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    Isaac Deutscher

    El caso Beria

    Escrito: Original en ingls: The Beria Affair, enjunio de 1953, como apndice a Rusia despus deStalin.Traduccin (del ingls): M.A. Gonzlez (1972)Esta edicin: Marxists Internet Archive, deiiembrede 2012.Digitalizacin: Martin Fahlgren, 2012.

    La cada de Beria, anunciada el 10 de julio de 1953,marca el final de una fase muy determinada en la evolucin

    poltica deRusia despus de Stalin. Durante esa fase, quedur desde marzo hasta finales de junio, los abogados de lareforma en el interior del pas y de la conciliacin en elextranjero estuvieron en auge, mientras que losintransigentes del stalinismo y los anti-apaciguadores sevieron obligados a entregar una posicin tras otra.

    La revuelta de Alemania oriental de los das 16 y 17 dejunio de 1953 puso en juego un nuevo factor que hizoretroceder a reformadores y conciliadores, y permiti a susoponentes asestar un contragolpe, el primero desde lamuerte de Stalin. Una coalicin de los ms diversos

    grupos, intereses y motivos se adelant al primer plano conel grito de batalla: Basta de liberalismo! Basta deapaciguamiento! Basta de traicin a la ortodoxiastalinista! Para asombro del mundo, Beria, paisano,servidor, entusiasta bigrafo de Stalin, y, durante muchos

    http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htmhttp://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htmhttp://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htmhttp://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htm
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    arios, su jefe de polica, fue denunciado comoarchicalumniador del stalinismo.

    El asunto Beria es indudablemente un incidente en la

    rivalidad personal entre los sucesores de Stalin. Representauna etapa en el proceso por el cual un candidato al puestovacante del autcrata puede esforzarse por eliminar a suscompetidores. Pero la rivalidad personal es solamente unode los elementos del drama: y un elemento, en s mismo,de importancia secundaria. Ms significativo es el conflictode principios y de polticas oculto tras el choque de las

    personalidades: el mundo tiene ms inters en la polticaque en las personalidades que han de resultar victoriosas.

    Pasemos una breve revista a la tendencia de la polticasovitica desde la muerte de Stalin, para ver cules son los

    principales temas que se encuentran en juego.

    Desde marzo hasta mediados de junio de 1953 unareforma interna sigui a otra en continua sucesin. El cultoa Stalin fue virtualmente abolido. Estaba en marcha unacampaa de ilustracin, destinada a hacer imposible queaquel culto fuese reemplazado por la adulacin a cualquierotro jefe. La administracin estaba siendo revisada yobligada a salir de su bizantina rigidez totalitaria. Sedecret una amnista bastante amplia. El caso de losmdicos del Kremlin fue declarado nulo. Los mtodosinquisitoriales de la polica poltica fueron francamentecondenados. Se proclam el gobierno de la legalidad. Se

    puso mucho nfasis en los derechos constitucionales del

    ciudadano. Los peridicos pidieron casi abiertamente laabolicin de la censura y del control. (La Gaceta Literaria,

    por ejemplo, pidi francamente que se permitiese al teatrosovitico disponer sus propios asuntos sin interferenciasdesde el exterior, una demanda que nadie habra osado

    presentar durante la poca de Stalin, y que evidentemente

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    constitua un ejemplo infeccioso para otros.) La necesidadde una concepcin monoltica fue implcita, y, a veces,hasta explcitamente puesta en cuestin casi a cada paso.Se alent la libre expresin de opiniones; y ya no se

    etiquet al que detentaba opiniones no ortodoxas deenemigo, traidor o agente del extranjero. Altosfuncionarios fueron destituidos sobre la sola base de queabusaban de su poder y obraban anticonstitucionalmente, ysin que se les atribuyera ninguna depredacin o intentocontrarrevolucionario. La relajacin del mtodo degobierno supercentralizado pudo advertirse sobre todo enla separacin de los rusificadores de los altos cargos enUcrania, Georgia y otras repblicas perifricas de la UninSovitica. La rusificacin fue enfticamente negada. Juntocon el cese de la incitacin al antisemitismo, esasnovedades prometan un nuevo y esperanzador comienzoen el trato dado a las nacionalidades menores.

    Por ltimo, y no lo menos importante, el gobiernoorden una revisin de los objetivos de los planeseconmicos en marcha. Las industrias de consumo tendran

    que elevar su produccin. Un mejor nivel de vida y lafelicidad de las masas eran considerados, sin duda, como

    precondicin vital del xito de la nueva poltica.

