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Walter Benjamin-Simone Weil:Una teoría de la atención
Eva Aladro VÍCOProfesora del Departamento de Periodismo I I I
E n la s relaciones de la atención con la comunicación artística como en general en elmundo social e individual estudiadas por Simone Weil, hay paralelismos con la teo-ría de Walter Benjamin sobre el arte de la narración y la idea de lo atención en estaobra, que conectan directamente a ambos autores con la elucidación de los procesos
reales de la comunicación e información e n la vida humana.Weil desarrolló lo que podríamos llamar leyes de mecánica psicológica y espiritual.Investigó profundamente los rastros de u n conocimiento diseminado en la s tradicio-n e s culturales y religiosas que constituyera un corpus completo de u na “física sobre-natural”: el desarrollo análogo de los principios de la mecánica física como la s leyesde la palanca y la balanza, en el terreno inmaterial de la mente y e l espíritu, bus-cando el trasunto de las leyes de la gravedad en el campo moral, o de la matemáti-ca pitagórica y sus principios de la media proporcional o e l equilibrio de los contra-rios, como útiles prácticos en los campos sociales, sirviéndose e n gran medida de su
conocimiento de la mentalidad griega antiguo, de la tradición cristiana y de otrasformas de conocimiento sobrenatural, como la autora los denominaba .
Dentro de su proyecto de estudio, Simone Weil desarralló una teoría de la atencióny de la práctica del conocimiento y el desarrollo de la experiencia por la mediaciónde la belleza, entrando a sí en el problema de la comunicación.
Para Simone Weil, la belleza es “una fruta a lo que se mira sin alargar la mano”(Weil 1995:182.). L a fruición de la belleza e s la que S imone Weil llama el “acto de
atención”. L a atención es en realidad no e l inicio de la percepción estética y comuni-cativa en general, sino su fin mismo, su objetivo. Weil sintetizo e l proceso de la recep-ción a l desencadenamiento de la atención. L a atención es un fenómeno complejo depor sí , pero para Simone Weil es la auténtica base de todo desarrollo estético, cultu-ral o espiritual humano. E s además un fenómeno que a l presuponerse, en muchosocasiones, no llega o realizarse verdaderamente (solemos pensar que la atención esintencional, y no es así , según la autora>. L o atención humana es para Simone Weilel “quid” de la cuestión: “Los valores auténticos y puros de lo verdadero, lo bello y lobueno en la actividad de un ser humano se originan a partir de un único y mismoacto, por u na determinada aplicación de la plenitud de la atención al objeto. L o ense-
ClOn’ 4.53-61 Serac¡o de Pu bl icaciones UCM. 1999
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ñanza no debería tener otro fin que e l de hacer posible la existencia de u n acto comoé s e mediante e l ejercicio de la atención. Todos los demás beneficios de la instruccióncarecen de interés “(Weil, 1995:156>.
E n el acto de percepción estética permanecemos inmóviles y nos u n imos con aquello
que deseamos sin acercarnos a ello. E n e s e instante hay atención pura: nuestra renun-cio a imaginar, nu estra cesión ante la intención artística es total. L a inteligencia cum-ple entonces su verdadero papel según Weil, le corresponde únicamente la su misión.Experimentamos exactamente lo que ha experimentado el artista, por medio delvaciada total de nu estra intención, que permite que nos l lenemos de la belleza d e laabra. Según Weil, e n e s e proceso hay uno aceptación de la distancia. “L a distanciaes el alma de lo Bello”, dice Weil (1995:182). Benjamin, en una prodigiosa coinci-dencia, describe el “aura” de la obra de arte como “la manifestación irrepetible deuna lejanía
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equilibrio está bien ilustrada, dice Weil, en el plano místico
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Simone Weil entiende por tonto la percepción de la belleza, su contemplación, comauna cesión, renuncio a subyugación que e n principio no es voluntaria. L a fruiciónestético no es un acta intencional, suscitando paradójicamente la inquietud o la emo-ción que normalmente llamamos admiración. No es intencional porque para captarla belleza nos vaciamos de toda intención a deseo dirigido; e s más bien la belleza
