WALSER Tanta Ferocidad Ya No

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Theresia Walser TANTA FEROCIDAD YA NO EXISTE EN NUESTROS BOSQUES SO WILD IST ES IN UNSEREN WÄLDERN SCHON LANGE NICHT MEHR Spanisch von Mercedes Rein und Dieter Schonebohm Montevideo, 2001 Alle Rechte vorbehalten, insbesondere das der Aufführung durch Berufs- und Laienbühnen, des öffentlichen Vortrags, der Verfilmung und Übertragung durch Rundfunk und Fernsehen. Das Recht der Aufführung ist rechtmäßig zu erwerben vom: All rights whatsoever in this play are strictly reserved. No performance may be given unless a licence has been obtained. Application for performance etc., must be made before rehearsals begin, to: Verlag der Autoren, Schleusenstr.15 Postfach 111963 60054 Frankfurt am Main Tel. 069/238574-20, Fax: 069/24277644 Die Rechte an der Übersetzung liegen bei: Mercedes Rein, Luis B. Cavia 2880, 11300 Montevideo, Uruguay, Tel: 0059827094587, Dieter Schonebohm, Rio Negro 1620/2d, 11100 Montevideo, Uruguy, Tel: 0059829084827 Förderung der Übersetzung durch: / This Translation was sponsored by:

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Theresia Walser

TANTA FEROCIDAD YA NO EXISTE ENNUESTROS BOSQUES

SO WILD IST ES IN UNSEREN WÄLDERN SCHON LANGE NICHTMEHR

Spanisch von Mercedes Rein und Dieter SchonebohmMontevideo, 2001

Alle Rechte vorbehalten, insbesondere das der Aufführung durch Berufs- und Laienbühnen, desöffentlichen Vortrags, der Verfilmung und Übertragung durch Rundfunk und Fernsehen. DasRecht der Aufführung ist rechtmäßig zu erwerben vom:All rights whatsoever in this play are strictly reserved. No performance may be given unless alicence has been obtained. Application for performance etc., must be made before rehearsalsbegin, to:

Verlag der Autoren,Schleusenstr.15Postfach 111963

60054 Frankfurt am MainTel. 069/238574-20, Fax: 069/24277644

Die Rechte an der Übersetzung liegen bei:Mercedes Rein, Luis B. Cavia 2880, 11300 Montevideo, Uruguay, Tel: 0059827094587,Dieter Schonebohm, Rio Negro 1620/2d, 11100 Montevideo, Uruguy, Tel: 0059829084827

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Theresia Walser

TANTA FEROCIDAD YA NO EXISTE EN NUESTROS BOSQUES

Personajes

Escena de los muchachos 1Chico AChico BChico C

1. Pequeña sociedad: BrimHans RudiRitaLuzi, la chica de la escuela de cocineras,Ubur, un turco (chico C)Brim (chico A)Un obrero ferroviario (chico B)

Escena de los muchachos 2Chico AChico BChico C

2. Pequeña sociedad: todas cosas lindasBraxHelgaIrene, la chica con el tapado de piel de oso y las botas con espuelasKirk, un polaco (chico C)Señora Alberti (chico A)Obrero ferroviario (chico B)

Escena de los muchachos 3Chico AChico BChico C

3. Pequeña sociedad: alcanzarle el agua al asesinoMarieFriedelFred (chico A)Natalie, la chica con el mantelGriego (chico C)Obrero ferroviario (chico B)

Escena de los muchachos 4Chico AChico BChico C

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EpílogoNiña

LugarUna estación de ferrocarrilUn banco. Detrás, una pared con un cartel.

Escena de los chicos 1

Los chicos A, B, C. Los tres con las cabezas rapadas, los tres llevan chaquetas con capuchas.Un banco, en medio de la noche. Al fondo, una gran pantalla. Al final de la escena se ve en lapantalla una especie de publicidad en la que aparecen los tres muchachos, con cabello crecido,flotando rodeados de nubes y un cielo azul. Podría ser una estilización de los tres niños de “Laflauta mágica”. Al final de la escena debería amanecer.Comienzo de la escena: el chico B está solo en el escenario. Sentado en el banco parecedormido o muerto. Se oye un zumbido de moscas, como en el verano, cuando se huele por ahíuna carne podrida. El chico A aparece por la derecha, se acerca sigilosamente al chico B,durante un momento se queda como desconcertado, como si tuviera miedo de que B estuvieramuerto, de pronto salta B, agarra a A, lo arrastra detrás del banco tapándole al mismo tiempolos ojos.

Chico B – Agachate, loco, dale, acostate con la cara contra el piso y escuchá bien, te hace faltaun maestro de armas. ¿Oís eso?

Chico A – ¿Qué?

Chico B – La furia que viene marchando, el deslizamiento de tierras que yo desencadené.

Chico A – ¿Dónde estabas?

Chico B – Yo era el falso animal que anoche, con una falsa piel dio un paso en falso en elmomento equivocado.

Chico A – No me gustaría perderme aquí contigo, loco, sólo porque usaste algo equivocado deun modo equivocado. Decíme: ¿Dónde estabas?

Chico B – Supongamos que estoy en una ciudad, por mí podría ser de noche y yo aparezcoaquí, jadeando, jadeando, como si apenas pudiera respirar a causa de algún tumulto, aunque elaire no esté denso y pesado. Entonces voy a dar directamente a un lugar donde encuentro unmontón de tipos, en un momento en que no les caigo bien y basta que yo pase de largo junto aellos, basta que vuelva un segundo la cabeza, para que ellos se me vengan encima como si misudor los hubiera incitado, y entonces todo ocurre como en las películas, no me dejan pasar,quiero abrirme paso a pesar de todo, entonces llueven brazos y puños, yo le doy a uno en elestómago, porque soy bueno para pegar, el tipo cae, se revuelca en el suelo, pone cara defutbolista lesionado que sabe que lo están enfocando las cámaras en primer plano, para quemiles de personas en sus casas, al verlo, hagan el mismo gesto de dolor. ¿Te das cuenta quéefecto les hará a sus compinches verlo así?

Chico A – Me lo imagino y me pregunto, loco, cuándo pasó eso, porque ya conozco la historia.

Chico B – Sht. ¡Silencio!

Chico A – ¿Por qué me tapás los ojos?

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Chico B – ¿Por qué? Porque no lo soportarías, loco, porque ya te está saltando ese corazoncitoencogido como una pasa.

Chico A – Eso me lo dice uno que apenas tiene una cucharadita de cerebro reseco en la cabeza.¡Soltáme!

Chico B – Estoy herido.

Chico A – ¿Qué?

Chico B – Mejor te lo digo ahora.

Chico A – Mejor no.

Chico B – No soportás ver la sangre.

Chico A – Basta.

Chico B – Esto, loco, esto es lo que le deseo a mi peor enemigo.

Chico A – ¿Cómo se ve?

El chico A se aparta y se tapa los ojos. B saca un cuchillo de su bolso, se hace un corte en elbrazo y adopta una absurda actitud de muerto.

Chico B – Si lo vieras en la televisión, loco, cambiarías el canal.

El chico A le da una bofetada al chico B, se sientan, uno junto al otro, en el banco, como si eljuego se hubiera interrumpido.

Chico B – Esta noche podrás dormir, loco, creeme.

Chico A – No.

Chico B – Esta noche dormirás, loco. Ya vas a ver.

Chico A – No volveré a dormir nunca más.

Chico B – Todo en un instante, ¿verdad, loco?

Chico A – ¿Cómo está el nivel del agua?

Chico B – Chu, chu, chu, eterno en un instante.

Chico A – ¿Cómo está el nivel del agua?

Chico B – ¿Qué?

Chico A – El nivel del agua.

Chico B – ¿En serio, te interesa?

Chico A – Si yo supiera lo que me hace bien.

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Chico B – Estás hablando con una voz demasiado aguda.

Chico A – Saber lo que a uno le haría bien.

Chico B – Creeme, que suena demasiado aguda, loco. ¿No podrías hablar con una voz másgrave?

Chico A – Paso las noches tirado frente a mi televisor, y el televisor es la mejor niñera, nuncaexige que uno se duerma, yo me acuesto arrollado en el piso, como si pudiera esperar que élaceptase alguna vez esa ofrenda: Que convierta mi mal en otra cosa, que me transforme en unmonstruo que derrama su miseria por todo el sofá y la siembra en los agujeros del tapiz.

Chico B – Más grave, loco, más grave.

Chico A – Y creeme, loco, en un monstruo así cabría todo el dolor, hasta la mirada de la gacela,que yace en medio del calor, con su costillar descarnado y por último vuelve la cabeza hacia elleón que acaba de arrancarle las tripas, esa mirada también cabría, no me costaría nada.

Chico B – Te lo digo, hablás demasiado alto, de veras, deberías tratar de hablar con una vozmás baja, loco, decí todo lo que tengas que decir con una voz más grave.

Chico A – ¿Cómo está el nivel del agua?

Se oye un fuerte ruido. El chico B arrastra por el piso al chico A, se esconden detrás del banco.El chico B le tapa los ojos al chico A. El chico C viene por la izquierda arrastrando unas latasatadas a su pierna.

Chico B – Aaah.

Chico A – ¿Qué?

Chico B – No.

Chico A – ¿Cómo se ve?

Chico B – Lo que es dignidad, no queda nada.

Chico A – ¿Peligroso?

Chico B – Totalmente jodido.

A se suelta de las manos de B.

Chico A – ¿De dónde vienes?

Chico C – Hola, hola.

Chico B – Lamentable.

Chico C – ¡¡Sigue siempre así, sigue siempre así!!

Chico A – ¿Qué te hicieron?

Chico B – A esos yo los reviento.

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Chico C – No pongan esas caras de cadaver. Son cosas de la vida.

Chico A – ¿Te tomaste tú solo todo ese vacío que arrastras?

Chico C – Son recuerdos de buenos momentos. En medio de todo, entre la gente que anda poraquí en las plazas, de noche, frotándose unos con otros las espaldas, me agarró algo a mítambién, sigue siempre así, sigue siempre así.

Chico B – Esos recuerdos yo los devuelvo hechos pomada.

Chico C – Esta noche me dijeron que soy muy guapo.

Chico A – ¿Qué?

Chico C – Ahora ya no sé qué voy a hacer, sólo puedo decir que soy tan guapo, que tengo laimpresión de que debo acostumbrarme poco a poco, como a un país completamente extrañopara mí, cuya lengua quisiera aprender poquito a poco.

Chico B – Poquito a poco.

Chico A – Entonces dale. Empezá.

Chico B – Sí, podés empezar de a poco, pero no olvides que mi paciencia se acaba y puedoabalanzarme con un cuchillo en la mano.

Chico C – Tengo ojos, que son hermosos, como si hubieran bebido todas las praderas delverano. Tengo labios, que son muy poco frecuentes a mi edad, quiero decir, no los habitualeslabios hinchados de los adolescentes, en los que la amargura de la vida se encargará de definiruna forma, y mi lengua es una exquisitez y de entre mis piernas –ustedes perdonen– surge unaroma como de otoño, un perfume como de avellanas frescas.

Chico B – Ya basta, loco.

Chico C – Y la que me dijo todo eso, bueno ella está bastante, bastante ... conmigo, no cambiesnunca, me dijo, sigue siempre así, y ella conocía una playa en Turquía, donde los dos, abrazadosel día entero no haríamos otra cosa que rodar de aquí para allá entre la arena y el mar. Aquí debehaber todavía un poco del color de su pintura de labios y ... un pelo de ella también me traje.

Chico B – Parece que te metieron algo raro en el cerebro, loco, ¿no es cierto?

Chico C – Con cuidado, no lo vayan a romper.

Chico B – Quiero decir que te aflojaron algún tornillo.

Chico C – Mejor que me lo devuelven en seguida. Por favor.

Chico B – ¿Devolver qué?

Chico C – El pelo. Yo lo había previsto y por eso me conseguí otro pelo y hasta otro más.

Chico B – ¿Otro pelo?

Chico C – Se lo saqué del hombro o me lo saqué de la boca después de que ella me besó.

Chico A – ¡¿Te besó!?

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Chico B – ¡¿Con lengua!?

Chico C – Yo diría que eran varias, yo diría que con cada beso se multiplicaban las lenguas.

Chico B – ¡Ih! No ...

Chico A – ¿Y ahora?

Chico B – ¡¿Tenés una pareja, loco?! ¿Una pareja, que va por el mundo, hombro con hombro,como dos mitades inseparables?

Chico C – Ahora ya empiezo a contar los pasos.

Chico B – ¿Una pareja de esas, loco, de las que hay que cuidarse cada vez que se abrazan, paraque no te den un golpe en la cara, porque no tienen conciencia del espacio ajeno?

Chico A – ¿Volverás a verla?

Chico C – Dejame en paz.

Chico B – ¿Una pareja capaz de pisar gatitos recién nacidos, sólo por no perder el paso?

Chico C – Ahora ya las vulgaridades me carcomen las suelas de los zapatos, como si ella o yohubiéramos tomado un veneno antes de tiempo, por precaución o todo lo contrario.

Chico B – Veneno, el veneno no está mal. Veneno con el que se hace salir a una araña de suoscuro rincón, de modo que con las patas estiradas o aplastada sobre el piso revienta como unsol negro a plena luz del día, eso, eso es lo que le deseo a mi enemigo. (Vuelve a adoptar unaactidud de muerto frente al chico B.)

Chico C – Se acabó. No me sigas dejando tu montoncito de mierda aquí a mis pies.

Chico A – Sería un alivio, si cada cual llevara su bolsita de veneno colgada al cuello, esos síque serían amigos, loco, amigos en los que se podría confiar.

Chico C – Creo que me la voy a volver a inventar, la voy a encargar expresamente para mí, yola iré a retirar y me voy a inventar una religión, sólo para poder creer en ella.

Chico B – Me parece que vas a necesitar un maestro de armas, loco, lo veo venir.

Chico C – Un maestro de armas, loco, en esas películas yo no entro.

Chico B – Ya está por salir el sol.

Chico C – Falta poco para el verano.

Chico B – De noche no hay estaciones.