    Un nuevo espritu se dej sentir en la conduccin de lapoltica hacia el extranjero. Mosc ejerci de un modoconsecuente su influencia en favor de una tregua en Corea;y ni las provocaciones de Syngman Rhee apartaron de sucamino a los rusos (ni a los chinos o norcoreanos). En

    Europa, el gobierno de Malenkov empez a explorar laslneas de una retirada de Alemania.[1]

    Basta con recordar aqu los pasos dados por ladiplomacia sovitica slo durante la semana que precedi alas revueltas de Berln:

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    Desde que se hizo salir de Berln al general Chuikov,toda la poltica del gobierno Pieck-Ulbricht experimentun dramtico cambio de sentido. El teln de acero entreAlemania del este y del oeste fue casi demolido. La

    poltica de trabajo sufri un giro radical. La lucha entre elgobierno y la Iglesia evanglica se dio por terminada, y laIglesia recuper sus anteriores privilegios. Se hizo un altoen la colectivizacin de la agricultura. Los agricultores quehaban huido a la Alemania occidental fueron invitados aregresar y tomar posesin de su propiedad. El capital

    privado recibi tambin una invitacin para volver a laindustria y al comercio.

    Desde el punto de vista ruso esos pasos no tenan elmenor sentido a menos que fuesen parte de una polticacalculada para conseguir la unificacin de Alemania y laretirada de los ejrcitos de ocupacin. En Berln apenas sedudaba de que Mosc estaba realmente preparado paraabandonar el gobierno de Pieck y Ulbricht. Tanfuertemente alentaron esa creencia los representantessoviticos en Berln y tan francamente negociaron con

    lderes no comunistas sobre un cambio de rgimen, que,slo por eso, los mismos rusos indujeron involuntariamenteal pueblo de Berln a echarse a la calle, a pedir a gritos ladimisin del gobierno comunista y a asaltar oficinas de esegobierno. Rusia est dispuesta a abandonar a susmarionetas: echmoslas de una vez!, era la idea querespaldaba la revuelta alemana.

    En la misma semana, el 10 de junio, Mosc estableca

    relaciones diplomticas con Austria y proclamaba el finalde su rgimen de ocupacin en dicho pas. Fueron abolidasen Austria las restricciones al trfico internacional. Y elmismo da, como una medida complementaria, Moscrenunciaba solemnemente a todas sus pretensiones sobre

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    Turqua, aquellas pretensiones que tan fatal papel habandesempeado en las fases iniciales de la guerra fra.

    Lo que resultaba sorprendente en todas aquellas

    novedades de la poltica interior y exterior era suextraordinaria coherencia y su progreso aparentementelibre de fricciones. Los sucesores de Stalin no daban signoalguno de vacilacin en la prosecucin de un nuevocamino. No dejaban traslucir segundas intenciones.Parecan baarse en la luz gloriosa de una inusitadagenerosidad.

    Era posible, nos preguntbamos, que los intransigentes

    del stalinismo y otros adversarios del apaciguamientofuesen tan dbiles y estuviesen tan desacreditados que nofuesen capaces de poner un freno a esos nuevos derroteros?O estaban tambin en retirada tctica, en espera de que lanueva poltica tropezase con dificultades serias?

    * * *

    Cul era la posicin de Beria en todo esto? A qu

    faccin perteneca?

    Al contemplar la escena rusa no es difcil llegar, porprocesos de deduccin y anlisis, a una definicin de lasconcepciones y puntos de vista polticos generales quecompetan para su aceptacin por el grupo gobernante. Nies muy difcil ver intereses y aspiraciones de distintossectores, reflejados en las concepciones en litigio. Lasgrandes fuerzas alineadas y opuestas a uno y otro lado

    proyectan sus sombras con suficiente nitidez, incluso atravs del velo del secreto que las rodea, para que elobservador exterior pueda acertar la disposicinaproximada de aquellas fuerzas. Pero solamente en casosexcepcionales es posible aventurar siquiera una conjetura

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    sobre la actitud de esta o aquella personalidad oficial en undeterminado tema.

    EnRusia despus de Stalin qued expresada la

    suposicin de que en los consejos internos del partidoBeria no representa necesariamente la actitud antiliberal dela polica, sino que, al contrario, pudo haber actuadocontra los intransigentes de la polica, como uno de los

    promotores de la reforma.

    De entonces ac, esa suposicin parece haber sidoconfirmada por los hechos. En el ltimo perodo de suactividad Beria represent la curiosa paradoja de un jefe de

    polica semi-liberal en un estado totalitario. El perodo quetermin en la revuelta de la Alemania oriental podradescribirse como el de los cien das de Beria.

    Beria asumi la responsabilidad de los actos polticos dela mayor importancia, dos crmenes imperdonables aojos de los intransigentes del stalinismo y sus asociados.En primer lugar, humill a la polica poltica cuandoexpuso sus prcticas en conexin con el complot de losmdicos. En segundo lugar, ofendi al chauvinismo rusocuando l, un georgiano, pidi que se pusiera fin a larusificacin en Georgia, Ucrania, los pases blticos y elAsia Central.

