problema crucial de la autofalsación: si nuestras tresgramáticas parecen trabajar tan bien en tantos contextos   y con tal nivel decomplejidad, ¿dónde están sus límites   y  cuándo dejan de funcionar?

LA   FORMULACIÓN DEL DESAFÍO N+l: HUME, POPPER   Y

LA   EXIGENCIA DE UNA RESPUESTA COGNITIVA

No importa cuántos miles de casos busquemos para «probar» nuestrateoría, el lector escéptico siempre exigirá uno más antes de dejarse conven-

.... .cer.Éste es el conocido como «problema de Hume», por e,1filósofo ilustra-

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TEXTOS DE ANTROPOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

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do escocés David Hume (1711-1776) cuya   Investigación sobre   e l   entend

miento humano   (1957) formuló una cuestión que habría de perseguir a filosofía de la ciencia durante los dos siglos siguientes: no importa cuántaveces (n) confirmes inductivamente tu hipótesis, ¿cómo puedes estar segro de que no habrá un caso ulterior (n+1)   que la descarte? En otras palbras, no se puede probar científicamente una hipótesis por el procedimiento de apilar una prueba inductiva detrás de otra, pues el escéptico siemppedirá un nuevo caso, el «n+1», que podría falsar la hipótesis. ¿Es posiblentonces, conseguir algún tipo de evidencia de una manera racional?

La respuesta más simple y famosa al problema de Hume la proporcionó filósofo de la ciencia Karl Popper, invirtiendo los términos de la cuestión. Lque vuelve científica a una teoría no es su confirmación interminable, sino falsabilidad de acuerdo con criterios previamente especificados. El científicseñala Popper, difiere del profeta y el ideólogo en que preespecifica las ccunstancias bajo las cuales la hipótesis propuesta se considerará falsa. Es vdad que existe un buen número de críticas convincentes que han mostradhasta qué punto esta inversión simple por parte de Popper es a su vez normtiva e ideológica. En primer lugar, sus propias aplicaciones de la teoría (Popp

1945) adolecen de un sesgo contra el marxismo, el psicoanálisis, la mayoría las escuelas de psicología y todas las ciencias sociales. En segundo lugThomas Kuhn (1972)y posteriores sociólogos de la ciencia mostraron que tampoco las ciencias naturales siguen los preceptos de Popper: en lugar de abadonar sus hipótesis tan pronto como encuentran casos que las falsen, lo que realidad hacen es reformular y recalificar las condiciones bajo las cuales fucionarán sus hipótesis, sin abandonarlas por completo. La evidencia popperina se extrajo de unas pocas grandes «revoluciones científicas», por contrascon el funcionamiento de la «ciencia normal» tal y como es practicada ba

«paradigmas» dominantes. En tercer lugar, la antropóloga Tanya Luhrman(1989) mostró cómo gente aparentemente «irracional», en este caso mujeringlesas de clase media que practicaban la «brujería» en su tiempo libre, eracapaces de sostener vidas racionales e incluso previsibles a partir de la combnación de paradigmas mutuamente excluyentes y contradictorios. La cuestióde la racionalidad, por cierto, había sido ya abordada antropológicamente pel mismo Evans-Pritchard al que debemos la gramática segmentaria (194aunque en esta ocasión en una obra más temprana (1937).

Habría, por tanto, mucho que decir en contra del test popperiano de crdibHid.ad científica -filosóficamente riguroso, pero en demasiados aspe

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GRAMÁTICAS DE IDENTIDAD/ALTERIDAD. UN ENFOQUE ESTRUCTURAL

toS   abiertamente normativo-o No obstante, si el test de Popper es el másriguroSO,apliquémoslo a nuestra hipótesis: la idea de que podemos resol-verla aporía moral imposible (la de que toda construcción de sí mismo con-lleva necesariamente una construcción de alteridad, junto con la nociónasociada de que toda alterización es igualmente mala) por la vía de distin-guir tres gramáticas diferentes de identidad/alteridad. Al enfrentar estedesafío, no podemos optar por la fuga que supondría invocar «circunstan-ciasexcepcionales   y extrañas». No podemos decir, por ejemplo, que las tresgramáticas «funcionan siempre excepto cuando ...» se dan un Hitler, unStalin o un PoI Pot en el poder. Para Popper, invocar excepciones inciden-tales y contingentes de este tipo no es válido, pues a lo que estamos obliga-doses a preespecificar nuestros criterios de falsación como parte de la teo-ría misma que proponemos. Debemos anticipar los criterios de nuestrapropia falsabilidad. Dado que la teoría de las tres gramáticas es, en últimotérmino, una teoría cognitiva, la respuesta a la cuestión n+1 habrá de serespecíficamente cognitiva y estructural. Y ¿dónde mejor buscarla que en lapráctica del lenguaje?

