von Balthasar y La Música de Mozart - Donoso, J.

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  • 7/28/2019 von Balthasar y La Msica de Mozart - Donoso, J.

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    Teologa y Vida, Vol. L (2009), 299 - 303

    Jaime Donoso

    Facultad de Artes

    Pontificia Universidad Catlica de Chile

    Hans Urs von Balthasar y la msica de Mozart

    Junto con agradecer la invitacin que me han hecho a participar en este encuen-

    tro, quiero aclarar que esto no ser una ponencia. No soy filsofo ni telogo, soy sloun intrprete musical, pero durante muchos aos he reflexionado sobre la materia conque trabajo y, muy particularmente, he tratado de dar razn de mi profunda afinidadcon la obra de Mozart. Por eso, lo que voy a intentar hoy da es slo un testimonio.Adems, como el encuentro de hoy va a terminar con msica de Mozart, mi inter-vencin no tiene ms sentido que el que puede tener un prlogo. El real contenidovendr despus, cuando Mozart se haga realidad sonora entre nosotros.

    Definir y explicar la msica es ya empresa ardua, si no imposible. Su inasibilidad,su temporalidad, su asemanticidad, nos pone en directa relacin con lo efmero, con latragedia del tiempo, con la abstraccin absoluta, es decir, conceptos e ideas que rebasan

    a la msica misma. La msica, o se la oye o se la practica; todo intento de explicacindebe apelar a prstamos de las ms diferentes disciplinas. Pero en todo caso, la msica ens nos induce a una reflexin profunda sobre su ser, sobre el es de la msica y el sobreel estar ah de la msica, esto es, la contraposicin platnica, del reino de las Ideas dela imaginacin creadora de los compositores donde la msica es y el mundo de la eje-cucin material a travs de la realizacin sonora, para que ella est. Todo esto a fin deque el eslabn final de la cadena, el auditor, abra su propio ser, obedeciendo a la propues-ta musical en una actitud de apertura que le permita ser invadido por ella.

    Partiendo de estas premisas bsicas, en algn momento de mi vida decid obe-decer a Mozart y me di cuenta de que ese acto de sumisin deba ser a ciegas, pues

    todo intento de racionalizacin se revel completamente intil. Fue como tratar deentender a una rosa. En la rosa uno se deleita pero no hay que hacer intentos deentenderla. En este camino de explicarse cosas que a la luz de la pura razn son inex-plicables, camin con los musiclogos y me di cuenta de que haba un punto en quela ciencia musical se detena ante un precipicio. Se entraba indefectiblemente en unazona en que las consideraciones tcnicas eran incapaces de penetrar en las esencias yque todo vocabulario especializado quedaba corto. Fue una comprobacin desilusio-nante pero al mismo tiempo expectante, pues intua que las revelaciones deban existiraunque tenan que surgir de otra parte.

    Opiniones de grandes compositores sobre Mozart dejan ver la admiracin sin l-mites que sentan y no vacilaban en sealarlo como una altura insuperable, pero porlo ya dicho no crea que se era el camino. En ese trayecto empec a percatarme

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    de que este tema era preocupacin de ilustres pensadores no directamente ligadosal quehacer musical. Los que han considerado que la msica de Mozart es slo unapropuesta encantadora pero falta de profundidad pueden sorprenderse de que hayahabido grandes telogos que la proclaman como teolgicamente reveladora. Entreellos estn dos gigantes del siglo XX, el protestante Karl Barth y el catlico HansUrs von Balthasar. Ambos compartieron un inmenso amor por Mozart y, ms an, al-gunos dicen que es posible que ese amor comn fuese el cimiento de la amistad entreambos.

    A ellos, puede agregarse el propio Papa Benedicto, tambin eximio telogo yadems pianista, por lo que tiene un contacto directo con la materia mozartiana yhabla desde una experiencia vital. Sin embargo, tampoco Benedicto se expresa comoun musiclogo o un intrprete. Nos dice:

    Mozart penetra hondamente en nuestras almas y su msica an me conmue-

    ve profundamente, porque es tan luminosa y al mismo tiempo tan profunda. Deninguna manera es mera entretencin; la msica de Mozart contiene el total dela tragedia de la existencia humana.

    Bastara esa afirmacin, pero su visin y sabidura nos lleva mucho ms lejos.Cito:

    En Beethoven oigo y siento el empeo del genio por dar lo mximo, y dehecho su msica tiene una grandeza que me llega a lo ms ntimo. Pero el es-fuerzo apasionado de este hombre resulta perceptible y, a veces, en un paso u

    otro, en su msica parece notarse tambin un poco esta fatiga. (En) Mozart cadatono es el correcto y no podra ser de otra manera. El mensaje est sencilla-mente presente. Y no hay en ello nada banal, nada que sea solamente ldico.El ser no est empequeecido ni armonizado falsamente. No deja fuera nadade su grandeza y de su peso, sino que todo se convierte en una totalidad, enla que sentimos la redencin tambin de lo oscuro de nuestra vida y percibi-mos lo bello de la verdad, de lo que tantas veces querramos dudar. La alegraque Mozart nos regala, y que yo siento de nuevo en cada encuentro con l, nose basa en dejar fuera una parte de la realidad, sino que es expresin de unapercepcin ms elevada del todo, que yo slo puedo caracterizar como una ins-piracin, de la que parecen fluir sus composiciones como si fueran evidentes.De modo que, oyendo la msica de Mozart, queda en m ltimamente un agra-decimiento, porque l nos ha regalado todo esto, y un agradecimiento, adems,porque esto le haya sido regalado a l.