Chico A – Nunca más podré dormir.

Chico B – Ya ves. Lo excitaste.

Chico A – ¿Cómo está el nivel del agua?

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Lentamente sube la luz, se reconoce en el afiche a los tres muchachos.

Chico B – ¡Miren, ahí están de nuevo!

Chico C – ¡Sí!

Chico B – ¡Qué encantadores!

Chico A – ¿Aterrizan o se elevan?

Chico C – Es propaganda.

Chico B – Son unos encantos, esos tres.

Chico A – Una dulzura, sí.

Chico C – Hacen propaganda.

Chico B – Para la juventud.

Chico C – Para las cajas de ahorro inmobiliario.

Chico A – Para los seguros de salud.

Chico B – Para la vida perdurable.

Chico C – Para toda una vida, que nunca se dará.

Chico A – No van a durar mucho esos tres.

Chico B – Son inalcanzables.

Chico A – Algo los ha sobrepasado.

Chico C – Y ahora los arrastra por la pendiente de las primaveras.

Chico B – Ni siquiera han podido.

Chico A – Terminar el bachillerato.

Chico B – O fundar alguna cosa.

Chico A – ¿Y el amor?

Chico C – Por supuesto.

Chico B – Esos nunca tuvieron relaciones sexuales en este mundo.

Chico C – Qué van a dejar cuando se mueran, preguntan los jodedores que pretenden saberlotodo hasta la médula de los huesos.

Chico A – En el cuarto de los niños, un ascensor que sube a la nada.

Chico B – De acuerdo.

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Chico C – Qué llevarán con ellos.

Chico A – Márgenes, nada más que márgenes.

Chico B – De un camino.

Chico A – ¿Aterrizan o se elevan?

Chico B – Ojalá puedan participar en alguna tormenta.

Chico A – En las mediciones de los niveles de agua.

Chico C – En los eternos horizontes.

Chico B – Sobre el mar.

Chico A – Donde el cielo es más pesado.

Chico C – Como las piernas de elefante de sus antepasados.

Chico B – Pero ahora piensan. Ahora pretenden someter cada segundo por la fuerza.

Chico A – Y se persiguen a sí mismos hasta caer en las redes.

Chico C – Y se meten entre las ortigas, los hibiscos y las zarzamoras.

Chico B – Y se encuentran en la olla popular de todos los mendigos y todas las estaciones deferrocarril desde Tokio hasta Madrid.

Chico A – Viajan por las emisoras de televisión y se dejan contratar por los matrimonios.

Chico C – Llegan de todas las distancias, siempre con la patria en el puño.

Chico B – ¡Esta es su hora!

Chico A – Alcanza justo para un curso con la caja de ahorros.

Chico C – No se puede calcular con el tic tac de los relojes.

Chico B – Buenas noches.

Chico C – Buenas noches.

Chico A – Buenas noches.

Los tres muchachos salen en tres direcciones diferentes. Sube la luz en el escenario y en elafiche de la pared cambia la imagen, aparece una toma cercana de Brim, el “monstruo” de laescena siguiente.Oscuridad.

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Pequeña sociedad 1: Brim

Hans Rudi y su esposa Rita se sientan en el banco, entre los dos se sienta Brim quien lleva lacabeza cubierta por una bolsa de tela celeste con una abertura para los ojos y una aberturapara la boca. Los tres están vestidos para una excursión. Hans Rudi y su esposa Rita chocansus latas de cerveza al son de Brim, Brim, Brimborium. Es su modo de brindar. Pero no estánborrachos. Su estado de ánimo se mantiene en un nivel de buen humor.

Hans Rudi – Brim, Rita.

Rita – Brim, Rudi.

Hans Rudi y Rita – ¡Brimborium!

Hans Rudi – Y ahora no vuelvas a decir: los años grises.

Rita – Y si lo digo, tú me interrumpes.

Hans Rudi – Pero claro, Rita, claro. Y tú ¿no volverás a sentarte de mañana a la mesa diciento:debo contar escarabajos?

Rita – Nunca más. Y tú ¿no volverás a decir por ahí que nuestra casa se ha convertido en unavivienda económica?

Hans Rudi – Nunca más. Y tú no volverás a cortar en tiras nuestras cortinas.

Rita – Nunca más .Y tú ¿volverás a usar tus trajes viejos?

Hans Rudi – Nunca más.

Rita – ¿Cómo?

Hans Rudi – Quiero decir que sí, sí. ¿Y tú volverás a fingir que tenemos un hijo?

Rita – Nunca más. ¿Y tú no volverás a decir que tienes una relación sentimental con unhuracán?

Hans Rudi – ¿Hortensia?

Rita – Nunca más volverás a salir medio desnudo al balcón para llamar a Hortensia.

Hans Rudi – Eso acabó.

Rita – ¿No volverás a gritar por las noches ninguna otra cosa desde el balcón?

Hans Rudi – ¡Hortensia, Hortensia, cuando termines con Chicago, no te olvides de nosotros!Hay que hacer girar esta ciudad como un torbellino en nuestros oídos para que por la mañana nopodamos encontrar nuestros sitios de trabajo.

Rita – ¿No vas a gritar precisamente eso?

Hans Rudi – Asunto liquidado, Rita, ¡Hortensia pierde el tiempo conmigo!

Rita – ¿Y no volverás a explicarle a la gente por qué perdiste tu empleo?

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Hans Rudi – Alguien cercano a mí debe de haber dejado entreabierta la puerta del infierno, otraexplicación no hay.

Rita – Ya es suficiente, Rudi, es suficiente. Brim, Rudi.

Hans Rudi – Brim, Rita.

Rita y Hans Rudi – ¡ Brimborium!

Entra Luzi, lleva unos gruesos lentes. Parece un poco despistada. En la mano lleva bolsita deplástico con masa de panadería adentro.

Luzi – Perdón, ¿podrían indicarme los horarios de partida hacia Lausana?Tengo que ir a laescuela de cocineras. No, perdón, es inútil, aunque me lo digan, yo debo haber visto loshorarios. ¿No podrían, por favor, poner mi dedo sobre las horas de partida hacia Lausana?

Hans Rudi y Rita – No somos una agencia de viajes.

Luzi – Perdón, ¿no podrían entonces mirar por mí al menos una vez hacia arriba? ¿Vuela unacoronita sobre mi cabeza, es posible?

Hans Rudi – Es la resaca, Rita, la resaca.

Luzi – A mí también me resulta penoso, pero a veces vuela una coronita sobre mi cabeza, tres,cuatro pájaros vuelan en círculos, por alguna razón.

Hans Rudi – Resaca, Rita, es la resaca.

Luzi – ¿Ustedes ven algo?

Rita – Un montón de ángeles viejos y mugrientos.

Luzi – Donde quiera que vaya, vuela conmigo esa coronita como una condecoración prematura,maldita sea, pienso yo, si todavía no terminé la escuela de cocineras.

Hans Rudi – Resaca, Rita, es la resaca.

Rita – ¿Es posible que esa bolsa apeste horriblemente?

Luzi – No, aquí llevo los deberes que hice en casa, es masa de pan para la escuela de cocineras.Todavía falta hornearla, esta noche regreso con el pan especial de Luzi, aroma, aroma, aroma,por toda la estación del ferrocarril, no se debe elogiar la masa antes de la noche, pero, vamos aver, ¿quién les explica esto a los de arriba? La masa es una gran tentación, ya lo sé, sólo el quese resiste a la masa, es recompensado por el pan. Ayer, masa cruda, mañana, masa quemada,hoy, masa relámpago.

Rita – Su masa relámpago nos agrede aquí directamente en la nariz.

Hans Rudi – Eso es la resaca, Rita, la resaca.

Luzi señalando a Brim – ¿Puedo preguntar a qué clase de escuela va éste?

Rita – ¡Sht!

Hans Rudi – Con el dedo, no.

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Rita – Es un guardabosques de Rusia

Luzi – Y bueno, ya se va a arreglar, ya se va a arreglar.

Luzi va con paso inseguro hacia el cartel con los horarios de los trenes.

Luzi – Algún día tendré una casita de té y alrededor voy a plantar sólo juncos, juncos, juncos,un árbol sería demasiado ruidoso.

Hans Rudi – ¿Viste cómo me miró? Esa me quería cargar.

Rita – Rudi.

Hans Rudi – A ese me lo llevo esta noche a la cama, eso se imagina ella. (Mira hacia arriba.)

Rita – ¿Qué miras?

Hans Rudi – No me gustaría que su coronita me cagara en la cabeza.

Rita – Rudi.

Hans Rudi – Rita, creo que nunca fuimos tan felices.

Rita – Aunque así fuera, Rudi, no nos dimos mucha cuenta.

Hans Rudi – Pero claro, Rita, claro.

Rita – Brim, Rudi.

Hans Rudi – Brim, Rita.

Rita y Hans Rudi – Brimborium.

Entra Ubur con un ramo de rosas y una foto. Murmura suavemente para sí. Luzi lo detiene.

Luzi – Perdón, ¿podría mostrarme los horarios de partida haia Lausana? Tengo que ir a laescuela de cocineras, perdón, no, es inútil que me los diga, yo debo haber visto los horarios.Podría, por favor, poner mi dedo en las horas de partida hacia Lausana? Gracias, gracias.

Ubur lo hace, después se va con su murmullo.

Rita – ¡Puede cantar más fuerte, usted, lindo pájaro en celo!

Hans Rudi – ¿Usted la tocó a ésa?

Rita – No se preocupe, nosotros cantamos también.

Ubur – Sólo con el dedo.

Rita – Esta noche festejamos la hora cero, hacemos una excursión al Lago de Thun y arrojamosnuestra vida pasada por la borda.

Hans Rudi – Adiós, salud.

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Rita – Y a la vez cantamos hasta romperles los oídos a los demás.

Hans Rudi – Esta revuelve la decadencia, lo que ella rasca del piso, está contaminado.

Rita – ¿Existe hoy una canción que nosotros no sepamos, Rudi?

Ubur – Ella no ve bien probablemente.

Rita – No, no existe, no existe.

Hans Rudi – Ella ve perfectamente. Extranjeros, piensa ella, uno de la zona de guerra, en élvemos la patria destrozada, las luchas en las trincheras, marcadas sobre la frente ...

Rita – Bien podría ser un afghano, nosotros cantaremos hoy con usted también contra latormenta del desierto.

Ubur – Yo soy turco.

Rita – Eso es formidable.

Hans Rudi – Sí, turco, piensa ella , sin raíces, se ocupa aquí de vender flores, recorre por lasnoches las tabernas y no vende sus ramos, a este me lo llevo a la cama, eso es lo que piensa ella.

Rita – Entonces cantemos algo turco, disparatado como el dibujo de sus alfombras.

Hans Rudi – Yo no canto ningún folclore turco en el Lago de Thun, Rita.

Rita – El es ruso, pero lamentablemente no puede cantar con nosotros.

Ubur Señalando a Brim – ¿Está enfermo?

Rita – ¡Sht!

Hans Rudi – Con el dedo, no.

Rita – Este es el hombre, a quien el oso le comió la cara.

Ubur – Dios mío ...

Rita – Pero podría volver a cantar.

Hans Rudi – Lo llamamos Brim.

Rita – En realidad, se llama de otra manera.

Hans Rudi – Pero en público lo llamamos Brim.

Rita – Tiene un nombre espantosamente complicado, él mismo no es capaz de pronunciarlo eneste momento.

Hans Rudi – No le gusta que hablen de él.

Rita – No causa buena impresión.

Hans Rudi – Y nosotros lo respetamos.

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Rita – Era guardabosques, comprende, en alguna de esas aldeas perdidas de Rusia. Allí losbosques todavía son como mares, una mañana va al bosque, hace un fueguito, se sienta deespaldas al follaje y de pronto, un crujido. Un inocente, desagradable crujido de ramas, meentiende, él imagina que es un ratón o un coleóptero gigante, sólo eso, no puede saber que detrásde él, la bestia se para sobre sus dos patas balanceándose y se precipita sobre su cara, se lachupa como una naranja, y se traga toda la cara.

Ubur – Horripilante.

Rita – Pero podrá volver a cantar.

Ubur – ¿Le arrancó todo?

Rita – Cabeza y orejas todavía tiene.

Hans Rudi – Y un ojo, Rita, siempre te olvidas del ojo.

Rita – Sin ese ojo no estaríamos aquí sentados. Si voy a tener de nuevo una cara, se dijo él,entonces no será de ninguna manera la de antes, nunca la vieja cara, basta, se acabó, pasó, yafue comida, si vuelvo a tener una, que sea completamente nueva, una cara con otros recuerdos,una cara con la que valga la pena seguir viviendo.

Hans Rudi – La mía.

Rita – La cara de Rudi es lo que él eligió.

Hans Rudi – Al principio me sentí sorprendido, avergonzado y sorprendido. Ya casi habíaolvidado mi propia cara, me sentía un poco vacilante, alguien próximo a mí no había cerradobien la puerta del infierno, ¿comprende?

Rita – Brim, Rudi.

Hans Rudi – Brim, Rita, entonces tuve la sensación de que lentamente se perdía el suelo de mitierra bajo mis pies. Sin raíces, hundirse no se sabe dónde, entonces se puede por lo menosseguir pensando en otro idioma, pero sin apoyo en la patria de uno, te sientes como si colgarasde un acantilado mortal en lo alto de una montaña, hasta que se te caen los zapatos, Hans Rudi,la triste descomposición, y después te ve este pequeño ojo solitario venido de Rusia y piensa: sivoy a tener de nuevo una cara que sea la tuya, entonces vuelve a brotar la vida en tu cabeza,entonces ya no te levantas más por la mañana pensando no sería extraño que hoy se lanzara uncuervo contra tu frente, ya te estás riendo antes de despertar, y entonces vuelves a saber cuántasmaravillosas posibilidades tiene tu rostro, y entonces limpias todas estas pequeñas hogueras,porque no sería deseable que éste anduviese por ahí con tu cara como un miserable trapo depiso.

Rita – Uno prefiere tirar por la borda toda la vida pasada y, si es preciso, el primer hijo también.