LA RESPUESTA AL DESAFÍO N+l: CUANDO FALLA EL LENGUAJE, LAS GRAMÁTICAS IMPLOSIONAN   yESTALLA LA VIOLENCIA

Si las tres gramáticas resultan realmente útiles para distinguir entre losdistintos puntos de arranque de diferentes modos de alterizar e identificar-se,así como sus consecuencias, ahora debemos buscar casos en los que lahipótesis de nuestras tres gramáticas pueda especificar sus propios crite-rios de falsación   y  descarte. Todos conocemos ejemplos de ese tipo. Sonfácilesde encontrar bajo etiquetas clave como genocidio, etnocidio   y exter-minio o aniquilación política, racial o religiosa. Cada uno de ellos suponeuna suspensión de las tres gramáticas   y  un retorno a la antigramática quereza: «Nosotros somos buenos, ellos son malos», con la conclusión genoci-da «nosotros debemos vivir, por tanto ellos deben morir». Cada una de lasgramáticas citadas, debemos admitirlo, depende de un cierto grado de vio-lencia para que los privilegiados continúen definiendo a las personas «deabajo» como «otros». La única gramática auténticamente pacifista queposeemos es la gramática trascendente del amor, donde el sí mismo   es   elotro,y el otro   es  el sí mismo. Pero esta gramática excede el ámbito de cual-quier ciencia social empírica - e  i!lcluso a menudo de la propia estética.

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TEXTOS DE ANTROPOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

Por consiguiente las tres gramáticas son mantenidas, reafirmadas y repro-ducidas mediante la inyección de una cierta cantidad, así sea mínima, de vio-lencia. Los etnocidios, genocidios y procesos similares son, sin embargo, cua-litativamente diferentes. No sólo dominan al otro, sino que lo destruyen; y enese proceso destruyen también las formas previas de autoidentidad. Esta dis-tinción entre violencia inmanente al sistema y genocidio destructor del siste-ma obedece tanto a razones filosóficas profundas como a razones prácticasofensivamente banales. Para razones filosóficas hemos de retomar al comien-zo del argumento: si toda construcción de sí mismo implica alterizar al otro,se sigue que la aniquilación de éste implica la aniquilación de uno mismo.Para razones ofensivamente prácticas no tenemos más que pensar en el uni-versal fracaso de todos y cada uno de los proyectos de aniquilación del otro,así se trate de los supervivientes de Hitler o PoI Pot, de los nativos amerindioso los tutsi ruandeses. Entre Horno Sapiens pareciera imposible aniquilar alotro por completo. Algunas personas sobrevivirán como «otros» físicamenteo, si no, su memoria habrá de sobrevivir dentro de la propia tradición cultu-ral: después de todo, fuimos «nosotros» quienes les hicimos «eso» a «ellos».

Tanto los aspectos filosóficos como los prácticos de la aniquilación del

otro muestran, pues, una imposibilidad en sus propios términos. El pro-blema, no obstante, persiste: para resolver   el   desafío popperiano precisa-mos una repuesta cognitiva, no una históricamente contingente. No pode-mos decir que «las gramáticas van bien hasta que la violencia genocidaestalla de repente». Más bien debemos buscar casos en los que esas tresbien ensayadas gramáticas para constituir identidad/alteridad son llevadasa implosionar. Lo importante aquí son los usos del lenguaje, y debemosbuscarlos no al nivel de la  langue   (lengua) sino al de la parole   (habla).