    Ambos actos, el primero ms explcitamente que elsegundo, fueron ostensiblemente apoyados por los demsdirigentes del partido. Pero, como ministro del Interior,

    Beria fue identificado con los mismos ms ntimamenteque cualquiera de los otros jefes. No hay que sorprendersede que algunas de las viejas manos de la polica poltica,resentidas y anhelantes de recuperar su sagrado derecho aarrancar confesiones de sus vctimas, y los chauvinistasde la Gran Rusia, se uniesen para descargar sobre l susansias de venganza.

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    Beria fue menos directamente asociado con laconduccin de la poltica extranjera; pero, como miembrodel Politbur (ahora, del Presidium), ejerci tambin unagran influencia en ese campo. La poltica exterior de los

    bolcheviques no fue nunca hecha por el ministro deAsuntos Exteriores de turno, Molotov, Vichinski, Litvinovo Chicherin: siempre fue prerrogativa del Politbur. Quelas polticas interior y exterior son ntimamenteinterdependientes ha sido un axioma. Es, pues, indudableque el hombre encargado de dirigir la seguridad interior hatenido tambin su importante palabra que decir en losasuntos exteriores. Beria tena, sin duda, una voz decisivaen los asuntos de Alemania oriental, y, en general, de laEuropa oriental, que tiene una importancia directa en laseguridad interna de Rusia, por un lado, y en sudiplomacia, por otro. Sus oponentes podran, pues,censurarle fcilmente por el apaciguamiento, lo mismoque por sus reformas internas.

    De marzo a junio Beria actu en ntima alianza conMalenkov. Juntos dominaron el Presidium, probablemente

    contra la oposicin de Molotov, y ciertamente contra la deJruschov. Juntos representaron el ms fuerte bloque de

    poder dentro del Presidium. La nueva poltica despertabagrandes esperanzas y era indudablemente muy popular; y,mientras fuese as, nadie podra desafiar la autoridadconjunta de Malenkov y Beria.

    Contra la anterior interpretacin puede presentarse elviejo argumento de que en un rgimen totalitario la opinin

    pblica y las tendencias sociales, culturales y morales,operantes en la sociedad, carecen de importancia poltica.Escribe, por ejemplo, George F. Kennan, en su crticadeRusia despus de Stalin, que la mayora de losestudiosos del totalitarismo moderno ... creen quesi el

    grupo gobernante se mantiene unido, vigilante y firme, no

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    necesita mostrarse muy deferente ni dejarse influirseriamente por los sentimientos subjetivos del populachoen general. Y, en otro lugar: En general, los dirigentestotalitarios que conservan su unidad interna y su

    despiadada decisin pueden burlarse de los estadossubjetivos de la mente popular... [2]

    Las palabras de Mr. Kennan, escritas antes de la cada deBeria, eran reflejo del supuesto de que la polticaoccidental no necesitaba tomar en consideracin divisionesgenuinas en el seno del grupo gobernante sovitico, porquetales divisiones no existan. Dicho supuesto ha resultadoerrneo. Pero, qu conclusin hay que sacar del hecho de

    que el grupo gobernante sovitico no se mantenga unidoo no conserve su unidad interna? Es que entonces losestados subjetivos de la mente popular adquierenimportancia poltica? Y pueden incluso esos estados demente dar cuenta, en parte, de las diferencias en el seno delgrupo gobernante?

    Desde el principio, empero, las fuerzas opuestas a la

    poltica de Malenkov-Beria fueron formidables. Las viejasmanos de la polica poltica no estaban inactivas. Algunosleales del partido se sintieron sacudidos por la completaruptura con los cnones largo tiempo establecidos delstalinismo. Algunos jefes de las fuerzas armadas

    ponderaron con alarma las implicaciones de unas reformascasi liberales: no causaran stas una baja repentina en ladisciplina de trabajo y pondran de ese modo en peligro los

    programas de armamento? Por la fuerza de la tradicin, el

    ejrcito haba sido el portavoz del chauvinismo de la granRusia, y haba mirado con suspicacia y hostilidad losnacionalismos centrfugos de las repblicas perifricas.Algunos mariscales y generales no podan adoptar unaactitud favorable hacia una poltica exterior evidentemente

    http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/caso_beria.htm#ftn2http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/caso_beria.htm#ftn2
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    dirigida a una eventual retirada de los ejrcitos deocupacin de Alemania y Austria.