Hans Rudi – Brim, Rita.

Rita – Brim, Rudi, y ahora somos inseparables, Hans Rudi, Rita y Brim, somos juntos unproyecto de vida. Qué tal si usted nos volcara, aquí y ahora, toda la nostalgia de su alma en unacanción.

Ubur – No, no, yo aquí no he cantado nunca.

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Luzi – Perdón, yo tendría que hacerles ahora otro pequeño ruego; ¿podrían echar por mí unamiradita hacia arriba? ¿Vuela algo sobre mi cabeza? ¿Tal vez una coronita? Tres, cuatro pájaros,no se cansan de elogiarme, qué vergüenza, me componen una coronita, una gloria prematura,pienso yo, por ahora sólo hay masa de harina en el bolso, siempre ese júbilo sobre mi cabeza,me revienta, vayan a reunirse en otra parte, yo no soy una confitería.

Rita – Por favor, cierre eso, emanaciones completamente insoportables salen de su mochilaescolar.

Luzi – La escuela de cocineras es un largo camino, pero esta noche regreso con un pan, lamaravilla de Luzi, todavía está caliente me van a decir, entonces ustedes podrán probar concuidado un pedacito.

Hans Rudi – El pan tiene sida, estoy seguro.

Luzi – Y más adelante voy a tener una casita de té y alrededor plantaré juncos, juncos, juncos,un árbol sería demasiado ruidoso.

Hans Rudi – Usted quiere decir, su casita de dormir, gusano borracho.

Luzi – Sólo se sirven los pasteles más livianos, las galletas de la casita de té de Luzi, tanlivianas que uno no sabe si está permitido morderlas.

Hans Rudi – Ya no se librará de ésa, usted la tocó, ella multiplicará eso esta noche, ella mismase acariciará desde el hombro hasta los pies, y mañana ya no va a tener secretos con usted.

Luzi – Y uno se puede enamorar también en la casita de té, pero jamás se debe declarar el amoren la casita de té.

Hans Rudi – Yo se lo advierto, si no anda con cuidado, terminará en la cama con ésta.

Ubur – No, no, no, yo estoy aquí para traer a mi mujer, okey. Mi futura mujer, Asulfa, Asulfa yUbur, suena bien ¿verdad? Estoy muy emocionado, yo no la conozco todavía, ella, una foto, yo,una foto, nada más, ella, totalmente cansada, yo, totalmente excitado ¿qué más se puede decir?Todavía no la conozco, todavía no me conoce, pero Ubur y Asulfa, suena como una pareja deenamorados ¿verdad? Tal vez ella tenga miedo, está completamente cansada y tiene miedo, lloracuando me ve, tal vez me encuentra totalmente repugnante.

Rita – Asulfa, maravilloso, Asulfa, suena como una bebida.

Ubur le da a Rita la foto.

Hans Rudi – ¿Qué hay de maravilloso en eso, ella abandona la patria y corre a los brazos de undesarraigado, dónde van a criar sus hijos, Rita, en las copas de los árboles?

Rita – Pero ella parece muy bonita.

Hans Rudi – Por ahora, por ahora, pero ahora es demasiado tarde, ya no se la puede prevenir.

Ubur – Y ahora ella está por llegar, todavía no me conoce, es una extraña, llora cuando me ve,¿qué se puede decir?

Rudi mira la foto.

Hans Rudi – A una mujer como ésta habría que saludarla, naturalmente, con un poema.

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Asulfa, Asulfa, cuando la ciudad al atardecernos inventa una falsa patria,y en las calles ya es de noche,se encienden los techos de las casasdonde, imprudentes, en su camino a Marruecos,cabecean las palomas antes de consumirse en la llama,porque ellas creíanser esposas de los beduinos,Asulfa, Asulfa, pensé yo, tú eres una paloma.

Rita – Ella es turca, Rudi.

Hans Rudi – Se trata de un poema, Rita, en la poesía se puede exagerar.

Ubur – Si, gracias, tal vez un poco demasiado para empezar, pero gracias de todos modos.

Luzi – Un hermoso poema, un poema como para una tazita de té.

Hans Rudi – A usted no debería gustarle, lo que a usted le parece hermoso, está condenado alfracaso.

Ubur – Me gustaría regalarle una rosa a Brim, ¿si?

Rita – Por supuesto.

Ubur le da a Brim la rosa y Brim se apresura a arrancarle todas las hojas.

Luzi – Tiene manos muy hábiles, veloces y hábiles.

Hans Rudi – Es una falsa apariencia.

Rita – Es su sentido del humor.

Hans Rudi – Eso debe significar algo muy diferente.

Ubur – Eso es muy salvaje.

Hans Rudi – Pero usted no conoce su verdadero aspecto.

Rita – Nosotros lo vimos una vez.

Hans Rudi – Lo vimos en la televisión, sin la capucha, usted es quizá más fuerte que nosotros,viene de la zona de guerra, creció entre heridos, pero para mí y para mi mujer... cuando lo vimosen la televisión, nos quedamos como de piedra, sentados en el sofá.

Rita – No se puede describir.

Hans Rudi – Todo descarnado, comprende.

Rita – No se puede describir.

Hans Rudi – A usted le parecerá un cuento infantil, pero el aspecto que tenía, eso ...

Rita – No se puede describir.

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Hans Rudi – Practicamente como ...

Rita – No se puede describir.

Hans Rudi – Como una manzana aplastada.

Ubur – Dios mío ...

Luzi – Yo no sería capaz de mirar algo así. Romper un huevo ya me resulta penoso.

Rita – Habría que aclarar que nosotros tenemos un televisor muy exagerado.

Hans Rudi – ¿Un qué?

Rita – Nuestro televisor, a veces exagera.

Hans Rudi – ¿Qué quiere decir eso?

Rita – Que a veces no respeta los límites.

Hans Rudi – No entiendo lo que quieres decir con eso, Rita.

Rita – Sí, sí, Rudi, él se pasa de la raya.

Hans Rudi – ¿Estás delirando?

Rita – Si, Rudi, una vez en nuestros años grises.

Hans Rudi – Brim.

Rita – Brim.

Hans Rudi, Rita, Ubur – Brimborium.

Rita – Sí, cuando te fuiste una noche a tomar una cervecita, entonces miré una película de amor.

Hans Rudi – Nadie te obligó, Rita.

Rita – Era una historia de amor completamente amable y aburrida.

Hans Rudi – Pero igual te superó, Rita.

Rita – No, sólo en una escena ...

Hans Rudi – Que no necesitas contarnos ahora, Rita.

Rita – A la protagonista de pronto se le salió su linda pierna.

Luzi – Ya me lo veía venir, ¡chanchadas! ¡chanchadas!

Hans Rudi – ¿Qué es eso de “se le salió”?

Rita – A la protagonista también le daba vergüenza, ella hizo como que no pasaba nada, pero sulinda pierna, Rudi, colgaba fuera del televisor, colgaba sobre la alfombra, casi tocaba nuestraalfombra.

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Luzi – ¡Qué asco!

Hans Rudi – Eso no lo creerás en serio ..., ¿o sí?

Rita – Rudi, yo reuní todo mi coraje, créeme, con mucho cuidado le volví a meter la pierna paraadentro.

Luzi – Un verdadero acto heróico, no sé si yo lo hubiera logrado.

Hans Rudi – Rita, que tú me hayas superado, hasta este punto, eso ...

Ubur – Hem ... permiso ... ¿podría devolverme la foto de mi mujer?

Hans Rudi – ¿Tiene miedo de que ella le saque la lengua, verdad? Pero mi mujer, puedecreerme, le metería a su mujer de nuevo la lengua para adentro, tan cuidadosamente, como si nohubiera pasado nada, ella lo hace todos los días, ella le limpia la baba del mentón alinformativista de la tele cada vez que se equivoca, ella limpia también la sangre de la pantallachica, cuando es necesario.

Brim hace pequeños movimientos con las manos.

Luzi – El guardabosques tiene algo que decir.

Hans Rudi – ¿Qué quiere ahora?

Rita – Coca.

Hans Rudi – Pues dale una.

Rita – No pienso darle.

Hans Rudi – Vamos, dale una Coca ahora mismo.

Ubur – Quizá sea mejor ...

Rita – No le doy nada, porque después no duerme de noche, anda dando vueltas por toda lacasa, golpea las mesas con las rodillas, sacude nuestro cristalero, si tengo que ir al baño, metopo con el maldito en el pasillo, si quiero dormir, siento sus pasos sobre la alfombra, lo únicoque espero es que termine incendiándonos. Brim, Rudi.

Rudi – Brim, Rita. Mi mujer se convierte por las noches en una mama endemoniada, cultivasalvajes en secreto bajo la cama, su mayor deseo es que hagan una hoguera con Hans Rudi ytodo lo que huele a Hans Rudi.

Ubur – La foto de mi mujer, por favor.

Hans Rudi – Brim, Rita.

Rita – Brim, Rudi, yo me hago cargo por las noches de tus pesadillas, mientras tú duermescomo un queso pálido, por la mañana despierto con marcas de mordeduras, noche tras noche,nuestro hijo Roger intenta meterse en mi cabeza.

Hans Rudi – Nuestro hijo Roger, como tú dices, Rita, nuestro hijo Roger, tal como suenacuando tú lo dices, le congela a uno el futuro. Ya sé por qué despierto al amanecer como si

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estuviera colgando en lo alto de un despeñadero, aferrado con uñas y dientes a la piedra áspera,mientras tú me gruñes tus pesadillas en mi oído, de noche, Rita, tienes una voz que asusta, unaoctava por debajo de la tierra, tengo la sensación de que junto a mí yace un alcohólico viejísimo.

Ubur – Me gustaría, por favor, recuperar a mi mujer.

Rita – ¡Por que la Hortensia folle con el Rudi hasta que él cuelgue de todos los pinos! Brim,Rudi.

Hans Rudi – ¡Por que en la televisión durante todo un día en todos los canales veamos arder aRita en la hoguera! Brim, Rita.

Ubur – ¡La foto de Asulfa, ahora mismo!

Hans Rudi – Vamos, alégrese de tener una foto, una foto, Dios mío, yo se lo aseguro, una fotoes la combinación ideal de muerte y vida, más no deberíamos esperar en nuestras manos uno delotro.

Brim se apodera de la foto.

Luzi – Sólo le falta apoderarse de mi masa de harina.

Ubur – Eso no. No.

Hans Rudi – Dale la foto. Sé bueno y dale la foto.

Ubur – Si llega a hacer con la foto lo que hizo con la flor, tendré que pegarle.

Hans Rudi – Sé buenito, suelta la foto.

Rita – Mira que viene el oso.

Hans Rudi – Rita, por favor.

Rita – Viene el oso y te come el resto.

Hans Rudi – ¡Rita!

Brim se arranca la capucha de la cabeza, es el hijo Roger, mira la foto, el padre se cubrehorrorizado el rostro con las manos, Luzi se hace cargo de él.

Rita – Roger, ¡ahora mismo te vas a poner la gorrita en la cabeza!

Ubur le da a Roger el ramo de rosas.

Ubur – Para ti, puedes tenerlo también, Asulfa y Ubur, suena lindo, Asulfa y Ubur, qué máspuedes hacer por una pareja de enamorados.

Ubur se va.

Luzi – Zapatos livianos, juncos, un árbol no, enamorarte está permitido, pero decirlo, jamás.(Luzi sale en otra dirección.)

Hans Rudi se pone la gorra de Brim.

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Hans Rudi – Hortensia, Hortensia, cuando termines con Chicago, por favor, ¡no te olvides denosotros, que mañana, por fin, nos sintamos perdidos!

Chico B entra con aspecto de ferroviario, parece que fuera a limpiar la estación de ferrocarril.

Obrero ferroviario – De nuevo no pasa nada, todo un largo día, donde quiera que uno mire, nopasa nada ... y siempre hay un montón de gente sentada por ahí, esos no integran excursiones niuna noche de fiesta, los desgraciados. Esos pueden olvidar lo que desean, a esos ya no los alivianada. Perdón, ¿ustedes ya no piensan separarse de este banco? Está bien, está bien, yo me abrirécamino por aquí, entre la putrefacción, tomo lo que encuentro y empiezo. Un golpe fuerte, toc,le hundo la sien, ¿no es un lindo comienzo? Yo prosigo hasta que los gritos se ahoguen en lasbocas desbordadas de sangre, después espero hasta que los rieles tiemblen, se acerca un tren, yase agitan bajo mis pies como anguilas que quieren volver al agua y yo de una patada los tiroante el hocico del tren, como si fueran su alimento. Lo que vuelvo a ver de ellos parece como siuno quisiera burlarse del género humano. ¿Tendría la amabilidad de levantar un momento lospies?

Hans Rudi – ¡¿Qué?!

Obrero ferroviario – Los pies, para que yo pueda juntar sus restos.

Hans Rudi – Usted, usted no sabe comportarse.

Rudi le da al ferroviario una bofetada, por un instante se enfrentan los dos.

Obrero ferroviario – Bueno ... También es un hermoso comienzo. (Se va.)

Oscuridad.

Escena de los muchachos 2

Los tres chicos, de nuevo pelados, con sus gabanes encapuchados. La pantalla del foro estáapagada. El chico C está solo, ocupado consigo mismo, controla la cadena de latas atadas a supie. Aparece el chico B.

Chico B – Hola, loco, ¿querés oír un consejo?

Chico C – No me molestes, me estoy construyendo una casita, sólo con silencio.

Chico B – No te imaginás de qué clase de guerra vengo.

Chico C – Quedate con tu guerra, loco, no me la traigas a mi casa.

Chico B – No lo puedo creer.

Chico C – ¿Qué?

Chico B – Tu aspecto.

Chico C – ¿Qué pasa con mi aspecto?

Chico B – Que de nuevo estás ahí como el fantasma de una cervecería.

Chico C – De esas cosas, loco, no tenés la menor idea.

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Chico B – ¿Volviste a ir a ese sitio?

Chico C – Sigue siempre así, sigue siempre así.

Chico B – ¿Volviste a verla, loco?