El ejemplo más famoso e infamante de implosión   11 de toda gramática de

identidad y alteridad en una anti-gramática del tipo «Somos buenos, portanto los otros deben morir» es, por supuesto, el holocausto nazi. Cientos de

11   El concepto clave de «implosión}) es presentado, tanto en este artículo como a lo largo del libro,en términos de un fracaso, colapso o reducción de las gramáticas de alteridad   y   de las funciones queéstas ordinariamente cumplen en el discurso. Por implosión debemos entender, aclara el autor, unasuerte de   crescendo   alentado políticamente mediante violencia de estado   y   manipulación mediática,capaz de subvertir en último término la comunalidad del lenguaje hasta el punto de cancelar la prome-sa básica que comporta todo habla en tanto que sustrato de un «nosotros}) común a todos los humanos.Este juego complementario entre las metáforas de una falla del lenguaje, una implosión de las gramá-ticas   y   una explosión de la violencia puede hacerse comprensible a la luz de analogías como la de

fisión/fusión (procesos físicos que producen energía al estallar sea «hacia fuera» o «hacia adentro») [N.del T., comunicación personal. Cf. también Baummm   y   Gingrich, 2004: 192-203].

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TEXTOS DE ANTROPOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

seguir este proceso no es, por consiguiente, el Mein Kampf   de Hitler ni los

alaridos   y voces del Dr. Goebbels, su jefe de propaganda. Necesitaríamosmás bien un cuidadoso registro empírico de cómo, al cambiar su uso lin-güístico, los alemanes «normales» perdieron la capacidad de alterizar a sus«otros» judíos de una manera gramatical.

Por extraordinario que parezca, dicho registro existe. Fue escrito en undiario por Victor Klemperer desde   1933,  y   se publicó en   1957  (Klemperer,1999).   Klemperer, un filólogo alemán de ascendientes judíos, trabajó comoprofesor de lenguas latinas en la Universidad de Dresde hasta su jubilaciónforzosa por los nazis. Lo llamativo de la evidencia aportada por Klempereres su temprana percepción de cómo un uso lingüístico pervertido habría deseducir hasta a los inicialmente inocentes en complicidad con políticasgenocidas   y con una política del lenguaje que deshumaniza al otro -hastaque no quede gramática alguna en la cual ese otro pueda ser construidocomo un otro legítimo-. Mucho antes de que la violencia genocida comen-zara, el diario de Klemperer registraba «la primera palabra que se me impu-so como específicamente nazi, no a causa de su morfología, sino a causa desu nuevo uso». Este uso, oído por vez primera de boca de un estudiante quede hecho Klemperer había adoptado en su hogar, se refería a la expresión«expedición punitiva». Por un instante, la prosa de Klemperer se tensa:

Fue poco después del accesodeHitler alpoder [...] '¿Cómovanlas cosasporla empresa?', pregunté [a mi hijo adoptivo]. '¡Muybien!', respondió, 'ayertuvimos un gran día. En el [club] Okrilla había algunos comunistas inso-lentes, así que llevamosa cabo una expediciónpunitiva'. -'¿Hicisteis qué?'-'Bueno, les hicimos pasillo bajo [los golpes de] porras de goma, y [usa-mos] un poco de aceite de ricino: nada sangriento, pero al menos bastanteefectivo. Bueno: una expedición punitiva, como digo'. [...] Todo cuanto

podría imaginar -continúa comentando Klemperer- en términos de unaarrogancia brutal y una actitud despreciativa hacia un tipo ajeno de serhumano venía cristalizado en esa expresión, 'expedición punitiva': sonabatan colonial que uno podía verseen una aldea africana rodeado por enemi-gos y escuchando los latigazos de una fusta de piel de hipopótamo(Klemperer, 1999: 60-1. Trad. al inglés del autor)..

Haciendo notar cómo el término colonialista   y  racista «expedición puni-tiva» era aplicado ahora a conciudadanos del propio estado, Klemperer

alcanzaba...a vislumbrar con nitidez lo que estaba sucediendo incluso a su. .

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12   Ya en su época Klemperer fue consciente de que el nuevo uso del término colonial seguía unmodelo establecido por los fascistas italianos (pg. 60), una derivación confirmada por Forgacs (1994).Éste escribe que «al mismo tiempo que humillaba a las víctimas, la agresión ritual las sujetaba a unapurga simbólica: beber el aceite de ricino se asociaba tanto a la limpieza del cuerpo como a la admi-nistración de un castigo correctivo a niños díscolos por parte de la autoridad parental (Forgacs, 1994:6).Habría mucho que decir en favor de la más amplia hipótesis analítica de Forgacs, a saber, que «todaslas manifestaciones del imaginario [fascista] tienen un desplazamiento en común, a través de una suer-te de inversión o negación del acto violento, desde uno que daña a otro que cura» (pg. 5). «En últimotérmino, todos [...] los componentes de la retórica [fascista] de la violencia 'justa' vienen a converger enla noción de la violencia fascista como terapia, diseñada para curar y reparar el cuerpo imaginado dela sociedad y el estado» (págs. 8-9). Mas me parece que en el caso particular que reporta Klemperer, estainterpretación de una purga forzada como acto d~ limpieza y curación más bien yerra el blanco.