    Las opiniones del Papa Benedicto parecieran presentir un lmite y proponer atra-vesarlo, como el vrtigo que significa abandonar la pura humanidad para entrar en lacomprensin de la divinidad o como tratar de entender el misterio de la transfigura-cin de Cristo. En sus palabras, est presente el misterio de lo inefable, el decir lo

    indecible.Hans Urs von Balthasar era pianista y tambin tocaba otros instrumentos. Su infan-cia estuvo atravesada por la msica y se sabe que tena un talento extraordinario, odo

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    absoluto y asombrosa memoria musical. Anecdticamente, puede recordarse que despusde la muerte de Adrienne von Speyr, regal su equipo de audicin, pues se saba a Mozartde memoria: poda reproducir la partitura en su mente y escuchar la msica.

    Cuando Von Balthasar recibi en Innsbruck el Premio Wolfgang AmadeusMozart en 1987, record en su discurso de agradecimiento:

    Mi juventud fue enteramente musical; mi profesora de piano, era una ancia-na que haba estudiado con Clara Schumann. Me introdujo en el romanticismocuyas ltimas estrellas tuve oportunidad de or durante mis estudios en Viena:Wagner, Strauss y especialmente Mahler. Sin embargo todo esto termin cuandoMozart tom posesin de mis odos, de donde nunca ms ha salido. AunqueBach y Schubert llegaron a serme queridos en aos posteriores, Mozart perma-neci como la estrella polar inmvil alrededor de la cual orbitan los otros dos,como la Osa Mayor y la Osa Menor.

    Von Balthasar agrega:

    Existen verdades que requieren palabras y palabras para ser expresadas. Encambio, cuando se escucha a Mozart, al menos por un instante todo es simple-mente como debe ser: la gracia, la creacin, la reconciliacin.

    En los fundamentos de su teologa esttica, Von Balthasar proclama:

    Nuestra palabra inicial ser belleza. La belleza, ltima palabra a la que puede

    llegar el intelecto reflexivo, ya que es la aureola de resplandor imborrable querodea a la estrella de la verdad y del bien y su indisociable unin. No haexistido ni puede existir ninguna teologa suficientemente grande e histricamen-te fecunda que no haya sido expresamente concebida y dada a luz bajo el signode lo bello y de la gracia.

    Y completando este pensamiento con una alusin inequvoca, expresa una espe-cie de juramento de fidelidad: Nada podr separarme de Mozart, de la experienciasiempre nueva y terrible de comprender que hay cosas demasiado bellas para nuestromundo.

    Todos conocen la fructfera relacin de von Balthasar con Adrienne von Speyrdesde 1940, fecha en que ella se convirti al catolicismo hasta su muerte en 1967. VonBalthasar era su padre confesor y el transcriptor de sus visiones. Del inmenso materialque qued, leo a ustedes un pasaje que no por muy conocido es menos conmovedor. Enl se revela una curiosidad casi nave de von Balthasar por tratar de develar el secretode Mozart y qu mejor oportunidad para esa revelacin que a travs de una visin deAdrienne. Nos podemos imaginar la expectacin de nuestro telogo cuando la interroga:ves a Mozart? Durante la oracin en comn, von Baltasar interroga a Adrienne:

    (Ves a Mozart?) S, le veo (Ella sonre).(Est rezando alguna oracin?) S, le veo rezar. Le veo rezar algo, tal vezun Padre Nuestro. Palabras sencillas, que aprendi en su infancia, y que reza

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    sabiendo que est hablando con Dios. Y luego se presenta ante Dios como unnio que lleva de todo a su Padre: guijarros de la calle, ramitas y pequeashojas de csped, y una vez tambin un pequeo insecto, y en l todas esas cosasse convierten en melodas, melodas que trae al querido Seor, melodas que depronto convierte en oraciones. Y cuando termina de rezar, ya no est de rodillasni cruza las manos, sino que se sienta al piano o canta con una increble inocen-cia, y ya no se sabe con seguridad: est Mozart tocando algo al querido Seor,o es el querido Seor el que est usando de l para tocar algo a s mismo y aMozart? Hay un magnfico dilogo entre Mozart y el buen Dios que es como laoracin ms pura, y este dilogo est hecho tan solo de msica.(Y cmo encaja all la gente?). l ama a la gente. Se atemoriza ante ellos ylos ama al mismo tiempo. Se acobarda un poco, como un nio le teme a otroque pudiera romperle sus juguetes; pero Mozart est ms preocupado porque losjuguetes del buen Dios puedan llegar a romperse que por l mismo. Y ama a la