Chico C – ¿Volver a verla? ¿Tenés idea de lo difícil que es volver a encontrarse? ¿Volverse aencontrar, loco? De noche, en estos mercados llenos de luces, en medio de todo, entre toda lagente, todo bien, loco, todo bien, es mucho pedir que uno tenga que verla allí rodeada demuchos brazos, como si estuviera atrapada para siempre en una red. Yo hubiera querido gritar,arrastrarla del pelo hacia mí, sacudirla hasta que sólo dejara caer besos para mí. Yo te pregunto,¿qué es un beso? Un beso que a uno lo enciende hasta la raíz profunda de los propios zapatos.Yo no sé lo que mi lengua sabe al besar.

Chico B – Ay viejo, estás bien jodido.

Chico C – Pero tampoco podría acostarme, loco, acostarme y rodar como una furia desatada asus pies. Todo bien, loco, todo bien, ya no soy el mismo. Es una suerte tremenda, la que se tomael derecho de ser única.

Chico B – Te hace falta un maestro de armas, creeme, cuando pienso ... de qué clase de guerravengo, no lo vas a creer.

Chico C – Así es la cosa.

Chico B vuelve a representar sobre el piso la actitud de un cadáver.

Chico C – ¿Qué quiere decir eso?

Chico B – Eso es, loco, lo que yo le deseo a un enemigo.

Chico C – Acabá con eso ahora mismo, no quiero ver aquí semejante boludez.

Chico B – Esta noche salgo a la calle, pienso, qué raro ese vientito nocturno, tiene algo deperruno, como cuando el perro lloriquea con el hocico contra mi cuello, que me recuerda aLassie en las películas, cuando quiere avisar a alguien, me lame la oreja con insistencia como siquisiera decir, vamos, loco, vamos, liberáte de una vez, yo te muestro un lugar bajo tierra. ¿Quécrees que ví en ese sitio?

Chico C – Lo siento, esa película no la vi.

Chico B – Vi a dos, frente a frente, y como de la nada uno golpea al otro en la cara, paf, unacachetada pensé al principio, inofensiva, pensé, no pasa nada, pero entonces veo la caragolpeada, y te juro, loco, ése volverá a buscársela, seguro que sí, semejante sacudida puedeconvertirse en un vicio. ¿A ti qué te parece, loco?

Chico C – Me parece que todavía no has digerido ese cine de donde venís.

Chico A entra, trae cerezas con las que se adorna en el curso de la escena, se cuelga un par decada oreja y aplasta una contra su boca para enrojercerse los labios.

Chico B – No le va nada bien.

Chico C – El no quiere otra cosa.

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Chico A – Ahora sólo lloro frente al televisor, el televisor es la mejor niñera, ni siquierapromete un consuelo.

Chico B – Miren eso.

Chico C – Se está inventando un nuevo monstruo.

Chico B – Descubrir qué le podría ayudar.

Chico C – Yo no puedo.

Chico B – Pregunta siempre por el nivel del agua.

Chico A – Llorar frente al televisor y de cada lágrima cuelga una historia , que no es mía.

Chico C – Está metido hasta el cuello. Es evidente.

Chico B – Y no sólo él.

Chico A – Un ser humano contiene muchas más tragedias de las que caben en toda una vida. Lapicazón en el cuello, la costura, debe ser la cicatriz del degollado. Y todavía repito la vieja grasade las tatarabuelas que comieron muy mal durante la guerra. ¿Por qué me miran así? ¿Tengo unbrazo de más?

Chico B – No hables con esa vocecita, loco.

Chico A – Antes de que amanezca quisiera haber sido novia por lo menos una vez.

Chico B – Tratá de sacar una voz más grave.

Chico A – Hola ...

Chico B – Creo que te habla a ti.

Chico C – No, a mi no, yo estoy en espera.

Chico B – El también.

Chico C – A mí no me metas en el juego.

Chico B – Liberalo.

Chico C – Tú eres el maestro de armas.

Chico B – El desea que le hagas una visita.

Chico C – Ni pienso.

Chico B – No lo hagas esperar.

Chico A – Hola.

Chico C – No, gracias.

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Chico B – Loco.

Chico C – No me pidas que pase la noche con semejante tipo.

Chico A – Te he sentido venir.

Chico C – Y ahora me vas a ver alejarme.

Chico A – Acaso no me reconociste enseguida.

Chico C – Será porque cambiaste de peinado.

Chico B – Dominate.

Chico A – ¿No te dije lo hermoso que sos?

Chico C – Por favor, no lo repitas.

Chico A – ¿No te tocaría a ti, decir algo sobre mi persona?

Chico B – Sí ... puede ser ...

Chico C – Yo creo que cada ser humano tiene en su vida sus cinco minutos de belleza.

Chico A – ¿Y? ¿Estoy justamente ahora en mis cinco minutas de belleza humana?

B asiente con vehemencia.

Chico C – Pero, por desgracia, casi nunca encontramos al que lo nota.

Chico B – Loco, no lo dejes así colgado.

Chico A – Anoche llovió.

Chico C – Ahí está, ya empieza, ahora va a preguntar por el nivel del agua.

Chico A – Y yo estaba sentado a medias bajo un alero, y el aire estaba lleno de los más variadosaromas, pero cada uno se quedó aislado, ninguno quería mezclarse con el otro.

Chico B – Qué tierno.

Chico A – Y yo pensaba, ahora lleva también mi piel a alguna parte. Vamos, vení conmigo,vamos.

Chico C – Qué ...

Chico A – Con mi lengua te voy a lamer hasta que tengas una segunda piel en la espalda,vamos, vení conmigo, vamos.

Chico C – No ...

Chico A – Vamos, vení conmigo, vamos.

Chico C – No hagas eso ...

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Chico A – Yo te voy a mojar como nunca lo estuviste, vamos, vení conmigo, vamos.

Chico C – ... por favor ...

Chico A – Vamos, vení conmigo, vamos.

Chico C – No seas así, no, así no ... .

Chico A – Con mis besos mis labios te abren nuevas bocas. Vamos, vení conmigo, vamos.

Chico C – Por qué ...

Chico A – Vamos, vení conmigo, vamos.

Chico C – Me llegás hacer eso ...

Chico A – Yo me lanzo hacia abajo desde ti, mi hermosa tierra. Vamos, vení conmigo, vamos.

Chico C – Yo creo que ...

Chico A – Vamos, vení conmigo, vamos.

Chico B – Ya es suficiente.

Chico C – No acabes nunca.

Chico B – ¡Ya amanece!

Chico A – Vamos, vení conmigo, vamos.

Chico B – Y esto que les pasa es justo.

Chico C – No cambies nunca.

La pantalla con los tres muchachos se vuelve a ver. A y C no la miran ...

Chico B – ¡Oh, ahí están ésos de nuevo, qué tiernos!

Chico A – Vamos, vení conmigo, vamos.

Chico B – ¡Tiernos! ¡Son tan tiernos! ¿Aterrizan o se elevan? ¿Eh?

Chico C – ¡Seguí, no te detengas!

Chico B – ¡Tan jóvenes, tan jóvenes, tan jóvenes! ¡Y con todo tienen una edad que no existe!

Chico A – Vamos, vení conmigo, vamos.

Chico B – ¡No me hagan aquí el papel de la pareja descontrolada!

Chico A – Vamos, vení conmigo, vamos.

Chico B – Para ser honesto, habría que temer por cada pareja.

Chico C – No cambies nunca.

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Chico B – Más honestamente aún, habría que alegrarse incluso, de tener que tener miedo.

Chico A – Vamos, vení conmigo, vamos.

Chico B – Lo más honesto de todo, sería reconocer que para una pareja lo más seguro sería unazona de catástrofe, abrácense ya, buenas noches, buenas noches, buenas noches.

El chico B se lleva al chico C y los dos salen por la izquierda, el chico A permanece unmomento sentado. Al fondo, en la pantalla la imagen de los tres muchachos se transforma en unprimer plano de la señora Alberti, la actriz trágica de la escena siguiente.Oscuridad.

2. Pequeña sociedad: todas cosas lindas

La misma estación de ferrocarril, el mismo banco de las escenas anteriores, a la izquierda y ala derecha de eso, hay residuos voluminosos que cierran el paso. Kirk está dedicado a ordenarun montón de cosas a la derecha, lo que debe dar un ambiente bastante cómodo, agradable. Devez en cuando se sienta como si quisiera probar algo. Irene aparece. Lleva un pesado abrigo depiel de oso y botitas de cowboy con espuelas, en la mano tiene una bolsita de plástico.

Kirk – Eh, tú, pst, ratoncito, ¿qué haces ahí?

Irene – Negocios.

Kirk – ¿Qué?

Irene – Estoy en viaje de negocios.

Kirk – Aquí no vas a hacer ningún negocio, ya no hay lugar. ¿Tienes fuego?

Irene sacude la cabeza, Kirk se sienta entre sus cosas.

Irene – Puedo hacerle una pequeña pregunta: ¿Es usted un trabajador que tiene una esposa, quelo espera y no sabe qué ropa ponerse cuando usted vuelve a casa por las noches?

Kirk – No tengo esposa.

Irene – ¿Querría entonces imaginar qué ropa debería llevar su esposa una noche, cuando ustedvuelve a casa?

Kirk – Le digo que no tengo ninguna esposa, vivo en lo de mi hermano.

Irene – ¿Y él tiene una esposa?

Kirk – Sí.

Irene – ¿Vamos a imaginar entonces nosotros qué ropa podría ponerse la mujer de su hermano,cuando su hermano vuelve a casa por las noches?

Kirk – A esa hora ella duerme, justo a esa hora duerme como una marmota.

Irene – ¿Qué ropa desearía usted que se pusiera la mujer de su hermano una noche cuandousted vuelve a casa?

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Kirk – Nada. Absolutamente nada.

Irene – ¿Cómo?

Kirk – Me da igual lo que ésa se ponga, me importa un carajo lo que se pone, cuando vuelvo acasa, no es mi historia de amor, ¿estamos?

Irene – Sí, sí, esas son cosas difíciles, todas cosas difíciles, insolubles ...

Kirk – Tú deberías hacerme una visita, ratoncito.

Irene – Lo siento, lo siento, tengo ya tantos amigos.

Kirk – Entonces podrías ver lo que tengo puesto cuando vengas a mi casa.

Irene – La ciudad es una larga carta para mí, comprende, en cada muro dice, ¿cuándo regresas?Te amo. ¿Qué será de nosotros?

Kirk – Toca madera, ratoncito, tendrías que visitarme alguna vez, así es la cosa, debes visitarmeporque yo tengo problemas ...

Irene – No puedo contestar a todos enseguida, lo siento, lo siento, adonde quiera que miro,preguntas. La ciudad es como una larga carta para Irene, ¿qué sientes? ¿Cómo sigue esto? Espenoso para mí, pero todavía no me he decidido, comprende, algo se ha enamorado de mí, peroaún no me he decidido.

Irene se va, Kirk sigue hablando y está concentrado en su tarea de acomodar y desechar.

Kirk – Eso sí que sería una historia, ratoncito, toca madera, la historia entre nosotros dos hacetiempo que debió empezar ...

Aparecen Helga, Brax y la señora Alberti, se sientan en el banco. La señora Alberti, en elmedio, carga una mochila y tiene un par de diarios bajo el brazo, Brax y Helga están bebiendoalgo al mismo tiempo.

Brax – Una pausa, Helga.

Helga – Otra vuelta para la pausita.

Brax – Ahora se enjuagan las cabezas.

Helga – Y se lavan las gargantas.

Brax – Y las discusiones son puestas a enfriar sobre hielo.

Helga – Y todas las ovejas negras, Brax.

Brax – Todo barrido bajo la alfombra y las desagradables historias de amor también, Helga.

Helga – Junto con todo lo demás.

Brax – A eso se le llama hacer la manicura el domingo de noche.

Helga – Es una buena señal.

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Brax – Pronto podrás apreciar, Helga, que cada pequeño pueblo tiene su ocaso propio. Nunca,nunca chocan entre sí las cabezas de los turcos y los polacos. Y entonces chilla, chilla, chilla.

Helga – Pero no, que eso trae malos presagios, Brax.

Brax – Ahora tengo de pronto tanta fuerza, Helga, que siento como si me hubieran soltado unpar de potros en la sangre.

Helga – Eso es una buena señal.

Brax – Ahora me gustaría enfrentarme al próximo derrame de petróleo y, en la playa, restregarlas gaviotas hasta dejarlas limpias, tanta fuerza tengo.

Helga – Eso es una buena señal.

Brax – Ahora de pronto pasan de largo frente a mí los oscuros presentimientos, los malossueños, Helga, como niños de escuela.

La señora Alberti apoya su cabeza sobre el hombro de Brax.

Brax – Sra. Alberti, volvemos a lo mismo. Usted está apoyando de nuevo su cabeza en mihombro.

Helga – Es una buena señal.

Brax – Ahora miro aquí los escombros, Helga, y pienso, cuanto fracaso.

Helga – Puras historias de amor, Brax.

Brax – En un basural.

Helga – Tantas historias de amor diferentes, Brax.

Brax – Y uno ni siquiera toma parte en ellas.

Helga – Eso es una buena señal.

Brax – Y yo pienso qué maravilloso es poder retener algo.

Helga – Una historia de amor completamente diferente, Brax.

Brax – Mi estantería.

Helga – La chica llamada Bille.

Brax – ¿Qué?

Helga saca una manzana de su bolso..

Helga – ¿Quieres una manzana, Brax?

Brax – Nunca, Helga, no querría ver nunca que mi estantería quedara aquí afuera.

Helga – Todavía falta mucho para terminarla, Brax.

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Brax – No querría ver nunca como mi estantería se viene abajo poco a poco.

Helga – Todavía falta mucho para terminarla, Brax.

Brax – Sólo a veces me tengo que frenar, Helga, mi propia inquietud me parece siniestra, esteimpulso, esta impaciencia, y tengo miedo de encontrarme de pronto frente a mi estantería yverla terminada, eso sería el fin. Y de repente, sin previo aviso todo se derrumba encima de unoy te quedas aplastado y en la esquina siguiente, Helga, aguarda ya la gentuza para juntar tusrestos.