GRAMÁTICAS DE IDENTIDAD/ALTERIDAD. UN ENFOQUE ESTRUCTURAL

propio hijo al adoptar   el   habla nazi. Denominando a una bronca política«expedición punitiva», los enemigos políticos son reducidos a «salvajes»,esto es, gentes que no deben ser vistas como sujetos sino subyugadas comoobjetos. ypor medio del aceite de ricino se les reduce, de facto, a la condi-ción de salvajes incapaces de evitar ensuciarse12

•   Nótese en este caso que laprimera desviación observada en el uso nazi del lenguaje no estaba dirigi-da contra «extraños», ni siquiera contra «judíos alemanes», sino contracompatriotas alemanes que eran por añadidura comunistas.

Esta aplicación de un lenguaje colonial a los propios conciudadanosvenía también marcada en el término «campo de concentración».

Klemperer recordaba «no haber oído esta palabra desde que era niño,   y aúnentonces tenía un sonido enteramente exótico, colonial   y nada alemán amis oídos. [Después de] la guerra de los Boers [de la década de 1890] lapalabra había desaparecido enteramente del uso alemán» (1999: 51-2, trad.al inglés del autor). Lo que en ambos casos parece estar en cuestión es laexclusión de los enemigos políticos fuera del redil de la nación: se les pasaa convertir de ciudadanos (dotados cuanto menos de derechos mínimos) ensalvajes bajo conquista.

La misma exclusión de la nación es visible tan pronto como en 1933 y,notablemente, entre personas educadas que intentaban defender a sus cole-gas judíos. «Patética, la conferencia de médicos en Wiesbaden!», nota laentrada en el diario de Klemperer del 20 de abril de 1933, cuando los doc-tores insistieron en que «la cuestión racial no se había estudiado todavía losuficiente [y] 'los ajenos'   [aliens]   como Wassermann, Eherlich y Neisser hanobtenido grandes logros» (1999: 45, trad. al inglés del autor). Si hasta losbienintencionados defensores de sus colegas judíos, profesionales ejempla-res, los clasificaban como «ajenos», significa que los patrones nazis de uso

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(I

TEXTOS DE ANTROPOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

lingüístico habían conseguido, ya antes de que comenzara el genocidio,segregar a una población entera del cuerpo de la nación y, por consiguien-te, del estatus de personas con derechos civiles. En los neologismos queKlemperer anotó en su diario e127 de marzo de 1933ya se evidenciaba unaexclusión similar de esa misma población con respecto a cualquier gramá-tica de diferencia:

Emergen nuevas palabras, o palabras viejas adquieren nuevos significadosespeciales, o se forman nuevas combinaciones que pronto cuajan   [erstarren]

en estereotipos. [...] Los judíos de países extranjeros, especialmente losfranceses, ingleses y  americanos, son ahora llamados una y otra vez «judíosmundiales». Con el mismo nivel de frecuencia se usa el término «judaísmo

internacional». Es presumible que las expresiones alemanas «judíos mun-diales» y «judaísmo mundial» salgan de ese modelo. Es ésta una traducciónominosa: [así que] en todo el mundo, ¿los judíos sólo se encuentran fuerade Alemania? Y, dentro de Alemania, ¿dónde habríamos entonces de encon-trarlos?   (1999: 43-4,   trad. al inglés del autor).