    Pero la coalicin de los intransigentes del stalinismo, los

    polticos resentidos y los generales angustiados no podaabrigar esperanzas mientras la nueva poltica fueseavanzando triunfalmente sobre una marea de entusiasmo

    popular. Las primeras dificultades se presentaron al pareceren el frente interior. A juzgar por testimonioscircunstanciales, la disciplina de trabajo experiment un

    bajn en la industria; y las granjas colecticas retrasaron susentregas de productos alimenticios. Pero tales dificultadesni fueron lo bastante serias para permitir a los adversarios

    de la nueva poltica desencadenar un ataque frontal contrasta, ni dejaron de proporcionar una buena base para talataque.

    Lo que dio a los oponentes de la nueva poltica laoportunidad que afanosamente esperaban fue la Alemaniaoriental.

    Los alemanes que los das 16 y 17 de junio se echaron ala calle, pidiendo a gritos la destitucin del gobierno dePieck y Ulbricht, asaltando a la polica popular yrecibiendo a pedradas a los tanques rusos, causaron uncataclismo; pero el cataclismo tuvo lugar en Mosc, no enBerln.

    Es casi seguro que un grito contra el apaciguamientose alz en seguida dentro de los muros del Kremlin. Los

    jefes del ejrcito podan ahora argir que era el ejrcitoquien tena que soportar las consecuencias de lospeligrossimos experimentos polticos puestos en marchapor los civiles; que el orden rein en la Alemania del estemientras el general Chuikov la gobern con mano dehierro; que la inquietud comenz en cuanto el general fuereemplazado por Semionov, como alto comisario, y se

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    estableci un rgimen civil; y que entonces era el ejrcitoel que tena que salvar a aquel rgimen.

    Luego de comenzar por el tema de Alemania, los crticos

    podan enfrentarse con la nueva poltica como un todo.Podan observar que no solamente Alemania, sino elOccidente entero, estaba recibiendo las concesionessoviticas como una prueba de debilidad rusa, y queWashington, en particular, estaba aprovechando esasconcesiones como el punto de partida de una intensificadaembestida contra las posiciones rusas en la Europa centraly oriental.

    Adems, el grupo gobernante vea que la nueva polticaestaba en efecto convirtindose en una fuente de debilidad

    para Rusia; sumerga en disturbios a la Europa oriental;causaba un rpido empeoramiento de la posicinnegociadora de Rusia; y amenazaba con arrebatar a Rusialos frutos de su victoria en la segunda guerra mundial, singanancia alguna en compensacin.

    Los apaciguadores podran haber argumentado a suvez que an no se haba dado a la nueva lnea suoportunidad; que sera equivocado abandonarlainmediatamente en cuanto tropezaba con las primerasdificultades; y que solamente persistiendo con paciencia enla poltica de concesiones podra el gobierno soviticocosechar sus beneficios.

    Pero despus del terremoto de la Alemania oriental,

    despus de los temblores de Hungra y Checoslovaquia,despus de todos los llamamientos que resonaban enWashington en favor de una poltica dura, el argumentocontrario al apaciguamiento consigui un peso

    predominante en el Kremlin.

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    En Rusia, como en los Estados Unidos, existen gruposque sustentan la opinin de que todo esfuerzo pacificadores intil; esos grupos ven con Schadenfreude todo tropiezosufrido por los conciliadores; y este ltimo tropiezo

    fortaleci grandemente su posicin.

    No hay razn alguna, sin embargo, para suponer quedespus del 16 y 17 de junio dichos extremistas seconvirtieran en los verdaderos amos de la polticasovitica. El ncleo del grupo gobernante consta todava dehombres dispuestos a buscar un acuerdo con Occidente.Pero incluso los hombres del centro tuvieron que verseafectados por las argumentaciones contra el

    apaciguamiento. Tuvieron que admitir que la direccinde la poltica sovitica desde la muerte de Stalin haba sido

    bastante inepta en algunos aspectos.

    Tuvieron que admitir que Mosc se haba dadodemasiada prisa en hacer concesiones y haba tenidodemasiado celo en demostrar su buena voluntad para hacerotras ms, en mayor nmero y de mayor amplitud.

    Portavoces oficiales haban afirmado muchas veces que elgobierno no aceptara nunca la exigencia norteamericanade que Rusia tena que ceder mucho terreno antes de queOccidente iniciase negociaciones. En realidad, el gobiernode Malenkov se comportaba como si ya hubiese aceptadotcitamente aquella exigencia: haca concesiones previas alas negociaciones.

    Incluso desde el punto de vista de los apaciguadores

    soviticos, la iniciacin de la lnea suave en la Alemaniaoriental haba resultado prematura. Provoc all casi uncolapso del rgimen comunista. Desde el punto de vistasovitico, solamente habra estado justificado que seasumiesen dichos riesgos despus de que el Occidentehubiera aceptado una retirada general de los ejrcitos de

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    ocupacin. La prdida del rgimen comunista en laAlemania del Este habra sido entonces el precio pagado

    por Rusia para un acuerdo en Alemania y para la detencinde la carrera de armamentos. Pero haber pagado aquel

    precio cuando el juego no haba hecho ms que iniciarseera el colmo de la locura desde el punto de vista delKremlin.