Kirk – ¿Tienen fuego?

Helga, Brax y la señora Alberti sacuden la cabeza, la señora Alberti algo másprolongadamente de lo necesario.

Helga – Ustedes lo hacen muy bien, simplemente se sientan en medio de toda esta abundancia,¿qué te parece?

Brax – Nosotros también somos paseantes de la noche del domingo, por un ratito hemos puestoa congelar las discusiones.

Helga – La noche del domingo no la pasamos en ninguna casa.

Brax – El domingo de noche nos explotan los desastres contra el techo.

Helga – En este momento no podríamos estar en casa, me pregunto cómo lo hacen los demás.

Brax – Están sentados en sus casas y los restos de comida trepan por los bordes de los platos.

Helga – Están sentados en casa y se encuentran un nódulo en el seno, ¿desearía una manzana?

Kirk – Ah, no gracias.

Helga – Hacen bien, se sientan simplemente ahí, como si un río hubiera derramado por lascalles tantas vidas diferentes, como si jugando se pudiera cambiar de una vida a otra, como siesta noche uno tuviera la libertad de descubrir lo que a uno le pertenece. ¿No es cierto?

La señora Alberti empieza a buscar diferentes cosas entre los voluminosos residuos y se vaformando un montón muy ordenado.

Kirk – Está bien, toque madera, para que resulte algo.

Brax – ¡¡No!!

Helga – ¡¡No lo haga!!

Brax – ¡¡No toque nada!!

Helga – ¡¡Sí, no toque!!

Kirk – ¿Por qué?

Helga y Brax señalan a la señora Alberti.

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Kirk – ¿Esa es su mamá?

Helga – Esa es la señora Alberti.

Brax – La señora, cuyo marido quedó sepultado.

Helga – Bajo su propia casa.

Brax – Paf, sin previo aviso, se derrumba un muro tras otro, abajo el techo y abajo el balcón,toda la casa se desmorona en un montón de escombros y debajo de todo eso está ahora el señorAlberti.

Kirk – Oh qué ... terrible.

Helga – Pero golpea todavía.

Brax – De vez en cuando vuelve a golpear.

Helga – Después no golpea más.

Brax – Y vuelve a golpear

Kirk – ¿Qué ... qué hace ésa ahí?

Helga – Es una buena señal.

Brax – Juntó fuerzas otra vez.

Helga – Es una buena señal.

Brax – Ahora tendría que verse usted misma, señora Alberti, qué bien luce cuando se mueve.

Helga – Nunca más nos gustaría verla diferente.

Brax – Quien pone orden así ...

Helga – Eso es una buena señal.

Brax – Ese logra comenzar de nuevo.

Kirk – Ella no está necesariamente obligada a andar por aquí removiendo cosas, ¿o sí?

Brax – Tendría que verla cómo se ve en otras circunstancias.

Helga – Un capítulo triste.

Brax – Verla hundida hasta las rodillas en los mocos de su pena.

Helga – En el centro de nuestra cocina.

Brax – Pasa las horas mirando un montón de escombros en la pantalla de nuestro televisor.

Helga – Espera que él vuelva a golpear.

Brax – No vuelve a golpear.

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Helga – Y después golpea de nuevo.

Kirk – Es horrible, horrible.

Brax – Ya no se pudo frenar más, tuvo que remendar todo infatigablemente, hasta que no quedónada. Entonces no hay que asombrarse cuando de pronto se le desploma a uno todo sobre lacabeza.

La señora Alberti toma una lámpara que estaba al lado de Kirk y la coloca junto a su montón.

Helga – Y la señora Alberti está ahora más hundida que nunca en nuestros sillones y esperatodos los días que su amor brote de repente, y si nosotros no estuviéramos siempre detrás deella, se le ocurrirían otros pensamientos.

Brax – Con qué me agarro mi propia garganta para cortarmela un poquito.

Helga – Y dónde podría colgar yo mañana.

Kirk – Oh no.

Brax – Sí, sí, con cuerdas muy sensibles.

Helga – Y bastante dispuesta a llorar a mares.

Brax – Esta espera, ¿comprende usted?

Helga – Esa espera la ha trabajado sutilmente hasta la médula.

Brax – No hace falta mucho.

Helga – Para que la señora Alberti se quiebre.

Kirk – A ésa, a ésa más le valdría devolver la lámpara ahora mismo.

Brax – ¿Qué?

Kirk – La lámpara.

Brax – ¿Le pertenece a usted?

Kirk – Es para la mujer de mi hermano.

Brax – ¡Señora Alberti!

Helga – ¡Atrás! ¡Atrás!

Brax – ¡Devuelva la lámpara, señora Alberti!

Helga – ¡Está destinada a otra mujer!

Brax – ¡Ya ha sido regalada!

La señora Alberti, algo turbada, coloca la lámpara de nuevo cerca de Kirk y toma a cambiootra más pequeña para su montón.

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Brax – Usted sí que fue rápido, con ojo de águila, para agarrar lo mejor del montón, antes deque aparezca por aquí la gentuza, ¿verdad?

Helga – Un bonito regalo.

Brax – Pronto podrá apreciar que cada chusma tiene su propio ocaso, nunca, jamás chocan entresí sus cabezas los polacos y los turcos, y entonces chilla, chilla, chilla el grillo ...

Kirk – Sí, sí, esa consigue toda una vivienda, completamente decorada, todo pronto, sólo tieneque presentarse y tomar posesión, sólo falta que la casa le resulte cómoda.

Brax – Ese ruido del grillo por las noches sobre la vereda, ¿conoce eso?

Kirk – No, no lo conozco.

Brax – Al principio pensé, veraneantes, viajeros de regreso, algunas desencantadas víctimas deFuerteventura que vuelven tristes con sus trajes de baño.

Helga – Pero no son veraneantes, no son.

Brax – Son carritos de compra, comprende usted, carritos de compra robados, que cantan comogrillos toda la noche en las veredas y juntan los restitos, pero les puedo asegurar que no querríaver jamás cómo deshacen mi estantería, eso me daría la sensación de que me invade una enormey desolada miseria entre las costillas.

Kirk – Yo junto aquí todo el montón, porque mi hermano está en camino, trenes durante toda lanoche, Kirk, tú puedes hacerlo, dice él, encuentra un par de cosas bonitas, haz algo, para queella se sienta bien.

Helga – Será un verdadero nido de amor.

Brax – Sólo faltan los muebles.

Kirk – Yo ya los tengo aquí guardados.

Brax – ¿Eso? ¿Son los muebles?

Kirk – Sólo falta un televisor.

Helga – Un ... un nidito de amor será eso.

Kirk – Todavía no está terminado.

Brax – Sí ... sí. Yo, yo me alegro cada vez que bajo al sótano y veo que mi estantería todavíaestá muy lejos de estar terminada, Brax, me digo a mí mismo, cómo puedes alegrarte, cuandotantas horas de trabajo todavía esperan dormitando, mientras cada día descubres nuevasdificultades, que en este momento ni siquiera puedes imaginar.

Kirk – Y sí, yo no puedo saber si a ella le va a gustar.

Brax – Una ocupación así tiene que terminar alguna vez, ¿no es cierto? Esto no es un eternorevolver, no estamos con el Limpiadent en la máquina que no se detiene hasta que a uno le salesangre por la nariz. La cosa no es así. Y de pronto uno ve que su estantería allí afueradesaparece como un tiempo que ya no existe.

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Helga – ¿Quieres una manzana, Brax?

Kirk – Quiero decir que yo no puedo estar seguro de que una mujer se sentirá bien aquí, yo nosé si usted no podría decirme, si una mujer se puede sentir bien aquí.

Helga – ¿Yo?

Brax – Sí, Helga, tú.

Helga se acerca cautelosamente al montón de muebles que Kirk ha ordenado y se sienta allí enun sillón.

Helga – Sí ... bueno, yo pienso que ...

Kirk – Como decía, falta un televisor, algo tiene que retenerla aquí, comprende usted, mihermano no viene a menudo, siempre de viaje en los trenes nocturnos y todo eso, ella tiene quetener mucha paciencia para esperar que él llegue. Quiero decir que yo no puedo preocuparmepor ellos, no puedo empezar con eso, no es mi historia de amor, después de todo, es la mujer demi hermano y no es asunto mío.

Helga – Bueno ... si pienso que yo podría estar sentada ... con un motivo para la nostalgia,entonces ...

Brax – Pausa, Helga.

Helga – Una vuelta para la pausita, Brax.

Vuelve Irene, esta vez empujando un carrito para las compras, en el que lleva su bolsito deplástico. Se dirige hacia Brax que ahora está sentado, solo, en el banco.

Irene – ¿Me permite una pregunta? ¿Es usted quizás un viajante de comercio, que tiene unaseñora que lo espera y que no sabe qué ropa ponerse cuando usted regrese alguna noche a casa?

Brax – Usted ... a usted la conozco, usted está de viaje, de noche se para debajo de mi ventana,canta en el camino de arriba abajo, usted, grillo de porquería.

Irene – En ese caso yo podría ofrecerle una tanguita muy apropiada.

Brax – ¡¿Qué!?

Irene – Pero no hay que tomarlas por separado, cada tanguita tiene un contexto, que le permitedesarrollarse bien.

Brax – ¡Sí! Hasta ese punto vamos a llegar, hasta ese punto!

Irene – Todas son goces anticipados, encantadoras nostalgias, apasionantes descubrimientos, siusted quiere se las puedo mostrar de modo que las historias de amor puedan desarrollarse.

Brax – Hasta eso llegaremos, hasta el punto de que usted muestre aquí ante mis ojos susmugrientos calzones, de sus cañerías gotea la debilidad mental, ¿verdad? Piensa que aquí podrásoltar sus salvajes deseos, ¿verdad? Pero yo a usted la conozco, usted acecha aquí en cadaesquina.

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Irene – Sí, me resulta penoso, la ciudad es una larga carta para mí, ¿comprende? En cada muro,preguntas: ¿Qué será de nosotros? ¿Qué vendrá después? No puedo responder a todo enseguida,¿comprende? Por desgracia, por desgracia, algo se ha enamorado de mí, poco a poco pierde lapaciencia, lentamente se irrita. Esta mañana tuve que leer en un puente alto, enorme, lassiguientes palabras: ¡Irene, yo te dejo ir!

Brax – Pero usted es para mí un presentimiento muy oscuro, usted piensa, tal vez, he aquí unoque rebosa energía, sabe qué hacer con su tiempo, equilibra hábilmente los minutos, y construyeuna estantería, uno así no se tambalea tan fácilmente.

Irene – ¿Le gustaría saber por lo menos lo que debió quedar en la bolsita?

Brax – Yo puedo oler desde aquí lo que debe quedar en la bolsa.

Irene – ¿Y qué historias de amor no deberían desarrollarse ante sus ojos?

La señora Alberti apoya su cabeza en el hombro de Brax.

Helga – Sí, eso, eso me gustaría mucho saberlo.

Irene – A usted le gustaría meter sus manos en eso y ver lo que queda pegado a sus dedos.

Brax – Helga, tú vas a contenerte y evitarás meter los dedos en esa mierda.

Helga – ¿Quién sabe, Brax, quién sabe?

Kirk – Dí que sí, ratoncito, aquí no harás ningún negocio.

Brax – Señora Alberti, de nuevo estamos en lo mismo, usted ha vuelto a apoyar su cabeza en mihombro.

Irene – ¿Esa es su señora?

Brax – No.

Helga – Esa es la señora Alberti.

Irene – ¿Tendrá tal vez un marido a quien espera y no sabe cómo vestirse cuando él vuelve denoche a casa?

Brax – Ella cuelga de un hilo de vida muy fino.

Irene – Ah.

Helga – Esta es la mujer, cuyo marido quedó sepultado bajo su propia casa.

Brax – Pero todavía golpea.

Helga – Deja de golpear.

Brax – Y después golpea de nuevo.

Irene – Sí, sí, son cosas difíciles, son todas cosas difíciles, insolubles ...

La señora Alberti toma una silla del lado de Kirk y se la lleva para su montón.

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Kirk – Eh, eh, su mami, su mami vuelve a llevarse algo para su lado.

Brax – Señora Alberti, la silla, la silla.

Helga – ¡Atrás, atrás!

Brax – ¡Esa ya está adjudicada!

Helga – ¡Esa está destinada a otra persona!

La señora Alberti se sienta en la silla robada, junto a su montón de trastos, como si no oyeranada.

Helga – Ella sólo quiere sentarse ahí un ratito.

Brax – Sólo sentarse un poco, si.

Helga – No mucho rato.

Brax – Uno se acostumbra a ella.

Helga – Como a una gran mancha triste.

Kirk – Tiene problemas, ¿si? Yo también, okey, por mí puede sentarse ahí, ya todo estáguardado, pero sólo tiene dos sillas, okey, falta un televisor pero tiene dos sillas, de todosmodos necesita también, para mi hermano, en caso de que aparezca por aquí, en alguna partetendrá que poder depositar su traste, alguna vez, cuando venga, entonces, bueno, ahora necesitouna bausa.

Brax – Sí, antes de que todo esté liquidado, ¿verdad?

Helga – Bausa, ¿dijo usted bausa?

Kirk – Sí. Bausa.

Helga – Encantador, bausa, ¿no es encantador? Claro que nosotros decimos siempre pausa,verdad, Brax, nosotros decimos siempre pausa.

Brax – Por supuesto.

Irene – Yo también digo pausa.

Helga – Bausa, eso es, en efecto ...

Irene – Cuando yo me concedo una, me digo, Irene, ahora hace falta una pausa.

Brax – Yo creo que hemos llegado a ese punto.

Irene – Para eso tiene también los cachetes, bausa, uno lo dice y se defiende así contra el vientoen los fiordos finlandeses, ¡yo hago una bausa! gritamos y soltamos las redes de pesca. Entoncesusted es finlandés ...

Kirk – No, soy polaco ...

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Helga – Sí ... polaco, sí, entonces tiene también esa naturaleza áspera, rebelde.

Brax – A menudo sueño con eso.