Aún hoy, resulta notable la sutileza con que Víctor Klemperer fue capazde analizar las implicaciones del uso nazi del lenguaje, bastante antes deque el genocidio hubiera empezado. La implosión de toda gramática legiti-

mada de alteridad, de la cual el Holocausto ha quedado como ejemplo máselocuente, debe haber tenido mucho que ver con la brutalización de la len-gua   (langue)   y especialmente de sus usos cotidianos   (parole).   Podríamosaducir otros ejemplos. Cuando la antigua Yugoslavia estalló en una guerracivil librada en Bosnia entre serbios, croatas y bosnios, dicha implosión dellenguaje ya había tenido lugar. Un ejemplo bastará. Cuando los medios decomunicación serbios reportaban sobre la destrucción de casas croatas obosnias, hablaban de «casas»; cuando lo hacían sobre la destrucción decasas serbias por parte de actores armados croatas o bosnios, no hablaban

ya de casas, sino de «venerables hogares»   (vekovna ognjista,   literalmente«hogares centenarios»), los cuales habían de ser vengados por «el DiosNuestro»   (nas Bog)   de «la Celestial Servia»   (nebeska srbija).   Hasta el len-guaje se pone a punto para una guerra genocida.

Estas conexiones por medio de las gramáticas entre lenguaje y violen-cia excepcional pueden iluminar el problema de la violencia. Llamo a laviolencia un problema porque, si bien existe una corriente común en cien-cias sociales para la que la violencia no sy.p0!1emás que la continuación de

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la negociación social por otros medios, me declaro escéptico respecto a

ella. Para empezar, tiene un mal ancestro: fue el fanático belicista VonClausewitz (1780-1831) quien inventara esta línea argumental con objetodejustificar retrospectivamente una «guerra de liberación» nacionalista afavor de, nótese bien, el estado monstruo de Prusia. No es difícil adivinarque desertó cuando de pronto la violencia amenazó su vida, en lugar de lade sus soldados. Lo que es quizá más importante, el beneficio de conside-rar la violencia como comunicación se obtiene a cambio de un elevadocoste. Es verdad, dicha consideración puede ayudarnos a avanzar más alládelpunto en el que la violencia viene a ser definida sólo por lo que ella no

es. Al mismo tiempo, sin embargo, disminuye nuestras posibilidades detratar con formas excepcionales y extremas de violencia, como los etnoci-dios y genocidios. Éstos no pueden ser vistos, pienso, como dedicaciones«normales» de sociedades «normales», a menos que abracemos los absur-dos de una ciencia social libre de valor o, por el contrario, de un relativis-mo cultural desprovisto de cualquier potencial reflexivo. Por decirlo deuna forma un poco polémica: estoy por encontrar un solo académico alque la violencia no le asuste, y un solo libro que declare normal este tipodeviolencia excepcional sin vender su tópico como un problema moral. El

argumento de que toda violencia es de modo aproblemático un tipo espe-cial de comunicación no es, por tanto, tan original como parece, ni resul-ta en absoluto reflexivo13.

Es importante destacar, no obstante, que todos los procesos de alteriza-ción del otro a través de estas gramáticas involucran un cierto grado decoerción y violencia. Después de todo, el orientalismo suprime su otrooriental; los sistemas segmentarios y federalistas descansan sobre distribu-ciones desiguales del poder; y el englobamiento es más una estrategia paradominar al otro que para emanciparlo. Es, sin embargo, evidente la distan-

ciainsalvable que existe entre suprimir al otro para mantener un sistemade desigualdad y aniquilarlo para crear un sistema basado en una seme-

 janza supuestamente «pura». En situaciones como ésta última, el otro ya noesconstruido gramaticalmente -sea como una contraparte orientalizada,comoun competidor segmentario o como la parte englobada por un todohegemónicamente definido-o En lugar de ello, el otro es construido en laantigramática del genocidio: «Para que nosotros sobrevivamos, los otros

13   Véase la profundización de este argumento por parte del autor junto con  A.  Ging¡:ich en el capí-

tulo finál' del libro de Baumann   y  Gingrich, 2004: 192-203. [N. del T.]

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SUMARIO   yPROSPECTIVA: ¿HAY GRAMÁTICAS MEJORES Y PEORES?