    As, incluso los hombres del centro, que al principiohaban respaldado la nueva poltica, tuvieron que reconocerla necesidad de un cambio de tono, y quizs de tctica, auncuando no estuviesen muy inclinados a abandonar la

    bsqueda de la coexistencia pacfica. Sometidos a un

    fuego mortfero procedente de los grupos extremistas, semostraron demasiado ansiosos en declinar su propiaresponsabilidad por el apaciguamiento de los mesesanteriores y en hacer recaer las crticas en algn otro.

    La revuelta de la Alemania oriental proporcion tambinuna base de partida a los ataques a las reformas interiores.Desde luego que no todos los partidarios de la conciliacin

    en el exterior lo eran tambin de las reformas en casa, nitodos los reformistas eran necesariamente apaciguadores.Pero no es menos cierto que existe una ampliacorrespondencia entre ambos aspectos de la poltica; y, enla tensin ocasionada por los acontecimientos deAlemania, ambos aspectos resultaban vulnerables.

    El sentimiento de seguridad y el optimismo que habancaracterizado el estado de nimo ruso durante la primavera,

    haban desaparecido. El grito de alerta reson de nuevo, ycon nuevo vigor. El soldado, el polica y el stalinista fiel

    podan alzar su dedo acusador hacia los abogados de lasreformas: vuestra poltica, podan decir, ha aportado ya undesastre en Berln y peligrosas perturbaciones en Budapesty Praga. Pronto podr traer desastres ms prximos a

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    nosotros. En Mosc el pueblo murmura ya a propsito deuna inminente depreciacin del rublo, y el ministro deHacienda ha tenido que hablar pblicamente del tema. Ladisciplina est aflojndose en las fbricas. Hay inquietud

    en las granjas colectivas. Los peridicos, en su nuevo celopor la libertad de crtica, estn socavando el respetopopular a la autoridad. Si se os permite seguir adelantecon esa poltica, conseguiris un 16 de junio aqu enMosc!

    El fantasma de un 16 de junio en Mosc atemoriz loscorazones de los reformadores y paraliz su voluntad.

    * * *

    EnRusia despus de Stalin se discutieron tres posiblesvariantes en la evolucin de los acontecimientos: a)regeneracin democrtica; b) recada en el stalinismo; y c)dictadura militar. Se observ que el prerrequisito para unadictadura militar sera una amenaza de guerra a Rusia, por

    parte de Occidente.

    El cuadro de los acontecimientos es en realidad msconfuso y contradictorio que la previsin teortica. Grauist jede Theorie, und ewig grn ist des Lebens Baum . Aunas, el anlisis teortico proporciona todava la clave paraentender el cuadro.

    Los acontecimientos de la Alemania oriental, seguidospor el llamamiento a la revuelta dirigido desde Occidente ala Europa del Este, present a Mosc el sucedneo de unaamenaza de guerra, lo que no andaba lejos de ser.Aquello no era suficiente para producir un golpe militar,

    pero era ms que suficiente para poner de nuevo en accina aquella coalicin de grupos en el ejrcito y en la policaque haban dejado ver su mano en el asunto de los mdicosdel Kremlin, en enero. Aproximadamente la misma

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    combinacin de compadres que haban amaado elcomplot de los mdicos, llevaron a cabo un semi-golpecontra los reformadores y apaciguadores despus del 16y 17 de junio.

    Sometida a ese ataque, la alianza entre Malenkov y Beriase quebr. El ataque era evidentemente lo bastante

    poderoso para dar a Malenkov la impresin de que nopodra salvar su propia posicin sin cambiar de terreno yarrojar a Beria a los leones. Y Malenkov, ciertamente,consigui salvar su posicin.

    Los intransigentes de la polica de seguridad pueden

    an tratar de reunir sus fuerzas y luchar por salvar su piel.[Estas palabras fueron escritas en abril de 1953.] Puedenvolver a la lucha desde las provincias y tratar dereconquistar el terreno perdido en Mosc. Pueden tenerinfluyentes asociados y cmplices dentro del Kremlin.Pueden tratar de apartar a Malenkov y sus asociados,denuncindoles como apstatas, trotskistas-bujarinistasencubiertos y agentes del imperialismo, y presentarse a s

    mismos como los nicos verdaderos y ortodoxos herederosde Stalin. (Rusia despus de Stalin).

    As ha resultado en efecto, salvo que hasta ahorasolamente Beria, y no Malenkov, ha sido apartado ydenunciado como apstata; y Malenkov ha queridoasegurar su propia posicin consintiendo en desempear el

    papel de principal acusador de Beria.