Helga – Sí, mi marido suele soñar de noche que está en una selva enmarañada de la que debeliberarse antes del amanecer.

Brax – Esos son sueños de polacos.

Helga – Ah sí, sí.

Brax – Una y otra vez tengo esos sueños de polacos.

Helga – ¡Bausa, bausa!

Brax – A menudo sueño con polacos que, a la luz del otoño tardío, pasean por las plantacionesde frutales en el sur de Alemania, hombres, mujeres, niños, y uno los ve en esa luz dorada, perocuando se observa mejor, se ve también que todos ellos están un poquito subalimentados, nodemasiado, pero todos ellos un tanto delgados.

Helga –¡Bausa! ¡Qué palabra más hermosa!

Brax – Y así vagabundean subiendo esa cuesta por entre los manzanares, hombres, mujeres yniños, como si tuvieran un destino, se oyen sus pasos, una marcha que aplasta los frutos caídos,aunque la idea es que ellos puedan seleccionar esa fruta madura en el suelo, y algunos lo hacen,pero hay algunos entre ellos que al pasar arrancan la fruta aun verde de las ramas, de modo quelas ramas desnudas al aire se secan velozmente y cada vez que veo eso, me duele, me dueletanto como si me tiraran del nervio de un diente!

Irene – Eso es un sueño muy triste.

Helga – Y ni siquiera es el más triste de todos.

Brax – Sí, hay uno parecido también, pero con ríos.

Helga – No hace falta que nos cuentes eso en este momento.

La señora Alberti apoya su cabeza en el hombro de Brax.

Brax – En vez de plantaciones de árboles frutales son ríos enteros llenos de polacos. SeñoraAlberti, otra vez lo mismo, usted está apoyando de nuevo su cabeza en mi hombro.

Helga – Mi marido puede eliminar la cabeza de Alberti de su hombro, pero una y otra vez, unay otra vez vuelve a crecer, igual que las cabezas de un dragón.

Irene – Eso es como un milagro.

Brax – Mi mujer querría que yo fuera un monstruo.

Helga – Quién sabe, Brax, quién sabe.

La señora Alberti se dedica a la silla de Kirk y le arranca una pata.

Irene – Oh, la del hilito de vida tiene la fuerza de un oso.

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Kirk – Oh, ¡no, no, no!

Irene – ¡Rompe la silla, crac, adiós la pata!

Brax – ¡Señora Alberti!

Irene – Y ahora le toca al respaldo.

Kirk – Oh no, ¡¡eso lo hace a propósito!!

Helga – Mala, señora Alberti, muy mala.

Brax – No lo hace con esa intención.

Kirk – Pero esto tengo que contárselo a mi hermano.

Irene – La fuerza bestial que tiene esa.

Brax – Significa algo muy diferente.

Kirk – ¿Significa qué, qué?

Helga – ¿Quién sabe, quién sabe?

Brax – Pero eso se puede seguramente ...

Helga – Eso se puede arreglar.

Kirk – Eso es una mierda feroz.

Kirk se lleva la silla rota a un rincón murmurando algo en polaco.

Helga – ¿Desearía quizá ahora una manzana?

Kirk toma la manzana y Helga le da algo de beber.

Brax – Helga, ¿podrías levantarte ahora un poco?

Helga – Justo cuando me estoy sintiendo cómoda, Brax.

Brax – ¿O quieres hundirte en toda esa basura?

Kirk – ¡¿Qué?!

Helga – Nosotros estamos consagrando precisamente aquí y ahora una nueva casa, Brax.

Brax – La señora Alberti querría irse ahora, Helga, escuchar si él sigue golpeando.

Helga – Lo mejor sería una historia de amor, ¿que le parece a usted el de los cachetes curtidospor el viento del norte?

Brax – Helga, podrías dominarte un poco tal vez ahora que la señora Alberti se quiere ir yescuchar si su marido sigue golpeando.

Helga – No golpea más.

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Brax – ¿Qué?

Helga – Ya no golpea, no se mueve, ha quedado bajo los escombros, y qué, no golpea, tendrásus motivos.

Brax – Helga.

Helga – Sigilosamente se ha ido saliendo, hacia fuera, excava un túnel hacia la libertad.

Brax – Helga, por favor termina con eso.

Helga – Lo ví, en la televisión lo ví, sigilosamente se ha ido enterrando cada vez más en losescombros, excava, excava hacia abajo atravesando toda la mugre, fuera de esa basuramatrimonial de la señora Alberti.

Brax – Basta, Helga.

Helga – Y, haciendo zapping, yo le mostré después un camino, zap, zap, hacia un nuevoprograma, zap, zap, en medio del informe sobre el destino de la niña llamada Bille.

Brax – ¿Estás loca?

Helga – Sí, no me lo vas a creer, Brax, con el control remoto, yo lo enganché, zap, zap, con laniña llamada Bille.

Kirk – Bueno, yo ahora le agradecería que saliera de esta casa ...

Helga – Y ella también es una infeliz.

Irene – Qué quiere decir también, ¿se refiere a la mujer con el frágil hilo de vida?

Helga – Ya no le quedan brazos ni piernas, entra en secreto de noche a las huertas frutales y damordiscones a las manzanas y peras, porque la boca es la herramienta principal para la Bille.

Kirk – Yo le agradecería que saliera de la casa ...

Brax – Usted la invitó, ahora tiene que aguantarla.

Irene – Retirar la invitación, retirar la invitación cuanto antes, ese es mi consejo.

Helga – Y el señor Alberti, la vio y se volvió loco, al ver todo lo que la Bille puede hacer con laboca, le gustó tanto ver cómo ella anda comiendo por los jardines, tanto que se enamoróenseguida de ella.

Irene – Me lo imaginaba. Repugnante.

Kirk – Yo creo que usted debería ahora ... realmente ...

Helga – Y entonces él le tendió una manzana, al principio, ella vaciló y dudó y finalmente, deun mordiscón le arrebató la manzana de la mano.

Irene – Repugnante, puerco y repugnante.

Kirk – ¡Por favor, por favor, ahora váyase, antes de que venga mi hermano!

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Helga – Hasta que él ya no soltó la manzana y la Bille, desesperada, seguía mordiendo yarrancando pedazos de la pequeña fruta, como si fuera una lucha, pero el tal Alberti no lasoltaba y entonces la Bille tuvo que comer la manzana de la mano de él, hasta que no quedónada. Y ahí creo que la Bille se enamoró. Esto es lo que debió suceder, porque después ella lelamía las manos, no sólo por agradecimiento.

Kirk – Yo creo que usted ahora debería verdaderamente ... por su propio bien incluso.

Helga cruza los brazos detrás de su espalda y va de rodillas hacia Kirk.

Irene – Me alegro que ésta no aparezca en mi bolsita, lo considero un mérito de mi bolsita.

Helga – Trepa, trepa, trepa.

Irene – Uy, ahora se pone realmente feo.

Brax – Helga, ¿hace falta ahora que finjas ser lisiada?

Helga muerde la manzana que Kirk tiene en la mano.

Irene – Uy no, uy no.

Kirk – Se ha ido, mejor, ésa está por fin afuera.

Brax – Por Dios, alégrese, alégrese al menos de poder arreglar la casa para una pareja deenamorados, Dios mío, más no tendríamos que hacer unos por otros.

Aparece el obrero ferroviario, se siente desconcertado al ver el cambio de lugar de los muebles.Mientras él habla, la señora Alberti saca sigilosamente una garrafa de su mochila y viertebencina sobre su montón de desperdicios. Kirk la observa.

Obrero ferroviario – ... no ... pero perdonen ustedes, ustedes han confundido algunas cosas,créanme ... yo conozco aquí de memoria cada sitio, cada rincón. Yo sé exactamente dóndeolvidan los momificados por la ciudad sus sacos de dormir, sé donde los nerviosos escupen porlas mañanas sus gomas de mascar, conozco las huellas de los adictos que salen tambaleándosede los retretes, arrastrando el papel higiénico detrás de sí, reconozco en las escaleras las cagadasde colores que usted no conoce. Pero esto ... ¡¡ya no lo reconozco más!!

Sra. Alberti – Perdón, ¿tendría usted fuego?

Obrero ferroviario – Naturalmente.

Sra. Alberto – Se lo agradezco.

Kirk – ¡No, no lo haga!

Irene – ¡Por favor, no!

Kirk – Esa incendia todo.

Obrero ferroviario – ¡Sí, pero sí, sí, déjenla en paz!

Kirk – ¡Que su mamá devuelva eso ahora mismo!

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Brax – Sé buena y dame el encendedor.

Obrero ferroviario – ¡No, no!

Brax – Por favor, dámelo.

Obrero ferroviario – ¡No se lo dé!

Brax le hace una zancadilla al obrero ferroviario.

Brax – A usted le falta el piso bajo los pies!

Kirk – ¡Venga eso!

La señora Alberti se mete el encendedor en la boca.

Helga – ¡Vamos, escúpalo!

Irene – Mire que si no ... (Irene tira del cabello de la señora Alberti, de modo que aparece lacabeza del hijo.) Oh, eso ...

Helga – Ven.

Irene – Estas son cosas tristes, todo muy triste. (Ella mete la peluca en su bolsa.)

Helga, Brax y el hijo se van, el obrero ferroviario sale en otra dirección.

Obrero ferroviario – De nuevo cosas no sucedidas, todo un largo día de cosas que no suceden.(Sale.)

Irene – Me siento alegre, alguna cosa se ha enamorado de mí, pero aún no estoy decidida, aveces me siento tentada, entonces gotea algo sobre mi cabeza por la mañana y yo pienso, Irene,no vayas a mirar ahora hacia arriba, tan exactamente no quieres saberlo. (Sale.)

Kirk – Ratoncito, la historia, la historia entre tú y yo todavía queda pendiente, ¿me oyes?

Oscuridad.

Escena de los muchachos 3

Chicos A, B, C. Lugar: el mismo de la escena anterior. El chico B, solo, adopta una pose decadáver sobre el banco. Llega el chico A.

Chico A – Basta ya, loco, no hagas eso, no te hagas el muerto, tú no, ¿has oído?

Chico B – ¡Esto es, esto es lo que le deseo a mi enemigo!

Chico A – A ti, loco, a ti uno le desea un enemigo.

Chico B – Sí, pero cuál, cómo deberá ser, ¿eh? Si esto sigue así, yo salto en el próximo trueno.Vamos a ver, loco, ¿no estoy siempre en mi puesto, eh? ¿No aparezco siempre exactamente enel momento justo, eh? ¿Y si el final no estuviera siempre en mis manos? Hay lugares en todaslas ciudades del mundo en donde no se llega a los diecisiete.

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Chico A – Reconfortante. ¿Dónde está él?

Chico B – Dónde está, dónde está, aparecés como salido de un cuento para niños y hablásdormido.

Chico A – Dormir, ésa es una hermosa palabra.

Chico B – Y tú, me imagino, sos la imagen más adecuada para esa palabra.

Chico A – ¿Cómo está el nivel del agua?

Chico B – Siempre la misma vocecita aflautada.

Chico A – Me pregunto donde está.

Chico B – Anda por ahí metiendo la lengua en alguna boca extraña. ¿No te sentís amenazado?

Chico A – ¿Amenazado por qué?

Chico B – Buena pregunta, loco.

Chico A – ¿Porque hasta en las calles bien construídas algo se mueve bajo mis pies? ¿Porquedonde quiera que vaya algo se come mi camino y eso desde el comienzo?

Chico B – Yo me pregunto qué queda para comer, si te movés siempre en el mismo sitio.

El chico B ataca al chico A, lo golpea y lo hace caer.

Chico B – Uh, se te ve mal, loco.

Chico A – Ay, ¿te volviste loco de veras?

Chico B – Verdaderamente mal.

Chico A – ¿Qué hacés?

Chico B – No hables así, este es tu cuento para dormir los niños.

Chico A – ¿Se te aflojó un tornillo?

Chico B – Tratá de hablar con una voz más grave.

Chico A – ¿Por qué no acabás con eso?

Chico B – Más grave, loco, más grave.

Chico A – ¡No!

Chico B – Ahora poné cara de futbolista lesionado.

Chico A – ¡Basta!

Chico B – Ahora te tiene que tomar la cámara lo más cerca posible.

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Chico A – ¡No!

Chico B – ¡Ahora habrá miles de personas en sus casas poniendo la misma cara que tú!

Chico A – ¡¡Oah!!

Chico B – Ahora un primer plano, por favor.

Chico A – Por qué ...

Chico B – Aquí tenemos una pequeña tierra en formato grande.

Chico A – ¿Por qué hacés eso?

Chico B – Porque la guerra nos lleva hasta las hojas más finas, loco, porque bajo las cortezas delos árboles todavía reina la muerte, porque nada es más fácil que enamorarse, porque lanaturaleza es una vieja sucia y cruel, y porque tú deberías morir.

Chico A – ¡Basta!

Chico B – ¿No estás enfermo? ¿Eh, loco? No deberías ser, de nosotros tres, la lucecita másdébil? ¿Y no pasamos todo un verano mirando el cielo, sólo porque tú habías dicho que alláarriba, arriba en las nubes, se podía ver tu placa de rayos X? Y nosotros, ¿no estábamos a tulado, jugando a ser médicos que sacuden la cabeza, impotentes, sabiendo que a ése, a ése, ya nose le puede curar, y ahora, loco, eso de no morir hoy, no morir mañana, ¡¿cuándo, cuándopondrás fin a eso de no morir?!

Chico A – Yo lo intenté, lo intenté.

Chico B – No lo suficiente, me parece.

Chico A – Todos los días, loco, espero que suba el agua, espero que crezca bastante, que seabastante honda para mí.

Chico B – Eso puede tardar.

Viene el chico C, arrastra su cadena de latas, A yace todavía acurrucado en el suelo.

Chico C – Hola ... Oh, no ...

Chico B – Si, de nuevo el loco se ha hundido por completo.

Chico C – Hay que descubrir lo que podría hacerle bien.

Chico B – Quería, a todo trance, morir en un cuento para dormir a un niño.

Chico C – Así parece que le va.