TEXTOS DE ANTROPOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

deben morir». ¿Cómo se produce, entonces, ese desalojo de las formas gra-

maticales de identificarse y alterizar para dar paso a formas agramaticales?Con la expresión «agramaticah no quiero, desde luego, dictaminar

sobre la capacidad lingüística de nadie: Hitler, Stalin y la   Radio Mille

Collines   ruandesa seguían las convenciones gramaticales de sus respectivaslenguas. Lo que no siguieron fue las convenciones para construir la alteri-dad del otro mediante una u otra de las gramáticas aquí analizadas, las cua-les tienen la particularidad de definir las identidades y alteridades comomutuamente constitutivas y, al menos de un modo residual, dialógicas. Así como las gramáticas de los lingüistas diferencian entre oraciones inteligi-

bles e ininteligibles para otros, así las gramáticas de identidad/alteridad tra-zan la diferencia entre formas de alterizar que tienen sentido para otros   y

formas agramaticales de hacerlo que resultan ininteligibles para el así alte-rizado. Por apurar la metáfora, la anti-gramática del genocidio no sóloresulta ininteligible a sus víctimas, resulta también auto destructiva parasus promotores. Establer el límite entre la violencia y el genocidio no es porconsiguiente un problema que haya de dejarse a los estadísticos, aunque así sea tratado a menudo en los medios de comunicación y el sentido común.Pues, ¿cuántos cadáveres requiere un genocidio, yen qué situación? ¿Quién

debería contar los cuerpos, y dónde? ¿Deberían acaso los estadísticos esti-mar cuotas proporcionales de víctimas por región, por país, a lo ancho delglobo? Claramente, preferimos una respuesta cualitativa que sea sensible alcontexto y que tome en cuenta las gradaciones de la agencia observables enlos casos empíricos. Distinguir entre diversas gramáticas y subrayar sucomún diferencia respecto a la autodestructiva anti-gramática del genoci-dio tal vez pueda ayudar a ello.

El objetivo de esta discusión ha sido diferenciar internamente la nociónde «alterizar»   [otheringJ,   con objeto de no reducirla a un mero comodínpara definir la alteridad y excluir la diferencia. Una diferenciación así sehace posible al distinguir entre distintos procesos de formación de identi-dad/alteridad según tres gramáticas. Éstas han sido adaptadas de unaforma un tanto libre basándose en el orientalismo (Said, 1987), la segmen-tación (Evans-Pritchard, 1940) y el englobamiento (Dumont, 1980). Al

orientalizar, se-cr:ean la identidad y su otro como imágenes negativas   qtle

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GRAMÁTICAS DE IDENTIDAD/ALTERIDAD. UN ENFOQUE ESTRUCTURAL

se reflejan mutuamente de forma invertida; la segmentación define ambasde acuerdo con una escala móvil de inclusiones   y  exclusiones; el engloba-

miento define al otro mediante un acto de subsunción jerárquica.Estas gramáticas han podido reconocerse, usualmente como lógicas riva-

lesy en mutua interacción, en los más variados procesos de constitución dela identidad propia   y la del otro en los campos de la política, la religión  y laestética. En vista de la existencia de clasificaciones ternarias, un primerdesafío a estas gramáticas problematizaba su carácter aparentemente bina-rio. En respuesta, pareció el caso que cada una de las gramáticas era implí-citamente ternaria pero, como cabía esperar, cada una lo era a su modo. Lasegmentación se toma ternaria añadiendo o quitando niveles de clasifica-ción. El englobamiento es implícitamente temario, dado que cada adopción

 jerárquica define, al mismo tiempo, una categoría de inadoptables. La orien-talización se vuelve ternaria mediante una técnica expuesta por primera vezpor Roland Barthes con su noción de «escalonado» (1973).

Un segundo desafío descansa en la vasta variedad de ejemplos etnográ-ficosque podría construirse en términos de las tres gramáticas. Retomandoel  problema de Hume, el problema n+1 de la verificación interminable, unopodría seguir a Karl Popper  y preguntarse: ¿qué tiene que ocurrir para que

las gramáticas dejen de funcionar? En el genocidio, el otro deja de ser unsocio necesario, aunque subvalorado, en el proceso de producción de unaidentidad colectiva, para convertirse en un obstáculo a la propia identidadque debe quitarse de enmedio mediante una violencia indiscriminada. Lanegación del derecho a ser diferente da paso a una negación del derecho aser. Mas ¿cómo es posible que sean relegadas las formas gramaticales deconstituirse uno mismo  y  a los otros para ceder su lugar a formas agrama-ticales? Una respuesta puede residir en el papel cognitivo del lenguaje. Lastres gramáticas, sostengo, están construidas de tal modo que colapsan ante

aquellas reducciones fatales del lenguaje que restringen los usos complejosde cada gramática hasta el nivel de un binarismo flagrante   y  agramatical:«Para que nosotros vivamos, ellos deben morir».