    Beria estaba en una posicin peculiarmente vulnerable.Su nombre haba estado asociado a los aspectos msnegros del stalinismo durante los ltimos quince aos: loscampos de concentracin, las deportaciones en masa, elcontrol del pensamiento, el teln de acero, las purgas en los

    pases satlites. Haba ejecutado todos los trabajosdeshonrosos que Stalin le haba asignado. No obstante,

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    despus de la muerte de su amo haba aparecido, comoquitndose una mscara, en figura de dvuruchnik, de unliberal de corazn. Pero su propia poltica le desestimabacomo liberal, y el pueblo le odiaba como jefe de la

    polica. Su cabeza, la cabeza que haba pertenecido al mspoderoso y ms temido hombre de Rusia, era, enconsecuencia, el ms fcil trofeo a alcanzar por quienes seoponan a la reforma. Es casi seguro que tanto la policacomo el pueblo se regocijaron con su cada. El pueblo creaque solamente entonces podra empezar de verdad la era dela libertad, mientras que los intransigentes de la polica

    poltica confiaban en que solamente entonces llegara a sufin la loca primavera de las reformas liberales.

    Al parecer, pues, la cada de Beria puede verse como unaetapa necesaria en la evolucin democrtica de Rusia: y asla present vagamente Malenkov. La principal acusacinque formul contra Beria fue la de que ste habaconspirado para poner la polica poltica por encima del

    partido y del gobierno, bloqueando as el camino de lareforma. Beria, afirm Malenkov, acept las recientes

    reformas simplemente porque tena que hacerlo: habiendosido decididas dichas reformas por iniciativa conjunta delComit central y el Presidium, Beria pretendi ponerlas enejecucin con lealtad, mientras realmente obstaculizaba esaejecucin. Como para confirmar aquella versin, el Comitcentral reafirm sus crticas al culto de Stalin, su oposicina la adulacin a un solo jefe y su determinacin deasegurar la direccin colectiva, la libre discusin y elgobierno de la ley.

    Si eso fuera todo, sera en verdad posible ver la cada deBeria como un paso adelante en la revulsin de Rusiacontra el stalinismo. Pero eso no es todo.

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    Lo que hay de ominoso en este grave asunto no es, desdeluego, la cada de Beria, sino la manera en que ha tenidolugar. Beria fue denunciado como traidor y enemigo del

    pueblo, y como agente del imperialismo extranjero que se

    propona la restauracin del capitalismo. Es la mismaamalgama clsica de las purgas stalinistas de los aostreinta. As, la nueva representacin del sbado de brujasque no lleg a producirse en enero, parece habercomenzado despus de todo, con Beria, en vez de con losmdicos del Kremlin, volando a travs de la niebla y elaire inmundo.

    La reproduccin de la amalgama de los treinta

    convierte en una burla la pretensin del grupo gobernantede estar defendiendo contra Beria el principio de ladireccin colectiva. Ese principio implica una libreexpresin de las diferencias polticas dentro del grupodirigente, y, ltimamente, dentro del partido como un todo.Pero, quin se atrever a exponer libremente susopiniones si tiene razones para temer que puede por elloser denunciado como traidor y agente del extranjero? Tal

    amalgama stalinista excluye la libre discusin, y, enconsecuencia, la direccin colectiva.

    Si era posible ver en Rusia, despus de la muerte deStalin, una promesa de regeneracin democrtica, era

    precisamente porque haban desaparecido las denuncias deese tipo, que ya en los ltimos aos de Stalin haban idohacindose cada vez ms raras. A los muchos altosfuncionarios que fueron depuestos entre marzo y julio no

    se les puso las etiquetas de agentes extranjeros, espas oaliados del capitalismo. Se les acus de forjar acusacionesfalsas, de abusar del poder, de imponer una poltica derusificacin, y cosas parecidas. Eran acusaciones plau-sibles, que se explicaban por s mismas en un ciertocontexto poltico, y que se ajustaban a las circunstancias en

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    que haban operado los hombres destituidos, culpables ono. Las acusaciones estaban formuladas en un lenguajemoderado y sobrio, en el que no haba nada que oliese acaza de brujas.

    En contraste, las acusaciones lanzadas contra Beriaestaban llenas de armnicos irracionales y demonolgicos.Y pedan al mundo que creyera que el hombre que habatenido a su cargo la seguridad interior de Rusia durante lasegunda guerra mundial era un agente del imperialismoextranjero.

    El significado del asunto Beria se manifiesta de modo

    an ms concluyente por el hecho de que su cada fue laseal para una nueva acometida contra los nacionalismosgeorgianos, ucranianos y de otras nacionalidades no rusas.

    No fue una simple coincidencia que durante la primaveraliberal se refrenase el chauvinismo de la gran Rusia y se

    proclamase la necesidad de dar ms campo a lasaspiraciones y demandas de las repblicas no rusas.