de la obra la que nos capto a nosotros. Como la s narraciones de Benjamin, la s obrasbellas de Weil imantan a l receptor hacia la necesidad de que esas obras o narra-ciones perduren, se repitan, aseo, existan, y sin embargo, esa necesidad surge de loaceptación de la distancia que separa la s componentes del fenómeno comunicativa.Hoy una captación de una atención desinteresada que sólo mira y espera, y despuésuna experiencia de esa obra o existencia ajena, con la que no deseamos hacer nada,pues ya está hecha; después , hay una disposición, movida par la necesidad de loexistencia de la belleza, a repetir maquinalmente el proceso, haciendo real el fenó-meno de cooperación entre obra y receptor, entre creador y receptores. Experimen-tar esa belleza e s repetirlo. Recibir una obra de arte es hacerse autor de la misma,
como ocurre e n la teoría benjaminiana que ampliaremos ahora.Según Walter Benjamín, el narrador está dotado de cierta lejanía. L a narración, comointercambio de experiencia, supone u n acercamiento a través de u n relato, por la v íaúnica d e una comunión de experiencia en torno al misma. Toda narración eficaz trans-mite y supera una “distancio”, el narrador e s alguien que viene de lejos
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do, cuando es agraciado con el don de volverla a narrar, aportando su experienciavivida, su s capas y pátinas de perfeccionamiento artesanal a un relato recibido. ParaBenjamin, el narrador es “e l hombre que permite que las suaves llamas de su narra-ción consuman por completo la mecho de su vida”. < Benjamin 1991:134).
E n la teoría de Walter Benjamin la comunicación no está desdoblada en emisores yreceptores más que en u n movimiento diastólico detrás del cual se produce uno unifi-cación de estas dos figuras en el movimiento sistólico d el proceso comunicativo, cuan-do emisor y receptor s o n una sola y misma figura, la figura del reproductor de unahistoria, la memoria viva que funciona como una cadena, Mnemosine, la muso de loépico < 1991:124), que d e generación en generación transmite una “verdad lejana”.
E n la teoría comunicativa de Benjamín, par tanto, la comunicación es la superaciónde una distancia pluridimensional: e n este otro sentido, es también la distancia q uesepara al narrador y a l oyente, que por virtud de la comunicación de la experiencioy la experiencia de la comunicación, queda abolida: un receptor real es igual a unemisor real. Existe una relación de proximidad creada por el fenómeno narrativo:“todo aquel que escucha una historia, está e n compañía del narrador; incluso el quelee, participo de esa compañía” (1991:126>. Al se r el mensaje el imán que se atraela s posiciones del emisor y receptora una sola función, se hace posible este fenóme-no de cercanía de lo lejano, es decir, de compañía de u n emisor muerto hace milaños o d e u n receptor aún no nacido. Benjamin dice que toda buena narración seprocura por s i sola su s receptores y sus emisores.
S i la atención es para Weil un fenómeno sobrenatural, para Benjamin el “don deescuchar” también e s agraciado con el “don de narrar”. < Benjamín, 1991:119>, ytambién se trata d e u n fenómeno ético-estético: “el narrador, dice Benjamin, es lafigura e n la que el justo se encuentra consigo misma” (Benjamin 1991: 134), a tra-vés de una comunicación entre diversos individuos.
Sobre esta licuación de la s identidades en torno a lo experiencia receptiva-creativa,Weil indicó e l carácter anónima de toda obra de belleza perfecta. S i lo atención con-siste en una despersonalizoción que permite al receptor llenarse de la belleza crea-da externamente a é l , también la creación mismo de la obra es una “descreación”según Weil (1995:82). L a inspiración, según Weil, es una tensión de la s facultadesdel alma que hace posible e l grado de atención indispensable para la composiciónen múltiples planos. “Quien no posea ese grado de atención recibirá un día esacapacidad s i s e obstino con humildad, perseverancia y paciencia, y s i se ve impulsa-do por un deseo inalterable y violento” (Weil, 1949:274>. L a obra de arte es u n puen-te hacía lo “gracia sobrenatural” weiliana, que podemos comparar a lo que Benja-m m llamo el elemento maravilloso o inexplicable de la narración, lo “memorable”,que evidentemente no es obra del narrador mismo. Weil afirma que toda obra bellaimita el anonimato d el arte divino (Weil 1995:182>.