Pensando en semejante desplome de toda construcción gramaticalizadadel sí mismo   y   los otros, no podemos dejar de preguntarnos: ¿serán mejo-res unas gramáticas que otras? Ésta es una cuestión cargada de valor, yporplantearla algunos lectores me han acusado de ser un humanista occiden-tal. Con gusto me declaro culpable del cargo, añadiendo que está por verseun solo ejemplo de ciencia social liBre.de valor. Concedo que dedicarse a

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("

TEXTOS DE ANTROPOLOGíA CONTEMPORÁNEA

moralizar sobre toda alterización del otro es inútil y aburrido, y ése fue pre-

cisamente el punto de arranque de este texto. Sin embargo, si somos capa-ces de discriminar entre gramáticas diferentes para alterizar y construir lapropia identidad, ese ejercicio de moralización podrá tornarse, a su vez,algo más matizado.

Los análisis históricos y etnográficos de situaciones relativamente pací-ficas, relativamente violentas y potencialmente genocidas posiblementehayan de combinarse a la luz de las tres gramáticas aquí presentadas, pro-duciendo un útil punto de apoyo comparativo. Pueden ayudarnos a mostrarde qué manera gramáticas diferentes articulan modos diferenciados de tra-

tar con los otros, en circunstancias y constelaciones específicas. Porsupuesto, la respuesta a la pregunta valorativa que hago más arriba habráde buscarse en cada contexto particular. Sin embargo tal vez sean admisi-bles algunas conjeturas. Es posible adelantar, por ejemplo, tres intuicionescomparativas de una manera hipotética y preliminar.

Las formas orientalistas de construcción de identidad pueden funcionarde forma relativamente pacífica, pero sólo cuando quienes orientalizan reco-nocen que el orientalizado hace su contribución con algo muy diferente,

pero igualmente necesario. Podemos pensar aquí en los campesinos húnga-ros y «sus» músicos foráneos gitanos, y quizá incluso en los alemanes deentreguerras y «sus» científicos, intelectuales y tratantes de ganado judíos,así como también en los orientalistas intelectuales de Said, desde Flauberthasta Gide, quienes desearon «lo oriental». El orientalismo puede llevar aideas de complementariedad, aunque difícilmente a ideas de igualdad.

La idea de igualdad está más íntimamente instalada en la gramática seg-mentaria, y puede incluso reconocerse en la empobrecida forma del con-

trato federal, aunque sea por la razón de que cualquier adversario en deter-minada situación podrá ser clasificado como un socio en otra. Lasconstrucciones segmentarias, empero, son inherentemente inestables afalta de la presión de un enemigo exterior, real o imaginado. Recordemosel régimen colonial anglo-egipcio que motivó que los Nuer se unieran contoda su fuerza para resistir su conquista como una cúspide compartida entanto que pueblo nuer unido. Cuando los centros de poder usurpan el vér-tice superior de una pirámide segmentaria en su forma federalista empo~brecida, entonces los pueblos podrán, siempre que les sea posible, disputar

con esta cúspide o revelarse contra ella. De man~ra alternativa, a menudo

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GRAMÁTICAS DE IDENTIDAD/ALTERIDAD. UN ENFOQUE ESTRUCTURAL

tratarán de insertar nuevos niveles clasificatorios dentro del orden segmen-

tario de tal modo que les permita reclamar alianzas especiales con otros.

El englobamiento, con el debido respeto a Dumont, no entraña ideas deigualdad, pero puede ayudar a mantener una coexistencia pacífica durantelargos periodos de tiempo. Vienen a la mente los pueblos hindúes del Pujab,con «sus» artesanos sijs en el estatus de «siervos del pueblo», o las inconta-bles aldeas africanas con «sus» minorías de no étnicos, ex cautivos o «gen-tes nuevas» descendientes de antiguos esclavos. Deja de funcionar, sinembargo, tan pronto como quienes engloban reclaman «poder real» o -pro-

bablemente más a menudo- cuando los englobados reclaman «igualdadreal». La única solución aparente es, entonces, un reordenamiento segmen-tario; por ejemplo, estableciendo un municipio multipartidario, multiétnicoo de cualquier otro modo pluralista. Pero, como he indicado, estas hipótesisson todavía especulativas   y   necesitaremos ulteriores investigaciones paracorraborarlas, refinarlas o descartarlas.

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