Chico B – ¿Y a ti, como parece que te va, loco?

Chico C – Hoy vengo por última vez.

Chico A – ¿Qué?

Chico C – Sí.

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Chico B – ¡¿Por última vez, qué quiere decir por última vez?!

Chico A – ¿¡Qué tonterías estás diciendo!?

Chico C – Yo la desafié.

Chico A – ¿Qué?

Chico C – La saqué del tumulto, y la obligué a enfrentarse conmigo.

Chico A – ¿Y?

Chico C – Al principio, pienso, ella se asustó, pero creo que la he comprendido: ahora tambiényo la encontré, no pasa nada, loco, ella tuvo que abrirse, y ahora ella es tan feliz y tan tristecomo yo. Ella y yo, pienso, nosotros dos juntos podemos ser algo ...

Chico B – ¡¿¡Una pareja, loco!?!

Chico A – Vamos, vení conmigo, vamos.

Chico C – Uh ... , no sé.

Chico B – ¡¡¿Una pareja, loco, que va al supermercado y se alcanza las latas de las estanteríascomo si el mundo sólo estuviera ahí para alimentar a una pareja?!!

Chico A – Quisiera olerte una vez más.

Chico C – ¿Empezás de nuevo?

Chico A – Un cuello así provoca asesinatos.

Chico B – Dan ganas de ensayar eso enseguida.

Chico A – Y ser culpable.

Chico B – Oh, eso sería una sensación ...

Chico A – Como ser superior ...

Chico B – Una sensación como si uno fuera ...

Chico A – Terriblemente talentoso.

A y B van hacia C, la pantalla con los tres chicos es de nuevo visible.

Chico C – ¡¡¡Ahí ... ahí están de nuevo!!!

Chico B – ¡No podemos librarnos de ellos!

Chico A – Qué brutal.

Chico C – Esos hace tiempo que no existen.

Chico B – Cómo se puede ser tan insensible.

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Chico A – Caritas de paperas y comida para bebés.

Chico B – No tienen ninguna sensibilidad.

Chico C – Solo espero.

Chico A – Que rueden por la próxima pendiente.

Oscuridad.

Pequeña sociedad 3: alcanzarle el agua al asesino

Friedel y Marie, entre ambos, Fred,el asesino con un bloc de dibujo. Friedel y Marie comen.Lugar: El mismo tal cual lo dejaron los muchachos. Junto al banco de la estación delferrocarril, permanece de pie un griego con un grill portátil, donde él está preparando unos“gyros”. Más tarde se agrega Natalie, la chica con el mantel.

Friedel – ¿No habrá una servilleta?

Griego – Ah, por desgracia ...

Friedel – Está bien, no hay problema, también nos arreglamos así.

Marie – Usted nos condimenta todo el aire ...

Friedel – Salud.

Marie – ... con el olor de su patria.

Friedel – Uno ya no se huele a sí mismo.

Marie – Y eso está bien.

Griego – ¿Es demasiado picante?

Friedel – Sí, pero no para nosotros.

Marie – Hace tiempo que yo no lloraba así al aire libre.

Griego – Sí ... gracias ...

Friedel – A nosotros no nos voltea tan facilmente ningún condimento.

Marie – No somos unas tiernas florecillas.

Friedel – Usted tal vez esté acostumbrado, todo el día aquí con la cara en el humo, el pequeñoinfierno de su patria siempre en la nariz.

Marie – Pero no se le nota nada.

Griego – Hoy no es mi mejor día.

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Marie – No se le nota, sin embargo, para nada.

Griego – Mis nervios están hoy tan ...

Marie – Nosotros ya tenemos algunos nervios a nuestras espaldas, ¿verdad, Friedel?

Friedel – Y pudimos dar el golpe de timón.

Marie – Pero no se nos nota para nada.

Friedel – Hace medio año, justo en el momento exacto.

Marie – Se nos incendió la casa.

Griego – Oh ... qué horrible.

Friedel – No, no, eso fue cuando se nos saltaron por primera vez los fusibles.

Marie – Cuando vimos eso ...

Friedel – Hizo pac.

Marie – Las llamas saludaban por las ventanas ...

Friedel – Esa vez sí que removimos nuestras vidas por completo.

Marie – Todo lo que salió de allí, todas las bestias que habitaban aquí, pensamos, cuyosnombres no querríamos saber.

Friedel – Un poco más allá y quién sabe cuándo, crece sigilosamente en el pecho una maleza,por donde sólo se puede pasar con el cuchillo, y en las cabezas roe la locura, buen provecho,hasta que se parta el remo, y adiós, adiós, nos vamos río abajo.

Griego – Toda la casa incendiada, ¿eh?

Marie – Si hace veinte años alguien nos hubiese dicho, así van a vivir Friedel y Marie.

Friedel – A ése yo le hubiera dado una buena trompada. Hasta hoy le duraría el dolor de cabeza.

Griego – ¿Todo ... todo se quemó?

Marie – Menos el televisor.

Friedel – Ese sobrevivió.

Marie – Como por milagro.

Friedel – Se diría que tiene un ángel de la guarda.

Marie – Ahora volvió a crecer todo de nuevo en la casa y una alfombra nueva nos causapicazón en los pies.

Friedel – Y de cada rincón nos hace señas una nueva perspectiva. Entre los escombros y laceniza se hizo larva y surgió una nueva Marie. Y un nuevo Friedel.

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Aparece Natalie, la chica con el mantel.

Natalie – Perdón, ¿podrían decirme si hoy parte todavía un barco de baile?

Friedel – ¿Un qué?

Natalie – ¿Sale hoy otro barco de baile?

Friedel – Usted no está muy bien de la cabeza, esto es una estación de ferrocarril.

Natalie – Si, si.

Marie – De aquí no salen barcos.

Natalie – Es que no quiero esperar en la calle, ahí donde se paran las mujeres con pantalones decolores, ésas, ésas que suben a todos los autos, ellas no me quieren.

Friedel – Tendrán sus motivos.

Natalie – Porque yo sin querer las ví como nunca jamás hay que verlas.

Friedel – Nosotros todavía estamos comiendo.

Marie – ¿Es una vestimenta especial la que lleva puesta?

Natalie – No, no.

Friedel – Vestimenta, qué vestimenta, Marie, ella vive ahí dentro.

Natalie – Es todo de la fiesta de despedida.

Friedel – Es una especie de casa ambulante sin piso.

Natalie – Hoy me hicieron la despedida, la fiesta de despedida de Natalie.

Friedel – Eso tendrá sus motivos.

Marie – Pero luce divertido.

Friedel – Yo no sé qué tiene de divertido, Marie, ésas son sus cuatro paredes propias, con esorueda ésta todo el año por la estación de ferrocarril, de arriba abajo, buen provecho, ya es elcolmo de la locura.

Natalie – Ahora espero solamente el barco de baile, ahí dejaré que estallen los últimos acordesdel día con el bumbum, bumbum, bumbum.

Friedel – A eso, bueno, yo digo que sí.

Natalie – ¿No podría ser que usted me hubiera visto alguna vez, podría ser?

Marie – En todo caso, preferimos no pensar en eso durante el almuerzo.

Natalie – Sucede que, a veces, hay gente que me ha visto en alguna parte adonde yo nuncaestuve, entonces dicen ellos: ¡usted! a usted ya la hemos visto, exactamente usted, sólo un

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poquito más pequeña. Yo pienso entonces, en alguna parte existe otra Natalie, un poquito máspequeña, me digo, una pequeña Natalie.

Friedel – Yo diría ahora que usted con su parking para los sin techo mejor se mueve un pocomás allá, porque a nosotros aquí nos gustaría dedicarnos a comer, si a usted no le molesta.

Natalie (señalando a Fred) – ¿Y ése no puede comer también?

Marie – Este es Fred. De América.

Friedel – Y puede comer todo lo que quiera.

Marie – Pero no con cubiertos.

Fred levanta su cuadro y extiende una mano.

Natalie – ¡¡Tiene un cuadro terminado, el americano tiene un cuadro terminado y ahora querríaencargar algo!!

Marie – ¿Podrías alcanzarle, por favor, el agua, Friedel?

Friedel – ¿A él, Marie, a él, eso es un chiste o qué?

Marie – ¿Por qué?

Friedel – ¿Yo, alcanzarle agua? ¿No te das cuenta, Marie? ¿Alcanzarle agua a éste?

Fred – I am thirsty.

Marie – Ya lo ves, tiene sed.

Friedel – Por favor, está justo frente a él, sólo debe agarrarla, it is allowed, con las manos puedehacer de todo.

Marie – Bueno, Friedel, bueno, no hace falta animarlo tanto.

Friedel – Al monstruo ni tijeras ni cuchillos, ni siquiera un tenedor, mucho menos unencendedor.

Griego – ¿Querría comer algo él? ¿Sí?

Marie – Puede llamarlo Fred nomás.

Friedel – Fred de América.

Griego – Es un poquito inquieto, sí, rasca todo el tiempo la hoja de arriba abajo, lo pone a unomuy nervioso.

Marie – Lo pinta a usted, me pinta a mí y pinta a Friedel.

Friedel – Se siente bien con nosotros, no querría volver a su patria.

Fred vuelve a levantar su cuadro.

Natalie – ¡Tiene otro cuadro terminado! ¡El americano terminó otro cuadro!

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Marie – Nos pinta a todos, scratch, scratch, con una edad que todavía no tenemos.

Griego – No quiero que me retraten hoy, okey, y menos con cara de viejo.

Friedel – Se me ocurre que la patria de usted sería la verdadera patria para un viejo, llegar a los120 en el Cáucaso, sin nada más que arena entre los dedos de los pies – comer solamente lo quela propia lengua todavía puede deshacer y en medio del eterno temporal, más fuerte que todoslos ruidos, no darse cuenta de que se hace ruido al comer.

Griego – Yo soy griego.

Marie – Griego ... qué hermoso, allí resplandece en seguida el mar, un griego, un americano ...

Friedel – Allí se achica en un instante el mundo bajo nuestros pies.

Griego (mira el cuadro de Fred) – Eso, se supone que soy yo, ¿si?

Marie – Sólo dentro de un par de años.

Friedel – ¿No le gusta a usted?

Griego – Mi madre le daría una buena a ése.

Natalie se dirige al griego.

Natalia – ¿Perdón, podría decirme si hoy sale otro barco de baile?

Griego – Bueno, aquí, aquí no.

Natalia – En la calle, por desgracia no puedo esperar, ahí donde andan las mujeres conpantalones multicolores, ésas, ésas que les hacen señas a los automovilistas, ellas no me quierenporque yo, sin querer, ví, por desgracia, allá abajo, junto al río el lugar adonde losautomovilistas las llevan a ellas, ahí las ví, sin querer, como nadie debe verlas jamás, con la caraaplastada contra el vidrio del auto, así no quieren ser vistas, comprende usted. Cómo ellas seadhieren con sus labios contra la ventanilla del auto y miran hacia el río como peces en un aguapodrida, esa mirada no debe ser vista por nadie, y menos aun por los automovilistas.

Griego – Comprendo.

Natalie – ¿Podría ser entonces que usted me hubiera visto alguna vez? ¿Sería posible?

Griego – No, seguro que no.

Natalie – A veces las personas ya me han visto en alguna parte, exactamente a mí, sólo que unpoco más pequeña, la pequeña Natalie, también en Grecia, pienso yo, si no me equivoco.Natalie se aleja un poco.

Friedel – Yo en su lugar, vigilaría para que después no falte algo.

Griego – ¿Faltar qué?

Friedel – Esta se mete el gyros bajo la camisa, después sube corriendo y alimenta con eso, allíen la calle, a las putas.

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Griego – Ella no les cae bien.

Friedel – Qué sabe usted acerca de los negocios que hace ella ahí bajo su toldo, ella instala aquísu carpa y pasa aquí el invierno, la verá a partir de ahora todas las noches, ella se queda aquíjunto a su comedero y pronto estará usted con un pie en su mercado de mierda y entonces buenprovecho.

Griego – No, no, okey, mañana recibo noticias.

Friedel – Y adiós, adiós, río abajo.

Griego – Mañana recibo una respuesta de la Sybila.

Marie – Sybila, qué lindo.

Griego – Es probablemente mi última noche aquí.

Marie – Oh, también es la última noche de Fred.

Griego – Mañana sabré si ella quiere casarse ahora, quería tener un poco más de tiempo parapensarlo, okey, lo tuvo, pero alguna vez se acaba el tiempo para pensar.

Marie – A Fred también le queda un poco de tiempo para pensar.

Friedel – Puede repasar toda su vida.

Griego – Esta es la tercera, ahora ya tuvo por tercera vez tiempo para pensar.

Marie – Entonces le deseamos mucho éxito.

Griego – Pronto tendré demasiado aquí, ya doy vueltas como la carne en el pincho. ¡Tiempopara pensar! Aquí mi vida gira en el asador de Sybila.

Marie – Pero no se le nota a usted para nada.

Griego – Espero que ésta sea mi última noche aquí.

Marie – Que es la última noche de Fred ya está decidido.

Griego – Lo felicito, lo felicito.

Friedel – El pasa aquí con nosotros sus últimos días de descanso.

Griego – Sí, lo felicito, lo felicito.

Friedel – Antes de tomar el avión de regreso.

Marie – Para siempre.

Friedel – Hacia América.

Marie – Donde será ejecutado.

Friedel – Y entonces, bueno ... veremos ... quién sabe, ¿no es cierto?

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Griego – Ejecutado ... Dios mío ...

Friedel – Realmente, Marie, debo decir que no sé si eso se sigue diciendo así.

Marie – ¿Cómo se va a decir?

Friedel – Por lo menos no será decapitado.

Marie – Si el prefiere que sea de otro modo.

Friedel – Al menos tiene derecho a opinar sobre el cómo y el dónde.

Natalie – Perdón, ahora tendría que hacer otra pregunta, podría ser que él me haya visto algunavez, quizás en América, puede ser que allí también haya una pequeña Natalie, si no meequivoco, hay en América una pequeña Natalie.

Friedel – ¡¡No le alcanza con estar demás aquí!!