    La poltica hacia las naciones menores es el barmetroms sensible de la atmsfera general de la Unin Sovitica.Liberalizacin significa menos control central y msautonoma para los no rusos. El gobierno policiaco implicauna estricta centralizacin; y su endurecimiento conducehabitualmente a una oposicin a los nacionalismosburgueses de las repblicas perifricas.

    Entre marzo y junio, de lo que se hablaba era,

    significativamente, de que no se deba manejar el coco delsupuesto nacionalismo burgus en las provincias norusas. En lo que pareca ser un acto, demasiado aplazado,de justicia histrica, los rusificadores fueron destituidos desus cargos en Tiflis y Kiev. Quiz deba ser recordado quela era de Stalin comenz precisamente con una luchacontra los desviacionistas nacionalistas de Georgia y

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    Ucrania. se fue el tema sobre el que Lenin, mortalmenteenfermo, escribi su ltima, grande, irritada yconmovedora carta al partido. (El autor de este libro haledo el texto completo de esa carta, que ha permanecido

    indita hasta hoy.) En ella expresaba Lenin su sentimientode vergenza e incluso de culpabilidad personal,

    provocado en l por la ofensiva de Stalin contra losdesviacionistas nacionalistas. Lenin adverta al partidocontra el chauvinismo gran-ruso de la burocracia sovitica,y de Stalin en particular, contra la brbara violencia deaquel verdadero gran valentn ruso, que, en nombre dela necesidad de un estricto gobierno central, oprimira,insultara y humillara a las nacionalidades no rusas. Leninarga apasionadamente que sera mil veces mejor para larepblica sovitica llegar a privarse de las ventajas de ungobierno centralizado antes que entregar a lasnacionalidades menores en manos del valentn de la granRusia.

    Hubo, pues, una curiosa simetra histrica en lacircunstancia de que, inmediatamente despus de la muerte

    de Stalin, reapareciesen en la agenda las cuestionesgeorgiana y ucraniana y se hiciese un intento de amansar algran valentn.

    Pero ste parece haber vuelto a hostigar a losnacionalistas burgueses de Georgia y Ucrania; y suregreso es el signo ms seguro de una reaccin contra lasreformas progresivas de los meses precedentes.

    * * *

    La lucha dura, empero, todava, y su resultado est anpor decidir. Los intransigentes del stalinismo no hanconseguido ms que una media victoria.

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    En algn aspecto el asunto Beria es completamentenico, y no puede ser ni siquiera comparado con ningunade las grandes purgas de Stalin.

    Ninguna de las vctimas de Stalin ejerca, en vsperas desu purga, un poder comparable al de Beria; y ninguna tenaun squito tan grande dentro de la burocracia. Stalin acab

    por destruir a Bujarin, Zinoviev, Kamenev, despus dehaber esperado pacientemente, astutamente, y de haberles

    privado, en el curso de muchos aos, de los ltimos restosde poder, haberles desacreditado y haberles reducido a una

    posicin inofensiva. En vsperas de su proceso,Tujachevski era bastante poderoso como personalidad

    militar; pero no tena la menor posicin poltica. Yagodaera un mero ejecutor de la voluntad de Stalin. En 1936-38Stalin tena ya firmemente puestas las manos en todas las

    palancas del poder, y nadie habra osado desafiar suposicin autocrtica.

    No as Malenkov. ste parece haberse embarcado en laruta resbaladiza de las purgas antes de haber llegado a

    afirmarse sobre sus pies. Su jefatura no ha sido anreconocida. Su posicin de poder no est todavaconsolidada. An tiene que hablar y actuar como uno delequipo. El partido se concentra no tras el camaradaMalenkov, sino en torno al Comit central. La posicinde Malenkov hoy no es apreciablemente ms fuerte de loque era ayer la de Beria.

    Si fue posible derribar a Beria con tanta facilidad, qu

    garanta hay de que Malenkov no pueda serignominiosamente despedido sin mayor esfuerzo? Si loscomits del partido podan ser tan rpidamente persuadidos

    para que aclamasen la cada de un triunviro, no puedenver con la misma indiferencia la destruccin de otro?

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    El destino de los sucesores de Stalin puede an resultarmenos semejante al del propio Stalin que al de Danton,Robespierre, Desmoulins, que se fueron enviando a laguillotina sin gozar ninguno de ellos de autoridad

    exclusiva, con el resultado de que todos fueron destruidos.Desde luego, tambin es posible que, despus de una seriede purgas, uno de los sucesores de Stalin pueda aparecerfinalmente como el nuevo autcrata; pero eso no es seguroni mucho menos.