Benjamin indica que la “autoridad” de la narración forzará al receptora repetir esabelleza, a convertirse en reproductor de lo misma, a que surja la vocación estética o
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comunicativa. Incluso la reproducción artística es par tanto u n fenómeno material queno es sino u n trasunto de la reproducción artística que tiene lugar en e l plano de laintersubjetividad: en similar sentido Simone Weil dirá que “no hay arte sin eco”. Paraambos autores, es la obra de arte la que se atrae hacia s i u n interés del receptor q ueno es el interés previo que ese receptor albergara antes de experimentar la fruiciónestét ica. Por eso, según Benjamin, la atención constantemente solicitada y sobreex-plotada de la sociedad contemporánea tiende a disminuir el fenómeno de la capta-ción profundo y por tonto supone la disminución de la experiencia de lo memorable.
Así , el olvido de la propia escucho según Benjomin, o e l vaciado de toda intenciónen la atención weiliana, se confrontan can esa constante búsqueda del interés pre-viamente garantizado que caracteriza a la s productos de lo comunicación masivomediada. E n ambos autores deducimos la distinción entre d as tipas de atención y deinterés: e l generado parlo obra de arte, u n “interés desinteresado”, que se atrae unaatención nueva por parte d el receptor, y el interés previamente existente, que garan-tizo una “atención interesada” y que n o se grabo profundamente e n la memoria d elreceptar n i produce la reproducción del fenómeno d e la comunícacion -
Hay e n ambos autores una teoría compartida de lo atención. Poro Benjamin, el pro-ceso profundo y real de comprensión y práctica de la s historias requiere un estadode distensión: “cuanto más olvidado de s i mismo está e l que escucha, tanta más pro-fundamente se impregno su memoria de lo oido”( Benjamin, 1991:118>. E l don deestar o la escucha consiste e n una cierta monotonía mental, que acompaña la realí-zacían de actividades rítmicamente rutinarios como hilar o tejer. Paro Benjamin, e s e laburrimiento e l “pájaro de sueño que incubo el huevo de la experiencia”< 1991:118).
Benjamin explica el vacio de la atención profunda e n términos de “olvido de sí ” u“olvida de estar escuchando”, o también cuando la imaginación queda dormida e nmedio de actividades manuales monótonas o rítmicas. Puede entenderse que tambiénesa atención no consciente, no personalmente dirigido, es una atención “distante”. S etrata, pensamos, d el mismo “acto de atención” de Simone Weil, e n el que u n ciertovacio mental, sobre todo de la facultad imaginativa, produce una percepción pro-funda. E se vacía o “distancio”, que luego se hace eficaz enel acta de atención, puedesegún Simone WeiI se r producido par otras tormos de anulación de la intencionali-dad y de la imaginación o e l deseo, coma par ejemplo por el dolar, por la expe-
riencia de la fuerza sobre el ser humana, elementos que pueden provocar e l vacíanecesario para la penetración de la gracia sobrenatural, s i son aprovechadas ade-cuadamente, aunque cas i nunca lo son, precisamente por la compensación que laimaginación inmediatamente realiza frente a un desequilibrio de este tipa.
E n la teoría de Simone Weil, la experiencia estética supone como en Benjamin unorepetición del proceso de creación. Como la atención e s equivalente o u na renuncioa lo intencionalidad, la percepción que se produce en este estado es uno percepciónde lo ajena, y hasta una “percepción ajena”. Ambas autores expresaban la idea deque admirar u na obra bello es exactamente igual que crearla. De hecho, e l que per-cibe la belleza experimento su necesidad igual que e l que la creó en su día la expe-
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rímentó igualmente. L a creación es siempre una cooperación, no existe propiamentedicha la autoría.
E s lógico, par tanto, quela inquietud ola subyugación antelo belleza produzca losen-sacian o e l impulso de repetirla s i estamos de acuerdo en que admirar o contemplarlo bello ajeno es crearla nosotros mismos. L a atención perfecta es uno perfecta crea-
ción, es decir, una repetición de la creación estética. Al experimentar el acto de crea-ción e n la recepción misma adquirimos inmediatamente la experiencia para repetir eseproceso. A esto llamó Benjamin finalidad práctica de la narración, literalmente, “latransmisión de la experiencia de boca e n boca” (Benjamin 1991: 112): S i e l que creay el que admira experimentan lo mismo, el que admira aprenderá o crear al mismatiempo que admira. L o atención, que produce la admiración, es para Weil un arte.