Natalie – Podría ser entonces que él hubiera visto allá una pequeña Natalie.

Marie – Esperamos que no.

Friedel – Fred no es un loco cualquiera.

Marie – No, no.

Friedel – Uno de esos inútiles que le echan nafta a su perro.

Marie – No, no.

Friedel – El ya ha realizado algo.

Marie – Y eso tiene pies y cabeza.

Friedel – Fred es un asesino.

Natalie – ¡Oh!

Marie – Pero no se le nota para nada.

Fred vuelve a sostener un cuadro en alto.

Natalie – ¡Ha vuelto a terminar un cuadro! ¡El asesino ha vuelto a terminar un cuadro!

Marie – Ay.

Griego – Qué es eso ...

Natalie – Oh, pero eso es ... Eso es algo repugnante.

Marie – Eso es ...

Griego – ¿Qué pretende?

Friedel – Lo dice debajo.

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Natalie – Si eso se supone que es la pequeña Natalie, entonces ...

Griego – Ah no, esto ya es demasiado.

Marie – El no quiere decir eso.

Griego – ¡¡¡Ahora ya tenemos demasiado de esa mierda, okay, para mí ya se pasa con susestúpidas cagadas, puede pintarme, okay, puede pintarme como una estúpida cagada, puedepintarme a mí, pero no a Sybila!!!

Marie – El sólo quiere agradecer.

Friedel – Es su manera de decir adiós.

Marie – Mañana entonces tendrá que ... para siempre ...

Griego – ¡Debe pedir disculpas!

Natalie – A mí también.

Griego – Okay, tiene que hacerlo. ¡¡Ahora!!

Marie – Comprenda usted que son los nervios.

Griego – Yo no tengo, okay, ya no tengo más nervios ... Ni siquiera para un tiempo dereflexión, una vez ya es demasiado, me garabatea éste mi futuro, tiene que pedir perdón.

Marie – Mañana ya se habrá ido.

Griego – Mañana será todavía tiempo de reflexión.

Marie – Usted no tendrá que verlo nunca más.

Friedel – Nosotros, nosotros lo veremos una vez más.

Marie – En nuestro televisor.

Friedel – Poco antes de eso, usted me entiende, lo veremos una vez más, mirando hacia lacámara.

Marie – Sí, como si pudiera vernos.

Friedel – Y entonces, bueno, se apaga y adiós, pasó.

Marie – No, no, no es tan sencillo.

Friedel – ¿Qué?

Marie – Tan fácil no es.

Friedel – Pero sí, Marie, se apaga y listo, oscuridad.

Marie – No, no, es preciso sacar el cable, Friedel.

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Friedel – Lo que acabó, acabó.

Marie – Justamente, no.

Friedel – Qué quieres decir.

Marie – Que no es así, yo lo he vivido.

Friedel – Estás delirando.

Marie – Hace poco, Friedel, me desperté en medio de la noche y escuché en nuestro living unruidito, cuic, cuic, se oía, como si detrás de alguno de nuestros sillones nuevos se estuvieradesollando un cerdo.

Friedel – No digas esas cosas.

Marie – Cautelosamente me dirigí hacia el living y allí veo que nuestro televisor estabaencendido.

Friedel – Lo olvidaste.

Marie – Y entonces veo en la pantalla dos caballos, uno, en el suelo, retorciéndose y el otro,parado encima del caído. Y él que está arriba, al verme se asusta y huye al galope.

Friedel – Quién te manda aparecer de noche como un espíritu sombrío.

Marie – Más vale, pensé yo, que me esconda detrás del sofá y espere un rato.

Friedel – ¡¡¿¿¡¡Te escondiste detrás de nuestro sofá ...

Maríe – Sí y entretanto, el caballo que seguía caído en el suelo y que sangraba además, serevolcaba sobre el lomo, como tratando de incorporarse en sus cuatro patas.

Friedel – ... ante un programa de televisión!!??!!

Marie – Y cautelosamente mirándome de reojo, Friedel, volvió el segundo caballo y reanudódespués su tarea con una ferocidad que no puedo describir.

Friedel – Preferiría que pusieras un punto final, Marie.

Marie – El segundo caballo se comió al otro que estaba caído.

Natalie – Me alegro de no haber tenido que ver eso.

Friedel – Eso no puede pasar.

Natalie – Por suerte no tuve que verlo.

Marie – Chac, chac, mordía al otro caballo con sus grandes dientes de caballo, y yo podía vercómo le arrancaba la carne de la panza y del lomo y se tragaba todo lo que podía sacar.

Friedel – Acaba, por favor.

Marie – Tres cuartos de hora duró aquello, Friedel, tres cuartos de hora hasta que yo vomitédebajo del sofá.

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Natalie – Qué asco.

Friedel – ¿Qué?

Maríe – Sí, vomité debajo del sofá y no sirvió para nada.

Friedel – ¿Tú vomitaste bajo nuestro sofá nuevo?

Maríe – La verdad, Friedel, para no vomitar allí, tendría que haber sido un monstruo.

Friedel – ¡¿Qué más haces, Marie?! Te cagas detrás de la cortina, orinas bajo la mesa cuando enla tele aumenta la violencia.

Natalie – Sí, lo creo, yo creo que eso es lo que ella hace.

Friedel – Oh mi Dios, no sabemos cuánto salvajismo cabe en otra persona, mi Dios ...

El asesino extiende su mano.

Natalie – El asesino, atención, el asesino quiere pedir algo.

Griego – Que se arrepienta primero. Ahora.

Friedel – Marie, él quiere algo.

Marie – ¿Y qué?

Fred – I am hungry.

Friedel – Tiene hambre, dale algo.

Marie – No le doy nada, nada de nada.

Friedel – Ahora, dale algo de comer ahora mismo.

Marie – Ni pienso, me muerde el dedo, suelta una risita, vomita y babea disimuladamente todoel nido en que está encaramado, no dice lo que en realidad piensa, rasca toda la noche en subloc, hace ruidos, como si un escarabajo se metiera en mi oído, y cuando lo miro, en un ángulode la boca tiene la acusación que nos está haciendo, el asco, Friedel, el asco hacia nosotros quele ha deformado la cara.

Fred – I am hungry.

Marie se levanta, quiere irse pero no sabe todavía en qué dirección.

Friedel – ¡Marie!

Marie – No.

Friedel – Ahora, Marie, ahora deberías verte. La crueldad que hay en tu rostro.

Marie – Te prometo, Friedel, que tú no volverás a entrar en él nunca más.

Friedel – ¡Si te vas ahora, Marie!

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Aparece el obrero ferroviario.

Obrero – Esto se vuelve cada vez más confortable, ¿verdad?, ya tiene algo de hogareño, paso apaso, se construye aquí un hogar, me pregunto entonces, si en alguna parte del mundo no faltaráahora un hogar...

Fred – Disculpe, podría alcanzarme por favor el cuchillo.

Obrero – Cómo no.

Friedel – ¡¡Marie!!

El obrero le da el cuchillo a Fred.

Fred – Muchas gracias.

Obrero – Con mucho gusto, buen apetito.

Friedel arranca el cuchillo de la mano de Fred.

Friedel – ¡Usted! Acaso está loco para ponerle, así nomás, un cuchillo en la mano a ése, ustedestá mal de la cabeza, ¡qué sabe usted, que sabe de la ferocidad que puede haber en unindividuo! ¡¡Hace tiempo que no existe tanta ferocidad en nuestros bosques!! ¡Tome, tome eso!¡Así, ahora! ¡Así! ¡Lléveselo con usted, majadero, que cree conocer al género humano.

Friedel le clava el cuchillo al obrero ferroviario que se desploma.

Griego – No.

Natalie – Oh, ahora también esto ...

Griego – Eso no.

Natalie – Ahora tuve que ver también eso.

Friedel – Espera, Marie, espera.

Marie – Yo no sirvo, Friedel, yo no sirvo de apoyo para nadie.

Se va Marie, Friedel sigue con el cuchillo en la mano. Se vuelve hacia los demás.

Friedel – No habrá una servilleta ...

Oscuridad.

Escena de los muchachos 4

El lugar es el mismo de la escena anterior. El chico B esté en el banco, se está muriendo, entrael chico A.

Chico A – Nunca estás satisfecho, ¿verdad?

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Chico B – Mirá quién lo dice.

Chico A – No tenés que hacer una cosa así.

Chico B – Estoy herido.

Chico A – Ya basta.

Chico B – Lo digo solamente porque no podés ver la sangre.

Chico A – ¿Cómo se ve?

Chico B – Si saliera en la tele, estaría bien hecho.

Chico A – Esta no es una de cowboys.

Chico B – Eso es, eso es lo que yo deseo a mi enemigo.

Chico A – ¿Cómo está el nivel del agua?

Chico B – Tu vocecita, loco, ha bajado, ay, que me tocara a mí, justamente a mí.

Chico A – Tú fracasaste.

Chico B – ¿Qué?

Chico A – Qué buen maestro de armas, el que no acierta nada.

Chico B – A esto le llamás nada.

Chico A – No vayas a patear y darme un rodillazo en el estómago.

Chico B – Te asombrarás, loco, cuando veas lo que pronto brotará de mi, la primavera estaráocupada conmigo hasta que por fin me broten campanillas ...

Chico A – Tú fracasaste.

Chico B – Es agradable oír eso cuando uno se está muriendo.

Chico A – ¿Sientes eso?

Chico B – ¿Qué?

Chico A – Cómo huele a tierra aquí.

Chico B – ¿Ya me convertí en eso?

Chico A – Que la noche en una ciudad pueda oler así a tierra. Como si de los alrededores de laciudad se vinieran de pronto hacia aquí todos los campos, las cortezas de los árboles, las hojas.Como si quisieran decir, hasta pronto, viejo, de nosotros no te vas a escapar.

Chico B – ¡Tú no, tú no! En ti sigue latiendo alegremente el pulso, como si no fuera a detenersenunca.

Chico A – No me asustes.

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El chico C viene sin la cadena de latas, renguea.

Chico C – Qué bien, uno siente enseguida una sensación hogareña, al verlos ahí sentados, asídesea uno ser esperado, a este ambiente desea uno pertenecer.

Chico A – Tu pierna, me parece, preferiría ir en otra dirección, ya no desea pertenecer a ti.

Chico C – Hay historias de las que no se sale así nomás con dos piernas.

Chico A – Pensé que ya no querías venir.

Chico C – Yo pienso más bien que todavía falta un poquito para que me pueda ir. Viejo, qué tepasa ...

Chico B – No te me acerques mucho, no soporto el calor.

Chico A – Este olor a tierra se está poniendo tan pesado que ya ni siquiera sé si puedo respirartan hondo.

Chico B – ¿No debería haber amanecido ya? ¿Dónde están ellos, qué aspecto tienen?

Chico C – Ellos ...

Chico A – Ya no volverán.

Chico B – ¿No son encantadores? Tan jóvenes, tan jóvenes y tienen, sin embargo, una edad ...Ah, que me haya tocado a mí ...

Chico C – Ya no se les puede ver.

Chico A – Al fin.

Chico B – ¡¡¿Aterrizan o se elevan, díganme?!!

Chico A – Se cortaron la rama debajo del culito infantil.

Chico C – Se sumergen en medio de esos mercados multicolores, de noche, en las plazas.

Chico A – ¡¡Aquí ya no se puede respirar!!

A y C se concentran cada vez más en sus historias, mientras B muere. El chico A finge que elaire le resulta cada vez más irrespirable.

Poco a poco sube la luz.

Chico C – Entre todos los individuos que se rozan unos contra otros las espaldas como situvieran que recargar las pilas de sus cuerpos para el tiempo que vendrá.

Chico A – Entre todas las parejas cuyas cabezas brillan tanto que es preciso dominarse para notocarlos, oh, le vienen a uno unas ganas ...

Chico C – Unas ganas de llenarse la boca con un hombro redondo.

Chico A – Un apetito para el que no nos alcanza el estómago.

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Chico C – Chicas con cabellos tan rubios que a uno le parece que están conectadas a lacorriente, y todas a nuestro alrededor están tan desnudas debajo de los vestidos que uno no sabe,qué abertura preferir.

Chico A – Qué sexo habría que inventarse.

Chico C – Y encima de uno, trinan, zumban, pájaros, insectos con culitos de colores,revoloteando por el aire, todo esto ocurre como si en medio de la noche ardiera sobre nosotros elfuego del sol.

Chico A – ¡¡Como si por un momento uno se hubiera liberado totalmente de una ley!!

Chico C – Y me da una sensación ...

Chico A – Como si en ese instante nada ...

Chico C – Como si nada de todo aquello ...

Chico A – Perteneciera a naturaleza alguna.

El chico A se va como si tuviera que vomitar. C se va en otra dirección como si no soportara elestado de B.

Epílogo

Claridad. El chico B yace en el banco. El mismo cuadro del comienzo de la obra, se oyen denuevo las moscas, como si hubiera por ahí una carne podrida. Aparece la chica (Luzi, Irene,Natalie).

Chica – Perdón, ¿podría decirme qué hora es? No sabe leer la hora, ¿eh? Tonto de capirote, nosabe leer la hora. No importa, no importa. El tiempo es un zumbido, ¿no? La semana pasada yoera todavía una (hace los gestos de Luzi). Y anteayer (hace los gestos de Irene). Ayer, encambio (hace los gestos de Natalie). Y ahora, me voy ... a Rusia. Hace un movimiento leve,rápido. Aprenderé cómo se hacen las zapatillas de baile, sí. Nervios, ¿eh? Los nervios son loúnico que a uno lo sostiene. Perdón, no quisiera adelantar las cosas, pero usted y yo tendríamosahora un momento para nosotros, ¿verdad? Ahora que ya salimos por un colador de aqueltumulto, para juntarnos sobre un banco. Usted y yo, nosotros dos ... Quién sabe todo lo queexiste aún escondido entre nosotros dos, no quiero adelantarme, pero ... Ahora, ahora lo mirocomo si yo pudiera pertenecerle y mañana, mañana tal vez ya no estaré tan segura de si ayer medormí o estoy muerta.

Oscuridad.