    Las divisiones en el grupo gobernante son, en ltimainstancia, reflejo de las presiones conflictivas que sobreaqul ejercen fuerzas exteriores, que, a la larga, llevan la

    direccin de una dictadura militar o de una regeneracindemocrtica. El caso Beria no representa, pues, ms que unmomento en el movimiento calidoscpico de la historiacontempornea de Rusia.

    Los jefes del ejrcito han dejado de observar la escenacon pasividad y en silencio. Su influencia fue fcil dediscernir en el asunto de los mdicos del Kremlin, y an

    puede verse ms distintamente en el asunto Beria. Sin elapoyo garantizado del ejrcito, Malenkov no se habraatrevido a descargar el golpe sobre Beria, quenominalmente tena todava bajo sus rdenes la totalidaddel cuerpo de polica poltica, y que, en cualquier caso,

    poda confiar en que algn sector de la polica acudira ensu ayuda. No fue casual el que la radio y la prensa deMosc diesen tanto relieve a los discursos contra Beria

    pronunciados por los mariscales Zhukov, VassiIevski,

    Sokolovski, Govorov y otros. Durante las grandes purgasstalinistas los jefes de las fuerzas armadas no aparecierontan conspicuamente en el escenario poltico. Aun as, Stalinse sinti amenazado en su posicin por Tujachevski.Cunto ms puede ser puesta en peligro la posicin de los

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    sucesores de Stalin por unos mariscales cuya gloria military atractivo popular son tan superiores a los de Tujachevski.

    El gobierno de Malenkov ha asestado un golpe a la

    polica poltica. [Esta cita est tambin tomada deRusiadespus de Stalin.] Si resulta eficaz, ese golpe ha de

    producir un cambio en toda la estructura del rgimen. Unode sus dos puntales ha sido debilitado, quizs astillado. Esotrastorna el equilibrio del rgimen y tiende a aumentar laimportancia del otro puntal, el ejrcito. Si el partido se ha

    privado de la posibilidad de oponer la polica poltica alejrcito, el ejrcito puede convertirse en el factor decisivoen los asuntos del pas.

    Paradjicamente, el rgimen parece ahora hacer unesfuerzo por reparar aquel puntal astillado, la polica

    poltica, con la ayuda del ejrcito. Pero todava durantealgn tiempo, hasta que la faccin Beria seacompletamente eliminada, la polica poltica permaneceren un estado de desarreglo, desprovista de su normal poder

    percutor; el gobierno tendr que confiar, ms que nunca,

    para su seguridad interna, en el ejrcito. Pasar algntiempo antes de que sea restaurada la estructura de podercaracterstica del stalinismo, si es que sta puede serrestaurada. Hasta entonces, habr una grieta abierta entre elgalvanizado mtodo stalinista de gobierno y la mecnicano-stalinista del poder. Sobre esa grieta puede lanzar unavez ms su sombra un Bonaparte potencial.

    Ni tampoco se han desvanecido las fuerzas que

    impulsaron al grupo gobernante a decretar las reformas dela primavera pasada, aunque es posible que por elmomento hayan sufrido un serio retroceso. Aquellasreformas no pudieron brotar meramente del capricho y laambicin de Beria, ni de ningn otro; satisfacan unanecesidad sentida profunda y ampliamente por el pueblo.

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    Malenkov y sus asociados siguen pagando tributo al estadode nimo popular cuando contipan declarando que se

    proponen proseguir el camino iniciado despus de lamuerte de Stalin. El estado de nimo popular les obliga a

    caminar con bastante precaucin por un camino retorcido ypuede obligarles incluso a que cumplan parte de supromesa. Adems, las recientes reformas corresponden alnuevo punto de vista y a la nueva estructura social deRusia, que, aunque formada durante la era de Stalin, hallegado a ser incompatible con el stalinismo.

    Ningn cambio en el interior del grupo gobernante,ninguna intriga de palacio, ningn golpe o contra-golpe, ni

    siquiera purgas sangrientas, pueden borrar esos factoresbsicos, que continan obrando contra la inercia delstalinismo. Si no son destruidos por una nueva guerramundial, y si no son indebidamente restringidos por elmiedo a la guerra, el estado de nimo popular y losapremios de la sociedad forzarn, ms pronto o ms tarde,a abrir una vez ms el camino de las reformas. Y entonceslo mantendrn abierto ms firmemente de lo que lo

    hicieron en la primavera liberal de 1953.

    15 de julio de 1953

    Notas:

    [1]Rusia despus de Stalin.

    [2] Subrayados del autor.

    http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/caso_beria.htm#ftnref1http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htmhttp://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/caso_beria.htm#ftnref2http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/caso_beria.htm#ftnref1http://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/rusia_despues_de_stalin.htmhttp://www.marxists.org/espanol/deutscher/1953/caso_beria.htm#ftnref2