L a comunicación, para estos das autores, no sólo licúo la s identidades pasicionalesdel esquema emisor-receptar, sino que además existe una unificación entre los ele-mentos emisor y mensaje por un lodo, y receptar y mensaje por otro, que hace posi-
ble la reproducción de la experiencia. E l “traslado de la conciencia” que la atencióncreativa produce es precisamente el factor que permite la intersubjetividad y lo rela-ción de todo mensaje, toda obra, con el mundo y con los individuos. L o s relacionescomunicativas contienen identificaciones oblicuos de modo que los intenciones y la sreacciones son idénticas, no solamente entre emisores y receptores, sino también con-tando al “mensaje” entre estas elementos vivos del proceso.
Po r otra lado, Benjamin indica que la narración y e l narrador forman una unidadartesanal: lo huella del narrador queda adherida o la narración como la del alfare-ro a lo vasija. Weil recuerda el dicho popular según el cual una herida causada por
la herramienta de trabajo “hace entrar el oficio” e n la sangre del obrero o artesano(Weil 1995:174). L a idea común a ambos autores conecto directamente el procesocreativo can el proceso del trabajo, sea artesano, sea obrero (especialmente en Weil)e n este aspecto peculiar de la atención creativa, que conllevo una especie de des-plazamiento de lo intención o hasta u n cierto “sacrificio” como el que tiene lugar enel trabajo, para sacar adelante una obro bella. Paro Weil , la adquisición de unahab~l~d0d es un “traslado de la conciencia a un objeto distinto del propio cuerpo”
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donde lo necesidad o la renuncio y lo “lejanía” intencional impere más que e n el tra-bajo. Para Weil, el trabajo manual (que ella conoció bien como obrera fresadora dela R enau lt y en su s trabajos en el campo) e s “el tiempo entrando en el cuerpo, la con-versión del hombre en materia, uno muerte, hastio absoluta, el cansancio, hambre ysed”
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L a abolición de la distancia tiene un tercer sentido en Benjamin, que no hemos men-cionado antes, y que conecto directamente c on este aspecto del desarrollo de L’Enra - c:nement: e l narrador incorporo la experiencia suya a lo ajena, lo sabido de oídos alo propio suyo. L a probidad del narrador está en estar siempre cerca del pueblo. E nlo concepción de la experiencio comunicativo de Benjamin y de Weil, lo licuación d ela s identidades, la cooperación intrínseca o la creación y la aceptación y superación
de todas la s formas de distancia abre el paso a una dimensión moral, estética, ydesde luego anti-individuolisto en un campo desgraciadamente dominado par todasla s formas de individualismo concebibles como es el de lo cultura yel arte. Weil indi-có lo función vital, hoy perdida, que e l artista o creador de belleza tiene para el arrai-go popular. E sta función, según lo autora, y una vez convertido el artista en una élitesin contacto co n los formas populares de comunicación, desaparece.
Reclamando la posesión de lo belleza y de la s formas de traducción de la belleza aluniverso de la condición obrera moderna, Weil quiso luchar esgrimiendo esta teoríade lo atención, que descubrió como una facultad cas i sobrenatural, contra la imagi-
nación, motor de la historia, que siempre deja d e lado las verdaderas necesidades, lo sverdaderos apremias. L o atención, como dispositivo para tomar consciencia de la srealidades más simples, es la facultad de la que más carecen la s masas humanos. L oatención es para la autora francesa lo pasibilidad de un “socorro exterior”, cifrada enel depósito de todos los tesoros espirituales que consti tuye n la obra de belleza delpasado y el presente de la s pueblos y culturas. “Sólo e l resplandor de esos tesoros espi-rituales, almacenados en el arte de la humanidad pueden poner al alma en el estadoque es condición necesaria para recibir lo gracia” . Son, estomasseguros, los mismos tesaras que a Benjamín se le “asemejan o la s semillas de granoque, encerradas e n la milenarias cámaros impermeables al aire de la s pirámides, con-
servaran su capacidad germinativa hasta nuestros días”