    gente porque son criaturas del querido Seor, y est contento de poder deleitar-les con su msica. Y a su modo querra poner ante ellos la cuestin de Dios,incluso en sus piezas ms alegres.(No se aleja de ellos en su arte?) No. Desde luego, hay momentos en los queel arte, en un cierto sentido, tiene prioridad, pero permanece siempre encerradoen Dios. Es como si tuviera un duradero pacto con el querido Seor.(Y la melancola?) Tambin hay espacio para eso. Porque sabe que Diostiene tambin que ver con la gente triste y sombra, que es duro llevar el pesodel mundo, y que hay momentos en que siente un inmenso peso sobre las espal-das; pero entonces tiene que llevar todo eso a su msica, debe indicar a travs

    de su msica todo aquello que concierne a Dios y a los hombres.(Y Don Giovanni?) Cuando Mozart representa el orgullo no entra en l,no forma parte de l. Cuando describe la sensualidad s entra un poco en ella,porque por supuesto la sensualidad est muy a mano. Pero incluso su sensuali-dad es tan inocente que nunca se hace maldad.

    Segn von Balthasar, la msica de Mozart es un lmite de lo humano y esaqu donde la divinidad comienza. Von Balthasar ve a la msica, especialmente lade Mozart, como una lnea trazada entre lo que puede y no puede ser dicho, entreDios y la humanidad, entre Creador y creacin. En verdad, en el pensamiento de vonBalthasar la msica es un lugar de dilogo entre la naturaleza humana y la divina yas, la msica es la confluencia del tiempo del hombre y la eternidad de Dios. Poreso es que nuestro telogo, adems, puede entregarnos la idea de que el trnsito de lafe a la msica es parte del proceso de la Palabra hacindose carne.

    A estas alturas, sent que mi intuicin haba ido por buen camino, pues siem-pre haba pensado en la condicin anglica de la msica de Mozart y, desde luego,son los telogos los ms idneos para hablar sobre los ngeles. Usando expresionesde von Balthasar puedo decir que tengo fe en Mozart, tengo esperanza en Mozart ytengo amor por Mozart y tambin puedo decir finalmente que Mozart es teologal, idea

    cuya paternidad no es ma.As nos hemos ido acercando a la idea de que la msica y la de Mozart espe-cialmente, comienza en el lugar en que las palabras se agotan, cuando no hay nada

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    ms que contemplacin y percepcin de lo bello y una disposicin a ser arrebatadopor la fuerza de la belleza. Siento que Dios es dicho por Mozart, que se atreve apronunciar su nombre. Para von Balthasar la msica de Mozart hace audible tantoel canto de la creacin antes de la cada como el canto de la creacin resucitada.Por ello, esa msica no puede sino permitir que aflore lo mejor de mi humanidadredimida, la que ha encontrado una respuesta esperanzadora despus de la buenanueva. No es un mero suceso sino uno que permite la entrada de la gracia. Segnvon Balthasar, Mozart es el compositor del milagro que tiene la fuerza del coraznpara sentir infaliblemente la verdad y lo genuino. Pero ms que una encarnacin dela gracia, es una visitacin de ella, dejando en nosotros una traza, por lo que tenemosla oportunidad de ser tambin visitados. Como en forma parecida deca el entoncesCardenal Ratzinger, as como en Beethoven se siente el drama del hombre ante Dios,en Mozart se nos presenta la pura belleza que tiene su origen en l.

    En sntesis, las claridades que yo esperaba, al fin comenzaron a llegar y han

    provenido de la teologa que encierran las palabras de Hans Urs von Balthasar, crist-logo y pianista mozartiano.Ojal sirva este testimonio como una contribucin a la verdad que nos col-

    mar ahora cuando estas reflexiones se materialicen en sonido, como debe ser.Dispongamos nuestros odos y abramos nuestro ser al ser de Mozart. Tengo la convic-cin de que desde el primer sonido podremos experimentar una revelacin, gracias aHans Urs von Balthasar.

    Vamos a or tres movimientos del cuarteto en Re Mayor K.V. 575, interpreta-do por destacados alumnos de las ctedras de violn, viola y cello, del Instituto deMsica de nuestra universidad.

    Muchas gracias.

    RESUMEN

    El autor, a partir de su experiencia como intrprete musical, intenta demostrar que

    la explicacin de la esencia de la msica, y la de Mozart en particular, no se agota en un

    anlisis puramente musicolgico. Para ello se apoya en ideas de von Balthasar y en pala-

    bras del Papa Benedicto XVI, ambos profundamente amantes de Mozart. Sus juicios dicen

    relacin con la idea de una teologa de la belleza.

    Palabras claves: Msica, asemanticidad, belleza teolgica, gracia, creacin.

    ABSTRACT

    The author uses his experience as a musical interpreter as a starting point, and at-

    tempts to demonstrate that the explanation of the essence of music, and Mozarts music

    in particular, is not exhausted by purely musicological analysis. For this purpose the author

    bases himself on the ideas of von Balthasar as well as the words of Pope Benedict XVI,

    both deeply fond of Mozart. Their conclusions relate to the idea of a theology of beauty.

    Key words: Music, Asemanticity, Theological beauty, Grace, Creation.

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